Introducción

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy les hablaré sobre un tema crucial y relevante en nuestra vida espiritual. Imagina un tribunal solemne, donde cada uno será juzgado. El juez no es otro que el Dios Todopoderoso, y la evidencia no son palabras vacías, sino hechos. Hechos que resuenan en la eternidad, revelando si hemos vivido una vida que le honra o una que le niega.

En este día, muchos se jactan de su fe, de sus oraciones y su asistencia a la iglesia. Pero, ¿serán sus hechos coherentes con sus palabras? ¿Habrán amado a su prójimo? ¿Habrán defendido la justicia? ¿Habrán usado sus dones para el servicio a los demás?

Hoy no estamos aquí para ser juzgados de nadie. Estamos aquí para despertar, para reflexionar y para comprometernos a vivir una vida que verdaderamente glorifique a Dios. Una vida donde nuestras acciones sean el reflejo de nuestra fe, donde el amor, la justicia y la integridad sean la brújula que guíe cada paso.

¿Estás listo para enfrentar el juicio de Dios? ¿Tus hechos hablan más que tus palabras? Preparemos nuestros corazones para este día crucial, para que nuestras acciones resuenen en la eternidad como una sinfonía de alabanza a nuestro Señor.

Recuerda: ¡Somos la carta de Cristo escrita para el mundo! Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de Su Amor, Su Poder y Su Gracia.

Damos lectura en Tito 1:10-16:

10Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades, y engañadores de las almas, mayormente los que son de la circuncisión,

11A los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras; enseñando lo que no conviene, por torpe ganancia.

12Dijo uno de ellos, propio profeta de ellos: Los Cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos.

13Este testimonio es verdadero: por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,

14No atendiendo á fábulas judaicas, y á mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.

15Todas las cosas son limpias a los limpios; mas á los contaminados é infieles nada es limpio: antes su alma y conciencia están contaminadas.

Ahora, verso 16 del cual he tomado el tema para el episodio de esta ocasión:

16Profésanse conocer á Dios; mas con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados para toda buena obra.

¡Qué acusación tan terrible! Negar a Dios con nuestros hechos no solo tiene consecuencias en esta vida, sino que sella nuestro destino eterno.

El tema para el episodio de esta ocasión es: “LOS HECHOS QUE NIEGAN A DIOS”.

La Carta a Tito: Contexto y Propósito

Para entender mejor el mensaje y la relevancia de la epístola de Tito, es importante explorar el contexto histórico, cultural y escritural en el que fue escrita. Esta comprensión nos ayudará a apreciar la urgencia y profundidad de las enseñanzas del apóstol Pablo y cómo se aplican a nuestras vidas hoy.

La Carta a Tito es una de las tres Epístolas Pastorales atribuidas al apóstol Pablo, junto con las dos cartas a Timoteo. Estas cartas fueron escritas para proporcionar orientación y consejos prácticos a los líderes de la iglesia en un momento de expansión y consolidación del cristianismo en el primer siglo. Tito, el destinatario de esta carta, era un colaborador cercano del apóstol Pablo, conocido por su lealtad y capacidad para lidiar con situaciones difíciles en las comunidades cristianas.

Tito fue dejado en la isla de Creta, un lugar conocido por su cultura diversa y, a veces, moralmente decadente. La reputación de los cretenses era notoria, al punto que el apóstol Pablo cita un proverbio de uno de sus propios profetas en Tito 1:12:

12Dijo uno de ellos, propio profeta de ellos: Los Cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos.

Este comentario subraya los desafíos que Tito enfrentaba en su misión de establecer y organizar la iglesia en Creta. La isla de Creta está estratégicamente ubicada en el Mar Mediterráneo, lo que la convertía en un punto crucial para el comercio y la interacción cultural. Esta posición también significaba que Creta estaba expuesta a una variedad de influencias religiosas y filosóficas, lo que podía complicar la tarea de mantener la pureza doctrinal y moral en la iglesia.

Propósito de la Carta: El propósito principal de la Carta a Tito es proporcionar instrucciones claras sobre cómo organizar y liderar la iglesia en Creta. El apóstol Pablo aborda varios temas claves, incluyendo la selección de líderes de iglesia, la enseñanza de la sana doctrina y la importancia de las buenas obras.

Selección de Líderes de Iglesia: Uno de los temas centrales en la carta es la importancia de tener líderes piadosos y competentes. En Tito 1:5-9, Pablo describe las cualidades necesarias para los ancianos y obispos. Estos líderes deben ser irreprochables, maridos de una sola mujer, sobrios, justos, santos y dueños de sí mismos, entre otras características. La integridad y la capacidad de enseñar la sana doctrina son esenciales para contrarrestar las influencias corruptas y heréticas presentes en Creta.

Enseñanza de la Sana Doctrina: El apóstol Pablo enfatiza la necesidad de enseñar la sana doctrina y rechazar las falsas enseñanzas. En Tito 1:10-11, advierte sobre los falsos maestros, citamos:

10Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades, y engañadores de las almas, mayormente los que son de la circuncisión,

11A los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras; enseñando lo que no conviene, por torpe ganancia.

 La enseñanza correcta es fundamental para mantener la pureza de la fe y la salud espiritual de la comunidad.

Importancia de las Buenas Obras: A lo largo de la carta, Pablo insiste en la relación entre la fe y las buenas obras. En Tito 2:7-8, insta a Tito a ser un ejemplo de buenas obras y a enseñar con integridad y seriedad. La vida cristiana debe ser un testimonio vivo de la transformación que produce el evangelio, y esto se evidencia a través de las acciones que reflejan el carácter de Cristo.

La Profesión de Fe y la Negación a través de los Hechos

En el contexto de la carta, Tito 1:16 se convierte en un versículo crucial. Aquí, el Apóstol Pablo señala la hipocresía de aquellos que profesan conocer a Dios, pero cuyas acciones lo niegan. Este versículo resume una preocupación central del Apóstol Pablo: la disonancia entre lo que se dice creer y cómo se vive realmente.

Este problema no era exclusivo de Creta; es una preocupación universal en la vida cristiana. La hipocresía socava el testimonio de la iglesia y puede ser un obstáculo para aquellos que buscan la verdad. La integridad entre fe y acción es vital para la credibilidad del evangelio.

La Carta a Tito sigue siendo extremadamente relevante para nosotros hoy. Vivimos en un mundo que, al igual que Creta, está lleno de influencias diversas y a menudo contradictorias. La iglesia enfrenta desafíos similares en cuanto a mantener la pureza doctrinal y la integridad moral. La necesidad de líderes piadosos, la enseñanza de la sana doctrina y la manifestación de la fe a través de buenas obras son temas tan importantes ahora como lo eran en el primer siglo.

En nuestras propias vidas, debemos evaluar constantemente si nuestras acciones reflejan verdaderamente nuestra fe. Es fácil profesar conocer a Dios con nuestros labios (o sea, de la boca para afuera), pero es en nuestras acciones donde se revela la autenticidad de nuestra fe. La epístola de Tito nos recuerda que una fe genuina debe manifestarse en una vida de obediencia y buenas obras, un testimonio visible de la transformación que el evangelio trae a nuestras vidas.

Por lo tanto, la Carta a Tito es un llamado a la coherencia y a la integridad en la vida cristiana. A través de las instrucciones del apóstol Pablo a Tito, vemos la importancia de tener líderes piadosos, de enseñar la sana doctrina y de vivir una fe que se refleja en nuestras acciones diarias. Tito 1:16 nos desafía a examinar nuestras propias vidas y a asegurarnos de que nuestras acciones no nieguen nuestra profesión de fe.

Este es un problema recurrente en la vida cristiana, y el Señor Jesús mismo lo abordó. Por ejemplo, en Mateo 7:21-23, el Señor Jesús nos dice:

21No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Observen este detalle, antes de continuar: “…el que hiciere la Voluntad de mi Padre…”

22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu Nombre, y en tu Nombre lanzamos demonios, y en tu Nombre hicimos muchos milagros?

Observen este otro detalle, antes de continuar: Profetizan, lanzan demonios y hacen muchos milagros y todo esto en el nombre del Señor. Y aún con todo y la profesión de labios que hacen, el mismo Señor les protestará:

23…Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.

Este llamado a la coherencia entre fe y obras no es nuevo. El apóstol Santiago también enfatiza esta verdad en Santiago 2:17:

17Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma.

La verdadera fe debe manifestarse en acciones que reflejen el Carácter y la Voluntad de Dios. La ausencia de tales obras no solo es una negación de nuestra fe, sino que también puede ser un tropiezo para otros, desviándolos del camino de la verdad.

¿Cómo se niega a Dios con hechos?

Negar a Dios con hechos es una realidad más común de lo que pensamos. A menudo, sin darnos cuenta, nuestras acciones hablan más alto que nuestras palabras, contradiciendo nuestra fe y deshonrando a Dios. Exploraremos algunas maneras en que esto puede suceder:

Viviendo una vida de pecado: Cuando elegimos pecar, ya sea de manera sutil o flagrante, estamos desobedeciendo directamente los Mandamientos de Dios. Romanos 6:16 nos recuerda:

16¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis, o del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?

Ignorando las necesidades del prójimo: La Biblia nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39). Sin embargo, con frecuencia se ignora el sufrimiento de los demás, se tiende a negarles la ayuda o incluso son tratados con indiferencia. Santiago 2:15-16 dice:

15Y si el hermano ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

16Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará?

Hablando mal de los demás: Las palabras hirientes, la murmuración y la calumnia son armas que dañan a los demás y van en contra de la enseñanza de Dios. En Efesios 4:29-30 nos exhorta:

29Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.

30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención.

Descuidando nuestra vida espiritual: La adoración a Dios, la oración, la lectura de la Biblia y congregarse son pilares fundamentales de la vida de todo creyente. Cuando descuidamos estos aspectos, estamos relegando a Dios a un segundo plano y negándole el lugar que merece en nuestras vidas. Hebreos 10:23-25 nos anima:

23Mantengamos firme la profesión de nuestra fe sin fluctuar; que fiel es el que prometió:

24Y considerémonos los unos á los otros para provocarnos al amor y á las buenas obras;

25No dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

No honrando a Dios con nuestras posesiones: Todo lo que poseemos proviene de Dios, y Él nos llama a ser buenos administradores de Sus Recursos. Malgastar el dinero, acumular riquezas de forma desmedida o negarse a contribuir con los necesitados son formas de negar a Dios el dominio sobre nuestras posesiones. Proverbios 3:9-10 nos recuerda:

9Honra á Jehová de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos;

10Y serán llenas tus trojes con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.

Recuerda que negar a Dios con hechos no es solo un error, sino un acto de rebeldía con graves consecuencias.  ¿En cuál de estas áreas has fallado? ¿Cómo puedes mejorar tu vida para que tus acciones reflejen verdaderamente tu fe en Dios?

Consecuencias de Negar a Dios con Nuestros Hechos

La negación de Dios a través de las acciones no es solo un problema personal; tiene consecuencias espirituales y comunitarias profundas:

Perdida de Testimonio: Cuando las acciones contradicen la fe, se pierde la credibilidad ante los demás. Como creyentes, somos llamados a ser luz del mundo y sal de la tierra (Mateo 5:13-16). Nuestra inconsistencia puede llevar a otros a tropezar y alejarse de la fe.

Distanciamiento de Dios: El pecado crea una separación entre nosotros y Dios. Isaías 59:2 dice:

2Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír.

Juicio y Disciplina Divina: La Biblia es clara sobre las consecuencias del pecado. Hebreos 10:26-27 advierte:

26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado,

27Sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar á los adversarios.

Dios, en su amor, también disciplina a aquellos a quienes ama para llevarlos al arrepentimiento (Hebreos 12:6).

Impacto en la Comunidad de Fe: La iglesia es el cuerpo de Cristo, y cuando un miembro vive en hipocresía o pecado, afecta a toda la comunidad. En 1 Corintios 5, Pablo confronta el pecado dentro de la iglesia de Corinto y exhorta a la congregación a mantener la pureza y santidad.

La Condenación Eterna: Negar a Dios con nuestros hechos significa rechazar Su Salvación, Su Perdón y la Vida Eterna que Él ofrece a través de Su Hijo Jesucristo. Quienes persisten en este camino se enfrentan a la terrible realidad de la separación eterna de Dios, condenados a un destino de sufrimiento y oscuridad. Romanos 6:16-23:

16¿No sabéis que á quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecer le, sois siervos de aquel á quien obedecéis, ó del pecado para muerte, ó de la obediencia para justicia?

17Empero gracias á Dios, que aunque fuistes siervos del pecado, habéis obedecido de corazón á aquella forma de doctrina á la cual sois entregados;

18Y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia.

19 Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne: que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros á servir á la inmundicia y á la iniquidad, así ahora para santidad presentéis vuestros miembros á servir á la justicia.

20Porque cuando fuisteis siervos del pecado, erais libres acerca de la justicia.

21¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte.

22Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna.

23Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Una Vida Vacía y Sin Sentido: En Eclesiastés 2:11 se nos dice:

11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacer las: y he aquí, todo vanidad y aflicción de espíritu, y no hay provecho debajo del sol.

Sin la Guía y el Amor de Dios, nuestras vidas se convierten en un espiral vacío y sin propósito. La búsqueda de la felicidad en placeres pasajeros, riquezas materiales o reconocimiento humano solo conduce a la frustración y la desilusión. Solo en Dios encontramos el verdadero sentido y la plenitud que anhela nuestro corazón.

Relaciones Dañadas: El pecado y la falta de amor, frutos por negar a Dios con nuestros hechos, envenenan nuestras relaciones con los demás. Familias se dividen, amistades se rompen y la discordia reina en nuestros entornos. La armonía y la paz solo se alcanzan cuando vivimos de acuerdo con los principios de amor, respeto y perdón que Dios nos enseña. En Santiago 3:13-18 y 4:1, nos dice:

13¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? muestre por buena conversación sus obras en mansedumbre de sabiduría.

14Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad:

15Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica.

16Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.

17Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida.

18Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.

1¿DE dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros?

