Efesios 4:11-16:

11Y él mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores;

12Para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo;

13Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo:

14Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error:

15Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, á saber, Cristo;

16Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor.

Introducción

Hermanos, la Plenitud de Dios en Cristo es la meta suprema para cada Creyente. No es suficiente con ser un cristiano nominal; debemos aspirar a ser llenos en Plenitud de Su Espíritu, reflejando Su Carácter y Su Amor en todo lo que hacemos. Estas palabras nos desafían a no conformarnos con una fe superficial, sino a buscar una relación profunda y transformadora con Cristo.

En Mateo 5:48, Jesús nos llama a ser perfectos como nuestro Padre Celestial es Perfecto. Esta Perfección no es una impecabilidad humana, sino una Madurez Espiritual que se manifiesta en un Amor Perfecto y una vida de santidad. Y en 2 Pedro 1:5-8, se nos da una guía clara para este crecimiento espiritual, comenzando con la Fe y culminando en el Amor Ágape, el Amor incondicional y sacrificial que caracteriza a Dios mismo.

Hoy, mientras exploramos este tema, les invito a abrir sus corazones y mentes a la Obra Transformadora del Espíritu Santo. Que podamos juntos, como Cuerpo de Cristo, avanzar hacia la Plenitud de Su Estatura, reflejando Su Amor y Su Gloria en cada aspecto de nuestras vidas.

Vivimos en tiempos donde la superficialidad ha invadido el cristianismo. Muchos Creyentes piensan que con asistir a la iglesia los domingos, orar de vez en cuando o tener “buenas intenciones” es suficiente para agradar a Dios. Sin embargo, el Apóstol Pablo en Efesios 4:13 nos lanza un desafío que va más allá de una religión cómoda y pasiva. Él habla de un Objetivo Supremo: “llegar a la medida de la Edad de la Plenitud de Cristo”.

Pero, ¿qué significa realmente esto? ¿Acaso nos está pidiendo Dios que seamos como Cristo mismo? ¿No suena imposible ser perfectos como Él? La realidad es que Cristo no vino al mundo solo para salvarnos, sino también para mostrarnos el Camino hacia la Perfección Espiritual. Él es nuestro Modelo, nuestra Referencia y la Plenitud a la que debemos aspirar.

El Señor Jesús no puso la meta baja; en Mateo 5:48 dijo con autoridad:

48Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Esta declaración puede parecer intimidante, pero también es una llamada gloriosa a experimentar una vida cristiana transformada y llena de la Plenitud de Dios. No se trata de perfección humana, sino de una Madurez Espiritual que refleja el Carácter de Cristo en cada pensamiento, palabra y acción.

El mundo necesita ver a Cristo en nosotros. El Apóstol Pedro en 2 Pedro 1:5-8 nos da una escalera espiritual, una serie de virtudes que, añadidas a nuestra fe, nos permiten crecer hasta alcanzar esa Plenitud.

Las preguntas que debemos hacernos hoy son: ¿Estamos conformes con un cristianismo tibio y sin frutos, o estamos dispuestos a trabajar para crecer hacia la Edad de la Plenitud de Cristo? ¿Nos esforzamos por reflejar a Cristo en nuestras vidas, o nos hemos conformado con menos de lo que Dios espera de nosotros?

Hermanos, el tiempo de ser niños espirituales ha terminado. El mundo no necesita más creyentes inmaduros; necesita hombres y mujeres que, llenos del Espíritu Santo, caminen en la Medida de la Edad de la Plenitud de Cristo. Hoy, Dios nos está llamando a levantarnos, crecer y alcanzar la Perfección Espiritual que Él desea.

Vamos a descubrir juntos, a través de la Palabra, cómo podemos avanzar en este camino y alcanzar esa Gloriosa Medida de la Edad de la Plenitud de Cristo.

LA UNIDAD DE LA FE

La unidad de la fe y el conocimiento del Hijo de Dios es un tema que atraviesa toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis. Esta unidad no solo es doctrinal, sino también una experiencia vivencial y transformadora en Cristo.

Génesis 1:26-27:

26Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra.

27Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió.

Desde el principio, Dios crió al hombre para reflejar Su Imagen y vivir en comunión con Él. Esta comunión es la base de la unidad de la fe, ya que fuimos creados para estar en relación con Dios y entre nosotros.

Éxodo 19:5-6:

5Ahora pues, si diereis oído á mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.

6Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás á los hijos de Israel.

Dios llama a Su Pueblo a vivir en unidad y santidad. La obediencia a Su Voz y guardar de Su Pacto son esenciales para mantener esta unidad.

Salmo 133:1:

1¡MIRAD cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos igualmente en uno!

Este salmo celebra la bendición de la unidad entre los Hermanos. La armonía y la unidad son agradables a Dios y traen bendición a Su Pueblo.

Juan 17:21:

21Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.

El Señor Jesús ora por la unidad de Sus Seguidores, reflejando la unidad entre Él y el Padre. Esta unidad es un testimonio poderoso al mundo del Amor y la Verdad de Dios.

Efesios 4:3-6:

3Solícitos á guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

4Un cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados á una misma esperanza de vuestra vocación:

5Un Señor, una fe, un bautismo,

6Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros.

El Apóstol Pablo exhorta a los Creyentes a mantener la unidad del Espíritu. La unidad en la fe se basa en la Verdad de un solo Señor, una sola Fe y un solo Bautismo.

Colosenses 3:14:

14Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección.

El Amor es el fundamento de la unidad cristiana. Es el vínculo perfecto que une a los Creyentes en una comunión sincera y profunda.

Apocalipsis 7:9:

9Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos;…

La visión que le fue dada al Apóstol San Juan muestra la unidad final de todos los Creyentes en la Presencia de Dios. Esta multitud diversa que vinieron de grande tribulación, unida en adoración, refleja la culminación de la unidad de la Fe en Cristo.

La Unidad de la Fe: El Cuerpo de Cristo en Armonía

El Apóstol Pablo enfatiza en Efesios 4:13 que el crecimiento espiritual individual está relacionado con la unidad de la fe. La iglesia no puede alcanzar la Medida de Cristo si está dividida o estancada en disputas. La Plenitud de Cristo se manifiesta cuando los Creyentes caminan juntos en un mismo Espíritu y Propósito, y buscan el Conocimiento Profundo del Hijo de Dios.

Cuando la iglesia crece en unidad y madurez, reflejamos a Cristo al mundo, cumpliendo Su Propósito. La Medida de Cristo no es solo individual, sino colectiva, manifestada en la iglesia como Su Cuerpo, como dice en 1 Corintios 12:27:

27Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte.

¿QUÉ SIGNIFICA “LA MEDIDA DE LA EDAD DE LA PLENITUD DE CRISTO”?

El Apóstol Pablo nos presenta un objetivo claro y profundo para cada Creyente:

Efesios 4:13:

13Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo:

Esta expresión encierra un mensaje extraordinario: llegar a ser como Cristo mismo, crecer hasta Su Medida y Su Plenitud. Pero, ¿cómo podemos entenderlo a fondo? Vamos a analizarlo en varias dimensiones con la ayuda de la Palabra de Dios.

La Medida Espiritual: Conformarnos a la Imagen de Cristo

Cuando el Apóstol Pablo habla de “la medida”, se refiere a un estándar: el Carácter Perfecto y Pleno de Cristo. No es algo superficial, sino un crecimiento espiritual progresivo hacia Su Semejanza.

En Romanos 8:29, el Apóstol Pablo nos dice que fuimos predestinados a ser hechos conformes a la Imagen de Cristo:

Romanos 8:29:

29Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos;…

La Imagen de Cristo no se refiere a lo físico, sino a Su Carácter, Amor, Obediencia y Pureza Moral y Espiritual. Dios no quiere una iglesia estancada, sino una iglesia madura, que refleje a Su Hijo al mundo.

La Plenitud de Cristo: Su Carácter Perfecto

La palabra “plenitud” en Efesios 4:13 significa “completitud”, “totalidad”. Cristo representa la Plenitud de Dios revelada a los hombres.

Colosenses 2:9 declara:

9Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente:…

Esto significa que en el Señor Jesús vemos el Carácter Perfecto de Dios: Amor, Verdad, Justicia, Paciencia, Humildad y Santidad. Llegar a “la Medida de la Edad de la Plenitud de Cristo” implica permitir que Su Carácter se manifieste en nosotros día a día, en plena rendición al Señor nuestro Dios.

Gálatas 2:20 lo expresa de manera poderosa:

20Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí.

Es decir, alcanzar la Plenitud de Cristo implica morir a nuestro yo, a nuestro orgullo, a nuestras debilidades carnales, y permitir que Cristo viva en nosotros.

La Madurez Espiritual: Dejando de Ser Niños

Al hablar de “un varón perfecto”, el Apóstol Pablo nos está llamando a madurez espiritual. No podemos permanecer como “niños fluctuantes”, arrastrados por las corrientes del mundo o engañados por falsas doctrinas.

En Efesios 4:14-15, Pablo añade:

14Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error:

15Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, á saber, Cristo;

Ser niños espirituales implica inconstancia, carnalidad, falta de discernimiento y un conocimiento limitado de Cristo.  Ser Varones Perfectos implica estabilidad, crecimiento en la Palabra y una vida guiada por el Espíritu Santo.

En Hebreos 5:12-14, el escritor amonesta a aquellos que aún necesitan “leche espiritual” en lugar de alimento sólido:

12Porque debiendo ser ya maestros á causa del tiempo, tenéis necesidad de volver á ser enseñados cuáles sean los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado á ser tales que tengáis necesidad de leche, y no de manjar sólido.

13Que cualquiera que participa de la leche, es inhábil para la palabra de la justicia, porque es niño;

14Mas la vianda firme es para los perfectos, para los que por la costumbre tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

La Edad de la Plenitud de Cristo es para los que buscan Alimento Sólido, que se ejercitan en la Verdad y viven en obediencia Plena a Dios.

Ser Como Cristo en la Vida Diaria

La medida de la Plenitud de la Edad de Cristo no es una teoría abstracta. Es una realidad práctica que se evidencia en nuestra vida diaria:

Amor: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio á Dios en olor suave.”  (Efesios 5:2).

Humildad y Servicio: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios: Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”  (Filipenses 2:5-8).

Santidad: “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pedro 1:16).

Perdón: “Sufriéndoos los unos á los otros, y perdonándoos los unos á los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.”  (Colosenses 3:13).

Fruto del Espíritu: El fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) refleja el Carácter de Cristo en nosotros: Amor, Gozo, Paz, Paciencia, Benignidad, Bondad, Fe, Mansedumbre, Templanza.

Este crecimiento es un proceso continuo que requiere rendición al Espíritu Santo, alimentarse de la Palabra y perseverar en la fe. Al permitir que Cristo viva en nosotros, alcanzamos la Gloriosa Medida de Su Plenitud.

LA PERFECCIÓN

En Mateo 5:48 dice:

48Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Estas palabras del Señor Jesús son una declaración Sublime y a la vez desafiante. Nos llama a una vida que refleja el Carácter mismo de Dios: Su Perfecta Santidad, Perfecto Amor y Perfecta Justicia. Pero, ¿qué significa realmente esta Perfección, y cómo podemos alcanzarla?

Para entender este llamado, es esencial considerar el contexto en el que el Señor Jesús lo pronuncia. Mateo 5:48 cierra una sección del Sermón del Monte (Mateo 5:43-47) donde Jesús enseña sobre el Amor hacia los enemigos. Aquí destaca que el Amor de Dios es Inclusivo, Perfecto y sin parcialidad: “…que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos.”  (Mateo 5:45).

La Perfección, según el Señor Jesús, no se limita a la obediencia legalista ni a un cumplimiento externo de normas religiosas, sino que está arraigada en el Amor Incondicional de Dios. Este Amor no discrimina, no guarda rencores o no busca venganza; más bien, refleja la Naturaleza Divina.

La palabra griega traducida como “perfectos” es “téleios”, que implica “completo” o “maduro”. En este sentido, el Señor Jesús no está pidiendo una “perfección” sin errores humanos, sino una Madurez Espiritual que se refleja en el Carácter:

Madurez en el Amor: Amar no solo a los amigos, sino también a los enemigos, es la evidencia de una vida transformada. Este Amor refleja el Carácter de Dios, quien ama a todos, incluso a los ingratos y malos (Lucas 6:35-36).

Madurez en la Santidad: La Perfección también implica separarse del pecado y vivir en obediencia a Dios. En 1 Pedro 1:16, se nos recuerda: “…Sed santos, porque yo soy santo.” Esto no significa una vida sin errores, sino un compromiso constante de buscar a Dios y apartarse de lo que desagrada al Espíritu Santo.

Madurez en la Fe y Obediencia: Hebreos 11:6 dice que sin fe es imposible agradar a Dios. Esta Perfección incluye una Fe firme en Dios y una disposición a obedecerle en todo, como lo hicieron Abraham, Moisés y otros héroes de la fe.

La Perfección Como Amor Pleno

El Amor es el eje central de esta Perfección. El Señor Jesús enseña que el Mayor Mandamiento es Amar a Dios con todo el corazón, alma y mente, y al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:37-39). Esto implica:

Amor Incondicional: No amar solo a quienes nos aman, sino extender misericordia y bondad incluso a los que nos ofenden. Este Amor nos lleva a ser “Hijos de vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:45).

Amor Sacrificial: Cristo nos mostró este tipo de Amor al entregar Su Vida por nosotros (Juan 15:13). Seguir Su Ejemplo significa estar dispuestos a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras.

La Perfección a la Luz de Otras Escrituras

Perfección Como Transformación por el Espíritu Santo: Romanos 12:1-2 nos exhorta a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestra mente, para que podamos conocer la Voluntad de Dios. Esta transformación es un proceso continuo hacia la Perfección.

Perfección Mediante el Sufrimiento: Hebreos 2:10 dice que Cristo fue perfeccionado a través del sufrimiento. De manera similar, los Creyentes somos moldeados y madurados por medio de pruebas y dificultades (Santiago 1:2-4).

Perfección en Unidad y Comunión: San Juan 17:23 muestra cómo la Perfección se relaciona con la unidad del Cuerpo de Cristo: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á mí me has amado.” La Perfección no es un logro individual, sino un reflejo de la Comunión con Dios y con Su Pueblo.

Ahora, ¿cómo se alcanza esta Perfección? Al reconocer nuestra dependencia de Dios. La perfección no se alcanza por mérito propio, sino por la Gracia y el Poder de Dios en nosotros (Filipenses 2:13). Caminando en el Espíritu: Gálatas 5:16 nos instruye a andar en el Espíritu para no satisfacer los deseos de la carne. Este caminar diario nos lleva a reflejar el Fruto del Espíritu, que es clave para la Perfección del Creyente (Gálatas 5:22-23). Persistiendo en la Fe y la Oración: Colosenses 1:28 dice que el propósito de Pablo era “para que presentemos á todo hombre perfecto en Cristo Jesús:…”. Este es un llamado a perseverar en la enseñanza, la comunión y la búsqueda constante de Dios.

El Ejemplo Supremo de Perfección: Jesús

El Señor Jesús es nuestro modelo perfecto. Él vivió una vida sin pecado, obedeció completamente a Su Padre y mostró Amor y Compasión en cada aspecto de Su Ministerio. Esta es una de las razones que él le expresó a Felipe: “…El que me ha visto, ha visto al Padre” (San Juan 14:9). Si queremos ser Perfectos como nuestro Padre Celestial, debemos imitar a Cristo: “El que dice que está en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6).

Por tanto, la Perfección según se expresa en Mateo 5:48 no es un estándar inalcanzable, sino un llamado a la Madurez Espiritual y al Amor Pleno que reflejan el Carácter de Dios. Es por ello que, como veremos en las Virtudes de 2 Pedro 1:5-8, el Amor Divino es la Coronación. Es un proceso continuo de transformación por el Espíritu Santo, que nos lleva a vivir en Santidad, Obediencia y Amor Sacrificial. Al aceptar este llamado, nos acercamos cada día más a la Imagen de Cristo, quien es el Ejemplo Supremo de Perfección.

LAS SIETE VIRTUDES COMO ESCALONES HACIA LA CORONACIÓN DEL AMOR DIVINO

En 2 Pedro 1:5-8, el Apóstol Pedro presenta una guía progresiva de Virtudes del Creyente que funcionan como escalones para alcanzar la Plenitud de la Madurez Espiritual en Cristo. Este pasaje destaca el crecimiento dinámico que debe caracterizar a un Creyente en su camino hacia la Perfección en Cristo, mostrando cómo estas Virtudes están interconectadas y se construyen unas sobre otras, como especie de una pirámide hasta llegar al Bautismo del Amor Divino.

