Lucas 16:19-31:

19Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.

20Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas,

21Y deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

22Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham: y murió también el rico, y fue sepultado.

23Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno.

24Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.

25Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.

26Y además de todo esto, una grande sima está constituída entre nosotros y vosotros, que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

27Y dijo: Ruégote pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre;

28Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, porque no vengan ellos también a este lugar de tormento.

29Y Abraham le dice: A Moisés y a los profetas tienen: óiganlos.

30Él entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere a ellos de los muertos, se arrepentirán.

31Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos.

Introducción

Imagina por un momento un vasto lienzo nocturno salpicado de estrellas brillantes, cada una de ellas susurrando historias ancestrales de maravilla y misterio. Ahora, dentro de esa vasta oscuridad, visualiza un resplandor celestial, un resplandor que trasciende todas las descripciones terrenales. Es en ese Reino de luz y gloria donde se encuentra el misterioso hogar de Dios, el santuario de paz y gozo que conocemos como el Cielo.

Pero no te detengas allí. Déjame llevarte a un lugar donde el calor sofocante abrasa, donde el dolor es un eco interminable y la esperanza un destello fugaz. Este lugar, envuelto en sombras eternas, es el infierno: un reino de tormento y desesperación, separado para siempre de la Presencia amorosa de Dios.

El Cielo y el infierno, dos destinos contrastantes que han capturado la imaginación y la reflexión de la humanidad a lo largo de los siglos. Más allá de ser meros conceptos teológicos, son realidades que resuenan en el corazón de cada persona, planteando preguntas profundas sobre el propósito de la vida, el significado del sufrimiento y el destino último del alma.

En este estudio, nos embarcaremos en un viaje fascinante y trascendental a través de las páginas de la Biblia, el libro sagrado que arroja luz sobre estos reinos eternos. Exploraremos las profundidades del Cielo, descubriendo su belleza incomparable y su comunión íntima con Dios. Y sin temor, también nos aventuraremos en las sombras del infierno, enfrentando su realidad perturbadora y su llamado urgente a la redención.

Prepárate para desafiar tus percepciones, para explorar verdades antiguas con ojos nuevos y para dejarte envolver por la majestuosidad y la seriedad de estas realidades eternas. Porque en el Cielo y en el infierno se entretejen los hilos de la eternidad, invitándonos a reflexionar sobre el destino último de nuestras almas y el llamado ineludible a la fe y la acción. ¡Bienvenidos a un viaje que trasciende el tiempo y el espacio, donde la esperanza y la advertencia se entrelazan en un Tapiz Celestial de amor y justicia!

Morada de Dios

En las Sagradas Escrituras, el Cielo se describe como el lugar donde reside Dios en Su Plenitud y Gloria. Esta verdad fundamental es proclamada en el Salmo 115:3, donde se declara:

3Y nuestro Dios está en los cielos: todo lo que quiso ha hecho.

Esta declaración revela la Soberanía Divina sobre todas las cosas y establece el Cielo como Su Morada Eterna.

Además, Jesús mismo enseñó sobre la realidad del Cielo como el Hogar del Padre. En Juan 14:2, Jesús dice:

2En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

Esta promesa del Señor Jesús a sus discípulos revela la certeza del Cielo como un Lugar preparado por el mismo Salvador para aquellos que le siguen.

Naturaleza del Cielo:

El Cielo es descrito en la Biblia como un Lugar de Plenitud, Gozo y Comunión Eterna con Dios. En el Salmo 16:11, el salmista declara:

11Me mostrarás la senda de la vida: hartura de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre.

Esta imagen poética nos lleva a comprender que en la Presencia de Dios en el Cielo encontramos una alegría completa y duradera, que supera cualquier felicidad terrenal.

Además, el libro del Apocalipsis ofrece una visión vívida de la naturaleza del Cielo. En Apocalipsis 7:16-17, leemos:

16No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor.

17Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.

Esta descripción presenta el Cielo como un lugar de Satisfacción Plena, Protección Divina y Consuelo Eterno, donde Dios mismo elimina todo dolor y sufrimiento.

El Cielo, como morada de Dios, es un lugar de belleza incomparable y felicidad eterna, donde los creyentes disfrutarán de una comunión perfecta con su Creador. Es una realidad que trasciende nuestro entendimiento humano, pero que nos ofrece esperanza y consuelo en medio de las tribulaciones terrenales.

La realidad del infierno

El infierno es presentado en la Biblia como un destino temible y sempiterno para aquellos que rechazan a Dios y persisten en el pecado. Es un lugar de sufrimiento y separación de Dios, donde el tormento es inextinguible y la esperanza es un recuerdo lejano.

Destino de los incrédulos:

La Biblia advierte claramente sobre las consecuencias del pecado y el rechazo de Dios. En Juan 3:36, Jesús declara:

36El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

Esta afirmación resalta la realidad de que aquellos que persisten en la incredulidad y rechazan a Jesucristo como Salvador enfrentarán la Ira Divina y la separación eterna de la Vida Eterna.

Asimismo, Jesús enseñó sobre el destino de los incrédulos en Mateo 25:46, donde dice:

46E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.

Esta declaración contrasta el destino final de los creyentes, que es la Vida Eterna en comunión con Dios, con el destino de los incrédulos, que es el castigo eterno en el infierno.

Naturaleza del infierno:

La Biblia describe el infierno como un lugar de sufrimiento inimaginable y Separación Eterna de Dios. En 2 Tesalonicenses 1:9, se nos dice:

9Los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia,…

Esta descripción subraya la naturaleza del infierno como un lugar de separación definitiva de la Presencia amorosa y redentora de Dios.

El Señor Jesús utiliza imágenes impactantes para describir el tormento del infierno, como en Marcos 9:43-44, donde advierte:

43Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar a la vida manco, que teniendo dos manos ir a la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;

 44Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.

Esta metáfora gráfica resalta la gravedad del destino final de aquellos que persisten en el pecado, enfrentando un castigo que arde eternamente y nunca se apaga.

El infierno, como destino de los incrédulos, es una realidad espantosa que nos confronta con la gravedad del pecado y la necesidad de la Salvación en Jesucristo. Es un llamado urgente a la reflexión y la acción, recordándonos la importancia de vivir en obediencia a Dios y compartir el Evangelio con amor y compasión.

Implicaciones prácticas

El entendimiento del Cielo y el infierno no solo es una cuestión teológica abstracta, sino que tiene profundas implicaciones para la vida cotidiana de los creyentes. Esta comprensión influye en cómo vivimos nuestras vidas, cómo nos relacionamos con Dios y cómo nos relacionamos con los demás.

Vivir en anticipación del Cielo:

Filipenses 3:20, dice:

20Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

En esta escritura nos insta a mantener nuestra ciudadanía en el Cielo y a esperar con ansias al Salvador, Jesucristo. Esta perspectiva nos desafía a vivir nuestras vidas en la tierra con una mirada puesta en la eternidad, recordándonos que nuestro hogar final no está aquí, sino en el Cielo junto a Dios.

Esta anticipación del Cielo nos motiva a buscar una relación íntima con Dios y a vivir vidas santas y centradas en Cristo. En Lucas 21:36 nos exhorta a mantenernos alerta y orar en todo momento, para estar preparados para encontrarnos con el Hijo del hombre.

36Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre.

Esto implica una vida de constante comunión con Dios, de búsqueda de su voluntad y de fidelidad a sus mandamientos.

En 1 Pedro 1:3-5, leemos:

3Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos ha regenerado en esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,

4Para una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos.

5Para nosotros que somos guardados en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser manifestada en el postrimero tiempo.

Esta escritura nos recuerda que, como creyentes en Jesucristo, tenemos una esperanza viva y una herencia celestial asegurada. Esta herencia es indestructible, incontaminada e inmarchitable, reservada en el Cielo para aquellos que han nacido de nuevo en Cristo. Es una promesa gloriosa que nos da confianza en medio de las pruebas y tribulaciones de la vida terrenal.

Apocalipsis 21:1-4 nos presenta una visión gloriosa del Cielo:

1Y VI un cielo nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera tierra se fueron, y el mar ya no es.

2Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalem nueva, que descendía del Cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos.

4Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas.