Un Corazón Endurecido: Negar a Dios con nuestros hechos endurece nuestro corazón, haciéndonos insensibles al sufrimiento ajeno, a la justicia y a la verdad. Nos convertimos en personas amargadas, resentidas y llenas de orgullo, incapaces de experimentar la verdadera compasión y el amor.

Un Llamado a la Transformación

Ante este panorama desalentador, la buena noticia es que Dios, en Su Infinita Misericordia, nos ofrece la oportunidad de recapacitar y transformar nuestras vidas. A través del arrepentimiento sincero, la fe en Jesucristo y la obediencia a Su Palabra, podemos ser redimidos de las garras del pecado y vivir una vida digna de Su Llamado.

Recuerda que nuestras acciones son el reflejo de nuestra alma. Elijamos vivir una vida que glorifique a Dios, donde el amor, la justicia y la integridad sean los pilares que sustenten cada uno de nuestros pasos. Solo así evitaremos las devastadoras consecuencias de negar a Dios con nuestros hechos y construiremos un futuro lleno de esperanza y bendición.

¿Cómo podemos evitar negar a Dios con nuestros hechos?

Debemos comenzar con la transformación interna, arrepintiéndonos genuinamente de nuestros pecados y pedir perdón a Dios con un corazón sincero (1 Juan 1:9). Solo así podemos recibir la Gracia y el perdón que necesitamos para comenzar una nueva vida en Cristo.

9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.

Alimentándonos de la Palabra de Dios: La Biblia es la fuente de sabiduría, guía y fortaleza que necesitamos para vivir una vida agradable a Dios. Debemos dedicar tiempo cada día a leer la Biblia y meditar en sus enseñanzas. Josué 1:8:

8El libro de aquesta ley nunca se apartará de tu boca: antes de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme á todo lo que en él está escrito: porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

La Palabra de Dios tiene el poder de transformar nuestro corazón y renovar nuestra mente. Romanos 12:2:

2Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Fortaleciendo nuestra relación con Dios a través de la oración: La oración es la base de una relación íntima con Dios. Es a través de la oración que podemos expresarle nuestros más profundos sentimientos, pedirle dirección y agradecerle por Su amor y provisiones, 1 Tesalonicenses 5:17: “Orad sin cesar.” Cuanto más tiempo pasemos en oración, más fuerte será nuestra relación con Dios y más fácil será vivir una vida que le honre.

Incorporándonos a la comunidad de fe: La iglesia no es solo un edificio, sino la familia de Dios en la tierra. Rodearnos de hermanos y hermanas en Cristo nos brinda apoyo, enseñanza y compañerismo en nuestra vida cristiana.  Hebreos 10:25, nos dice:

25No dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Una participación activa en la iglesia nos ayuda a crecer en nuestra fe y a mantenernos firmes en el camino correcto.

Sirviendo a los demás con amor y compasión: Una de las mejores maneras de demostrar nuestro amor a Dios es sirviendo a los necesitados. En Santiago 1:27, nos dice:

27La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo.

Cuando ayudamos a los demás, no solo estamos haciendo una diferencia en el mundo, sino que también estamos siguiendo el ejemplo de Jesús, Mateo 25:40:

40…De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí lo hicisteis.

Viviendo una vida de integridad: La integridad significa ser honestos y justos en todo lo que hacemos, incluso cuando nadie nos ve.  En Proverbios 11:3, dice:

3La integridad de los rectos los encaminará: Mas destruirá á los pecadores la perversidad de ellos.

Debemos esforzarnos por ser personas de palabra y actuar siempre de acuerdo con los principios de Dios.

Recordando que Dios ve todo: En Hebreos 4:13 nos dice:

13Y no hay cosa criada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas á los ojos de aquel á quien tenemos que dar cuenta.

Esta verdad debe motivarnos a vivir una vida transparente, donde nuestras acciones estén en armonía con nuestras palabras y creencias.

Buscando la ayuda del Espíritu Santo: No podemos vivir una vida victoriosa por nuestras propias fuerzas. Necesitamos la ayuda y la guía del Espíritu Santo.  Gálatas 5:25, nos dice:

25 Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu.

Debemos orar constantemente pidiendo que el Espíritu Santo nos llene de Su Poder, nos dé discernimiento para tomar decisiones sabias y nos ayude a resistir la tentación.

Abrazando la disciplina y la perseverancia: Cambiar nuestros hábitos y vivir una vida que glorifique a Dios no es un proceso fácil. Requiere disciplina, perseverancia y un compromiso constante con Dios. Habrá momentos de debilidad y tentación, pero debemos recordar que Dios siempre está con nosotros y nos dará la fuerza que necesitamos para seguir adelante.  Filipenses 4:13, nos dice el apóstol Pablo:

13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Celebrando las victorias y aprendiendo de los tropiezos: En el camino hacia una vida santa, habrá momentos de victoria y momentos de derrota. Es importante celebrar nuestros logros como un estímulo para seguir adelante, pero también aprender de nuestros tropiezos y usarlos como oportunidades para crecer en nuestra fe y humildad. 1 Corintios 9:24, nos dice:

24¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.

Recordando la recompensa eterna: La vida que vivimos en esta tierra es temporal, pero la recompensa que nos espera en la eternidad es eterna e inimaginable. 1 Corintios 2:9, dice:

9Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman.

Saber que un día seremos juzgados por Dios y que nuestras acciones tendrán repercusiones eternas debe ser una poderosa motivación para vivir una vida digna de Su Llamado.

Evitar negar a Dios con nuestros hechos es un compromiso diario que requiere esfuerzo, dedicación y la ayuda constante del Espíritu Santo. Sin embargo, las recompensas son infinitamente mayores que los desafíos. Al vivir una vida de integridad, amor y servicio, no solo glorificamos a Dios en esta tierra, sino que también nos preparamos para una eternidad llena de gozo y satisfacción en Su Presencia.

Conclusión

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, al concluir este tema sobre “Los Hechos Que Niegan a Dios”, hemos visto cómo nuestras acciones pueden, a veces sin darnos cuenta, contradecir nuestra profesión de fe. Hemos explorado la enseñanza de Tito 1:16, que nos alerta sobre la hipocresía espiritual: “Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan”. Este mensaje no es solo una advertencia, sino también un llamado urgente a la introspección y a la acción.

Primero, debemos reconocer nuestra propia debilidad y nuestra necesidad constante de la Gracia de Dios. La Escritura nos dice en 1 Juan 1:8-9: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Reconocer nuestras faltas es el primer paso hacia la restauración y la coherencia en nuestra vida espiritual.

Nuestra fe debe ser más que una confesión de labios; debe ser una fe viva y activa, evidenciada por nuestras acciones diarias. Santiago 2:26 nos recuerda: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. Una fe verdadera se manifiesta en obras que glorifican a Dios, que reflejan Su Amor y Su Justicia en el mundo. Cada acción, por pequeña que sea, cuenta como testimonio de nuestra fe.

La coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos es esencial. En Mateo 5:16, Jesús nos dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Vivir de manera coherente significa que nuestras acciones son un reflejo fiel de nuestra fe. Esto no solo fortalece nuestro testimonio personal, sino que también edifica a la comunidad de fe y atrae a otros a Cristo.

No podemos subestimar el rol del Espíritu Santo en nuestra vida diaria. Juan 14:26 nos asegura que el Espíritu Santo nos enseña todas las cosas y nos recuerda todo lo que Jesús nos ha dicho. Es a través del poder del Espíritu Santo que podemos vivir vidas transformadas, guiadas por su sabiduría y fortaleza. Debemos buscar constantemente la llenura del Espíritu Santo para poder vivir de acuerdo con los principios del Reino de Dios.

Nuestras acciones tienen un impacto profundo en la comunidad que nos rodea. Como iglesia, somos el cuerpo de Cristo, y nuestras acciones, buenas o malas, afectan a todo el cuerpo. Pablo nos exhorta en 1 Corintios 12:26: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan”. Nuestro comportamiento, por lo tanto, debe reflejar el amor y la unidad que Cristo desea para su iglesia.

Vivir una vida coherente con nuestra fe no es un esfuerzo solitario. Necesitamos la comunión y el apoyo mutuo. Hebreos 10:24-25 nos anima a “considerarnos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos”. En la comunidad de fe, encontramos la fortaleza y el ánimo necesario para mantenernos fieles a nuestra profesión de fe.

Hoy, el llamado es claro. Es un llamado a evaluar nuestras vidas, a arrepentirnos de nuestras inconsistencias y a comprometernos a vivir de manera que nuestras acciones reflejen nuestra fe en Dios. Es un llamado a dejar que nuestra luz alumbre, para que otros puedan ver nuestras buenas obras y glorificar a nuestro Padre celestial.

Que cada uno de nosotros tome un momento para orar y pedir a Dios que revele cualquier área en nuestra vida que necesite ser alineada con su voluntad. Que busquemos su guía y fortaleza para vivir de acuerdo con nuestra fe, para que nuestras vidas sean un testimonio vivo de su amor y su verdad.

Queridos hermanos y hermanas, el mundo necesita ver la realidad del evangelio en nuestras vidas. Necesita ver una fe que es más que palabras, una fe que se traduce en amor, justicia y misericordia en acción. Seamos esos embajadores de Cristo que, con cada acción, reflejan la esperanza y la verdad del evangelio.

Oremos juntos para que Dios nos fortalezca en este compromiso y nos guíe en el camino de la verdad y la vida eterna. Que su Espíritu nos capacite para vivir de manera que le honremos en todo lo que hacemos. Amén.

Oración

Amado Padre Celestial, nos acercamos a Ti con corazones humildes y agradecidos, reconociendo Tu Grandeza, Tu Misericordia y Tu Amor infinito. Te damos gracias, Señor, por Tu Palabra, que es Lámpara a nuestros pies y Luz en nuestro camino. Gracias por enseñarnos hoy la importancia de vivir una vida coherente con nuestra fe, y por mostrarnos cómo nuestras acciones pueden negar Tu Presencia y Tu Autoridad en nuestras vidas.

Señor, te pedimos perdón por las veces en que hemos fallado, por las ocasiones en que nuestras acciones han contradicho nuestras palabras y nuestras creencias. Perdónanos por cualquier hipocresía, por la falta de fe y por los momentos en que hemos cedido a la tentación y hemos deshonrado Tu nombre.

Padre Santo, te rogamos que envíes Tu Espíritu Santo para que examine nuestros corazones y nos revele cualquier área de nuestras vidas que necesite ser transformada. Ayúdanos a vivir en arrepentimiento sincero y a buscar Tu Perdón y Tu Guía cada día. Queremos ser hacedores de Tu Palabra y no solo oidores, queremos que nuestras vidas sean un reflejo auténtico de Tu Amor y Tu Gracia.

Te pedimos, Señor, que nos des la fuerza y la sabiduría para vivir de acuerdo con Tus Mandamientos. Que podamos depender completamente de Ti y de Tu Espíritu para resistir las tentaciones y para caminar en santidad y justicia. Ayúdanos a mantenernos firmes en nuestra fe, a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentamos en este mundo.

Padre, Te pedimos también que nos ayudes a vivir en comunión y rendición de cuentas con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Que podamos animarnos y apoyarnos mutuamente en el camino de la fe, estimulándonos al amor y a las buenas obras. Que nuestra comunidad sea un testimonio vivo de Tu Reino y de Tu Amor Redentor.

Señor Jesucristo, Te pedimos que nos guíes en cada paso que demos. Que nuestras acciones, tanto en público como en privado, sean un reflejo de Tu Amor y Tu Verdad. Queremos ser luz del mundo y sal de la tierra, llevando Tu Mensaje de esperanza y salvación a todos los que nos rodean.

Padre, Te pedimos que nos mantengas siempre cerca de Ti. Ayúdanos a permanecer en Ti, porque sabemos que separados de Ti nada podemos hacer. Que nuestra vida sea un testimonio constante de Tu Poder transformador y de Tu Amor Eterno.

Te lo pedimos en el Nombre poderoso del Señor Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. ¡Amén!

Que la Paz, la Justicia y el Amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo sea con cada uno de nosotros. ¡Amén!

Introduction

Dear brothers and sisters in Christ, today I will speak to you about a crucial and relevant theme in our spiritual life. Imagine a solemn tribunal, where everyone will be judged. The judge is none other than Almighty God, and the evidence is not empty words, but deeds. Facts that resonate in eternity, revealing whether we have lived a life that honors Him or one that denies Him.

On this day, many boast of their faith, prayers, and church attendance. But will his actions be consistent with his words? Have they loved their neighbor? Have they defended justice? Have they used their gifts for service to others?

Today we are not here to be judged by anyone. We are here to wake up, to reflect, and to commit ourselves to living a life that truly glorifies God. A life where our actions are the reflection of our faith, where love, justice, and integrity are the compass that guides every step.

Are you ready to face God's judgment? Do your actions speak louder than your words? Let us prepare our hearts for this crucial day, so that our actions will resound in eternity as a symphony of praise to our Lord.

Remember: We are Christ's letter written to the world! May our lives be a living testimony of His Love, His Power, and His Grace.

We read from Titus 1:10-16:

10 For there are still many stubborn ones, who talk about vanities, and deceivers of souls, especially those who are of the circumcision,

11 Whose mouths must be stopped; that upset entire houses; teaching what is not convenient, for clumsy gain.

12 One of them, their own prophet, said, "The Cretans, always liars, evil beasts, lazy bellies."

13 This testimony is true: therefore rebuke them harshly, that they may be sound in the faith,

14 Not heeding the fables of the Jews and the commandments of men who turn away from the truth.

15All things are clean to the clean; but to those who are defiled and unfaithful nothing is clean: but their soul and conscience are defiled.

Now, verse 16 from which I have taken the theme for this occasion's episode:

16 Profess to know God; but by deeds they deny it, being abominable and rebellious, reprobated for every good work.

What a terrible accusation! Denying God with our deeds not only has consequences in this life, but seals our eternal destiny.

The theme for this occasion's episode is: "THE FACTS THAT DENY GOD."

The Letter to Titus: Context and Purpose

To better understand the message and relevance of the epistle of Titus, it is important to explore the historical, cultural, and scriptural context in which it was written. This understanding will help us appreciate the urgency and depth of the apostle Paul's teachings and how they apply to our lives today.