1. La Fe: El Apóstol Pedro inicia con la Fe, porque es el Fundamento de toda vida cristiana. Sin Fe, es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). La Fe nos conecta con Dios y nos capacita para recibir Su Gracia Salvadora. Esta Fe no es pasiva; es activa y viviente (Santiago 2:26), evidenciándose en la confianza total en Cristo como nuestro Salvador y Señor. La Fe es el terreno firme sobre el cual se edifican las demás virtudes.

2. La Virtud: Este segundo escalón implica excelencia moral, valentía y firmeza en hacer lo correcto, incluso en medio de pruebas y adversidades. Esta Virtud (o poder) nos lleva a buscar vivir conforme a los estándares de Dios, reflejando Su Santidad (1 Pedro 1:15-16). En Filipenses 4:8, el Apóstol Pablo exhorta a los Creyentes a pensar en “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre”. Estas cualidades son la esencia de la Virtud.

3. Conocimiento (o Ciencia): El conocimiento aquí no se refiere solo a información intelectual, sino a un entendimiento práctico y espiritual de la Voluntad de Dios, adquirido mediante el estudio de la Palabra y la obediencia al Espíritu Santo. Proverbios 2:6 declara: “Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” Este Conocimiento nos capacita para discernir entre lo bueno y lo malo, y para tomar decisiones que glorifiquen a Dios.

4. Templanza (Dominio Propio): El dominio propio, que es la Templanza, es la capacidad de controlar los deseos y pasiones carnales que nos apartan de Dios (1 Corintios 9:25-27). Este fruto del Espíritu (Gálatas 5:23) nos fortalece para resistir la tentación y mantenernos en el camino de la obediencia. En Proverbios 16:32 se nos enseña: “Mejor es el que tarde se aíra que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Sin dominio propio, las demás virtudes pierden estabilidad.

5. Paciencia: La paciencia implica perseverancia, resistencia y Fe en medio de las pruebas. Es una Virtud que nos enseña a esperar en Dios y a confiar en Su Tiempo Perfecto (Santiago 1:3-4). Hebreos 10:36 nos recuerda que “tenéis necesidad de paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. Es la actitud de mantenerse firme, sabiendo que Dios está obrando a nuestro favor.

6. Piedad: La piedad es una vida de Devoción a Dios, caracterizada por Reverencia, Amor y Obediencia. Es vivir conscientes de Su Presencia en cada aspecto de nuestra vida. En 1 Timoteo 4:8, el Apóstol Pablo enfatiza: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.”  La piedad es el fruto de una relación íntima y personal con Dios.

7. Amor Fraternal: El Amor Fraternal es el amor entre Hermanos en la Fe, una evidencia del verdadero discipulado cristiano (Juan 13:34-35). Este amor se demuestra en servicio, comprensión, perdón y unidad. En Romanos 12:10 dice: “Amándoos los unos á los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos á los otros;…” El afecto fraternal fomenta la edificación mutua en el Cuerpo de Cristo. Y en el verso que antecede nos dice el Apóstol Pablo: “El amor sea sin fingimiento:…” Que este Amor se sienta, se vea y sea real para con los Hermanos en la Fe.

8. Amor Divino (o Caridad): El Amor Ágape es la cúspide de todas las virtudes. Es el Amor Perfecto e incondicional que refleja el carácter de Dios (1 Juan 4:8). Este Amor abarca a todos, incluso a nuestros enemigos (Mateo 5:44). El Apóstol Pablo describe este Amor en 1 Corintios 13:4-7 como paciente, bondadoso, sin envidia, sin jactancia, sin egoísmo, y que todo lo soporta, cree y espera.

El Proceso de Crecimiento: De Escalón en Escalón

Cada una de estas virtudes representa un paso en el camino hacia la Madurez en Cristo. No son esfuerzos separados, sino una progresión continua. A medida que crecemos en estas áreas, reflejamos más plenamente la Plenitud de Cristo en nuestra vida.

En 2 Pedro 1:8 se nos asegura que, si estas virtudes están en nosotros y abundan, no seremos estériles ni infructuosos en el Conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, en el verso 9 advierte que quien carece de estas cosas es ciego, tiene la vista corta y ha olvidado que fue purificado de sus antiguos pecados.

La Madurez Espiritual no es algo automático ni instantáneo, sino un proceso que requiere diligencia, perseverancia y dependencia del Espíritu Santo. Al practicar y desarrollar estas Virtudes, nos acercamos más a la Medida de la Edad de la Plenitud de Cristo y reflejamos Su Carácter al mundo. Este camino hacia la Perfección no solo nos transforma a nosotros, sino que glorifica a Dios y edifica a Su Iglesia, la Esposa de Cristo. ¡Es tiempo de ascender estos escalones con Propósito y Devoción!

EL PROPÓSITO FINAL: CRISTO FORMADO EN NOSOTROS

El propósito final de la vida del Creyente no es simplemente una mejor moralidad, conocimientos teológicos o una vida libre de dificultades. El Plan Divino es mucho más profundo y trascendental: que Cristo sea formado en nosotros. Esta verdad, fundamentada en la Palabra de Dios, revela el Propósito Eterno de Dios para la humanidad redimida: ser la Imagen viva de Su Hijo Jesucristo (Romanos 8:29).

Cristo en Nosotros: La Esperanza de Gloria

En Colosenses 1:27, Pablo declara que el Misterio de Dios es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. La Presencia de Cristo en el Creyente es el testimonio de una transformación interna que culminará en una Glorificación futura, en el Día de nuestra Adopción Plena. Este concepto no se limita a una experiencia superficial, sino que implica una comunión íntima y constante con Cristo, donde Su Carácter y Naturaleza son manifestados a través de nosotros.

La Meta de Dios: Conformarnos a la Imagen de Su Hijo

Romanos 8:29 afirma: “Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos;…”. Desde la caída del hombre en Génesis 3, el Plan de Redención de Dios ha sido restaurar la Imagen perdida, que es Cristo. Esto no es solamente un cambio externo, sino una renovación completa de todos los Hijos de Dios (2 Corintios 5:17).

Ser Llenos de Toda la Plenitud de Dios

Efesios 3:17-19 enfatiza que Cristo debe habitar por Fe en nuestros corazones para que podamos “ser llenos de toda la Plenitud de Dios”. La Plenitud de Dios no es algo que obtenemos parcialmente; es una transformación integral que afecta nuestra mente, emociones, voluntad y acciones. Ser llenos de la Plenitud significa vivir en total dependencia y unidad con Él.

Cristo Formado en Nosotros: Un Proceso Constante

El Apóstol Pablo expresa su preocupación por los Creyentes en Gálatas 4:19, diciendo: “Hijitos míos, que vuelvo otra vez á estar de parto de vosotros, hasta que Cristo sea formado en vosotros;…”. Este proceso de formación no es instantáneo, sino que requiere tiempo, obediencia y disciplina espiritual. Es un proceso de santificación progresiva donde el Espíritu Santo trabaja para moldearnos a la semejanza de Cristo (2 Corintios 3:18).

Vivir Como Cristo Vivió

En 1 Juan 2:6, se nos dice: “El que dice que está en él, debe andar como él anduvo.”  La Vida de Cristo es el Modelo Supremo de cómo debemos vivir. Esto incluye: Amar como Él amó (San Juan 13:34-35). Servir como Él sirvió (Marcos 10:45). Obedecer al Padre como Él obedeció (San Juan 5:19). Perdonar como Él perdonó (Lucas 23:34).

Fructificar a la Imagen de Cristo

En San Juan 15:5, Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.” Los Frutos del Espíritu son evidencias de que Cristo está siendo formado en nosotros (Gálatas 5:22-23). Estos Frutos no son logros humanos, sino el resultado de permanecer conectados a Cristo, la Vid verdadera.

Vestirse del Nuevo Hombre: Cristo en Nosotros

En Efesios 4:22-24, el Apóstol Pablo exhorta a los Creyentes a despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo hombre, “creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Este “nuevo hombre” no es otro que Cristo mismo siendo formado en nosotros, renovando nuestra mente y transformando nuestra vida (Romanos 12:2).

La Manifestación de Cristo en Nuestra Vida

En Filipenses 1:21, el Apóstol Pablo declara: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”  Estas palabras resumen el propósito final del Creyente: que nuestra vida sea una manifestación de Cristo en cada área. En Mateo 5:16, el Señor Jesús instruyó: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.” Cuando Cristo es formado en nosotros, nuestra luz brilla para que otros vean a Cristo en nuestras acciones.

Transformados por la Palabra y el Espíritu Santo

La Palabra de Dios es el Instrumento principal para formar a Cristo en nosotros. Hebreos 4:12 nos dice que la Palabra es viva y eficaz, penetrando y transformando nuestro ser interior. El Espíritu Santo es Dios mismo como el Agente Divino que nos guía, instruye y moldea a la Imagen de Cristo (Juan 16:13, Romanos 8:14). Es Él quien produce en nosotros el querer y el hacer por Su Buena Voluntad (Filipenses 2:13).

Preparados para la Eternidad

El propósito final de Cristo siendo formado en nosotros es prepararnos para nuestra Unión Eterna con Él. En 1 Juan 3:2 se nos promete: “…aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él, porque le veremos como él es.” Este proceso de transformación culmina en la Glorificación, cuando seremos completamente conformados a Su Imagen en el Día de la Redención, cuando seamos Adoptados Plenamente, tanto en el espíritu como en el cuerpo (Filipenses 3:21).

El propósito final de Dios para el Creyente no es simplemente ser salvo, sino que Cristo sea plenamente formado en nosotros, reflejando Su Carácter, Su Amor y Su Poder en nuestras vidas. Este proceso nos llama a rendirnos completamente a Dios, sometiéndonos a Su Palabra y al Espíritu Santo para que Él haga Su Obra Perfecta en nosotros.  “Estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;…” (Filipenses 1:6).

¡El mundo necesita ver a Cristo vivo en Su Pueblo, la Verdera Iglesia, la Esposa de Jesucristo! Este llamado es para cada Creyente: permitir que Cristo transforme nuestras vidas, hasta que no seamos nosotros quienes vivamos, sino que Cristo viva en nosotros (Gálatas 2:20). ¡Esta es la meta más alta y el Propósito Eterno de Dios!

Conclusión

Hemos explorado la profundidad y el propósito de lo que significa alcanzar “la Medida de la Edad de la Plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Hemos visto cómo las Escrituras nos llaman a ser Perfectos, como nuestro Padre Celestial es Perfecto (Mateo 5:48), y cómo podemos subir por los escalones de las Virtudes descritas en 2 Pedro 1:5-8, hasta que Cristo sea formado completamente en nosotros. Pero ahora, queridos Hermanos en Cristo, la pregunta crucial es: ¿Qué harás con este llamado en tu vida?

No podemos seguir viviendo en la mediocridad espiritual ni conformándonos con un cristianismo superficial. La Vida de Cristo en nosotros no es opcional; es la Única Esperanza para vivir plenamente según la Voluntad de Dios (Colosenses 1:27). Hoy, más que nunca, el Señor nos llama a dejar el pecado, a abandonar los caminos de la carne y vivir en el Espíritu. Él nos invita a someternos completamente a Su Obra transformadora, para que el mundo vea en nosotros Su Luz y Su Verdad.

El Señor Jesús ya lo ha hecho todo por ti. Él descendió del Cielo, vivió una Vida Perfecta, murió en la cruz y resucitó gloriosamente para darte la oportunidad de tener una vida nueva, una vida en la que Su Carácter y Su Amor sean manifiestos a través de ti. Pero ahora depende de ti. Él, Cristo, toca la puerta de tu corazón (Apocalipsis 3:20). ¿Le permitirás entrar para que Él more en ti en toda Plenitud?

El Espíritu Santo está aquí para ayudarte, para fortalecerte, para guiarte en este Camino hacia la madurez en Cristo. Pero tú debes dar el primer paso. Tú debes decir: “Señor, aquí estoy. Tómame, moldéame y transfórmame.”

No sabemos cuánto tiempo más tendremos. Cada día que vivimos es una oportunidad para decidir a quién serviremos (Josué 24:15). Dios te llama hoy a entregarte por completo, a dejar todo lo que te separa de Él y a abrazar Su Propósito Eterno para tu vida: que Cristo sea formado en ti.

Recuerda, el mundo necesita ver a Cristo Vivo en Su Pueblo. Tú eres Su Testigo, Su Embajador (2 Corintios 5:20). Si Cristo no se refleja en ti, ¿quién más lo hará? Este es el momento de dejar que Él reine completamente en tu corazón.

Hoy, te invito a tomar una decisión crucial y eterna: Rendir tu vida totalmente a Cristo para que Su Plenitud sea manifiesta en ti. No importa cuánto te hayas desviado, no importa cuán lejos te sientas de Su Propósito, Su Gracia es suficiente para transformarte (2 Corintios 12:9), aprovéchala mientras ésta esté vigente. Ven a Él con un corazón humilde y arrepentido, y permite que Él haga en ti lo que nadie más puede hacer: convertirte en un Reflejo vivo de Su Gloria. Recordemos que, Cristo Encarnado es la Perfección de la Perfección.

¿Quieres que Cristo sea formado en ti? ¿Estás dispuesto a caminar en Su Amor, subir los escalones de las Virtudes y vivir una vida llena del Espíritu Santo? Este es el momento. No esperes más.

Oración

Oremos: Padre Celestial, hemos oído Tu Llamado, y sentimos en nuestro corazón el anhelo de ser transformados a la Imagen de Tu Hijo, nuestro Hermano Primogénito. Señor, queremos alcanzar la Medida de la Estatura de la Plenitud de Cristo. Perdónanos por nuestras faltas y por las veces que hemos vivido para nosotros mismos. Hoy, nos rendimos completamente a Ti. Señor Jesucristo, entra en nuestro corazón, toma el control y transfórmanos. Espíritu Santo, guíanos en este camino de Santidad y Madurez. Ayúdanos a vivir como Cristo vivió, a amar como Él amó, y a ser testigos vivos de Su Poder. En el Nombre que es sobre todo nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo oramos, amén.

¡El Señor te llama hoy, Hermano, Hermana, Amigo y Amiga! No te detengas. Decide por Cristo y comienza a vivir la Vida Plena y abundante que Él tiene para ti. El Señor te siga bendiciendo hoy, mañana y siempre. ¡Amén!

Ephesians 4:11-16:

11 And he himself gave some, certainly apostles, and some prophets, and some evangelists, and some pastors and teachers.

12For the perfection of the saints, for the work of the ministry, for the building up of the body of Christ;

13 Until we all come to the unity of faith and of the knowledge of the Son of God, to a perfect man, to the measure of the age of the fullness of Christ:

14 Let us no longer be children who fluctuate, and are carried to and fro with every wind of doctrine, by the sleight of men who, in order to deceive, cunningly employ the artifices of error.

15 But following the truth in love, let us grow in all things into him who is the head, even Christ;

16 Of which the whole body is composed and well bound together by all the joints of its food, which it receives according to the operation, each member according to its measure takes an increase of body, building itself up in love.

Introduction

Brethren, the Fullness of God in Christ is the supreme goal for every Believer. It is not enough to be a nominal Christian; we should aspire to be filled in the fullness of His Spirit, reflecting His Character and His Love in all that we do. These words challenge us not to settle for superficial faith, but to seek a deep and transforming relationship with Christ.

In Matthew 5:48, Jesus calls us to be perfect as our Heavenly Father is Perfect. This Perfection is not a human impeccability, but a Spiritual Maturity that manifests itself in a Perfect Love and a life of holiness. And in 2 Peter 1:5-8, we are given clear guidance for this spiritual growth, beginning with Faith and culminating in Agape Love, the unconditional and sacrificial Love that characterizes God Himself.

Today, as we explore this topic, I invite you to open your hearts and minds to the Transforming Work of the Holy Spirit. May we together, as the Body of Christ, move into the fullness of His stature, reflecting His Love and His Glory in every aspect of our lives.

We live in times where superficiality has invaded Christianity. Many believers think that attending church on Sundays, praying once in a while, or having "good intentions" is enough to please God. However, the Apostle Paul in Ephesians 4:13 throws us a challenge that goes beyond a comfortable, passive religion. He speaks of a Supreme Goal: "to reach the measure of the Age of the Fullness of Christ."

But what does this really mean? Is God asking us to be like Christ Himself? Doesn't it sound impossible to be perfect like Him? The reality is that Christ did not come into the world only to save us, but also to show us the Way to Spiritual Perfection. He is our Model, our Reference and the Fullness to which we must aspire.

