Introducción

Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero hablarles sobre un tema que toca cada rincón de nuestras vidas y que a menudo nos llena de preguntas e incertidumbres: y es sobre el tiempo. El tiempo, ese recurso tan valioso y a la vez tan misterioso, que parece deslizarse entre nuestros dedos como arena fina. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado deseando que el tiempo se detuviera en un momento de felicidad? ¿O que avanzara rápidamente durante los tiempos difíciles? El tiempo es un compañero constante en nuestro viaje por la vida, y sin embargo, a menudo luchamos por entender su propósito y significado.

Para ayudarnos a navegar por este concepto tan complejo, vamos a sumergirnos en uno de los pasajes más profundos y poéticos de la Biblia: Eclesiastés 3. Escuchemos juntos las palabras del sabio Salomón en Eclesiastés 3:1-8:

1PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo:

2Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

3Tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

4Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;

5Tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar;

6Tiempo de agenciar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de arrojar;

7 Tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

8Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

Estas palabras, aunque escritas hace miles de años, resuenan con una verdad atemporal que habla directamente a nuestras experiencias humanas. Cada uno de nosotros ha vivido momentos de alegría y tristeza, de trabajo y descanso, de amor y pérdida. A través de estas estaciones de la vida, Salomón nos recuerda que todo tiene su tiempo y su propósito bajo el cielo.

Pero, ¿qué significa realmente esto para nosotros hoy? ¿Cómo podemos aplicar esta sabiduría antigua a nuestras vidas modernas, llenas de prisa, tecnología y constantes cambios? ¿Cómo podemos encontrar paz y propósito en medio del caos?

Para captar completamente el mensaje de Eclesiastés 3, debemos primero reconocer la Soberanía de Dios sobre el tiempo. Debemos comprender que cada momento de nuestra vida está bajo Su Control y Dirección. En Isaías 46:10, Dios declara:

10Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde antiguo lo que aun no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quisiere;…

Esto nos muestra que Dios tiene un Plan Perfecto para cada uno de nosotros, y que cada etapa de nuestra vida está cuidadosamente orquestada por Su Mano Sabia y Amorosa.

Imaginen por un momento una sinfonía magistral, donde cada nota y cada pausa están meticulosamente planificadas para crear una obra maestra de música. De la misma manera, nuestras vidas son una Sinfonía Divina, con momentos de acción y de espera, de alegría y de dolor, todos trabajando juntos para cumplir el Propósito de Dios.

Exploraremos cómo podemos entender y aplicar esta sabiduría a nuestras vidas diarias. Hablaremos sobre la importancia del discernimiento para reconocer el tiempo adecuado para cada cosa, y cómo vivir en el presente con un corazón agradecido. Reflexionaremos sobre cómo nuestra comprensión del tiempo puede ser transformada al recordar que Dios ha puesto Eternidad en nuestros corazones, llamándonos a vivir con una Perspectiva Eterna.

Así que, queridos hermanos y hermanas, les invito a abrir sus corazones y mentes a la Sabiduría de Dios mientras exploramos juntos el profundo y hermoso mensaje de que hay un tiempo para todo bajo el cielo. Que esta tema nos llene de paz, propósito y confianza en el Plan Perfecto de nuestro Padre Celestial. Amén.

La Soberanía de Dios sobre el Tiempo

Para comprender plenamente el mensaje de Eclesiastés 3, debemos primero reconocer la Soberanía de Dios sobre el tiempo. Esta Soberanía significa que Dios, como el Creador del Universo, tiene control absoluto sobre el tiempo y los eventos de nuestras vidas. Nada ocurre fuera de Su Conocimiento y Voluntad. Cada estación y momento que experimentamos está bajo Su Supervisión, y cada uno tiene un Propósito Divino. Esta comprensión nos proporciona una profunda paz y confianza, sabiendo que nuestro Dios tiene un Plan para cada etapa de nuestra vida.

Dios como el Arquitecto del Tiempo: El primer punto que debemos considerar es que Dios es el Arquitecto del tiempo. En Génesis 1:1, leemos:

1EN el principio crió Dios los cielos y la tierra.

Desde el inicio de todo, Dios estableció el marco temporal en el cual vivimos. Él es el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin. Todo lo que existe en el tiempo está bajo Su Dominio.

Dios no solo conoce el futuro, sino que lo ha diseñado. Cada momento de nuestras vidas ha sido planeado con un propósito específico. Esto debería inspirarnos a vivir con una confianza y una seguridad que solo se encuentra en entender la Soberanía de Dios.

El Propósito Divino en Cada Temporada: Cada temporada de nuestra vida tiene un propósito que Dios ha determinado. A menudo, nosotros luchamos con la incertidumbre y el cambio, pero es vital recordar que nada escapa al control de Dios. En Romanos 8:28, Pablo nos dice:

28Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados.

Esto significa que incluso en los tiempos difíciles, Dios está trabajando para nuestro bien. Puede que no siempre entendamos Sus Caminos, pero podemos confiar en que Él tiene un Plan Perfecto para nosotros.

Confiando en Dios en Tiempos de Incertidumbre: La vida está llena de incertidumbres. No sabemos lo que el futuro nos depara, y esto puede ser una fuente de ansiedad. Sin embargo, cuando comprendemos la Soberanía de Dios sobre el tiempo, podemos descansar en Su Paz. En Filipenses 4:6-7, se nos exhorta:

6Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias.

7Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús.

En tiempos de incertidumbre, debemos acudir a Dios en oración, confiando en que Él tiene el control y que Su Paz nos sostendrá.

El Ejemplo de Jesús: El Señor Jesús, durante Su Tiempo en la tierra, vivió una vida completamente sometida a la Voluntad y el Tiempo de Dios. En Juan 7:6, el Señor Jesús dice:

6…Mi tiempo aun no ha venido; mas vuestro tiempo siempre está presto.

El Señor Jesús entendía perfectamente que Su Vida y Ministerio estaban alineados con el Tiempo de Dios. Esto nos enseña la importancia de vivir con un sentido de propósito y de acuerdo con la Voluntad Divina.

El Llamado a la Paciencia y la Esperanza: Finalmente, la Soberanía de Dios sobre el tiempo nos llama a ser pacientes y a vivir con esperanza. Santiago 5:7-8 nos exhorta:

7Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía.

8Tened también vosotros paciencia; confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca.

La paciencia es una virtud crucial en nuestra caminata con Dios. Aunque no siempre entendamos Sus Tiempos, podemos tener la esperanza de que Él cumplirá Sus Promesas en Su Momento Perfecto.

El Propósito de Cada Estación

En Eclesiastés 3:1, Salomón nos dice que “PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo". Esta declaración es una poderosa afirmación de que cada momento de nuestras vidas tiene un propósito específico, ya sea un tiempo de alegría o de tristeza, de trabajo o de descanso. Vamos a explorar más profundamente el propósito de cada una de estas estaciones y cómo podemos encontrar significado y dirección en ellas.

Tiempo de Nacer y Tiempo de Morir: La vida y la muerte están en Manos de Dios. Desde el momento de nuestra concepción hasta el momento en que morimos, nuestras vidas están bajo Su Control Soberano. En Job 14:5 leemos:

5Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti: Tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.

Esto nos recuerda que debemos valorar cada día que se nos da y vivirlo con gratitud y propósito. Nacer es un Regalo de Dios, y nuestra vida tiene un Propósito Divino desde el principio. Del mismo modo, la muerte es una transición hacia la Eternidad con Dios para aquellos que creen en Cristo. Pablo nos conforta en 1 Tesalonicenses 4:13-14, lo siguiente:

13Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

14Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús.

La certeza de la resurrección y la Vida Eterna nos da esperanza y significado tanto en la vida como en la muerte.

Tiempo de Plantar y Tiempo de Arrancar lo Plantado: La agricultura es una metáfora común en la Biblia para describir nuestras acciones y sus consecuencias. Gálatas 6:7 nos dice:

7No os engañéis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

En la vida, hay momentos para sembrar buenas semillas a través de nuestras acciones, decisiones y relaciones. Esto requiere esfuerzo, paciencia y fe. También hay tiempos en los que debemos arrancar lo que no produce buen fruto, eliminando hábitos, comportamientos y asociaciones que nos alejan de Dios. Jesús lo expresó claramente en Juan 15:2:

2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará, para que lleve más fruto.

Debemos ser proactivos en plantar buenas obras y en podar lo que no es saludable en nuestra vida espiritual.

Tiempo de Matar y Tiempo de Curar: Esta frase puede parecer contradictoria, pero refleja la realidad de que hay momentos en la vida en los que se deben tomar decisiones difíciles para proteger lo que es bueno y justo. En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a veces a Su Pueblo que tomara medidas drásticas para eliminar la maldad (Deuteronomio 20:16-17). Sin embargo, también vemos el llamado constante a la sanación y restauración. Jesús, durante Su Ministerio, se dedicó a curar a los enfermos y a restaurar vidas (Mateo 4:23). Nosotros, como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser agentes de sanación en un mundo quebrantado, ofreciendo esperanza y amor a quienes nos rodean.

Tiempo de Destruir y Tiempo de Edificar: Hay momentos en los que es necesario destruir lo viejo y corrupto para construir algo nuevo y mejor. Esto puede aplicarse tanto a nuestras vidas personales como a nuestras comunidades. En Jeremías 1:10, Dios dice:

10Mira que te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar.

Este versículo nos muestra que a veces es necesario desmantelar lo que está mal antes de poder edificar algo bueno. En nuestras vidas, esto puede significar deshacernos de viejos hábitos y estructuras que nos impiden crecer espiritualmente para poder edificar una vida basada en los principios del Reino de Dios.

Tiempo de Llorar y Tiempo de Reír: Las emociones son parte de la experiencia humana. No debemos reprimir nuestros sentimientos, sino vivirlos en el momento adecuado. Romanos 12:15 nos exhorta:

15Gozaos con los que se gozan: llorad con los que lloran.

Es importante permitirnos sentir y expresar nuestras emociones en los momentos apropiados. El llanto puede ser una forma de liberar dolor y encontrar sanación, mientras que la risa trae alegría y conexión con los demás. Jesús mismo lloró en diversas ocasiones (Juan 11:35), mostrando Su compasión y humanidad. También disfrutó de momentos de alegría con Sus discípulos y seguidores.

Tiempo de Abrazar y Tiempo de Abstenerse de Abrazar: Las relaciones humanas requieren discernimiento. Hay momentos para acercarse y momentos para dar espacio. Proverbios 25:17 dice:

17Detén tu pie de la casa de tu vecino, Porque harto de ti no te aborrezca.

La sabiduría nos guía en nuestras interacciones con los demás, ayudándonos a saber cuándo es el momento adecuado para abrazar y mostrar afecto, y cuándo es mejor dar espacio y respetar la privacidad y el tiempo de los demás.

Tiempo de Buscar y Tiempo de Perder: En nuestra búsqueda de objetivos y metas, hay momentos para esforzarnos y buscar activamente lo que deseamos, y tiempos para aceptar la pérdida y aprender de ella. Jesús habló sobre la búsqueda del Reino de Dios como la prioridad suprema en nuestras vidas (Mateo 6:33). Sin embargo, también nos enseñó a soltar y confiar en la Provisión de Dios, sabiendo que a veces perder algo puede llevarnos a encontrar algo mejor en el Plan de Dios.

Tiempo de Guardar y Tiempo de Desechar: La vida está llena de momentos en los que debemos decidir qué guardar y qué desechar. Esto se aplica tanto a lo material como a lo espiritual. Jesús nos enseñó en Mateo 6:19-21, lo siguiente:

19No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan;

20Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan:

21Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.

Debemos discernir qué cosas tienen valor eterno y desechar aquello que no contribuye a nuestra vida espiritual y relación con Dios.

Tiempo de Romper y Tiempo de Coser: En nuestras vidas, hay momentos para romper con viejas prácticas, relaciones o hábitos que nos alejan de Dios, y momentos para coser, restaurar y reparar lo que ha sido dañado. Jesús vino a sanar y restaurar lo que estaba roto (Isaías 61:1). Nosotros también estamos llamados a ser agentes de reconciliación y restauración en nuestras vidas y en las vidas de los demás.

Tiempo de Callar y Tiempo de Hablar: El discernimiento en nuestras palabras es crucial. Santiago 1:19 nos aconseja:

19Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardío para hablar, tardío para airarse:

Debemos saber cuándo es el momento adecuado para hablar con sabiduría y amor, y cuándo es mejor guardar silencio y simplemente escuchar.

Tiempo de Amar y Tiempo de Aborrecer: El amor es el mandamiento central para nosotros los seguidores de Cristo, pero también hay un tiempo para aborrecer lo que es malvado e injusto. Romanos 12:9 nos dice:

9El amor sea sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos a lo bueno;…

Debemos amar a las personas, pero aborrecer el pecado y la injusticia, trabajando para traer el Amor y la Verdad de Dios al mundo.

Tiempo de Guerra y Tiempo de Paz: En la vida, enfrentamos batallas espirituales y conflictos, pero también debemos buscar la paz. Efesios 6:12 nos recuerda que nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra poderes espirituales del mal. Sin embargo, también estamos llamados a ser pacificadores (Mateo 5:9), buscando la reconciliación y la paz en nuestras relaciones y en el mundo.

Cada estación de la vida tiene un propósito específico y está bajo la Soberanía de Dios. Al comprender y aceptar, podemos vivir con una mayor sabiduría y discernimiento, aprovechando al máximo cada momento y buscando cumplir el Propósito de Dios en nuestras vidas. Al hacerlo, encontramos significado y dirección, sabiendo que cada etapa tiene su valor y contribuye a nuestro crecimiento espiritual y a la gloria de Dios. Que el Señor nos ayude a discernir y vivir de acuerdo con Su Tiempo Perfecto.

La Importancia del Discernimiento

El discernimiento es la habilidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, y de tomar decisiones basadas en la Sabiduría Divina. En el contexto del tiempo, el discernimiento es crucial para reconocer y entender el propósito de cada estación y para vivir en armonía con la Voluntad de Dios. El discernimiento nos permite navegar las complejidades de la vida con sabiduría, integridad y fe.