The Letter to Titus is one of the three Pastoral Epistles attributed to the apostle Paul, along with the two letters to Timothy. These letters were written to provide guidance and practical advice to church leaders at a time of expansion and consolidation of Christianity in the first century. Titus, the recipient of this letter, was a close collaborator of the apostle Paul, known for his loyalty and ability to deal with difficult situations in Christian communities.

Titus was left on the island of Crete, a place known for its diverse and sometimes morally decadent culture. The reputation of the Cretans was notorious, to the point that the apostle Paul quotes a proverb from one of his own prophets in Titus 1:12:

12 One of them, their own prophet, said, "The Cretans, always liars, evil beasts, lazy bellies."

This commentary underscores the challenges Titus faced in his mission to establish and organize the church in Crete. The island of Crete is strategically located in the Mediterranean Sea, making it a crucial point for trade and cultural interaction. This position also meant that Crete was exposed to a variety of religious and philosophical influences, which could complicate the task of maintaining doctrinal and moral purity in the church.

Purpose of the Letter: The primary purpose of the Letter to Titus is to provide clear instructions on how to organize and lead the church in Crete. The apostle Paul addresses several key topics, including the selection of church leaders, the teaching of sound doctrine, and the importance of good works.

Selection of Church Leaders: One of the central themes in the letter is the importance of having godly and competent leaders. In Titus 1:5-9, Paul describes the qualities needed for elders and bishops. These leaders must be above reproach, one-wife husbands, sober, righteous, holy, and self-possessed, among other characteristics. Integrity and the ability to teach sound doctrine are essential to counteract the corrupt and heretical influences present in Crete.

Teaching Sound Doctrine: The apostle Paul emphasizes the need to teach sound doctrine and reject false teachings. In Titus 1:10-11, he warns about false teachers, we quote:

10 For there are still many stubborn ones, who talk about vanities, and deceivers of souls, especially those who are of the circumcision,

11 Whose mouths must be stopped; that upset entire houses; teaching what is not convenient, for clumsy gain.

 Correct teaching is critical to maintaining the purity of the faith and the spiritual health of the community.

Importance of Good Works: Throughout the letter, Paul insists on the relationship between faith and good works. In Titus 2:7-8, he urges Titus to be an example of good works and to teach with integrity and seriousness. The Christian life is to be a living witness to the transformation that the gospel produces, and this is evidenced through actions that reflect the character of Christ.

The Profession of Faith and Denial through the Facts

In the context of the letter, Titus 1:16 becomes a crucial verse. Here, the Apostle Paul points out the hypocrisy of those who profess to know God, but whose actions deny Him. This verse summarizes a central concern of the Apostle Paul: the dissonance between what one claims to believe and how one actually lives.

This problem was not unique to Crete; It is a universal concern in the Christian life. Hypocrisy undermines the church's witness and can be a hindrance to those who seek the truth. Integrity between faith and action is vital to the credibility of the gospel.

The Letter to Titus remains extremely relevant to us today. We live in a world that, like Crete, is full of diverse and often contradictory influences. The church faces similar challenges in maintaining doctrinal purity and moral integrity. The need for godly leaders, the teaching of sound doctrine, and the manifestation of faith through good works are as important issues now as they were in the first century.

In our own lives, we must constantly evaluate whether our actions truly reflect our faith. It is easy to profess to know God with our lips (that is, lip service), but it is in our actions that the authenticity of our faith is revealed. Titus' epistle reminds us that genuine faith must be manifested in a life of obedience and good works, a visible witness to the transformation the gospel brings into our lives.

The Letter to Titus is therefore a call to consistency and integrity in the Christian life. Through the apostle Paul's instructions to Titus, we see the importance of having godly leaders, teaching sound doctrine, and living a faith that is reflected in our daily actions. Titus 1:16 challenges us to examine our own lives and to make sure that our actions do not deny our profession of faith.

This is a recurring problem in the Christian life, and the Lord Jesus Himself addressed it. For example, in Matthew 7:21-23, the Lord Jesus tells us:

21 Not everyone who says to me, 'Lord, Lord,' will enter the kingdom of heaven, but whoever does the will of my Father who is in heaven.

Observe this detail, before continuing: "... whoever does the Will of my Father..."

22 Many will say to me in that day, 'Lord, Lord, did we not prophesy in your name, and in your name cast out demons, and in your name do many miracles?'

Notice this other detail, before continuing: They prophesy, cast out demons, and do many miracles, all this in the name of the Lord. And even with all the profession of lips that they make, the Lord Himself will protest to them:

23… I never knew you; depart from me, you workers of iniquity.

This call for coherence between faith and works is not new. The apostle James also emphasizes this truth in James 2:17:

17 So also faith, if it does not have works, is dead in itself.

True faith must be manifested in actions that reflect God's Character and Will. The absence of such works is not only a denial of our faith, but it can also be a stumbling block to others, leading them astray from the path of truth.

How do you deny God with facts?

Denying God with facts is a more common reality than we think. Often, without realizing it, our actions speak louder than our words, contradicting our faith and dishonoring God. We'll explore a few ways this can happen:

Living a life of sin: When we choose to sin, whether subtly or blatantly, we are directly disobeying God's Commandments. Romans 6:16 reminds us:

16 Do you not know that to whom you lend yourselves servants to obey him, you are servants of him whom you obey, or of sin to death, or of obedience to righteousness?

Ignoring the needs of others: The Bible calls us to love our neighbor as ourselves (Matthew 22:39). However, the suffering of others is often ignored, they tend to be denied help or they are even treated with indifference. James 2:15-16 says:

15 And if the brother or sister is naked, and has need of daily sustenance,

16 And one of you said to them, "Go in peace, be warm, and be filled; but you will not give them the things that are necessary for the body: what will it profit?

Speaking ill of others: Hurtful words, backbiting, and slander are weapons that harm others and go against God's teaching. In Ephesians 4:29-30 he exhorts us:

29Let no dull word come out of your mouth, but such as is good for edification, so that it may give grace to the hearers.

30 And do not grieve the Holy Spirit of God, with whom you are sealed for the day of redemption.

Neglecting our spiritual life: Worship of God, prayer, reading the Bible, and gathering together are fundamental pillars of every believer's life. When we neglect these aspects, we are relegating God to the background and denying Him the place He deserves in our lives. Hebrews 10:23-25 encourages us:

23Let us hold fast the profession of our faith without wavering; how faithful is he who promised:

24And let us consider one another to provoke one another to love and good works;

25 Not forsaking our congregation, as some are in the habit of, but exhorting us; and all the more so, as you see that day approaching.

Not Honoring God with Our Possessions: Everything we possess comes from God, and He calls us to be good stewards of His Resources. Wasting money, accumulating wealth excessively, or refusing to contribute to those in need are ways of denying God dominion over our possessions. Proverbs 3:9-10 reminds us:

9 Honor the LORD with thy substance, and with the firstfruits of all thy fruits;

10 And your fields will be filled with abundance, and your winepresses will overflow with new wine.

Remember that denying God with deeds is not only a mistake, but an act of rebellion with serious consequences.  In which of these areas have you failed? How can you improve your life so that your actions truly reflect your faith in God?

Consequences of Denying God with Our Deeds

The denial of God through actions is not just a personal problem; It has profound spiritual and community consequences:

Loss of Testimony: When actions contradict faith, credibility with others is lost. As believers, we are called to be the light of the world and the salt of the earth (Matthew 5:13-16). Our inconsistency can lead others to stumble and turn away from the faith.

Distancing from God: Sin creates a separation between us and God. Isaiah 59:2 says:

2 But your iniquities have divided you and your God, and your sins have made his face hidden from you, so that he will not hear.

Divine Judgment and Discipline: The Bible is clear about the consequences of sin. Hebrews 10:26-27 warns:

26 For if we sin willfully after we have received the knowledge of the truth, there is no longer a sacrifice for sin,

27 But a dreadful hope of judgment, and a fiery fire that will devour the adversaries.

God, in His love, also disciplines those He loves to bring them to repentance (Hebrews 12:6).

Impact on the Community of Faith: The church is the body of Christ, and when one member lives in hypocrisy or sin, it affects the entire community. In 1 Corinthians 5, Paul confronts sin within the Corinthian church and exhorts the congregation to maintain purity and holiness.

Eternal Damnation: To deny God by our deeds means to reject His Salvation, His Forgiveness, and the Eternal Life that He offers through His Son Jesus Christ. Those who persist on this path face the terrible reality of eternal separation from God, condemned to a fate of suffering and darkness. Romans 6:16-23:

16 Do you not know that to whom you lend yourselves servants to obey him, you are servants of him whom you obey, either of sin unto death, or of obedience unto righteousness?

17 But thank God, that although you were servants of sin, you have obeyed from the heart that form of doctrine to which you are delivered;

18 And being freed from sin, you have become servants of righteousness.

19 I say it is a human thing, because of the weakness of your flesh, that as you have presented your members to serve uncleanness and iniquity for iniquity, so now for holiness you present your members to serve righteousness.

20 For when you were slaves to sin, you were free about righteousness.

21What fruit then did you have of those things of which you are now ashamed? because the end of them is death.

22 But now, having been freed from sin and made servants to God, you have sanctification for your fruit, and eternal life at last.

23 For the wages of sin is death, but the gift of God is eternal life in Christ Jesus our Lord.

An Empty and Meaningless Life: In Ecclesiastes 2:11 we are told:

11 Then I looked at all the works that my hands had done, and the labor that I took to do them: and behold, all vanity and affliction of spirit, and there is no profit under the sun.

Without God's guidance and love, our lives become an empty and purposeless spiral. The pursuit of happiness in fleeting pleasures, material riches, or human recognition only leads to frustration and disappointment. Only in God do we find the true meaning and fullness that our heart longs for.

Damaged Relationships: Sin and lack of love, fruits of denying God with our deeds, poison our relationships with others. Families are divided, friendships are broken and discord reigns in our environments. Harmony and peace are only achieved when we live according to the principles of love, respect, and forgiveness that God teaches us. In James 3:13-18 and 4:1, he tells us:

13 Who is wise and wise among you? Let him show his works by good conversation in the meekness of wisdom.

14 But if you have bitter envy and strife in your hearts, do not boast, nor be liars against the truth.

15 That this wisdom is not that which comes down from above, but earthly, animal, devilish.

16 For where there is envy and strife, there is disturbance and every evil work.

17 But the wisdom that is from above is first pure, then peaceable, modest, gentle, full of mercy and good fruits, not judging, not feigned.

18 And the fruit of righteousness is sown in peace to those who make peace.

1 WHERE do wars and quarrels come from among you? Are they not of your lusts, which fight in your members?

A Hardened Heart: Denying God with our deeds hardens our hearts, making us insensitive to the suffering of others, to justice and to truth. We become bitter, resentful, and pride-filled people, unable to experience true compassion and love.

A Call for Transformation

In the face of this discouraging panorama, the good news is that God, in His Infinite Mercy, offers us the opportunity to reconsider and transform our lives. Through sincere repentance, faith in Jesus Christ, and obedience to His Word, we can be redeemed from the clutches of sin and live a life worthy of His Calling.

Remember that our actions are the reflection of our soul. Let us choose to live a life that glorifies God, where love, justice, and integrity are the pillars that sustain our every step. Only in this way will we avoid the devastating consequences of denying God with our deeds and build a future full of hope and blessing.

How can we avoid denying God with our actions?

We must begin with inner transformation, genuinely repenting of our sins and asking God for forgiveness with a sincere heart (1 John 1:9). Only in this way can we receive the grace and forgiveness we need to begin a new life in Christ.

9If we confess our sins, he is faithful and just to forgive us our sins and to cleanse us from all unrighteousness.

Feeding on God's Word: The Bible is the source of wisdom, guidance, and strength we need to live a life pleasing to God. We should take time each day to read the Bible and meditate on its teachings. Joshua 1:8:

8 The book of this law shall never depart from thy mouth: thou shalt meditate on it day and night, that thou mayest observe and do according to all that is written in it: for then thou shalt make thy way prosperous, and all shall be well with thee.

God's Word has the power to transform our hearts and renew our minds. Romans 12:2:

2 And do not be conformed to this world; but be reformed by the renewing of your mind, that you may experience what is the good and acceptable and perfect will of God.

Strengthening our relationship with God through prayer: Prayer is the foundation of an intimate relationship with God. It is through prayer that we can express our deepest feelings to Him, ask Him for direction, and thank Him for His love and provisions, 1 Thessalonians 5:17: "Pray without ceasing." The more time we spend in prayer, the stronger our relationship with God will be and the easier it will be to live a life that honors Him.

Joining the community of faith: The church is not just a building, but God's family on earth. Surrounding ourselves with brothers and sisters in Christ provides us with support, teaching, and fellowship in our Christian lives.  Hebrews 10:25 tells us:

25 Not forsaking our congregation, as some are in the habit of, but exhorting us; and all the more so, as you see that day approaching.

Active participation in the church helps us grow in our faith and stay firmly on the right path.

Serving Others with Love and Compassion: One of the best ways to demonstrate our love for God is by serving those in need. In James 1:27, he tells us:

27 Religion that is pure and undefiled in the sight of God the Father is this: To visit orphans and widows in their afflictions, and to keep oneself unspotted from this world.

When we help others, we are not only making a difference in the world, but we are also following Jesus' example, Matthew 25:40:

40… Verily I say unto you, inasmuch as ye have done it unto one of the least of these my brethren, ye have done it unto me.

Living a life of integrity: Integrity means being honest and fair in everything we do, even when no one is watching.  In Proverbs 11:3, it says,

3 The integrity of the upright will guide them: but their wickedness will destroy sinners.

We should strive to be people of our word and always act in accordance with God's principles.

Remembering that God sees everything: In Hebrews 4:13 he tells us:

13 And there is no created thing that is not manifest in his presence; but all things are naked and open to the eyes of Him to whom we have to give an account.

This truth should motivate us to live a transparent life, where our actions are in harmony with our words and beliefs.

Seeking the help of the Holy Spirit: We cannot live a victorious life in our own strength. We need the help and guidance of the Holy Spirit.  Galatians 5:25 tells us:

25 If we live in the Spirit, let us also walk in the Spirit.

We must pray constantly for the Holy Spirit to fill us with His Power, give us discernment to make wise decisions, and help us resist temptation.