The Lord Jesus did not set the goal low; in Matthew 5:48 he said with authority:

48 Be ye therefore perfect, as your Father which is in heaven is perfect.

This statement may seem intimidating, but it is also a glorious call to experience a transformed Christian life filled with the fullness of God. It is not about human perfection, but about a Spiritual Maturity that reflects the Character of Christ in every thought, word, and deed.

The world needs to see Christ in us. The Apostle Peter in 2 Peter 1:5-8 gives us a spiritual ladder, a series of virtues that, added to our faith, allow us to grow until we reach that Fullness.

The questions we must ask ourselves today are: Are we content with a lukewarm and fruitless Christianity, or are we willing to work to grow into the Age of Christ's Fullness? Do we strive to reflect Christ in our lives, or have we settled for less than God expects of us?

Brethren, the time of being spiritual children is over. The world does not need any more immature believers; it needs men and women who, filled with the Holy Spirit, walk in the Measure of the Age of Christ's Fullness. Today, God is calling us to rise, grow, and reach the Spiritual Perfection He desires.

Let's discover together, through the Word, how we can move forward on this path and reach that Glorious Measure of the Age of Christ's Fullness.

THE UNITY OF FAITH

The unity of faith and knowledge of the Son of God is a theme that runs through the entire Bible, from Genesis to Revelation. This unity is not only doctrinal, but also an experiential and transforming experience in Christ.

Genesis 1:26-27:

26 And God said, Let us make man in our image, after our likeness, and let him have dominion over the fish of the sea, and over the birds of the air, and over the cattle, and over all the earth, and over every creeping thing that creeps on the earth.

27 And God created man in his own image, in the image of God he created him; male and female he created them.

From the beginning, God created man to reflect His Image and live in fellowship with Him. This communion is the basis of the unity of faith, since we were created to be in relationship with God and with each other.

Exodus 19:5-6:

5 And now, if you will give ear to my voice and keep my covenant, you will be my special treasure above all peoples, for the whole earth is mine.

6 And you shall be my kingdom of priests, and holy nations. These are the words that you will speak to the children of Israel.

God calls His people to live in unity and holiness. Obedience to His Voice and keeping of His Covenant are essential to maintaining this unity.

Psalm 133:1:

1 Behold how good and how delightful it is for brothers to dwell in one likewise!

This psalm celebrates the blessing of unity among the Brothers. Harmony and unity are pleasing to God and bring blessing to His people.

John 17:21:

21 That all may be one; as thou, O Father, in me, and I in thee, that they also may be one in us, that the world may believe that thou hast sent me.

The Lord Jesus prays for the unity of His Followers, reflecting the unity between Himself and the Father. This unity is a powerful witness to the world of God's Love and Truth.

Ephesians 4:3-6:

3 Anxious to preserve the unity of the Spirit in the bond of peace.

4 One body, and one Spirit, as you are also called to the same hope of your calling:

5One Lord, one faith, one baptism,

6 One God and Father of all, who is over all things, and through all things, and in all of you.

The Apostle Paul exhorts Believers to maintain the unity of the Spirit. Unity in faith is based on the Truth of one Lord, one Faith, and one Baptism.

Colossians 3:14:

14 And above all these things put on charity, which is the bond of perfection.

Love is the foundation of Christian unity. It is the perfect bond that unites Believers in a sincere and profound communion.

Revelation 7:9:

9 After these things I looked, and behold, a great company, which no one could number, out of all nations and kindreds and peoples and tongues, standing before the throne and before the Lamb, clothed in white robes, and palms in their hands;

The vision given to the Apostle St. John shows the ultimate unity of all Believers in the Presence of God. This diverse multitude who came from great tribulation, united in worship, reflects the culmination of the unity of Faith in Christ.

The Unity of Faith: The Body of Christ in Harmony

The Apostle Paul emphasizes in Ephesians 4:13 that individual spiritual growth is related to the unity of faith. The church cannot reach the Measure of Christ if it is divided or bogged down in disputes. The Fullness of Christ is manifested when Believers walk together in one Spirit and Purpose, and seek the Deep Knowledge of the Son of God.

When the church grows in unity and maturity, we reflect Christ to the world, fulfilling His Purpose. Christ's Measure is not only individual, but collective, manifested in the church as His Body, as it says in 1 Corinthians 12:27:

27 For you are the body of Christ, and members in part.

WHAT DOES "THE MEASURE OF THE AGE OF CHRIST'S FULLNESS" MEAN?

The Apostle Paul presents us with a clear and profound goal for every Believer:

Ephesians 4:13:

13 Until we all come to the unity of faith and of the knowledge of the Son of God, to a perfect man, to the measure of the age of the fullness of Christ:

This expression contains an extraordinary message: to become like Christ Himself, to grow to His Measure and His Fullness. But how can we understand it thoroughly? Let's analyze it in several dimensions with the help of God's Word.

The Spiritual Measure: Conforming to the Image of Christ

When the Apostle Paul speaks of "the measure," he is referring to a standard: the Perfect and Full Character of Christ. It is not something superficial, but a progressive spiritual growth into His Likeness.

In Romans 8:29, the Apostle Paul tells us that we were predestined to be conformed to the Image of Christ:

Romans 8:29:

29 For those whom he foreknew, he also predestined to be conformed to the image of his Son, that he might be the firstborn among many brethren.

The Image of Christ does not refer to the physical, but to His Character, Love, Obedience, and Moral and Spiritual Purity. God does not want a stagnant church, but a mature church, reflecting His Son to the world.

The Fullness of Christ: His Perfect Character

The word "fullness" in Ephesians 4:13 means "completeness," "wholeness." Christ represents the fullness of God revealed to men.

Colossians 2:9 states:

9For in him dwells all the fullness of the Godhead bodily: ...

This means that in the Lord Jesus we see the Perfect Character of God: Love, Truth, Justice, Patience, Humility, and Holiness. Coming to "the Measure of the Age of Christ's Fullness" involves allowing His Character to manifest itself in us day by day, in full surrender to the Lord our God.

Galatians 2:20 expresses it powerfully:

20 I am crucified with Christ, and I live, not I, but Christ lives in me: and what I now live in the flesh, I live in faith in the Son of God, who loved me and gave himself for me.

That is, to attain the fullness of Christ involves dying to our self, to our pride, to our fleshly weaknesses, and to allow Christ to live in us.

Spiritual Maturity: Not Being Children

By speaking of "a perfect man," the Apostle Paul is calling us to spiritual maturity. We cannot remain "fluctuating children," swept away by the currents of the world or deceived by false doctrines.

In Ephesians 4:14-15, Paul adds:

14 Let us no longer be children who fluctuate, and are carried to and fro with every wind of doctrine, by the sleight of men who, in order to deceive, cunningly employ the artifices of error.

15 But following the truth in love, let us grow in all things into him who is the head, even Christ;

Being spirit children involves fickleness, carnality, lack of discernment, and a limited knowledge of Christ.  Being Perfect Men involves stability, growth in the Word, and a life led by the Holy Spirit.

In Hebrews 5:12-14, the writer admonishes those who still need "spiritual milk" instead of solid food:

12 For since you ought to be teachers because of time, you need to be taught again what are the first rudiments of the words of God; and you have become such that you have need of milk, and not of solid food.

13 That whoever partakes of milk is unfit for the word of righteousness, because he is a child;

14 But the food is firm for the perfect, for those who by habit have their senses trained in the discernment of good and evil.

The Age of Christ's Fullness is for those who seek Solid Food, who exercise themselves in Truth, and live in Full obedience to God.

Being Like Christ in Daily Life

The measure of the fullness of the age of Christ is not an abstract theory. It is a practical reality that is evident in our daily lives:

Love: "And walk in love, even as Christ also loved us, and gave himself for us, an offering and sacrifice to God in a sweet savour."  (Ephesians 5:2).

Humility and Service: "Let this mind be in you, which was also in Christ Jesus: who, being in the form of God, did not consider it a usurpation to be equal with God: nevertheless he emptied himself, taking the form of a servant, being made in the likeness of men; And being found in the condition as a man, he humbled himself, being made obedient unto death, even death on a cross."  (Philippians 2:5-8).

Your Holiness: "For it is written, 'Be holy, for I am holy.'" (1 Peter 1:16).

Forgiveness: "Suffering one another, and forgiving one another if anyone has a complaint about another: as Christ forgave you, so do you."  (Colossians 3:13).

Fruit of the Spirit: The fruit of the Spirit (Galatians 5:22-23) reflects the Character of Christ in us: Love, Joy, Peace, Patience, Kindness, Goodness, Faith, Meekness, Temperance.

This growth is an ongoing process that requires surrender to the Holy Spirit, feeding on the Word, and persevering in faith. By allowing Christ to live in us, we attain the Glorious Measure of His Fullness.

PERFECTION

In Matthew 5:48 it says,

48 Be ye therefore perfect, as your Father which is in heaven is perfect.

These words of the Lord Jesus are a sublime yet challenging statement. It calls us to a life that reflects the very Character of God: His Perfect Holiness, Perfect Love, and Perfect Justice. But what does this Perfection really mean, and how can we attain it?

To understand this call, it is essential to consider the context in which the Lord Jesus utters it. Matthew 5:48 closes a section of the Sermon on the Mount (Matthew 5:43-47) where Jesus teaches about Love toward enemies. Here he highlights that God's Love is Inclusive, Perfect and without partiality: "... that makes his sun rise on the evil and on the good, and rains on the just and on the unjust."  (Matthew 5:45).

Perfection, according to the Lord Jesus, is not limited to legalistic obedience or outward compliance with religious norms, but is rooted in God's Unconditional Love. This Love does not discriminate, does not hold grudges or does not seek revenge; rather, it reflects the Divine Nature.

The Greek word translated "perfect" is "telios," which implies "complete" or "mature." In this sense, the Lord Jesus is not asking for a "perfection" without human error, but for a Spiritual Maturity that is reflected in the Character:

Maturity in Love: Loving not only friends, but also enemies, is the evidence of a transformed life. This Love reflects the Character of God, who loves everyone, even the ungrateful and wicked (Luke 6:35-36).

Maturity in Holiness: Perfection also involves separating oneself from sin and living in obedience to God. In 1 Peter 1:16, we are reminded, "... Be holy, for I am holy." This does not mean a life without error, but a constant commitment to seek God and turn away from what is displeasing to the Holy Spirit.

Maturity in Faith and Obedience: Hebrews 11:6 says that without faith it is impossible to please God. This Perfection includes a firm faith in God and a willingness to obey Him in everything, as Abraham, Moses, and other heroes of the faith did.

Perfection as full love

Love is the central axis of this Perfection. The Lord Jesus teaches that the Greatest Commandment is to Love God with all your heart, soul, and mind, and your neighbor as yourself (Matthew 22:37-39). This involves:

Unconditional Love: Not to love only those who love us, but to extend mercy and kindness even to those who offend us. This Love leads us to be "children of your Father who is in heaven" (Matthew 5:45).

Sacrificial Love: Christ showed us this kind of Love by laying down His Life for us (John 15:13). Following His Example means being willing to put the needs of others above our own.

Perfection in the Light of Other Scriptures

Perfection as Transformation by the Holy Spirit: Romans 12:1-2 exhorts us not to be conformed to this world, but to be transformed by the renewing of our minds, so that we can know God's Will. This transformation is an ongoing process toward Perfection.

Perfection Through Suffering: Hebrews 2:10 says that Christ was perfected through suffering. Similarly, Believers are molded and matured through trials and difficulties (James 1:2-4).

Perfection in Unity and Communion: St. John 17:23 shows how Perfection relates to the unity of the Body of Christ: "I in them, and you in me, that they may be consummatedly one; let the world know that you sent me, and that you have loved them, as you have also loved me." Perfection is not an individual achievement, but a reflection of Communion with God and His People.

Now, how is this Perfection attained? By recognizing our dependence on God. Perfection is not attained by our own merit, but by God's grace and power in us (Philippians 2:13). Walking in the Spirit: Galatians 5:16 instructs us to walk in the Spirit so as not to satisfy the desires of the flesh. This daily walk leads us to reflect the Fruit of the Spirit, which is key to the Perfection of the Believer (Galatians 5:22-23). Persisting in Faith and Prayer: Colossians 1:28 says that Paul's purpose was "that we might present every man perfect in Christ Jesus:..." This is a call to persevere in teaching, fellowship, and constant seeking for God.

The Supreme Example of Perfection: Jesus

The Lord Jesus is our perfect model. He lived a sinless life, completely obeyed His Father, and showed Love and Compassion in every aspect of His Ministry. This is one of the reasons he expressed to Felipe: "... He who has seen me has seen the Father" (John 14:9). If we want to be Perfect like our Heavenly Father, we must imitate Christ: "He who says he is in him must walk as he walked" (1 John 2:6).

Therefore, Perfection as expressed in Matthew 5:48 is not an unattainable standard, but a call to Spiritual Maturity and Full Love that reflect the Character of God. That is why, as we will see in the Virtues of 2 Peter 1:5-8, Divine Love is the Crowning. It is a continuous process of transformation by the Holy Spirit, which leads us to live in Holiness, Obedience and Sacrificial Love. As we accept this call, we draw closer every day to the Image of Christ, who is the Supreme Example of Perfection.

THE SEVEN VIRTUES AS STEPPING STONES TO THE CROWNING OF DIVINE LOVE

In 2 Peter 1:5-8, the Apostle Peter presents a progressive guide to Believer's Virtues that function as stepping stones to attaining the Fullness of Spiritual Maturity in Christ. This passage highlights the dynamic growth that should characterize a Believer on his or her path to Perfection in Christ, showing how these Virtues are interconnected and build on top of each other, like a kind of pyramid until reaching the Baptism of Divine Love.

1.     Faith: The Apostle Peter begins with Faith, because it is the Foundation of all Christian life. Without faith, it is impossible to please God (Hebrews 11:6). Faith connects us to God and enables us to receive His Saving Grace. This Faith is not passive; it is active and living (James 2:26), evidenced in total trust in Christ as our Savior and Lord. Faith is the firm ground on which the other virtues are built.

2. Virtue: This second step implies moral excellence, courage and firmness in doing the right thing, even in the midst of trials and adversities. This Virtue (or power) leads us to seek to live up to God's standards, reflecting His Holiness (1 Peter 1:15-16). In Philippians 4:8, the Apostle Paul exhorts believers to think of "whatever is true, whatever is honest, whatever is just, whatever is pure, whatever is lovely, whatever is of good report." These qualities are the essence of Virtue.

3.     Knowledge (or Science): Knowledge here does not refer only to intellectual information, but to a practical and spiritual understanding of God's Will, acquired through the study of the Word and obedience to the Holy Spirit. Proverbs 2:6 states, "For the Lord gives wisdom, and out of his mouth comes knowledge and understanding." This Knowledge enables us to discern between good and evil, and to make choices that glorify God.

4. Temperance (Self-Control): Self-control, which is Temperance, is the ability to control carnal desires and passions that separate us from God (1 Corinthians 9:25-27). This fruit of the Spirit (Galatians 5:23) strengthens us to resist temptation and stay on the path of obedience. In Proverbs 16:32 we are taught, "Better is he who is slow to be angry than he who is strong; And he who lords it over his spirit, than he who takes a city." Without self-control, the other virtues lose stability.

5.     Patience: Patience involves perseverance, endurance, and faith in the midst of trials. It is a Virtue that teaches us to wait on God and trust in His Perfect Timing (James 1:3-4). Hebrews 10:36 reminds us that "you have need of patience, so that having done the will of God, you may obtain the promise." It is the attitude of standing firm, knowing that God is working on our behalf.

6.     Piety: Piety is a life of Devotion to God, characterized by Reverence, Love, and Obedience. It is to live conscious of His Presence in every aspect of our lives. In 1 Timothy 4:8, the Apostle Paul emphasizes: "For bodily exercise is profitable for little; but godliness profiteth for all things, for it hath promise of this present life, and of the life to come."  Godliness is the fruit of an intimate, personal relationship with God.

7.     Brotherly Love: Brotherly Love is the love between Brethren in the Faith, an evidence of true Christian discipleship (John 13:34-35). This love is demonstrated in service, understanding, forgiveness, and unity. In Romans 12:10 it says, "Love one another with brotherly love; foreseeing one another with honor..." Brotherly affection fosters mutual edification in the Body of Christ. And in the verse that precedes the Apostle Paul tells us: "Let love be without pretense:..." May this Love be felt, seen and real towards the Brothers in the Faith.