Esta visión nos muestra el Cielo como un lugar de renovación y restauración completa, donde Dios mora con su pueblo y elimina todo sufrimiento y dolor. Es una imagen poderosa de la redención final y la consumación de todas las cosas en Cristo.

Compartir el Evangelio:

Mateo 28:19 nos encarga la Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esta es una llamada urgente y fundamental para cada creyente: compartir las buenas nuevas del Evangelio con aquellos que aún no lo han escuchado.

En 2 Pedro 3:9 nos recuerda que el Señor no tarda en cumplir su promesa, sino que tiene paciencia con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Esta verdad nos llama a un compromiso activo en la obra de compartir el Evangelio, recordándonos que el deseo de Dios es que todos lleguen al arrepentimiento y la salvación.

Vivir en anticipación del Cielo y compartir el Evangelio son dos respuestas prácticas y esenciales al entendimiento del Cielo y el infierno. Estas acciones reflejan nuestra comprensión de la urgencia del Mensaje del Evangelio y nuestra esperanza en la realidad del Cielo como nuestro destino final en la Presencia Eterna de Dios.

Testimonios Reales sobre el Cielo y el Infierno

Testimonios sobre la realidad del Cielo

Nombre: Colton Burpo

Año: 2003

Lugar: Estados Unidos

Colton Burpo fue un niño de tres años que experimentó una cirugía de emergencia debido a una apendicitis. Durante la cirugía, Colton tuvo una experiencia cercana a la muerte en la que afirmó haber visitado el Cielo. Después de recuperarse, compartió detalles sorprendentes sobre su experiencia en el Cielo que incluían encuentros con familiares fallecidos, la presencia de Jesús y la visión de un arco iris. Sus padres, Todd y Sonja Burpo, escribieron un libro titulado “El Cielo es Real” para compartir su historia con el mundo. El testimonio de Colton ha inspirado a muchas personas y ha llevado a una mayor reflexión sobre la realidad del Cielo y la vida después de la muerte.

Nombre: Don Piper

Año 1989

Lugar: Estados Unidos

Don Piper fue un pastor que sufrió un grave accidente automovilístico en 1989, que lo dejó gravemente herido y sin signos vitales durante 90 minutos. Durante ese tiempo, Piper afirma haber experimentado el Cielo, donde fue recibido por familiares fallecidos y experimentó una profunda sensación de paz y alegría. Aunque inicialmente fue declarado muerto en el lugar del accidente, Piper milagrosamente fue revivido y su historia de la vida después de la muerte ha inspirado a muchas personas en todo el mundo. Ha escrito un libro titulado “90 Minutos en el Cielo” para compartir su experiencia y su mensaje de esperanza y fe en Dios.

Testimonios reales sobre el infierno

Nombre: Bill Wiese

Año: 1998

Lugar: Estados Unidos

Bill Wiese es un autor y orador que afirma haber experimentado una visión del infierno en noviembre de 1998. Durante su experiencia, Wiese afirmó haber sido llevado por Dios al infierno, donde experimentó el tormento y la oscuridad. Describió haber sentido calor intenso, escuchado gritos de dolor y haber visto criaturas demoníacas. Wiese pasó aproximadamente 23 minutos en el infierno antes de ser rescatado por Dios. Desde entonces, ha compartido su testimonio en conferencias y ha escrito varios libros, incluido “23 Minutos en el Infierno”, para advertir a otros sobre las realidades del infierno y la importancia de la fe en Jesucristo para evitarlo. Su testimonio ha impactado a muchas personas y ha llevado a una reflexión más profunda sobre las decisiones espirituales en la vida.

Nombre: Ian McCormack

Año: 1982

Lugar: Nueva Zelanda

Ian McCormack es un surfista y evangelista que tuvo una experiencia cercana a la muerte en 1982, cuando fue picado por varias medusas venenosas en el océano y quedó clínicamente muerto durante aproximadamente 15-20 minutos. Durante ese tiempo, McCormack afirma haber experimentado una visión del infierno, donde sintió un intenso dolor y tormento espiritual. Sin embargo, mientras se encontraba en ese estado, clamó a Dios por ayuda y experimentó un encuentro milagroso con Jesucristo, quien lo salvó y lo llevó de regreso a la vida. McCormack ha compartido su testimonio en todo el mundo a través de conferencias y libros, incluido “A Glimpse of Eternity”, desafiando a otros a considerar las implicaciones eternas de sus decisiones y la realidad del infierno.

Conclusión

En los confines de la eternidad, el Cielo y el infierno se alzan como dos destinos contrastantes que definen el curso de nuestras almas. Son realidades que trascienden el tiempo y el espacio, invitándonos a considerar el propósito último de nuestras vidas y el Destino Eterno que aguarda más allá del velo terrenal.

La contemplación del Cielo, como Morada de Dios y Santuario de Gozo Eterno, nos eleva por encima de las preocupaciones mundanas y nos invita a vivir con una esperanza que trasciende las tribulaciones de este mundo. Es un recordatorio de que nuestra verdadera ciudadanía está en el Cielo, donde aguarda una herencia incorruptible reservada para los que amamos a Dios.

Por otro lado, el infierno se erige como una advertencia solemne, recordándonos las consecuencias eternas del pecado y la incredulidad. Es un lugar de sufrimiento insondable y separación eterna de la Presencia amorosa de Dios, un destino al que ninguno de nosotros desearía ser condenado.

Ante estas realidades, se nos presenta un desafío ineludible: vivir nuestras vidas en la anticipación del Cielo y compartir el Evangelio con pasión y urgencia. Nuestra ciudadanía celestial nos llama a una vida de santidad y consagración, mientras que el amor por los perdidos nos impulsa a proclamar las buenas nuevas de salvación a todos los que nos rodean.

En última instancia, el Cielo y el infierno nos confrontan con la Soberanía y el Amor de un Dios que nos ofrece la libertad de elegir nuestro Destino Eterno. Son una llamada a la reflexión profunda y la acción decidida, recordándonos que nuestras decisiones en esta vida tienen consecuencias eternas.

Que este estudio nos motive a vivir con una esperanza ardiente en el Cielo, una pasión ferviente por compartir el Evangelio y un compromiso inquebrantable con la Verdad de Dios. Que nuestras vidas sean testigos vivos de la realidad del Cielo y el infierno, llevando luz a las tinieblas y esperanza a los perdidos, hasta el día en que contemplaremos la Gloria Eterna de Dios cara a cara en su Reino Celestial. ¡Que así sea por los siglos de los siglos! Amén.

Que el Señor Jesucristo continúe bendiciéndote hoy, mañana y por siempre. ¡Amén!

Luke 16:19-31:

19 There was a rich man who was clothed in purple and fine linen, and feasted lavishly every day.

20 There was also a beggar named Lazarus, who was lying at his door, full of sores.

21 And desiring to be satisfied with the crumbs that fell from the rich man's table; And even the dogs came and licked his sores.

22 And it came to pass that the beggar died, and was carried by the angels to Abraham's bosom: and the rich man also died, and was buried.

23 And in hell he lifted up his eyes, being in torments, and saw Abraham afar off, and Lazarus in his bosom.

24Then he cried out, "Father Abraham, have mercy on me, and send Lazarus to dip the tip of his finger in water and cool my tongue. Because I'm tormented in this flame

25 And Abraham said unto him, Son, remember that thou hast received thy good things in thy life, and Lazarus also evils; but now he is comforted here, and you are tormented.

26 And besides all this, a great chasm is built up between us and you, which those who would pass from here to you cannot pass from there, nor can they pass from there here.

27 And he said, "I pray thee, father, to send him to my father's house;

28For I have five brothers; so that I may testify to them, lest they also come to this place of torment.

29 And Abraham said unto him, They have Moses and the prophets: hear them.

30 Then he said, "No, father Abraham, but if anyone comes to them from the dead, they will repent."

31 But Abraham said to him, "If you do not listen to Moses and the prophets, you will not be persuaded either, if anyone rises from the dead."

Introduction

Imagine for a moment a vast nighttime canvas dotted with glittering stars, each whispering ancient stories of wonder and mystery. Now, within that vast darkness, visualize a heavenly radiance, a radiance that transcends all earthly descriptions. It is in that Kingdom of light and glory that God's mysterious home is found, the sanctuary of peace and joy we know as Heaven.

