Introducción

Hermano y Hermana, imagina que estás en un lugar donde la perfección lo rodea todo: el aire es puro, se respira paz, y la belleza de la Creación de Dios se despliega ante tus ojos. Estás en un Jardín, pero no cualquier jardín. Este es el Jardín del Edén, el lugar donde Dios mismo caminaba junto al hombre. Y allí, en el corazón de este paraíso, se encuentra el Árbol. No es un árbol común; sus ramas se extienden hacia el cielo, sus hojas brillan con un resplandor celestial, y sus frutos prometen algo más allá de lo que podemos imaginar: ¡Vida Eterna!

Este Árbol de la Vida no es solo una figura poética o una imagen decorativa ni mística. Es un símbolo profundo, cargado de significado, que aparece en las primeras páginas de la Biblia y que se extiende hasta el último libro. Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Árbol de la Vida nos habla de la Vida Eterna, de la comunión con Dios, y del destino final de la humanidad.

Pero, ¿qué significa realmente el Árbol de la Vida? ¿Por qué aparece en la historia de la humanidad desde el principio hasta el final? ¿Y cómo se conecta con nuestras vidas hoy? Estas son las preguntas que exploraremos juntos, mientras descubrimos no solamente qué es el Árbol de la Vida, sino a Quién realmente representa y cómo podemos encontrar en Él la promesa de Vida Eterna que Dios tiene para nosotros.

Así que prepárense para un viaje a través de la Escritura, uno que nos llevará desde el Jardín del Edén, a través del sacrificio de Cristo, hasta el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva, donde el Árbol de la Vida nos espera con la promesa de una Eternidad en la Presencia de nuestro Creador. ¡Este es un viaje que cambiará tu perspectiva, fortalecerá tu fe, y te revelará la grandeza del Plan de Dios para la Vida Eterna!  Acompáñame en este viaje espiritual mientras desentrañamos el misterio del Árbol de la Vida, te descubriremos a Quién representa, y encontraremos dónde lo podemos hallar hoy, no solo en las páginas de la Biblia, sino en la vida misma de cada creyente. ¡Abramos nuestros corazones y nuestras mentes para recibir la Revelación de Dios a través de Su Palabra!

Apocalipsis 22:1-2:

1DESPUÉS me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

2En el medio de la plaza de ella, y de la una y de la otra parte del río, estaba el árbol de vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

El Árbol de la Vida en el Jardín del Edén: Un Símbolo de Vida Eterna

El Jardín del Edén es más que un simple lugar físico; es un símbolo de la perfecta comunión entre Dios y la humanidad. Dentro de este paraíso, Dios proveyó todo lo necesario para que el hombre viviera en paz, alegría y prosperidad. En medio de este jardín, Dios plantó árboles que tenían un significado espiritual profundo: el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, y el Árbol de la Vida.

9Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal.

[Génesis 2:9]

Dios, en su Amor y Sabiduría, no solo creó un entorno donde la humanidad pudiera prosperar físicamente, sino que también proveyó la posibilidad de Vida Eterna a través del Árbol de la Vida. Este Árbol simboliza la inmortalidad, un Regalo Divino que estaba al alcance de Adán y Eva si permanecían en obediencia y comunión con Dios.

El Árbol de la Vida no era un árbol común; representaba la Vida Eterna, una vida que iba más allá de la existencia física. Este Árbol estaba destinado a ser la fuente continua de vida para Adán y Eva, siempre y cuando ellos vivieran en obediencia a los Mandamientos de Dios.

22Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre:

[Génesis 3:22]

Aquí vemos que después de que Adán y Eva cayeron en pecado, Dios en su Misericordia les impidió el acceso al Árbol de la Vida. Aunque esto puede parecer un acto de juicio, en realidad es una Manifestación del Amor de Dios. Si Adán y Eva hubieran comido del Árbol de la Vida en su estado caído, habrían vivido eternamente en un estado de pecado y separación de Dios. Por lo tanto, Dios les impidió tomar de este Árbol hasta que el Plan de Redención a través de Cristo fuera completado.

La desobediencia de Adán y Eva resultó en la pérdida del acceso al Árbol de la Vida, y por ende, a la Vida Eterna que representaba. Esta separación física del Árbol simboliza la separación espiritual de Dios, una separación que afectó no solo a Adán y Eva, sino a toda la humanidad.

24Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía a todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

[Génesis 3:24]

Este versículo nos muestra que el acceso al Árbol de la Vida fue sellado, y la humanidad quedó en un estado de mortalidad. Pero incluso en ese estado de juicio, vemos una promesa implícita: el camino al Árbol de la Vida no estaba cerrado para siempre. Dios tenía un Plan para restaurar la comunión y el acceso a la Vida Eterna.

Aunque el acceso al Árbol de la Vida fue cerrado temporalmente, Dios prometió un Salvador que abriría de nuevo el camino a la Vida Eterna. El Árbol de la Vida en el Edén es una prefiguración de Cristo, quien en su sacrificio y resurrección se convirtió en la Fuente de Vida Eterna para todos los que creen en Él.

11Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

12El que tiene al Hijo, tiene la vida: el que no tiene la Hijo de Dios, no tiene la vida.

[1 Juan 5:11-12]

Así como el Árbol de la Vida en el Edén ofrecía la promesa de Vida Eterna, Jesucristo, a través de su Obra Redentora, nos ofrece acceso a la Vida Eterna que se perdió en el Edén. El Árbol de la Vida en el Edén nos señala hacia Cristo, quien es el cumplimiento de esa promesa de vida eterna.

Cristo, el Verdadero Árbol de la Vida

Desde el principio, la Escritura nos señala que el Árbol de la Vida es un símbolo de la Vida Eterna que Dios ofrece a la humanidad. En el Nuevo Testamento, se revela que Vida Eterna no es solo un concepto abstracto, sino que está personificada en Jesucristo. Jesús es la encarnación misma de la Vida Eterna y la manifestación tangible del Amor y la Redención de Dios.

6Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.

[Juan 14:6]

Aquí, el Señor Jesucristo se declara a sí mismo como “la vida”, indicando que la Vida Eterna, representada por el Árbol de la Vida en el Edén, ahora se encuentra en Él. El Señor Jesucristo no es simplemente un maestro o un profeta; Él es la fuente de Vida Eterna. Como el Árbol de la Vida ofrecía inmortalidad en el Edén, ahora Jesucristo ofrece la Vida Eterna a todos aquellos que creen en Él.

Jesucristo no solo ofrece Vida Eterna en el futuro, sino que también nos invita a vivir una vida abundante en el presente. Esta abundancia es el fruto que nace de una vida en comunión con Él, un fruto que se manifiesta en cada aspecto de nuestra existencia.

10El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

[Juan 10:10]

El propósito de Cristo al venir al mundo es restaurar lo que el pecado había destruido. Él vino para devolvernos la Vida que se perdió en el Edén, una Vida que no solo es Eterna, sino también rica y plena en el presente. Esta Vida abundante es una expresión del Poder Vivificante de Cristo, el verdadero Árbol de la Vida.

Para disfrutar de la Vida Eterna que Cristo ofrece, es esencial permanecer en Él, de la misma manera que Adán y Eva debieron permanecer en obediencia para acceder al Árbol de la Vida. Jesucristo usa la metáfora de la vid y los pámpanos para ilustrar esta relación vital entre Él y Sus Seguidores.

5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.

[Juan 15:5]

En esta enseñanza, el Señor subraya que la Vida Espiritual y la capacidad de dar fruto dependen completamente de nuestra conexión con Él. Así como los pámpanos necesitan estar unidos a la vid para vivir, nosotros debemos estar unidos a Cristo para experimentar la Vida Eterna. Separados de Él, estamos espiritualmente muertos; pero al permanecer en Él, estamos conectados al verdadero Árbol de la Vida, y por ende, recibimos la Vida Eterna.

La cruz de Cristo, aunque símbolo de sufrimiento y muerte, también puede ser vista como el Árbol de la Vida en el que Cristo, al dar su vida, nos ofrece la redención y la Vida Eterna. La madera de la cruz, que fue un instrumento de muerte, se transforma en un instrumento de vida para todos los que creen.

24El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados.

[1 Pedro 2:24]

La cruz es el lugar donde el poder del pecado y la muerte fue quebrantado, y donde el acceso al Árbol de la Vida fue reabierto para toda la humanidad. En la cruz, Jesús no solo pagó el precio por nuestros pecados, sino que también nos otorgó acceso a la Vida Eterna. Por medio de Su Sacrificio, la cruz se convierte en el Árbol de la Vida para todos los que se acercan a Él en fe.

En el libro de Apocalipsis, vemos que el Árbol de la Vida reaparece en la Nueva Jerusalén, pero ahora no es solo un símbolo; es una realidad presente en la Plenitud de la Redención Final. Aquí, el Árbol de la Vida representa la culminación del Plan Redentor de Dios en Cristo.

1DESPUÉS me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

2En el medio de la plaza de ella, y de la una y de la otra parte del río, estaba el árbol de vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

[Apocalipsis 22:1-2]

Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y en la Nueva Jerusalén, Él es también el centro de la Vida Eterna para todos los redimidos. El Árbol de la Vida, que había sido inaccesible desde la caída en el pecado en el Huerto del Edén, ahora es accesible para todos aquellos que hemos sido lavados en la sangre del Cordero. Aquí, el Árbol de la Vida es una promesa cumplida, y las hojas de este árbol son para la sanidad de las naciones, indicando la restauración completa y final de todas las cosas en Cristo.