Embracing discipline and perseverance: Changing our habits and living a life that glorifies God is not an easy process. It requires discipline, perseverance, and a constant commitment to God. There will be times of weakness and temptation, but we must remember that God is always with us and will give us the strength we need to move forward.  Philippians 4:13, the apostle Paul tells us:

13 I can do all things through Christ who strengthens me.

Celebrating victories and learning from setbacks: On the road to holy living, there will be moments of victory and moments of defeat. It is important to celebrate our accomplishments as an encouragement to keep going, but also to learn from our stumbles and use them as opportunities to grow in our faith and humility. 1 Corinthians 9:24 tells us:

24Do you not know that those who run in the race all run, but one bears the prize? Run in such a way that you will get it.

Remembering the eternal reward: The life we live on this earth is temporary, but the reward that awaits us in eternity is eternal and unimaginable. 1 Corinthians 2:9, says:

9 But as it is written, "Eye has not seen, nor ear heard, nor have entered into the heart of man, the things which God has prepared for those who love him."

Knowing that one day we will be judged by God and that our actions will have eternal repercussions should be a powerful motivation for living a life worthy of His Calling.

Avoiding denying God with our deeds is a daily commitment that requires effort, dedication, and the constant help of the Holy Spirit. However, the rewards are infinitely greater than the challenges. By living a life of integrity, love, and service, we not only glorify God on this earth, but we also prepare ourselves for an eternity filled with joy and satisfaction in His Presence.

Conclusion

Dear brothers and sisters in Christ, as we conclude this topic on "The Facts That Deny God," we have seen how our actions can, sometimes without realizing it, contradict our profession of faith. We have explored the teaching of Titus 1:16, which warns us about spiritual hypocrisy: "They profess to know God, but by their deeds they deny Him." This message is not only a warning, but also an urgent call to introspection and action.

First, we must recognize our own weakness and our constant need for God's Grace. Scripture tells us in 1 John 1:8-9, "If we say we have no sin, we deceive ourselves, and the truth is not in us. If we confess our sins, He is faithful and just to forgive us our sins and cleanse us from all unrighteousness." Acknowledging our faults is the first step toward restoration and consistency in our spiritual lives.

Our faith must be more than a confession of lips; it must be a living and active faith, evidenced by our daily actions. James 2:26 reminds us, "For as the body without the spirit is dead, so also faith without works is dead." True faith is manifested in works that glorify God, that reflect His Love and His Justice in the world. Every action, no matter how small, counts as a testimony of our faith.

Consistency between what we believe and what we do is essential. In Matthew 5:16, Jesus tells us, "Let your light so shine before men, that they may see your good works and glorify your Father who is in heaven." Living consistently means that our actions are a true reflection of our faith. This not only strengthens our personal testimony, but it also builds up the community of faith and draws others to Christ.

We cannot underestimate the role of the Holy Spirit in our daily lives. John 14:26 assures us that the Holy Spirit teaches us all things and reminds us of all that Jesus has told us. It is through the power of the Holy Spirit that we can live transformed lives, guided by His wisdom and strength. We must constantly seek the filling of the Holy Spirit so that we can live according to the principles of the Kingdom of God.

Our actions have a profound impact on the community around us. As a church, we are the body of Christ, and our actions, good or bad, affect the whole body. Paul exhorts us in 1 Corinthians 12:26: "Therefore if one member suffers, all the members grieve with it; and if one member receives honor, all the members rejoice with him." Our behavior, therefore, must reflect the love and unity that Christ desires for His church.

Living a life consistent with our faith is not a solitary endeavor. We need communion and mutual support. Hebrews 10:24-25 encourages us to "consider one another to stir up one another to love and good works, not forsaking the assembling of ourselves together, as some are in the habit of, but exhorting one another." In the community of faith, we find the strength and courage necessary to remain faithful to our profession of faith.

Today, the call is clear. It is a call to evaluate our lives, to repent of our inconsistencies, and to commit to living in ways that reflect our faith in God. It is a call to let our light shine, so that others can see our good works and glorify our heavenly Father.

May each of us take a moment to pray and ask God to reveal any areas in our lives that need to be aligned with His will. May we seek His guidance and strength to live according to our faith, so that our lives may be a living witness to His love and His truth.

Dear brothers and sisters, the world needs to see the reality of the gospel in our lives. You need to see a faith that is more than words, a faith that translates into love, justice, and mercy in action. Let us be those ambassadors of Christ who, with every action, reflect the hope and truth of the gospel.

Let us pray together that God will strengthen us in this commitment and guide us on the path of truth and eternal life. May His Spirit enable us to live in ways that honor Him in all that we do. Amen.

Prayer

Dear Heavenly Father, we approach You with humble and grateful hearts, acknowledging Your Greatness, Your Mercy, and Your infinite Love. We thank You, Lord, for Your Word, which is a Lamp at our feet and a Light on our path. Thank You for teaching us today the importance of living a life consistent with our faith, and for showing us how our actions can deny Your Presence and Authority in our lives.

Lord, we ask your forgiveness for the times we have failed, for the times when our actions have contradicted our words and our beliefs. Forgive us for any hypocrisy, for the lack of faith, and for the times when we have yielded to temptation and dishonored Your name.

Holy Father, we pray that You will send Your Holy Spirit to examine our hearts and reveal to us any areas of our lives that need to be transformed. Help us to live in sincere repentance and to seek Your Forgiveness and Your Guidance each day. We want to be doers of Your Word and not just hearers, we want our lives to be an authentic reflection of Your Love and Your Grace.

We ask You, Lord, to give us the strength and wisdom to live according to Your Commandments. May we be completely dependent on You and Your Spirit to resist temptations and to walk in holiness and righteousness. Help us to stand firm in our faith, despite the difficulties and challenges we face in this world.

Father, we also ask You to help us live in fellowship and accountability with our brothers and sisters in Christ. May we encourage and support each other on the journey of faith, spurring one another to love and good works. May our community be a living witness to Your Kingdom and Your Redeeming Love.

Lord Jesus Christ, we ask You to guide us in every step we take. May our actions, both in public and in private, be a reflection of Your Love and Your Truth. We want to be the light of the world and the salt of the earth, bringing Your Message of hope and salvation to all around us.

Father, we ask You to always keep us close to You. Help us to abide in You, for we know that apart from You we can do nothing. May our lives be a constant witness to Your transforming Power and Your Eternal Love.

We ask this in the mighty Name of the Lord Jesus Christ, our Lord and Savior. Amen!

May the Peace, Justice and Love of our Lord and Savior Jesus Christ be with each one of us. Amen!

Introduction

Chers frères et sœurs dans le Christ, je vais vous parler aujourd'hui d'un thème crucial et pertinent dans notre vie spirituelle. Imaginez un tribunal solennel, où tout le monde sera jugé. Le juge n'est autre que Dieu Tout-Puissant, et les preuves ne sont pas des paroles creuses, mais des actes. Des faits qui résonnent dans l'éternité, révélant si nous avons vécu une vie qui l'honore ou une vie qui le renie.

Ce jour-là, beaucoup se vantent de leur foi, de leurs prières et de leur fréquentation de l'église. Mais ses actions seront-elles cohérentes avec ses paroles ? Ont-ils aimé leur prochain ? Ont-ils défendu la justice ? Ont-ils utilisé leurs dons pour servir les autres ?

Aujourd'hui, nous ne sommes pas ici pour être jugés par qui que ce soit. Nous sommes ici pour nous réveiller, pour réfléchir et pour nous engager à vivre une vie qui glorifie vraiment Dieu. Une vie où nos actions sont le reflet de notre foi, où l'amour, la justice et l'intégrité sont la boussole qui guide chaque pas.

Êtes-vous prêt à affronter le jugement de Dieu ? Vos actions sont-elles plus éloquentes que vos paroles ? Préparons nos cœurs pour ce jour crucial, afin que nos actions résonnent dans l'éternité comme une symphonie de louanges au Seigneur.

Rappelez-vous : Nous sommes la lettre du Christ écrite au monde ! Que nos vies soient un témoignage vivant de son amour, de sa puissance et de sa grâce.

Nous lisons dans Tite 1:10-16 :

10 Car il y a encore beaucoup d'obstinés, qui parlent de vanités, et de trompeurs d'âmes, surtout ceux qui sont circoncis,

11 Dont il faut fermer la bouche, qui ont bouleversé des maisons entières ; Enseigner ce qui n'est pas commode, pour un gain maladroit.

12 L'un d'eux, leur prophète, dit : Les Crétois sont toujours des menteurs, des bêtes méchantes, des ventres paresseux.

13 Ce témoignage est vrai : réprimande-les sévèrement, afin qu'ils soient sains dans la foi,

14 Ne prêtant pas attention aux fables des Juifs et aux commandements des hommes qui se détournent de la vérité.

15Tout est pur pour le pur ; Mais pour ceux qui sont souillés et infidèles, rien n'est pur, mais leur âme et leur conscience sont souillées.

Maintenant, le verset 16 dont j'ai tiré le thème de l'épisode de cette occasion :

16 Professez connaître Dieu ; mais par les actes, ils le nient, étant abominables et rebelles, réprouvés pour toute bonne œuvre.

Quelle terrible accusation ! Renier Dieu par nos actes n'a pas seulement des conséquences dans cette vie, mais scelle notre destinée éternelle.

Le thème de l'épisode de cette occasion est : « LES FAITS QUI NIENT DIEU ».

La lettre à Titus : contexte et objectif

Pour mieux comprendre le message et la pertinence de l'épître de Tite, il est important d'explorer le contexte historique, culturel et scripturaire dans lequel elle a été écrite. Cette compréhension nous aidera à apprécier l'urgence et la profondeur des enseignements de l'apôtre Paul et la façon dont ils s'appliquent à notre vie d'aujourd'hui.

La Lettre à Tite est l'une des trois épîtres pastorales attribuées à l'apôtre Paul, avec les deux lettres à Timothée. Ces lettres ont été écrites pour fournir des orientations et des conseils pratiques aux dirigeants de l'Église à une époque d'expansion et de consolidation du christianisme au premier siècle. Tite, le destinataire de cette lettre, était un proche collaborateur de l'apôtre Paul, connu pour sa loyauté et sa capacité à faire face aux situations difficiles dans les communautés chrétiennes.

Titus a été laissé sur l'île de Crète, un endroit connu pour sa culture diverse et parfois moralement décadente. La réputation des Crétois était notoire, au point que l'apôtre Paul cite un proverbe de l'un de ses propres prophètes dans Tite 1:12 :

12 L'un d'eux, leur prophète, dit : Les Crétois sont toujours des menteurs, des bêtes méchantes, des ventres paresseux.

Ce commentaire souligne les défis auxquels Tite a été confronté dans sa mission d'établir et d'organiser l'Église en Crète. L'île de Crète est stratégiquement située dans la mer Méditerranée, ce qui en fait un point crucial pour le commerce et l'interaction culturelle. Cette position signifiait également que la Crète était exposée à une variété d'influences religieuses et philosophiques, ce qui pouvait compliquer la tâche de maintenir la pureté doctrinale et morale dans l'Église.

Le but principal de la lettre à Tite est de fournir des instructions claires sur la façon d'organiser et de diriger l'église en Crète. L'apôtre Paul aborde plusieurs sujets clés, notamment le choix des dirigeants de l'Église, l'enseignement d'une doctrine saine et l'importance des bonnes œuvres.

Sélection des dirigeants de l'Église : L'un des thèmes centraux de la lettre est l'importance d'avoir des dirigeants pieux et compétents. Dans Tite 1:5-9, Paul décrit les qualités nécessaires pour les anciens et les évêques. Ces dirigeants doivent être irréprochables, des maris uniques, sobres, justes, saints et maîtres d'eux-mêmes, entre autres caractéristiques. L'intégrité et la capacité d'enseigner une doctrine saine sont essentielles pour contrer les influences corrompues et hérétiques présentes en Crète.

L' apôtre Paul insiste sur la nécessité d'enseigner une doctrine saine et de rejeter les faux enseignements. Dans Tite 1:10-11, il met en garde contre les faux enseignants, nous citons :

10 Car il y a encore beaucoup d'obstinés, qui parlent de vanités, et de trompeurs d'âmes, surtout ceux qui sont circoncis,

11 Dont il faut fermer la bouche, qui ont bouleversé des maisons entières ; Enseigner ce qui n'est pas commode, pour un gain maladroit.

 Un enseignement correct est essentiel pour maintenir la pureté de la foi et la santé spirituelle de la communauté.

L'importance des bonnes œuvres : Tout au long de la lettre, Paul insiste sur la relation entre la foi et les bonnes œuvres. Dans Tite 2:7-8, il exhorte Tite à être un exemple de bonnes œuvres et à enseigner avec intégrité et sérieux. La vie chrétienne doit être un témoignage vivant de la transformation que produit l'Évangile, et cela se manifeste par des actions qui reflètent le caractère du Christ.

La profession de foi et le reniement à travers les faits

Dans le contexte de la lettre, Tite 1:16 devient un verset crucial. Ici, l'apôtre Paul souligne l'hypocrisie de ceux qui professent connaître Dieu, mais dont les actions le nient. Ce verset résume une préoccupation centrale de l'apôtre Paul : la dissonance entre ce que l'on prétend croire et la façon dont on vit réellement.

Ce problème n'était pas propre à la Crète ; C'est une préoccupation universelle dans la vie chrétienne. L'hypocrisie sape le témoignage de l'Église et peut être un obstacle pour ceux qui cherchent la vérité. L'intégrité entre la foi et l'action est essentielle à la crédibilité de l'Évangile.

La Lettre à Tite reste extrêmement pertinente pour nous aujourd'hui. Nous vivons dans un monde qui, comme la Crète, est plein d'influences diverses et souvent contradictoires. L'Église est confrontée à des défis similaires dans le maintien de la pureté doctrinale et de l'intégrité morale. La nécessité d'avoir des dirigeants pieux, l'enseignement d'une doctrine saine et la manifestation de la foi par de bonnes œuvres sont des questions aussi importantes aujourd'hui qu'elles l'étaient au premier siècle.

