Estudio Bíblico:
"La Pureza del Corazón"
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Introducción
En el vasto tapiz de la Biblia, dos figuras femeninas emergen como polos opuestos, como luces y sombras en el lienzo de la historia sagrada. De un lado, se levanta la figura de Jezabel, cuyo rastro de malicia y artificio se desliza por las páginas del Antiguo Testamento como una sombra que oscurece la virtud. Del otro lado, se encuentra María, la mujer virtuosa cuya humildad y devoción brillan como una estrella en la constelación divina.
Este estudio nos sumerge en un fascinante viaje, donde se deja a un lado los adornos físicos, y se fortalece la pureza del corazón humano. En un mundo donde las máscaras exteriores pueden ser tan engañosas como reveladoras, nos detenemos ante el espejismo de la malvada Jezabel y la verdad resplandeciente de la mujer virtuosa, María. Aquí, en la encrucijada de estos dos destinos, exploraremos la pureza del corazón: ¿un artificio cosmético superficial o un reflejo genuino de la verdadera belleza espiritual?
Romanos 12:1-2:
1ASÍ que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.
2Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Jezabel y Su Máscara Engañosa
En las páginas del Antiguo Testamento, la figura de Jezabel se levanta como una sombra siniestra, teñida de malicia y engaño. Su relato, marcado por intrigas y desviaciones espirituales, revela un énfasis desmedido en la apariencia externa, simbolizado en su uso de maquillaje físico que encubre una realidad espiritual corrupta.
30Vino después Jehú a Jezreel: y como Jezabel lo oyó, adornó sus ojos con alcohol, y atavió su cabeza, y asomóse a una ventana.
[2 Reyes 9:30]
En este pasaje que acabamos de dar lectura, encontramos un pasaje que arroja luz sobre la preocupación de Jezabel por su apariencia externa. En esta Escritura, se menciona que “se adornó sus ojos con alcohol, y atavió su cabeza”. Este acto no es simplemente un detalle trivial de su rutina de belleza, sino un símbolo de su enfoque desviado en la superficialidad. El uso de antimonio (o alcohol) para resaltar sus ojos no es solo un acto cosmético, sino un reflejo de su deseo de seducir y manipular a través de su atractivo físico, desviándose así de la verdadera belleza del corazón.
27¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que de fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad.
28Así también vosotros de fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres; mas de dentro, llenos estáis de hipocresía e iniquidad.
[Mateo 23:27-28]
Las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento también arrojan luz sobre la trampa de apariencia engañosa. En esta Escritura, Jesús se dirige a los escribas y fariseos, comparándolos con sepulcros blanqueados. Este fuerte lenguaje pone de relieve la hipocresía que surge cuando la atención se centra únicamente en la belleza externa. Así como un sepulcro puede parecer hermoso por fuera, pero está lleno de impureza por dentro, la preocupación excesiva por la apariencia física puede encubrir la corrupción del corazón.
El maquillaje de Jezabel no reside solo en los pigmentos que embellecen su rostro, sino en la máscara de falsedad que proyecta al mundo. Este enfoque en la apariencia exterior, desvinculado de la pureza del corazón, nos invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la belleza. ¿Es el maquillaje una mera expresión estética, o revela la condición genuina del alma? La advertencia de Jesús resuena en nuestros oídos, recordándonos que la verdadera belleza se encuentra en la pureza del corazón y no en el artificio externo.
María y la Belleza del Corazón
Mientras Jezabel personifica la superficialidad y el engaño, María emerge como un faro de virtud y humildad en las páginas del Nuevo Testamento. Su belleza trasciende lo físico, convirtiéndola en un modelo de devoción y entrega a Dios.
26Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27A una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David: y el nombre de la virgen era María.
28Y entrando el ángel a donde estaba, dijo, ¡Salve, muy favorecida! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres.
29Mas ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese ésta.
30Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
31Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre:
33Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin.
34Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón.
35Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
36Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes a ella que es llamada la estéril:
37Porque ninguna cosa es imposible para Dios.
38Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra. Y el ángel partió de ella.
[Lucas 1:26-38]
El momento crucial en la vida de María se registra en esta Escritura, cuando el ángel Gabriel le anuncia que concebirá al Hijo de Dios. La respuesta de María revela una actitud de humildad y sumisión inigualable: “He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra.” Su disposición a someterse al Plan Divino, independientemente de las implicaciones personales, revela la belleza de un corazón entregado a Dios.
30Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
[Proverbios 31:30]
Aunque este versículo no se refiere específicamente a María, encapsula la esencia de su virtud. Esta Escritura destaca que la gracia y la hermosura física pueden ser engañosas y vanas. En contraste, la mujer que teme a Jehová, que tiene una reverencia y obediencia genuina a Dios, es la que merece alabanza. María, a través de su temor a Dios y su disposición a cumplir Su Voluntad, encarna la verdadera belleza que trasciende lo superficial.
La belleza de María no se encuentra en adornos externos ni en gestos ostentosos, sino en la profunda conexión de su corazón con el Plan Divino. Su aceptación de la Voluntad de Dios, su humildad y su entrega genuina destacan la belleza del corazón. Mientras Jezabel se aferra a un maquillaje externo que oculta su corrupción, María revela la autenticidad de la belleza espiritual que emana desde lo más profundo de su corazón. En la encrucijada entre estas dos mujeres, somos desafiados a buscar la verdadera belleza del corazón, aquella que encuentra su expresión más sublime en la devoción y la sumisión a Dios.
La Pureza Interna en la Enseñanza de Jesús
En las enseñanzas de Jesús, encontramos una clara advertencia contra el peligro de centrarse únicamente en la apariencia externa. Él dirige nuestra atención hacia la pureza del corazón, destacando la importancia de cultivar la virtud interior sobre la belleza superficial.
20Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.
21Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
22Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.
23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
[Marcos 7:20-23]
En este pasaje, Jesús destaca que la verdadera fuente de contaminación no está en las circunstancias externas, sino en el corazón humano. Enumera una serie de pecados que surgen desde adentro, subrayando la importancia de la pureza interna. Así, la pureza del corazón se convierte en la prioridad, ya que lo que emana de él afecta directamente a la vida y conducta del individuo. Uno de los puntos de los que menciona el Señor Jesús es “el engaño”. Y el maquillaje se utiliza mucho para engañar y ocultar realidades de la persona.
8Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios.
[Mateo 5:8]
A través de las bienaventuranzas, Jesús presenta la idea de que aquellos con corazones limpios son bienaventurados y verán a Dios. Este versículo refuerza la enseñanza de que la pureza interior es esencial para una conexión directa con lo Divino. En contraste con el maquillaje externo que Jezabel podría haber utilizado para engañar, Jesús enfatiza la necesidad de una pureza interna que permita una comunión genuina con Dios.
Las palabras de Jesús nos instan a considerar la verdadera fuente de la pureza y la contaminación. Mientras que Jezabel se aferra a un maquillaje que encubre la impureza interior, Jesús nos invita a mirar más allá de las apariencias y a cultivar un corazón limpio. La pureza del corazón, según Jesús, es el fundamento de una vida que refleja la verdadera belleza espiritual. En esta enseñanza, somos desafiados a examinar nuestras motivaciones y a priorizar la pureza del corazón sobre cualquier adorno externo. La verdadera preciosura, según Jesús, es la que emana desde lo más profundo de nuestro ser y nos acerca a la presencia Divina.
4Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
[Santiago 4:4]
El término “almas adúlteras” no se refiere únicamente a la infidelidad marital, sino que simboliza la infidelidad espiritual. En este contexto, “el mundo” no se refiere al planeta en sí mismo, sino al sistema de valores, deseos y actitudes que se opone a Dios. La “amistad con el mundo” implica adoptar y abrazar estos valores contrarios a los principios divinos.