El Árbol de la Vida en el Cielo Nuevo y Tierra Nueva

El concepto del Árbol de la Vida no se limita al Jardín del Edén ni se agota en la figura de Cristo como la fuente de Vida Eterna. La Escritura nos lleva a una visión gloriosa del futuro, donde el Árbol de la Vida aparece nuevamente, esta vez en el contexto del Cielo Nuevo y Tierra Nueva. Esta es una promesa de un nuevo comienzo, donde todas las cosas son restauradas, y la creación regresa a su estado perfecto, libre de pecado, dolor y muerte.

1Y VI un cielo nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera tierra se fueron, y el mar ya no es.

[Apocalipsis 21:1]

La visión que tuvo Juan en Apocalipsis revela el clímax de la historia redentora de Dios, donde Él crea un nuevo cielo y una nueva tierra para su pueblo redimido. En este nuevo estado de existencia, el Árbol de la Vida reaparece como un símbolo central de la Vida Eterna y la Restauración Total que Dios ha preparado para aquellos que le aman.

En la Nueva Jerusalén, el Árbol de la Vida no es simplemente una imagen simbólica, sino una realidad viva en medio del pueblo de Dios. Este Árbol, que fue inaccesible después de la caída de la humanidad, ahora es accesible a todos los redimidos, proporcionando Vida y Sanidad perpetuas.

1DESPUÉS me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

2En el medio de la plaza de ella, y de la una y de la otra parte del río, estaba el árbol de vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

[Apocalipsis 22:1-2]

Esta imagen es rica en significado. El río de agua de vida que fluye del Trono de Dios y del Cordero simboliza la Vida Abundante y Eterna que fluye directamente de Dios mismo. El Árbol de la Vida, que crece a ambos lados del río, produce doce tipos de frutos, uno para cada mes, lo que indica una provisión constante e inagotable. Las hojas del árbol, que son para la sanidad de las naciones, sugieren que en el Nuevo Orden de Dios, toda enfermedad, división, y maldad serán finalmente erradicadas, y la Plenitud de la Sanidad Divina será experimentada por todos.

El acceso al Árbol de la Vida es la recompensa prometida a aquellos que permanecen fieles a Cristo. Esta promesa es una fuente de esperanza para todos los creyentes, que a través de su fe en Cristo, serán vencedores y participarán de las bendiciones eternas que Dios ha preparado.

7El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

[Apocalipsis 2:7]

Aquí, el Señor promete el acceso al Árbol de la Vida a los que vencen, es decir, a los que perseveran en la fe hasta el final. Comer del Árbol de la Vida es una metáfora de recibir la Vida Eterna en su Plenitud, una vida libre de toda maldición, llena de gozo y comunión Perfecta con Dios. Este acceso restaurado al Árbol de la Vida es un retorno a la comunión Perfecta que existía en el Edén, pero ahora en un estado mucho más Sublime y de Gloria Eterna.

El Árbol de la Vida en el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva es más que una simple restauración de lo que se perdió en el Edén; es el cumplimiento final y glorioso del Plan de Redención de Dios. En este nuevo estado de existencia, los creyentes vivirán eternamente en la Presencia de Dios, disfrutando de la Vida Eterna que siempre fue Su Intención.

3Y no habrá más maldición; sino que el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán.

4Y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes.

5Y allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de lumbre de antorcha, ni de lumbre de sol: porque el Señor Dios los alumbrará: y reinarán para siempre jamás.

[Apocalipsis 22:3-5]

La ausencia de la maldición, ver el Rostro de Dios, y la Luz Eterna que proviene de Él son todos elementos que nos muestran que la Vida Eterna en la Nueva Jerusalén es una Vida de Plenitud Completa en la Presencia de Dios. El Árbol de la Vida en este contexto es un recordatorio constante de la Gracia y la Bondad de Dios, y de la realidad de la Vida Eterna que los creyentes disfrutarán por toda la Eternidad.

La Nueva Jerusalén, con el Árbol de la Vida en su centro, es un Edén restaurado, pero con una Gloria y Plenitud que superan el estado original del Edén de una tierra recompuesta. Es la culminación de la historia bíblica, donde Dios habita con Su Pueblo en una comunión Perfecta y Eterna.

3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos.

4Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas.

[Apocalipsis 21:3-4]

Este pasaje enfatiza la restauración completa de la creación y la relación entre Dios y la humanidad. La presencia del Árbol de la Vida en la Nueva Jerusalén simboliza la Vida Eterna y Bendecida que los creyentes disfrutaremos en esta Ciudad Celestial, donde Dios morará con ellos para siempre.

Conclusión

El Árbol de la Vida en el Jardín del Edén no solo era un símbolo de la inmortalidad que Dios ofrecía, sino que también prefiguraba el Plan Redentor de Dios en Cristo Jesús. Aunque el acceso a este árbol fue temporalmente cerrado debido al pecado, Dios en su misericordia abrió un nuevo camino a la Vida Eterna a través de Su Hijo. El Árbol de la Vida nos recuerda que la verdadera Vida Eterna solo se encuentra en Cristo, quien es la Vid Verdadera, el Pan de Vida, y el único Camino al Padre.

Jesucristo es el verdadero Árbol de la Vida, en quien se cumple la promesa de Vida Eterna que Dios hizo desde el principio. A través de su vida, muerte y resurrección, el Señor Jesucristo nos ha abierto el camino para acceder a esta Vida Eterna. Como creyentes, estamos llamados a permanecer en Él, para que podamos experimentar la Plenitud de Vida que Él nos ofrece tanto ahora como en la Eternidad. Cristo es la Fuente de Vida Abundante, el Redentor que nos conecta de nuevo con el Árbol de la Vida, y el Señor Glorificado que reinará por siempre en la Nueva Jerusalén. ¡En Él encontramos nuestra Esperanza, nuestro Sustento y nuestra Vida Eterna!

El Árbol de la Vida en el Cielo Nuevo y Tierra Nueva es el símbolo culminante de la Vida Eterna y la Sanidad Total que Dios ofrece a Su Pueblo redimido. En este Nuevo Orden, la creación es restaurada, la maldición es eliminada, y el acceso al Árbol de la Vida es un recordatorio perpetuo de la fidelidad de Dios y Su Deseo de Comunión Eterna con nosotros. El acceso a este Árbol, que se perdió por el pecado, ahora es accesible para siempre en la Nueva Jerusalén, representando la culminación del Plan Redentor de Dios en Cristo, y la promesa de una Eternidad llena de paz, gozo, y vida en la Presencia de nuestro Creador.

Oración 

Amado Padre Celestial, venimos ante Ti con corazones llenos de gratitud por la revelación de Tu Palabra y el entendimiento de lo que verdaderamente significa el Árbol de la Vida. Te damos gracias porque, a través de Cristo, el verdadero Árbol de la Vida, nos has concedido acceso a la Vida Eterna y a la Plenitud de la Vida Abundante. Señor, reconocemos que separados de Ti nada podemos hacer, y hoy nos rendimos completamente a Tu Amor, Gracia y Misericordia.

Te pedimos que nos ayudes a permanecer en Cristo, para que nuestras vidas den fruto en abundancia, y que vivamos cada día con la esperanza y certeza de que un día disfrutaremos de la Plenitud de Tu Presencia en el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva. Señor, gracias por el Sacrificio para nuestra redención total y plena, donde nos abriste el camino a la Vida Eterna y restauraste nuestra comunión contigo.

Padre, que la visión de la Nueva Jerusalén, donde el Árbol de la Vida florece Eternamente, sea siempre una fuente de esperanza para nosotros, mientras esperamos con fe el día en que enjugarás toda lágrima de nuestros ojos y viviremos en Tu Gloria por los siglos de los siglos.

Que Tu paz, que sobrepasa todo entendimiento, guarde nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. Y que Tu Santo Espíritu nos guíe cada día, fortaleciendo nuestra fe, renovando nuestro amor por Ti.

En el Nombre de nuestro Señor y Salvador, el Señor Jesucristo. ¡Amén!

Introduction

Brother and Sister, imagine that you are in a place where perfection surrounds everything: the air is pure, there is peace, and the beauty of God's Creation unfolds before your eyes. You are in a garden, but not just any garden. This is the Garden of Eden, the place where God himself walked alongside man. And there, in the heart of this paradise, is the Tree. It is not an ordinary tree; its branches reach out into the sky, its leaves shine with a heavenly radiance, and its fruits promise something beyond what we can imagine: Eternal Life!

This Tree of Life is not just a poetic figure or a decorative or mystical image. It is a profound symbol, charged with meaning, which appears in the first pages of the Bible and extends to the last book. From Genesis to Revelation, the Tree of Life tells us about Eternal Life, communion with God, and the ultimate destiny of humanity.

But what does the Tree of Life really mean? Why does it appear in the history of humanity from the beginning to the end? And how does it connect to our lives today? These are the questions we will explore together, as we discover not only what the Tree of Life is, but Who it truly represents and how we can find in Him the promise of Eternal Life that God has for us.