8.     Divine Love (or Charity): Agape Love is the pinnacle of all virtues. It is the perfect, unconditional Love that reflects God's character (1 John 4:8). This Love embraces everyone, even our enemies (Matthew 5:44). The Apostle Paul describes this Love in 1 Corinthians 13:4-7 as patient, kind, without envy, without boasting, without selfishness, and enduring and believing and hoping for all things.

The Growth Process: From Step to Step

Each of these virtues represents a step on the path to Maturity in Christ. They are not separate efforts, but a continuous progression. As we grow in these areas, we more fully reflect the Fullness of Christ in our lives.

In 2 Peter 1:8 we are assured that, if these virtues are in us and abound, we shall not be barren or unfruitful in the Knowledge of our Lord Jesus Christ. However, in verse 9 he warns that whoever lacks these things is blind, has short sight, and has forgotten that he was cleansed from his former sins.

Spiritual Maturity is not automatic or instantaneous, but a process that requires diligence, perseverance, and dependence on the Holy Spirit. By practicing and developing these Virtues, we get closer to the Age Measure of Christ's Fullness and reflect His Character to the world. This path to Perfection not only transforms us, but glorifies God and builds up His Church, the Bride of Christ. It's time to ascend these steps with Purpose and Devotion!

THE ULTIMATE PURPOSE: CHRIST FORMED IN US

The ultimate purpose of the Believer's life is not simply better morality, theological knowledge, or a life free from difficulties. The Divine Plan is much deeper and more transcendental: that Christ be formed in us. This truth, grounded in God's Word, reveals God's Eternal Purpose for redeemed humanity: to be the living Image of His Son, Jesus Christ (Romans 8:29).

Christ in Us: The Hope of Glory

In Colossians 1:27, Paul declares that the Mystery of God is "Christ in you, the hope of glory." The Presence of Christ in the Believer is the witness of an inner transformation that will culminate in a future Glorification, on the Day of our Full Adoption. This concept is not limited to a superficial experience, but involves an intimate and constant communion with Christ, where His Character and Nature are manifested through us.

God's Goal: Conforming to the Image of His Son

Romans 8:29 states, "For those whom He foreknew, He also predestined to be conformed to the image of His Son, that He might be the firstborn among many brethren..." Since the fall of man in Genesis 3, God's plan of redemption has been to restore the lost Image, which is Christ. This is not just an outward change, but a complete renewal of all of God's Children (2 Corinthians 5:17).

Being Filled with All the Fullness of God

Ephesians 3:17-19 emphasizes that Christ must dwell by faith in our hearts so that we can "be filled with all the fullness of God." The Fullness of God is not something we get partially; It is a comprehensive transformation that affects our mind, emotions, will, and actions. To be filled with Fullness means to live in total dependence and unity with Him.

Christ Formed in Us: A Constant Process

The Apostle Paul expresses his concern for the Believers in Galatians 4:19, saying, "My little children, I am again in travail of you, until Christ be formed in you..." This formation process is not instantaneous, but requires time, obedience, and spiritual discipline. It is a process of progressive sanctification where the Holy Spirit works to mold us into the likeness of Christ (2 Corinthians 3:18).

Living as Christ Lived

In 1 John 2:6, we are told, "He who says he is in him must walk as he walked."  The Life of Christ is the Supreme Model for how we are to live. This includes: Loving as He loved (John 13:34-35). Serve as He served (Mark 10:45). Obey the Father as He obeyed (John 5:19). Forgive as He forgave (Luke 23:34).

Fruitful in the Image of Christ

In John 15:5, Jesus said, "I am the vine, you are the branches: he who is in me, and I in him, this one bears much fruit; for without me you can do nothing." The fruits of the Spirit are evidences that Christ is being formed in us (Galatians 5:22-23). These Fruits are not human achievements, but the result of remaining connected to Christ, the true Vine.

Putting on the New Man: Christ in Us

In Ephesians 4:22-24, the Apostle Paul exhorts believers to put off the old man and put on the new man, "created after God in righteousness and holiness of truth." This "new man" is none other than Christ himself being formed in us, renewing our minds, and transforming our lives (Romans 12:2).

The Manifestation of Christ in Our Lives

In Philippians 1:21, the Apostle Paul declares, "For to me to live is Christ, and to die is gain."  These words sum up the ultimate purpose of the Believer: that our life be a manifestation of Christ in every area. In Matthew 5:16, the Lord Jesus instructed, "Let your light so shine before men, that they may see your good works, and glorify your Father who is in heaven." When Christ is formed in us, our light shines so that others will see Christ in our actions.

Transformed by the Word and the Holy Spirit

The Word of God is the principal instrument for forming Christ in us. Hebrews 4:12 tells us that the Word is living and active, penetrating and transforming our inner being. The Holy Spirit is God Himself as the Divine Agent who guides, instructs, and molds us into the Image of Christ (John 16:13, Romans 8:14). It is He who produces in us the will and the doing of His good will (Philippians 2:13).

Ready for Eternity

The ultimate purpose of Christ being formed in us is to prepare us for our Eternal Union with Him. In 1 John 3:2 we are promised, "... what we are to be has not yet been revealed; but we know that when he appears, we shall be like him, for we shall see him as he is." This process of transformation culminates in Glorification, when we will be completely conformed to His Image on the Day of Redemption, when we will be Fully Adopted, both in spirit and body (Philippians 3:21).

God's ultimate purpose for the Believer is not simply to be saved, but for Christ to be fully formed in us, reflecting His Character, His Love, and His Power in our lives. This process calls us to surrender completely to God, submitting ourselves to His Word and the Holy Spirit so that He will do His Perfect Work in us.  "Confident of this, that He who began a good work in you will complete it until the day of Jesus Christ..." (Philippians 1:6).

The world needs to see Christ alive in His People, the Green Church, the Bride of Jesus Christ! This call is for every Believer: to allow Christ to transform our lives, until it is not we who live, but Christ lives in us (Galatians 2:20). This is God's highest goal and Eternal Purpose!

Conclusion

We have explored the depth and purpose of what it means to reach "the Measure of the Age of the Fullness of Christ" (Ephesians 4:13). We have seen how the Scriptures call us to be Perfect, how our Heavenly Father is Perfect (Matthew 5:48), and how we can climb the steps of the Virtues described in 2 Peter 1:5-8, until Christ is fully formed in us. But now, dear Brethren in Christ, the crucial question is: What will you do with this calling on your life?

We cannot continue to live in spiritual mediocrity or settle for a superficial Christianity. The Life of Christ in us is not optional; it is the Only Hope for living fully according to God's Will (Colossians 1:27). Today, more than ever, the Lord calls us to turn from sin, to forsake the ways of the flesh, and to live in the Spirit. He invites us to submit completely to His transforming Work, so that the world will see in us His Light and His Truth.

The Lord Jesus has already done everything for you. He descended from Heaven, lived a Perfect Life, died on the cross, and rose gloriously to give you the opportunity to have a new life, a life in which His Character and His Love are manifest through you. But now it's up to you. He, Christ, knocks on the door of your heart (Revelation 3:20). Will you let Him in so that He may dwell in you in all Fullness?

The Holy Spirit is here to help you, to strengthen you, to guide you on this Path to maturity in Christ. But you must take the first step. You must say, "Lord, here I am. Take me, mold me, and transform me."

We don't know how much more time we'll have. Every day we live is an opportunity to decide whom we will serve (Joshua 24:15). God calls you today to surrender completely, to leave all that separates you from Him, and to embrace His Eternal Purpose for your life: that Christ be formed in you.

Remember, the world needs to see Christ Living in His People. You are His Witness, His Ambassador (2 Corinthians 5:20). If Christ is not reflected in you, who else will? This is the time to let Him reign completely in your heart.

Today, I invite you to make a crucial and eternal decision: Surrender your life totally to Christ so that His Fullness may be manifest in you. No matter how far you have strayed, no matter how far away you feel from His Purpose, His Grace is sufficient to transform you (2 Corinthians 12:9), take advantage of it while it is in effect. Come to Him with a humble, repentant heart, and allow Him to do in you what no one else can: make you a living Reflection of His Glory. Let us remember that Christ Incarnate is the Perfection of Perfection.

Do you want Christ to be formed in you? Are you willing to walk in His Love, climb the steps of the Virtues, and live a life filled with the Holy Spirit? This is the time. Don't wait any longer.

Prayer

Let us pray: Heavenly Father, we have heard Your Call, and we feel in our hearts the longing to be transformed into the Image of Your Son, our Firstborn Brother. Lord, we want to reach the Measure of the Stature of the Fullness of Christ. Forgive us for our faults and for the times we have lived for ourselves. Today, we surrender completely to You. Lord Jesus Christ, enter our hearts, take control and transform us. Holy Spirit, guide us on this path of Holiness and Maturity. Help us to live as Christ lived, to love as He loved, and to be living witnesses of His Power. In the Name that is above every name, in the Name of the Lord Jesus Christ we pray, amen.

The Lord is calling you today, Brother, Sister, Friend! Don't stop. Decide for Christ and begin to live the Full and abundant Life He has for you. May the Lord continue to bless you today, tomorrow, and always. Amen!

Éphésiens 4:11-16 :

11 Et lui-même en a donné quelques-uns, certainement des apôtres, des prophètes, des évangélistes, des pasteurs et des docteurs.

12Pour la perfection des saints, pour l'œuvre du ministère, pour l'édification du corps du Christ ;

13 Jusqu'à ce que nous parvenions tous à l'unité de la foi et de la connaissance du Fils de Dieu, à un homme parfait, à la mesure de l'ère de la plénitude du Christ.

14 Ne soyons plus des enfants qui fluctuent, et qui sont emportés çà et là à tout vent de doctrine, par le tour de passe-passe d'hommes qui, pour tromper, emploient astucieusement les artifices de l'erreur.

15 Mais en suivant la vérité dans l'amour, grandissons en toutes choses jusqu'à celui qui est la tête, le Christ ;

16 De quoi le corps tout entier est composé et bien lié par toutes les articulations de sa nourriture, qu'il reçoit selon l'opération, chaque membre, selon sa mesure, prend un accroissement de corps, s'édifiant dans l'amour.

Introduction

Frères, la plénitude de Dieu en Christ est le but suprême pour chaque croyant. Il ne suffit pas d'être chrétien de nom ; nous devrions aspirer à être remplis de la plénitude de son Esprit, reflétant son caractère et son amour dans tout ce que nous faisons. Ces paroles nous mettent au défi de ne pas nous contenter d'une foi superficielle, mais de rechercher une relation profonde et transformatrice avec le Christ.

Dans Matthieu 5:48, Jésus nous appelle à être parfaits comme notre Père céleste est parfait. Cette Perfection n'est pas une impeccabilité humaine, mais une Maturité Spirituelle qui se manifeste dans un Amour Parfait et une vie de sainteté. Et dans 2 Pierre 1:5-8, nous sommes clairement guidés pour cette croissance spirituelle, en commençant par la foi et en culminant dans l'amour agapè, l'amour inconditionnel et sacrificiel qui caractérise Dieu lui-même.

Aujourd'hui, alors que nous explorons ce sujet, je vous invite à ouvrir vos cœurs et vos esprits à l'œuvre transformatrice du Saint-Esprit. Puissions-nous ensemble, en tant que Corps du Christ, entrer dans la plénitude de sa stature, reflétant son amour et sa gloire dans tous les aspects de notre vie.

Nous vivons à une époque où la superficialité a envahi le christianisme. Beaucoup de croyants pensent qu'aller à l'église le dimanche, prier de temps en temps ou avoir de « bonnes intentions » est suffisant pour plaire à Dieu. Cependant, l'apôtre Paul dans Éphésiens 4:13 nous lance un défi qui va au-delà d'une religion confortable et passive. Il parle d'un but suprême : « atteindre la mesure de l'ère de la plénitude du Christ ».

Mais qu'est-ce que cela signifie vraiment ? Dieu nous demande-t-il d'être comme le Christ lui-même ? N'est-il pas impossible d'être parfait comme Lui ? La réalité est que le Christ n'est pas venu dans le monde seulement pour nous sauver, mais aussi pour nous montrer le chemin de la perfection spirituelle. Il est notre modèle, notre référence et la plénitude à laquelle nous devons aspirer.

Le Seigneur Jésus n'a pas abaissé l'objectif ; dans Matthieu 5:48, il a dit avec autorité :

48 Soyez donc parfaits, comme votre Père qui est dans les cieux est parfait.

Cette déclaration peut sembler intimidante, mais c'est aussi un appel glorieux à faire l'expérience d'une vie chrétienne transformée et remplie de la plénitude de Dieu. Il ne s'agit pas de perfection humaine, mais d'une maturité spirituelle qui reflète le caractère du Christ dans chaque pensée, parole et action.

Le monde a besoin de voir le Christ en nous. L'apôtre Pierre dans 2 Pierre 1:5-8 nous donne une échelle spirituelle, une série de vertus qui, ajoutées à notre foi, nous permettent de grandir jusqu'à ce que nous atteignions cette plénitude.

Les questions que nous devons nous poser aujourd'hui sont les suivantes : nous contentons-nous d'un christianisme tiède et stérile, ou sommes-nous prêts à travailler pour grandir dans l'ère de la plénitude du Christ ? Nous efforceons-nous de refléter le Christ dans nos vies, ou nous sommes-nous contentés de moins que ce que Dieu attend de nous ?

Frères, le temps d'être des enfants spirituels est révolu. Le monde n'a pas besoin de croyants immatures ; elle a besoin d'hommes et de femmes qui, remplis de l'Esprit Saint, marchent dans la mesure de l'ère de la plénitude du Christ. Aujourd'hui, Dieu nous appelle à nous lever, à grandir et à atteindre la perfection spirituelle qu'il désire.

Découvrons ensemble, à travers la Parole, comment nous pouvons avancer sur ce chemin et atteindre cette Mesure Glorieuse de l'Ère de la Plénitude du Christ.

L'UNITÉ DE LA FOI

L'unité de la foi et de la connaissance du Fils de Dieu est un thème qui traverse toute la Bible, de la Genèse à l'Apocalypse. Cette unité n'est pas seulement doctrinale, mais aussi une expérience expérientielle et transformatrice en Christ.

Genèse 1:26-27 :

26 Et Dieu dit : Faisons l'homme à notre image, selon notre ressemblance, et qu'il domine sur les poissons de la mer, sur les oiseaux du ciel, sur le bétail, sur toute la terre, et sur tous les reptiles qui rampent sur la terre.

27 Et Dieu créa l'homme à son image, c'est à l'image de Dieu qu'il créa, homme et femme, il les créa.

Dès le commencement, Dieu a créé l'homme pour qu'il reflète son image et qu'il vive en communion avec lui. Cette communion est à la base de l'unité de la foi, puisque nous avons été créés pour être en relation avec Dieu et les uns avec les autres.

Exode 19:5-6 :

5 Et maintenant, si tu prêtes l'oreille à ma voix et si tu gardes mon alliance, tu seras mon trésor spécial au-dessus de tous les peuples, car toute la terre est à moi.

6 Et tu seras mon royaume de sacrificateurs et de nations saintes. Telles sont les paroles que tu diras aux enfants d'Israël.

Dieu appelle son peuple à vivre dans l'unité et la sainteté. L'obéissance à sa voix et le respect de son alliance sont essentiels au maintien de cette unité.

Psaume 133:1 :

1 Voyez comme il est bon et agréable pour des frères d'habiter aussi en un seul !

Ce psaume célèbre la bénédiction de l'unité entre les Frères. L'harmonie et l'unité sont agréables à Dieu et apportent une bénédiction à son peuple.

Jean 17:21 :

21 Afin que tous soient un ; comme toi, ô Père, en moi, et moi en toi, afin qu'eux aussi soient un en nous, afin que le monde croie que tu m'as envoyé.

Le Seigneur Jésus prie pour l'unité de Ses disciples, reflétant l'unité entre Lui et le Père. Cette unité est un témoignage puissant pour le monde de l'Amour et de la Vérité de Dieu.

Éphésiens 4:3-6 :

3 Désireux de préserver l'unité de l'Esprit dans le lien de la paix.

4 Un seul corps et un seul Esprit, comme vous êtes aussi appelés à la même espérance de votre appel,

5Un seul Seigneur, une seule foi, un seul baptême,

6 Un seul Dieu et Père de tous, qui est au-dessus de toutes choses, et par toutes choses, et en vous tous.

L'apôtre Paul exhorte les croyants à maintenir l'unité de l'Esprit. L'unité dans la foi est basée sur la vérité d'un seul Seigneur, d'une seule foi et d'un seul baptême.