El Papel del Espíritu Santo en el Discernimiento: El Espíritu Santo juega un papel fundamental en nuestra capacidad de discernir. Jesús prometió que el Espíritu nos guiaría a toda verdad (Juan 16:13). El Espíritu Santo nos da la sabiduría y la comprensión necesaria para discernir la Voluntad de Dios en cada situación. En 1 Corintios 2:14, Pablo explica:

14Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente.

Es a través del Espíritu Santo que podemos comprender las cosas de Dios y discernir Su Voluntad en nuestras vidas. El Espíritu nos da la capacidad de ver más allá de lo superficial y de entender el Propósito Divino detrás de cada circunstancia.

Discernimiento a través de la Palabra de Dios: La Palabra de Dios es una fuente esencial de discernimiento. En Hebreos 4:12, se nos dice:

12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

La Biblia nos proporciona la sabiduría y los principios necesarios para tomar decisiones correctas y vivir de acuerdo con la Voluntad de Dios. Al estudiar y meditar en las Escrituras, cultivamos un corazón y una mente que pueden discernir entre el bien y el mal.

La Sabiduría como Base del Discernimiento: La sabiduría es la base del discernimiento. En Proverbios 4:7, se nos instruye:

7Sabiduría ante todo: adquiere sabiduría: Y ante toda tu posesión adquiere inteligencia.

Buscar la Sabiduría de Dios debe ser nuestra prioridad. Salomón, conocido por su gran sabiduría, pidió discernimiento para gobernar al pueblo de Israel (1 Reyes 3:9). Dios respondió a su petición y le dio un corazón sabio y entendido. Nosotros también debemos buscar la Sabiduría de Dios para poder discernir correctamente en nuestras vidas.

Discernimiento en las Decisiones Diarias: El discernimiento es crucial en nuestras decisiones diarias. Desde las decisiones más pequeñas hasta las más grandes, necesitamos la Guía de Dios para elegir sabiamente. En Santiago 1:5, se nos promete:

5Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada.

Dios está dispuesto a darnos la sabiduría que necesitamos si se la pedimos con fe. Debemos depender de Él en cada decisión, buscando Su Dirección y Su Propósito.

Discernimiento en las Relaciones: El discernimiento es vital en nuestras relaciones. Debemos discernir con quién asociarnos y cómo interactuar con los demás. En 2 Corintios 6:14, Pablo advierte:

14No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tienes la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?

Es importante rodearnos de personas que nos edifiquen y nos acerquen a Dios. El discernimiento nos ayuda a identificar relaciones que son saludables y aquellas que pueden ser perjudiciales para nuestro crecimiento espiritual.

Discernimiento en los Tiempos Difíciles: En los tiempos difíciles, el discernimiento nos permite ver más allá de la adversidad y reconocer el Propósito de Dios en medio de las pruebas. Santiago 1:2-4 nos anima:

2Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando cayereis en diversas tentaciones;

3Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia.

4Mas tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa.

El discernimiento nos ayuda a entender que las pruebas y las dificultades tienen un propósito en nuestro crecimiento y madurez espiritual. Nos permite ver las manos de Dios obrando en medio de las circunstancias difíciles y confiar en Su Plan Perfecto.

Discernimiento y el Temor del Señor: El discernimiento está estrechamente relacionado con el temor del Señor. Proverbios 9:10 dice:

10El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia.

El temor del Señor es un profundo respeto y reverencia hacia Dios, que nos lleva a vivir de acuerdo con Sus Mandamientos. Este temor reverencial nos guía en el discernimiento, ayudándonos a tomar decisiones que honren a Dios y reflejen Su Carácter.

El Ejemplo de Jesús en el Discernimiento: Jesús es nuestro mayor ejemplo de discernimiento. En Su Ministerio, mostró una sabiduría y comprensión perfectas en todas Sus Decisiones. En Juan 5:19, Jesús dijo:

19Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente.

Jesús siempre buscó hacer la Voluntad del Padre, discerniendo perfectamente cada situación. Nosotros, como Sus seguidores, estamos llamados a imitar Su Ejemplo, buscando la Voluntad de Dios en todo momento y discerniendo cómo debemos vivir y actuar.

La Oración como Fuente de Discernimiento: La oración es una herramienta poderosa para obtener discernimiento. Habíamos leído anteriormente Filipenses 4:6-7, pero repetimos nuevamentex:

6Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias.

7Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús.

Al acercarnos a Dios en oración, podemos pedirle sabiduría y dirección. La oración nos permite conectar con el corazón de Dios y recibir Su Guía en nuestras decisiones y acciones.

El Discernimiento y la Comunidad Cristiana: El discernimiento no es solo una práctica individual; también es una práctica comunitaria. En Proverbios 11:14 leemos:

14Cuando faltaren las industrias, caerá el pueblo: Mas en la multitud de consejeros hay salud.

La comunidad cristiana nos proporciona una red de apoyo y consejo. Compartir nuestras preocupaciones y decisiones con otros creyentes pueden ayudarnos a discernir la Voluntad de Dios. El consejo de hermanos y hermanas en la fe, junto con la Dirección del Espíritu Santo, nos ayuda a tomar decisiones sabias y a vivir de acuerdo con el Propósito de Dios.

El discernimiento es una habilidad esencial para vivir una vida que honre a Dios y cumpla Su Propósito. A través del Espíritu Santo, la Palabra de Dios, la sabiduría, la oración y la comunidad cristiana, podemos desarrollar un discernimiento que nos permita navegar las complejidades de la vida con sabiduría y fe. Al buscar el discernimiento, aprendemos a reconocer el tiempo y el propósito de cada estación en nuestras vidas, viviendo de acuerdo con la soberanía y la guía de nuestro Padre celestial.

Que Dios nos conceda un espíritu de discernimiento para entender y seguir Su Voluntad en todo momento, confiando en Su Plan Perfecto y Su Tiempo Divino. Amén.

Vivir en el Presente

Vivir en el presente es una de las mayores habilidades que podemos desarrollar en nuestra vida espiritual y cotidiana. En un mundo lleno de distracciones y preocupaciones sobre el pasado y el futuro, aprender a centrar nuestra atención en el aquí y el ahora nos permite experimentar la plenitud de la vida que Dios nos ha dado. Eclesiastés 3:12-13 nos dice:

12Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida:

13Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.

Esta exhortación a disfrutar del presente es un recordatorio de que cada momento es un Regalo de Dios, y debemos aprender a valorarlo y aprovecharlo al máximo.

Reconociendo el Valor del Presente: El primer paso para vivir en el presente es reconocer su valor. El tiempo presente es el único que realmente tenemos. Jesús mismo nos enseñó a no preocuparnos por el mañana. En Mateo 6:34, dice:

34Así que, no os congojéis por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga: basta al día su afán.

Jesús nos invita a confiar en Dios para nuestras necesidades futuras y a centrarnos en vivir plenamente el día de hoy. Cada día tiene suficientes desafíos y bendiciones, y debemos aprender a manejar uno a la vez.

La Gratitud como Clave para Vivir en el Presente: La gratitud es una herramienta poderosa para anclar nuestra mente y corazón en el presente. En 1 Tesalonicenses 5:18, Pablo nos exhorta:

18Dad gracias en todo; porque esta es la Voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

Al practicar la gratitud, nos enfocamos en las bendiciones y dones que Dios nos ha dado en el momento presente. Esto nos ayuda a evitar la trampa de la insatisfacción y la preocupación, y nos permite disfrutar y valorar lo que tenemos ahora. La gratitud transforma nuestra perspectiva y nos abre los ojos a la bondad de Dios en cada momento.

El Ejemplo de María y Marta: El relato de María y Marta en Lucas 10:38-42 ilustra la importancia de vivir en el presente. Marta estaba ocupada con muchas tareas, preocupada y distraída, mientras que María se sentó a los pies de Jesús para escuchar Sus enseñanzas. Jesús dijo:

41Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada:

42Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada.

Este pasaje nos enseña que, aunque las responsabilidades son importantes, debemos priorizar nuestra relación con Jesús y tomar tiempo para estar en Su Presencia. Vivir en el presente significa estar atentos a lo que realmente importa y no dejarnos llevar por las preocupaciones y distracciones.

La Práctica de la Presencia de Dios: Cuando hacemos todo en el nombre de Jesucristo, reconociendo Su Presencia en cada actividad, santificamos el momento presente y lo llenamos de propósito y significado. Esto nos ayuda a vivir con un sentido constante de conexión con Dios. Pablo en su epístola a los Colosenses 3:17 nos dice:

17Y todo lo que hacéis, sea de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por él.

Elimina las Distracciones: Las distracciones son uno de los mayores obstáculos para vivir en el presente. Vivimos en una era digital donde es fácil perderse en el flujo constante de información y entretenimiento. Salmo 46:10 nos llama a:

10Estad quietos, y conoced que yo soy Dios: Ensalzado he de ser entre las gentes, ensalzado seré en la tierra.

Tomarse el tiempo para estar quietos y en silencio, desconectándonos de las distracciones, nos permite enfocarnos en la Presencia de Dios y en lo que Él nos está diciendo en el momento presente. Practicar momentos de quietud y reflexión nos ayuda a reorientar nuestra atención hacia lo que realmente importa.

La Importancia de las Relaciones: Vivir en el presente también implica estar verdaderamente presentes en nuestras relaciones. Esto significa escuchar activamente, mostrar empatía y compartir momentos significativos con los demás. En Romanos 12:10, se nos exhorta:

10Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros;

Cuando valoramos y honramos a las personas en nuestras vidas, dedicándoles tiempo y atención, fortalecemos nuestras relaciones y creamos vínculos más profundos. Estar presentes en nuestras interacciones demuestra amor y respeto hacia los demás.

Manejando el Pasado y el Futuro: Aunque es importante vivir en el presente, también debemos aprender a manejar nuestro pasado y futuro de manera saludable. Filipenses 3:13-14 nos ofrece un enfoque equilibrado:

13Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,

14Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.

Pablo nos enseña a dejar atrás el pasado y a avanzar hacia el futuro, pero sin dejar de centrarnos en el presente. Debemos aprender de nuestro pasado, planificar y tener esperanzas para el futuro, pero vivir plenamente en el presente.

La Fe y la Confianza en Dios: Vivir en el presente requiere una fe y confianza constante en Dios. Proverbios 3:5-6 nos dice:

5Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia.

6Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.

Confiar en Dios nos libera de la ansiedad sobre el futuro y el remordimiento por el pasado. Nos permite vivir con la seguridad de que Dios está con nosotros en cada momento y que Su Plan para nosotros es bueno.

Aprovechando las Oportunidades del Presente: Cada día está lleno de oportunidades para servir, amar y crecer. Efesios 5:15-16 nos exhorta:

15Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, mas como sabios;

16Redimiendo el tiempo, porque los días son malos.

Debemos ser intencionales en cómo usamos nuestro tiempo, buscando oportunidades para hacer el bien y glorificar a Dios en cada momento. Al aprovechar las oportunidades del presente, vivimos con propósito y significado.

El Contentamiento: El contentamiento es clave para vivir en el presente. En Filipenses 4:11-12, Pablo dice:

11No lo digo en razón de indigencia, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.

12Sé estar humillado, y sé tener abundancia: en todo y por todo estoy enseñado, así para hartura como para hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.

El contentamiento nos permite aceptar y disfrutar el presente, independientemente de nuestras circunstancias. Es una actitud de agradecimiento y satisfacción en lo que Dios nos ha dado, reconociendo que Su Provisión es suficiente.

Vivir en el presente es una disciplina espiritual que nos permite experimentar la plenitud de la vida que Dios nos ha dado. A través de la gratitud, la Presencia de Dios, la eliminación de distracciones, el valor de las relaciones, y la confianza en Dios, podemos aprender a centrarnos en el momento presente y a vivir con propósito y alegría. Que Dios nos ayude a valorar cada día como un don precioso y a vivir plenamente en Su Presencia.

La Eternidad en Nuestros Corazones

El concepto de eternidad es una idea profunda y trascendental que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano. En Eclesiastés 3:11, se nos dice:

11Todo lo hizo hermoso en su tiempo: y aun el mundo dió en su corazón, de tal manera que no alcance el hombre la obra de Dios desde el principio hasta el cabo.

Esta verdad nos invita a reflexionar sobre el Propósito Divino y el significado de nuestra existencia más allá de las limitaciones del tiempo presente. La eternidad en nuestros corazones nos llama a vivir con una Perspectiva Celestial y a orientarnos hacia el Propósito Eterno de Dios.

El Sentido de la Eternidad: El sentido de la eternidad nos da una perspectiva que trasciende lo temporal y lo inmediato. Nos recuerda que nuestra vida en la tierra es solo una pequeña parte de una realidad mucho mayor. Esta comprensión nos invita a vivir de una manera que refleje nuestro destino eterno. Colosenses 3:1-2 nos exhorta:

1SI habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

Al enfocarnos en lo eterno, nuestras prioridades y decisiones se alinean con el Propósito de Dios.

El Anhelo de Eternidad: Dios ha creado en cada uno de nosotros un anhelo de eternidad, una búsqueda innata de significado y propósito que solo Él puede satisfacer. En el Salmo 42:1-2, el salmista expresa este anhelo:

1COMO el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

2Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¡Cuándo vendré, y pareceré delante de Dios!

Este deseo de lo eterno nos impulsa a buscar a Dios y a encontrar en Él la satisfacción de nuestras más profundas necesidades.

La Promesa de la Vida Eterna: La Vida Eterna es la promesa central del evangelio. En Juan 3:16, Jesús nos asegura:

16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga Vida Eterna.

La Vida Eterna no es solo una promesa futura, sino una realidad presente para aquellos que creen en Cristo. Esta Vida Eterna transforma nuestra manera de vivir aquí y ahora, dándonos una esperanza y una seguridad que trascienden las circunstancias temporales.

Viviendo con una Perspectiva Eterna: Vivir con una perspectiva eterna significa evaluar nuestras acciones y decisiones a la luz de la eternidad. En 2 Corintios 4:17-18, Pablo nos recuerda:

17Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria;

18No mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas.