So get ready for a journey through Scripture, one that will take us from the Garden of Eden, through Christ's sacrifice, to the New Heaven and the New Earth, where the Tree of Life awaits us with the promise of an Eternity in the Presence of our Creator. This is a journey that will change your perspective, strengthen your faith, and reveal to you the greatness of God's Plan for Eternal Life!  Join me on this spiritual journey as we unravel the mystery of the Tree of Life, we will discover to you Who it represents, and we will find where we can find it today, not only in the pages of the Bible, but in the very life of every believer. Let us open our hearts and minds to receive God's Revelation through His Word!

Revelation 22:1-2:

1 Then he showed me a clean river of water of life, shining like crystal, coming out of the throne of God and the Lamb.

2 In the middle of the marketplace of it, and on both sides of the river, was the tree of life, bearing twelve fruits, yielding its fruit every month, and the leaves of the tree were for the healing of the nations.

The Tree of Life in the Garden of Eden: A Symbol of Eternal Life

The Garden of Eden is more than just a physical place; it is a symbol of the perfect communion between God and humanity. Within this paradise, God provided everything necessary for man to live in peace, joy and prosperity. In the midst of this garden, God planted trees that had deep spiritual significance: the Tree of the Knowledge of Good and Evil, and the Tree of Life.

9 And the LORD God had caused to grow out of the ground every tree that was delightful to the eye, and good for food, including the tree of life in the midst of the garden, and the tree of the knowledge of good and evil.

[Genesis 2:9]

God, in His Love and Wisdom, not only created an environment where mankind could thrive physically, but He also provided the possibility of Eternal Life through the Tree of Life. This Tree symbolizes immortality, a Divine Gift that was within the reach of Adam and Eve if they remained in obedience and communion with God.

The Tree of Life was no ordinary tree; it represented Eternal Life, a life that went beyond physical existence. This Tree was meant to be the continual source of life for Adam and Eve, as long as they lived in obedience to God's Commandments.

22 And the Lord God said, Behold, man is like one of Us, knowing good and evil: now, therefore, lest he stretch out his hand, and take also of the tree of life, and eat, and live forever:

[Genesis 3:22]

Here we see that after Adam and Eve fell into sin, God in His Mercy prevented them from accessing the Tree of Life. Although this may seem like an act of judgment, it is actually a Manifestation of God's Love. If Adam and Eve had eaten from the Tree of Life in their fallen state, they would have lived eternally in a state of sin and separation from God. Therefore, God prevented them from taking from this Tree until the Plan of Redemption through Christ was completed.

Adam and Eve's disobedience resulted in the loss of access to the Tree of Life, and thus to the Eternal Life it represented. This physical separation from the Tree symbolizes spiritual separation from God, a separation that affected not only Adam and Eve, but all of humanity.

24 So he drove the man out, and set cherubim on the east side of the Garden of Eden, and a flaming sword that swung on all sides, to guard the way to the tree of life.

[Genesis 3:24]

This verse shows us that access to the Tree of Life was sealed, and mankind was left in a state of mortality. But even in that state of judgment, we see an implicit promise: the path to the Tree of Life was not closed forever. God had a Plan to restore fellowship and access to Eternal Life.

Although access to the Tree of Life was temporarily closed, God promised a Savior who would reopen the way to Eternal Life. The Tree of Life in Eden is a prefiguration of Christ, who in His sacrifice and resurrection became the Source of Eternal Life for all who believe in Him.

11 And this is the testimony, that God has given us eternal life; and this life is in his Son.

12He who has the Son has life; he who does not have the Son of God does not have life.

[1 John 5:11-12]

Just as the Tree of Life in Eden offered the promise of Eternal Life, Jesus Christ, through His Redemptive Work, offers us access to the Eternal Life that was lost in Eden. The Tree of Life in Eden points us to Christ, who is the fulfillment of that promise of eternal life.

Christ, the True Tree of Life

From the beginning, Scripture points out to us that the Tree of Life is a symbol of the Eternal Life that God offers to humanity. In the New Testament, it is revealed that Eternal Life is not just an abstract concept, but is personified in Jesus Christ. Jesus is the very embodiment of Eternal Life and the tangible manifestation of God's Love and Redemption.

6 Jesus says to him, "I am the way, and the truth, and the life: no one comes to the Father except through me."

[John 14:6]

Here, the Lord Jesus Christ declares Himself to  be "life," indicating that Eternal Life, represented by the Tree of Life in Eden, is now found in Him. The Lord Jesus Christ is not simply a teacher or a prophet. He is the source of Eternal Life. As the Tree of Life offered immortality in Eden, now Jesus Christ offers Eternal Life to all who believe in Him.

Jesus Christ not only offers Eternal Life in the future, but He also invites us to live an abundant life in the present. This abundance is the fruit that is born of a life in communion with Him, a fruit that is manifest in every aspect of our existence.

10 A thief comes only to steal, and to kill, and to destroy: I have come that they may have life, and that they may have it abundantly.

[John 10:10]

Christ's purpose in coming into the world is to restore what sin had destroyed. He came to give us back the Life that was lost in Eden, a Life that is not only Eternal, but also rich and full in the present. This abundant Life is an expression of the Life-Giving Power of Christ, the true Tree of Life.

To enjoy the Eternal Life that Christ offers, it is essential to abide in Him, just as Adam and Eve had to remain in obedience to access the Tree of Life. Jesus Christ uses the metaphor of the vine and branches to illustrate this vital relationship between Himself and His Followers.

5 I am the vine, you are the branches: he who is in me, and I in him, this one bears much fruit; for without me you can do nothing.

[John 15:5]

In this teaching, the Lord emphasizes that the Spiritual Life and the ability to bear fruit depend entirely on our connection with Him. Just as branches need to be united to the vine in order to live, we must be united to Christ in order to experience Eternal Life. Separated from Him, we are spiritually dead; but by abiding in Him, we are connected to the true Tree of Life, and thus, we receive Eternal Life.

The cross of Christ, although a symbol of suffering and death, can also be seen as the Tree of Life in which Christ, by giving his life, offers us redemption and Eternal Life. The wood of the cross, which was an instrument of death, is transformed into an instrument of life for all who believe.

24 Who himself bore our sins in his body on the tree, that we being put to sins dead might live to righteousness, by the wound of which you have been healed.

[1 Peter 2:24]

The cross is the place where the power of sin and death was broken, and where access to the Tree of Life was reopened to all mankind. On the cross, Jesus not only paid the price for our sins, but also granted us access to Eternal Life. Through His Sacrifice, the cross becomes the Tree of Life for all who come to Him in faith.

In the book of Revelation, we see the Tree of Life reappear in the New Jerusalem, but now it is not just a symbol; it is a reality present in the Fullness of the Final Redemption. Here, the Tree of Life represents the culmination of God's Redemptive Plan in Christ.

1 Then he showed me a clean river of water of life, shining like crystal, coming out of the throne of God and the Lamb.

2 In the middle of the marketplace of it, and on both sides of the river, was the tree of life, bearing twelve fruits, yielding its fruit every month, and the leaves of the tree were for the healing of the nations.

[Revelation 22:1-2]

Christ is the Lamb of God who takes away the sin of the world, and in the New Jerusalem, He is also the center of Eternal Life for all the redeemed. The Tree of Life, which had been inaccessible since the fall into sin in the Garden of Eden, is now accessible to all of us who have been washed in the blood of the Lamb. Here, the Tree of Life is a promise fulfilled, and the leaves of this tree are for the healing of the nations, indicating the complete and final restoration of all things in Christ.

The Tree of Life in the New Heaven and New Earth

The concept of the Tree of Life is not limited to the Garden of Eden nor is it exhausted in the figure of Christ as the source of Eternal Life. Scripture leads us to a glorious vision of the future, where the Tree of Life appears again, this time in the context of the New Heaven and New Earth. This is a promise of a new beginning, where all things are restored, and creation returns to its perfect state, free from sin, pain, and death.

1 And I saw a new heaven, and a new earth: for the first heaven and the first earth are gone, and the sea is no more.

[Revelation 21:1]

John's vision in Revelation reveals the climax of God's redemptive story, where He creates a new heaven and a new earth for His redeemed people. In this new state of existence, the Tree of Life reappears as a central symbol of the Eternal Life and Total Restoration that God has prepared for those who love Him.

In the New Jerusalem, the Tree of Life is not merely a symbolic image, but a living reality in the midst of God's people. This Tree, which was inaccessible after the fall of humanity, is now accessible to all the redeemed, providing perpetual Life and Healing.

1 Then he showed me a clean river of water of life, shining like crystal, coming out of the throne of God and the Lamb.

2 In the middle of the marketplace of it, and on both sides of the river, was the tree of life, bearing twelve fruits, yielding its fruit every month, and the leaves of the tree were for the healing of the nations.

[Revelation 22:1-2]

This image is rich in meaning. The river of water of life flowing from the Throne of God and the Lamb symbolizes the Abundant and Eternal Life flowing directly from God Himself. The Tree of Life, which grows on both sides of the river, produces twelve types of fruit, one for each month, indicating a constant and inexhaustible supply. The leaves of the tree, which are for the healing of the nations, suggest that in God's New Order, all sickness, division, and evil will eventually be eradicated, and the Fullness of Divine Healing will be experienced by all.