La declaración “amistad con el mundo es enemistad con Dios” resalta la incompatibilidad entre los principios del mundo y los de Dios. Cuando nos aferramos a las costumbres mundanas, nos distanciamos de Dios y entramos en conflicto con Su Voluntad. Este conflicto no surge porque Dios sea hostil, sino porque nuestras elecciones y lealtades chocan con Su Verdad y Justicia.
La amistad con el mundo presenta un peligro sutil. Puede manifestarse en la búsqueda desenfrenada de placeres, la codicia material, la vanagloria y la conformidad a las normas culturales que contradicen la ética cristiana. Al adoptar estos valores, corremos el riesgo de comprometer nuestra fidelidad a Dios y desviar nuestra devoción hacia objetivos temporales y mundanos.
La exhortación implícita en este pasaje es clara: los creyentes están llamados a vivir en el mundo pero no ser conformados por él (Romanos 12:2). La amistad con el mundo no significa vivir aislados, sino resistir la influencia negativa del sistema de valores mundanos y adherirse a los principios divinos que promueven la justicia, la misericordia y el amor.
En lugar de buscar la amistad con el mundo, la Escritura nos invita a buscar una relación profunda con Dios. Jesús mismo declaró en Juan 15:14-15:
14Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando.
15Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho notorias.
La verdadera amistad y comunión con Dios se establece al obedecer Su Palabra y seguir Sus Caminos.
Cada creyente se enfrenta a la elección diaria entre seguir los valores del mundo o comprometerse con la santidad y la Voluntad Divina. La llamada a no ser amigos del mundo es una invitación a examinar nuestras prioridades, valores y acciones diarias. ¿Estamos buscando la aprobación del mundo a expensas de la amistad con Dios, o estamos comprometidos con una vida que refleje la luz de Cristo en medio de las circunstancias del mundo?
La Amistad con el Mundo, Enemistad con Dios, y la Relación con el Maquillaje
La conexión entre la amistad con el mundo y la enemistad con Dios es un tema que permea las Escrituras, y cuando exploramos la relación con el maquillaje, encontramos paralelos que ilustran la importancia de mantener nuestros corazones alineados con los Valores Divinos.
La Biblia advierte sobre la amistad desmedida con el mundo, no en el sentido de apreciar la creación divina, sino en la entrega a sus valores contrarios a los principios de Dios. La amistad desmedida con el mundo implica adoptar sus estándares efímeros, su búsqueda de placer sin restricciones y su énfasis en la apariencia superficial. Es sumergirse en un océano de influencias que pueden distorsionar la perspectiva espiritual y apartarnos de la verdad eterna.
La enemistad con Dios surge cuando, seducidos por las ofertas mundanas, nos alejamos de Su Voluntad y adoptamos valores que entran en conflicto con los Suyos. Este alejamiento no implica que Dios deje de amarnos, sino que nuestra elección de seguir caminos contrarios genera una barrera en nuestra relación con Él. La enemistad con Dios se manifiesta cuando buscamos la aprobación del mundo en lugar de la Aprobación Divina, cuando elegimos la complacencia temporal sobre la fidelidad a los Principios Eternos.
En el contexto de la amistad con el mundo, el maquillaje puede convertirse en un símbolo de nuestra inclinación a adoptar las normas y expectativas externas, incluso a expensas de nuestra conexión espiritual. Al buscar constantemente ajustarnos a las imágenes que el mundo promueve, corremos el riesgo de sacrificar la autenticidad y la integridad de nuestro ser interior. El maquillaje, en este sentido, puede representar un intento de encubrir nuestra verdadera identidad espiritual, cediendo a la presión de adaptarnos a un estándar mundano en lugar de abrazar la singularidad de ser Hijos e Hijas de Dios.
La relación entre la amistad con el mundo, la enemistad con Dios y el maquillaje invita a una profunda reflexión sobre nuestras elecciones diarias. ¿Estamos conformando nuestra identidad espiritual según los estándares temporales del mundo? ¿O estamos arraigados en la verdad divina que trasciende las modas y las tendencias?
La exhortación es clara: optemos por la Amistad con Dios, mantengamos la fidelidad a sus principios y abracemos nuestra autenticidad espiritual. Que nuestro enfoque no sea el maquillaje externo que busca la aprobación temporal, sino el Adorno Eterno del corazón, reflejando la luz de la verdadera belleza espiritual que emana de nuestra relación con el Creador. En este equilibrio, encontramos una conexión más profunda con Dios y autenticidad que perdura más allá de las modas efímeras del mundo.
Conclusión
En el trasfondo de las vidas contrastantes de Jezabel y María, emerge un llamado profundo y resonante: la búsqueda de una belleza que trascienda lo efímero y superficial, una belleza que encuentre su cuna en la pureza del corazón y la santidad ante Dios.
En el relato de Jezabel, vemos cómo el maquillaje externo puede ser un velo que oculta la corrupción interna. Su enfoque desviado en la apariencia lleva consigo la advertencia de que la belleza física, cuando no está alineada con la virtud y la devoción, se convierte en un espejismo engañoso que distorsiona la verdadera esencia de una persona.
En contraste, María, la mujer virtuosa, nos muestra un camino diferente. Su belleza natural se revela en su humildad, su sumisión a la Voluntad de Dios y su corazón puro. No hay necesidad de maquillajes engañosos, pues su conexión íntima con lo Divino emana de lo más profundo de su ser.
La enseñanza de Jesús resuena como un eco en estas reflexiones. Nos invita a despojarnos de las máscaras y a examinar la condición de nuestros corazones. “Bienaventurados los de limpio corazón”, proclama, señalando que la belleza natural que realmente importa es aquella que surge de la pureza interna, de la santidad cultivada en el corazón.
La conclusión es clara: aspiremos a una belleza natural que trascienda las apariencias fugaces. En lugar de buscar el maquillaje que encubre, busquemos la santidad que revela. Que nuestras vidas reflejen una belleza que emane de una relación sincera con Dios, una belleza que se expresa en actos de amor, humildad y servicio.
En última instancia, ser personas con belleza natural en santidad implica abrazar la verdad de que la auténtica belleza espiritual no necesita adornos externos. Que, al mirarnos en el espejo de nuestras almas, encontremos la gracia de ser transformados a la imagen de Aquel que nos llamó a ser santos. Que nuestra belleza natural resplandezca como un reflejo de la santidad que Dios ha depositado en nosotros, una belleza que perdura más allá de las modas temporales y encuentra su Plenitud en la Eternidad.
Introduction
In the vast tapestry of the Bible, two female figures emerge as polar opposites, like lights and shadows on the canvas of sacred history. On one side, stands the figure of Jezebel, whose trace of malice and artifice slides across the pages of the Old Testament like a shadow that obscures virtue. On the other side is Mary, the virtuous woman whose humility and devotion shine like a star in the divine constellation.
This study immerses us in a fascinating journey, where physical ornaments are put aside, and the purity of the human heart is strengthened. In a world where outward masks can be as deceptive as they are revealing, we pause before the mirage of the evil Jezebel and the shining truth of the virtuous woman, Mary. Here, at the crossroads of these two destinies, we will explore the purity of the heart: a superficial cosmetic artifice or a genuine reflection of true spiritual beauty?
Romans 12:1-2:
1 Therefore, I beseech you, brothers, by the mercies of God, to present your bodies as a living sacrifice, holy, acceptable to God, which is your reasonable service.
2 And do not be conformed to this world; But be reformed by the renewing of your mind, that you may experience what is the good, acceptable, and perfect will of God.
Jezebel and Her Deceptive Mask
In the pages of the Old Testament, the figure of Jezebel rises like a sinister shadow, tinged with malice and deceit. Her story, marked by intrigue and spiritual deviations, reveals an excessive emphasis on external appearance, symbolized in her use of physical makeup that conceals a corrupt spiritual reality.