Dans notre propre vie, nous devons constamment évaluer si nos actions reflètent vraiment notre foi. Il est facile de professer connaître Dieu des lèvres (c'est-à-dire du bout des lèvres), mais c'est dans nos actions que l'authenticité de notre foi est révélée. L'épître de Tite nous rappelle que la foi authentique doit se manifester dans une vie d'obéissance et de bonnes œuvres, un témoignage visible de la transformation que l'Évangile apporte dans nos vies.

La Lettre à Tite est donc un appel à la cohérence et à l'intégrité dans la vie chrétienne. À travers les instructions de l'apôtre Paul à Tite, nous voyons l'importance d'avoir des dirigeants pieux, d'enseigner une doctrine saine et de vivre une foi qui se reflète dans nos actions quotidiennes. Tite 1:16 nous met au défi d'examiner notre propre vie et de nous assurer que nos actions ne renient pas notre profession de foi.

C'est un problème récurrent dans la vie chrétienne, et le Seigneur Jésus Lui-même l'a abordé. Par exemple, dans Matthieu 7:21-23, le Seigneur Jésus nous dit :

21 Ce n'est pas quiconque qui me dit : Seigneur, Seigneur, qui entrera dans le royaume des cieux, mais celui qui fait la volonté de mon Père qui est dans les cieux.

Observez ce détail, avant de poursuivre : « ... celui qui fait la volonté de mon Père...

22 Ce jour-là, beaucoup me diront : Seigneur, Seigneur, n'avons-nous pas prophétisé en ton nom, chassé les démons en ton nom, et fait beaucoup de miracles en ton nom ?

Remarquez cet autre détail, avant de continuer : Ils prophétisent, chassent les démons et font beaucoup de miracles, tout cela au nom du Seigneur. Et même avec toute la profession de lèvres qu'ils font, le Seigneur Lui-même leur protestera :

23… Je ne vous ai jamais connu ; Retirez-vous de moi, ouvriers d'iniquité.

Cet appel à la cohérence entre la foi et les œuvres n'est pas nouveau. L'apôtre Jacques met également l'accent sur cette vérité dans Jacques 2:17 :

17 De même, la foi, si elle n'a pas d'œuvres, est morte en elle-même.

La vraie foi doit se manifester dans des actions qui reflètent le caractère et la volonté de Dieu. L'absence de telles œuvres n'est pas seulement un reniement de notre foi, mais elle peut aussi être une pierre d'achoppement pour les autres, les égarant du chemin de la vérité.

Comment reniez-vous Dieu avec des faits ?

Renier Dieu avec des faits est une réalité plus courante que nous ne le pensons. Souvent, sans nous en rendre compte, nos actions parlent plus fort que nos paroles, contredisant notre foi et déshonorant Dieu. Nous allons explorer quelques façons dont cela peut se produire :

Vivre une vie de péché : Lorsque nous choisissons de pécher, que ce soit subtilement ou ouvertement, nous désobéissons directement aux commandements de Dieu. Romains 6:16 nous rappelle :

16 Ne savez-vous pas que ceux à qui vous vous prêtez serviteurs pour lui obéir, vous êtes esclaves de celui à qui vous obéissez, ou du péché à la mort, ou de l'obéissance à la justice ?

Ignorer les besoins des autres : La Bible nous appelle à aimer notre prochain comme nous-mêmes (Matthieu 22:39). Cependant, la souffrance des autres est souvent ignorée, on a tendance à leur refuser de l'aide ou même à les traiter avec indifférence. Jacques 2:15-16 dit :

15 Et si le frère ou la sœur est nu et a besoin de subsistance quotidienne,

16 Et l'un d'entre vous leur dit : Allez en paix, réchauffez-vous et soyez rassasiés ; Mais tu ne leur donneras pas les choses nécessaires au corps : à quoi cela servira-t-il ?

Dire du mal des autres : Les paroles blessantes, la médisance et la calomnie sont des armes qui nuisent aux autres et vont à l'encontre de l'enseignement de Dieu. Dans Éphésiens 4:29-30, il nous exhorte :

29Que ne sorte de ta bouche aucune parole ennuyeuse, si ce n'est une parole bonne pour l'édification, afin qu'elle fasse grâce à ceux qui l'écoutent.

30 Et n'attristez pas l'Esprit Saint de Dieu, avec qui vous êtes scellés pour le jour de la rédemption.

Négliger notre vie spirituelle : L'adoration de Dieu, la prière, la lecture de la Bible et le rassemblement sont des piliers fondamentaux de la vie de chaque croyant. Lorsque nous négligeons ces aspects, nous reléguons Dieu à l'arrière-plan et lui refusons la place qu'il mérite dans nos vies. Hébreux 10:23-25 nous encourage :

23Arrêtons la profession de notre foi sans faiblir ; Comme il est fidèle celui qui a promis :

24Et considérons-nous les uns les autres pour nous exciter les uns les autres à l'amour et aux bonnes œuvres ;

25 Non pas qu'ils abandonnent notre assemblée, comme certains en ont l'habitude, mais qu'ils nous exhortent ; Et d'autant plus que vous voyez ce jour approcher.

Ne pas honorer Dieu avec nos possessions : Tout ce que nous possédons vient de Dieu, et Il nous appelle à être de bons intendants de Ses ressources. Gaspiller de l'argent, accumuler des richesses à l'excès ou refuser de contribuer à ceux qui sont dans le besoin sont des façons de nier la domination de Dieu sur nos biens. Proverbes 3:9-10 nous rappelle :

9 Honore l'Éternel avec tes biens, et avec les prémices de tous tes fruits ;

10 Et tes champs seront remplis d'abondance, Et tes pressoirs déborderont de vin nouveau.

Rappelez-vous que renier Dieu par des actes n'est pas seulement une erreur, mais un acte de rébellion aux graves conséquences.  Dans lequel de ces domaines avez-vous échoué ? Comment peux-tu améliorer ta vie pour que tes actions reflètent vraiment ta foi en Dieu ?

Conséquences de renier Dieu par nos actes

Le reniement de Dieu par des actions n'est pas seulement un problème personnel ; Elle a de profondes conséquences spirituelles et communautaires :

Perte du témoignage : Lorsque les actions contredisent la foi, la crédibilité auprès des autres est perdue. En tant que croyants, nous sommes appelés à être la lumière du monde et le sel de la terre (Matthieu 5:13-16). Notre incohérence peut amener les autres à trébucher et à se détourner de la foi.

S'éloigner de Dieu : Le péché crée une séparation entre nous et Dieu. Ésaïe 59:2 dit :

2 Mais tes iniquités t'ont divisé, toi et ton Dieu, et tes péchés ont caché sa face, afin qu'il ne l'entende pas.

Jugement et discipline divins : La Bible est claire sur les conséquences du péché. Hébreux 10:26-27 met en garde :

26 Car si nous péchons volontairement, après avoir reçu la connaissance de la vérité, il n'y a plus de sacrifice pour le péché,

27 Mais une espérance terrible de jugement, et un feu ardent qui dévorera les adversaires.

Dieu, dans son amour, discipline aussi ceux qu'il aime pour les amener à la repentance (Hébreux 12:6).

Impact sur la communauté de foi : L'église est le corps du Christ, et lorsqu'un membre vit dans l'hypocrisie ou le péché, cela affecte toute la communauté. Dans 1 Corinthiens 5, Paul affronte le péché au sein de l'église de Corinthe et exhorte la congrégation à maintenir la pureté et la sainteté.

Damnation éternelle : Renier Dieu par nos actes signifie rejeter son salut, son pardon et la vie éternelle qu'il offre par son Fils Jésus-Christ. Ceux qui persistent sur ce chemin sont confrontés à la terrible réalité de la séparation éternelle d'avec Dieu, condamnés à un sort de souffrance et de ténèbres. Romains 6:16-23 :

16 Ne savez-vous pas que ceux à qui vous vous prêtez serviteurs pour lui obéir, vous êtes esclaves de celui à qui vous obéissez, soit du péché jusqu'à la mort, soit de l'obéissance à la justice ?

17 Mais rends grâces à Dieu, de ce que, bien que vous ayez été esclaves du péché, vous avez obéi du fond du cœur à cette doctrine à laquelle vous êtes livrés ;

18 Et ayant été libérés du péché, vous êtes devenus esclaves de la justice.

19 Je dis-le que c'est une chose humaine, à cause de la faiblesse de ta chair, que, de même que tu as présenté tes membres pour servir l'impureté et l'iniquité pour l'iniquité, de même maintenant, pour la sainteté, tu présentes tes membres pour servir la justice.

20 Car, lorsque vous étiez esclaves du péché, vous étiez libres de justice.

21Quel fruit donc as-tu eu de ces choses dont tu as honte maintenant ? Parce que leur fin, c'est la mort.

22 Mais maintenant, ayant été libérés du péché et faits serviteurs de Dieu, vous avez la sanctification pour votre fruit, et enfin la vie éternelle.

23 Car le salaire du péché, c'est la mort, mais le don de Dieu, c'est la vie éternelle en Jésus-Christ notre Seigneur.

Une vie vide et dénuée de sens : Dans Ecclésiaste 2:11, il nous est dit :

11 Alors je regardai toutes les oeuvres que mes mains avaient faites, et le travail que j'avais pris pour les faire, et voici, toute vanité et toute affliction d'esprit, et il n'y a point de profit sous le soleil.

Sans la direction et l'amour de Dieu, nos vies deviennent une spirale vide et sans but. La poursuite du bonheur dans les plaisirs éphémères, les richesses matérielles ou la reconnaissance humaine ne mène qu'à la frustration et à la déception. Ce n'est qu'en Dieu que nous trouvons le vrai sens et la plénitude auxquels notre cœur aspire.

Relations endommagées : Le péché et le manque d'amour, fruits du reniement de Dieu par nos actes, empoisonnent nos relations avec les autres. Les familles sont divisées, les amitiés sont brisées et la discorde règne dans nos environnements. L'harmonie et la paix ne sont atteintes que lorsque nous vivons selon les principes d'amour, de respect et de pardon que Dieu nous enseigne. Dans Jacques 3:13-18 et 4:1, il nous dit :

13 Qui est sage et sage parmi vous ? Qu'il montre ses œuvres par une bonne conversation dans la douceur de la sagesse.

14 Mais si vous avez dans votre cœur une amère envie et des querelles, ne vous glorifiez pas, et ne mentez pas contre la vérité.

15 Que cette sagesse n'est pas celle qui descend d'en haut, mais terrestre, animale, diabolique.

16 Car là où il y a de l'envie et des querelles, il y a du désordre et toute mauvaise œuvre.

17 Mais la sagesse qui vient d'en haut est d'abord pure, puis paisible, modeste, douce, pleine de miséricorde et de bons fruits, sans jugement, sans feinte.

18 Et le fruit de la justice est semé en paix pour ceux qui font la paix.

1 D'où viennent les guerres et les querelles parmi vous ? Ne sont-ils pas de vos convoitises, qui se battent dans vos membres ?

Un cœur endurci : Renier Dieu par nos actes endurcit notre cœur, nous rendant insensibles à la souffrance des autres, à la justice et à la vérité. Nous devenons des personnes amères, pleines de ressentiment et remplies d'orgueil, incapables de faire l'expérience de la vraie compassion et de l'amour.

Un appel à la transformation

Face à ce panorama décourageant, la bonne nouvelle est que Dieu, dans son infinie miséricorde, nous offre l'opportunité de reconsidérer et de transformer nos vies. Grâce à un repentir sincère, à la foi en Jésus-Christ et à l'obéissance à sa Parole, nous pouvons être rachetés des griffes du péché et vivre une vie digne de son appel.

N'oubliez pas que nos actions sont le reflet de notre âme. Choisissons de vivre une vie qui glorifie Dieu, où l'amour, la justice et l'intégrité sont les piliers qui soutiennent chacun de nos pas. Ce n'est qu'ainsi que nous éviterons les conséquences dévastatrices de renier Dieu par nos actes et que nous construirons un avenir plein d'espoir et de bénédiction.

Comment pouvons-nous éviter de renier Dieu par nos actions ?

Nous devons commencer par une transformation intérieure, en nous repentant sincèrement de nos péchés et en demandant pardon à Dieu avec un cœur sincère (1 Jean 1:9). Ce n'est qu'ainsi que nous pouvons recevoir la grâce et le pardon dont nous avons besoin pour commencer une nouvelle vie en Christ.

9Si nous confessons nos péchés, il est fidèle et juste pour nous les pardonner et nous purifier de toute iniquité.

Se nourrir de la Parole de Dieu : La Bible est la source de sagesse, de conseils et de force dont nous avons besoin pour vivre une vie agréable à Dieu. Nous devrions prendre le temps chaque jour de lire la Bible et de méditer sur ses enseignements. Josué 1:8 :

8 Le livre de cette loi ne s'éloignera point de ta bouche ; tu le méditeras jour et nuit, afin d'observer et de faire selon tout ce qui y est écrit ; car alors tu rendras ton chemin prospère, et tout ira bien pour toi.

La Parole de Dieu a le pouvoir de transformer nos cœurs et de renouveler nos esprits. Romains 12:2 :

2 Et ne vous conformez pas à ce monde ; mais soyez réformés par le renouvellement de votre intelligence, afin que vous puissiez faire l'expérience de ce qui est la volonté bonne, agréable et parfaite de Dieu.

Renforcer notre relation avec Dieu par la prière : La prière est le fondement d'une relation intime avec Dieu. C'est par la prière que nous pouvons lui exprimer nos sentiments les plus profonds, lui demander de nous guider et le remercier pour son amour et ses provisions, 1 Thessaloniciens 5:17 : « Priez sans cesse. » Plus nous passerons de temps en prière, plus notre relation avec Dieu sera forte et plus il sera facile de vivre une vie qui l'honore.

Rejoindre la communauté de foi : L'Église n'est pas seulement un bâtiment, mais la famille de Dieu sur terre. Le fait de nous entourer de frères et sœurs en Christ nous apporte soutien, enseignement et communion dans notre vie chrétienne.  Hébreux 10:25 nous dit :

25 Non pas qu'ils abandonnent notre assemblée, comme certains en ont l'habitude, mais qu'ils nous exhortent ; Et d'autant plus que vous voyez ce jour approcher.