But don't stop there. Let me take you to a place where the sweltering heat scorches, where pain is an endless echo and hope a fleeting glimmer. This place, shrouded in eternal shadows, is hell: a realm of torment and despair, forever separated from the loving Presence of God.

Heaven and hell, two contrasting destinations that have captured the imagination and reflection of humanity over the centuries. Beyond being mere theological concepts, they are realities that resonate in the heart of every person, raising profound questions about the purpose of life, the meaning of suffering, and the ultimate destiny of the soul.

In this study, we will embark on a fascinating and momentous journey through the pages of the Bible, the holy book that sheds light on these eternal realms. We will explore the depths of Heaven, discovering its incomparable beauty and intimate communion with God. And fearlessly, we will also venture into the shadows of hell, facing its disturbing reality and its urgent call to redemption.

Be prepared to challenge your perceptions, to explore old truths with fresh eyes, and to be enveloped by the majesty and seriousness of these eternal realities. For in Heaven and Hell the threads of eternity are interwoven, inviting us to reflect on the ultimate destiny of our souls and the inescapable call to faith and action. Welcome to a journey that transcends time and space, where hope and warning are intertwined in a Celestial Tapestry of love and justice!

God's Dwelling Place

In the Holy Scriptures, Heaven is described as the place where God resides in His Fullness and Glory. This fundamental truth is proclaimed in Psalm 115:3, where it is stated:

3 And our God is in heaven: he has done all that he willed.

This declaration reveals Divine Sovereignty over all things and establishes Heaven as His Eternal Abode.

Furthermore, Jesus Himself taught about the reality of Heaven as the Father's Home. In John 14:2, Jesus says,

2There are many mansions in my Father's house, otherwise I would have said to you, 'I am going to prepare a place for you.'

This promise of the Lord Jesus to His disciples reveals the certainty of Heaven as a Place prepared by the Savior Himself for those who follow Him.

Nature of Heaven:

Heaven is described in the Bible as a Place of Fullness, Joy, and Eternal Communion with God. In Psalm 16:11, the psalmist declares:

11You will show me the way of life: there is plenty of joy with your face; delight in your right hand forever.

This poetic image leads us to understand that in the Presence of God in Heaven we find a complete and lasting joy, which surpasses any earthly happiness.

In addition, the book of Revelation offers a vivid view of the nature of Heaven. In Revelation 7:16-17, we read:

16 They will be hungry and thirsty no more, and the sun will no longer fall on them, nor any other heat.

17 For the Lamb who is in the midst of the throne will shepherd them and lead them to living springs of water, and God will wipe away every tear from their eyes.

This description presents Heaven as a place of Full Satisfaction, Divine Protection, and Eternal Comfort, where God Himself eliminates all pain and suffering.

Heaven, as God's dwelling place, is a place of incomparable beauty and eternal happiness, where believers will enjoy perfect communion with their Creator. It is a reality that transcends our human understanding, but offers us hope and comfort in the midst of earthly tribulations.

The Reality of Hell

Hell is presented in the Bible as a fearful and everlasting fate for those who reject God and persist in sin. It is a place of suffering and separation from God, where torment is inextinguishable and hope is a distant memory.

Fate of the Unbelievers:

The Bible clearly warns about the consequences of sin and rejection of God. In John 3:36, Jesus states:

36He who believes in the Son has eternal life; but he who disbelieves the Son will not see life, but the wrath of God is upon him.

This statement highlights the reality that those who persist in unbelief and reject Jesus Christ as Savior will face Divine Wrath and eternal separation from Eternal Life.

Jesus also taught about the fate of unbelievers in Matthew 25:46, where He says:

46 And these shall go into everlasting torment, but the righteous into everlasting life.

This statement contrasts the ultimate destiny of believers, which is Eternal Life in communion with God, with the destiny of unbelievers, which is eternal punishment in hell.

Nature of Hell:

The Bible describes hell as a place of unimaginable suffering and eternal separation from God. In 2 Thessalonians 1:9, we are told:

9 Who will be punished with eternal destruction because of the presence of the Lord, and because of the glory of his power,...

This description underscores the nature of hell as a place of ultimate separation from God's loving and redemptive Presence.

The Lord Jesus uses shocking imagery to describe the torment of hell, such as in Mark 9:43-44, where He warns:

43 And if thy hand offends thee, cut it off: it is better for thee to enter life maimed, than to go into Gehenna, into the fire that cannot be quenched;

 44Where his worm does not die, and the fire is never quenched.

This graphic metaphor highlights the gravity of the ultimate fate of those who persist in sin, facing a punishment that burns eternally and never goes out.

Hell, as the fate of unbelievers, is a frightening reality that confronts us with the gravity of sin and the need for salvation in Jesus Christ. It is an urgent call to reflection and action, reminding us of the importance of living in obedience to God and sharing the Gospel with love and compassion.

Practical implications

The understanding of Heaven and Hell is not only an abstract theological question, but has profound implications for the daily lives of believers. This understanding influences how we live our lives, how we relate to God, and how we relate to others.

Living in anticipation of Heaven:

Philippians 3:20 says,

20But our dwelling place is in heaven; whence we also await the Saviour, the Lord Jesus Christ;

In this scripture he urges us to maintain our citizenship in Heaven and to look forward to the Savior, Jesus Christ. This perspective challenges us to live our lives on earth with an eye toward eternity, reminding us that our ultimate home is not here, but in Heaven alongside God.

This anticipation of Heaven motivates us to seek an intimate relationship with God and to live holy, Christ-centered lives. Luke 21:36 exhorts us to be alert and pray at all times, so that we may be prepared to meet the Son of man.

36 Therefore take heed, praying at all times, that you may be counted worthy to avoid all these things that are to come, and to stand before the Son of Man.

This implies a life of constant communion with God, of seeking his will and of fidelity to his commandments.

In 1 Peter 1:3-5, we read:

3Blessed is the God and Father of our Lord Jesus Christ, who according to his great mercy has regenerated us into living hope through the resurrection of Jesus Christ from the dead,

4For an inheritance that is imperishable, and cannot be defiled or withered, reserved in heaven.

5 For us who are kept in the power of God by faith, to attain to the salvation that is prepared to be manifested in the last time.

This scripture reminds us that, as believers in Jesus Christ, we have a living hope and a heavenly inheritance assured. This inheritance is indestructible, undefiled, and unfading, reserved in Heaven for those who have been born again in Christ. It is a glorious promise that gives us confidence in the midst of the trials and tribulations of mortality.

Revelation 21:1-4 presents us with a glorious vision of Heaven:

1 And I saw a new heaven, and a new earth: for the first heaven and the first earth are gone, and the sea is no more.

2 And I, John, saw the holy city, new Jerusalem, coming down from heaven, from God, ready as a bride adorned for her husband.

3 And I heard a loud voice from heaven saying, Behold, the tabernacle of God is with men, and it will dwell with them; and they shall be their people, and God himself shall be their God with them.

4 And God will wipe away every tear from their eyes; and death shall be no more; and there shall be no more weeping, nor crying, nor pain: for the former things are past.

This vision shows us Heaven as a place of complete renewal and restoration, where God dwells with His people and eliminates all suffering and pain. It is a powerful image of the final redemption and consummation of all things in Christ.

Sharing the Gospel:

Matthew 28:19 charges us with the Great Commission to make disciples of all nations, baptizing them in the Name of the Father, and of the Son, and of the Holy Spirit. This is an urgent and fundamental call for every believer: to share the good news of the Gospel with those who have not yet heard it.

In 2 Peter 3:9 he reminds us that the Lord is not slow to fulfill his promise, but is patient with us, not wanting anyone to perish, but all to repent. This truth calls us to active engagement in the work of sharing the gospel, reminding us that God's desire is for all to come to repentance and salvation.

Living in anticipation of Heaven and sharing the gospel are two practical and essential responses to understanding Heaven and Hell. These actions reflect our understanding of the urgency of the Gospel Message and our hope in the reality of Heaven as our ultimate destination in God's Eternal Presence.