30 Then Jehu came to Jezreel: and when Jezebel heard it, she decorated her eyes with alcohol, and adorned her head, and looked out of a window.
[2 Kings 9:30]
In this passage that we have just read, we find a passage that sheds light on Jezebel's concern for her outward appearance. In this Scripture, it is mentioned that he “decorated his eyes with alcohol, and adorned his head.” This act is not simply a trivial detail of his beauty routine, but a symbol of his deviating focus on superficiality. The use of antimony (or alcohol) to highlight his eyes is not just a cosmetic act, but a reflection of his desire to seduce and manipulate through his physical attractiveness, thus deviating from the true beauty of the heart. .
27 Woe to you, scribes and Pharisees, hypocrites! For you are like whitewashed tombs, which from the outside appear beautiful, but from the inside they are full of dead men's bones and all filth.
28 So you also from without, indeed, show yourselves righteous to men; but from within, you are full of hypocrisy and iniquity.
[Matthew 23:27-28]
Jesus' words in the New Testament also shed light on the trap of deceptive appearance. In this Scripture, Jesus addresses the scribes and Pharisees, comparing them to whitewashed tombs. This strong language highlights the hypocrisy that arises when the focus is solely on external beauty. Just as a tomb may appear beautiful on the outside but is full of impurity on the inside, excessive concern for physical appearance can cover up corruption of the heart.
Jezebel's makeup does not reside only in the pigments that beautify her face, but in the mask of falsehood that she projects to the world. This focus on external appearance, detached from the purity of the heart, invites us to reflect on the true nature of beauty. Is makeup a mere aesthetic expression, or does it reveal the genuine condition of the soul? Jesus' warning rings in our ears, reminding us that true beauty is found in the purity of the heart and not in external artifice.
Mary and the Beauty of the Heart
While Jezebel personifies superficiality and deceit, Mary emerges as a beacon of virtue and humility in the pages of the New Testament. Her beauty transcends the physical, making her a model of devotion and dedication to God.
26 And in the sixth month the angel Gabriel was sent from God to a city of Galilee called Nazareth,
27 To a virgin betrothed to a man whose name was Joseph, of the house of David: and the name of the virgin was Mary.
28 And the angel entered where she was and said, Hail, highly favored one! The Lord is with you: blessed are you among women.
29 But when she saw him, she was troubled by his words, and thought what greeting this was.
30 Then the angel said to her, Do not be afraid, Mary, for you have found favor with God.
31 And behold, you will conceive in your womb, and bear a son, and you will call his name JESUS.
32 This man will be great, and will be called the Son of the Most High: and the Lord God will give him the throne of David his father:
33 And he will reign in the house of Jacob forever; and of his kingdom there will be no end.
34 Then Mary said to the angel: How will this be? because I don't know a man.
35 And the angel answered and said to him, The Holy Spirit will come upon you, and the power of the Most High will overshadow you; Therefore also the Holy One who will be born will be called the Son of God.
36 And behold, Elizabeth your relative, she also has conceived a son in her old age; and this is the sixth month to her who is called the barren:
37 For nothing is impossible with God.
38 Then Mary said, Behold, the servant of the Lord; Let it be done to me according to your word. And the angel departed from her.
[Luke 1:26-38]
The crucial moment in Mary's life is recorded in this Scripture, when the angel Gabriel announces to her that she will conceive the Son of God. Mary's response reveals an attitude of unparalleled humility and submission: “Behold, the servant of the Lord; Let it be done to me according to your word.” Her willingness to submit to the Divine Plan, regardless of her personal implications, reveals the beauty of a heart surrendered to God.
30 Grace is deceitful, and beauty is vain: the woman who fears the Lord, she will be praised.
[Proverbs 31:30]
Although this verse does not specifically refer to Mary, it encapsulates the essence of her virtue. This Scripture highlights that grace and physical beauty can be deceptive and vain. In contrast, the woman who fears Jehovah, who has genuine reverence and obedience to God, is the one who deserves praise. Mary, through her fear of God and her willingness to fulfill His Will, embodies true beauty that transcends the superficial.
Mary's beauty is not found in external adornments or ostentatious gestures, but in the deep connection of her heart with the Divine Plan. Her acceptance of God's Will, her humility, and her genuine surrender highlight the beauty of her heart. While Jezebel clings to an external makeup that hides her corruption, Mary reveals the authenticity of the spiritual beauty that emanates from the depths of her heart. At the crossroads between these two women, we are challenged to seek the true beauty of the heart, that which finds its most sublime expression in devotion and submission to God.
Internal Purity in the Teaching of Jesus
In the teachings of Jesus, we find a clear warning against the danger of focusing solely on external appearance. He directs our attention toward purity of heart, highlighting the importance of cultivating inner virtue over superficial beauty.
20 But he said that what comes out of man defiles man.
21 For from within, from the hearts of men, come evil thoughts, adulteries, fornications, murders,
22 Theft, covetousness, wickedness, deceit, shamelessness, the evil eye, slander, pride, foolishness.
23 All these evils come out from within and defile a man.
[Mark 7:20-23]
In this passage, Jesus highlights that the true source of pollution is not in external circumstances, but in the human heart. He lists a series of sins that arise from within, underscoring the importance of internal purity. Thus, the purity of the heart becomes the priority, since what emanates from it directly affects the life and behavior of the individual. One of the points that the Lord Jesus mentions is “deception.” And makeup is widely used to deceive and hide the person's realities.
8 Blessed are the pure in heart: for they will see God.
[Matthew 5:8]
Through the beatitudes, Jesus presents the idea that those with clean hearts are blessed and will see God. This verse reinforces the teaching that inner purity is essential for a direct connection with the Divine. In contrast to the external makeup that Jezebel might have used to deceive, Jesus emphasizes the need for an internal purity that allows for genuine communion with God.
Jesus' words urge us to consider the true source of purity and pollution. While Jezebel clings to a makeup that conceals inner impurity, Jesus invites us to look beyond appearances and cultivate a clean heart. Purity of heart, according to Jesus, is the foundation of a life that reflects true spiritual beauty. In this teaching, we are challenged to examine our motivations and prioritize purity of heart over any external adornment. True beauty, according to Jesus, is that which emanates from the depths of our being and brings us closer to the Divine presence.
4 Adulterers and adulteresses, do you not know that friendship with the world is enmity with God? Anyone who wants to be a friend of the world becomes an enemy of God.
[James 4:4]
The term “adulterous souls” does not refer only to marital infidelity, but symbolizes spiritual infidelity. In this context, “the world” does not refer to the planet itself, but to the system of values, desires and attitudes that are opposed to God. “Friendship with the world” implies adopting and embracing these values contrary to divine principles.
The statement “friendship with the world is enmity with God” highlights the incompatibility between the principles of the world and those of God. When we cling to worldly customs, we distance ourselves from God and come into conflict with His Will. This conflict arises not because God is hostile, but because our choices and loyalties clash with His Truth and Justice.
Friendship with the world presents a subtle danger. It can manifest itself in the unbridled pursuit of pleasure, material greed, vainglory, and conformity to cultural norms that contradict Christian ethics. By adopting these values, we risk compromising our fidelity to God and diverting our devotion toward temporal and worldly goals.
The exhortation implicit in this passage is clear: believers are called to live in the world but not be conformed by it (Romans 12:2). Friendship with the world does not mean living in isolation, but rather resisting the negative influence of the worldly value system and adhering to divine principles that promote justice, mercy and love.
Instead of seeking friendship with the world, Scripture invites us to seek a deep relationship with God. Jesus himself stated in John 15:14-15:
14 You are my friends, if you do the things that I command you.
15 I will no longer call you servants, because a servant does not know what his master does: but I have called you friends, because all things that I heard from my Father I have made known to you.
True friendship and communion with God is established by obeying His Word and following His Ways.