Access to the Tree of Life is the reward promised to those who remain faithful to Christ. This promise is a source of hope for all believers, who through their faith in Christ, will be overcomers and partake of the eternal blessings that God has prepared.

7 He who has an ear, let him hear what the Spirit says to the churches. To him that overcometh, I will give to eat of the tree of life, which is in the midst of the paradise of God.

[Revelation 2:7]

Here, the Lord promises access to the Tree of Life to those who overcome, that is, to those who persevere in faith to the end. Eating from the Tree of Life is a metaphor for receiving Eternal Life in its Fullness, a life free from all curses, full of joy and Perfect communion with God. This restored access to the Tree of Life is a return to the Perfect communion that existed in Eden, but now in a much more Sublime state and Eternal Glory.

The Tree of Life in the New Heaven and the New Earth is more than just a restoration of what was lost in Eden; it is the final and glorious fulfillment of God's plan of redemption. In this new state of existence, believers will live eternally in the Presence of God, enjoying the Eternal Life that was always His Intention.

3 And there shall be no more curse; but the throne of God and of the Lamb will be in her, and her servants will serve her.

4 And they will see his face; and his name will be on their foreheads.

5 And there will be no more night; and they have no need of the light of a torch, nor of the light of the sun: for the Lord God will give them light: and they will reign forever and ever.

[Revelation 22:3-5]

The absence of the curse, seeing the Face of God, and the Eternal Light that comes from Him are all elements that show us that Eternal Life in the New Jerusalem is a Life of Complete Fullness in the Presence of God. The Tree of Life in this context is a constant reminder of God's Grace and Goodness, and of the reality of Eternal Life that believers will enjoy for all Eternity.

The New Jerusalem, with the Tree of Life at its center, is a restored Eden, but with a Glory and Fullness that surpasses the original Eden state of a recomposed earth. It is the culmination of the biblical story, where God dwells with His People in a Perfect and Eternal fellowship.

3 And I heard a loud voice from heaven saying, Behold, the tabernacle of God is with men, and it will dwell with them; and they shall be his people, and God himself shall be their God with them.

4 And God will wipe away every tear from their eyes; and death will be no more; and there shall be no more weeping, nor crying, nor pain: for the former things are past.

[Revelation 21:3-4]

This passage emphasizes the complete restoration of creation and the relationship between God and humanity. The presence of the Tree of Life in the New Jerusalem symbolizes the Eternal and Blessed Life that believers will enjoy in this Celestial City, where God will dwell with them forever.

Conclusion

The Tree of Life in the Garden of Eden was not only a symbol of the immortality God offered, but it also foreshadowed God's redemptive plan in Christ Jesus. Although access to this tree was temporarily closed due to sin, God in His mercy opened a new path to Eternal Life through His Son. The Tree of Life reminds us that true Eternal Life is only found in Christ, who is the True Vine, the Bread of Life, and the only Way to the Father.

Jesus Christ is the true Tree of Life, in whom is fulfilled the promise of Eternal Life that God made from the beginning. Through his life, death, and resurrection, the Lord Jesus Christ has opened the way for us to access this Eternal Life. As believers, we are called to abide in Him, so that we can experience the Fullness of Life that He offers us both now and in Eternity. Christ is the Source of Abundant Life, the Redeemer who connects us back to the Tree of Life, and the Glorified Lord who will reign forever in the New Jerusalem. In Him we find our Hope, our Sustenance, and our Eternal Life!

The Tree of Life in the New Heaven and New Earth is the culminating symbol of the Eternal Life and Total Healing that God offers to His redeemed People. In this New Order, creation is restored, the curse is removed, and access to the Tree of Life is a perpetual reminder of God's faithfulness and His Desire for Eternal Communion with us. Access to this Tree, which was lost to sin, is now forever accessible in the New Jerusalem, representing the culmination of God's Redemptive Plan in Christ, and the promise of an Eternity filled with peace, joy, and life in the Presence of our Creator.

Prayer

Dear Heavenly Father, we come before You with hearts full of gratitude for the revelation of Your Word and the understanding of what the Tree of Life truly means. We thank you that, through Christ, the true Tree of Life, you have granted us access to Eternal Life and the Fullness of Abundant Life. Lord, we recognize that apart from You we can do nothing, and today we surrender completely to Your Love, Grace, and Mercy.

We ask You to help us abide in Christ, so that our lives may bear fruit in abundance, and that we will live each day with the hope and assurance that one day we will enjoy the Fullness of Your Presence in the New Heaven and the New Earth. Lord, thank you for the Sacrifice for our total and full redemption, where you opened the way for us to Eternal Life and restored our fellowship with you.

Father, may the vision of the New Jerusalem, where the Tree of Life blooms Eternally, always be a source of hope for us, as we look forward in faith to the day when You will wipe away every tear from our eyes and live in Your Glory forever and ever.

May Your peace, which surpasses all understanding, guard our hearts and our minds in Christ Jesus. And may Your Holy Spirit guide us each day, strengthening our faith, renewing our love for You.

In the Name of our Lord and Savior, the Lord Jesus Christ. Amen!

Introduction

Frère et sœur, imaginez que vous êtes dans un endroit où la perfection entoure tout : l'air est pur, il y a la paix et la beauté de la Création de Dieu se déploie devant vos yeux. Vous êtes dans un jardin, mais pas n'importe lequel. C'est le jardin d'Eden, le lieu où Dieu lui-même a marché aux côtés de l'homme. Et là, au cœur de ce paradis, se trouve l'Arbre. Ce n'est pas un arbre ordinaire ; ses branches s'élèvent vers le ciel, ses feuilles brillent d'un rayonnement céleste et ses fruits promettent quelque chose au-delà de ce que nous pouvons imaginer : la vie éternelle !

Cet Arbre de Vie n'est pas seulement une figure poétique ou une image décorative ou mystique. C'est un symbole profond, chargé de sens, qui apparaît dans les premières pages de la Bible et s'étend jusqu'au dernier livre. De la Genèse à l'Apocalypse, l'Arbre de Vie nous parle de la Vie éternelle, de la communion avec Dieu et de la destinée ultime de l'humanité.

Mais que signifie vraiment l'Arbre de Vie ? Pourquoi apparaît-il dans l'histoire de l'humanité du début à la fin ? Et comment se connecte-t-il à nos vies aujourd'hui ? Ce sont les questions que nous explorerons ensemble, alors que nous découvrons non seulement ce qu'est l'Arbre de Vie, mais aussi qui il représente vraiment et comment nous pouvons trouver en Lui la promesse de la Vie Éternelle que Dieu a pour nous.

Préparez-vous donc pour un voyage à travers l'Écriture, un voyage qui nous mènera du jardin d'Eden, par le sacrifice du Christ, au Nouveau Ciel et à la Nouvelle Terre, où l'Arbre de Vie nous attend avec la promesse d'une éternité en présence de notre Créateur. C'est un voyage qui changera votre perspective, fortifiera votre foi et vous révélera la grandeur du plan de Dieu pour la vie éternelle !  Rejoignez-moi dans ce voyage spirituel alors que nous dévoilons le mystère de l'Arbre de Vie, nous découvrirons pour vous Qui il représente, et nous trouverons où nous pouvons le trouver aujourd'hui, non seulement dans les pages de la Bible, mais dans la vie même de chaque croyant. Ouvrons nos cœurs et nos esprits pour recevoir la Révélation de Dieu à travers Sa Parole !

Apocalypse 22:1-2 :

1 Puis il me montra un fleuve d'eau pure, de vie, brillant comme du cristal, sortant du trône de Dieu et de l'Agneau.

2 Au milieu de la place publique, et des deux côtés du fleuve, était l'arbre de vie, portant douze fruits, donnant ses fruits tous les mois, et les feuilles de l'arbre étaient pour la guérison des nations.

L'arbre de vie dans le jardin d'Eden : un symbole de vie éternelle

Le jardin d'Eden est plus qu'un simple lieu physique ; c'est un symbole de la communion parfaite entre Dieu et l'humanité. Dans ce paradis, Dieu a pourvu à tout ce qui est nécessaire pour que l'homme vive dans la paix, la joie et la prospérité. Au milieu de ce jardin, Dieu a planté des arbres qui avaient une profonde signification spirituelle : l'Arbre de la Connaissance du Bien et du Mal, et l'Arbre de Vie.

9 Et l'Éternel Dieu avait fait pousser de la terre tous les arbres qui étaient agréables à l'œil et bons à manger, l'arbre de vie au milieu du jardin, et l'arbre de la connaissance du bien et du mal.

(Genèse 2:9)

Dieu, dans Son Amour et Sa Sagesse, a non seulement créé un environnement où l'humanité pouvait s'épanouir physiquement, mais Il a également fourni la possibilité de la Vie Éternelle à travers l'Arbre de Vie. Cet arbre symbolise l'immortalité, un don divin qui était à la portée d'Adam et Eve s'ils restaient dans l'obéissance et la communion avec Dieu.

L'Arbre de Vie n'était pas un arbre ordinaire ; elle représentait la vie éternelle, une vie qui allait au-delà de l'existence physique. Cet arbre était censé être la source continuelle de vie pour Adam et Ève, tant qu'ils vivaient dans l'obéissance aux commandements de Dieu.