Real Testimonies about Heaven and Hell

Testimonies about the reality of Heaven

Name: Colton Burpo

Year: 2003

Place: United States

Colton Burpo was a three-year-old boy who underwent emergency surgery due to appendicitis. During the surgery, Colton had a near-death experience in which he claimed to have visited Heaven. After recovering, he shared startling details about his experience in Heaven that included encounters with deceased relatives, the presence of Jesus, and the vision of a rainbow. Her parents, Todd and Sonja Burpo, wrote a book titled "Heaven is Real" to share her story with the world. Colton's testimony has inspired many people and led to further reflection on the reality of Heaven and life after death.

Name: Don Piper

Year: 1989

Place: United States

Don Piper was a pastor who was involved in a serious car accident in 1989, which left him severely injured and without vital signs for 90 minutes. During that time, Piper claims to have experienced Heaven, where he was greeted by deceased family members and experienced a deep sense of peace and joy. Although he was initially pronounced dead at the crash site, Piper was miraculously revived and his story of life after death has inspired many people around the world. He has written a book titled "90 Minutes in Heaven" to share his experience and his message of hope and faith in God.

Real Testimonies About Hell

Name: Bill Wiese

Year: 1998

Place: United States

Bill Wiese is an author and speaker who claims to have experienced a vision of hell in November 1998. During his experience, Wiese claimed to have been taken by God to hell, where he experienced torment and darkness. He described feeling intense heat, hearing cries of pain, and seeing demonic creatures. Wiese spent approximately 23 minutes in hell before being rescued by God. Since then, he has shared his testimony at conferences and written several books, including "23 Minutes in Hell," to warn others about the realities of hell and the importance of faith in Jesus Christ in avoiding it. His testimony has impacted many people and led to deeper reflection on spiritual choices in life.

Name: Ian McCormack

Year: 1982

Place: New Zealand

Ian McCormack is a surfer and evangelist who had a near-death experience in 1982, when he was stung by several venomous jellyfish in the ocean and was clinically dead for about 15-20 minutes. During that time, McCormack claims to have experienced a vision of hell, where he felt intense pain and spiritual torment. However, while in that state, he cried out to God for help and experienced a miraculous encounter with Jesus Christ, who saved him and brought him back to life. McCormack has shared his testimony around the world through lectures and books, including "A Glimpse of Eternity," challenging others to consider the eternal implications of their decisions and the reality of hell.

Conclusion

At the confines of eternity, Heaven and Hell stand as two contrasting destinies that define the course of our souls. They are realities that transcend time and space, inviting us to consider the ultimate purpose of our lives and the Eternal Destiny that awaits beyond the earthly veil.

The contemplation of Heaven, as God's Abode and Sanctuary of Eternal Joy, lifts us above worldly concerns and invites us to live with a hope that transcends the tribulations of this world. It is a reminder that our true citizenship is in Heaven, where an incorruptible inheritance awaits reserved for those of us who love God.

On the other hand, hell stands as a solemn warning, reminding us of the eternal consequences of sin and unbelief. It is a place of unfathomable suffering and eternal separation from God's loving Presence, a fate to which none of us would wish to be condemned.

In the face of these realities, we are presented with an inescapable challenge: to live our lives in anticipation of Heaven and to share the Gospel with passion and urgency. Our heavenly citizenship calls us to a life of holiness and consecration, while love for the lost impels us to proclaim the good news of salvation to all around us.

Ultimately, Heaven and Hell confront us with the Sovereignty and Love of a God who offers us the freedom to choose our Eternal Destiny. They are a call to deep reflection and purposeful action, reminding us that our choices in this life have eternal consequences.

May this study motivate us to live with a burning hope in Heaven, a fervent passion for sharing the gospel, and an unwavering commitment to God's Truth. May our lives be living witnesses to the reality of Heaven and Hell, bringing light to darkness and hope to the lost, until the day when we will behold God's Eternal Glory face to face in His Celestial Kingdom. May it be so forever and ever! Amen.

May the Lord Jesus Christ continue to bless you today, tomorrow, and forever. Amen!

Luc 16 :19-31 :

19 Il y avait un homme riche, vêtu de pourpre et de fin lin, et qui festoyait tous les jours avec abondance.

20 Il y avait aussi un mendiant nommé Lazare, qui était couché à sa porte, plein d'enjoliveurs.

21 Et voulant se contenter des miettes qui tombaient de la table du riche ; Et même les chiens sont venus lécher ses plaies.

22 Et il arriva que le mendiant mourut, et fut porté par les anges dans le sein d'Abraham, et l'homme riche mourut aussi, et fut enseveli.

23 Et dans le séjour des morts, il leva les yeux, étant dans les tourments, et vit de loin Abraham et Lazare dans son sein.

24Et il s'écria : Père Abraham, aie pitié de moi, et envoie Lazare tremper le bout de son doigt dans l'eau et me rafraîchir la langue. Parce que je suis tourmenté dans cette flamme

25 Et Abraham lui dit : Mon fils, souviens-toi que tu as reçu tes biens dans ta vie, et Lazare aussi les maux ; mais maintenant il est consolé ici, et vous êtes tourmentés.

26 Et en outre, il s'est formé entre nous et vous un grand abîme, que ceux qui voudraient passer d'ici à vous ne peuvent pas passer de là, ni passer de là ici.

27 Et il dit : Je te prie, père, de l'envoyer dans la maison de mon père ;

28Car j'ai cinq frères ; afin que je leur rende témoignage, de peur qu'ils ne viennent aussi dans ce lieu de tourment.

29 Abraham lui dit : Ils ont Moïse et les prophètes ; écoutez-les.

30 Et il dit : Non, père Abraham, mais si quelqu'un revient d'entre les morts, il se repentira.

31 Mais Abraham lui dit : « Si tu n'écoutes pas Moïse et les prophètes, tu ne te laisseras pas persuader non plus, si quelqu'un ressuscite d'entre les morts. »

Introduction

Imaginez un instant une vaste toile nocturne parsemée d'étoiles scintillantes, chacune murmurant d'anciennes histoires d'émerveillement et de mystère. Maintenant, dans cette vaste obscurité, visualisez un rayonnement céleste, un rayonnement qui transcende toutes les descriptions terrestres. C'est dans ce Royaume de lumière et de gloire que se trouve la mystérieuse demeure de Dieu, le sanctuaire de paix et de joie que nous connaissons sous le nom de Ciel.

Mais ne vous arrêtez pas là. Laissez-moi vous emmener dans un endroit où la chaleur étouffante brûle, où la douleur est un écho sans fin et l'espoir une lueur fugace. Ce lieu, enveloppé d'ombres éternelles, est l'enfer : un royaume de tourment et de désespoir, à jamais séparé de la Présence aimante de Dieu.

Le paradis et l'enfer, deux destinations contrastées qui ont captivé l'imagination et le reflet de l'humanité au fil des siècles. Au-delà d'être de simples concepts théologiques, ce sont des réalités qui résonnent dans le cœur de chaque personne, soulevant des questions profondes sur le but de la vie, le sens de la souffrance et le destin ultime de l'âme.

Dans cette étude, nous nous embarquerons pour un voyage fascinant et capital à travers les pages de la Bible, le livre saint qui éclaire ces royaumes éternels. Nous explorerons les profondeurs du Ciel, en découvrant sa beauté incomparable et sa communion intime avec Dieu. Et sans crainte, nous nous aventurerons aussi dans l'ombre de l'enfer, face à sa réalité troublante et à son appel urgent à la rédemption.

Soyez prêt à remettre en question vos perceptions, à explorer les anciennes vérités avec des yeux neufs et à être enveloppé par la majesté et le sérieux de ces réalités éternelles. Car dans le Ciel et l'Enfer, les fils de l'éternité s'entremêlent, nous invitant à réfléchir sur le destin ultime de nos âmes et sur l'appel inéluctable à la foi et à l'action. Bienvenue dans un voyage qui transcende le temps et l'espace, où l'espoir et l'avertissement s'entremêlent dans une tapisserie céleste d'amour et de justice !