Esta perspectiva nos ayuda a soportar las dificultades y a mantenernos firmes en nuestra fe, sabiendo que nuestras pruebas tienen un propósito eterno y que nuestra recompensa es segura.

La Esperanza de la Resurrección: La resurrección de Jesús es el fundamento de nuestra esperanza eterna. En 1 Corintios 15:20-22, Pablo declara:

20Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.

21Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

22Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.

La resurrección de Cristo nos asegura que la muerte no tiene la última palabra y que, a través de Él, tenemos la promesa de una vida nueva y eterna.

El Impacto de la Eternidad en Nuestras Relaciones: La eternidad también debe influir en cómo nos relacionamos con los demás. En San Juan 13:34-35, Jesús nos da un nuevo mandamiento:

34Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros: como os he amado, que también os améis los unos a los otros.

35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

El amor y la compasión que mostramos reflejan la Naturaleza Eterna de Dios y tienen un impacto duradero. Nuestras acciones de amor y servicio tienen implicaciones eternas y pueden influir en el destino eterno de aquellos que nos rodean.

El Ministerio de la Reconciliación: Como creyentes, somos llamados a ser embajadores de la reconciliación, compartiendo el mensaje de la Vida Eterna con el mundo. En 2 Corintios 5:18-20, Pablo nos exhorta:

18Y todo esto es de Dios, el cual nos reconcilió a sí por Cristo; y nos dió el ministerio de la reconciliación.

19Porque ciertamente Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí, no imputándole sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la reconciliación.

20Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Nuestra misión es llevar el mensaje de la reconciliación a todos, ayudando a otros a encontrar su esperanza y propósito eterno en Cristo.

La Preparación para la Eternidad: Vivir con la eternidad en nuestros corazones nos motiva a prepararnos para nuestro encuentro con Dios. En Mateo 25:1-13, Jesús narra la parábola de las diez vírgenes, instándonos a estar siempre preparados. Esta preparación implica vivir en santidad, buscar la justicia, cultivar una relación íntima con Dios. En 1 Pedro 1:15-16, se nos exhorta:

15Sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación:

16Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Nuestra vida en la tierra es un tiempo de preparación para la eternidad. Debemos vivir de manera que refleje nuestra Ciudadanía Celestial y nuestro destino eterno.

La Eternidad y la Transformación Personal: El sentido de eternidad en nuestros corazones nos impulsa a buscar la transformación personal y a conformarnos más a la imagen de Cristo. En Romanos 12:2, Pablo nos anima:

2Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena Voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Nuestra perspectiva eterna nos lleva a buscar una vida transformada, viviendo en el poder del Espíritu Santo y creciendo en santidad y amor.

La Gloria de Dios como Fin Último: Finalmente, el sentido de eternidad en nuestros corazones nos dirige a vivir para la Gloria de Dios. En 1 Corintios 10:31, se nos instruye:

31Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios.

Nuestro propósito último es glorificar a Dios en todo lo que hacemos, reflejando Su Carácter y extendiendo Su Reino en la tierra. Al vivir con una perspectiva eterna, nuestra vida se convierte en un testimonio de la grandeza y bondad de Dios.

La eternidad en nuestros corazones nos llama a vivir con una perspectiva que trasciende lo temporal. Al reconocer nuestro destino eterno y el Propósito de Dios, nuestras vidas adquieren un significado y una dirección que reflejan Su Gloria. Vivir con una conciencia de la eternidad nos impulsa a buscar a Dios, a amar a los demás y a prepararnos para nuestro encuentro con Él, y a vivir de manera que honre Su Nombre. Que Dios nos ayude a vivir con una visión eterna, reflejando Su Amor y Propósito en cada aspecto de nuestra vida. Amén.

Conclusión

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hemos recorrido juntos un viaje a través del pasaje de Eclesiastés 3, explorando las profundas verdades que Dios ha revelado acerca del tiempo y nuestra vida bajo Su Soberanía. Al reflexionar sobre la premisa de que hay tiempo para todo, hemos descubierto múltiples dimensiones de nuestra existencia que nos llaman a vivir con propósito, y discernimiento y plena confianza en nuestro Creador.

Hemos aprendido que Dios es el Señor del tiempo, y que cada temporada y circunstancia en nuestra vida está bajo Su Control Soberano. Esta verdad nos da una seguridad inquebrantable, sabiendo que nada escapa a Su Conocimiento y Cuidado. Cuando enfrentamos tiempos de prueba o celebración, podemos descansar en la certeza de que Dios tiene un Plan Perfecto, y que Él obra todas las cosas para el bien de aquellos que le aman y son llamados conforme a Su Propósito (Romanos 8:28).

Cada temporada en nuestra vida tiene un Propósito Divino. Desde el nacimiento hasta la muerte, desde la risa hasta el llanto, Dios utiliza cada experiencia para moldearnos y prepararnos para Su Plan Eterno. En medio de nuestras circunstancias, debemos buscar Su Propósito y permitir que Su Obra transformadora actúe en nosotros. Entender que hay un tiempo para todo nos ayuda a aceptar y valorar cada momento, confiando en que Dios está trabajando en nosotros y a través de nosotros.

Discernir el tiempo y la temporada en la que nos encontramos es crucial para vivir de acuerdo con la Voluntad de Dios. Al desarrollar una vida de oración y meditación en Su Palabra, podemos ser sensibles a la guía del Espíritu Santo y tomar decisiones sabias. Este discernimiento nos ayuda a actuar en el momento adecuado, a hablar cuando es necesario, y a permanecer en silencio cuando es prudente. Nos da la capacidad de entender los tiempos y responder conforme a la dirección de Dios.

Aprender a vivir en el presente es esencial para experimentar la plenitud de la vida que Dios nos ha dado. Al enfocarnos en el aquí y el ahora, y al valorar cada momento como un Don Divino, podemos encontrar alegría y propósito en nuestras actividades diarias. La gratitud y la Presencia de Dios en cada momento nos ancla en el presente, permitiéndonos vivir con una perspectiva de esperanza y confianza en Su Provisión y Cuidado.

Finalmente, la eternidad en nuestros corazones nos llama a vivir con una perspectiva que trasciende lo temporal. Este sentido de eternidad nos impulsa a buscar a Dios con fervor, a amar a los demás con compasión, y a prepararnos para nuestro encuentro con Él. Nos recuerda que nuestra vida en la tierra es solo una pequeña parte de un Plan Eterno, y que nuestras acciones aquí tienen implicaciones eternas.

En conclusión de este tema, quiero invitarles a reflexionar sobre las siguientes preguntas y acciones prácticas:

¿En qué temporada de vida te encuentras actualmente? ¿Cómo puedes buscar el Propósito de Dios en esta etapa específica?  Dedica tiempo diario a la oración y a la lectura de la Biblia, pidiendo a Dios sabiduría y discernimiento para entender Su Voluntad para tu vida. Practica la gratitud diaria. Haz una lista de las bendiciones presentes en tu vida y agradece a Dios por cada una de ellas. Trata de estar más presente en tus actividades diarias y en tus relaciones. Evalúa tus metas y prioridades a la luz de la eternidad. ¿Hay algo que necesitas ajustar para alinear mejor tu vida con el Propósito Eterno de Dios?

Oremos juntos: Señor Dios Todopoderoso, te damos gracias por tu Palabra que nos guía y nos da entendimiento. Reconocemos tu Soberanía sobre el tiempo y te pedimos que nos ayudes a discernir tu propósito en cada temporada de nuestras vidas. Enséñanos a vivir en el presente, apreciando cada momento y confiando en tu Propósito. Pon en nuestros corazones un sentido profundo de la eternidad, para que nuestras vidas reflejen tu Amor y Gloria. Que todo lo que hagamos sea para honrarte y glorificarte. En el Nombre del Señor Jesucristo, amén.

Queridos hermanos y hermanas, que este mensaje sobre el tiempo nos inspire a vivir con una perspectiva renovada, a buscar la Voluntad de Dios en todo momento, y a caminar con confianza y alegría en el camino que Él ha trazado para nosotros. Que Dios les continúe bendiciendo abundantemente. Amén.

Introduction

Dear brothers and sisters, today I would like to speak to you about a theme that touches every corner of our lives and that often fills us with questions and uncertainties: and that is about time. Time, that resource so valuable and at the same time so mysterious, that it seems to slip through our fingers like fine sand. How many times have we found ourselves wishing that time would stop in a moment of happiness? Or that it moved quickly during difficult times? Time is a constant companion on our journey through life, and yet we often struggle to understand its purpose and meaning.

To help us navigate this complex concept, let's dive into one of the most profound and poetic passages in the Bible: Ecclesiastes 3. Let us listen together to the words of the wise Solomon in Ecclesiastes 3:1-8:

1 There is season for all things, and whatever is desired under heaven has its time:

2 The time to be born, and the time to die; time to plant, and time to uproot what has been planted;

3 A time to kill, and a time to heal; a time to destroy, and a time to build;

4A time to weep, and a time to laugh; a time to mourn, and a time to dance;

5 A time to scatter the stones, and a time to gather the stones; time to embrace, and time to move away from embrace;

6Time to agency, and time to lose; a time to keep, and a time to throw away;

7 A time to break up, and a time to sew; a time to be silent, and a time to speak;

8 A time to love, and a time to hate; time of war, and time of peace.

These words, though written thousands of years ago, resonate with a timeless truth that speaks directly to our human experiences. Each of us has experienced moments of joy and sadness, of work and rest, of love and loss. Through these seasons of life, Solomon reminds us that everything has its time and purpose under heaven.

But what does this really mean for us today? How can we apply this ancient wisdom to our modern lives, filled with haste, technology, and constant change? How can we find peace and purpose in the midst of chaos?

To fully grasp the message of Ecclesiastes 3, we must first recognize God's sovereignty over time. We must understand that every moment of our life is under His Control and Direction. In Isaiah 46:10, God declares:

10 Who proclaimed what is to come from the beginning, and from of old what was not yet done; that I say, My counsel shall stand, and I will do whatever I please;...

This shows us that God has a Perfect Plan for each of us, and that every stage of our lives is carefully orchestrated by His Wise and Loving Hand.

Imagine for a moment a masterful symphony, where every note and every pause is meticulously planned to create a masterpiece of music. In the same way, our lives are a Divine Symphony, with moments of action and waiting, of joy and pain, all working together to fulfill God's Purpose.

We will explore how we can understand and apply this wisdom to our daily lives. We will talk about the importance of discernment to recognize the right time for each thing, and how to live in the present with a grateful heart. We will reflect on how our understanding of time can be transformed by remembering that God has placed Eternity in our hearts, calling us to live with an Eternal Perspective.

So, dear brothers and sisters, I invite you to open your hearts and minds to God's Wisdom as we explore together the profound and beautiful message that there is a time for everything under heaven. May this theme fill us with peace, purpose, and confidence in Heavenly Father's Perfect Plan. Amen.

God's Sovereignty over Time

To fully understand the message of Ecclesiastes 3, we must first recognize God's sovereignty over time. This Sovereignty means that God, as the Creator of the Universe, has absolute control over the time and events of our lives. Nothing happens outside of His Knowledge and Will. Every season and moment we experience is under His Supervision, and each has a Divine Purpose. This understanding provides us with deep peace and confidence, knowing that our God has a Plan for every season of our life.

God as the Architect of Time: The first point we must consider is that God is the Architect of time. In Genesis 1:1, we read:

1 In the beginning God created the heavens and the earth.

From the beginning of everything, God established the time frame in which we live. He is the Alpha and the Omega, the Beginning and the End. Everything that exists in time is under His dominion.

God not only knows the future, but He has designed it. Every moment of our lives has been planned with a specific purpose. This should inspire us to live with a confidence and assurance that is only found in understanding God's Sovereignty.

The Divine Purpose in Every Season: Every season of our lives has a purpose that God has determined. Often, we struggle with uncertainty and change, but it's vital to remember that nothing escapes God's control. In Romans 8:28, Paul tells us:

28 And we know that all things work together for good to those who love God, that is, to those who are the called according to the purpose.

This means that even in difficult times, God is working for our good. We may not always understand His Ways, but we can trust that He has a Perfect Plan for us.

Trusting God in Times of Uncertainty: Life is full of uncertainties. We don't know what the future holds, and this can be a source of anxiety. However, when we understand God's Sovereignty over time, we can rest in His Peace. In Philippians 4:6-7, we are exhorted:

6 Do not be anxious about anything; but let your petitions be made known before God in all prayer and supplication, with thanksgiving.

7 And the peace of God, which surpasses all understanding, will guard your hearts and your minds in Christ Jesus.

In times of uncertainty, we must turn to God in prayer, trusting that He is in control and that His Peace will sustain us.

Jesus' Example: The Lord Jesus, during His Time on earth, lived a life completely submitted to God's Will and Timing. In John 7:6, the Lord Jesus says:

6… My time has not yet come; but your time is always ready.

The Lord Jesus understood perfectly that His Life and Ministry were aligned with God's Timing. This teaches us the importance of living with a sense of purpose and in accordance with the Divine Will.

The Call to Patience and Hope: Finally, God's Sovereignty over time calls us to be patient and to live with hope. James 5:7-8 exhorts us:

7 Be patient until the coming of the Lord, brethren. Behold, how the farmer waits for the precious fruit of the earth, waiting patiently, until he receives the former and latter rain.

8Be patient too; Confirm your hearts: for the coming of the Lord is at hand.

Patience is a crucial virtue in our walk with God. Even if we don't always understand His Times, we can hope that He will fulfill His Promises at His Perfect Timing.

The Purpose of Each Season

In Ecclesiastes 3:1, Solomon tells us that "There is season for all things, and whatever is desired under heaven has its time." This statement is a powerful affirmation that every moment of our lives has a specific purpose, whether it is a time of joy or sadness, work or rest. Let's explore more deeply the purpose of each of these stations and how we can find meaning and direction in them.