Every believer faces the daily choice between following the values of the world or committing to holiness and the Divine Will. The call not to be friends of the world is an invitation to examine our priorities, values, and daily actions. Are we seeking the world's approval at the expense of friendship with God, or are we committed to a life that reflects the light of Christ in the midst of the world's circumstances?
Friendship with the World, Enmity with God, and the Relationship with Makeup
The connection between friendship with the world and enmity with God is a theme that permeates the Scriptures, and when we explore the relationship with makeup, we find parallels that illustrate the importance of keeping our hearts aligned with Divine Values.
The Bible warns against excessive friendship with the world, not in the sense of appreciating divine creation, but in surrendering to its values contrary to God's principles. Excessive friendship with the world involves adopting its ephemeral standards, its pursuit of unrestricted pleasure, and its emphasis on superficial appearance. It is immersing ourselves in an ocean of influences that can distort the spiritual perspective and separate us from eternal truth.
Enmity with God arises when, seduced by worldly offers, we move away from His Will and adopt values that conflict with His. This distancing does not imply that God stops loving us, but rather that our choice to follow contrary paths creates a barrier in our relationship with Him. Enmity with God is manifested when we seek the approval of the world instead of Divine Approval, when we choose complacency. temporary on fidelity to the Eternal Principles.
In the context of friendship with the world, makeup can become a symbol of our inclination to adopt external norms and expectations, even at the expense of our spiritual connection. By constantly seeking to conform to the images the world promotes, we risk sacrificing the authenticity and integrity of our inner being. Makeup, in this sense, can represent an attempt to conceal our true spiritual identity, giving in to the pressure to conform to a worldly standard rather than embracing the uniqueness of being Sons and Daughters of God.
The relationship between friendship with the world, enmity with God and makeup invites deep reflection on our daily choices. Are we shaping our spiritual identity according to the world's temporal standards? Or are we rooted in divine truth that transcends fads and trends?
The exhortation is clear: let us choose Friendship with God, maintain fidelity to his principles and embrace our spiritual authenticity. May our focus be not on the external makeup that seeks temporary approval, but on the Eternal Adornment of the heart, reflecting the light of true spiritual beauty that emanates from our relationship with the Creator. In this balance, we find a deeper connection with God and authenticity that endures beyond the ephemeral fads of the world.
Conclusion
In the background of the contrasting lives of Jezebel and Mary, a deep and resonant calling emerges: the search for a beauty that transcends the ephemeral and superficial, a beauty that finds its cradle in purity of heart and holiness before God.
In the Jezebel story, we see how external makeup can be a veil that hides internal corruption. Her deviant focus on her appearance carries with it the warning that physical beauty, when not aligned with virtue and devotion, becomes a deceptive mirage that distorts a person's true essence.
In contrast, Mary, the virtuous woman, shows us a different path. Her natural beauty is revealed in her humility, her submission to the Will of God and her pure heart. There is no need for deceptive makeup, for her intimate connection with the Divine emanates from the depths of her being.
The teaching of Jesus resonates like an echo in these reflections. He invites us to shed our masks and examine the condition of our hearts. “Blessed are the pure in heart ,” he proclaims, pointing out that the natural beauty that really matters is that which arises from internal purity, from holiness cultivated in the heart.
The conclusion is clear: let us aspire to a natural beauty that transcends fleeting appearances. Instead of looking for the makeup that conceals, let us look for the holiness that reveals. May our lives reflect a beauty that emanates from a sincere relationship with God, a beauty that is expressed in acts of love, humility and service.
Ultimately, being people of natural beauty in holiness involves embracing the truth that authentic spiritual beauty needs no external adornment. May we, as we look in the mirror of our souls, find the grace to be transformed into the image of Him who called us to be saints. May our natural beauty shine as a reflection of the holiness that God has placed in us, a beauty that endures beyond temporal fashions and finds its Plenitude in Eternity.
Introduction
Dans la vaste tapisserie de la Bible, deux figures féminines apparaissent comme des opposées polaires, comme des lumières et des ombres sur la toile de l’histoire sacrée. D’un côté se dresse la figure de Jézabel, dont la trace de malice et d’artifice glisse sur les pages de l’Ancien Testament comme une ombre qui obscurcit la vertu. De l’autre côté se trouve Marie, la femme vertueuse dont l’humilité et le dévouement brillent comme une étoile dans la constellation divine.
Cette étude nous plonge dans un voyage fascinant, où les ornements physiques sont mis de côté et où la pureté du cœur humain est renforcée. Dans un monde où les masques extérieurs peuvent être aussi trompeurs que révélateurs, nous nous arrêtons devant le mirage de la méchante Jézabel et la vérité éclatante de la femme vertueuse, Marie. Ici, à la croisée de ces deux destins, nous explorerons la pureté du cœur : artifice cosmétique superficiel ou véritable reflet de la vraie beauté spirituelle ?
Romains 12 : 1-2 :
1 C'est pourquoi je vous exhorte, frères, par les compassions de Dieu, à offrir vos corps comme un sacrifice vivant, saint, agréable à Dieu, ce qui sera de votre part un culte raisonnable.
2 Et ne vous conformez pas à ce monde ; Mais soyez réformé par le renouvellement de votre esprit, afin que vous puissiez expérimenter quelle est la volonté bonne, acceptable et parfaite de Dieu.
Jézabel et son masque trompeur
Dans les pages de l’Ancien Testament, la figure de Jézabel se dresse comme une ombre sinistre, teintée de malice et de tromperie. Son histoire, marquée par des intrigues et des déviations spirituelles, révèle une importance excessive accordée à l'apparence extérieure, symbolisée par l'utilisation d'un maquillage physique qui cache une réalité spirituelle corrompue.
30 Alors Jéhu arriva à Jezreel ; et quand Jézabel l'entendit, elle se parfuma les yeux avec de l'alcool, se para la tête et regarda par la fenêtre.
[2 Rois 9:30]
Dans ce passage que nous venons de lire, nous trouvons un passage qui met en lumière le souci de Jézabel pour son apparence extérieure. Dans cette Écriture, il est mentionné qu’ « il orna ses yeux d’alcool et orna sa tête ». Cet acte n’est pas simplement un détail insignifiant de sa routine beauté, mais le symbole de sa focalisation déviante sur la superficialité. Utiliser de l'antimoine (ou de l'alcool) pour mettre en valeur son regard n'est pas qu'un acte cosmétique, mais le reflet de votre envie de séduire et de manipuler par votre attrait physique, s'écartant ainsi de la vraie beauté du cœur.
27 Malheur à vous, scribes et pharisiens hypocrites ! Car vous ressemblez à des tombeaux blanchis à la chaux, qui paraissent beaux du dehors, mais qui, du dedans, sont pleins d'ossements de morts et de toutes sortes d'ordures.
28 De même, du dehors, montrez-vous justes aux hommes ; mais au dedans vous êtes plein d’hypocrisie et d’iniquité.
[Matthieu 23 : 27-28]
Les paroles de Jésus dans le Nouveau Testament mettent également en lumière le piège de l’apparence trompeuse. Dans cette Écriture, Jésus s’adresse aux scribes et aux pharisiens, les comparant à des tombeaux blanchis à la chaux. Ce langage fort met en évidence l’hypocrisie qui surgit lorsque l’accent est uniquement mis sur la beauté extérieure. Tout comme une tombe peut paraître belle à l’extérieur mais est pleine d’impuretés à l’intérieur, un souci excessif de l’apparence physique peut dissimuler la corruption du cœur.
Le maquillage de Jézabel ne réside pas seulement dans les pigments qui embellissent son visage, mais dans le masque de mensonge qu'elle projette au monde. Cette focalisation sur l'apparence extérieure, détachée de la pureté du cœur, nous invite à réfléchir sur la vraie nature de la beauté. Le maquillage est-il une simple expression esthétique ou révèle-t-il la véritable condition de l’âme ? L'avertissement de Jésus résonne à nos oreilles, nous rappelant que la vraie beauté se trouve dans la pureté du cœur et non dans un artifice extérieur.