Colossiens 3:14 :

14 Et par-dessus toutes ces choses, revêtez-vous de la charité, qui est le lien de la perfection.

L'amour est le fondement de l'unité des chrétiens. C'est le lien parfait qui unit les croyants dans une communion sincère et profonde.

Apocalypse 7:9 :

9 Après ces choses, je regardai, et voici, une grande troupe, que personne ne pouvait compter, de toutes nations, de toutes tribus, de tous peuples et de toutes langues, debout devant le trône et devant l'Agneau, vêtus de robes blanches, et des palmes à  la main ;

La vision donnée à l'apôtre saint Jean montre l'unité ultime de tous les croyants dans la présence de Dieu. Cette multitude diverse qui est venue d'une grande tribulation, unie dans l'adoration, reflète le point culminant de l'unité de la foi en Christ.

L'unité de la foi : le corps du Christ en harmonie

L'apôtre Paul souligne dans Éphésiens 4:13 que la croissance spirituelle individuelle est liée à l'unité de la foi. L'Église ne peut pas atteindre la mesure du Christ si elle est divisée ou embourbée dans des disputes. La plénitude du Christ se manifeste lorsque les croyants marchent ensemble dans un seul Esprit et un seul but, et recherchent la connaissance profonde du Fils de Dieu.

Lorsque l'Église grandit dans l'unité et la maturité, nous reflétons le Christ dans le monde, accomplissant son dessein. La mesure du Christ n'est pas seulement individuelle, mais collective, manifestée dans l'église comme son corps, comme il est dit dans 1 Corinthiens 12:27 :

27 Car vous êtes le corps du Christ, et vous êtes membres en partie.

QUE SIGNIFIE « LA MESURE DE L'ÈRE DE LA PLÉNITUDE DU CHRIST » ?

L'apôtre Paul nous présente un objectif clair et profond pour chaque croyant :

Éphésiens 4:13 :

13 Jusqu'à ce que nous parvenions tous à l'unité de la foi et de la connaissance du Fils de Dieu, à un homme parfait, à la mesure de l'ère de la plénitude du Christ.

Cette expression contient un message extraordinaire : devenir comme le Christ lui-même, grandir à sa mesure et à sa plénitude. Mais comment pouvons-nous le comprendre à fond ? Analysons-le en plusieurs dimensions avec l'aide de la Parole de Dieu.

La mesure spirituelle : se conformer à l'image du Christ

Lorsque l'apôtre Paul parle de « la mesure », il fait référence à une norme : le caractère parfait et complet de Christ. Ce n'est pas quelque chose de superficiel, mais une croissance spirituelle progressive à Sa ressemblance.

Dans Romains 8:29, l'apôtre Paul nous dit que nous étions prédestinés à être conformes à l'image du Christ :

Romains 8:29 :

29 Pour ceux qu'il connaissait d'avance, il les prédestinait aussi à être conformes à l'image de son Fils, afin qu'il fût le premier-né d'une multitude de frères.

L'image du Christ ne se réfère pas au physique, mais à son caractère, à son amour, à son obéissance et à sa pureté morale et spirituelle. Dieu ne veut pas une église stagnante, mais une église mature, reflétant son Fils au monde.

La plénitude du Christ : son caractère parfait

Le mot « plénitude » dans Éphésiens 4:13 signifie « plénitude », « plénitude ». Le Christ représente la plénitude de Dieu révélée aux hommes.

Colossiens 2:9 déclare :

9Car en lui habite corporellement toute la plénitude de la Divinité .

Cela signifie que dans le Seigneur Jésus, nous voyons le caractère parfait de Dieu : l'amour, la vérité, la justice, la patience, l'humilité et la sainteté. Arriver à « la mesure de l'ère de la plénitude du Christ » implique de permettre à son caractère de se manifester en nous jour après jour, dans un abandon total au Seigneur notre Dieu.

Galates 2:20 l'exprime avec force :

20 Je suis crucifié avec Christ, et je vis, non pas moi, mais Christ vit en moi, et ce que je vis maintenant dans la chair, je le vis dans la foi au Fils de Dieu, qui m'a aimé et s'est livré lui-même pour moi.

C'est-à-dire que pour atteindre la plénitude du Christ, il faut mourir à nous-mêmes, à notre orgueil, à nos faiblesses charnelles, et permettre au Christ de vivre en nous.

La maturité spirituelle : ne pas être des enfants

En parlant d'« un homme parfait », l'apôtre Paul nous appelle à la maturité spirituelle. Nous ne pouvons pas rester des « enfants fluctuants », emportés par les courants du monde ou trompés par de fausses doctrines.

Dans Éphésiens 4:14-15, Paul ajoute :

14 Ne soyons plus des enfants qui fluctuent, et qui sont emportés çà et là à tout vent de doctrine, par le tour de passe-passe d'hommes qui, pour tromper, emploient astucieusement les artifices de l'erreur.

15 Mais en suivant la vérité dans l'amour, grandissons en toutes choses jusqu'à celui qui est la tête, le Christ ;

Être des enfants d'esprit implique l'inconstance, la charnalité, le manque de discernement et une connaissance limitée du Christ.  Être des hommes parfaits implique la stabilité, la croissance dans la Parole et une vie dirigée par le Saint-Esprit.

Dans Hébreux 5:12-14, l'auteur avertit ceux qui ont encore besoin de « lait spirituel » au lieu de nourriture solide :

12 Car, puisque vous devez être des enseignants à cause du temps, il faut que l'on vous enseigne de nouveau quels sont les premiers rudiments des paroles de Dieu, et vous êtes devenus tels que vous avez besoin de lait et non de nourriture solide.

13 Que quiconque boit du lait est impropre à la parole de justice, parce qu'il est enfant ;

14 Mais la nourriture est ferme pour les parfaits, pour ceux qui, par habitude, ont les sens exercés à discerner le bien et le mal.

L'ère de la plénitude du Christ est pour ceux qui cherchent une nourriture solide, qui s'exercent dans la vérité et vivent dans la pleine obéissance à Dieu.

Être comme le Christ dans la vie quotidienne

La mesure de la plénitude de l'ère du Christ n'est pas une théorie abstraite. C'est une réalité pratique qui se manifeste dans notre vie quotidienne :

L'amour : « Et marchez dans l'amour, comme le Christ nous a aimés aussi, et s'est donné lui-même pour nous une offrande et un sacrifice à Dieu dans une douce odeur. »  (Éphésiens 5:2).

Humilité et service : « Que soit en vous cet esprit qui était aussi en Jésus-Christ, qui, étant dans la forme de Dieu, n'a pas considéré comme une usurpation le fait d'être égal à Dieu : néanmoins, il s'est anéanti lui-même, prenant la forme d'un serviteur, étant fait à la ressemblance des hommes ; Et ayant été trouvé dans la condition d'homme, il s'est humilié, étant rendu obéissant jusqu'à la mort, même la mort sur une croix.  (Philippiens 2:5-8).

Votre Sainteté : « Car il est écrit : Soyez saints, car je suis saint.» (1 Pierre 1:16).

Le pardon : « Souffrir les uns les autres, et se pardonner les uns aux autres si quelqu'un se plaint d'un autre : comme le Christ vous a pardonné, vous aussi. »  (Colossiens 3:13).

Fruit de l'Esprit : Le fruit de l'Esprit (Galates 5:22-23) reflète le caractère du Christ en nous : Amour, Joie, Paix, Patience, Bonté, Bonté, Foi, Douceur, Tempérance.

Cette croissance est un processus continu qui exige de s'abandonner au Saint-Esprit, de se nourrir de la Parole et de persévérer dans la foi. En permettant au Christ de vivre en nous, nous atteignons la Glorieuse Mesure de Sa Plénitude.

PERFECTION

Dans Matthieu 5:48, il est dit :

48 Soyez donc parfaits, comme votre Père qui est dans les cieux est parfait.

Ces paroles du Seigneur Jésus sont une déclaration à la fois sublime et stimulante. Elle nous appelle à une vie qui reflète le caractère même de Dieu : sa sainteté parfaite, son amour parfait et sa justice parfaite. Mais que signifie réellement cette perfection, et comment pouvons-nous l'atteindre ?

Pour comprendre cet appel, il est essentiel de considérer le contexte dans lequel le Seigneur Jésus le prononce. Matthieu 5:48 clôt une section du Sermon sur la montagne (Matthieu 5:43-47) où Jésus enseigne l'amour envers les ennemis. Ici, il souligne que l'Amour de Dieu est inclusif, parfait et sans partialité : « ... qui fait lever son soleil sur les méchants et sur les bons, et faire pleuvoir sur les justes et sur les injustes.  (Matthieu 5:45).

La perfection, selon le Seigneur Jésus, ne se limite pas à l'obéissance légaliste ou à la conformité extérieure aux normes religieuses, mais elle est enracinée dans l'Amour Inconditionnel de Dieu. Cet Amour ne fait pas de discrimination, ne garde pas rancune et ne cherche pas à se venger ; au contraire, elle reflète la nature divine.

Le mot grec traduit par « parfait » est « telios », ce qui signifie « complet » ou « mature ». En ce sens, le Seigneur Jésus ne demande pas une « perfection » sans erreur humaine, mais une Maturité Spirituelle qui se reflète dans le Caractère :

Maturité dans l'amour : Aimer non seulement ses amis, mais aussi ses ennemis, est la preuve d'une vie transformée. Cet amour reflète le caractère de Dieu, qui aime tout le monde, même les ingrats et les méchants (Luc 6:35-36).

La maturité dans la sainteté : La perfection implique aussi de se séparer du péché et de vivre dans l'obéissance à Dieu. Dans 1 Pierre 1:16, il nous est rappelé : « ... Soyez saints, car je suis saint. Cela ne signifie pas une vie sans erreur, mais un engagement constant à chercher Dieu et à se détourner de ce qui déplaît à l'Esprit Saint.

Maturité dans la foi et l'obéissance : Hébreux 11:6 dit que sans la foi, il est impossible de plaire à Dieu. Cette perfection comprend une foi ferme en Dieu et une volonté de lui obéir en tout, comme l'ont fait Abraham, Moïse et d'autres héros de la foi.

La perfection comme amour complet

L'amour est l'axe central de cette perfection. Le Seigneur Jésus enseigne que le plus grand commandement est d'aimer Dieu de tout son cœur, de toute son âme et de tout son esprit, et son prochain comme soi-même (Matthieu 22:37-39). Il s'agit de :

L'amour inconditionnel : Ne pas aimer seulement ceux qui nous aiment, mais étendre la miséricorde et la gentillesse même à ceux qui nous offensent. Cet amour nous conduit à être « enfants de ton Père qui est aux cieux » (Matthieu 5:45).

L'amour sacrificiel : Le Christ nous a montré ce genre d'amour en donnant sa vie pour nous (Jean 15:13). Suivre son exemple signifie être prêt à faire passer les besoins des autres avant les nôtres.

La perfection à la lumière d'autres Écritures

La perfection comme transformation par le Saint-Esprit : Romains 12:1-2 nous exhorte à ne pas nous conformer à ce monde, mais à être transformés par le renouvellement de notre esprit, afin que nous puissions connaître la volonté de Dieu. Cette transformation est un processus continu vers la perfection.

La perfection par la souffrance : Hébreux 2:10 dit que Christ a été rendu parfait par la souffrance. De même, les croyants sont façonnés et mûris à travers les épreuves et les difficultés (Jacques 1:2-4).

La perfection dans l'unité et la communion : saint Jean 17, 23 montre comment la perfection se rapporte à l'unité du Corps du Christ : « Moi en eux, et toi en moi, afin qu'ils soient parfaitement un ; Que le monde sache que tu m'as envoyé, et que tu les as aimés, comme tu m'as aimé aussi. La perfection n'est pas un accomplissement individuel, mais un reflet de la communion avec Dieu et son peuple.

Maintenant, comment cette Perfection est-elle atteinte ? En reconnaissant notre dépendance de Dieu. La perfection n'est pas atteinte par notre propre mérite, mais par la grâce et la puissance de Dieu en nous (Philippiens 2:13). Marcher dans l'Esprit : Galates 5:16 nous instruit de marcher dans l'Esprit afin de ne pas satisfaire les désirs de la chair. Cette marche quotidienne nous conduit à réfléchir sur le Fruit de l'Esprit, qui est la clé de la Perfection du Croyant (Galates 5:22-23). Persévérer dans la foi et la prière : Colossiens 1:28 dit que le but de Paul était « que nous présentions tout homme parfait en Jésus-Christ ». C'est un appel à persévérer dans l'enseignement, la communion et la recherche constante de Dieu.

L'exemple suprême de perfection : Jésus

Le Seigneur Jésus est notre modèle parfait. Il a vécu une vie sans péché, a complètement obéi à son Père et a montré de l'amour et de la compassion dans tous les aspects de son ministère. C'est l'une des raisons qu'il a exprimées à Felipe : « ... Celui qui m'a vu a vu le Père » (Jean 14:9). Si nous voulons être parfaits comme notre Père céleste, nous devons imiter le Christ : « Celui qui dit qu'il est en lui doit marcher comme il a marché » (1 Jean 2:6).

Par conséquent, la perfection telle qu'exprimée dans Matthieu 5:48 n'est pas une norme inaccessible, mais un appel à la maturité spirituelle et à l'amour complet qui reflètent le caractère de Dieu. C'est pourquoi, comme nous le verrons dans les Vertus de 2 Pierre 1:5-8, l'Amour Divin est le Couronnement. C'est un processus continu de transformation par l'Esprit Saint, qui nous conduit à vivre dans la Sainteté, l'Obéissance et l'Amour Sacrificiel. En accueillant cet appel, nous nous rapprochons chaque jour de l'Image du Christ, qui est l'exemple suprême de perfection.

LES SEPT VERTUS COMME TREMPLIN VERS LE COURONNEMENT DE L'AMOUR DIVIN

Dans 2 Pierre 1:5-8, l'apôtre Pierre présente un guide progressif des vertus du croyant qui fonctionnent comme des pierres de gué vers l'atteinte de la plénitude de la maturité spirituelle en Christ. Ce passage met en évidence la croissance dynamique qui devrait caractériser un croyant sur son chemin vers la perfection dans le Christ, montrant comment ces vertus sont interconnectées et se construisent les unes sur les autres, comme une sorte de pyramide jusqu'à atteindre le baptême de l'amour divin.

1. La foi : L'apôtre Pierre commence par la foi, parce qu'elle est le fondement de toute vie chrétienne. Sans la foi, il est impossible de plaire à Dieu (Hébreux 11:6). La foi nous relie à Dieu et nous permet de recevoir sa grâce salvatrice. Cette foi n'est pas passive ; elle est active et vivante (Jacques 2:26), comme en témoigne la confiance totale en Christ comme notre Sauveur et Seigneur. La foi est le terrain solide sur lequel sont construites les autres vertus.

2. Vertu : Cette deuxième étape implique l'excellence morale, le courage et la fermeté de faire ce qui est juste, même au milieu des épreuves et des adversités. Cette vertu (ou puissance) nous conduit à chercher à vivre selon les normes de Dieu, reflétant Sa Sainteté (1 Pierre 1:15-16). Dans Philippiens 4:8, l'apôtre Paul exhorte les croyants à penser à « tout ce qui est vrai, tout ce qui est honnête, tout ce qui est juste, tout ce qui est pur, tout ce qui est aimable, tout ce qui est de bonne réputation. » Ces qualités sont l'essence de la vertu.

3. Connaissance (ou science) :  La connaissance ici ne se réfère pas seulement à l'information intellectuelle, mais à une compréhension pratique et spirituelle de la volonté de Dieu, acquise par l'étude de la Parole et l'obéissance au Saint-Esprit. Proverbes 2:6 déclare : « Car l'Éternel donne la sagesse, et de sa bouche sortent la connaissance et l'intelligence. » Cette connaissance nous permet de discerner entre le bien et le mal, et de faire des choix qui glorifient Dieu.

4. Tempérance (maîtrise de soi) :  La maîtrise de soi, qui est la tempérance, est la capacité de contrôler les désirs charnels et les passions qui nous séparent de Dieu (1 Corinthiens 9:25-27). Ce fruit de l'Esprit (Galates 5:23) nous donne la force de résister à la tentation et de rester sur le chemin de l'obéissance. Dans Proverbes 16:32, il nous est enseigné : « Mieux vaut celui qui est lent à se mettre en colère que celui qui est fort ; Et celui qui règne sur son esprit, que celui qui prend une ville. Sans maîtrise de soi, les autres vertus perdent de leur stabilité.