Time to Be Born and Time to Die: Life and death are in God's Hands. From the moment of our conception to the moment we die, our lives are under His Sovereign Control. In Job 14:5 we read:

5 Surely his days are determined, and the number of his months is near you: you have set limits for him, from which he shall not pass.

This reminds us to value every day we are given and live it with gratitude and purpose. Being born is a Gift from God, and our life has a Divine Purpose from the beginning. Likewise, death is a transition into Eternity with God for those who believe in Christ. Paul comforts us in 1 Thessalonians 4:13-14, the following:

13 Nor, brethren, do we want you to be ignorant of those who are asleep, lest you grieve like others who have no hope.

14 For if we believe that Jesus died and rose again, so God will also bring with him those who have fallen asleep in Jesus.

The certainty of resurrection and Eternal Life gives us hope and meaning in both life and death.

Time to Plant and Time to Uproot What Has Been Planted: Farming is a common metaphor in the Bible to describe our actions and their consequences. Galatians 6:7 tells us:

7 Do not be deceived: God cannot be mocked, for whatever a man sows, that he will also reap.

In life, there are times to sow good seeds through our actions, decisions, and relationships. This requires effort, patience, and faith. There are also times when we must uproot what does not produce good fruit, eliminating habits, behaviors, and associations that distance us from God. Jesus expressed it clearly in John 15:2:

2Every branch in me that beareth no fruit he shall take away: and every branch that beareth fruit he shall cleanse, that it may bear more fruit.

We must be proactive in planting good works and pruning what is unhealthy in our spiritual lives.

Time to Kill and Time to Heate: This phrase may seem contradictory, but it reflects the reality that there are times in life when difficult decisions must be made to protect what is good and just. In the Old Testament, God sometimes commanded His people to take drastic measures to eliminate wickedness (Deuteronomy 20:16-17). However, we also see the constant call for healing and restoration. Jesus, during His ministry, dedicated Himself to healing the sick and restoring lives (Matthew 4:23). We, as followers of Christ, are called to be agents of healing in a broken world, offering hope and love to those around us.

Time to Destroy and Time to Build: There are times when it is necessary to destroy the old and corrupt in order to build something new and better. This can apply to both our personal lives and our communities. In Jeremiah 1:10, God says:

10 Behold, I have set you this day over nations and over kingdoms, to uproot and to destroy, and to destroy, and to build and to plant.

This verse shows us that sometimes it is necessary to dismantle what is wrong before we can build up anything good. In our lives, this can mean getting rid of old habits and structures that prevent us from growing spiritually so that we can build a life based on the principles of the Kingdom of God.

Time to Cry and Time to Laugh: Emotions are part of the human experience. We should not repress our feelings, but live them at the right time. Romans 12:15 exhorts us:

15Rejoice with those who rejoice: weep with those who weep.

It is important to allow ourselves to feel and express our emotions at the appropriate times. Crying can be a way to release pain and find healing, while laughter brings joy and connection with others. Jesus Himself wept on several occasions (John 11:35), showing His compassion and humanity. He also enjoyed joyful moments with His disciples and followers.

Time to Embrace and Time to Refrain from Embrace: Human relationships require discernment. There are times to get closer and times to give space. Proverbs 25:17 says,

17 Stand still from your neighbor's house, lest he hate you because he is tired of you.

Wisdom guides us in our interactions with others, helping us know when it's the right time to hug and show affection, and when it's best to give space and respect others' privacy and time.

Time to Seek and Time to Lose: In our pursuit of objectives and goals, there are times to strive and actively seek what we desire, and times to accept the loss and learn from it. Jesus spoke about seeking the Kingdom of God as the supreme priority in our lives (Matthew 6:33). However, he also taught us to let go and trust in God's Provision, knowing that sometimes losing something can lead us to find something better in God's Plan.

Time to Keep and Time to Discard: Life is full of moments when we must decide what to keep and what to discard. This applies to both the material and the spiritual. Jesus taught us in Matthew 6:19-21 the following:

19Do not lay up for yourselves treasures on earth, where moth and rust destroy, and where thieves break in and steal;

20 But lay up for yourselves treasures in heaven, where neither moth nor rust destroys, and where thieves do not break in or steal.

21 For where your treasure is, there will your heart be.

We must discern what things have eternal value and discard what does not contribute to our spiritual life and relationship with God.

Breaking Time and Sewing Time: In our lives, there are times to break old practices, relationships, or habits that take us away from God, and times to sew, restore, and repair what has been damaged. Jesus came to heal and restore what was broken (Isaiah 61:1). We, too, are called to be agents of reconciliation and restoration in our lives and in the lives of others.

Time to Be Quiet and Time to Speak: Discernment in our words is crucial. James 1:19 counsels us:

19 Therefore, my beloved brethren, let every man be quick to hear, slow to speak, slow to anger:

We must know when it is the right time to speak with wisdom and love, and when it is best to be silent and simply listen.

A Time to Love and a Time to Hare: Love is the central commandment for us followers of Christ, but there is also a time to hate what is evil and unjust. Romans 12:9 tells us:

9Let love be without pretense: hating evil, coming to you good;

We are to love people, but abhor sin and injustice, working to bring God's Love and Truth to the world.

Time of War and Time of Peace: In life, we face spiritual battles and conflicts, but we must also seek peace. Ephesians 6:12 reminds us that our struggle is not against flesh and blood, but against spiritual powers of evil. However, we are also called to be peacemakers (Matthew 5:9), seeking reconciliation and peace in our relationships and in the world.

Each season of life has a specific purpose and is under the Sovereignty of God. By understanding and accepting, we can live with greater wisdom and discernment, making the most of every moment and seeking to fulfill God's Purpose in our lives. In doing so, we find meaning and direction, knowing that each stage has its value and contributes to our spiritual growth and the glory of God. May the Lord help us to discern and live according to His Perfect Timing.

The Importance of Discernment

Discernment is the ability to distinguish between good and bad, right and wrong, and to make decisions based on Divine Wisdom. In the context of time, discernment is crucial to recognizing and understanding the purpose of each season and to living in harmony with God's Will. Discernment allows us to navigate the complexities of life with wisdom, integrity, and faith.

The Role of the Holy Spirit in Discernment: The Holy Spirit plays a critical role in our ability to discern. Jesus promised that the Spirit would guide us into all truth (John 16:13). The Holy Spirit gives us the wisdom and understanding necessary to discern God's Will in every situation. In 1 Corinthians 2:14, Paul explains:

14 But the animal man does not perceive the things that are of the Spirit of God, because they are foolishness to him: and he cannot understand them, because they must be examined spiritually.

It is through the Holy Spirit that we can understand the things of God and discern His Will in our lives. Spirit gives us the ability to see beyond the superficial and to understand the Divine Purpose behind every circumstance.

Discernment through God's Word: God's Word is an essential source of discernment. In Hebrews 4:12, we are told:

12 For the word of God is living and active, and more penetrating than any two-edged sword, reaching even to divide the soul, and even the spirit, and the joints and marrow, and discerns the thoughts and intents of the heart.

The Bible provides us with the wisdom and principles necessary to make right decisions and live according to God's Will. As we study and meditate on the scriptures, we cultivate a heart and mind that can discern between good and evil.

Wisdom as the Basis of Discernment: Wisdom is the basis of discernment. In Proverbs 4:7, we are instructed:

7 Wisdom above all: acquire wisdom: and acquire understanding before all your possession.

Seeking God's Wisdom must be our priority. Solomon, known for his great wisdom, asked for discernment to govern the people of Israel (1 Kings 3:9). God answered his request and gave him a wise and understanding heart. We too must seek God's Wisdom in order to discern correctly in our lives.

Discernment in Daily Decisions: Discernment is crucial in our daily decisions. From the smallest decisions to the largest, we need God's guidance to choose wisely. In James 1:5, we are promised:

5 And if any of you lacks wisdom, let him call it to God, who gives to all abundantly, and does not smite; and it will be given to him.

God is willing to give us the wisdom we need if we ask Him in faith. We must depend on Him in every decision, seeking His Direction and His Purpose.

Discernment in Relationships: Discernment is vital in our relationships. We must discern who to associate with and how to interact with others. In 2 Corinthians 6:14, Paul warns:

14 Do not yoke yokes with the unbelievers: for what company have righteousness with unrighteousness? And what communion does light have with darkness?

It is important to surround ourselves with people who will edify us and bring us closer to God. Discernment helps us identify relationships that are healthy and those that can be detrimental to our spiritual growth.

Discernment in Hard Times: In hard times, discernment allows us to see beyond adversity and recognize God's Purpose in the midst of trials. James 1:2-4 encourages us:

2 My brethren, count it all joy when you fall into various temptations;

3 Knowing that the test of your faith worketh patience.

4 But let patience have perfect patience in his work, that you may be perfect and complete, failing in nothing.

Discernment helps us understand that trials and difficulties have a purpose in our spiritual growth and maturity. It allows us to see God's hands at work in the midst of difficult circumstances and trust in His Perfect Plan.

Discernment and the Fear of the Lord: Discernment is closely related to the fear of the Lord. Proverbs 9:10 says,

10The fear of the Lord is the beginning of wisdom; And the science of the saints is intelligence.

The fear of the Lord is a deep respect and reverence for God, which leads us to live according to His Commandments. This reverential awe guides us in discernment, helping us make decisions that honor God and reflect His Character.

Jesus' Example in Discernment: Jesus is our greatest example of discernment. In His Ministry, He showed perfect wisdom and understanding in all His Decisions. In John 5:19, Jesus said:

19 Then Jesus answered and said to them, "Truly, truly, I say to you, the Son can do nothing of himself, except what he sees the Father doing: for whatever he does, the Son also does with him."

Jesus always sought to do the Father's Will, discerning every situation perfectly. We, as His followers, are called to imitate His Example, seeking God's Will at all times and discerning how we should live and act.

Prayer as a Source of Discernment: Prayer is a powerful tool for gaining discernment. We had previously read Philippians 4:6-7, but we repeated again:

6 Do not be anxious about anything; but let your petitions be made known before God in all prayer and supplication, with thanksgiving.

7 And the peace of God, which surpasses all understanding, will guard your hearts and your minds in Christ Jesus.

As we approach God in prayer, we can ask Him for wisdom and direction. Prayer allows us to connect with God's heart and receive His guidance in our decisions and actions.

Discernment and Christian Community: Discernment is not just an individual practice; it is also a community practice. In Proverbs 11:14 we read:

14 When industries fail, the people will fall: but in the multitude of counselors there is health.

The Christian community provides us with a network of support and advice. Sharing our concerns and decisions with other believers can help us discern God's Will. The counsel of brothers and sisters in the faith, along with the Leading of the Holy Spirit, helps us make wise choices and live according to God's Purpose.

Discernment is an essential skill for living a life that honors God and fulfills His Purpose. Through the Holy Spirit, God's Word, wisdom, prayer, and Christian community, we can develop discernment that allows us to navigate the complexities of life with wisdom and faith. As we seek discernment, we learn to recognize the timing and purpose of each station in our lives, living according to the sovereignty and guidance of our heavenly Father.

May God grant us a spirit of discernment to understand and follow His Will at all times, trusting in His Perfect Plan and His Divine Timing. Amen.

Living in the Present

Living in the present is one of the greatest skills we can develop in our spiritual and everyday lives. In a world filled with distractions and worries about the past and the future, learning to focus our attention on the here and now allows us to experience the fullness of life God has given us. Ecclesiastes 3:12-13 tells us:

12 I have known that there is no better for them than to rejoice and do good in their lives.

13 And also that it is the gift of God that every man should eat and drink, and enjoy the good of all his labor.

This exhortation to enjoy the present is a reminder that every moment is a Gift from God, and we must learn to value it and make the most of it.

Recognizing the Value of the Present: The first step to living in the present is to recognize its value. The present tense is the only one we really have. Jesus himself taught us not to worry about tomorrow. In Matthew 6:34, it says:

34 Do not be anxious about tomorrow; for tomorrow will bring his fatigue: his toil is enough for the day.

Jesus invites us to trust God for our future needs and to focus on living fully today. Each day has enough challenges and blessings, and we must learn to handle one at a time.

Gratitude as a Key to Living in the Present: Gratitude is a powerful tool to anchor our mind and heart in the present. In 1 Thessalonians 5:18, Paul exhorts us:

18Give thanks in everything; for this is the will of God toward you in Christ Jesus.

By practicing gratitude, we focus on the blessings and gifts God has given us in the present moment. This helps us avoid the trap of dissatisfaction and worry, and allows us to enjoy and value what we have now. Gratitude transforms our perspective and opens our eyes to God's goodness in every moment.

The Example of Mary and Martha: The account of Mary and Martha in Luke 10:38-42 illustrates the importance of living in the present. Martha was busy with many tasks, worried and distracted, while Mary sat at Jesus' feet to listen to His teachings. Jesus said:

41 But Jesus answered and said to her, "Martha, Martha, you are careful, and you are troubled by many things.

42 But one thing is necessary; and Mary chose the good part, which will not be taken away from her.

This passage teaches us that while responsibilities are important, we must prioritize our relationship with Jesus and take time to be in His Presence. Living in the present means being attentive to what really matters and not getting carried away by worries and distractions.

The Practice of God's Presence: When we do everything in the name of Jesus Christ, acknowledging His Presence in every activity, we sanctify the present moment and fill it with purpose and meaning. This helps us live with a constant sense of connection to God. Paul in his epistle to the Colossians 3:17 tells us:

17 And whatever you do, whether in word or deed, do all in the name of the Lord Jesus, giving thanks to God the Father for him.

Eliminate Distractions: Distractions are one of the biggest obstacles to living in the present. We live in a digital age where it's easy to get lost in the constant flow of information and entertainment. Psalm 46:10 calls us to:

10 Be still, and know that I am God: I will be exalted among the nations, I will be exalted on earth.

Taking the time to be still and quiet, disconnecting from distractions, allows us to focus on God's Presence and what He is telling us in the present moment. Practicing moments of stillness and reflection helps us refocus our attention on what really matters.