La demeure de Dieu

Dans les Saintes Écritures, le Ciel est décrit comme le lieu où Dieu réside dans Sa plénitude et Sa Gloire. Cette vérité fondamentale est proclamée dans le Psaume 115 :3, où il est dit :

3 Et notre Dieu est dans les cieux, il a fait tout ce qu'il voulait.

Cette déclaration révèle la souveraineté divine sur toutes choses et établit le ciel comme sa demeure éternelle.

De plus, Jésus Lui-même a enseigné la réalité du Ciel en tant que Maison du Père. Dans Jean 14 :2, Jésus dit :

2Il y a beaucoup de demeures dans la maison de mon Père, sans quoi je vous aurais dit : Je vais vous préparer une place.

Cette promesse du Seigneur Jésus à ses disciples révèle la certitude que le ciel est un lieu préparé par le Sauveur lui-même pour ceux qui le suivent.

Nature du Ciel :

Le ciel est décrit dans la Bible comme un lieu de plénitude, de joie et de communion éternelle avec Dieu. Dans le Psaume 16 :11, le psalmiste déclare :

11Tu me montreras le chemin de la vie : il y a beaucoup de joie sur ton visage ; Réjouissez-vous dans votre main droite pour toujours.

Cette image poétique nous amène à comprendre que dans la Présence de Dieu au Ciel, nous trouvons une joie complète et durable, qui surpasse tout bonheur terrestre.

De plus, le livre de l'Apocalypse offre une vision vivante de la nature du Ciel. Dans Apocalypse 7 :16-17, nous lisons :

16 Ils n'auront plus faim ni soif, et le soleil ne tombera plus sur eux, ni aucune autre chaleur.

17 Car l'Agneau qui est au milieu du trône les fera paître et les conduira à des sources d'eau vives, et Dieu essuiera toute larme de leurs yeux.

Cette description présente le Ciel comme un lieu de Pleine Satisfaction, de Protection Divine et de Confort Éternel, où Dieu Lui-même élimine toute douleur et souffrance.

Le ciel, en tant que demeure de Dieu, est un lieu d'une beauté incomparable et d'un bonheur éternel, où les croyants jouiront d'une communion parfaite avec leur Créateur. C'est une réalité qui transcende notre compréhension humaine, mais qui nous offre de l'espoir et du réconfort au milieu des tribulations terrestres.

La réalité de l'enfer

L'enfer est présenté dans la Bible comme un destin terrible et éternel pour ceux qui rejettent Dieu et persistent dans le péché. C'est un lieu de souffrance et de séparation d'avec Dieu, où le tourment est inextinguible et où l'espérance n'est plus qu'un lointain souvenir.

Destin des mécréants :

La Bible met clairement en garde contre les conséquences du péché et du rejet de Dieu. Dans Jean 3 :36, Jésus déclare :

36Celui qui croit au Fils a la vie éternelle ; mais celui qui ne croit pas au Fils ne verra pas la vie, mais la colère de Dieu est sur lui.

Cette déclaration met en évidence la réalité que ceux qui persistent dans l'incrédulité et rejettent Jésus-Christ comme Sauveur feront face à la colère divine et à la séparation éternelle de la vie éternelle.

Jésus a également enseigné le sort des incroyants dans Matthieu 25 :46, où il dit :

46 Ceux-là entreront dans les tourments éternels, mais les justes dans la vie éternelle.

Cette déclaration met en contraste le destin ultime des croyants, qui est la Vie Éternelle en communion avec Dieu, avec le destin des incroyants, qui est le châtiment éternel en enfer.

Nature de l'Enfer :

La Bible décrit l'enfer comme un lieu de souffrance inimaginable et de séparation éternelle d'avec Dieu. Dans 2 Thessaloniciens 1 :9, il nous est dit :

9 Qui sera châtié d'une destruction éternelle à cause de la présence de l'Éternel et à cause de la gloire de sa puissance,...

Cette description souligne la nature de l'enfer en tant que lieu de séparation ultime de la Présence aimante et rédemptrice de Dieu.

Le Seigneur Jésus utilise des images choquantes pour décrire le tourment de l'enfer, comme dans Marc 9 :43-44, où Il avertit :

43 Et si ta main t'offense, coupe-la : il vaut mieux pour toi entrer dans la vie estropiée, que d'aller dans la géhenne, dans le feu qui ne peut s'éteindre ;

 44Où son ver ne meurt pas, et où le feu ne s'éteint jamais.

Cette métaphore graphique met en évidence la gravité du destin ultime de ceux qui persistent dans le péché, face à un châtiment qui brûle éternellement et ne s'éteint jamais.

L'enfer, en tant que destin des incroyants, est une réalité effrayante qui nous confronte à la gravité du péché et à la nécessité du salut en Jésus-Christ. C'est un appel urgent à la réflexion et à l'action, qui nous rappelle l'importance de vivre dans l'obéissance à Dieu et de partager l'Évangile avec amour et compassion.

Implications pratiques

La compréhension du Ciel et de l'Enfer n'est pas seulement une question théologique abstraite, mais a de profondes implications pour la vie quotidienne des croyants. Cette compréhension influence la façon dont nous vivons notre vie, la façon dont nous nous rapportons à Dieu et la façon dont nous nous rapportons aux autres.

Vivre dans l'attente du Ciel :

Philippiens 3 :20 dit,

20Mais notre demeure est dans les cieux ; c'est pourquoi nous attendons aussi le Sauveur, le Seigneur Jésus-Christ ;

Dans ce passage de l'Écriture, il nous exhorte à conserver notre citoyenneté céleste et à attendre avec impatience le Sauveur, Jésus-Christ. Cette perspective nous met au défi de vivre notre vie sur terre avec un regard vers l'éternité, nous rappelant que notre demeure ultime n'est pas ici, mais au Ciel aux côtés de Dieu.

Cette anticipation du Ciel nous motive à rechercher une relation intime avec Dieu et à vivre une vie sainte et centrée sur le Christ. Luc 21 :36 nous exhorte à être vigilants et à prier en tout temps, afin d'être prêts à rencontrer le Fils de l'homme.

36 C'est pourquoi, prenez garde, priant en tout temps, afin que vous soyez jugés dignes d'éviter toutes ces choses qui arrivent, et de vous tenir debout devant le Fils de l'homme.

Cela implique une vie de communion constante avec Dieu, de recherche de sa volonté et de fidélité à ses commandements.

Dans 1 Pierre 1 :3-5, nous lisons :

3Béni soit le Dieu et Père de notre Seigneur Jésus-Christ, qui, selon sa grande miséricorde, nous a régénérés dans une espérance vivante par la résurrection de Jésus-Christ d'entre les morts,

4Car un héritage impérissable, qui ne peut être souillé ou flétri, est réservé dans le ciel.

5 Pour nous, qui sommes maintenus dans la puissance de Dieu par la foi, pour parvenir au salut qui est prêt à être manifesté dans les derniers temps.

Cette Écriture nous rappelle qu'en tant que croyants en Jésus-Christ, nous avons une espérance vivante et un héritage céleste assurés. Cet héritage est indestructible, sans souillure et inaltérable, réservé au Ciel pour ceux qui sont nés de nouveau en Christ. C'est une promesse glorieuse qui nous donne confiance au milieu des épreuves et des tribulations de la condition mortelle.

Apocalypse 21 :1-4 nous présente une vision glorieuse du Ciel :

1 Et je vis un nouveau ciel et une nouvelle terre, car le premier ciel et la première terre ont disparu, et la mer n'est plus.

2 Et moi, Jean, j'ai vu la ville sainte, la nouvelle Jérusalem, descendre du ciel, d'auprès de Dieu, prête comme une épouse parée pour son époux.

3 Et j'entendis du ciel une voix forte : Voici, le tabernacle de Dieu est avec les hommes, et il habitera avec eux ; et ils seront leur peuple, et Dieu lui-même sera leur Dieu avec eux.

4 Et Dieu essuiera toute larme de leurs yeux ; et la mort n'existera plus ; et il n'y aura plus de pleurs, ni de cris, ni de douleur, car les choses anciennes sont passées.

Cette vision nous montre le Ciel comme un lieu de renouveau et de restauration complets, où Dieu habite avec son peuple et élimine toute souffrance et douleur. C'est une image puissante de la rédemption finale et de la consommation de toutes choses en Christ.