5. Patience : La patience implique la persévérance, l'endurance et la foi au milieu des épreuves. C'est une vertu qui nous enseigne à nous attendre à Dieu et à faire confiance en son timing parfait (Jacques 1:3-4). Hébreux 10:36 nous rappelle que « vous avez besoin de patience, afin qu'ayant fait la volonté de Dieu, vous obteniez la promesse. » C'est l'attitude de rester ferme, sachant que Dieu travaille en notre faveur.

6.     Piété :  La piété est une vie de dévotion à Dieu, caractérisée par la révérence, l'amour et l'obéissance. C'est vivre conscient de sa présence dans tous les aspects de notre vie. Dans 1 Timothée 4:8, l'apôtre Paul souligne : « Car l'exercice corporel est utile à peu de chose ; mais la piété est utile à tout, car elle a la promesse de la vie présente et de la vie à venir. La piété est le fruit d'une relation intime et personnelle avec Dieu.

7.     L'amour fraternel : L'amour fraternel est l'amour entre frères dans la foi, une preuve de la véritable vie de disciple chrétien (Jean 13:34-35). Cet amour se manifeste dans le service, la compréhension, le pardon et l'unité. Dans Romains 12:10, il est dit : « Aimez-vous les uns les autres d'un amour fraternel ; se prévoir les uns les autres avec honneur... L'affection fraternelle favorise l'édification mutuelle dans le Corps du Christ. Et dans le verset qui précède, l'Apôtre Paul nous dit : « Que l'amour soit sans prétention » : que cet Amour soit ressenti, vu et réel envers les Frères dans la Foi.

8.     L'Amour Divin (ou Charité) : L'Amour Agape est le summum de toutes les vertus. C'est l'amour parfait et inconditionnel qui reflète le caractère de Dieu (1 Jean 4:8). Cet Amour embrasse tout le monde, même nos ennemis (Matthieu 5:44). L'apôtre Paul décrit cet amour dans 1 Corinthiens 13:4-7 comme étant patient, bon, sans envie, sans vantardise, sans égoïsme, et endurant, croyant et espérant tout.

Le processus de croissance : d'étape en étape

Chacune de ces vertus représente un pas sur le chemin de la maturité dans le Christ. Il ne s'agit pas d'efforts séparés, mais d'une progression continue. Au fur et à mesure que nous grandissons dans ces domaines, nous reflétons plus pleinement la plénitude du Christ dans nos vies.

Dans 2 Pierre 1:8, nous sommes assurés que, si ces vertus sont en nous et abondent, nous ne serons pas stériles ou stériles dans la connaissance de notre Seigneur Jésus-Christ. Cependant, au verset 9, il avertit que celui qui n'a pas ces choses est aveugle, a une vue courte et a oublié qu'il a été purifié de ses péchés antérieurs.

La maturité spirituelle n'est pas automatique ou instantanée, mais un processus qui exige de la diligence, de la persévérance et de la dépendance du Saint-Esprit. En pratiquant et en développant ces vertus, nous nous rapprochons de la mesure de l'âge de la plénitude du Christ et reflétons son caractère au monde. Ce chemin vers la Perfection non seulement nous transforme, mais glorifie Dieu et édifie Son Église, l'Épouse du Christ. Il est temps de gravir ces marches avec détermination et dévotion !

LE BUT ULTIME : LE CHRIST FORMÉ EN NOUS

Le but ultime de la vie du croyant n'est pas simplement une meilleure moralité, des connaissances théologiques ou une vie exempte de difficultés. Le Plan Divin est beaucoup plus profond et transcendantal : que le Christ soit formé en nous. Cette vérité, fondée sur la Parole de Dieu, révèle le dessein éternel de Dieu pour l'humanité rachetée : être l'image vivante de son Fils, Jésus-Christ (Romains 8:29).

Le Christ en nous : l'espérance de la gloire

Dans Colossiens 1:27, Paul déclare que le mystère de Dieu est « Christ en vous, l'espérance de la gloire ». La présence du Christ dans le croyant est le témoignage d'une transformation intérieure qui culminera dans une future glorification, le jour de notre pleine adoption. Ce concept ne se limite pas à une expérience superficielle, mais implique une communion intime et constante avec le Christ, où son caractère et sa nature se manifestent à travers nous.

Le but de Dieu : se conformer à l'image de son Fils

Romains 8:29 déclare : « Pour ceux qu'il a connus d'avance, il les a aussi prédestinés à être conformes à l'image de son Fils, afin qu'il soit le premier-né d'une multitude de frères... Depuis la chute de l'homme dans Genèse 3, le plan de rédemption de Dieu a été de restaurer l'image perdue, qui est le Christ. Il ne s'agit pas seulement d'un changement extérieur, mais d'un renouvellement complet de tous les enfants de Dieu (2 Corinthiens 5:17).

Être rempli de toute la plénitude de Dieu

Éphésiens 3:17-19 souligne que Christ doit habiter par la foi dans nos cœurs afin que nous puissions « être remplis de toute la plénitude de Dieu ». La plénitude de Dieu n'est pas quelque chose que nous obtenons partiellement ; Il s'agit d'une transformation complète qui affecte notre esprit, nos émotions, notre volonté et nos actions. Être rempli de plénitude signifie vivre dans une dépendance et une unité totales avec Lui.

Le Christ formé en nous : un processus constant

L'apôtre Paul exprime sa préoccupation pour les croyants dans Galates 4:19, en disant : « Mes petits enfants, je suis de nouveau en travail avec vous, jusqu'à ce que Christ soit formé en vous... » Ce processus de formation n'est pas instantané, mais nécessite du temps, de l'obéissance et de la discipline spirituelle. C'est un processus de sanctification progressive où le Saint-Esprit travaille pour nous modeler à la ressemblance du Christ (2 Corinthiens 3:18).

Vivre comme le Christ a vécu

Dans 1 Jean 2:6, il nous est dit : « Celui qui dit qu'il est en lui doit marcher comme il a marché. »  La vie du Christ est le modèle suprême de la façon dont nous devons vivre. Cela inclut : Aimer comme Il a aimé (Jean 13:34-35). Servez comme Il a servi (Marc 10:45). Obéissez au Père comme Il a obéi (Jean 5:19). Pardonnez comme Il a pardonné (Luc 23:34).

Féconds à l'image du Christ

Dans Jean 15:5, Jésus a dit : « Je suis la vigne, vous êtes les sarments : celui qui est en moi, et moi en lui, celui-ci porte beaucoup de fruit ; car sans moi vous ne pouvez rien faire. Les fruits de l'Esprit sont des preuves que Christ est en train d'être formé en nous (Galates 5:22-23). Ces fruits ne sont pas des réalisations humaines, mais le résultat de rester connecté au Christ, la vraie vigne.

Revêtir l'homme nouveau : le Christ en nous

Dans Éphésiens 4:22-24, l'apôtre Paul exhorte les croyants à se dépouiller du vieil homme et à revêtir l'homme nouveau, « créé selon Dieu dans la justice et la sainteté de la vérité ». Cet « homme nouveau » n'est autre que le Christ lui-même, formé en nous, renouvelant nos esprits et transformant nos vies (Romains 12:2).

La manifestation du Christ dans nos vies

Dans Philippiens 1:21, l'apôtre Paul déclare : « Car pour moi, vivre, c'est Christ, et mourir est gain. »  Ces paroles résument le but ultime du croyant : que notre vie soit une manifestation du Christ dans tous les domaines. Dans Matthieu 5:16, le Seigneur Jésus a instruit : « Que ta lumière brille ainsi devant les hommes, afin qu'ils voient tes bonnes œuvres, et qu'ils glorifient ton Père qui est dans les cieux. » Lorsque le Christ est formé en nous, notre lumière brille afin que les autres voient le Christ dans nos actions.

Transformés par la Parole et l'Esprit Saint

La Parole de Dieu est le principal instrument pour former le Christ en nous. Hébreux 4:12 nous dit que la Parole est vivante et agissante, pénétrant et transformant notre être intérieur. Le Saint-Esprit est Dieu lui-même en tant qu'agent divin qui nous guide, nous instruit et nous façonne à l'image du Christ (Jean 16:13, Romains 8:14). C'est Lui qui produit en nous la volonté et l'accomplissement de Sa bonne volonté (Philippiens 2:13).

Prêt pour l'éternité

Le but ultime de la formation du Christ en nous est de nous préparer à notre union éternelle avec lui. Dans 1 Jean 3:2, il nous est promis : « ... Ce que nous devons être n'a pas encore été révélé ; Mais nous savons que lorsqu'il apparaîtra, nous serons comme lui, car nous le verrons tel qu'il est. Ce processus de transformation culmine dans la Glorification, lorsque nous serons complètement conformes à Son image le Jour de la Rédemption, lorsque nous serons pleinement adoptés, à la fois en esprit et en corps (Philippiens 3:21).

Le but ultime de Dieu pour le croyant n'est pas simplement d'être sauvé, mais que Christ soit pleinement formé en nous, reflétant Son caractère, Son Amour et Sa puissance dans nos vies. Ce processus nous appelle à nous abandonner complètement à Dieu, en nous soumettant à Sa Parole et au Saint-Esprit afin qu'Il accomplisse Son œuvre parfaite en nous.  « Sûrs de cela, celui qui a commencé en vous une bonne œuvre l'achèvera jusqu'au jour de Jésus-Christ... » (Philippiens 1:6).

Le monde a besoin de voir le Christ vivant dans son peuple, l'Église verte, l'Épouse de Jésus-Christ ! Cet appel s'adresse à chaque croyant : permettre au Christ de transformer nos vies, jusqu'à ce que ce ne soit pas nous qui vivions, mais que le Christ vive en nous (Galates 2:20). C'est le but le plus élevé de Dieu et le but éternel !

Conclusion

Nous avons exploré la profondeur et le but de ce que signifie atteindre « la mesure de l'ère de la plénitude du Christ » (Éphésiens 4:13). Nous avons vu comment les Écritures nous appellent à être parfaits, comment notre Père céleste est parfait (Matthieu 5:48) et comment nous pouvons gravir les marches des vertus décrites dans 2 Pierre 1:5-8, jusqu'à ce que Christ soit pleinement formé en nous. Mais maintenant, chers frères en Christ, la question cruciale est : Que ferez-vous de cet appel dans votre vie ?

Nous ne pouvons pas continuer à vivre dans la médiocrité spirituelle ou nous contenter d'un christianisme superficiel. La vie du Christ en nous n'est pas facultative ; c'est le seul espoir de vivre pleinement selon la volonté de Dieu (Colossiens 1:27). Aujourd'hui, plus que jamais, le Seigneur nous appelle à nous détourner du péché, à abandonner les voies de la chair et à vivre dans l'Esprit. Il nous invite à nous soumettre pleinement à son Œuvre transformatrice, afin que le monde voie en nous sa Lumière et sa Vérité.

Le Seigneur Jésus a déjà tout fait pour vous. Il est descendu du ciel, a vécu une vie parfaite, est mort sur la croix et est ressuscité glorieusement pour vous donner l'opportunité d'avoir une nouvelle vie, une vie dans laquelle son caractère et son amour se manifestent à travers vous. Mais maintenant, c'est à vous de décider. Lui, le Christ, frappe à la porte de votre cœur (Apocalypse 3:20). Le laisserez-vous entrer afin qu'Il puisse habiter en vous en toute Plénitude ?

L'Esprit Saint est ici pour vous aider, pour vous fortifier, pour vous guider sur ce chemin vers la maturité dans le Christ. Mais vous devez faire le premier pas. Vous devez dire : « Seigneur, me voici. Prenez-moi, façonnez-moi et transformez-moi.

Nous ne savons pas combien de temps nous aurons encore. Chaque jour que nous vivons est une occasion de décider qui nous allons servir (Josué 24:15). Dieu vous appelle aujourd'hui à vous abandonner complètement, à quitter tout ce qui vous sépare de Lui et à embrasser Son Dessein Éternel pour votre vie : que Christ soit formé en vous.

Rappelez-vous, le monde a besoin de voir Christ Vivre dans Son Peuple. Vous êtes son témoin, son ambassadeur (2 Corinthiens 5:20). Si le Christ ne se reflète pas en vous, qui d'autre le fera ? C'est le moment de le laisser régner complètement dans votre cœur.

Aujourd'hui, je vous invite à prendre une décision cruciale et éternelle : abandonnez totalement votre vie au Christ afin que sa plénitude se manifeste en vous. Peu importe à quel point vous vous êtes égaré, peu importe à quel point vous vous sentez éloigné de Son Dessein, Sa Grâce est suffisante pour vous transformer (2 Corinthiens 12:9), profitez-en pendant qu'il est en vigueur. Venez à Lui avec un cœur humble et repentant, et permettez-Lui de faire en vous ce que personne d'autre ne peut faire : faire de vous un Reflet vivant de Sa Gloire. Rappelons-nous que le Christ incarné est la Perfection de la Perfection.

Voulez-vous que le Christ soit formé en vous ? Êtes-vous prêt à marcher dans Son Amour, à gravir les marches des Vertus et à vivre une vie remplie du Saint-Esprit ? C'est le moment. N'attendez plus.

Prière

Prions : Père céleste, nous avons entendu ton appel et nous ressentons dans nos cœurs le désir d'être transformés à l'image de ton Fils, notre frère premier-né. Seigneur, nous voulons atteindre la Mesure de la Stature de la Plénitude du Christ. Pardonnez-nous pour nos fautes et pour le temps que nous avons vécu pour nous-mêmes. Aujourd'hui, nous nous abandonnons complètement à Toi. Seigneur Jésus-Christ, entre dans nos cœurs, prends le contrôle et transforme-nous. Esprit Saint, guide-nous sur ce chemin de Sainteté et de Maturité. Aide-nous à vivre comme le Christ a vécu, à aimer comme il a aimé et à être des témoins vivants de sa puissance. C'est au Nom qui est au-dessus de tout nom, au Nom du Seigneur Jésus-Christ, amen.

Le Seigneur t'appelle aujourd'hui, Frère, Sœur, Ami ! Ne vous arrêtez pas. Décidez-vous pour Christ et commencez à vivre la Vie Pleine et abondante qu'Il a pour vous. Que le Seigneur continue de vous bénir aujourd'hui, demain et toujours. Amen!

Efésios 4:11-16:

11 E ele mesmo deu alguns, certamente apóstolos, e outros profetas, e alguns evangelistas, e alguns pastores e mestres.

12Para o aperfeiçoamento dos santos, para a obra do ministério, para a edificação do corpo de Cristo;

13 Até que todos cheguemos à unidade da fé e do conhecimento do Filho de Deus, ao estado de homem perfeito, à medida da era da plenitude de Cristo,

14 Não sejamos mais crianças que flutuam e são levadas de um lado para o outro com todo vento de doutrina, pelo engano de homens que, para enganar, astutamente empregam os artifícios do erro.

15 Mas, seguindo a verdade em amor, cresçamos em todas as coisas naquele que é a cabeça, Cristo;

16 Do qual todo o corpo é composto e bem unido por todas as juntas do seu alimento, que recebe segundo a operação, cada membro de acordo com a sua medida recebe um aumento do corpo, edificando-se em amor.

Introdução

Irmãos, a Plenitude de Deus em Cristo é o objetivo supremo para todo crente. Não basta ser um cristão nominal; devemos aspirar a ser cheios da plenitude de Seu Espírito, refletindo Seu Caráter e Seu Amor em tudo o que fazemos. Essas palavras nos desafiam a não nos contentar com a fé superficial, mas a buscar um relacionamento profundo e transformador com Cristo.

Em Mateus 5:48, Jesus nos chama para sermos perfeitos como nosso Pai Celestial é perfeito. Esta Perfeição não é uma impecabilidade humana, mas uma Maturidade Espiritual que se manifesta num Amor Perfeito e numa vida de santidade. E em 2 Pedro 1:5-8, recebemos uma orientação clara para esse crescimento espiritual, começando com a fé e culminando no Amor Ágape, o Amor incondicional e sacrificial que caracteriza o próprio Deus.

Hoje, ao explorarmos este tema, convido-os a abrirem seus corações e mentes para a Obra Transformadora do Espírito Santo. Que possamos juntos, como Corpo de Cristo, entrar na plenitude de Sua estatura, refletindo Seu Amor e Sua Glória em todos os aspectos de nossas vidas.