The Importance of Relationships: Living in the present also involves being truly present in our relationships. This means actively listening, showing empathy, and sharing meaningful moments with others. In Romans 12:10, we are exhorted:

10 Loving one another with brotherly charity; warning one another with honor;

When we value and honor the people in our lives, dedicating time and attention to them, we strengthen our relationships and create deeper bonds. Being present in our interactions demonstrates love and respect for others.

Managing the Past and the Future: While it is important to live in the present, we must also learn to manage our past and future in a healthy way. Philippians 3:13-14 gives us a balanced approach:

13 Brothers, I myself do not count that I have already attained; but one thing I do: forgetting what is behind, and reaching out to what is ahead,

14 I press on to the mark, to the prize of God's sovereign vocation in Christ Jesus.

Paul teaches us to leave the past behind and move forward into the future, but without ceasing to focus on the present. We must learn from our past, plan and hope for the future, but live fully in the present.

Faith and Trust in God: Living in the present requires constant faith and trust in God. Proverbs 3:5-6 tells us:

5Trust in the Lord with all your heart, and do not restrain in your understanding.

6 Acknowledge him in all your ways, and he will make your paths straight.

Trusting God frees us from anxiety about the future and remorse for the past. It allows us to live with the assurance that God is with us in every moment and that His Plan for us is good.

Seizing the Opportunities of the Present: Every day is filled with opportunities to serve, love, and grow. Ephesians 5:15-16 exhorts us:

15 See therefore how you walk wisely; not as fools, but as wise men;

16 Redeeming time, for the days are evil.

We must be intentional in how we use our time, looking for opportunities to do good and glorify God in every moment. By seizing the opportunities of the present, we live with purpose and meaning.

Contentment: Contentment is key to living in the present. In Philippians 4:11-12, Paul says:

11 I do not say this because of poverty, for I have learned to be content with what I have.

12 I know how to be humbled, and I know how to have abundance: in all things and in all things I am taught, both to be full and to be hungry, both to have plenty and to suffer need.

Contentment allows us to accept and enjoy the present, regardless of our circumstances. It is an attitude of thankfulness and satisfaction in what God has given us, recognizing that His Provision is sufficient.

Living in the present is a spiritual discipline that allows us to experience the fullness of life that God has given us. Through gratitude, God's Presence, the elimination of distractions, the value of relationships, and trust in God, we can learn to focus on the present moment and live with purpose and joy. May God help us to value each day as a precious gift and to live fully in His Presence.

Eternity in Our Hearts

The concept of eternity is a profound and transcendental idea that God has placed in the heart of every human being. In Ecclesiastes 3:11, we are told:

11 He made all things beautiful in his time, and even the world gave in his heart, so that man would not attain to the work of God from the beginning to the end.

This truth invites us to reflect on the Divine Purpose and meaning of our existence beyond the limitations of present time. Eternity in our hearts calls us to live with a Heavenly Perspective and to orient ourselves toward God's Eternal Purpose.

The Sense of Eternity: The sense of eternity gives us a perspective that transcends the temporal and the immediate. It reminds us that our life on earth is only a small part of a much larger reality. This understanding invites us to live in a way that reflects our eternal destiny. Colossians 3:1-2 exhorts us:

1 If you have been raised with Christ, seek the things that are above, where Christ is seated at the right hand of God.

2 Set your mind on things above, not on things on earth.

By focusing on the eternal, our priorities and decisions align with God's Purpose.

The Longing for Eternity: God has created in each of us a longing for eternity, an innate search for meaning and purpose that only He can satisfy. In Psalm 42:1-2, the psalmist expresses this longing:

1 As a deer roars for the streams of water, so my soul cries out for you, O God.

2My soul thirsts for God, for the living God: when shall I come, and appear before God?

This desire for the eternal impels us to seek God and to find in Him the satisfaction of our deepest needs.

The Promise of Eternal Life: Eternal Life is the central promise of the gospel. In John 3:16, Jesus assures us:

16 For God so loved the world that he gave his only begotten Son, that whoever believes in him should not perish but have eternal life.

Eternal Life is not just a future promise, but a present reality for those who believe in Christ. This Eternal Life transforms the way we live here and now, giving us hope and assurance that transcend temporal circumstances.

Living with an Eternal Perspective: Living with an eternal perspective means evaluating our actions and decisions in light of eternity. In 2 Corinthians 4:17-18, Paul reminds us:

17 For that which is now momentary and light in our tribulation works for us a exceeding high and eternal weight of glory;

18 We look not at the things that are seen, but at the things that are not seen: for the things that are seen are temporary, but the things that are not seen are eternal.

This perspective helps us endure hardship and stand firm in our faith, knowing that our trials have an eternal purpose and that our reward is certain.

The Resurrection Hope: The resurrection of Jesus is the foundation of our eternal hope. In 1 Corinthians 15:20-22, Paul states:

20 But now Christ has risen from the dead; The firstfruits of those who have fallen asleep are made.

21 For inasmuch as death entered through a man, the resurrection of the dead also through a man.

22 For as in Adam all die, so also in Christ all will be made alive.

Christ's resurrection assures us that death does not have the final word and that, through Him, we have the promise of a new and eternal life.

The Impact of Eternity on Our Relationships: Eternity should also influence how we relate to others. In John 13:34-35, Jesus gives us a new commandment:

34 A new commandment I give you, that you love one another: as I have loved you, that you also love one another.

35By this all will know that you are my disciples, if you have love for one another.

The love and compassion we show reflect God's Eternal Nature and have a lasting impact. Our actions of love and service have eternal implications and can influence the eternal destiny of those around us.

The Ministry of Reconciliation: As believers, we are called to be ambassadors of reconciliation, sharing the message of Eternal Life with the world. In 2 Corinthians 5:18-20, Paul exhorts us:

18 And all this is from God, who reconciled us to himself through Christ; and he gave us the ministry of reconciliation.

19 For God was in Christ, reconciling the world to himself, not imputing its sins to him, and he put the word of reconciliation in us.

20 So we are ambassadors in Christ's name, as if God were praying through us; we beseech you in the name of Christ: Be reconciled to God.

Our mission is to bring the message of reconciliation to all, helping others find their eternal hope and purpose in Christ.

Preparation for Eternity: Living with eternity in our hearts motivates us to prepare for our encounter with God. In Matthew 25:1-13, Jesus tells the parable of the ten virgins, urging us to always be prepared. This preparation involves living in holiness, seeking justice, cultivating an intimate relationship with God. In 1 Peter 1:15-16, we are exhorted:

15 But as he who has called you is holy, be holy also in every conversation:

16 For it is written, 'Be holy, for I am holy.'

Our life on earth is a time of preparation for eternity. We must live in a way that reflects our Heavenly Citizenship and our eternal destiny.

Eternity and Personal Transformation: The sense of eternity in our hearts drives us to seek personal transformation and to conform more to the image of Christ. In Romans 12:2, Paul encourages us:

2 And do not be conformed to this world; but reform yourselves by the renewing of your mind, that you may experience what is the good will of God, pleasing and perfect.

Our eternal perspective leads us to seek a transformed life, living in the power of the Holy Spirit and growing in holiness and love.

The Glory of God as the Ultimate End: Finally, the sense of eternity in our hearts directs us to live for the Glory of God. In 1 Corinthians 10:31, we are instructed:

31 If you eat, or drink, or do anything else, do it all to the glory of God.

Our ultimate purpose is to glorify God in all that we do, reflecting His Character and extending His Kingdom on earth. By living with an eternal perspective, our lives become a testimony to God's greatness and goodness.

Eternity in our hearts calls us to live with a perspective that transcends the temporal. As we recognize our eternal destiny and God's Purpose, our lives take on a meaning and direction that reflects His Glory. Living with an awareness of eternity impels us to seek God, to love others and prepare for our encounter with Him, and to live in ways that honor His Name. May God help us to live with an eternal vision, reflecting His Love and Purpose in every aspect of our lives. Amen.

Conclusion

Dear brothers and sisters in Christ, we have journeyed together through the passage of Ecclesiastes 3, exploring the profound truths that God has revealed about time and our life under His sovereignty. By reflecting on the premise that there is time for everything, we have discovered multiple dimensions of our existence that call us to live with purpose, and discernment, and full trust in our Creator.

We have learned that God is the Lord of time, and that every season and circumstance in our lives is under His Sovereign Control. This truth gives us unshakable assurance, knowing that nothing escapes His Knowledge and Care. When we face times of trial or celebration, we can rest in the assurance that God has a Perfect Plan, and that He works all things together for the good of those who love Him and are called according to His Purpose (Romans 8:28).

Every season in our lives has a Divine Purpose. From birth to death, from laughter to tears, God uses every experience to mold us and prepare us for His Eternal Plan. In the midst of our circumstances, we must seek His Purpose and allow His transforming Work to work in us. Understanding that there is a time for everything helps us to accept and value every moment, trusting that God is at work in us and through us.

Discerning the time and season we are in is crucial to living according to God's Will. By developing a life of prayer and meditation on His Word, we can be sensitive to the guidance of the Holy Spirit and make wise choices. This discernment helps us to act at the right time, to speak up when necessary, and to remain silent when it is prudent. It gives us the ability to understand the times and respond according to God's leading.

Learning to live in the present is essential to experiencing the fullness of life God has given us. By focusing on the here and now, and valuing each moment as a Divine Gift, we can find joy and purpose in our daily activities. God's gratitude and Presence in every moment anchors us in the present, allowing us to live with a perspective of hope and trust in His Provision and Care.

Finally, eternity in our hearts calls us to live with a perspective that transcends the temporal. This sense of eternity impels us to seek God fervently, to love others with compassion, and to prepare for our encounter with Him. It reminds us that our life on earth is only a small part of an Eternal Plan, and that our actions here have eternal implications.

In conclusion of this topic, I want to invite you to reflect on the following questions and practical actions:

What season of life are you currently in? How can you seek God's Purpose at this specific stage?  Dedicate time daily to prayer and Bible reading, asking God for wisdom and discernment to understand His Will for your life. Practice daily gratitude. Make a list of the blessings present in your life and thank God for each of them. Try to be more present in your daily activities and relationships. Evaluate your goals and priorities in light of eternity. Is there anything you need to adjust to better align your life with God's Eternal Purpose?

Let us pray together: Lord God Almighty, we thank you for your Word that guides us and gives us understanding. We acknowledge your sovereignty over time and ask you to help us discern your purpose in every season of our lives. Teach us to live in the present, appreciating every moment and trusting in your Purpose. Put in our hearts a deep sense of eternity, so that our lives reflect your Love and Glory. May everything we do be to honor and glorify you. In the Name of the Lord Jesus Christ, amen.

Dear brothers and sisters, may this message about time inspire us to live with a renewed perspective, to seek God's Will at all times, and to walk with confidence and joy on the path He has laid out for us. May God continue to bless you abundantly. Amen.

Introduction

Chers frères et sœurs, aujourd'hui je voudrais vous parler d'un thème qui touche tous les aspects de notre vie et qui nous remplit souvent de questions et d'incertitudes : il est temps. Le temps, cette ressource si précieuse et en même temps si mystérieuse, qu'elle semble glisser entre nos doigts comme du sable fin. Combien de fois nous sommes-nous retrouvés à souhaiter que le temps s'arrête dans un moment de bonheur ? Ou qu'il a agi rapidement pendant les périodes difficiles ? Le temps est un compagnon constant dans notre voyage dans la vie, et pourtant nous avons souvent du mal à comprendre son but et sa signification.

Pour nous aider à naviguer dans ce concept complexe, plongeons dans l'un des passages les plus profonds et les plus poétiques de la Bible : Ecclésiaste 3. Écoutons ensemble les paroles du sage Salomon dans Ecclésiaste 3:1-8 :

1 Il y a un temps pour tout, et tout ce qui est désiré sous le ciel a son temps.

2 Le temps de naître et le temps de mourir ; le temps de planter, et le temps de déraciner ce qui a été planté ;

3 Un temps pour tuer, et un temps pour guérir ; un temps pour détruire, et un temps pour construire ;

4Un temps pour pleurer, et un temps pour rire ; un temps pour pleurer et un temps pour danser ;

5 Un temps pour disperser les pierres, et un temps pour rassembler les pierres ; le temps d'embrasser, et le temps de s'éloigner de l'étreinte ;

6Temps d'agence et temps à perdre ; un temps pour garder, et un temps pour jeter ;

7 Un temps pour rompre, et un temps pour coudre ; un temps pour se taire, et un temps pour parler ;

8 Un temps pour aimer, et un temps pour haïr ; temps de guerre et temps de paix.

Ces mots, bien qu'écrits il y a des milliers d'années, résonnent avec une vérité intemporelle qui parle directement à nos expériences humaines. Chacun de nous a connu des moments de joie et de tristesse, de travail et de repos, d'amour et de perte. À travers ces saisons de la vie, Salomon nous rappelle que tout a son temps et son but sous le ciel.

Mais qu'est-ce que cela signifie vraiment pour nous aujourd'hui ? Comment pouvons-nous appliquer cette sagesse ancienne à nos vies modernes, remplies de hâte, de technologie et de changement constant ? Comment pouvons-nous trouver la paix et un but au milieu du chaos ?

Pour saisir pleinement le message de l'Ecclésiaste 3, nous devons d'abord reconnaître la souveraineté de Dieu dans le temps. Nous devons comprendre que chaque instant de notre vie est sous Son contrôle et Sa direction. Dans Ésaïe 46:10, Dieu déclare :

10 Qui a annoncé ce qui doit arriver dès le commencement, et dès les anciens ce qui n'a pas encore été fait ; que je dis : Mon conseil subsistera, et je ferai tout ce que je veux ;...

Cela nous montre que Dieu a un plan parfait pour chacun de nous, et que chaque étape de notre vie est soigneusement orchestrée par sa main sage et aimante.

Imaginez un instant une symphonie magistrale, où chaque note et chaque pause sont méticuleusement planifiées pour créer un chef-d'œuvre de la musique. De la même manière, nos vies sont une symphonie divine, avec des moments d'action et d'attente, de joie et de douleur, tous travaillant ensemble pour accomplir le dessein de Dieu.