La participation active à l'Église nous aide à grandir dans notre foi et à rester fermement sur le bon chemin.

Servir les autres avec amour et compassion : L'une des meilleures façons de démontrer notre amour pour Dieu est de servir ceux qui sont dans le besoin. Dans Jacques 1:27, il nous dit :

27 La religion qui est pure et sans tache aux yeux de Dieu le Père, c'est de visiter les orphelins et les veuves dans leurs afflictions, et de se préserver des taches de ce monde.

Lorsque nous aidons les autres, non seulement nous faisons une différence dans le monde, mais nous suivons également l'exemple de Jésus, Matthieu 25:40 :

40… En vérité, je vous le dis, dans la mesure où vous l'avez fait à l'un de ces plus petits de mes frères, c'est à moi que vous l'avez fait.

Vivre une vie d'intégrité : L'intégrité signifie être honnête et juste dans tout ce que nous faisons, même lorsque personne ne nous regarde.  Dans Proverbes 11:3, il est dit :

3 L'intégrité des justes les guidera, mais leur méchanceté fera périr les pécheurs.

Nous devons nous efforcer d'être des gens de parole et d'agir toujours en accord avec les principes de Dieu.

Se rappeler que Dieu voit tout : Dans Hébreux 4:13, il nous dit :

13 Et il n'y a pas de créature qui ne soit manifeste en sa présence ; mais toutes choses sont nues et ouvertes aux yeux de Celui à qui nous devons rendre compte.

Cette vérité devrait nous motiver à vivre une vie transparente, où nos actions sont en harmonie avec nos paroles et nos croyances.

Chercher l'aide de l'Esprit Saint : Nous ne pouvons pas vivre une vie victorieuse par nos propres forces. Nous avons besoin de l'aide et de la direction du Saint-Esprit.  Galates 5:25 nous dit :

25 Si nous vivons dans l'Esprit, marchons aussi selon l'Esprit.

Nous devons prier constamment pour que le Saint-Esprit nous remplisse de sa puissance, nous donne le discernement nécessaire pour prendre des décisions sages et nous aide à résister à la tentation.

Adopter la discipline et la persévérance : Changer nos habitudes et vivre une vie qui glorifie Dieu n'est pas un processus facile. Cela exige de la discipline, de la persévérance et un engagement constant envers Dieu. Il y aura des moments de faiblesse et de tentation, mais nous devons nous rappeler que Dieu est toujours avec nous et qu'il nous donnera la force dont nous avons besoin pour aller de l'avant.  Philippiens 4:13, l'apôtre Paul nous dit :

13 Je peux tout par le Christ qui me fortifie.

Célébrer les victoires et apprendre des revers : Sur le chemin de la sainteté, il y aura des moments de victoire et des moments de défaite. Il est important de célébrer nos réalisations comme un encouragement à continuer, mais aussi à apprendre de nos trébuchements et à les utiliser comme des occasions de grandir dans notre foi et notre humilité. 1 Corinthiens 9:24 nous dit :

24Ne savez-vous pas que ceux qui courent dans la course courent tous, mais qu'un seul remporte le prix ? Courez de manière à ce que vous l'obteniez.

Se souvenir de la récompense éternelle : La vie que nous vivons sur cette terre est temporaire, mais la récompense qui nous attend dans l'éternité est éternelle et inimaginable. 1 Corinthiens 2:9, dit :

9 Mais, comme il est écrit : « L'œil n'a pas vu, l'oreille n'a pas entendu, et n'est pas entré dans le cœur de l'homme les choses que Dieu a préparées pour ceux qui l'aiment. »

Savoir qu'un jour nous serons jugés par Dieu et que nos actions auront des répercussions éternelles devrait être une puissante motivation pour vivre une vie digne de son appel.

Éviter de renier Dieu par nos actes est un engagement quotidien qui demande des efforts, du dévouement et l'aide constante du Saint-Esprit. Cependant, les récompenses sont infiniment plus grandes que les défis. En vivant une vie d'intégrité, d'amour et de service, non seulement nous glorifions Dieu sur cette terre, mais nous nous préparons aussi à une éternité remplie de joie et de satisfaction en Sa Présence.

Conclusion

Chers frères et sœurs dans le Christ, alors que nous concluons ce sujet sur « Les faits qui nient Dieu », nous avons vu comment nos actions peuvent, parfois sans nous en rendre compte, contredire notre profession de foi. Nous avons exploré l'enseignement de Tite 1:16, qui nous met en garde contre l'hypocrisie spirituelle : « Ils professent connaître Dieu, mais par leurs actions ils le renient. » Ce message n'est pas seulement un avertissement, mais aussi un appel urgent à l'introspection et à l'action.

Tout d'abord, nous devons reconnaître notre propre faiblesse et notre besoin constant de la grâce de Dieu. L'Écriture nous dit dans 1 Jean 1:8-9 : « Si nous disons que nous n'avons pas de péché, nous nous trompons nous-mêmes, et la vérité n'est pas en nous. Si nous confessons nos péchés, il est fidèle et juste pour nous les pardonner et nous purifier de toute iniquité. Reconnaître nos fautes est le premier pas vers la restauration et la cohérence dans notre vie spirituelle.

Notre foi doit être plus qu'une confession de lèvres, elle doit être une foi vivante et active, qui se manifeste par nos actions quotidiennes. Jacques 2:26 nous rappelle : « Car, comme le corps sans l'esprit est mort, de même la foi sans les œuvres est morte. » La vraie foi se manifeste dans les œuvres qui glorifient Dieu, qui reflètent Son Amour et Sa Justice dans le monde. Chaque geste, aussi petit soit-il, compte comme un témoignage de notre foi.

La cohérence entre ce que nous croyons et ce que nous faisons est essentielle. Dans Matthieu 5:16, Jésus nous dit : « Que ta lumière brille ainsi devant les hommes, afin qu'ils voient tes bonnes œuvres, et qu'ils glorifient ton Père qui est dans les cieux. » Vivre de manière cohérente signifie que nos actions sont le reflet fidèle de notre foi. Cela non seulement fortifie notre témoignage personnel, mais cela édifie aussi la communauté de foi et attire les autres à Christ.

Nous ne pouvons pas sous-estimer le rôle de l'Esprit Saint dans notre vie quotidienne. Jean 14:26 nous assure que le Saint-Esprit nous enseigne toutes choses et nous rappelle tout ce que Jésus nous a dit. C'est par la puissance du Saint-Esprit que nous pouvons vivre des vies transformées, guidés par sa sagesse et sa force. Nous devons constamment chercher à être remplis par le Saint-Esprit afin de pouvoir vivre selon les principes du Royaume de Dieu.

Nos actions ont un impact profond sur la communauté qui nous entoure. En tant qu'église, nous sommes le corps du Christ, et nos actions, bonnes ou mauvaises, affectent tout le corps. Paul nous exhorte dans 1 Corinthiens 12:26 : « Si donc un membre souffre, tous les membres s'affligent avec lui ; et si l'un des membres reçoit de l'honneur, tous les membres se réjouissent avec lui. Notre comportement doit donc refléter l'amour et l'unité que le Christ désire pour son Église.

Vivre une vie conforme à notre foi n'est pas une entreprise solitaire. Nous avons besoin de communion et de soutien mutuel. Hébreux 10:24-25 nous encourage à « nous considérer les uns les autres pour nous exciter les uns les autres à l'amour et aux bonnes œuvres, sans renoncer à nous rassembler, comme certains en ont l'habitude, mais en nous exhortant les uns les autres. » Dans la communauté de foi, nous trouvons la force et le courage nécessaires pour rester fidèles à notre profession de foi.

Aujourd'hui, l'appel est clair. C'est un appel à évaluer nos vies, à nous repentir de nos incohérences et à nous engager à vivre d'une manière qui reflète notre foi en Dieu. C'est un appel à faire briller notre lumière, afin que les autres puissent voir nos bonnes œuvres et glorifier notre Père céleste.

Que chacun de nous prenne un moment pour prier et demander à Dieu de révéler tous les domaines de notre vie qui doivent être alignés avec sa volonté. Puissions-nous chercher ses conseils et sa force pour vivre selon notre foi, afin que notre vie soit un témoignage vivant de son amour et de sa vérité.

Chers frères et sœurs, le monde a besoin de voir la réalité de l'Évangile dans notre vie. Vous avez besoin de voir une foi qui est plus que des mots, une foi qui se traduit par l'amour, la justice et la miséricorde en action. Soyons ces ambassadeurs du Christ qui, par chaque action, reflètent l'espérance et la vérité de l'Évangile.

Prions ensemble pour que Dieu nous fortifie dans cet engagement et nous guide sur le chemin de la vérité et de la vie éternelle. Que son Esprit nous permette de vivre d'une manière qui l'honore dans tout ce que nous faisons. Amen.

Prière

Cher Père céleste, nous nous approchons de Toi avec un cœur humble et reconnaissant, reconnaissant Ta Grandeur, Ta Miséricorde et Ton Amour infini. Nous Te remercions, Seigneur, pour Ta Parole, qui est une Lampe à nos pieds et une Lumière sur notre chemin. Merci de nous enseigner aujourd'hui l'importance de vivre une vie conforme à notre foi, et de nous montrer comment nos actions peuvent nier Ta Présence et Ton Autorité dans nos vies.

Seigneur, nous te demandons pardon pour les fois où nous avons échoué, pour les moments où nos actions ont contredit nos paroles et nos croyances. Pardonne-nous toute hypocrisie, pour le manque de foi, et pour les moments où nous avons cédé à la tentation et déshonoré ton nom.

Saint-Père, nous Te prions d'envoyer Ton Esprit Saint pour examiner nos cœurs et nous révéler tous les domaines de notre vie qui ont besoin d'être transformés. Aide-nous à vivre dans un repentir sincère et à rechercher Ton Pardon et Tes Directives chaque jour. Nous voulons être des pratiquants de Ta Parole et pas seulement des auditeurs, nous voulons que nos vies soient un reflet authentique de Ton Amour et de Ta Grâce.

Nous Te demandons, Seigneur, de nous donner la force et la sagesse de vivre selon Tes commandements. Puissions-nous être complètement dépendants de Toi et de Ton Esprit pour résister aux tentations et pour marcher dans la sainteté et la justice. Aide-nous à rester fermes dans notre foi, malgré les difficultés et les défis auxquels nous sommes confrontés dans ce monde.

Père, nous Te demandons aussi de nous aider à vivre en communion et en responsabilité avec nos frères et sœurs en Christ. Puissions-nous nous encourager et nous soutenir les uns les autres sur le chemin de la foi, en nous stimulant les uns les autres à l'amour et aux bonnes œuvres. Que notre communauté soit un témoin vivant de Ton Royaume et de Ton Amour Rédempteur.

Seigneur Jésus-Christ, nous Te demandons de nous guider dans chacun de nos pas. Que nos actions, tant en public qu'en privé, soient le reflet de Ton Amour et de Ta Vérité. Nous voulons être la lumière du monde et le sel de la terre, apportant Ton Message d'espoir et de salut à tous ceux qui nous entourent.

Père, nous te demandons de nous garder toujours près de toi. Aide-nous à demeurer en toi, car nous savons que sans toi nous ne pouvons rien faire. Que nos vies soient un témoignage constant de Ta Puissance transformatrice et de Ton Amour Éternel.

Nous le demandons au Nom puissant du Seigneur Jésus-Christ, notre Seigneur et Sauveur. Amen!

Que la Paix, la Justice et l'Amour de notre Seigneur et Sauveur Jésus-Christ soient avec chacun de nous. Amen!

Introdução

Queridos irmãos e irmãs em Cristo, hoje vou falar-vos sobre um tema crucial e actual na nossa vida espiritual. Imagine um tribunal solene, onde todos serão julgados. O juiz não é outro senão Deus Todo-Poderoso, e a evidência não são palavras vazias, mas ações. Fatos que ressoam na eternidade, revelando se vivemos uma vida que O honra ou que O nega.

Neste dia, muitos se gabam de sua fé, orações e frequência à igreja. Mas suas ações serão consistentes com suas palavras? Eles amaram o próximo? Eles defenderam a justiça? Eles usaram seus dons para servir aos outros?

Hoje não estamos aqui para sermos julgados por ninguém. Estamos aqui para acordar, refletir e nos comprometer a viver uma vida que realmente glorifique a Deus. Uma vida onde nossas ações são o reflexo de nossa fé, onde o amor, a justiça e a integridade são a bússola que guia cada passo.

Você está pronto para enfrentar o julgamento de Deus? Suas ações falam mais alto do que suas palavras? Preparemos nossos corações para este dia crucial, para que nossas ações ressoem na eternidade como uma sinfonia de louvor ao Senhor.

Lembre-se: Somos a carta de Cristo escrita para o mundo! Que nossas vidas sejam um testemunho vivo de Seu Amor, Seu Poder e Sua Graça.

Lemos Tito 1:10-16:

10 Pois ainda há muitos obstinados, que falam de vaidades, e enganadores de almas, principalmente os que são da circuncisão,

11 Cujas bocas devem ser fechadas; que perturbaram casas inteiras; ensinando o que não é conveniente, para ganho desajeitado.

12 Um deles, seu próprio profeta, disse: "Os cretenses, sempre mentirosos, bestas malignas, barrigas preguiçosas".

13 Este testemunho é verdadeiro: repreende-os, pois, severamente, para que sejam sãos na fé,

14 Não dando ouvidos às fábulas dos judeus e aos mandamentos dos homens que se desviam da verdade.

15Todas as coisas são puras para as puras; mas para os contaminados e infiéis nada é limpo, mas a sua alma e consciência estão contaminadas.

Agora, versículo 16 do qual tirei o tema do episódio desta ocasião:

16 Professam conhecer a Deus; mas por obras eles negam isso, sendo abomináveis e rebeldes, reprovados por toda boa obra.

Que acusação terrível! Negar a Deus com nossas ações não apenas tem consequências nesta vida, mas sela nosso destino eterno.

O tema do episódio desta ocasião é: "OS FATOS QUE NEGAM A DEUS".