Vivemos em tempos em que a superficialidade invadiu o cristianismo. Muitos crentes pensam que frequentar a igreja aos domingos, orar de vez em quando ou ter "boas intenções" é suficiente para agradar a Deus. No entanto, o apóstolo Paulo em Efésios 4:13 nos lança um desafio que vai além de uma religião confortável e passiva. Ele fala de um Objetivo Supremo: "alcançar a medida da Era da Plenitude de Cristo".

Mas o que isso realmente significa? Deus está nos pedindo para sermos como o próprio Cristo? Não parece impossível ser perfeito como Ele? A realidade é que Cristo não veio ao mundo apenas para nos salvar, mas também para nos mostrar o Caminho para a Perfeição Espiritual. Ele é o nosso Modelo, a nossa Referência e a Plenitude a que devemos aspirar.

O Senhor Jesus não estabeleceu a meta baixa; em Mateus 5:48 ele disse com autoridade:

48 Sede vós, pois, perfeitos, como é perfeito o vosso Pai que está nos céus.

Essa declaração pode parecer intimidante, mas também é um chamado glorioso para experimentar uma vida cristã transformada e cheia da plenitude de Deus. Não se trata da perfeição humana, mas de uma Maturidade Espiritual que reflete o Caráter de Cristo em cada pensamento, palavra e ação.

O mundo precisa ver Cristo em nós. O apóstolo Pedro em 2 Pedro 1:5-8 nos dá uma escada espiritual, uma série de virtudes que, somadas à nossa fé, nos permitem crescer até alcançarmos essa plenitude.

As perguntas que devemos nos fazer hoje são: Estamos contentes com um cristianismo morno e infrutífero, ou estamos dispostos a trabalhar para crescer na Era da Plenitude de Cristo? Nós nos esforçamos para refletir Cristo em nossas vidas ou nos contentamos com menos do que Deus espera de nós?

Irmãos, o tempo de ser filhos espirituais acabou. O mundo não precisa de mais crentes imaturos; precisa de homens e mulheres que, cheios do Espírito Santo, caminhem na medida da Era da Plenitude de Cristo. Hoje, Deus está nos chamando para nos elevarmos, crescermos e alcançarmos a Perfeição Espiritual que Ele deseja.

Vamos descobrir juntos, através da Palavra, como podemos avançar neste caminho e alcançar essa Medida Gloriosa da Era da Plenitude de Cristo.

A UNIDADE DA FÉ

A unidade de fé e conhecimento do Filho de Deus é um tema que percorre toda a Bíblia, de Gênesis a Apocalipse. Essa unidade não é apenas doutrinária, mas também uma experiência experiencial e transformadora em Cristo.

Gênesis 1:26-27:

26 E disse Deus: Façamos o homem à nossa imagem, conforme a nossa semelhança, e domine ele sobre os peixes do mar, e sobre as aves do céu, e sobre os animais domésticos, e sobre toda a terra, e sobre todo réptil que se arrasta sobre a terra.

27 E Deus criou o homem à sua imagem, à imagem de Deus o criou; homem e mulher os criou.

Desde o início, Deus criou o homem para refletir Sua Imagem e viver em comunhão com Ele. Essa comunhão é a base da unidade da fé, pois fomos criados para estar em relacionamento com Deus e uns com os outros.

Êxodo 19:5-6:

5 E agora, se derem ouvidos à minha voz e guardarem a minha aliança, serão o meu tesouro especial acima de todos os povos, pois toda a terra é minha.

6 E vós sereis o meu reino de sacerdotes e nações santas. Estas são as palavras que você dirá aos filhos de Israel.

Deus chama Seu povo para viver em unidade e santidade. A obediência à Sua Voz e o cumprimento de Sua Aliança são essenciais para manter essa unidade.

Salmos 133:1:

1 Vede quão bom e agradável é que os irmãos habitem em um da mesma forma!

Este salmo celebra a bênção da unidade entre os Irmãos. Harmonia e unidade agradam a Deus e trazem bênçãos ao Seu povo.

João 17:21:

21 Para que todos sejam um; como tu, ó Pai, em mim, e eu em ti, para que também eles sejam um em nós, para que o mundo creia que tu me enviaste.

O Senhor Jesus ora pela unidade de Seus seguidores, refletindo a unidade entre Ele e o Pai. Esta unidade é um poderoso testemunho para o mundo do Amor e da Verdade de Deus.

Efésios 4:3-6:

3 Zelando por preservar a unidade do Espírito no vínculo da paz.

4 Um só corpo e um só Espírito, como também vós sois chamados para a mesma esperança da vossa vocação;

5Um só Senhor, uma só fé, um só batismo,

6 Um só Deus e Pai de todos, que é sobre todas as coisas, e por todas as coisas, e em todos vós.

O apóstolo Paulo exorta os crentes a manterem a unidade do Espírito. A unidade na fé é baseada na Verdade de um só Senhor, uma só Fé e um só Batismo.

Colossenses 3:14:

14 E, acima de tudo, revesti-vos do amor, que é o vínculo da perfeição.

O amor é o fundamento da unidade cristã. É o vínculo perfeito que une os crentes numa comunhão sincera e profunda.

Apocalipse 7:9:

9 Depois destas coisas olhei, e eis uma grande multidão, que ninguém podia contar, de todas as nações, e tribos, e povos, e línguas, em pé diante do trono e diante do Cordeiro, vestidos de vestes brancas, e com palmas nas mãos;

A visão dada ao apóstolo São João mostra a unidade final de todos os crentes na presença de Deus. Essa multidão diversificada que veio de grande tribulação, unida em adoração, reflete o ponto culminante da unidade da Fé em Cristo.

A Unidade da Fé: O Corpo de Cristo em Harmonia

O apóstolo Paulo enfatiza em Efésios 4:13 que o crescimento espiritual individual está relacionado à unidade da fé. A igreja não pode alcançar a Medida de Cristo se estiver dividida ou atolada em disputas. A Plenitude de Cristo se manifesta quando os crentes caminham juntos em um Espírito e Propósito, e buscam o Profundo Conhecimento do Filho de Deus.

Quando a igreja cresce em unidade e maturidade, refletimos Cristo para o mundo, cumprindo Seu Propósito. A Medida de Cristo não é apenas individual, mas coletiva, manifestada na igreja como Seu Corpo, como diz em 1 Coríntios 12:27:

27 Porque vós sois o corpo de Cristo, e membros em parte.

O QUE SIGNIFICA "A MEDIDA DA ERA DA PLENITUDE DE CRISTO"?

O apóstolo Paulo nos apresenta um objetivo claro e profundo para cada crente:

Efésios 4:13:

13 Até que todos cheguemos à unidade da fé e do conhecimento do Filho de Deus, ao estado de homem perfeito, à medida da era da plenitude de Cristo,

Esta expressão contém uma mensagem extraordinária: tornar-se como o próprio Cristo, crescer até à sua medida e plenitude. Mas como podemos entendê-lo completamente? Vamos analisá-lo em várias dimensões com a ajuda da Palavra de Deus.

A Medida Espiritual: Conformar-se à Imagem de Cristo

Quando o apóstolo Paulo fala da "medida", ele está se referindo a um padrão: o caráter perfeito e pleno de Cristo. Não é algo superficial, mas um crescimento espiritual progressivo à Sua Semelhança.

Em Romanos 8:29, o apóstolo Paulo nos diz que fomos predestinados a ser conformes à imagem de Cristo:

Romanos 8:29:

29 Pois os que de antemão conheceu, também os predestinou para serem conformes à imagem de seu Filho, a fim de que ele seja o primogênito entre muitos irmãos.

A imagem de Cristo não se refere ao físico, mas ao seu caráter, amor, obediência e pureza moral e espiritual. Deus não quer uma igreja estagnada, mas uma igreja madura, refletindo Seu Filho para o mundo.

A Plenitude de Cristo: Seu Caráter Perfeito

A palavra "plenitude" em Efésios 4:13 significa "completude", "totalidade". Cristo representa a plenitude de Deus revelada aos homens.

Colossenses 2:9 afirma:

9Pois nele habita corporalmente toda a plenitude da divindade ;

Isso significa que no Senhor Jesus vemos o Caráter Perfeito de Deus: Amor, Verdade, Justiça, Paciência, Humildade e Santidade. Chegar à "Medida da Era da Plenitude de Cristo" envolve permitir que Seu Caráter se manifeste em nós dia após dia, em plena rendição ao Senhor nosso Deus.

Gálatas 2:20 expressa isso poderosamente:

20 Já estou crucificado com Cristo, e vivo, não eu, mas Cristo vive em mim; e o que agora vivo na carne, vivo-o na fé no Filho de Deus, que me amou e se entregou a si mesmo por mim.

Ou seja, alcançar a plenitude de Cristo envolve morrer para nós mesmos, para nosso orgulho, para nossas fraquezas carnais e permitir que Cristo viva em nós.

Maturidade espiritual: não ser crianças

Ao falar de "um homem perfeito", o apóstolo Paulo está nos chamando à maturidade espiritual. Não podemos permanecer "crianças flutuantes", arrastadas pelas correntes do mundo ou enganadas por falsas doutrinas.

Em Efésios 4:14-15, Paulo acrescenta:

14 Não sejamos mais crianças que flutuam e são levadas de um lado para o outro com todo vento de doutrina, pelo engano de homens que, para enganar, astutamente empregam os artifícios do erro.

15 Mas, seguindo a verdade em amor, cresçamos em todas as coisas naquele que é a cabeça, Cristo;

Ser filhos espirituais envolve inconstância, carnalidade, falta de discernimento e um conhecimento limitado de Cristo.  Ser Homens Perfeitos envolve estabilidade, crescimento na Palavra e uma vida conduzida pelo Espírito Santo.

Em Hebreus 5:12-14, o escritor admoesta aqueles que ainda precisam de "leite espiritual" em vez de alimento sólido:

12 Porque, visto que deveis ser mestres por causa do tempo, é necessário que vos ensinem de novo quais são os primeiros rudimentos das palavras de Deus; e vos tornastes tais que necessitais de leite, e não de alimento sólido.

13 Que todo aquele que toma leite é impróprio para a palavra da justiça, porque é criança;

14 Mas o alimento é firme para os perfeitos, para os que por hábito têm os sentidos treinados no discernimento do bem e do mal.

A Era da Plenitude de Cristo é para aqueles que buscam o Alimento Sólido, que se exercitam na Verdade e vivem em plena obediência a Deus.

Ser como Cristo na vida diária

A medida da plenitude da era de Cristo não é uma teoria abstrata. É uma realidade prática que é evidente em nossas vidas diárias:

Amor: "E andai em amor, como também Cristo nos amou e se entregou a si mesmo por nós, como oferta e sacrifício a Deus, em cheiro suave."  (Efésios 5:2).

Humildade e Serviço: "Tende em vós o mesmo sentimento que houve também em Cristo Jesus: o qual, sendo em forma de Deus, não teve por usurpação ser igual a Deus; E, achado na condição de homem, humilhou-se a si mesmo, sendo feito obediente até à morte, e morte de cruz."  (Filipenses 2:5-8).

Sua Santidade: "Pois está escrito: 'Sede santos, porque eu sou santo'." (1 Pedro 1:16).

Perdão: "Sofrendo uns aos outros e perdoando-vos uns aos outros, se alguém tiver queixa de outro: assim como Cristo vos perdoou, vós também a vós."  (Colossenses 3:13).

Fruto do Espírito: O fruto do Espírito (Gálatas 5:22-23) reflete o caráter de Cristo em nós: amor, alegria, paz, paciência, benignidade, bondade, fé, mansidão, temperança.

Esse crescimento é um processo contínuo que requer rendição ao Espírito Santo, alimentando-se da Palavra e perseverando na fé. Ao permitir que Cristo viva em nós, alcançamos a Medida Gloriosa de Sua Plenitude.

PERFEIÇÃO

Em Mateus 5:48 diz:

48 Sede vós, pois, perfeitos, como é perfeito o vosso Pai que está nos céus.

Essas palavras do Senhor Jesus são uma declaração sublime, mas desafiadora. Ele nos chama a uma vida que reflete o próprio caráter de Deus: Sua perfeita santidade, perfeito amor e perfeita justiça. Mas o que essa perfeição realmente significa e como podemos alcançá-la?

Para entender esse chamado, é essencial considerar o contexto em que o Senhor Jesus o profere. Mateus 5:48 fecha uma seção do Sermão da Montanha (Mateus 5:43-47) onde Jesus ensina sobre o amor para com os inimigos. Aqui ele destaca que o Amor de Deus é Inclusivo, Perfeito e sem parcialidade: "... que faz nascer o seu sol sobre maus e bons, e chove sobre justos e injustos."  (Mateus 5:45).

A perfeição, de acordo com o Senhor Jesus, não se limita à obediência legalista ou à conformidade externa com as normas religiosas, mas está enraizada no Amor Incondicional de Deus. Este Amor não discrimina, não guarda rancor nem busca vingança; em vez disso, reflete a Natureza Divina.

A palavra grega traduzida como "perfeito" é "telios", que implica "completo" ou "maduro". Nesse sentido, o Senhor Jesus não está pedindo uma "perfeição" sem erro humano, mas uma Maturidade Espiritual que se reflete no Caráter:

Maturidade no Amor: Amar não apenas amigos, mas também inimigos, é a evidência de uma vida transformada. Esse amor reflete o caráter de Deus, que ama a todos, mesmo os ingratos e ímpios (Lucas 6:35-36).

Maturidade em Santidade: A perfeição também envolve separar-se do pecado e viver em obediência a Deus. Em 1 Pedro 1:16, somos lembrados: "... Sê santo, porque eu sou santo." Isso não significa uma vida sem erro, mas um compromisso constante de buscar a Deus e se afastar do que desagrada ao Espírito Santo.

Maturidade na fé e obediência: Hebreus 11:6 diz que sem fé é impossível agradar a Deus. Essa perfeição inclui uma fé firme em Deus e uma disposição de obedecê-lo em tudo, como Abraão, Moisés e outros heróis da fé fizeram.

Perfeição como amor pleno

O amor é o eixo central dessa perfeição. O Senhor Jesus ensina que o Maior Mandamento é amar a Deus de todo o coração, alma e mente, e ao próximo como a si mesmo (Mateus 22:37-39). Isso envolve:

Amor incondicional: Não amar apenas aqueles que nos amam, mas estender misericórdia e bondade até mesmo àqueles que nos ofendem. Este Amor leva-nos a ser «filhos do vosso Pai que está nos céus» (Mt 5, 45).

Amor Sacrificial: Cristo nos mostrou esse tipo de Amor ao dar Sua Vida por nós (João 15:13). Seguir Seu Exemplo significa estar disposto a colocar as necessidades dos outros acima das nossas.

Perfeição à luz de outras Escrituras

Perfeição como Transformação pelo Espírito Santo: Romanos 12:1-2 nos exorta a não nos conformarmos com este mundo, mas a sermos transformados pela renovação de nossas mentes, para que possamos conhecer a Vontade de Deus. Essa transformação é um processo contínuo em direção à perfeição.

Perfeição através do sofrimento: Hebreus 2:10 diz que Cristo foi aperfeiçoado através do sofrimento. Da mesma forma, os crentes são moldados e amadurecidos por meio de provações e dificuldades (Tiago 1:2-4).

Perfeição na Unidade e Comunhão: São João 17:23 mostra como a Perfeição se relaciona com a unidade do Corpo de Cristo: "Eu neles, e vós em mim, para que sejam consumadamente um; Que o mundo saiba que tu me enviaste e que os amaste como também me amaste." A perfeição não é uma conquista individual, mas um reflexo da Comunhão com Deus e Seu Povo.

Agora, como essa perfeição é alcançada? Reconhecendo nossa dependência de Deus. A perfeição não é alcançada por nosso próprio mérito, mas pela graça e poder de Deus em nós (Filipenses 2:13). Andando no Espírito: Gálatas 5:16 nos instrui a andar no Espírito para não satisfazer os desejos da carne. Essa caminhada diária nos leva a refletir o Fruto do Espírito, que é a chave para a Perfeição do Crente (Gálatas 5:22-23). Persistindo na fé e na oração: Colossenses 1:28 diz que o propósito de Paulo era "apresentar todo homem perfeito em Cristo Jesus:..." Este é um chamado para perseverar no ensino, comunhão e busca constante por Deus.

O Exemplo Supremo de Perfeição: Jesus

O Senhor Jesus é o nosso modelo perfeito. Ele viveu uma vida sem pecado, obedeceu completamente a Seu Pai e mostrou Amor e Compaixão em todos os aspectos de Seu Ministério. Esta é uma das razões que ele expressou a Felipe: "... Quem me vê, vê o Pai" (João 14:9). Se quisermos ser perfeitos como nosso Pai Celestial, devemos imitar a Cristo: "Aquele que diz que está nele deve andar como ele andou" (1 João 2:6).