22 Et le Seigneur Dieu dit : Voici, l'homme est comme l'un de nous, connaissant le bien et le mal ; maintenant donc, de peur qu'il n'étende la main, et qu'il ne prenne aussi de l'arbre de vie, qu'il ne mange et qu'il ne vive éternellement,

[Genèse 3:22]

Ici, nous voyons qu'après qu'Adam et Eve soient tombés dans le péché, Dieu, dans Sa miséricorde, les a empêchés d'accéder à l'Arbre de Vie. Bien que cela puisse sembler être un acte de jugement, il s'agit en fait d'une manifestation de l'amour de Dieu. Si Adam et Ève avaient mangé de l'Arbre de Vie dans leur état déchu, ils auraient vécu éternellement dans un état de péché et de séparation d'avec Dieu. Par conséquent, Dieu les a empêchés de prendre de cet arbre jusqu'à ce que le Plan de la Rédemption par Christ soit achevé.

La désobéissance d'Adam et Ève a entraîné la perte de l'accès à l'Arbre de Vie, et donc à la Vie Éternelle qu'il représentait. Cette séparation physique d'avec l'Arbre symbolise la séparation spirituelle d'avec Dieu, une séparation qui a affecté non seulement Adam et Eve, mais toute l'humanité.

24 Il chassa donc l'homme, et il plaça des chérubins à l'orient du jardin d'Éden, et une épée flamboyante qui se balançait de tous côtés, pour garder le chemin de l'arbre de vie.

[Genèse 3:24]

Ce verset nous montre que l'accès à l'Arbre de Vie a été scellé et que l'humanité a été laissée dans un état de mortalité. Mais même dans cet état de jugement, nous voyons une promesse implicite : le chemin vers l'Arbre de Vie n'a pas été fermé pour toujours. Dieu avait un plan pour restaurer la communion et l'accès à la vie éternelle.

Bien que l'accès à l'Arbre de Vie ait été temporairement fermé, Dieu a promis un Sauveur qui rouvrirait le chemin de la Vie éternelle. L'Arbre de Vie en Éden est une préfiguration du Christ, qui, dans Son sacrifice et Sa résurrection, est devenu la Source de la Vie Éternelle pour tous ceux qui croient en Lui.

11 Et voici le témoignage que Dieu nous a donné la vie éternelle ; et cette vie est dans son Fils.

12Celui qui a le Fils a la vie, celui qui n'a pas le Fils de Dieu n'a pas la vie.

[1 Jean 5:11-12]

Tout comme l'Arbre de Vie en Éden offrait la promesse de la Vie Éternelle, Jésus-Christ, par Son Œuvre Rédemptrice, nous offre l'accès à la Vie Éternelle qui a été perdue en Éden. L'Arbre de Vie en Éden nous dirige vers le Christ, qui est l'accomplissement de cette promesse de la vie éternelle.

Le Christ, le véritable arbre de vie

Dès le début, l'Écriture nous indique que l'Arbre de Vie est un symbole de la Vie Éternelle que Dieu offre à l'humanité. Dans le Nouveau Testament, il est révélé que la vie éternelle n'est pas seulement un concept abstrait, mais qu'elle est personnifiée en Jésus-Christ. Jésus est l'incarnation même de la vie éternelle et la manifestation tangible de l'amour et de la rédemption de Dieu.

6 Jésus lui dit : « Je suis le chemin, la vérité et la vie : nul ne vient au Père que par moi. »

[Jean 14:6]

Ici, le Seigneur Jésus-Christ se déclare lui-même «  vie », indiquant que la vie éternelle, représentée par l'arbre de vie en Éden, se trouve maintenant en lui. Le Seigneur Jésus-Christ n'est pas simplement un instructeur ou un prophète. Il est la source de la Vie Eternelle. De même que l'Arbre de Vie offrait l'immortalité en Éden, Jésus-Christ offre maintenant la Vie Éternelle à tous ceux qui croient en Lui.

Jésus-Christ n'offre pas seulement la vie éternelle dans l'avenir, mais il nous invite aussi à vivre une vie abondante dans le présent. Cette abondance est le fruit qui naît d'une vie en communion avec Lui, un fruit qui se manifeste dans tous les aspects de notre existence.

10 Le voleur ne vient que pour voler, pour tuer et pour détruire ; je suis venu pour qu'ils aient la vie, et qu'ils l'aient en abondance.

(Jean 10:10)

Le but du Christ en venant dans le monde est de restaurer ce que le péché avait détruit. Il est venu nous rendre la Vie perdue en Éden, une Vie qui n'est pas seulement éternelle, mais aussi riche et pleine dans le présent. Cette vie abondante est une expression de la puissance vivifiante du Christ, le véritable arbre de vie.

Pour jouir de la Vie Éternelle qu'offre le Christ, il est essentiel de demeurer en Lui, tout comme Adam et Eve ont dû rester dans l'obéissance pour accéder à l'Arbre de Vie. Jésus-Christ utilise la métaphore de la vigne et des sarments pour illustrer cette relation vitale entre lui et ses disciples.

5 Je suis la vigne, vous êtes les sarments : celui qui est en moi, et moi en lui, celui-ci porte beaucoup de fruit ; car sans moi vous ne pouvez rien faire.

(Jean 15:5)

Dans cet enseignement, le Seigneur souligne que la vie spirituelle et la capacité de porter du fruit dépendent entièrement de notre relation avec lui. De même que les sarments ont besoin d'être unis à la vigne pour vivre, nous devons être unis au Christ pour faire l'expérience de la Vie Eternelle. Séparés de Lui, nous sommes spirituellement morts ; mais en demeurant en Lui, nous sommes connectés au véritable Arbre de Vie, et ainsi, nous recevons la Vie Éternelle.

La croix du Christ, bien qu'elle soit symbole de souffrance et de mort, peut aussi être considérée comme l'Arbre de Vie dans lequel le Christ, en donnant sa vie, nous offre la rédemption et la Vie éternelle. Le bois de la croix, qui était un instrument de mort, se transforme en un instrument de vie pour tous ceux qui croient.

24 Lui qui a porté nos péchés dans son corps sur le bois, afin que nous, étant plongés dans les péchés, nous soyons morts, et que nous vivions pour la justice, par la blessure de laquelle vous avez été guéris.

[1 Pierre 2:24]

La croix est le lieu où le pouvoir du péché et de la mort a été brisé, et où l'accès à l'Arbre de Vie a été rouvert à toute l'humanité. Sur la croix, Jésus n'a pas seulement payé le prix de nos péchés, mais il nous a aussi donné accès à la vie éternelle. Par son sacrifice, la croix devient l'arbre de vie pour tous ceux qui viennent à lui dans la foi.

Dans le livre de l'Apocalypse, nous voyons l'Arbre de Vie réapparaître dans la Nouvelle Jérusalem, mais maintenant ce n'est pas seulement un symbole ; c'est une réalité présente dans la plénitude de la Rédemption finale. Ici, l'Arbre de Vie représente le point culminant du Plan Rédempteur de Dieu en Christ.

1 Puis il me montra un fleuve d'eau pure, de vie, brillant comme du cristal, sortant du trône de Dieu et de l'Agneau.

2 Au milieu de la place publique, et des deux côtés du fleuve, était l'arbre de vie, portant douze fruits, donnant ses fruits tous les mois, et les feuilles de l'arbre étaient pour la guérison des nations.

[Apocalypse 22:1-2]

Le Christ est l'Agneau de Dieu qui enlève le péché du monde, et dans la Nouvelle Jérusalem, Il est aussi le centre de la Vie Éternelle pour tous les rachetés. L'Arbre de Vie, qui était inaccessible depuis la chute dans le péché dans le jardin d'Eden, est maintenant accessible à tous ceux d'entre nous qui ont été lavés dans le sang de l'Agneau. Ici, l'Arbre de Vie est une promesse accomplie, et les feuilles de cet arbre sont pour la guérison des nations, indiquant la restauration complète et finale de toutes choses en Christ.

L'arbre de vie dans le Nouveau Ciel et la Nouvelle Terre

Le concept de l'Arbre de Vie ne se limite pas au jardin d'Eden et ne s'épuise pas non plus dans la figure du Christ comme source de la Vie éternelle. L'Écriture nous conduit à une vision glorieuse de l'avenir, où l'Arbre de Vie apparaît à nouveau, cette fois dans le contexte du Nouveau Ciel et de la Nouvelle Terre. C'est la promesse d'un nouveau départ, où toutes choses sont restaurées et où la création retourne à son état parfait, libre du péché, de la douleur et de la mort.

1 Et je vis un ciel nouveau, et une terre nouvelle, car le premier ciel et la première terre ont disparu, et la mer n'est plus.

[Apocalypse 21:1]

La vision de Jean dans l'Apocalypse révèle le point culminant de l'histoire rédemptrice de Dieu, où Il crée un nouveau ciel et une nouvelle terre pour Son peuple racheté. Dans ce nouvel état d'existence, l'Arbre de Vie réapparaît comme un symbole central de la Vie Éternelle et de la Restauration Totale que Dieu a préparée pour ceux qui l'aiment.

Dans la Nouvelle Jérusalem, l'Arbre de Vie n'est pas seulement une image symbolique, mais une réalité vivante au milieu du peuple de Dieu. Cet Arbre, qui était inaccessible après la chute de l'humanité, est maintenant accessible à tous les rachetés, offrant une Vie et une Guérison perpétuelles.