Marie et la beauté du coeur
Alors que Jézabel personnifie la superficialité et la tromperie, Marie apparaît comme un phare de vertu et d'humilité dans les pages du Nouveau Testament. Sa beauté transcende le physique, faisant d'elle un modèle de dévotion et de dévouement à Dieu.
26 Et le sixième mois, l'ange Gabriel fut envoyé par Dieu dans une ville de Galilée appelée Nazareth,
27 À une vierge fiancée à un homme nommé Joseph, de la maison de David ; et le nom de la vierge était Marie.
28 Et l'ange entra là où elle était et dit : Salut, très favorisée ! Le Seigneur est avec toi : tu es bénie entre les femmes.
29 Mais lorsqu'elle le vit, elle fut troublée par ses paroles et se demanda quelle était cette salutation.
30 Alors l'ange lui dit : N'aie pas peur, Marie, car tu as trouvé grâce auprès de Dieu.
31 Et voici, tu deviendras enceinte, et tu enfanteras un fils, et tu lui donneras le nom de JÉSUS.
32 Cet homme sera grand et sera appelé Fils du Très-Haut ; et le Seigneur Dieu lui donnera le trône de David, son père :
33 Et il régnera pour toujours dans la maison de Jacob ; et son royaume n'aura pas de fin.
34 Alors Marie dit à l'ange : Comment cela se passera-t-il ? parce que je ne connais aucun homme.
35 Et l'ange répondit et lui dit : Le Saint-Esprit viendra sur toi, et la puissance du Très-Haut te couvrira de son ombre ; C'est pourquoi aussi le Saint qui naîtra sera appelé Fils de Dieu.
36 Et voici, Elisabeth, votre parente, elle aussi a conçu un fils dans sa vieillesse ; et c'est le sixième mois de celle qu'on appelle la stérile :
37 Car rien n’est impossible à Dieu.
38 Alors Marie dit : Voici la servante du Seigneur ; Qu'il me soit fait selon ta parole. Et l'ange la quitta.
[Luc 1:26-38]
Le moment crucial de la vie de Marie est enregistré dans cette Écriture, lorsque l'ange Gabriel lui annonce qu'elle va concevoir le Fils de Dieu. La réponse de Marie révèle une attitude d'humilité et de soumission sans précédent : « Voici la servante du Seigneur ; Qu'il me soit fait selon ta parole. Votre volonté de vous soumettre au Plan Divin, quelles que soient les implications personnelles, révèle la beauté d’un cœur abandonné à Dieu.
30 La grâce est trompeuse et la beauté est vaine : la femme qui craint le Seigneur sera louée.
[Proverbes 31:30]
Bien que ce verset ne fasse pas spécifiquement référence à Marie, il résume l’essence de sa vertu. Cette Écriture souligne que la grâce et la beauté physique peuvent être trompeuses et vaines. En revanche, la femme qui craint Jéhovah, qui vénère Dieu et lui obéit sincèrement, est celle qui mérite des louanges. Marie, par sa crainte de Dieu et sa volonté de faire sa volonté, incarne la vraie beauté qui transcende le superficiel.
La beauté de Marie ne se trouve pas dans les ornements extérieurs ni dans les gestes ostentatoires, mais dans la connexion profonde de son cœur avec le Plan Divin. Son acceptation de la Volonté de Dieu, son humilité et son véritable abandon mettent en valeur la beauté du cœur. Tandis que Jézabel s'accroche à un maquillage extérieur qui cache sa corruption, Marie révèle l'authenticité de la beauté spirituelle qui émane du plus profond de son cœur. À la croisée des chemins entre ces deux femmes, nous sommes mis au défi de rechercher la vraie beauté du cœur, celle qui trouve son expression la plus sublime dans la dévotion et la soumission à Dieu.
La pureté intérieure dans l'enseignement de Jésus
Dans les enseignements de Jésus, nous trouvons un avertissement clair contre le danger de se concentrer uniquement sur l’apparence extérieure. Il dirige notre attention vers la pureté du cœur, soulignant l’importance de cultiver la vertu intérieure plutôt que la beauté superficielle.
20 Mais il dit que ce qui sort de l’homme souille l’homme.
21 Car du dedans, du cœur des hommes viennent les mauvaises pensées, les adultères, les fornications, les meurtres,
22 Le vol, la convoitise, la méchanceté, la tromperie, l'impudeur, le mauvais œil, la calomnie, l'orgueil, la folie.
23 Tous ces maux sortent du dedans et souillent l'homme.
[Marc 7 : 20-23]
Dans ce passage, Jésus souligne que la véritable source de pollution ne réside pas dans les circonstances extérieures, mais dans le cœur humain. Il énumère une série de péchés qui proviennent de l’intérieur, soulignant l’importance de la pureté intérieure. Ainsi, la pureté du cœur devient la priorité, puisque ce qui en émane affecte directement la vie et le comportement de l’individu. L’un des points mentionnés par le Seigneur Jésus est la « tromperie ». Et le maquillage est largement utilisé pour tromper et cacher les réalités de la personne.
8 Bienheureux ceux qui ont le cœur pur : car ils verront Dieu.
[Matthieu 5:8]
À travers les béatitudes, Jésus présente l’idée que ceux qui ont le cœur pur sont bénis et verront Dieu. Ce verset renforce l’enseignement selon lequel la pureté intérieure est essentielle pour une connexion directe avec le Divin. Contrairement au maquillage extérieur que Jézabel aurait pu utiliser pour tromper, Jésus met l’accent sur la nécessité d’une pureté intérieure qui permette une véritable communion avec Dieu.
Les paroles de Jésus nous incitent à considérer la véritable source de pureté et de pollution. Tandis que Jézabel s’accroche à un maquillage qui dissimule l’impureté intérieure, Jésus nous invite à regarder au-delà des apparences et à cultiver un cœur pur. La pureté du cœur, selon Jésus, est le fondement d’une vie qui reflète la véritable beauté spirituelle. Dans cet enseignement, nous sommes mis au défi d’examiner nos motivations et de donner la priorité à la pureté du cœur plutôt qu’à toute parure extérieure. La vraie beauté, selon Jésus, est celle qui émane du plus profond de notre être et nous rapproche de la présence divine.
4 Adultères et adultères, ne savez-vous pas que l'amitié avec le monde est inimitié contre Dieu ? Quiconque veut être ami du monde devient ennemi de Dieu.
[Jacques 4:4]
Le terme « âmes adultères » ne fait pas uniquement référence à l’infidélité conjugale, mais symbolise l’infidélité spirituelle. Dans ce contexte, « le monde » ne fait pas référence à la planète elle-même, mais au système de valeurs, de désirs et d’attitudes qui s’opposent à Dieu. « L'amitié avec le monde » implique d'adopter et d'embrasser ces valeurs contraires aux principes divins.
L’affirmation « l’amitié avec le monde est inimitié envers Dieu » met en évidence l’incompatibilité entre les principes du monde et ceux de Dieu. Lorsque nous nous accrochons aux coutumes du monde, nous nous éloignons de Dieu et entrons en conflit avec Sa Volonté. Ce conflit ne surgit pas parce que Dieu est hostile, mais parce que nos choix et notre loyauté entrent en conflit avec sa vérité et sa justice.
L'amitié avec le monde présente un danger subtil. Cela peut se manifester par la recherche effrénée du plaisir, l’avidité matérielle, la vaine gloire et la conformité à des normes culturelles qui contredisent l’éthique chrétienne. En adoptant ces valeurs, nous risquons de compromettre notre fidélité à Dieu et de détourner notre dévotion vers des objectifs temporels et mondains.