Faire connaître l'Évangile :

Matthieu 28 :19 nous charge de la grande mission de faire de toutes les nations des disciples, les baptisant au nom du Père, du Fils et du Saint-Esprit. Il s'agit d'un appel urgent et fondamental pour chaque croyant : partager la bonne nouvelle de l'Évangile avec ceux qui ne l'ont pas encore entendue.

Dans 2 Pierre 3 :9, il nous rappelle que le Seigneur n'est pas lent à accomplir sa promesse, mais qu'il est patient avec nous, ne voulant pas que personne périsse, mais que tous se repentent. Cette vérité nous appelle à nous engager activement dans l'œuvre de proclamation de l'Évangile, nous rappelant que le désir de Dieu est que tous parviennent à la repentance et au salut.

Vivre dans l'attente du Ciel et partager l'Évangile sont deux réponses pratiques et essentielles pour comprendre le Ciel et l'Enfer. Ces actions reflètent notre compréhension de l'urgence du Message de l'Évangile et notre espérance dans la réalité du Ciel comme destination ultime dans la Présence Éternelle de Dieu.

De vrais témoignages sur le Ciel et l'Enfer

Témoignages sur la réalité du Ciel

Nom : Colton Burpo

Année : 2003

Lieu : États-Unis

Colton Burpo était un garçon de trois ans qui a subi une intervention chirurgicale d'urgence en raison d'une appendicite. Au cours de l'opération, Colton a eu une expérience de mort imminente dans laquelle il a prétendu avoir visité le paradis. Après s'être rétabli, il a partagé des détails surprenants sur son expérience au ciel, notamment des rencontres avec des parents décédés, la présence de Jésus et la vision d'un arc-en-ciel. Ses parents, Todd et Sonja Burpo, ont écrit un livre intitulé « Heaven is Real » pour partager son histoire avec le monde. Le témoignage de Colton a inspiré de nombreuses personnes et a conduit à une réflexion plus approfondie sur la réalité du ciel et de la vie après la mort.

Nom : Don Piper

Année : 1989

Lieu : États-Unis

Don Piper était un pasteur qui a été impliqué dans un grave accident de voiture en 1989, qui l'a laissé grièvement blessé et sans signes vitaux pendant 90 minutes. Pendant ce temps, Piper prétend avoir fait l'expérience du paradis, où il a été accueilli par des membres de sa famille décédés et a éprouvé un profond sentiment de paix et de joie. Bien qu'il ait d'abord été déclaré mort sur le site de l'accident, Piper a été miraculeusement ressuscité et son histoire de vie après la mort a inspiré de nombreuses personnes à travers le monde. Il a écrit un livre intitulé « 90 minutes au ciel » pour partager son expérience et son message d'espoir et de foi en Dieu.

De vrais témoignages sur l'enfer

Nom : Bill Wiese

Année : 1998

Lieu : États-Unis

Bill Wiese est un auteur et conférencier qui prétend avoir eu une vision de l'enfer en novembre 1998. Au cours de son expérience, Wiese a affirmé avoir été emmené par Dieu en enfer, où il a connu le tourment et l'obscurité. Il a décrit avoir ressenti une chaleur intense, entendu des cris de douleur et vu des créatures démoniaques. Wiese a passé environ 23 minutes en enfer avant d'être sauvé par Dieu. Depuis lors, il a partagé son témoignage lors de conférences et a écrit plusieurs livres, dont « 23 minutes en enfer », pour avertir les autres des réalités de l'enfer et de l'importance de la foi en Jésus-Christ pour l'éviter. Son témoignage a touché de nombreuses personnes et a conduit à une réflexion plus profonde sur les choix spirituels dans la vie.

Nom : Ian McCormack

Année : 1982

Lieu : Nouvelle-Zélande

Ian McCormack est un surfeur et évangéliste qui a eu une expérience de mort imminente en 1982, lorsqu'il a été piqué par plusieurs méduses venimeuses dans l'océan et qu'il est mort cliniquement pendant environ 15 à 20 minutes. Pendant ce temps, McCormack prétend avoir eu une vision de l'enfer, où il a ressenti une douleur intense et un tourment spirituel. Cependant, alors qu'il était dans cet état, il a crié à Dieu pour obtenir de l'aide et a fait l'expérience d'une rencontre miraculeuse avec Jésus-Christ, qui l'a sauvé et l'a ramené à la vie. McCormack a partagé son témoignage dans le monde entier par le biais de conférences et de livres, y compris « A Glimpse of Eternity », mettant les autres au défi de considérer les implications éternelles de leurs décisions et la réalité de l'enfer.

Conclusion

Aux confins de l'éternité, le Ciel et l'Enfer sont deux destins opposés qui définissent le cours de nos âmes. Ce sont des réalités qui transcendent le temps et l'espace, nous invitant à considérer le but ultime de notre vie et la Destinée Éternelle qui nous attend au-delà du voile terrestre.

La contemplation du Ciel, comme Demeure de Dieu et Sanctuaire de la Joie éternelle, nous élève au-dessus des préoccupations mondaines et nous invite à vivre avec une espérance qui transcende les tribulations de ce monde. C'est un rappel que notre véritable citoyenneté est au Ciel, où un héritage incorruptible nous attend, réservé à ceux d'entre nous qui aiment Dieu.

D'autre part, l'enfer se dresse comme un avertissement solennel, nous rappelant les conséquences éternelles du péché et de l'incrédulité. C'est un lieu de souffrance insondable et de séparation éternelle de la Présence aimante de Dieu, un sort auquel aucun d'entre nous ne voudrait être condamné.

Face à ces réalités, nous sommes confrontés à un défi inéluctable : vivre notre vie dans l'attente du Ciel et partager l'Évangile avec passion et urgence. Notre citoyenneté céleste nous appelle à une vie de sainteté et de consécration, tandis que l'amour pour les perdus nous pousse à annoncer la bonne nouvelle du salut à tous ceux qui nous entourent.

En fin de compte, le Ciel et l'Enfer nous confrontent à la Souveraineté et à l'Amour d'un Dieu qui nous offre la liberté de choisir notre Destinée Éternelle. Ils sont un appel à une réflexion profonde et à une action déterminée, nous rappelant que nos choix dans cette vie ont des conséquences éternelles.

Puisse cette étude nous motiver à vivre avec une espérance ardente au ciel, une passion fervente pour le partage de l'Évangile et un engagement inébranlable envers la vérité de Dieu. Que nos vies soient des témoins vivants de la réalité du Ciel et de l'Enfer, apportant la lumière aux ténèbres et l'espérance aux perdus, jusqu'au jour où nous contemplerons la Gloire Éternelle de Dieu face à face dans Son Royaume Céleste. Puisse-t-il en être ainsi pour toujours et à jamais ! Amen.

Que le Seigneur Jésus-Christ continue de vous bénir aujourd'hui, demain et éternellement. Amen!

Lucas 16:19-31:

19 Havia um homem rico que estava vestido de púrpura e linho fino, e se banqueteava luxuosamente todos os dias.

20 Havia também um mendigo chamado Lázaro, que estava deitado à sua porta, cheio de feridas.

21 E desejando satisfazer-se com as migalhas que caíam da mesa do rico; E até os cachorros vieram e lamberam suas feridas.

22 E aconteceu que o mendigo morreu, e foi levado pelos anjos ao seio de Abraão, e o rico também morreu, e foi sepultado.

23 E no inferno levantou os olhos, estando em tormentos, e viu Abraão de longe, e Lázaro em seu seio.

24 Então ele clamou: "Pai Abraão, tem misericórdia de mim, e manda Lázaro mergulhar a ponta do dedo em água e esfriar minha língua. Porque eu sou atormentado nessa chama

25 E Abraão disse-lhe: Filho, lembra-te de que recebeste as tuas coisas boas na tua vida, e Lázaro também as más; mas agora ele é consolado aqui, e você está atormentado.

26 E, além de tudo isso, um grande abismo se constrói entre nós e você, que aqueles que passariam daqui para você não podem passar de lá, nem podem passar daqui.