1 Puis il me montra un fleuve d'eau pure, de vie, brillant comme du cristal, sortant du trône de Dieu et de l'Agneau.

2 Au milieu de la place publique, et des deux côtés du fleuve, était l'arbre de vie, portant douze fruits, donnant ses fruits tous les mois, et les feuilles de l'arbre étaient pour la guérison des nations.

[Apocalypse 22:1-2]

Cette image est riche de sens. Le fleuve d'eau de vie qui coule du Trône de Dieu et de l'Agneau symbolise la Vie Abondante et Éternelle qui coule directement de Dieu Lui-même. L'Arbre de Vie, qui pousse des deux côtés de la rivière, produit douze types de fruits, un pour chaque mois, indiquant un approvisionnement constant et inépuisable. Les feuilles de l'arbre, qui sont pour la guérison des nations, suggèrent que dans le Nouvel Ordre de Dieu, toute maladie, toute division et tout mal seront finalement éradiqués, et la Plénitude de la Guérison Divine sera expérimentée par tous.

L'accès à l'Arbre de Vie est la récompense promise à ceux qui restent fidèles au Christ. Cette promesse est une source d'espérance pour tous les croyants qui, par leur foi en Christ, seront des vainqueurs et participeront aux bénédictions éternelles que Dieu a préparées.

7 Que celui qui a des oreilles entende ce que l'Esprit dit aux Églises. À celui qui vaincra, je donnerai à manger de l'arbre de vie, qui est au milieu du paradis de Dieu.

[Révélation 2:7]

Ici, le Seigneur promet l'accès à l'Arbre de Vie à ceux qui vainquent, c'est-à-dire à ceux qui persévèrent dans la foi jusqu'à la fin. Manger de l'Arbre de Vie est une métaphore pour recevoir la Vie Éternelle dans sa Plénitude, une vie libre de toutes malédictions, pleine de joie et de communion parfaite avec Dieu. Cet accès restauré à l'Arbre de Vie est un retour à la communion parfaite qui existait en Eden, mais maintenant dans un état beaucoup plus Sublime et une Gloire Éternelle.

L'Arbre de Vie dans le Nouveau Ciel et la Nouvelle Terre est plus qu'une simple restauration de ce qui a été perdu en Éden ; c'est l'accomplissement final et glorieux du plan de rédemption de Dieu. Dans ce nouvel état d'existence, les croyants vivront éternellement dans la Présence de Dieu, jouissant de la Vie Éternelle qui a toujours été Son Intention.

3 Et il n'y aura plus de malédiction ; mais le trône de Dieu et de l'Agneau sera en elle, et ses serviteurs la serviront.

4 Et ils verront sa face ; et son nom sera sur leur front.

5 Et il n'y aura plus de nuit ; et ils n'ont pas besoin de la lumière d'un flambeau, ni de la lumière du soleil, car le Seigneur Dieu leur donnera la lumière, et ils régneront aux siècles des siècles.

[Apocalypse 22:3-5]

L'absence de malédiction, le fait de voir le visage de Dieu et la lumière éternelle qui vient de lui sont tous des éléments qui nous montrent que la vie éternelle dans la nouvelle jérusalem est une vie de plénitude complète en présence de Dieu. L'Arbre de Vie dans ce contexte est un rappel constant de la Grâce et de la Bonté de Dieu, et de la réalité de la Vie Éternelle dont les croyants jouiront pour toute l'Éternité.

La Nouvelle Jérusalem, avec l'Arbre de Vie en son centre, est un Éden restauré, mais avec une Gloire et une Plénitude qui surpassent l'état originel d'Éden d'une terre recomposée. C'est le point culminant de l'histoire biblique, où Dieu habite avec son peuple dans une communion parfaite et éternelle.

3 Et j'entendis du ciel une voix forte, qui disait : Voici, le tabernacle de Dieu est avec les hommes, et il habitera avec eux ; et ils seront son peuple, et Dieu lui-même sera leur Dieu avec eux.

4 Et Dieu essuiera toute larme de leurs yeux ; et la mort ne sera plus ; et il n'y aura plus de pleurs, ni de cris, ni de douleur, car les premières choses sont passées.

[Apocalypse 21:3-4]

Ce passage met l'accent sur la restauration complète de la création et la relation entre Dieu et l'humanité. La présence de l'Arbre de Vie dans la Nouvelle Jérusalem symbolise la Vie Éternelle et Bienheureuse dont les croyants jouiront dans cette Cité Céleste, où Dieu habitera avec eux pour toujours.

Conclusion

L'arbre de vie dans le jardin d'Éden n'était pas seulement un symbole de l'immortalité que Dieu offrait, mais il préfigurait également le plan rédempteur de Dieu en Jésus-Christ. Bien que l'accès à cet arbre ait été temporairement fermé à cause du péché, Dieu, dans sa miséricorde, a ouvert un nouveau chemin vers la vie éternelle à travers son Fils. L'Arbre de Vie nous rappelle que la vraie Vie Éternelle ne se trouve qu'en Christ, qui est la Vraie Vigne, le Pain de Vie et le seul Chemin vers le Père.

Jésus-Christ est le véritable Arbre de Vie, en qui s'est accomplie la promesse de la Vie Éternelle que Dieu a faite dès le commencement. Par sa vie, sa mort et sa résurrection, le Seigneur Jésus-Christ nous a ouvert la voie pour accéder à cette vie éternelle. En tant que croyants, nous sommes appelés à demeurer en Lui, afin que nous puissions faire l'expérience de la Plénitude de Vie qu'Il nous offre maintenant et dans l'Éternité. Le Christ est la Source de la Vie en Abondance, le Rédempteur qui nous relie à l'Arbre de Vie, et le Seigneur glorifié qui régnera pour toujours dans la Nouvelle Jérusalem. En Lui, nous trouvons notre espérance, notre subsistance et notre vie éternelle !

L'Arbre de Vie dans le Nouveau Ciel et la Nouvelle Terre est le symbole culminant de la Vie Éternelle et de la Guérison Totale que Dieu offre à Son Peuple racheté. Dans ce Nouvel Ordre, la création est restaurée, la malédiction est enlevée et l'accès à l'Arbre de Vie est un rappel perpétuel de la fidélité de Dieu et de Son désir de communion éternelle avec nous. L'accès à cet arbre, qui a été perdu à cause du péché, est maintenant accessible pour toujours dans la Nouvelle Jérusalem, représentant le point culminant du plan rédempteur de Dieu en Christ, et la promesse d'une éternité remplie de paix, de joie et de vie en présence de notre Créateur.

Prière

Cher Père céleste, nous venons devant toi avec des cœurs pleins de gratitude pour la révélation de ta Parole et la compréhension de ce que signifie vraiment l'Arbre de Vie. Nous te remercions de ce que, par le Christ, véritable Arbre de Vie, tu nous as donné l'accès à la Vie Éternelle et à la Plénitude de la Vie en Abondance. Seigneur, nous reconnaissons que sans Toi nous ne pouvons rien faire, et aujourd'hui nous nous abandonnons complètement à Ton Amour, à Ta Grâce et à Ta Miséricorde.

Nous Te demandons de nous aider à demeurer en Christ, afin que nos vies puissent porter du fruit en abondance, et que nous vivions chaque jour avec l'espoir et l'assurance qu'un jour nous jouirons de la Plénitude de Ta Présence dans le Nouveau Ciel et la Nouvelle Terre. Seigneur, merci pour le Sacrifice pour notre rédemption totale et complète, où tu nous as ouvert la voie vers la Vie Éternelle et restauré notre communion avec toi.

Père, que la vision de la Nouvelle Jérusalem, où l'Arbre de Vie fleurit éternellement, soit toujours une source d'espérance pour nous, alors que nous attendons avec foi le jour où Tu essuieras toute larme de nos yeux et vivras dans Ta Gloire pour toujours et à jamais.

Puisse Ta paix, qui surpasse toute intelligence, garder nos cœurs et nos esprits en Jésus-Christ. Et que Ton Esprit Saint nous guide chaque jour, en renforçant notre foi, en renouvelant notre amour pour Toi.

Au Nom de notre Seigneur et Sauveur, le Seigneur Jésus-Christ. Amen!

Introdução

Irmão e irmã, imaginai que estais num lugar onde a perfeição envolve tudo: o ar é puro, há paz e a beleza da Criação de Deus desdobra-se diante dos vossos olhos. Você está em um jardim, mas não em qualquer jardim. Este é o Jardim do Éden, o lugar onde o próprio Deus caminhou ao lado do homem. E ali, no coração deste paraíso, está a Árvore. Não é uma árvore comum; seus galhos se estendem para o céu, suas folhas brilham com um brilho celestial e seus frutos prometem algo além do que podemos imaginar: Vida Eterna!

Esta Árvore da Vida não é apenas uma figura poética ou uma imagem decorativa ou mística. É um símbolo profundo, carregado de significado, que aparece nas primeiras páginas da Bíblia e se estende até o último livro. De Gênesis a Apocalipse, a Árvore da Vida nos fala sobre a Vida Eterna, a comunhão com Deus e o destino final da humanidade.