L'exhortation implicite dans ce passage est claire : les croyants sont appelés à vivre dans le monde mais à ne pas s'y conformer (Romains 12 : 2). L'amitié avec le monde ne signifie pas vivre dans l'isolement, mais plutôt résister à l'influence négative du système de valeurs du monde et adhérer aux principes divins qui promeuvent la justice, la miséricorde et l'amour.
Au lieu de rechercher l’amitié avec le monde, l’Écriture nous invite à rechercher une relation profonde avec Dieu. Jésus lui-même a déclaré dans Jean 15 : 14-15 :
14 Vous êtes mes amis, si vous faites les choses que je vous commande.
15 Je ne vous appellerai plus serviteurs, parce qu'un serviteur ne sait pas ce que fait son maître ; mais je vous appelle amis, parce que tout ce que j'ai entendu de mon Père, je vous l'ai fait connaître.
La véritable amitié et communion avec Dieu s’établit en obéissant à sa Parole et en suivant ses voies.
Chaque croyant est confronté quotidiennement au choix entre suivre les valeurs du monde ou s'engager envers la sainteté et la Volonté divine. L’appel à ne pas être ami du monde est une invitation à examiner nos priorités, nos valeurs et nos actions quotidiennes. Cherchons-nous l'approbation du monde aux dépens de l'amitié avec Dieu, ou sommes-nous engagés dans une vie qui reflète la lumière du Christ au milieu des circonstances du monde ?
Amitié avec le monde, inimitié avec Dieu et relation avec le maquillage
Le lien entre l’amitié avec le monde et l’inimitié envers Dieu est un thème qui imprègne les Écritures, et lorsque nous explorons la relation avec le maquillage, nous trouvons des parallèles qui illustrent l’importance de garder notre cœur aligné sur les valeurs divines.
La Bible met en garde contre une amitié excessive avec le monde, non pas dans le sens d'apprécier la création divine, mais dans le sens de s'abandonner à ses valeurs contraires aux principes de Dieu. Une amitié excessive avec le monde implique l’adoption de normes éphémères, la recherche d’un plaisir sans restriction et l’accent mis sur l’apparence superficielle. C’est nous plonger dans un océan d’influences qui peuvent déformer la perspective spirituelle et nous séparer de la vérité éternelle.
L'inimitié avec Dieu surgit lorsque, séduits par les offres du monde, nous nous éloignons de sa Volonté et adoptons des valeurs qui entrent en conflit avec la Sienne. Cette distance n'implique pas que Dieu cesse de nous aimer, mais plutôt que notre choix de suivre des chemins contraires crée une barrière dans notre relation avec Lui. L'inimitié avec Dieu se manifeste lorsque nous recherchons l'approbation du monde au lieu de l'approbation divine, lorsque nous choisissons complaisance temporaire sur la fidélité aux Principes Éternels.
Dans le contexte de l’amitié avec le monde, le maquillage peut devenir un symbole de notre propension à adopter des normes et des attentes extérieures, même au détriment de notre connexion spirituelle. En cherchant constamment à nous conformer aux images véhiculées par le monde, nous risquons de sacrifier l’authenticité et l’intégrité de notre être intérieur. Le maquillage, dans ce sens, peut représenter une tentative de dissimuler notre véritable identité spirituelle, cédant à la pression de nous conformer à une norme du monde plutôt que d’accepter le caractère unique d’être des Fils et des Filles de Dieu.
La relation entre amitié avec le monde, inimitié avec Dieu et maquillage invite à une réflexion profonde sur nos choix quotidiens. Façonnons-nous notre identité spirituelle selon les normes temporelles du monde ? Ou sommes-nous enracinés dans une vérité divine qui transcende les modes et les tendances ?
L’exhortation est claire : choisissons l’amitié avec Dieu, restons fidèles à ses principes et embrassons notre authenticité spirituelle. Puissions-nous nous concentrer non pas sur la composition extérieure qui cherche une approbation temporaire, mais sur la parure éternelle du cœur, reflétant la lumière de la véritable beauté spirituelle qui émane de notre relation avec le Créateur. Dans cet équilibre, nous trouvons un lien plus profond avec Dieu et l’authenticité qui perdure au-delà des modes éphémères du monde.
Conclusion
Dans le contexte des vies contrastées de Jézabel et de Marie, un appel profond et retentissant émerge : la recherche d’une beauté qui transcende l’éphémère et le superficiel, une beauté qui trouve son berceau dans la pureté du cœur et la sainteté devant Dieu.
Dans l’histoire de Jézabel, nous voyons comment le maquillage externe peut être un voile cachant la corruption interne. Sa focalisation déviante sur l'apparence comporte l'avertissement que la beauté physique, lorsqu'elle n'est pas alignée avec la vertu et la dévotion, devient un mirage trompeur qui déforme la véritable essence d'une personne.
En revanche, Marie, la femme vertueuse, nous montre un chemin différent. Sa beauté naturelle se révèle dans son humilité, sa soumission à la Volonté de Dieu et son cœur pur. Nul besoin de maquillage trompeur, car votre connexion intime avec le Divin émane des profondeurs de votre être.
L'enseignement de Jésus résonne comme un écho dans ces réflexions. Il nous invite à nous débarrasser de nos masques et à examiner l’état de notre cœur. « Bienheureux ceux qui ont le cœur pur », proclame-t-il, soulignant que la beauté naturelle qui compte vraiment est celle qui naît de la pureté intérieure, de la sainteté cultivée dans le cœur.
La conclusion est claire : aspirons à une beauté naturelle qui transcende les apparences éphémères. Au lieu de chercher le maquillage qui cache, cherchons la sainteté qui révèle. Que nos vies reflètent une beauté qui émane d’une relation sincère avec Dieu, une beauté qui s’exprime dans des actes d’amour, d’humilité et de service.
En fin de compte, être des personnes d’une beauté naturelle dans la sainteté implique d’accepter la vérité selon laquelle la beauté spirituelle authentique n’a besoin d’aucune parure extérieure. Puissions-nous, en nous regardant dans le miroir de notre âme, trouver la grâce d'être transformés à l'image de Celui qui nous a appelés à être saints. Que notre beauté naturelle brille comme le reflet de la sainteté que Dieu a placée en nous, une beauté qui perdure au-delà des modes temporelles et trouve sa plénitude dans l'éternité.
Introdução
Na vasta tapeçaria da Bíblia, duas figuras femininas emergem como pólos opostos, como luzes e sombras na tela da história sagrada. De um lado, está a figura de Jezabel, cujo traço de malícia e artifício desliza pelas páginas do Antigo Testamento como uma sombra que obscurece a virtude. Do outro lado está Maria, a mulher virtuosa cuja humildade e devoção brilham como uma estrela na constelação divina.
Este estudo nos imerge numa viagem fascinante, onde os ornamentos físicos são deixados de lado e a pureza do coração humano é fortalecida. Num mundo onde as máscaras exteriores podem ser tão enganosas quanto reveladoras, paramos diante da miragem da malvada Jezabel e da verdade brilhante da mulher virtuosa, Maria. Aqui, na encruzilhada destes dois destinos, exploraremos a pureza do coração: um artifício cosmético superficial ou um reflexo genuíno da verdadeira beleza espiritual?
Romanos 12:1-2:
1 Rogo-vos, pois, irmãos, pela misericórdia de Deus, que apresenteis os vossos corpos como sacrifício vivo, santo e agradável a Deus, que é o vosso serviço racional.
2 E não vos conformeis com este mundo; Mas seja reformado pela renovação da sua mente, para que possa experimentar qual é a boa, aceitável e perfeita vontade de Deus.
Jezabel e sua máscara enganosa
Nas páginas do Antigo Testamento, a figura de Jezabel surge como uma sombra sinistra, tingida de malícia e engano. Sua história, marcada por intrigas e desvios espirituais, revela uma ênfase excessiva na aparência externa, simbolizada no uso de uma maquiagem física que esconde uma realidade espiritual corrupta.