27 E ele disse: Rogo-te, pai, que o envie para a casa de meu pai;

28 Porque tenho cinco irmãos; para que eu lhes testifique, para que não venham também a este lugar de tormento.

29 E Abraão disse-lhe: Eles têm Moisés e os profetas: ouçam-nos.

30 Então ele disse: Não, pai Abraão, mas se alguém vier a eles dentre os mortos, arrepender-se-á.

31 Mas Abraão lhe disse: Se não ouvirdes Moisés e os profetas, também não sereis persuadidos, se alguém ressuscitar dentre os mortos.

Introdução

Imagine por um momento uma vasta tela noturna pontilhada de estrelas brilhantes, cada uma sussurrando histórias antigas de maravilha e mistério. Agora, dentro dessa vasta escuridão, visualize um brilho celestial, um brilho que transcende todas as descrições terrenas. É nesse Reino de luz e glória que se encontra o misterioso lar de Deus, o santuário de paz e alegria que conhecemos como Céu.

Mas não para por aí. Deixe-me levá-lo a um lugar onde o calor sufocante queima, onde a dor é um eco sem fim e espera um brilho fugaz. Este lugar, envolto em sombras eternas, é o inferno: um reino de tormento e desespero, para sempre separado da Presença amorosa de Deus.

O céu e o inferno, dois destinos contrastantes que capturaram a imaginação e o reflexo da humanidade ao longo dos séculos. Além de meros conceitos teológicos, são realidades que ressoam no coração de cada pessoa, levantando questões profundas sobre o propósito da vida, o significado do sofrimento e o destino final da alma.

Neste estudo, embarcaremos em uma jornada fascinante e importante pelas páginas da Bíblia, o livro sagrado que lança luz sobre esses reinos eternos. Exploraremos as profundezas do Céu, descobrindo sua beleza incomparável e íntima comunhão com Deus. E, sem medo, também nos aventuraremos nas sombras do inferno, enfrentando sua realidade perturbadora e seu chamado urgente à redenção.

Esteja preparado para desafiar suas percepções, explorar velhas verdades com novos olhos e ser envolvido pela majestade e seriedade dessas realidades eternas. Pois no Céu e no Inferno os fios da eternidade se entrelaçam, convidando-nos a refletir sobre o destino último de nossas almas e o inescapável chamado à fé e à ação. Bem-vindo a uma viagem que transcende o tempo e o espaço, onde a esperança e o aviso estão entrelaçados em uma Tapeçaria Celestial de amor e justiça!

A morada de Deus

Nas Sagradas Escrituras, o Céu é descrito como o lugar onde Deus reside em Sua Plenitude e Glória. Esta verdade fundamental é proclamada no Salmo 115:3, onde se afirma:

3 E o nosso Deus está no céu: fez tudo o que quis.

Esta declaração revela a Soberania Divina sobre todas as coisas e estabelece o Céu como Sua Morada Eterna.

Além disso, o próprio Jesus ensinou sobre a realidade do Céu como a Casa do Pai. Em João 14:2, Jesus diz:

2 Há muitas mansões na casa de meu Pai, caso contrário eu teria dito a você: 'Vou preparar um lugar para você'.

Essa promessa do Senhor Jesus a Seus discípulos revela a certeza do Céu como um Lugar preparado pelo próprio Salvador para aqueles que O seguem.

Natureza do Céu:

O céu é descrito na Bíblia como um lugar de plenitude, alegria e comunhão eterna com Deus. No Salmo 16:11, o salmista declara:

11 Mostrar-me-ás o caminho da vida: há muita alegria com o teu rosto; Delicie-se com sua mão direita para sempre.

Esta imagem poética leva-nos a compreender que na Presença de Deus no Céu encontramos uma alegria completa e duradoura, que ultrapassa qualquer felicidade terrena.

Além disso, o livro de Apocalipse oferece uma visão vívida da natureza do Céu. Em Apocalipse 7:16-17, lemos:

16 Não terão mais fome e sede, e o sol não cairá mais sobre eles, nem qualquer outro calor.

17 Porque o Cordeiro que está no meio do trono os apascentará e os conduzirá a fontes vivas de água, e Deus enxugará toda lágrima de seus olhos.

Esta descrição apresenta o Céu como um lugar de Satisfação Plena, Proteção Divina e Conforto Eterno, onde o próprio Deus elimina toda dor e sofrimento.

O céu, como morada de Deus, é um lugar de beleza incomparável e felicidade eterna, onde os crentes desfrutarão de perfeita comunhão com o seu Criador. É uma realidade que transcende nossa compreensão humana, mas nos oferece esperança e conforto em meio às tribulações terrenas.

A realidade do inferno

O inferno é apresentado na Bíblia como um destino temível e eterno para aqueles que rejeitam a Deus e persistem no pecado. É um lugar de sofrimento e separação de Deus, onde o tormento é inextinguível e a esperança é uma memória distante.

Destino dos incrédulos:

A Bíblia adverte claramente sobre as consequências do pecado e da rejeição de Deus. Em João 3:36, Jesus afirma:

36 Quem crê no Filho tem a vida eterna; mas aquele que não crê no Filho não verá a vida, mas a ira de Deus está sobre ele.

Essa declaração destaca a realidade de que aqueles que persistirem na incredulidade e rejeitarem Jesus Cristo como Salvador enfrentarão a Ira Divina e a separação eterna da Vida Eterna.

Jesus também ensinou sobre o destino dos incrédulos em Mateus 25:46, onde Ele diz:

46 E estes entrarão em tormento eterno, mas os justos em vida eterna.

Esta afirmação contrasta o destino final dos crentes, que é a Vida Eterna em comunhão com Deus, com o destino dos incrédulos, que é o castigo eterno no inferno.

Natureza do Inferno:

A Bíblia descreve o inferno como um lugar de sofrimento inimaginável e separação eterna de Deus. Em 2 Tessalonicenses 1:9, nos é dito:

9 Quem será punido com a destruição eterna por causa da presença do Senhor e por causa da glória do seu poder,...

Esta descrição ressalta a natureza do inferno como um lugar de separação definitiva da Presença amorosa e redentora de Deus.

O Senhor Jesus usa imagens chocantes para descrever o tormento do inferno, como em Marcos 9:43-44, onde Ele adverte:

43 E se a tua mão te ofender, corta-a: é melhor para ti entrar na vida mutilada, do que entrar em Geena, no fogo que não pode ser apagado;

 44 Onde o seu verme não morre, e o fogo nunca se apaga.

Essa metáfora gráfica destaca a gravidade do destino final daqueles que persistem no pecado, enfrentando um castigo que queima eternamente e nunca se apaga.

O inferno, como destino dos incrédulos, é uma realidade assustadora que nos confronta com a gravidade do pecado e a necessidade de salvação em Jesus Cristo. É um apelo urgente à reflexão e à acção, recordando-nos a importância de viver em obediência a Deus e partilhar o Evangelho com amor e compaixão.

Implicações práticas

A compreensão do Céu e do Inferno não é apenas uma questão teológica abstrata, mas tem profundas implicações para a vida cotidiana dos crentes. Essa compreensão influencia como vivemos nossas vidas, como nos relacionamos com Deus e como nos relacionamos com os outros.

Vivendo na expectativa do Céu:

Filipenses 3:20 diz:

20 Mas a nossa morada é no céu; donde esperamos também o Salvador, o Senhor Jesus Cristo;

Nesta escritura, ele nos exorta a manter nossa cidadania no Céu e a esperar pelo Salvador, Jesus Cristo. Essa perspectiva nos desafia a viver nossas vidas na Terra com um olhar voltado para a eternidade, lembrando-nos que nosso lar definitivo não está aqui, mas no Céu ao lado de Deus.

Essa antecipação do Céu nos motiva a buscar um relacionamento íntimo com Deus e a viver vidas santas e centradas em Cristo. Lucas 21:36 nos exorta a estarmos atentos e orarmos em todos os momentos, para que estejamos preparados para encontrar o Filho do homem.

36 Portanto, preste atenção, orando sempre, para que sejais considerados dignos de evitar todas estas coisas que hão de vir e de estar diante do Filho do Homem.

Isto implica uma vida de comunhão constante com Deus, de busca da sua vontade e de fidelidade aos seus mandamentos.