Nous explorerons comment nous pouvons comprendre et appliquer cette sagesse à notre vie quotidienne. Nous parlerons de l'importance du discernement pour reconnaître le bon moment pour chaque chose, et de la façon de vivre dans le présent avec un cœur reconnaissant. Nous réfléchirons à la façon dont notre compréhension du temps peut être transformée en nous rappelant que Dieu a placé l'Éternité dans nos cœurs, nous appelant à vivre avec une perspective éternelle.

Alors, chers frères et sœurs, je vous invite à ouvrir vos cœurs et vos esprits à la sagesse de Dieu alors que nous explorons ensemble le message profond et magnifique qu'il y a un temps pour tout sous le ciel. Puisse ce thème nous remplir de paix, de détermination et de confiance dans le plan parfait de notre Père céleste. Amen.

La souveraineté de Dieu sur le temps

Pour bien comprendre le message de l'Ecclésiaste 3, nous devons d'abord reconnaître la souveraineté de Dieu dans le temps. Cette souveraineté signifie que Dieu, en tant que Créateur de l'univers, a un contrôle absolu sur le temps et les événements de nos vies. Rien ne se passe en dehors de Sa Connaissance et de Sa Volonté. Chaque saison et chaque moment que nous vivons est sous Sa supervision, et chacun a un But Divin. Cette compréhension nous procure une paix et une confiance profondes, sachant que notre Dieu a un plan pour chaque saison de notre vie.

Dieu comme architecte du temps : Le premier point que nous devons considérer est que Dieu est l'architecte du temps. Dans Genèse 1:1, nous lisons :

1 Au commencement, Dieu créa les cieux et la terre.

Dès le début de tout, Dieu a établi le cadre temporel dans lequel nous vivons. Il est l'Alpha et l'Oméga, le Commencement et la Fin. Tout ce qui existe dans le temps est sous Sa domination.

Non seulement Dieu connaît l'avenir, mais il l'a conçu. Chaque instant de notre vie a été planifié dans un but précis. Cela devrait nous inspirer à vivre avec une confiance et une assurance que l'on ne trouve que dans la compréhension de la souveraineté de Dieu.

Le dessein divin en toute saison : Chaque saison de notre vie a un but que Dieu a déterminé. Souvent, nous luttons contre l'incertitude et le changement, mais il est essentiel de se rappeler que rien n'échappe au contrôle de Dieu. Dans Romains 8:28, Paul nous dit :

28 Et nous savons que toutes choses concourent au bien de ceux qui aiment Dieu, c'est-à-dire de ceux qui sont appelés selon le but.

Cela signifie que même dans les moments difficiles, Dieu travaille pour notre bien. Il se peut que nous ne comprenions pas toujours ses voies, mais nous pouvons avoir confiance qu'il a un plan parfait pour nous.

Faire confiance à Dieu dans les moments d'incertitude : La vie est pleine d'incertitudes. Nous ne savons pas ce que l'avenir nous réserve, et cela peut être une source d'anxiété. Cependant, lorsque nous comprenons la souveraineté de Dieu au fil du temps, nous pouvons nous reposer dans sa paix. Dans Philippiens 4:6-7, nous sommes exhortés :

6 Ne vous inquiétez de rien. mais que vos demandes soient portées à la connaissance de Dieu dans toute prière et supplication, avec action de grâces.

7 Et la paix de Dieu, qui surpasse toute intelligence, gardera vos cœurs et vos pensées en Jésus-Christ.

En période d'incertitude, nous devons nous tourner vers Dieu dans la prière, confiants qu'il est aux commandes et que sa paix nous soutiendra.

L'exemple de Jésus : Le Seigneur Jésus, pendant Son temps sur terre, a vécu une vie complètement soumise à la Volonté et au Calendrier de Dieu. Dans Jean 7:6, le Seigneur Jésus dit :

6… Mon heure n'est pas encore venue ; Mais votre temps est toujours prêt.

Le Seigneur Jésus comprenait parfaitement que Sa vie et Son ministère étaient alignés avec le Calendrier de Dieu. Cela nous enseigne l'importance de vivre avec un but et en accord avec la volonté divine.

L'appel à la patience et à l'espérance : Enfin, la souveraineté de Dieu sur le temps nous appelle à être patients et à vivre avec espérance. Jacques 5:7-8 nous exhorte :

7 Soyez patients jusqu'à l'avènement du Seigneur, frères. Voici, comment le fermier attend le précieux fruit de la terre, attendant patiemment, jusqu'à ce qu'il reçoive la première et l'arrière-saison.

8Soyez patient aussi ; Affermis vos cœurs, car l'avènement du Seigneur est proche.

La patience est une vertu cruciale dans notre marche avec Dieu. Même si nous ne comprenons pas toujours Son temps, nous pouvons espérer qu'Il accomplira Ses promesses à Son moment parfait.

L'objectif de chaque saison

Dans Ecclésiaste 3:1, Salomon nous dit qu' « il y a un temps pour tout, et tout ce qui est désiré sous le ciel a son temps. » Cette déclaration est une affirmation puissante que chaque instant de notre vie a un but spécifique, qu'il s'agisse d'un moment de joie ou de tristesse, de travail ou de repos. Explorons plus en profondeur le but de chacune de ces stations et comment nous pouvons y trouver un sens et une direction.

Le temps de naître et le temps de mourir : la vie et la mort sont entre les mains de Dieu. Du moment de notre conception au moment de notre mort, nos vies sont sous Son contrôle souverain. Dans Job 14:5, nous lisons :

5 Certes, ses jours sont déterminés, et le nombre de ses mois est proche de toi ; tu lui as fixé des limites dont il ne sortira pas.

Cela nous rappelle de valoriser chaque jour qui nous est donné et de le vivre avec gratitude et détermination. Naître est un don de Dieu, et notre vie a un but divin dès le début. De même, la mort est une transition vers l'éternité avec Dieu pour ceux qui croient en Christ. Paul nous réconforte dans 1 Thessaloniciens 4:13-14, ce qui suit :

13 Frères, nous ne voulons pas non plus que vous ignoriez ceux qui dorment, de peur que vous ne vous affligiez comme d'autres qui n'ont pas d'espérance.

14 Car si nous croyons que Jésus est mort et qu'il est ressuscité, Dieu ramènera aussi avec lui ceux qui se sont endormis en Jésus.

La certitude de la résurrection et de la vie éternelle nous donne de l'espérance et un sens à la vie et à la mort.

Il est temps de planter et de déraciner ce qui a été planté : L'agriculture est une métaphore courante dans la Bible pour décrire nos actions et leurs conséquences. Galates 6:7 nous dit :

7 Ne vous y trompez pas : on ne peut se moquer de Dieu, car tout ce que l'homme sème, il le moissonnera aussi.

Dans la vie, il y a des moments pour semer de bonnes graines à travers nos actions, nos décisions et nos relations. Cela demande des efforts, de la patience et de la foi. Il y a aussi des moments où nous devons déraciner ce qui ne produit pas de bons fruits, en éliminant les habitudes, les comportements et les associations qui nous éloignent de Dieu. Jésus l'a clairement exprimé dans Jean 15:2 :

2Tout sarment en moi qui ne porte pas de fruit, il l'enlèvera, et tout sarment qui porte du fruit, il le purifiera, afin qu'il porte plus de fruit.

Nous devons être proactifs dans la plantation de bonnes œuvres et l'élagage de ce qui est malsain dans notre vie spirituelle.

Il est temps de tuer et de chauffer : Cette phrase peut sembler contradictoire, mais elle reflète la réalité qu'il y a des moments dans la vie où des décisions difficiles doivent être prises pour protéger ce qui est bon et juste. Dans l'Ancien Testament, Dieu a parfois ordonné à son peuple de prendre des mesures drastiques pour éliminer la méchanceté (Deutéronome 20:16-17). Cependant, nous voyons aussi l'appel constant à la guérison et à la restauration. Jésus, pendant son ministère, s'est consacré à la guérison des malades et à la restauration des vies (Matthieu 4:23). Nous, en tant que disciples du Christ, sommes appelés à être des agents de guérison dans un monde brisé, en offrant de l'espoir et de l'amour à ceux qui nous entourent.

Il est temps de détruire et de construire : Il y a des moments où il est nécessaire de détruire l'ancien et le corrompu afin de construire quelque chose de nouveau et de meilleur. Cela peut s'appliquer à la fois à notre vie personnelle et à nos communautés. Dans Jérémie 1:10, Dieu dit :

10 Voici, je t'ai établi aujourd'hui sur des nations et sur des royaumes, pour déraciner, pour détruire, pour détruire, pour bâtir, pour planter.

Ce verset nous montre qu'il est parfois nécessaire de démanteler ce qui ne va pas avant de pouvoir construire quelque chose de bon. Dans notre vie, cela peut signifier se débarrasser des vieilles habitudes et des structures qui nous empêchent de grandir spirituellement afin que nous puissions construire une vie basée sur les principes du Royaume de Dieu.

Le temps de pleurer et le temps de rire : Les émotions font partie de l'expérience humaine. Nous ne devons pas réprimer nos sentiments, mais les vivre au bon moment. Romains 12:15 nous exhorte :

15Réjouissez-vous avec ceux qui se réjouissent, pleurez avec ceux qui pleurent.

Il est important de nous permettre de ressentir et d'exprimer nos émotions au bon moment. Pleurer peut être un moyen de libérer la douleur et de trouver la guérison, tandis que le rire apporte de la joie et de la connexion avec les autres. Jésus lui-même a pleuré à plusieurs reprises (Jean 11:35), montrant sa compassion et son humanité. Il a également connu des moments de joie avec ses disciples et ses disciples.

Il est temps d'embrasser et de s'abstenir d'embrasser : les relations humaines exigent du discernement. Il y a des moments pour se rapprocher et des moments pour donner de l'espace. Proverbes 25:17 dit :

17 Arrête-toi de la maison de ton prochain, de peur qu'il ne te haïsse parce qu'il est fatigué de toi.

La sagesse nous guide dans nos interactions avec les autres, nous aidant à savoir quand c'est le bon moment pour nous embrasser et montrer de l'affection, et quand il est préférable de donner de l'espace et de respecter l'intimité et le temps des autres.

Temps pour chercher et temps pour perdre : Dans notre poursuite d'objectifs et de buts, il y a des moments pour s'efforcer et rechercher activement ce que nous désirons, et des moments pour accepter la perte et en tirer des leçons. Jésus a parlé de la recherche du Royaume de Dieu comme de la priorité suprême dans nos vies (Matthieu 6:33). Cependant, il nous a également enseigné à lâcher prise et à faire confiance à la provision de Dieu, sachant que parfois perdre quelque chose peut nous amener à trouver quelque chose de mieux dans le plan de Dieu.

Il est temps de garder et de jeter : La vie est pleine de moments où nous devons décider quoi garder et quoi jeter. Cela s'applique à la fois au matériel et au spirituel. Jésus nous a enseigné ce qui suit dans Matthieu 6:19-21 :

19Ne vous amassez pas de trésors sur la terre, où les mites et la rouille détruisent, et où les voleurs percent et dérobent ;

20 Mais amassez-vous des trésors dans le ciel, où ni la teigne ni la rouille ne détruisent, et où les voleurs ne percent pas et ne dérobent point.

21 Car là où est ton trésor, là sera ton cœur.

Nous devons discerner quelles choses ont une valeur éternelle et rejeter ce qui ne contribue pas à notre vie spirituelle et à notre relation avec Dieu.

Dans nos vies, il y a des moments pour briser les vieilles pratiques, les relations ou les habitudes qui nous éloignent de Dieu, et des moments pour coudre, restaurer et réparer ce qui a été endommagé. Jésus est venu pour guérir et restaurer ce qui avait été brisé (Ésaïe 61:1). Nous aussi, nous sommes appelés à être des agents de réconciliation et de restauration dans nos vies et dans la vie des autres.

Il est temps de se taire et de parler : Le discernement dans nos paroles est crucial. Jacques 1:19 nous donne le conseil suivant :

19 C'est pourquoi, mes frères bien-aimés, que chacun soit prompt à écouter, lent à parler, lent à la colère.

Nous devons savoir quand c'est le bon moment pour parler avec sagesse et amour, et quand il est préférable de se taire et d'écouter simplement.

Un temps pour aimer et un temps pour lièvre : L'amour est le commandement central pour nous, disciples du Christ, mais il y a aussi un temps pour haïr ce qui est mauvais et injuste. Romains 12:9 nous dit :

9Que l'amour soit sans prétention, qu'il haïsse le mal, qu'il vienne à toi le bien,

Nous devons aimer les gens, mais abhorrer le péché et l'injustice, en travaillant pour apporter l'amour et la vérité de Dieu au monde.

Temps de guerre et temps de paix : Dans la vie, nous faisons face à des batailles et des conflits spirituels, mais nous devons aussi rechercher la paix. Éphésiens 6:12 nous rappelle que notre lutte n'est pas contre la chair et le sang, mais contre les puissances spirituelles du mal. Cependant, nous sommes également appelés à être des artisans de paix (Matthieu 5:9), en recherchant la réconciliation et la paix dans nos relations et dans le monde.

Chaque saison de la vie a un but spécifique et est sous la souveraineté de Dieu. En comprenant et en acceptant, nous pouvons vivre avec plus de sagesse et de discernement, en tirant le meilleur parti de chaque instant et en cherchant à accomplir le dessein de Dieu dans nos vies. Ce faisant, nous trouvons un sens et une direction, sachant que chaque étape a sa valeur et contribue à notre croissance spirituelle et à la gloire de Dieu. Que le Seigneur nous aide à discerner et à vivre selon Son Timing Parfait.

L'importance du discernement

Le discernement est la capacité de distinguer entre le bien et le mal, le bien et le mal, et de prendre des décisions basées sur la sagesse divine. Dans le contexte du temps, le discernement est crucial pour reconnaître et comprendre le but de chaque saison et pour vivre en harmonie avec la volonté de Dieu. Le discernement nous permet de naviguer dans les complexités de la vie avec sagesse, intégrité et foi.