Mas o que a Árvore da Vida realmente significa? Por que ela aparece na história da humanidade do começo ao fim? E como isso se conecta às nossas vidas hoje? Essas são as questões que exploraremos juntos, à medida que descobrirmos não apenas o que é a Árvore da Vida, mas quem ela realmente representa e como podemos encontrar Nele a promessa de Vida Eterna que Deus tem para nós.

Portanto, prepare-se para uma jornada através das Escrituras, que nos levará do Jardim do Éden, através do sacrifício de Cristo, ao Novo Céu e à Nova Terra, onde a Árvore da Vida nos espera com a promessa de uma Eternidade na Presença de nosso Criador. Esta é uma jornada que mudará sua perspectiva, fortalecerá sua fé e revelará a você a grandeza do Plano de Deus para a Vida Eterna!  Junte-se a mim nesta jornada espiritual enquanto desvendamos o mistério da Árvore da Vida, descobriremos a você quem ela representa e encontraremos onde podemos encontrá-la hoje, não apenas nas páginas da Bíblia, mas na própria vida de cada crente. Vamos abrir nossos corações e mentes para receber a Revelação de Deus através de Sua Palavra!

Apocalipse 22:1-2:

1 Então ele me mostrou um rio puro de água da vida, resplandecente como cristal, saindo do trono de Deus e do Cordeiro.

2 No meio da praça, e de ambos os lados do rio, estava a árvore da vida, que dava doze frutos, que dava o seu fruto de mês em mês, e as folhas da árvore eram para a cura das nações.

A Árvore da Vida no Jardim do Éden: Um Símbolo da Vida Eterna

O Jardim do Éden é mais do que apenas um lugar físico; é um símbolo da comunhão perfeita entre Deus e a humanidade. Dentro deste paraíso, Deus providenciou tudo o que era necessário para que o homem vivesse em paz, alegria e prosperidade. No meio deste jardim, Deus plantou árvores que tinham profundo significado espiritual: a Árvore do Conhecimento do Bem e do Mal e a Árvore da Vida.

9 E o SENHOR Deus fizera brotar da terra toda árvore agradável aos olhos e boa para comida, inclusive a árvore da vida no meio do jardim, e a árvore do conhecimento do bem e do mal.

[Gênesis 2:9]

Deus, em Seu Amor e Sabedoria, não apenas criou um ambiente onde a humanidade poderia prosperar fisicamente, mas também providenciou a possibilidade de Vida Eterna através da Árvore da Vida. Esta Árvore simboliza a imortalidade, um Dom Divino que estava ao alcance de Adão e Eva se permanecessem em obediência e comunhão com Deus.

A Árvore da Vida não era uma árvore comum; representava a Vida Eterna, uma vida que ia além da existência física. Esta Árvore deveria ser a fonte contínua de vida para Adão e Eva, desde que vivessem em obediência aos Mandamentos de Deus.

22 E disse o Senhor Deus: Eis que o homem é semelhante a um de nós, conhecedor do bem e do mal; agora, pois, para que não estenda a mão, e tome também da árvore da vida, e coma, e viva para sempre;

[Gênesis 3:22]

Aqui vemos que depois que Adão e Eva caíram em pecado, Deus em Sua Misericórdia os impediu de acessar a Árvore da Vida. Embora isso possa parecer um ato de julgamento, na verdade é uma manifestação do amor de Deus. Se Adão e Eva tivessem comido da Árvore da Vida em seu estado caído, eles teriam vivido eternamente em um estado de pecado e separação de Deus. Por isso, Deus os impediu de tirar desta Árvore até que se completasse o Plano de Redenção por meio de Cristo.

A desobediência de Adão e Eva resultou na perda do acesso à Árvore da Vida e, portanto, à Vida Eterna que ela representava. Essa separação física da Árvore simboliza a separação espiritual de Deus, uma separação que afetou não apenas Adão e Eva, mas toda a humanidade.

24 Então ele expulsou o homem e colocou querubins no lado leste do jardim do Éden, e uma espada flamejante que balançava por todos os lados, para guardar o caminho para a árvore da vida.

[Gênesis 3:24]

Este versículo nos mostra que o acesso à Árvore da Vida foi selado e a humanidade foi deixada em um estado de mortalidade. Mas mesmo nesse estado de julgamento, vemos uma promessa implícita: o caminho para a Árvore da Vida não foi fechado para sempre. Deus tinha um Plano para restaurar a comunhão e o acesso à Vida Eterna.

Embora o acesso à Árvore da Vida estivesse temporariamente fechado, Deus prometeu um Salvador que reabriria o caminho para a Vida Eterna. A Árvore da Vida no Éden é uma prefiguração de Cristo, que em Seu sacrifício e ressurreição se tornou a Fonte da Vida Eterna para todos os que crêem Nele.

11 E este é o testemunho: que Deus nos deu a vida eterna; e esta vida está em seu Filho.

12Quem tem o Filho tem a vida; quem não tem o Filho de Deus não tem a vida.

[1 João 5:11-12]

Assim como a Árvore da Vida no Éden ofereceu a promessa da Vida Eterna, Jesus Cristo, por meio de Sua Obra Redentora, nos oferece acesso à Vida Eterna que foi perdida no Éden. A Árvore da Vida no Éden nos aponta para Cristo, que é o cumprimento dessa promessa de vida eterna.

Cristo, a Verdadeira Árvore da Vida

Desde o início, a Escritura nos indica que a Árvore da Vida é um símbolo da Vida Eterna que Deus oferece à humanidade. No Novo Testamento, é revelado que a Vida Eterna não é apenas um conceito abstrato, mas é personificada em Jesus Cristo. Jesus é a própria personificação da Vida Eterna e a manifestação tangível do Amor e da Redenção de Deus.

6 Jesus lhe disse: "Eu sou o caminho, a verdade e a vida; ninguém vem ao Pai senão por mim".

[João 14:6]

Aqui, o Senhor Jesus Cristo declara  ser "vida", indicando que a Vida Eterna, representada pela Árvore da Vida no Éden, agora é encontrada Nele. O Senhor Jesus Cristo não é simplesmente um professor ou um profeta. Ele é a fonte da Vida Eterna. Assim como a Árvore da Vida ofereceu a imortalidade no Éden, agora Jesus Cristo oferece a Vida Eterna a todos os que crêem Nele.

Jesus Cristo não apenas oferece a Vida Eterna no futuro, mas também nos convida a viver uma vida abundante no presente. Essa abundância é o fruto que nasce de uma vida em comunhão com Ele, um fruto que se manifesta em todos os aspectos de nossa existência.

10 O ladrão vem apenas para roubar, matar e destruir; eu vim para que tenham vida, e a tenham em abundância.

[João 10:10]

O propósito de Cristo ao vir ao mundo é restaurar o que o pecado havia destruído. Ele veio para nos devolver a Vida que se perdeu no Éden, uma Vida que não é apenas Eterna, mas também rica e plena no presente. Esta Vida abundante é uma expressão do Poder Vivificante de Cristo, a verdadeira Árvore da Vida.

Para desfrutar da Vida Eterna que Cristo oferece, é essencial permanecer n'Ele, assim como Adão e Eva tiveram que permanecer em obediência para acessar a Árvore da Vida. Jesus Cristo usa a metáfora da videira e dos ramos para ilustrar essa relação vital entre Ele e Seus seguidores.

5 Eu sou a videira, vós sois os ramos: aquele que está em mim, e eu nele, este dá muito fruto; pois sem mim você não pode fazer nada.

[João 15:5]

Neste ensinamento, o Senhor enfatiza que a Vida Espiritual e a capacidade de dar frutos dependem inteiramente de nossa conexão com Ele. Assim como os ramos precisam estar unidos à videira para viver, devemos estar unidos a Cristo para experimentar a Vida Eterna. Separados Dele, estamos espiritualmente mortos; mas permanecendo Nele, estamos conectados à verdadeira Árvore da Vida e, assim, recebemos a Vida Eterna.

A cruz de Cristo, embora seja símbolo de sofrimento e morte, também pode ser vista como a Árvore da Vida na qual Cristo, dando sua vida, nos oferece redenção e Vida Eterna. O madeiro da cruz, que era um instrumento de morte, é transformado em um instrumento de vida para todos os que crêem.

24 o qual ele mesmo levou os nossos pecados em seu corpo sobre o madeiro, para que, tendo nós sido entregues aos pecados, vivêssemos para a justiça, pela ferida da qual fostes sarados.

[1 Pedro 2:24]

A cruz é o lugar onde o poder do pecado e da morte foi quebrado, e onde o acesso à Árvore da Vida foi reaberto a toda a humanidade. Na cruz, Jesus não apenas pagou o preço por nossos pecados, mas também nos concedeu acesso à Vida Eterna. Através do Seu Sacrifício, a cruz se torna a Árvore da Vida para todos os que vêm a Ele com fé.

No livro do Apocalipse, vemos a Árvore da Vida reaparecer na Nova Jerusalém, mas agora não é apenas um símbolo; é uma realidade presente na Plenitude da Redenção Final. Aqui, a Árvore da Vida representa a culminação do Plano Redentor de Deus em Cristo.

1 Então ele me mostrou um rio puro de água da vida, resplandecente como cristal, saindo do trono de Deus e do Cordeiro.

2 No meio da praça, e de ambos os lados do rio, estava a árvore da vida, que dava doze frutos, que dava o seu fruto de mês em mês, e as folhas da árvore eram para a cura das nações.