30 Então Jeú chegou a Jizreel; e quando Jezabel ouviu isso, enfeitou os olhos com álcool, e adornou a cabeça, e olhou pela janela.
[2 Reis 9:30]
Nesta passagem que acabamos de ler, encontramos uma passagem que esclarece a preocupação de Jezabel com sua aparência exterior. Nesta Escritura, é mencionado que “ele adornou os olhos com álcool e adornou a cabeça”. Este ato não é simplesmente um detalhe trivial de sua rotina de beleza, mas um símbolo de seu foco desviante na superficialidade. Usar antimônio (ou álcool) para realçar os olhos não é apenas um ato cosmético, mas um reflexo do seu desejo de seduzir e manipular através da sua atratividade física, desviando-se assim da verdadeira beleza do coração.
27 Ai de vocês, escribas e fariseus, hipócritas! Pois vocês são como sepulcros caiados, que por fora parecem lindos, mas por dentro estão cheios de ossos de mortos e de toda imundície.
28 Assim também vós, de fora, mostrai-vos justos aos homens; mas por dentro você está cheio de hipocrisia e iniquidade.
[Mateus 23:27-28]
As palavras de Jesus no Novo Testamento também lançam luz sobre a armadilha da aparência enganosa. Nesta Escritura, Jesus dirige-se aos escribas e fariseus, comparando-os a sepulcros caiados. Esta linguagem forte realça a hipocrisia que surge quando o foco está apenas na beleza externa. Assim como um túmulo pode parecer bonito por fora, mas está cheio de impurezas por dentro, a preocupação excessiva com a aparência física pode encobrir a corrupção do coração.
A maquiagem de Jezabel não reside apenas nos pigmentos que embelezam seu rosto, mas na máscara de falsidade que ela projeta para o mundo. Este foco na aparência externa, desapegado da pureza do coração, convida-nos a refletir sobre a verdadeira natureza da beleza. A maquiagem é uma mera expressão estética ou revela a condição genuína da alma? A advertência de Jesus ressoa em nossos ouvidos, lembrando-nos que a verdadeira beleza se encontra na pureza do coração e não em artifícios externos.
Maria e a beleza do coração
Enquanto Jezabel personifica a superficialidade e o engano, Maria surge como um farol de virtude e humildade nas páginas do Novo Testamento. Sua beleza transcende o físico, tornando-a um modelo de devoção e dedicação a Deus.
26 E no sexto mês o anjo Gabriel foi enviado por Deus a uma cidade da Galiléia chamada Nazaré,
27 A uma virgem desposada com um homem cujo nome era José, da casa de David; e o nome da virgem era Maria.
28 E o anjo entrou onde ela estava e disse: Salve, agraciada! O Senhor é convosco: bendita sois vós entre as mulheres.
29 Mas quando ela o viu, ficou perturbada com suas palavras e pensou que saudação era aquela.
30 Então o anjo lhe disse: Maria, não temas, porque achaste graça diante de Deus.
31 E eis que você conceberá em seu ventre e dará à luz um filho, e lhe chamará o nome de JESUS.
32 Este homem será grande e será chamado Filho do Altíssimo; e o Senhor Deus lhe dará o trono de Davi, seu pai.
33 E ele reinará na casa de Jacó para sempre; e do seu reino não haverá fim.
34Então Maria disse ao anjo: Como será isso? porque não conheço nenhum homem.
35 E o anjo, respondendo, disse-lhe: Descerá sobre ti o Espírito Santo, e o poder do Altíssimo te cobrirá com a sua sombra; Por isso também o Santo que há de nascer será chamado Filho de Deus.
36 E eis que também Isabel, tua parenta, concebeu um filho na sua velhice; e este é o sexto mês para aquela que é chamada estéril:
37 Pois nada é impossível para Deus.
38 Então disse Maria: Eis a serva do Senhor; Faça-se em mim segundo a tua palavra. E o anjo partiu dela.
[Lucas 1:26-38]
O momento crucial da vida de Maria está registrado nesta Escritura, quando o anjo Gabriel lhe anuncia que ela conceberá o Filho de Deus. A resposta de Maria revela uma atitude de humildade e submissão sem igual: “Eis a serva do Senhor; Faça-se em mim segundo a tua palavra”. A sua disposição de se submeter ao Plano Divino, independentemente das implicações pessoais, revela a beleza de um coração rendido a Deus.
30 A graça é enganosa, e a formosura é vã: a mulher que teme ao Senhor, essa será louvada.
[Provérbios 31:30]
Embora este versículo não se refira especificamente a Maria, ele resume a essência de sua virtude. Esta Escritura destaca que a graça e a beleza física podem ser enganosas e vãs. Em contraste, a mulher que teme a Jeová, que tem genuína reverência e obediência a Deus, é quem merece louvor. Maria, através do seu temor a Deus e da sua vontade de fazer a Sua Vontade, encarna a verdadeira beleza que transcende o superficial.
A beleza de Maria não se encontra nos adornos externos ou nos gestos ostentosos, mas na profunda ligação do seu coração com o Plano Divino. A sua aceitação da Vontade de Deus, a sua humildade e a sua entrega genuína realçam a beleza do coração. Enquanto Jezabel se apega a uma composição externa que esconde a sua corrupção, Maria revela a autenticidade da beleza espiritual que emana do fundo do seu coração. Na encruzilhada entre estas duas mulheres, somos desafiados a procurar a verdadeira beleza do coração, aquela que encontra a sua expressão mais sublime na devoção e na submissão a Deus.
Pureza Interna no Ensino de Jesus
Nos ensinamentos de Jesus, encontramos uma advertência clara contra o perigo de nos concentrarmos apenas na aparência externa. Ele direciona nossa atenção para a pureza do coração, destacando a importância de cultivar a virtude interior em detrimento da beleza superficial.
20 Mas ele disse que o que sai do homem contamina o homem.
21 Porque de dentro, do coração dos homens, vêm os maus pensamentos, os adultérios, as fornicações, os homicídios,
22 Roubo, cobiça, maldade, engano, desavergonha, mau-olhado, calúnia, orgulho, tolice.
23 Todos esses males saem de dentro e contaminam o homem.
[Marcos 7:20-23]
Nesta passagem, Jesus destaca que a verdadeira fonte da poluição não está nas circunstâncias externas, mas no coração humano. Ele lista uma série de pecados que surgem de dentro, ressaltando a importância da pureza interna. Assim, a pureza do coração passa a ser prioridade, pois o que dele emana afeta diretamente a vida e o comportamento do indivíduo. Um dos pontos que o Senhor Jesus menciona é o “engano”. E a maquiagem é muito utilizada para enganar e esconder a realidade da pessoa.
8 Bem-aventurados os puros de coração, porque verão a Deus.
[Mateus 5:8]
Por meio das bem-aventuranças, Jesus apresenta a ideia de que quem tem o coração limpo é abençoado e verá a Deus. Este versículo reforça o ensino de que a pureza interior é essencial para uma conexão direta com o Divino. Em contraste com a composição externa que Jezabel poderia ter usado para enganar, Jesus enfatiza a necessidade de uma pureza interna que permita uma comunhão genuína com Deus.
As palavras de Jesus exortam-nos a considerar a verdadeira fonte de pureza e poluição. Enquanto Jezabel se apega a uma maquiagem que esconde a impureza interior, Jesus nos convida a olhar além das aparências e a cultivar um coração limpo. A pureza de coração, segundo Jesus, é o fundamento de uma vida que reflete a verdadeira beleza espiritual. Neste ensinamento, somos desafiados a examinar as nossas motivações e a priorizar a pureza do coração sobre qualquer adorno externo. A verdadeira beleza, segundo Jesus, é aquela que emana do profundo do nosso ser e nos aproxima da presença Divina.