Le rôle du Saint-Esprit dans le discernement : Le Saint-Esprit joue un rôle essentiel dans notre capacité de discernement. Jésus a promis que l'Esprit nous guiderait dans toute la vérité (Jean 16:13). Le Saint-Esprit nous donne la sagesse et la compréhension nécessaires pour discerner la volonté de Dieu dans chaque situation. Dans 1 Corinthiens 2:14, Paul explique :

14 Mais l'homme animal ne perçoit pas les choses qui sont de l'Esprit de Dieu, parce qu'elles sont folie pour lui, et il ne peut pas les comprendre, parce qu'il faut les examiner spirituellement.

C'est par le Saint-Esprit que nous pouvons comprendre les choses de Dieu et discerner sa volonté dans nos vies. L'Esprit nous donne la capacité de voir au-delà du superficiel et de comprendre le Dessein Divin derrière chaque circonstance.

Le discernement par la Parole de Dieu : La Parole de Dieu est une source essentielle de discernement. Dans Hébreux 4:12, il nous est dit :

12 Car la parole de Dieu est vivante et agissante, et plus pénétrante qu'aucune épée à deux tranchants, allant jusqu'à diviser l'âme, et même l'esprit, et les articulations et la moelle, et discerne les pensées et les intentions du cœur.

La Bible nous fournit la sagesse et les principes nécessaires pour prendre les bonnes décisions et vivre selon la volonté de Dieu. En étudiant et en méditant sur les Écritures, nous cultivons un cœur et un esprit qui peuvent discerner entre le bien et le mal.

La sagesse comme base du discernement : La sagesse est la base du discernement. Dans Proverbes 4:7, il nous est enseigné :

7 Sagesse par-dessus tout, acquérez la sagesse, et acquérez l'intelligence avant tout ce que vous possédez.

La recherche de la sagesse de Dieu doit être notre priorité. Salomon, connu pour sa grande sagesse, a demandé du discernement pour gouverner le peuple d'Israël (1 Rois 3:9). Dieu a répondu à sa demande et lui a donné un cœur sage et compréhensif. Nous aussi, nous devons chercher la sagesse de Dieu afin de discerner correctement dans nos vies.

Le discernement dans les décisions quotidiennes : Le discernement est crucial dans nos décisions quotidiennes. Des plus petites aux plus grandes décisions, nous avons besoin de la direction de Dieu pour choisir judicieusement. Dans Jacques 1:5, il nous est promis :

5 Et si quelqu'un de vous manque de sagesse, qu'il l'appelle à Dieu, qui donne à tous en abondance et ne frappe pas ; et elle lui sera donnée.

Dieu est disposé à nous donner la sagesse dont nous avons besoin si nous le lui demandons avec foi. Nous devons dépendre de Lui dans chaque décision, en cherchant Sa direction et Son Dessein.

Discernement dans les relations : Le discernement est vital dans nos relations. Nous devons discerner avec qui nous associons et comment interagir avec les autres. Dans 2 Corinthiens 6:14, Paul met en garde :

14 Ne jougnez pas le joug avec les incroyants ; car quelle association y a-t-il entre la justice et l'iniquité ? Et quelle communion la lumière a-t-elle avec les ténèbres ?

Il est important de s'entourer de personnes qui nous édifieront et nous rapprocheront de Dieu. Le discernement nous aide à identifier les relations qui sont saines et celles qui peuvent nuire à notre croissance spirituelle.

Le discernement dans les moments difficiles : Dans les moments difficiles, le discernement nous permet de voir au-delà de l'adversité et de reconnaître le dessein de Dieu au milieu des épreuves. Jacques 1:2-4 nous encourage :

2 Mes frères, considérez comme une joie toute la joie lorsque vous tombez dans diverses tentations ;

3 Sachant que l'épreuve de votre foi produit la patience.

4 Mais que la patience ait une patience parfaite dans son œuvre, afin que vous soyez parfaits et complets, sans manquer en rien.

Le discernement nous aide à comprendre que les épreuves et les difficultés ont un but dans notre croissance et notre maturité spirituelles. Cela nous permet de voir les mains de Dieu à l'œuvre au milieu de circonstances difficiles et de faire confiance à son plan parfait.

Le discernement et la crainte du Seigneur : Le discernement est étroitement lié à la crainte du Seigneur. Proverbes 9:10 dit :

10La crainte de l'Éternel est le commencement de la sagesse ; Et la science des saints, c'est l'intelligence.

La crainte du Seigneur est un profond respect et une profonde révérence pour Dieu, qui nous conduit à vivre selon ses commandements. Cette crainte révérencielle nous guide dans le discernement, nous aidant à prendre des décisions qui honorent Dieu et reflètent son caractère.

L'exemple de Jésus dans le discernement : Jésus est notre plus grand exemple de discernement. Dans Son Ministère, Il a fait preuve d'une sagesse et d'une compréhension parfaites dans toutes Ses Décisions. Dans Jean 5:19, Jésus a dit :

19 Alors Jésus leur répondit : « En vérité, en vérité, je vous le dis, le Fils ne peut rien faire de lui-même, si ce n'est ce qu'il voit faire au Père ; car tout ce qu'il fait, le Fils le fait aussi avec lui. »

Jésus a toujours cherché à faire la volonté du Père, en discernant parfaitement chaque situation. Nous, en tant que ses disciples, sommes appelés à imiter son exemple, en cherchant la volonté de Dieu en tout temps et en discernant comment nous devrions vivre et agir.

La prière comme source de discernement : La prière est un outil puissant pour obtenir le discernement. Nous avions déjà lu Philippiens 4:6-7, mais nous avons répété à nouveau :

6 Ne vous inquiétez de rien. mais que vos demandes soient portées à la connaissance de Dieu dans toute prière et supplication, avec action de grâces.

7 Et la paix de Dieu, qui surpasse toute intelligence, gardera vos cœurs et vos pensées en Jésus-Christ.

Lorsque nous nous approchons de Dieu dans la prière, nous pouvons lui demander sagesse et direction. La prière nous permet de nous connecter au cœur de Dieu et de recevoir ses conseils dans nos décisions et nos actions.

Discernement et communauté chrétienne : Le discernement n'est pas seulement une pratique individuelle, c'est aussi une pratique communautaire. Dans Proverbes 11:14, nous lisons :

14 Quand les industries échouent, le peuple tombe, mais dans la multitude des conseillers, il y a la santé.

La communauté chrétienne nous offre un réseau de soutien et de conseils. Partager nos préoccupations et nos décisions avec d'autres croyants peut nous aider à discerner la volonté de Dieu. Les conseils des frères et sœurs dans la foi, ainsi que la direction du Saint-Esprit, nous aident à faire des choix sages et à vivre selon le dessein de Dieu.

Le discernement est une compétence essentielle pour vivre une vie qui honore Dieu et accomplit son dessein. Par le Saint-Esprit, la Parole de Dieu, la sagesse, la prière et la communauté chrétienne, nous pouvons développer un discernement qui nous permet de naviguer dans les complexités de la vie avec sagesse et foi. En recherchant le discernement, nous apprenons à reconnaître le moment et le but de chaque étape de notre vie, en vivant selon la souveraineté et la direction de notre Père céleste.

Que Dieu nous accorde un esprit de discernement pour comprendre et suivre Sa Volonté en tout temps, confiants en Son Plan Parfait et en Son Timing Divin. Amen.

Vivre dans le présent

Vivre dans le présent est l'une des plus grandes compétences que nous puissions développer dans notre vie spirituelle et quotidienne. Dans un monde rempli de distractions et d'inquiétudes concernant le passé et l'avenir, apprendre à concentrer notre attention sur l'ici et maintenant nous permet de faire l'expérience de la plénitude de la vie que Dieu nous a donnée. Ecclésiaste 3:12-13 nous dit :

12 Je sais qu'il n'y a pas de mieux pour eux que de se réjouir et de faire le bien dans leur vie.

13 Et aussi que c'est un don de Dieu que tout homme mange et boive, et qu'il jouisse du bien de tout son travail.

Cette exhortation à profiter du présent nous rappelle que chaque instant est un don de Dieu, et que nous devons apprendre à le valoriser et à en tirer le meilleur parti.

Reconnaître la valeur du présent : La première étape pour vivre dans le présent est de reconnaître sa valeur. Le présent est le seul que nous ayons vraiment. Jésus lui-même nous a enseigné à ne pas nous inquiéter du lendemain. Dans Matthieu 6:34, il est dit :

34 Ne vous inquiétez pas du lendemain. car demain apportera sa fatigue : son labeur suffit pour la journée.

Jésus nous invite à faire confiance à Dieu pour nos besoins futurs et à nous concentrer sur une vie pleine aujourd'hui. Chaque jour comporte suffisamment de difficultés et de bénédictions, et nous devons apprendre à les gérer une à la fois.

La gratitude comme clé pour vivre dans le présent : La gratitude est un outil puissant pour ancrer notre esprit et notre cœur dans le présent. Dans 1 Thessaloniciens 5:18, Paul nous exhorte :

18Rendez grâces en tout ; car c'est là la volonté de Dieu à votre égard en Jésus-Christ.

En pratiquant la gratitude, nous nous concentrons sur les bénédictions et les dons que Dieu nous a donnés dans le moment présent. Cela nous aide à éviter le piège de l'insatisfaction et de l'inquiétude, et nous permet d'apprécier et de valoriser ce que nous avons maintenant. La gratitude transforme notre perspective et nous ouvre les yeux sur la bonté de Dieu à chaque instant.

L'exemple de Marie et Marthe : Le récit de Marie et Marthe dans Luc 10:38-42 illustre l'importance de vivre dans le présent. Marthe était occupée par de nombreuses tâches, inquiète et distraite, tandis que Marie s'asseyait aux pieds de Jésus pour écouter ses enseignements. Jésus a dit :

41 Mais Jésus lui répondit : « Marthe, Marthe, tu es prudente, et tu es troublée par beaucoup de choses.

42 Mais une chose est nécessaire ; et Marie a choisi la bonne part, qui ne lui sera pas enlevée.

Ce passage nous enseigne que même si les responsabilités sont importantes, nous devons donner la priorité à notre relation avec Jésus et prendre le temps d'être en sa présence. Vivre dans le présent signifie être attentif à ce qui compte vraiment et ne pas se laisser emporter par les soucis et les distractions.

La pratique de la présence de Dieu : Lorsque nous faisons tout au nom de Jésus-Christ, en reconnaissant sa présence dans chaque activité, nous sanctifions le moment présent et le remplissons de but et de sens. Cela nous aide à vivre avec un sentiment constant de connexion avec Dieu. Paul, dans son épître aux Colossiens 3:17, nous dit :

17 Et quoi que vous fassiez, en paroles ou en actes, faites tout au nom du Seigneur Jésus, en rendant grâces à Dieu le Père pour lui.

Éliminez les distractions : Les distractions sont l'un des plus grands obstacles à la vie dans le présent. Nous vivons à l'ère du numérique où il est facile de se perdre dans le flux constant d'informations et de divertissements. Le Psaume 46:10 nous appelle à :

10 Restez tranquilles, et sachez que je suis Dieu : je serai élevé parmi les nations, je serai élevé sur la terre.

Prendre le temps d'être calme et silencieux, de nous déconnecter des distractions, nous permet de nous concentrer sur la Présence de Dieu et sur ce qu'Il nous dit dans le moment présent. Pratiquer des moments de calme et de réflexion nous aide à recentrer notre attention sur ce qui compte vraiment.

L'importance des relations : Vivre dans le présent implique aussi d'être vraiment présent dans nos relations. Cela signifie écouter activement, faire preuve d'empathie et partager des moments significatifs avec les autres. Dans Romains 12:10, nous sommes exhortés :

10 Aimez-vous les uns les autres avec une charité fraternelle, s'avertissant les uns les autres avec honneur ;

Lorsque nous valorisons et honorons les personnes dans nos vies, en leur consacrant du temps et de l'attention, nous renforçons nos relations et créons des liens plus profonds. Être présent dans nos interactions démontre l'amour et le respect des autres.

Gérer le passé et l'avenir : Bien qu'il soit important de vivre dans le présent, nous devons également apprendre à gérer notre passé et notre avenir de manière saine. Philippiens 3:13-14 nous donne une approche équilibrée :

13 Frères, moi-même, je ne compte pas ce que j'ai déjà atteint ; mais une chose que je fais : oublier ce qu'il y a derrière, et tendre la main à ce qui est devant,

14 Je vais jusqu'au but, vers le prix de la vocation souveraine de Dieu en Jésus-Christ.

Paul nous enseigne à laisser le passé derrière nous et à aller de l'avant vers l'avenir, mais sans cesser de nous concentrer sur le présent. Nous devons apprendre de notre passé, planifier et espérer pour l'avenir, mais vivre pleinement dans le présent.

Foi et confiance en Dieu : Vivre dans le présent exige une foi et une confiance constantes en Dieu. Proverbes 3:5-6 nous dit :

5Confie-toi en l'Éternel de tout ton cœur, et ne te restreint pas dans ton intelligence.

6 Reconnais-le dans toutes tes voies, et il aplanira tes sentiers.

Faire confiance à Dieu nous libère de l'anxiété face à l'avenir et du remords pour le passé. Cela nous permet de vivre avec l'assurance que Dieu est avec nous à chaque instant et que son plan pour nous est bon.

Saisir les occasions du présent : Chaque jour est rempli d'occasions de servir, d'aimer et de progresser. Éphésiens 5:15-16 nous exhorte :

15 Vois donc comment tu marches avec sagesse ; non pas comme des fous, mais comme des sages ;

16 Rédemption du temps, car les jours sont mauvais.

Nous devons être intentionnels dans la façon dont nous utilisons notre temps, en cherchant des occasions de faire le bien et de glorifier Dieu à chaque instant. En saisissant les opportunités du présent, nous vivons avec un but et un sens.

Contentement : Le contentement est la clé de la vie dans le présent. Dans Philippiens 4:11-12, Paul dit :

11 Je ne dis pas cela à cause de la pauvreté, car j'ai appris à me contenter de ce que j'ai.

12 Je sais m'humilier, et je sais avoir l'abondance ; en toutes choses et en toutes choses, on m'a enseigné à être rassasié et à avoir faim, à avoir l'abondance et à souffrir le besoin.