A Carta a Tito: Contexto e Propósito

Para entender melhor a mensagem e a relevância da epístola de Tito, é importante explorar o contexto histórico, cultural e bíblico em que ela foi escrita. Esse entendimento nos ajudará a reconhecer a urgência e a profundidade dos ensinamentos do apóstolo Paulo e como eles se aplicam à nossa vida hoje.

A Carta a Tito é uma das três Epístolas Pastorais atribuídas ao apóstolo Paulo, juntamente com as duas cartas a Timóteo. Essas cartas foram escritas para fornecer orientação e conselhos práticos aos líderes da igreja em uma época de expansão e consolidação do cristianismo no primeiro século. Tito, o destinatário desta carta, foi um colaborador próximo do apóstolo Paulo, conhecido por sua lealdade e capacidade de lidar com situações difíceis nas comunidades cristãs.

Tito foi deixado na ilha de Creta, um lugar conhecido por sua cultura diversificada e às vezes moralmente decadente. A reputação dos cretenses era notória, a ponto de o apóstolo Paulo citar um provérbio de um de seus próprios profetas em Tito 1:12:

12 Um deles, seu próprio profeta, disse: "Os cretenses, sempre mentirosos, bestas malignas, barrigas preguiçosas".

Este comentário ressalta os desafios que Tito enfrentou em sua missão de estabelecer e organizar a igreja em Creta. A ilha de Creta está estrategicamente localizada no Mar Mediterrâneo, tornando-se um ponto crucial para o comércio e a interação cultural. Essa posição também significava que Creta estava exposta a uma variedade de influências religiosas e filosóficas, o que poderia complicar a tarefa de manter a pureza doutrinária e moral na igreja.

Objetivo da Carta: O objetivo principal da Carta a Tito é fornecer instruções claras sobre como organizar e liderar a igreja em Creta. O apóstolo Paulo aborda vários tópicos importantes, incluindo a seleção de líderes da igreja, o ensino da sã doutrina e a importância das boas obras.

Seleção de Líderes da Igreja: Um dos temas centrais da carta é a importância de ter líderes piedosos e competentes. Em Tito 1:5-9, Paulo descreve as qualidades necessárias para presbíteros e bispos. Esses líderes devem ser irrepreensíveis, maridos de uma só esposa, sóbrios, justos, santos e donos de si, entre outras características. A integridade e a capacidade de ensinar a sã doutrina são essenciais para neutralizar as influências corruptas e heréticas presentes em Creta.

Ensinar a Sã Doutrina: O apóstolo Paulo enfatiza a necessidade de ensinar a sã doutrina e rejeitar falsos ensinamentos. Em Tito 1:10-11, ele adverte sobre os falsos mestres, citamos:

10 Pois ainda há muitos obstinados, que falam de vaidades, e enganadores de almas, principalmente os que são da circuncisão,

11 Cujas bocas devem ser fechadas; que perturbaram casas inteiras; ensinando o que não é conveniente, para ganho desajeitado.

 O ensino correto é fundamental para manter a pureza da fé e a saúde espiritual da comunidade.

Importância das Boas Obras: Ao longo da carta, Paulo insiste na relação entre fé e boas obras. Em Tito 2:7-8, ele exorta Tito a ser um exemplo de boas obras e a ensinar com integridade e seriedade. A vida cristã deve ser um testemunho vivo da transformação que o evangelho produz, e isso é evidenciado por meio de ações que refletem o caráter de Cristo.

A Profissão de Fé e a Negação através dos Fatos

No contexto da carta, Tito 1:16 se torna um versículo crucial. Aqui, o apóstolo Paulo aponta a hipocrisia daqueles que professam conhecer a Deus, mas cujas ações O negam. Este versículo resume uma preocupação central do apóstolo Paulo: a dissonância entre o que se afirma acreditar e como realmente se vive.

Esse problema não era exclusivo de Creta; É uma preocupação universal na vida cristã. A hipocrisia mina o testemunho da igreja e pode ser um obstáculo para aqueles que buscam a verdade. A integridade entre fé e ação é vital para a credibilidade do evangelho.

A Carta a Tito permanece extremamente atual para nós hoje. Vivemos em um mundo que, como Creta, está cheio de influências diversas e muitas vezes contraditórias. A igreja enfrenta desafios semelhantes para manter a pureza doutrinária e a integridade moral. A necessidade de líderes piedosos, o ensino da sã doutrina e a manifestação da fé por meio de boas obras são questões tão importantes agora quanto eram no primeiro século.

Em nossas próprias vidas, devemos avaliar constantemente se nossas ações realmente refletem nossa fé. É fácil professar conhecer a Deus com nossos lábios (isto é, da boca para fora), mas é em nossas ações que a autenticidade de nossa fé é revelada. A epístola de Tito nos lembra que a fé genuína deve se manifestar em uma vida de obediência e boas obras, um testemunho visível da transformação que o evangelho traz para nossas vidas.

A Carta a Tito é, portanto, um apelo à coerência e à integridade na vida cristã. Por meio das instruções do apóstolo Paulo a Tito, vemos a importância de ter líderes piedosos, ensinar a sã doutrina e viver uma fé que se reflita em nossas ações diárias. Tito 1:16 nos desafia a examinar nossas próprias vidas e a garantir que nossas ações não neguem nossa profissão de fé.

Este é um problema recorrente na vida cristã, e o próprio Senhor Jesus o abordou. Por exemplo, em Mateus 7:21-23, o Senhor Jesus nos diz:

21 Nem todo aquele que me diz: Senhor, Senhor, entrará no reino dos céus, mas aquele que faz a vontade de meu Pai que está nos céus.

Observe este detalhe, antes de continuar: "... quem faz a vontade de meu Pai..."

22 Muitos me dirão naquele dia: 'Senhor, Senhor, não profetizamos em teu nome, e em teu nome não expulsamos demônios, e em teu nome não fizemos muitos milagres?'

Observe este outro detalhe, antes de continuar: eles profetizam, expulsam demônios e fazem muitos milagres, tudo isso em nome do Senhor. E mesmo com toda a profissão de lábios que fizerem, o próprio Senhor lhes protestará:

23… Eu nunca te conheci; apartai-vos de mim, vós que praticais a iniqüidade.

Este apelo à coerência entre fé e obras não é novo. O apóstolo Tiago também enfatiza essa verdade em Tiago 2:17:

17 Assim também a fé, se não tiver obras, é morta em si mesma.

A verdadeira fé deve ser manifestada em ações que reflitam o caráter e a vontade de Deus. A ausência de tais obras não é apenas uma negação de nossa fé, mas também pode ser uma pedra de tropeço para os outros, desviando-os do caminho da verdade.

Como você nega Deus com fatos?

Negar Deus com fatos é uma realidade mais comum do que pensamos. Muitas vezes, sem perceber, nossas ações falam mais alto do que nossas palavras, contradizendo nossa fé e desonrando a Deus. Exploraremos algumas maneiras pelas quais isso pode acontecer:

Viver uma vida de pecado: Quando escolhemos pecar, seja sutil ou descaradamente, estamos desobedecendo diretamente aos mandamentos de Deus. Romanos 6:16 nos lembra:

16 Não sabeis vós que aqueles a quem vos emprestais servos para lhe obedecerem, sois servos daquele a quem obedeceis, ou do pecado para a morte, ou da obediência à justiça?

Ignorar as necessidades dos outros: A Bíblia nos chama a amar o próximo como a nós mesmos (Mateus 22:39). No entanto, o sofrimento dos outros é muitas vezes ignorado, eles tendem a ter ajuda negada ou até são tratados com indiferença. Tiago 2:15-16 diz:

15 E, se o irmão ou a irmã estiverem nus, e tiverem necessidade do sustento diário,

16 E um de vocês lhes disse: "Ide em paz, aquecei-vos e saciai-vos; mas não lhes darás o que é necessário para o corpo: que aproveitará?

Falar mal dos outros: Palavras ofensivas, calúnias e calúnias são armas que prejudicam os outros e vão contra o ensino de Deus. Em Efésios 4:29-30 ele nos exorta:

29Não saia da vossa boca nenhuma palavra entorpecida, senão boa para edificação, a fim de dar graça aos que a ouvem.

30 E não entristeçam o Espírito Santo de Deus, com quem vocês estão selados para o dia da redenção.

Negligenciar nossa vida espiritual: Adoração a Deus, oração, leitura da Bíblia e reunião são pilares fundamentais da vida de todo crente. Quando negligenciamos esses aspectos, estamos relegando Deus a segundo plano e negando a Ele o lugar que Ele merece em nossas vidas. Hebreus 10:23-25 nos encoraja:

23Conservemos firmemente a profissão de fé, sem vacilar; Quão fiel é aquele que prometeu:

24E consideremo-nos uns aos outros para nos estimularmos mutuamente ao amor e às boas obras;

25 Não abandonando a nossa congregação, como alguns costumam fazer, mas exortando-nos; e ainda mais, à medida que você vê esse dia se aproximando.

Não honrar a Deus com nossas posses: Tudo o que possuímos vem de Deus, e Ele nos chama para sermos bons mordomos de Seus recursos. Desperdiçar dinheiro, acumular riqueza excessivamente ou recusar-se a contribuir para os necessitados são formas de negar a Deus o domínio sobre nossas posses. Provérbios 3:9-10 nos lembra:

9 Honra ao SENHOR com os teus bens, e com as primícias de todos os teus frutos;

10 E os seus campos se encherão de abundância, e os seus lagares transbordarão de vinho novo.

Lembre-se de que negar a Deus com ações não é apenas um erro, mas um ato de rebelião com sérias consequências.  Em qual dessas áreas você falhou? Como você pode melhorar sua vida para que suas ações realmente reflitam sua fé em Deus?

Consequências de negar a Deus com nossas ações

A negação de Deus por meio de ações não é apenas um problema pessoal; Tem profundas consequências espirituais e comunitárias:

Perda de Testemunho: Quando as ações contradizem a fé, a credibilidade com os outros é perdida. Como crentes, somos chamados a ser a luz do mundo e o sal da terra (Mateus 5:13-16). Nossa inconsistência pode levar outros a tropeçar e se afastar da fé.

Distanciamento de Deus: O pecado cria uma separação entre nós e Deus. Isaías 59:2 diz:

2 Mas as vossas iniqüidades vos dividiram a vós e ao vosso Deus, e os vossos pecados fizeram com que o seu rosto vos ocultasse, de modo que não vos ouvirá.

Julgamento Divino e Disciplina: A Bíblia é clara sobre as consequências do pecado. Hebreus 10:26-27 adverte:

26 Porque, se voluntariamente pecarmos, depois de termos recebido o pleno conhecimento da verdade, já não há sacrifício pelo pecado,

27 Mas uma terrível esperança de juízo, e um fogo ardente que devorará os adversários.

Deus, em Seu amor, também disciplina aqueles que Ele ama para levá-los ao arrependimento (Hebreus 12:6).

Impacto na Comunidade de Fé: A igreja é o corpo de Cristo, e quando um membro vive em hipocrisia ou pecado, isso afeta toda a comunidade. Em 1 Coríntios 5, Paulo confronta o pecado dentro da igreja de Corinto e exorta a congregação a manter a pureza e a santidade.

Condenação Eterna: Negar a Deus por nossas ações significa rejeitar Sua Salvação, Seu Perdão e a Vida Eterna que Ele oferece por meio de Seu Filho Jesus Cristo. Aqueles que persistem neste caminho enfrentam a terrível realidade da separação eterna de Deus, condenados a um destino de sofrimento e escuridão. Romanos 6:16-23:

16 Não sabeis vós que aqueles a quem vos emprestais servos para lhe obedecerem, sois servos daquele a quem obedeceis, quer do pecado para a morte, quer da obediência para a justiça?

17 Mas graças a Deus que, embora fôsseis servos do pecado, obedecestes de coração à forma de doutrina a que fostes entregues;

18 E, libertados do pecado, vocês se tornaram servos da justiça.

19 Digo que é coisa humana, por causa da fraqueza da vossa carne, que, assim como apresentastes os vossos membros para servirem à impureza e à iniqüidade por iniqüidade, assim também agora, para santidade, apresentais os vossos membros para servirem à justiça.

20 Porque, quando éreis escravos do pecado, éreis livres quanto à justiça.

21Que fruto, pois, tiveste daquelas coisas de que agora te envergonhas? porque o fim deles é a morte.

22 Mas agora, tendo sido libertados do pecado e feitos servos de Deus, vocês têm santificação para o seu fruto e, finalmente, a vida eterna.

23 Porque o salário do pecado é a morte, mas o dom gratuito de Deus é a vida eterna em Cristo Jesus, nosso Senhor.

Uma vida vazia e sem sentido: Em Eclesiastes 2:11 nos é dito:

11 Então olhei para todas as obras que as minhas mãos tinham feito, e para o trabalho que fiz para as fazer; e eis que toda vaidade e aflição de espírito, e não há proveito debaixo do sol.

Sem a orientação e o amor de Deus, nossas vidas se tornam uma espiral vazia e sem propósito. A busca da felicidade em prazeres fugazes, riquezas materiais ou reconhecimento humano só leva à frustração e decepção. Somente em Deus encontramos o verdadeiro significado e plenitude que nosso coração anseia.

Relacionamentos danificados: O pecado e a falta de amor, frutos da negação de Deus com nossas ações, envenenam nossos relacionamentos com os outros. As famílias estão divididas, as amizades são quebradas e a discórdia reina em nossos ambientes. A harmonia e a paz só são alcançadas quando vivemos de acordo com os princípios de amor, respeito e perdão que Deus nos ensina. Em Tiago 3:13-18 e 4:1, ele nos diz:

13 Quem é sábio e sábio entre vocês? Mostre ele as suas obras pela boa conversação, na mansidão da sabedoria.

14 Mas, se tiverdes amarga inveja e contenda no vosso coração, não vos glorieis, nem sejais mentirosos contra a verdade.

15 Que esta sabedoria não é a que desce do alto, mas a terrena, animal, diabólica.

16 Pois onde há inveja e contenda, há perturbação e toda obra má.

17 Mas a sabedoria que vem do alto é primeiramente pura, depois pacífica, modesta, mansa, cheia de misericórdia e de bons frutos, não julga, não fingida.