4 Adúlteros e adúlteras, não sabeis que a amizade com o mundo é inimizade com Deus? Quem quer ser amigo do mundo torna-se inimigo de Deus.
[Tiago 4:4]
O termo “almas adúlteras” não se refere apenas à infidelidade conjugal, mas simboliza a infidelidade espiritual. Neste contexto, “o mundo” não se refere ao planeta em si, mas ao sistema de valores, desejos e atitudes que se opõem a Deus. “Amizade com o mundo” implica adotar e abraçar estes valores contrários aos princípios divinos.
A afirmação “amizade com o mundo é inimizade com Deus” destaca a incompatibilidade entre os princípios do mundo e os de Deus. Quando nos apegamos aos costumes mundanos, nos distanciamos de Deus e entramos em conflito com a Sua Vontade. Este conflito surge não porque Deus é hostil, mas porque as nossas escolhas e lealdades entram em conflito com a Sua Verdade e Justiça.
A amizade com o mundo apresenta um perigo sutil. Pode manifestar-se na busca desenfreada do prazer, na ganância material, na vanglória e na conformidade com normas culturais que contradizem a ética cristã. Ao adoptar estes valores, corremos o risco de comprometer a nossa fidelidade a Deus e desviar a nossa devoção para objectivos temporais e mundanos.
A exortação implícita nesta passagem é clara: os crentes são chamados a viver no mundo, mas não a serem conformados por ele (Romanos 12:2). A amizade com o mundo não significa viver isolado, mas sim resistir à influência negativa do sistema de valores mundanos e aderir aos princípios divinos que promovem a justiça, a misericórdia e o amor.
Em vez de buscar a amizade com o mundo, as Escrituras nos convidam a buscar um relacionamento profundo com Deus. O próprio Jesus declarou em João 15:14-15:
14 Vocês são meus amigos, se fizerem as coisas que eu lhes ordeno.
15 Não vos chamarei mais de servos, porque o servo não sabe o que faz o seu senhor; mas chamei-vos de amigos, porque vos dei a conhecer tudo o que ouvi de meu Pai.
A verdadeira amizade e comunhão com Deus são estabelecidas obedecendo à Sua Palavra e seguindo os Seus Caminhos.
Cada crente enfrenta a escolha diária entre seguir os valores do mundo ou comprometer-se com a santidade e a Vontade Divina. O apelo para não sermos amigos do mundo é um convite para examinarmos as nossas prioridades, valores e ações diárias. Estamos buscando a aprovação do mundo em detrimento da amizade com Deus, ou estamos comprometidos com uma vida que reflita a luz de Cristo em meio às circunstâncias do mundo?
Amizade com o Mundo, Inimizade com Deus e Relacionamento com a Maquiagem
A ligação entre a amizade com o mundo e a inimizade com Deus é um tema que permeia as Escrituras, e quando exploramos a relação com a maquiagem, encontramos paralelos que ilustram a importância de mantermos nossos corações alinhados aos Valores Divinos.
A Bíblia alerta contra a amizade excessiva com o mundo, não no sentido de apreciar a criação divina, mas de se render aos seus valores contrários aos princípios de Deus. A amizade excessiva com o mundo envolve a adoção de seus padrões efêmeros, sua busca por prazer irrestrito e sua ênfase na aparência superficial. É mergulhar num oceano de influências que podem distorcer a perspectiva espiritual e nos separar da verdade eterna.
A inimizade com Deus surge quando, seduzidos pelas ofertas mundanas, nos afastamos da Sua Vontade e adotamos valores conflitantes com os Dele. Este distanciamento não implica que Deus deixe de nos amar, mas sim que a nossa escolha de seguir caminhos contrários cria uma barreira no nosso relacionamento com Ele. A inimizade com Deus manifesta-se quando procuramos a aprovação do mundo em vez da Aprovação Divina, quando escolhemos complacência temporária na fidelidade aos Princípios Eternos.
No contexto da amizade com o mundo, a maquiagem pode se tornar um símbolo da nossa inclinação para adotar normas e expectativas externas, mesmo às custas da nossa conexão espiritual. Ao procurarmos constantemente conformar-nos com as imagens que o mundo promove, corremos o risco de sacrificar a autenticidade e a integridade do nosso ser interior. A maquiagem, neste sentido, pode representar uma tentativa de ocultar a nossa verdadeira identidade espiritual, cedendo à pressão de nos conformarmos a um padrão mundano, em vez de abraçar a singularidade de sermos Filhos e Filhas de Deus.
A relação entre amizade com o mundo, inimizade com Deus e maquiagem convida a uma reflexão profunda sobre nossas escolhas diárias. Estamos moldando a nossa identidade espiritual de acordo com os padrões temporais do mundo? Ou estamos enraizados na verdade divina que transcende modismos e tendências?
A exortação é clara: escolhamos a Amizade com Deus, mantenhamos a fidelidade aos seus princípios e abracemos a nossa autenticidade espiritual. Que nosso foco não esteja na composição externa que busca aprovação temporária, mas no Adorno Eterno do coração, refletindo a luz da verdadeira beleza espiritual que emana do nosso relacionamento com o Criador. Neste equilíbrio, encontramos uma conexão mais profunda com Deus e uma autenticidade que perdura além das modas efêmeras do mundo.
Conclusão
No pano de fundo das vidas contrastantes de Jezabel e Maria, emerge um chamado profundo e ressonante: a busca de uma beleza que transcende o efêmero e o superficial, uma beleza que encontra seu berço na pureza do coração e na santidade diante de Deus.
Na história de Jezabel, vemos como a maquiagem externa pode ser um véu que esconde a corrupção interna. Seu foco desviante na aparência traz consigo o aviso de que a beleza física, quando não alinhada com a virtude e a devoção, torna-se uma miragem enganosa que distorce a verdadeira essência de uma pessoa.
Em contrapartida, Maria, a mulher virtuosa, mostra-nos um caminho diferente. A sua beleza natural revela-se na sua humildade, na sua submissão à Vontade de Deus e no seu coração puro. Não há necessidade de maquiagem enganosa, pois a sua conexão íntima com o Divino emana das profundezas do seu ser.
O ensinamento de Jesus ressoa como um eco nestas reflexões. Convida-nos a tirar as nossas máscaras e a examinar a condição dos nossos corações. “Bem-aventurados os puros de coração ”, proclama, salientando que a beleza natural que realmente importa é aquela que surge da pureza interna, da santidade cultivada no coração.
A conclusão é clara: aspiremos a uma beleza natural que transcenda as aparências fugazes. Em vez de procurarmos a maquiagem que esconde, procuremos a santidade que revela. Que nossas vidas reflitam uma beleza que emana de um relacionamento sincero com Deus, uma beleza que se expressa em atos de amor, humildade e serviço.
Em última análise, ser pessoas de beleza natural em santidade envolve abraçar a verdade de que a autêntica beleza espiritual não precisa de adornos externos. Que possamos, ao olharmos no espelho de nossas almas, encontrar a graça de sermos transformados à imagem dAquele que nos chamou para sermos santos. Que a nossa beleza natural brilhe como reflexo da santidade que Deus colocou em nós, uma beleza que perdura além das modas temporais e encontra a sua plenitude na Eternidade.
NOTA SOBRE LOS DERECHOS DE AUTOR
Este sitio web posee contenido con derechos reservados. Puede ser compartido de forma gratuita para propagar el Evangelio de Jesucristo. Se permite su reproducción en masa, publicarlo en sitios web, redes sociales, traducir a otros idiomas dando el crédito al escritor de este contenido. Se prohíbe la venta o recaudación de fondos de cualquier contenido en este sitio web. Para más información puede escribirnos a:
LA PALABRA HABLADA DE DIOS
PO Box 2017 PMB 345
Las Piedras, PR 00771