Portanto, a perfeição expressa em Mateus 5:48 não é um padrão inatingível, mas um chamado à maturidade espiritual e ao amor pleno que refletem o caráter de Deus. É por isso que, como veremos nas Virtudes de 2 Pedro 1:5-8, o Amor Divino é a Coroação. É um processo contínuo de transformação pelo Espírito Santo, que nos leva a viver em Santidade, Obediência e Amor Sacrificial. Ao acolhermos esta chamada, aproximamo-nos todos os dias da Imagem de Cristo, que é o Exemplo Supremo de Perfeição.

AS SETE VIRTUDES COMO TRAMPOLINS PARA A COROAÇÃO DO AMOR DIVINO

Em 2 Pedro 1:5-8, o apóstolo Pedro apresenta um guia progressivo para as virtudes do crente que funcionam como trampolins para alcançar a plenitude da maturidade espiritual em Cristo. Esta passagem destaca o crescimento dinâmico que deve caracterizar um crente em seu caminho para a Perfeição em Cristo, mostrando como essas Virtudes estão interligadas e se constroem umas sobre as outras, como uma espécie de pirâmide até chegar ao Batismo de Amor Divino.

1. Fé: O apóstolo Pedro começa com a fé, porque é o fundamento de toda a vida cristã. Sem fé, é impossível agradar a Deus (Hebreus 11:6). A fé nos conecta a Deus e nos capacita a receber Sua Graça Salvadora. Esta Fé não é passiva; é ativo e vivo (Tiago 2:26), evidenciado na total confiança em Cristo como nosso Salvador e Senhor. A fé é o terreno firme sobre o qual as outras virtudes são construídas.

2. Virtude: Este segundo passo implica excelência moral, coragem e firmeza em fazer a coisa certa, mesmo em meio a provações e adversidades. Essa Virtude (ou poder) nos leva a buscar viver de acordo com os padrões de Deus, refletindo Sua Santidade (1 Pedro 1:15-16). Em Filipenses 4:8, o apóstolo Paulo exorta os crentes a pensar em "tudo o que é verdadeiro, tudo o que é honesto, tudo o que é justo, tudo o que é puro, tudo o que é amável, tudo o que é de boa fama". Essas qualidades são a essência da Virtude.

3. Conhecimento (ou Ciência):  O conhecimento aqui não se refere apenas à informação intelectual, mas a uma compreensão prática e espiritual da Vontade de Deus, adquirida através do estudo da Palavra e da obediência ao Espírito Santo. Provérbios 2:6 afirma: "Porque o Senhor dá sabedoria, e da sua boca procede o conhecimento e o entendimento". Esse conhecimento nos permite discernir entre o bem e o mal e fazer escolhas que glorificam a Deus.

4. Temperança (autocontrole): O autocontrole, que é temperança, é a capacidade de controlar os desejos e paixões carnais que nos separam de Deus (1 Coríntios 9:25-27). Este fruto do Espírito (Gálatas 5:23) nos fortalece para resistir à tentação e permanecer no caminho da obediência. Em Provérbios 16:32 somos ensinados: "Melhor é o tardio em irar-se do que o forte; E aquele que domina sobre o seu espírito, do que aquele que toma uma cidade. Sem autocontrole, as outras virtudes perdem estabilidade.

5. Paciência: Paciência envolve perseverança, resistência e fé em meio às provações. É uma virtude que nos ensina a esperar em Deus e confiar em Seu tempo perfeito (Tiago 1:3-4). Hebreus 10:36 nos lembra que "necessitais de paciência, para que, tendo feito a vontade de Deus, alcanceis a promessa". É a atitude de permanecer firme, sabendo que Deus está trabalhando em nosso favor.

6. Piedade: A piedade é uma vida de devoção a Deus, caracterizada pela reverência, amor e obediência. É viver consciente de Sua Presença em todos os aspectos de nossas vidas. Em 1 Timóteo 4:8, o apóstolo Paulo enfatiza: "Porque o exercício corporal é proveitoso para pouco; mas a piedade aproveita em todas as coisas, porque tem a promessa desta vida presente e da vida futura."  A piedade é fruto de um relacionamento íntimo e pessoal com Deus.

7. Amor Fraterno: O Amor Fraterno é o amor entre os Irmãos na Fé, uma evidência do verdadeiro discipulado cristão (João 13:34-35). Esse amor é demonstrado no serviço, compreensão, perdão e união. Em Romanos 12:10 diz: "Amai-vos uns aos outros com amor fraternal; prevendo-vos uns aos outros com honra..." A afeição fraterna promove a edificação mútua no Corpo de Cristo. E no versículo que precede o apóstolo Paulo nos diz: "Seja o amor sem pretensão:..." Que este Amor seja sentido, visto e real para com os Irmãos na Fé.

8. Amor Divino (ou Caridade): O Amor Ágape é o auge de todas as virtudes. É o Amor perfeito e incondicional que reflete o caráter de Deus (1 João 4:8). Esse Amor abraça a todos, até mesmo nossos inimigos (Mateus 5:44). O apóstolo Paulo descreve esse amor em 1 Coríntios 13:4-7 como paciente, bondoso, sem inveja, sem jactância, sem egoísmo, e perseverante, crente e esperando por todas as coisas.

O processo de crescimento: passo a passo

Cada uma dessas virtudes representa um passo no caminho da Maturidade em Cristo. Não são esforços separados, mas uma progressão contínua. À medida que crescemos nessas áreas, refletimos mais plenamente a Plenitude de Cristo em nossas vidas.

Em 2 Pedro 1:8 temos a certeza de que, se essas virtudes estiverem em nós e abundarem, não seremos estéreis ou infrutíferos no Conhecimento de nosso Senhor Jesus Cristo. No entanto, no versículo 9, ele adverte que quem tem falta dessas coisas é cego, tem visão curta e esqueceu que foi purificado de seus pecados anteriores.

A maturidade espiritual não é automática ou instantânea, mas um processo que requer diligência, perseverança e dependência do Espírito Santo. Ao praticar e desenvolver essas virtudes, nos aproximamos da medida etária da plenitude de Cristo e refletimos Seu caráter para o mundo. Este caminho para a perfeição não apenas nos transforma, mas glorifica a Deus e edifica Sua Igreja, a Esposa de Cristo. É hora de subir esses degraus com Propósito e Devoção!

O PROPÓSITO FINAL: CRISTO FORMADO EM NÓS

O propósito final da vida do crente não é simplesmente uma melhor moralidade, conhecimento teológico ou uma vida livre de dificuldades. O Plano Divino é muito mais profundo e transcendental: que Cristo seja formado em nós. Esta verdade, fundamentada na Palavra de Deus, revela o Propósito Eterno de Deus para a humanidade redimida: ser a Imagem viva de Seu Filho, Jesus Cristo (Romanos 8:29).

Cristo em Nós: A Esperança da Glória

Em Colossenses 1:27, Paulo declara que o Mistério de Deus é "Cristo em vós, a esperança da glória". A Presença de Cristo no Crente é o testemunho de uma transformação interior que culminará em uma futura Glorificação, no Dia de nossa Plena Adoção. Este conceito não se limita a uma experiência superficial, mas envolve uma comunhão íntima e constante com Cristo, onde Seu Caráter e Natureza se manifestam através de nós.

O objetivo de Deus: conformar-se à imagem de Seu Filho

Romanos 8:29 afirma: "Porque aqueles que de antemão conheceu, também os predestinou para serem conformes à imagem de seu Filho, a fim de que seja o primogênito entre muitos irmãos..." Desde a queda do homem em Gênesis 3, o plano de redenção de Deus tem sido restaurar a Imagem perdida, que é Cristo. Esta não é apenas uma mudança externa, mas uma renovação completa de todos os filhos de Deus (2 Coríntios 5:17).

Ser cheio de toda a plenitude de Deus

Efésios 3:17-19 enfatiza que Cristo deve habitar pela fé em nossos corações para que possamos "ser cheios de toda a plenitude de Deus". A Plenitude de Deus não é algo que obtemos parcialmente; É uma transformação abrangente que afeta nossa mente, emoções, vontade e ações. Ser cheio de Plenitude significa viver em total dependência e unidade com Ele.

Cristo formado em nós: um processo constante

O apóstolo Paulo expressa sua preocupação com os crentes em Gálatas 4:19, dizendo: "Meus filhinhos, estou novamente em dores de parto por vós, até que Cristo seja formado em vós..." Este processo de formação não é instantâneo, mas requer tempo, obediência e disciplina espiritual. É um processo de santificação progressiva onde o Espírito Santo trabalha para nos moldar à semelhança de Cristo (2 Coríntios 3:18).

Viver como Cristo viveu

Em 1 João 2:6, somos informados: "Aquele que diz que está nele deve andar como ele andou".  A Vida de Cristo é o Modelo Supremo de como devemos viver. Isso inclui: Amar como Ele amou (João 13:34-35). Sirva como Ele serviu (Marcos 10:45). Obedeça ao Pai como Ele obedeceu (João 5:19). Perdoe como Ele perdoou (Lucas 23:34).

Fecundos à imagem de Cristo

Em João 15:5, Jesus disse: "Eu sou a videira, vós sois os ramos: aquele que está em mim, e eu nele, este dá muito fruto; pois sem mim você não pode fazer nada. Os frutos do Espírito são evidências de que Cristo está sendo formado em nós (Gálatas 5:22-23). Esses frutos não são conquistas humanas, mas o resultado de permanecer conectado a Cristo, a verdadeira Videira.

Revestindo-se do Novo Homem: Cristo em Nós

Em Efésios 4:22-24, o apóstolo Paulo exorta os crentes a se despojarem do velho homem e se revestirem do novo homem, "criado segundo Deus em justiça e santidade da verdade". Este "novo homem" não é outro senão o próprio Cristo sendo formado em nós, renovando nossas mentes e transformando nossas vidas (Romanos 12:2).

A manifestação de Cristo em nossas vidas

Em Filipenses 1:21, o apóstolo Paulo declara: "Porque para mim o viver é Cristo, e o morrer é lucro".  Essas palavras resumem o propósito final do crente: que nossa vida seja uma manifestação de Cristo em todas as áreas. Em Mateus 5:16, o Senhor Jesus instruiu: "Assim resplandeça a vossa luz diante dos homens, para que vejam as vossas boas obras e glorifiquem a vosso Pai que está nos céus". Quando Cristo é formado em nós, nossa luz brilha para que outros vejam Cristo em nossas ações.

Transformados pela Palavra e pelo Espírito Santo

A Palavra de Deus é o principal instrumento para formar Cristo em nós. Hebreus 4:12 nos diz que a Palavra é viva e ativa, penetrando e transformando nosso ser interior. O Espírito Santo é o próprio Deus como o Agente Divino que nos guia, instrui e nos molda à imagem de Cristo (João 16:13, Romanos 8:14). É Ele quem produz em nós a vontade e a realização da Sua boa vontade (Filipenses 2:13).

Pronto para a eternidade

O propósito final de Cristo ser formado em nós é nos preparar para nossa União Eterna com Ele. Em 1 João 3:2 nos é prometido: "... o que devemos ser ainda não foi revelado; mas sabemos que, quando ele aparecer, seremos semelhantes a ele, pois o veremos como ele é." Esse processo de transformação culmina na Glorificação, quando seremos completamente conformados à Sua Imagem no Dia da Redenção, quando seremos Totalmente Adotados, tanto em espírito quanto em corpo (Filipenses 3:21).

O propósito final de Deus para o crente não é simplesmente ser salvo, mas que Cristo seja totalmente formado em nós, refletindo Seu caráter, Seu amor e Seu poder em nossas vidas. Esse processo nos chama a nos rendermos completamente a Deus, submetendo-nos à Sua Palavra e ao Espírito Santo para que Ele faça Sua Obra Perfeita em nós.  "Certos nisto, que aquele que em vós começou a boa obra a aperfeiçoará até o dia de Jesus Cristo..." (Filipenses 1:6).

O mundo precisa ver Cristo vivo em Seu Povo, a Igreja Verde, a Noiva de Jesus Cristo! Este chamado é para todo crente: permitir que Cristo transforme nossas vidas, até que não sejamos nós que vivemos, mas Cristo viva em nós (Gálatas 2:20). Este é o objetivo mais elevado de Deus e o Propósito Eterno!

Conclusão

Exploramos a profundidade e o propósito do que significa alcançar "a medida da Era da Plenitude de Cristo" (Efésios 4:13). Vimos como as Escrituras nos chamam para sermos perfeitos, como nosso Pai Celestial é perfeito (Mateus 5:48) e como podemos subir os degraus das virtudes descritas em 2 Pedro 1:5-8, até que Cristo esteja totalmente formado em nós. Mas agora, queridos irmãos em Cristo, a pergunta crucial é: O que você fará com esse chamado em sua vida?

Não podemos continuar a viver na mediocridade espiritual ou nos contentar com um cristianismo superficial. A Vida de Cristo em nós não é opcional; é a única esperança de viver plenamente de acordo com a vontade de Deus (Colossenses 1:27). Hoje, mais do que nunca, o Senhor nos chama a abandonar o pecado, abandonar os caminhos da carne e viver no Espírito. Ele nos convida a nos submetermos completamente à Sua Obra transformadora, para que o mundo veja em nós Sua Luz e Sua Verdade.

O Senhor Jesus já fez tudo por você. Ele desceu do Céu, viveu uma Vida Perfeita, morreu na cruz e ressuscitou gloriosamente para lhe dar a oportunidade de ter uma nova vida, uma vida na qual Seu Caráter e Seu Amor se manifestam através de você. Mas agora é com você. Ele, Cristo, bate à porta do seu coração (Apocalipse 3:20). Você vai deixá-lo entrar para que ele possa habitar em você em toda a plenitude?

O Espírito Santo está aqui para ajudá-lo, fortalecê-lo, guiá-lo neste Caminho para a maturidade em Cristo. Mas você deve dar o primeiro passo. Você deve dizer: "Senhor, aqui estou. Pegue-me, molde-me e transforme-me."

Não sabemos quanto tempo mais teremos. Cada dia que vivemos é uma oportunidade de decidir a quem serviremos (Josué 24:15). Deus os chama hoje a se renderem completamente, a deixarem tudo o que os separa d'Ele e a abraçarem Seu Propósito Eterno para sua vida: que Cristo seja formado em vocês.

Lembre-se, o mundo precisa ver Cristo vivendo em Seu povo. Você é Sua Testemunha, Seu Embaixador (2 Coríntios 5:20). Se Cristo não é refletido em você, quem mais o fará? Este é o momento de deixá-Lo reinar completamente em seu coração.

Hoje, convido-os a tomar uma decisão crucial e eterna: entreguem totalmente sua vida a Cristo para que Sua Plenitude se manifeste em vocês. Não importa o quanto você se desviou, não importa o quão longe você se sinta do Seu Propósito, Sua Graça é suficiente para transformá-lo (2 Coríntios 12:9), aproveite-o enquanto ele está em vigor. Venha a Ele com um coração humilde e arrependido, e permita que Ele faça em você o que ninguém mais pode: faça de você um Reflexo vivo de Sua Glória. Lembremo-nos de que Cristo Encarnado é a Perfeição da Perfeição.

Você quer que Cristo seja formado em você? Você está disposto a caminhar em Seu Amor, subir os degraus das Virtudes e viver uma vida cheia do Espírito Santo? Este é o momento. Não espere mais.

Oração

Oremos: Pai Celestial, ouvimos Teu Chamado e sentimos em nossos corações o desejo de sermos transformados à Imagem de Teu Filho, nosso Irmão Primogênito. Senhor, queremos alcançar a Medida da Estatura da Plenitude de Cristo. Perdoe-nos por nossas faltas e pelos tempos em que vivemos para nós mesmos. Hoje, nos rendemos completamente a Ti. Senhor Jesus Cristo, entre em nossos corações, assuma o controle e nos transforme. Espírito Santo, guia-nos neste caminho de Santidade e Maturidade. Ajude-nos a viver como Cristo viveu, a amar como Ele amou e a ser testemunhas vivas de Seu Poder. No Nome que está acima de todo nome, no Nome do Senhor Jesus Cristo oramos, amém.

O Senhor está chamando você hoje, irmão, irmã, amigo! Não pare. Decidam-se por Cristo e comecem a viver a Vida Plena e abundante que Ele tem para vocês. Que o Senhor continue a abençoá-lo hoje, amanhã e sempre. Amém!