18 E o fruto da justiça é semeado em paz para os que promovem a paz.

1 De onde vêm as guerras e as brigas entre vocês? Não são eles das vossas concupiscências, que lutam nos vossos membros?

Um coração endurecido: Negar a Deus com nossas obras endurece nossos corações, tornando-nos insensíveis ao sofrimento dos outros, à justiça e à verdade. Tornamo-nos pessoas amargas, ressentidas e cheias de orgulho, incapazes de experimentar a verdadeira compaixão e amor.

Um chamado para a transformação

Diante desse panorama desanimador, a boa notícia é que Deus, em Sua Infinita Misericórdia, nos oferece a oportunidade de reconsiderar e transformar nossas vidas. Por meio do arrependimento sincero, da fé em Jesus Cristo e da obediência à Sua Palavra, podemos ser redimidos das garras do pecado e viver uma vida digna de Seu chamado.

Lembre-se de que nossas ações são o reflexo de nossa alma. Escolhamos viver uma vida que glorifique a Deus, onde o amor, a justiça e a integridade sejam os pilares que sustentam cada passo nosso. Só assim evitaremos as consequências devastadoras de negar a Deus com nossas obras e construiremos um futuro cheio de esperança e bênção.

Como podemos evitar negar a Deus com nossas ações?

Devemos começar com a transformação interior, arrependendo-nos genuinamente de nossos pecados e pedindo perdão a Deus com um coração sincero (1 João 1:9). Só assim podemos receber a graça e o perdão de que precisamos para começar uma nova vida em Cristo.

9Se confessarmos os nossos pecados, ele é fiel e justo para nos perdoar os pecados e nos purificar de toda injustiça.

Alimentando-se da Palavra de Deus: A Bíblia é a fonte de sabedoria, orientação e força de que precisamos para viver uma vida agradável a Deus. Devemos reservar um tempo todos os dias para ler a Bíblia e meditar em seus ensinamentos. Josué 1:8:

8 O livro desta lei nunca se apartará da tua boca; meditarás nele dia e noite, para que guardes e faças conforme tudo o que nele está escrito; porque então farás prosperar o teu caminho, e tudo te irá bem.

A Palavra de Deus tem o poder de transformar nossos corações e renovar nossas mentes. Romanos 12:2:

2 E não vos conformeis com este mundo; mas seja reformado pela renovação de sua mente, para que você possa experimentar qual é a boa, agradável e perfeita vontade de Deus.

Fortalecendo nosso relacionamento com Deus por meio da oração: A oração é a base de um relacionamento íntimo com Deus. É por meio da oração que podemos expressar nossos sentimentos mais profundos a Ele, pedir-Lhe orientação e agradecer-Lhe por Seu amor e provisões, 1 Tessalonicenses 5:17: "Orai sem cessar". Quanto mais tempo passarmos em oração, mais forte será nosso relacionamento com Deus e mais fácil será viver uma vida que O honre.

Juntando-se à comunidade de fé: A igreja não é apenas um edifício, mas a família de Deus na terra. Cercar-nos de irmãos e irmãs em Cristo nos fornece apoio, ensino e comunhão em nossas vidas cristãs.  Hebreus 10:25 nos diz:

25 Não abandonando a nossa congregação, como alguns costumam fazer, mas exortando-nos; e ainda mais, à medida que você vê esse dia se aproximando.

A participação ativa na igreja nos ajuda a crescer em nossa fé e a permanecer firmes no caminho certo.

Servir aos outros com amor e compaixão: Uma das melhores maneiras de demonstrar nosso amor a Deus é servindo aos necessitados. Em Tiago 1:27, ele nos diz:

27 A religião pura e imaculada aos olhos de Deus Pai é esta: visitar os órfãos e as viúvas nas suas tribulações, e guardar-se limpo das manchas deste mundo.

Quando ajudamos os outros, não estamos apenas fazendo a diferença no mundo, mas também seguindo o exemplo de Jesus, Mateus 25:40:

40… Em verdade vos digo que, quando o fizestes a um destes meus pequeninos irmãos, a mim o fizestes.

Viver uma vida de integridade: Integridade significa ser honesto e justo em tudo o que fazemos, mesmo quando ninguém está olhando.  Em Provérbios 11:3, diz:

3 A integridade dos retos os guiará, mas a sua maldade destruirá os pecadores.

Devemos nos esforçar para ser pessoas de nossa palavra e sempre agir de acordo com os princípios de Deus.

Lembrando que Deus vê tudo: Em Hebreus 4:13 ele nos diz:

13 E não há criatura que não se manifeste na sua presença; mas todas as coisas estão nuas e abertas aos olhos dAquele a quem temos que prestar contas.

Essa verdade deve nos motivar a viver uma vida transparente, onde nossas ações estejam em harmonia com nossas palavras e crenças.

Buscando a ajuda do Espírito Santo: Não podemos viver uma vida vitoriosa em nossas próprias forças. Precisamos da ajuda e orientação do Espírito Santo.  Gálatas 5:25 nos diz:

25 Se vivemos no Espírito, andemos também no Espírito.

Devemos orar constantemente para que o Espírito Santo nos encha com Seu Poder, nos dê discernimento para tomar decisões sábias e nos ajude a resistir à tentação.

Abraçar a disciplina e a perseverança: Mudar nossos hábitos e viver uma vida que glorifique a Deus não é um processo fácil. Requer disciplina, perseverança e um compromisso constante com Deus. Haverá momentos de fraqueza e tentação, mas devemos lembrar que Deus está sempre conosco e nos dará a força de que precisamos para seguir em frente.  Filipenses 4:13, o apóstolo Paulo nos diz:

13 Posso todas as coisas naquele que me fortalece.

Celebrando vitórias e aprendendo com os contratempos: No caminho para uma vida santa, haverá momentos de vitória e momentos de derrota. É importante celebrar nossas realizações como um incentivo para continuar, mas também aprender com nossos tropeços e usá-los como oportunidades para crescer em nossa fé e humildade. 1 Coríntios 9:24 nos diz:

24Não sabeis que todos os que correm na corrida correm, mas um leva o prêmio? Corra de tal maneira que você vai conseguir.

Lembrando a recompensa eterna: A vida que vivemos nesta terra é temporária, mas a recompensa que nos espera na eternidade é eterna e inimaginável. 1 Coríntios 2:9, diz:

9 Mas, como está escrito: "As coisas que as coisas que as coisas não viram, nem ouvidos ouviram, nem subiram ao coração do homem, são as que Deus preparou para aqueles que o amam".

Saber que um dia seremos julgados por Deus e que nossas ações terão repercussões eternas deve ser uma motivação poderosa para vivermos uma vida digna de Seu chamado.

Evitar negar a Deus com nossas obras é um compromisso diário que requer esforço, dedicação e a ajuda constante do Espírito Santo. No entanto, as recompensas são infinitamente maiores do que os desafios. Ao viver uma vida de integridade, amor e serviço, não apenas glorificamos a Deus nesta terra, mas também nos preparamos para uma eternidade cheia de alegria e satisfação em Sua Presença.

Conclusão

Queridos irmãos e irmãs em Cristo, ao concluirmos este tópico sobre "Os fatos que negam a Deus", vimos como nossas ações podem, às vezes sem perceber, contradizer nossa profissão de fé. Exploramos o ensinamento de Tito 1:16, que nos adverte sobre a hipocrisia espiritual: "Professam conhecer a Deus, mas por suas obras o negam". Esta mensagem não é apenas um aviso, mas também um apelo urgente à introspecção e à ação.

Primeiro, devemos reconhecer nossa própria fraqueza e nossa necessidade constante da graça de Deus. As Escrituras nos dizem em 1 João 1:8-9: "Se dissermos que não temos pecado, enganamo-nos a nós mesmos, e a verdade não está em nós. Se confessarmos os nossos pecados, Ele é fiel e justo para nos perdoar os pecados e nos purificar de toda injustiça." Reconhecer nossas falhas é o primeiro passo para a restauração e consistência em nossa vida espiritual.

A nossa fé deve ser mais do que uma confissão de lábios; deve ser uma fé viva e activa, evidenciada pelas nossas acções quotidianas. Tiago 2:26 nos lembra: "Porque, assim como o corpo sem o espírito está morto, assim também a fé sem obras é morta". A verdadeira fé se manifesta em obras que glorificam a Deus, que refletem Seu Amor e Sua Justiça no mundo. Cada ação, por menor que seja, conta como um testemunho de nossa fé.

A coerência entre o que acreditamos e o que fazemos é essencial. Em Mateus 5:16, Jesus nos diz: "Assim resplandeça a vossa luz diante dos homens, para que vejam as vossas boas obras e glorifiquem a vosso Pai, que está nos céus". Viver consistentemente significa que nossas ações são um verdadeiro reflexo de nossa fé. Isso não apenas fortalece nosso testemunho pessoal, mas também edifica a comunidade de fé e atrai outros a Cristo.

Não podemos subestimar o papel do Espírito Santo em nossa vida diária. João 14:26 nos assegura que o Espírito Santo nos ensina todas as coisas e nos lembra de tudo o que Jesus nos disse. É através do poder do Espírito Santo que podemos viver vidas transformadas, guiadas por Sua sabedoria e força. Devemos buscar constantemente o enchimento do Espírito Santo para que possamos viver de acordo com os princípios do Reino de Deus.

Nossas ações têm um impacto profundo na comunidade ao nosso redor. Como igreja, somos o corpo de Cristo, e nossas ações, boas ou más, afetam todo o corpo. Paulo nos exorta em 1 Coríntios 12:26: "Portanto, se um membro sofre, todos os membros se entristecem com ele; e se um membro recebe honra, todos os membros se alegram com ele. Nosso comportamento, portanto, deve refletir o amor e a unidade que Cristo deseja para Sua igreja.

Viver uma vida consistente com nossa fé não é um esforço solitário. Precisamos de comunhão e apoio mútuo. Hebreus 10:24-25 nos encoraja a "considerar-nos uns aos outros para nos estimularmos uns aos outros ao amor e às boas obras, não deixando de nos reunir, como alguns têm o hábito, mas exortando-nos uns aos outros". Na comunidade de fé, encontramos a força e a coragem necessárias para permanecer fiéis à nossa profissão de fé.

Hoje, o apelo é claro. É um chamado para avaliar nossa vida, arrepender-nos de nossas inconsistências e comprometer-nos a viver de maneira a refletir nossa fé em Deus. É um chamado para deixar nossa luz brilhar, para que outros possam ver nossas boas obras e glorificar nosso Pai celestial.

Que cada um de nós reserve um momento para orar e pedir a Deus que revele quaisquer áreas em nossas vidas que precisem estar alinhadas com a Sua vontade. Que possamos buscar Sua orientação e força para viver de acordo com nossa fé, para que nossas vidas possam ser um testemunho vivo de Seu amor e Sua verdade.

Queridos irmãos e irmãs, o mundo precisa ver a realidade do evangelho em nossas vidas. Você precisa ver uma fé que é mais do que palavras, uma fé que se traduz em amor, justiça e misericórdia em ação. Sejamos aqueles embaixadores de Cristo que, com cada ação, refletem a esperança e a verdade do evangelho.

Rezemos juntos para que Deus nos fortaleça neste compromisso e nos guie no caminho da verdade e da vida eterna. Que Seu Espírito nos capacite a viver de maneiras que O honrem em tudo o que fazemos. Amém.

Oração

Querido Pai Celestial, nos aproximamos de Ti com corações humildes e agradecidos, reconhecendo Sua Grandeza, Sua Misericórdia e Seu Amor infinito. Nós Te agradecemos, Senhor, pela Tua Palavra, que é uma Lâmpada aos nossos pés e uma Luz no nosso caminho. Obrigado por nos ensinar hoje a importância de viver uma vida consistente com nossa fé e por nos mostrar como nossas ações podem negar Sua Presença e Autoridade em nossas vidas.

Senhor, pedimos seu perdão pelas vezes em que falhamos, pelas vezes em que nossas ações contradizem nossas palavras e nossas crenças. Perdoe-nos por qualquer hipocrisia, pela falta de fé e pelas vezes em que cedemos à tentação e desonramos o Teu nome.

Santo Pai, oramos para que o Senhor envie o Seu Espírito Santo para examinar nossos corações e nos revelar quaisquer áreas de nossas vidas que precisam ser transformadas. Ajudai-nos a viver em arrependimento sincero e a buscar o Vosso Perdão e a Vossa Orientação todos os dias. Queremos ser cumpridores da Tua Palavra e não apenas ouvintes, queremos que nossas vidas sejam um reflexo autêntico do Teu Amor e da Tua Graça.

Pedimos-Te, Senhor, que nos dês força e sabedoria para viver de acordo com os Teus Mandamentos. Que possamos ser completamente dependentes de Ti e do Teu Espírito para resistir às tentações e andar em santidade e justiça. Ajude-nos a permanecer firmes em nossa fé, apesar das dificuldades e desafios que enfrentamos neste mundo.

Pai, também pedimos que nos ajude a viver em comunhão e responsabilidade com nossos irmãos e irmãs em Cristo. Que possamos encorajar e apoiar uns aos outros no caminho da fé, estimulando-nos uns aos outros ao amor e às boas obras. Que nossa comunidade seja uma testemunha viva do Seu Reino e do Seu Amor Redentor.

Senhor Jesus Cristo, pedimos que nos guie em cada passo que damos. Que nossas ações, tanto em público quanto em privado, sejam um reflexo do Teu Amor e da Tua Verdade. Queremos ser a luz do mundo e o sal da terra, levando Sua Mensagem de esperança e salvação a todos ao nosso redor.

Pai, pedimos que nos mantenha sempre perto de Ti. Ajude-nos a permanecer em Ti, pois sabemos que sem Ti nada podemos fazer. Que nossas vidas sejam um testemunho constante de Seu Poder transformador e de Seu Amor Eterno.

Pedimos isso no poderoso Nome do Senhor Jesus Cristo, nosso Senhor e Salvador. Amém!

Que a Paz, a Justiça e o Amor de nosso Senhor e Salvador Jesus Cristo estejam com cada um de nós. Amém!