[Revelação 22:1-2]

Cristo é o Cordeiro de Deus que tira o pecado do mundo e, na Nova Jerusalém, Ele também é o centro da Vida Eterna para todos os redimidos. A Árvore da Vida, que estava inacessível desde a queda no pecado no Jardim do Éden, agora está acessível a todos nós que fomos lavados no sangue do Cordeiro. Aqui, a Árvore da Vida é uma promessa cumprida, e as folhas desta árvore são para a cura das nações, indicando a restauração completa e final de todas as coisas em Cristo.

A Árvore da Vida no Novo Céu e na Nova Terra

O conceito da Árvore da Vida não se limita ao Jardim do Éden nem se esgota na figura de Cristo como fonte da Vida Eterna. A Escritura nos leva a uma visão gloriosa do futuro, onde a Árvore da Vida aparece novamente, desta vez no contexto do Novo Céu e da Nova Terra. Esta é uma promessa de um novo começo, onde todas as coisas são restauradas e a criação retorna ao seu estado perfeito, livre do pecado, da dor e da morte.

1 E vi um novo céu e uma nova terra, porque o primeiro céu e a primeira terra se foram, e o mar já não existe.

[Apocalipse 21:1]

A visão de João em Apocalipse revela o clímax da história redentora de Deus, onde Ele cria um novo céu e uma nova terra para Seu povo redimido. Nesse novo estado de existência, a Árvore da Vida reaparece como símbolo central da Vida Eterna e da Restauração Total que Deus preparou para os que O amam.

Na Nova Jerusalém, a Árvore da Vida não é apenas uma imagem simbólica, mas uma realidade viva no meio do povo de Deus. Esta Árvore, que era inacessível após a queda da humanidade, agora está acessível a todos os redimidos, proporcionando Vida e Cura perpétuas.

1 Então ele me mostrou um rio puro de água da vida, resplandecente como cristal, saindo do trono de Deus e do Cordeiro.

2 No meio da praça, e de ambos os lados do rio, estava a árvore da vida, que dava doze frutos, que dava o seu fruto de mês em mês, e as folhas da árvore eram para a cura das nações.

[Revelação 22:1-2]

Esta imagem é rica em significado. O rio de água da vida que flui do Trono de Deus e do Cordeiro simboliza a Vida Abundante e Eterna que flui diretamente do próprio Deus. A Árvore da Vida, que cresce em ambos os lados do rio, produz doze tipos de frutos, um para cada mês, indicando um suprimento constante e inesgotável. As folhas da árvore, que são para a cura das nações, sugerem que na Nova Ordem de Deus, todas as doenças, divisões e males serão eventualmente erradicados, e a Plenitude da Cura Divina será experimentada por todos.

O acesso à Árvore da Vida é a recompensa prometida àqueles que permanecem fiéis a Cristo. Essa promessa é uma fonte de esperança para todos os crentes, que por meio de sua fé em Cristo, serão vencedores e participarão das bênçãos eternas que Deus preparou.

7 Quem tem ouvidos, ouça o que o Espírito diz às igrejas. Ao que vencer, darei a comer da árvore da vida, que está no meio do paraíso de Deus.

[Revelação 2:7]

Aqui, o Senhor promete acesso à Árvore da Vida a quem vence, ou seja, a quem persevera na fé até o fim. Comer da Árvore da Vida é uma metáfora para receber a Vida Eterna em sua Plenitude, uma vida livre de todas as maldições, cheia de alegria e perfeita comunhão com Deus. Este acesso restaurado à Árvore da Vida é um retorno à comunhão perfeita que existia no Éden, mas agora em um estado muito mais sublime e glória eterna.

A Árvore da Vida no Novo Céu e na Nova Terra é mais do que apenas uma restauração do que foi perdido no Éden; é o cumprimento final e glorioso do plano de redenção de Deus. Neste novo estado de existência, os crentes viverão eternamente na Presença de Deus, desfrutando da Vida Eterna que sempre foi Sua Intenção.

3 E não haverá mais maldição; mas o trono de Deus e do Cordeiro estará nela, e os seus servos a servirão.

4 E verão a sua face; e o seu nome estará na testa deles.

5 E não haverá mais noite; e não precisam da luz da tocha, nem da luz do sol, porque o Senhor Deus lhes dará luz, e reinarão para todo o sempre.

[Revelação 22:3-5]

A ausência da maldição, ver a Face de Deus e a Luz Eterna que vem Dele são elementos que nos mostram que a Vida Eterna na Nova Jerusalém é uma Vida de Completa Plenitude na Presença de Deus. A Árvore da Vida, neste contexto, é um lembrete constante da Graça e Bondade de Deus e da realidade da Vida Eterna que os crentes desfrutarão por toda a Eternidade.

A Nova Jerusalém, com a Árvore da Vida em seu centro, é um Éden restaurado, mas com uma Glória e Plenitude que ultrapassa o estado original do Éden de uma terra recomposta. É o ponto culminante da história bíblica, onde Deus habita com Seu Povo em uma comunhão perfeita e eterna.

3 E ouvi uma grande voz do céu, que dizia: Eis que o tabernáculo de Deus está com os homens, e habitará com eles; e eles serão o seu povo, e o próprio Deus será o seu Deus com eles.

4 E Deus enxugará dos seus olhos toda lágrima; e a morte não existirá mais; e não haverá mais choro, nem clamor, nem dor, porque as primeiras coisas já passaram.

[Revelação 21:3-4]

Esta passagem enfatiza a restauração completa da criação e o relacionamento entre Deus e a humanidade. A presença da Árvore da Vida na Nova Jerusalém simboliza a Vida Eterna e Bendita que os crentes desfrutarão nesta Cidade Celestial, onde Deus habitará com eles para sempre.

Conclusão

A Árvore da Vida no Jardim do Éden não era apenas um símbolo da imortalidade que Deus oferecia, mas também prenunciava o plano redentor de Deus em Cristo Jesus. Embora o acesso a esta árvore tenha sido temporariamente fechado devido ao pecado, Deus em Sua misericórdia abriu um novo caminho para a Vida Eterna através de Seu Filho. A Árvore da Vida nos lembra que a verdadeira Vida Eterna só é encontrada em Cristo, que é a Videira Verdadeira, o Pão da Vida e o único Caminho para o Pai.

Jesus Cristo é a verdadeira Árvore da Vida, em quem se cumpre a promessa de Vida Eterna que Deus fez desde o princípio. Por meio de sua vida, morte e ressurreição, o Senhor Jesus Cristo abriu o caminho para que tenhamos acesso a essa Vida Eterna. Como crentes, somos chamados a permanecer Nele, para que possamos experimentar a Plenitude da Vida que Ele nos oferece agora e na Eternidade. Cristo é a Fonte da Vida Abundante, o Redentor que nos conecta de volta à Árvore da Vida e o Senhor Glorificado que reinará para sempre na Nova Jerusalém. Nele encontramos nossa esperança, nosso sustento e nossa vida eterna!

A Árvore da Vida no Novo Céu e na Nova Terra é o símbolo culminante da Vida Eterna e da Cura Total que Deus oferece ao Seu Povo redimido. Nesta Nova Ordem, a criação é restaurada, a maldição é removida e o acesso à Árvore da Vida é um lembrete perpétuo da fidelidade de Deus e de Seu Desejo de Comunhão Eterna conosco. O acesso a esta Árvore, que foi perdida para o pecado, agora está para sempre acessível na Nova Jerusalém, representando a culminação do Plano Redentor de Deus em Cristo e a promessa de uma Eternidade cheia de paz, alegria e vida na Presença de nosso Criador.

Oração Final

Querido Pai Celestial, viemos diante de Ti com o coração cheio de gratidão pela revelação de Sua Palavra e pela compreensão do que a Árvore da Vida realmente significa. Agradecemos que, por meio de Cristo, a verdadeira Árvore da Vida, você nos concedeu acesso à Vida Eterna e à Plenitude da Vida Abundante. Senhor, reconhecemos que sem Ti não podemos fazer nada, e hoje nos rendemos completamente ao Teu Amor, Graça e Misericórdia.

Pedimos-Te que nos ajudes a permanecer em Cristo, para que nossas vidas possam dar frutos em abundância, e que vivamos cada dia com a esperança e a certeza de que um dia desfrutaremos da Plenitude de Tua Presença no Novo Céu e na Nova Terra. Senhor, obrigado pelo Sacrifício por nossa redenção total e completa, onde você abriu o caminho para nós para a Vida Eterna e restaurou nossa comunhão com você.

Pai, que a visão da Nova Jerusalém, onde a Árvore da Vida floresce eternamente, seja sempre uma fonte de esperança para nós, enquanto aguardamos com fé o dia em que enxugará todas as lágrimas de nossos olhos e viverá em Sua Glória para todo o sempre.

Que a tua paz, que excede todo o entendimento, guarde os nossos corações e os nossos pensamentos em Cristo Jesus. E que o Teu Espírito Santo nos guie a cada dia, fortalecendo a nossa fé, renovando o nosso amor por Ti.

Em Nome de nosso Senhor e Salvador, o Senhor Jesus Cristo. Amém!