Em 1 Pedro 1:3-5, lemos:

3Bem-aventurado o Deus e Pai de nosso Senhor Jesus Cristo, que segundo a sua grande misericórdia nos regenerou em esperança viva através da ressurreição de Jesus Cristo dentre os mortos,

4 Porque uma herança que é imperecível, e não pode ser contaminada ou murcha, reservada no céu.

5 Para nós, que somos mantidos no poder de Deus pela fé, para alcançar a salvação que está preparada para ser manifestada no último tempo.

Esta escritura nos lembra que, como crentes em Jesus Cristo, temos uma esperança viva e uma herança celestial assegurada. Essa herança é indestrutível, não contaminada e não desbotada, reservada no Céu para aqueles que nasceram de novo em Cristo. É uma promessa gloriosa que nos dá confiança em meio às provações e tribulações da mortalidade.

Apocalipse 21:1-4 nos apresenta uma visão gloriosa do Céu:

1 E vi um novo céu, e uma nova terra, porque o primeiro céu e a primeira terra se foram, e o mar não existe mais.

2 E eu, João, vi a cidade santa, nova Jerusalém, descendo do céu, de Deus, pronta como uma noiva adornada para o marido.

3 E ouvi uma voz alta do céu dizendo: Eis que o tabernáculo de Deus está com os homens, e habitará com eles; e eles serão o seu povo, e o próprio Deus será o seu Deus com eles.

4 E Deus enxugará dos seus olhos toda lágrima; e a morte não existirá mais; e não haverá mais choro, nem choro, nem dor, pois as coisas anteriores já passaram.

Esta visão nos mostra o Céu como um lugar de completa renovação e restauração, onde Deus habita com Seu povo e elimina todo sofrimento e dor. É uma imagem poderosa da redenção final e consumação de todas as coisas em Cristo.

Compartilhando o Evangelho:

Mateus 28:19 nos encarrega da Grande Comissão de fazer discípulos de todas as nações, batizando-os em Nome do Pai, do Filho e do Espírito Santo. Este é um apelo urgente e fundamental para cada crente: que partilhem a boa nova do Evangelho com aqueles que ainda não o ouviram.

Em 2 Pedro 3:9 ele nos lembra que o Senhor não demora a cumprir sua promessa, mas é paciente conosco, não querendo que ninguém pereça, mas que todos se arrependam. Essa verdade nos chama ao engajamento ativo no trabalho de compartilhar o evangelho, lembrando-nos que o desejo de Deus é que todos cheguem ao arrependimento e à salvação.

Viver na antecipação do Céu e compartilhar o evangelho são duas respostas práticas e essenciais para entender o Céu e o Inferno. Essas ações refletem nossa compreensão da urgência da Mensagem do Evangelho e nossa esperança na realidade do Céu como nosso destino final na Presença Eterna de Deus.

Testemunhos Reais sobre o Céu e o Inferno

Testemunhos sobre a realidade do Céu

Nome: Colton Burpo

Ano: 2003

Local: Estados Unidos

Colton Burpo era um menino de três anos que foi submetido a uma cirurgia de emergência devido a apendicite. Durante a cirurgia, Colton teve uma experiência de quase morte na qual afirmou ter visitado o Céu. Depois de se recuperar, ele compartilhou detalhes surpreendentes sobre sua experiência no Céu, que incluíram encontros com parentes falecidos, a presença de Jesus e a visão de um arco-íris. Seus pais, Todd e Sonja Burpo, escreveram um livro intitulado "O Céu é Real" para compartilhar sua história com o mundo. O testemunho de Colton inspirou muitas pessoas e levou a uma reflexão mais aprofundada sobre a realidade do Céu e da vida após a morte.

Nome: Don Piper

Ano: 1989

Local: Estados Unidos

Don Piper era um pastor que se envolveu em um grave acidente de carro em 1989, que o deixou gravemente ferido e sem sinais vitais por 90 minutos. Durante esse tempo, Piper afirma ter experimentado o Céu, onde foi recebido por familiares falecidos e experimentou uma profunda sensação de paz e alegria. Embora tenha sido inicialmente declarado morto no local do acidente, Piper foi milagrosamente revivido e sua história de vida após a morte inspirou muitas pessoas ao redor do mundo. Ele escreveu um livro intitulado "90 Minutos no Céu" para compartilhar sua experiência e sua mensagem de esperança e fé em Deus.

Testemunhos reais sobre o inferno

Nome: Bill Wiese

Ano: 1998

Local: Estados Unidos

Bill Wiese é um autor e palestrante que afirma ter experimentado uma visão do inferno em novembro de 1998. Durante sua experiência, Wiese afirmou ter sido levado por Deus ao inferno, onde experimentou tormento e escuridão. Ele descreveu sentir calor intenso, ouvir gritos de dor e ver criaturas demoníacas. Wiese passou aproximadamente 23 minutos no inferno antes de ser resgatado por Deus. Desde então, ele compartilhou seu testemunho em conferências e escreveu vários livros, incluindo "23 Minutos no Inferno", para alertar outras pessoas sobre as realidades do inferno e a importância da fé em Jesus Cristo para evitá-lo. Seu testemunho impactou muitas pessoas e levou a uma reflexão mais profunda sobre as escolhas espirituais na vida.

Nome: Ian McCormack

Ano: 1982

Local: Nova Zelândia

Ian McCormack é um surfista e evangelista que teve uma experiência de quase morte em 1982, quando foi picado por várias águas-vivas venenosas no oceano e ficou clinicamente morto por cerca de 15 a 20 minutos. Durante esse tempo, McCormack afirma ter experimentado uma visão do inferno, onde sentiu intensa dor e tormento espiritual. No entanto, enquanto estava nesse estado, ele clamou a Deus por ajuda e experimentou um encontro milagroso com Jesus Cristo, que o salvou e o trouxe de volta à vida. McCormack compartilhou seu testemunho ao redor do mundo por meio de palestras e livros, incluindo "Um Vislumbre da Eternidade", desafiando outros a considerar as implicações eternas de suas decisões e a realidade do inferno.

Conclusão

Nos confins da eternidade, o Céu e o Inferno são dois destinos contrastantes que definem o curso de nossas almas. São realidades que transcendem o tempo e o espaço, convidando-nos a considerar o propósito último de nossas vidas e o Destino Eterno que espera além do véu terreno.

A contemplação do Céu, como Morada de Deus e Santuário da Alegria Eterna, eleva-nos acima das preocupações mundanas e convida-nos a viver com uma esperança que transcende as tribulações deste mundo. É um lembrete de que nossa verdadeira cidadania está no Céu, onde uma herança incorruptível aguarda reservada para aqueles de nós que amam a Deus.

Por outro lado, o inferno permanece como uma advertência solene, lembrando-nos das consequências eternas do pecado e da incredulidade. É um lugar de sofrimento insondável e separação eterna da Presença amorosa de Deus, um destino ao qual nenhum de nós gostaria de ser condenado.

Perante estas realidades, somos confrontados com um desafio inescapável: viver a nossa vida na antecipação do Céu e partilhar o Evangelho com paixão e urgência. A nossa cidadania celeste chama-nos a uma vida de santidade e consagração, enquanto o amor pelos perdidos nos impele a anunciar a boa nova da salvação a todos os que nos rodeiam.

Enfim, o Céu e o Inferno nos confrontam com a Soberania e o Amor de um Deus que nos oferece a liberdade de escolher nosso Destino Eterno. Eles são um chamado à profunda reflexão e ação com propósito, lembrando-nos que nossas escolhas nesta vida têm consequências eternas.

Que este estudo nos motive a viver com uma esperança ardente no Céu, uma paixão fervorosa por compartilhar o evangelho e um compromisso inabalável com a Verdade de Deus. Que nossas vidas sejam testemunhas vivas da realidade do Céu e do Inferno, trazendo luz às trevas e esperança aos perdidos, até o dia em que contemplaremos a Glória Eterna de Deus face a face em Seu Reino Celestial. Que assim seja para todo o sempre! Amém.

Que o Senhor Jesus Cristo continue a abençoá-los hoje, amanhã e sempre. Amém!