Le contentement nous permet d'accepter et de profiter du présent, quelle que soit notre situation. C'est une attitude de gratitude et de satisfaction pour ce que Dieu nous a donné, en reconnaissant que sa provision est suffisante.

Vivre dans le présent est une discipline spirituelle qui nous permet de faire l'expérience de la plénitude de la vie que Dieu nous a donnée. Grâce à la gratitude, à la présence de Dieu, à l'élimination des distractions, à la valeur des relations et à la confiance en Dieu, nous pouvons apprendre à nous concentrer sur le moment présent et à vivre avec détermination et joie. Que Dieu nous aide à valoriser chaque jour comme un don précieux et à vivre pleinement en sa présence.

L'éternité dans nos cœurs

Le concept d'éternité est une idée profonde et transcendantale que Dieu a placée dans le cœur de chaque être humain. Dans Ecclésiaste 3:11, il nous est dit :

11 Il a fait toutes choses belles en son temps, et le monde même a donné dans son cœur, afin que l'homme n'atteigne pas l'œuvre de Dieu du commencement à la fin.

Cette vérité nous invite à réfléchir sur le dessein divin et le sens de notre existence au-delà des limites du temps présent. L'éternité dans nos cœurs nous appelle à vivre avec une perspective céleste et à nous orienter vers le dessein éternel de Dieu.

Le sens de l'éternité : Le sens de l'éternité nous donne une perspective qui transcende le temporel et l'immédiat. Cela nous rappelle que notre vie sur terre n'est qu'une petite partie d'une réalité beaucoup plus grande. Cette compréhension nous invite à vivre d'une manière qui reflète notre destinée éternelle. Colossiens 3:1-2 nous exhorte :

1 Si vous avez été ressuscité avec Christ, cherchez ce qui est en haut, là où Christ est assis à la droite de Dieu.

2 Fixez-vous sur les choses d'en haut, et non sur les choses de la terre.

En nous concentrant sur l'éternel, nos priorités et nos décisions s'alignent sur le dessein de Dieu.

Le désir de l'éternité : Dieu a créé en chacun de nous un désir d'éternité, une recherche innée de sens et de but que Lui seul peut satisfaire. Dans le Psaume 42:1-2, le psalmiste exprime ce désir :

1 Comme un cerf rugit après les ruisseaux de l'eau, ainsi mon âme crie pour toi, ô Dieu.

2Mon âme a soif de Dieu, du Dieu vivant : quand viendrai-je et paraîtrai-je devant Dieu ?

Ce désir de l'éternel nous pousse à chercher Dieu et à trouver en Lui la satisfaction de nos besoins les plus profonds.

La promesse de la vie éternelle : La vie éternelle est la promesse centrale de l'Évangile. Dans Jean 3:16, Jésus nous assure :

16 Car Dieu a tant aimé le monde qu'il a donné son Fils unique, afin que quiconque croit en lui ne périsse point, mais qu'il ait la vie éternelle.

La vie éternelle n'est pas seulement une promesse future, mais une réalité présente pour ceux qui croient en Christ. Cette vie éternelle transforme notre façon de vivre ici et maintenant, nous donnant un espoir et une assurance qui transcendent les circonstances temporelles.

Vivre avec une perspective éternelle : Vivre avec une perspective éternelle signifie évaluer nos actions et nos décisions à la lumière de l'éternité. Dans 2 Corinthiens 4:17-18, Paul nous rappelle :

17 Car ce qui est maintenant momentané et léger dans notre tribulation produit pour nous un poids de gloire extrêmement élevé et éternel ;

18 Nous ne regardons pas aux choses qui se voient, mais à celles qui ne sont pas vues, car les choses qui sont visibles sont passagères, mais celles qui ne sont pas visibles sont éternelles.

Cette perspective nous aide à endurer les difficultés et à rester fermes dans notre foi, sachant que nos épreuves ont un but éternel et que notre récompense est certaine.

L'espérance de la résurrection : La résurrection de Jésus est le fondement de notre espérance éternelle. Dans 1 Corinthiens 15:20-22, Paul déclare :

20 Mais maintenant, le Christ est ressuscité des morts ; Les prémices de ceux qui se sont endormis sont faits.

21 En effet, dans la mesure où la mort est entrée par l'homme, la résurrection des morts est aussi par l'homme.

22 Car, de même que tous meurent en Adam, de même tous revivront en Christ.

La résurrection du Christ nous assure que la mort n'a pas le dernier mot et que, par lui, nous avons la promesse d'une vie nouvelle et éternelle.

L'impact de l'éternité sur nos relations : L' éternité devrait également influencer notre relation avec les autres. Dans Jean 13:34-35, Jésus nous donne un nouveau commandement :

34 Je vous donne un commandement nouveau : aimez-vous les uns les autres, comme je vous ai aimés, aimez-vous aussi les uns les autres.

35A ceci tous reconnaîtront que vous êtes mes disciples, si vous avez de l'amour les uns pour les autres.

L'amour et la compassion dont nous faisons preuve reflètent la nature éternelle de Dieu et ont un impact durable. Nos actions d'amour et de service ont des implications éternelles et peuvent influencer la destinée éternelle des personnes qui nous entourent.

Le ministère de la réconciliation : En tant que croyants, nous sommes appelés à être des ambassadeurs de la réconciliation, en partageant le message de la vie éternelle avec le monde. Dans 2 Corinthiens 5:18-20, Paul nous exhorte :

18 Et tout cela vient de Dieu, qui nous a réconciliés avec lui par le Christ. Et il nous a donné le ministère de la réconciliation.

19 Car Dieu était dans le Christ, réconciliant le monde avec lui-même, ne lui imputant pas ses péchés, et il a mis en nous la parole de réconciliation.

20 Nous sommes donc des ambassadeurs au nom du Christ, comme si Dieu priait à travers nous. nous vous en supplions au nom du Christ : réconciliez-vous avec Dieu.

Notre mission est d'apporter le message de la réconciliation à tous, en aidant les autres à trouver leur espérance et leur but éternels en Christ.

Préparation pour l'éternité : Vivre avec l'éternité dans notre cœur nous motive à nous préparer à notre rencontre avec Dieu. Dans Matthieu 25:1-13, Jésus raconte la parabole des dix vierges, nous exhortant à toujours être prêts. Cette préparation implique de vivre dans la sainteté, de rechercher la justice, de cultiver une relation intime avec Dieu. Dans 1 Pierre 1:15-16, nous sommes exhortés :

15 Mais comme celui qui t'a appelé est saint, sois aussi saint dans toute conversation.

16 Car il est écrit : Soyez saints, car je suis saint.

Notre vie sur terre est un temps de préparation pour l'éternité. Nous devons vivre d'une manière qui reflète notre citoyenneté céleste et notre destinée éternelle.

L'éternité et la transformation personnelle : Le sens de l'éternité dans nos cœurs nous pousse à rechercher la transformation personnelle et à nous conformer davantage à l'image du Christ. Dans Romains 12:2, Paul nous encourage :

2 Et ne vous conformez pas à ce monde ; mais réformez-vous par le renouvellement de votre intelligence, afin de faire l'expérience de ce qui est la bonne volonté de Dieu, agréable et parfaite.

Notre perspective éternelle nous conduit à chercher une vie transformée, en vivant dans la puissance de l'Esprit Saint et en grandissant dans la sainteté et l'amour.

La gloire de Dieu comme fin ultime : Enfin, le sens de l'éternité dans nos cœurs nous pousse à vivre pour la gloire de Dieu. Dans 1 Corinthiens 10:31, il nous est enseigné :

31 Si tu manges, si tu bois, si tu fais quoi que ce soit d'autre, fais tout cela pour la gloire de Dieu.

Notre but ultime est de glorifier Dieu dans tout ce que nous faisons, en reflétant son caractère et en étendant son royaume sur terre. En vivant avec une perspective éternelle, notre vie devient un témoignage de la grandeur et de la bonté de Dieu.

L'éternité dans nos cœurs nous appelle à vivre avec une perspective qui transcende le temporel. Lorsque nous reconnaissons notre destinée éternelle et le dessein de Dieu, nos vies prennent un sens et une direction qui reflètent sa gloire. Vivre avec la conscience de l'éternité nous pousse à chercher Dieu, à aimer les autres et à nous préparer à notre rencontre avec lui, et à vivre d'une manière qui honore son nom. Que Dieu nous aide à vivre avec une vision éternelle, reflétant Son Amour et Son Dessein dans tous les aspects de nos vies. Amen.

Conclusion

Chers frères et sœurs en Christ, nous avons voyagé ensemble à travers le passage de l'Ecclésiaste 3, explorant les vérités profondes que Dieu a révélées sur le temps et notre vie sous sa souveraineté. En réfléchissant sur la prémisse qu'il y a du temps pour tout, nous avons découvert de multiples dimensions de notre existence qui nous appellent à vivre avec un but, du discernement et une confiance totale en notre Créateur.

Nous avons appris que Dieu est le Seigneur du temps et que chaque saison et chaque circonstance de notre vie est sous Son contrôle souverain. Cette vérité nous donne une assurance inébranlable, sachant que rien n'échappe à sa connaissance et à sa sollicitude. Lorsque nous faisons face à des moments d'épreuve ou de célébration, nous pouvons nous reposer dans l'assurance que Dieu a un plan parfait et qu'il fait tout ensemble pour le bien de ceux qui l'aiment et sont appelés selon son dessein (Romains 8:28).

Chaque saison de notre vie a un but divin. De la naissance à la mort, du rire aux larmes, Dieu utilise chaque expérience pour nous façonner et nous préparer à son plan éternel. Au milieu de nos circonstances, nous devons chercher Son Dessein et permettre à Son Œuvre transformatrice de travailler en nous. Comprendre qu'il y a un temps pour tout nous aide à accepter et à valoriser chaque instant, en ayant confiance que Dieu est à l'œuvre en nous et à travers nous.

Discerner le temps et la saison dans lesquels nous nous trouvons est crucial pour vivre selon la volonté de Dieu. En développant une vie de prière et de méditation sur sa Parole, nous pouvons être sensibles à la direction du Saint-Esprit et faire des choix judicieux. Ce discernement nous aide à agir au bon moment, à prendre la parole quand c'est nécessaire, et à garder le silence quand c'est prudent. Cela nous donne la capacité de comprendre l'époque et de réagir selon la direction de Dieu.

Apprendre à vivre dans le présent est essentiel pour faire l'expérience de la plénitude de la vie que Dieu nous a donnée. En nous concentrant sur l'ici et maintenant, et en valorisant chaque instant comme un don divin, nous pouvons trouver de la joie et un but dans nos activités quotidiennes. La gratitude et la présence de Dieu à chaque instant nous ancrent dans le présent, nous permettant de vivre avec une perspective d'espérance et de confiance en sa provision et sa sollicitude.

Enfin, l'éternité dans notre cœur nous appelle à vivre avec une perspective qui dépasse le temporel. Ce sentiment d'éternité nous pousse à chercher Dieu avec ferveur, à aimer les autres avec compassion et à nous préparer à notre rencontre avec lui. Il nous rappelle que notre vie sur terre n'est qu'une petite partie d'un plan éternel et que nos actions ici ont des implications éternelles.

En conclusion de ce sujet, je voudrais vous inviter à réfléchir sur les questions et les actions pratiques suivantes :

Dans quelle saison de votre vie êtes-vous actuellement ? Comment pouvez-vous chercher le dessein de Dieu à ce stade spécifique ?  Consacrez du temps chaque jour à la prière et à la lecture de la Bible, en demandant à Dieu la sagesse et le discernement nécessaires pour comprendre sa volonté pour votre vie. Pratiquez la gratitude quotidienne. Faites une liste des bénédictions présentes dans votre vie et remerciez Dieu pour chacune d'elles. Essayez d'être plus présent dans vos activités quotidiennes et vos relations. Évaluez vos objectifs et vos priorités à la lumière de l'éternité. Y a-t-il quelque chose que vous devez ajuster pour mieux aligner votre vie sur le dessein éternel de Dieu ?

Prions ensemble : Seigneur Dieu Tout-Puissant, nous te remercions pour ta Parole qui nous guide et nous donne de l'intelligence. Nous reconnaissons votre souveraineté dans le temps et vous demandons de nous aider à discerner votre but à chaque saison de notre vie. Apprends-nous à vivre dans le présent, en appréciant chaque instant et en faisant confiance à ton Dessein. Mets dans nos cœurs un sens profond de l'éternité, afin que nos vies reflètent ton Amour et ta Gloire. Que tout ce que nous faisons soit pour vous honorer et vous glorifier. Au Nom du Seigneur Jésus-Christ, amen.

Chers frères et sœurs, que ce message sur le temps nous inspire à vivre avec une perspective renouvelée, à chercher la volonté de Dieu en tout temps, et à marcher avec confiance et joie sur le chemin qu'Il nous a tracé. Que Dieu continue de vous bénir abondamment. Amen.

Introdução

Queridos irmãos e irmãs, hoje gostaria de vos falar de um tema que toca todos os cantos da nossa vida e que muitas vezes nos enche de perguntas e incertezas: e isto já é tempo. O tempo, esse recurso tão valioso e ao mesmo tempo tão misterioso, que parece escorregar por entre os dedos como areia fina. Quantas vezes nos pegamos desejando que o tempo parasse em um momento de felicidade? Ou que se moveu rapidamente em tempos difíceis? O tempo é um companheiro constante em nossa jornada pela vida e, no entanto, muitas vezes lutamos para entender seu propósito e significado.

Para nos ajudar a navegar neste conceito complexo, vamos mergulhar em uma das passagens mais profundas e poéticas da Bíblia: Eclesiastes 3. Ouçamos juntos as palavras do sábio Salomão em Eclesiastes 3:1-8:

1 Há tempo hábil para todas as coisas, e tudo o que se deseja debaixo do céu tem o seu tempo.

2 O tempo de nascer e o tempo de morrer; tempo para plantar e tempo para arrancar o que foi plantado;

3 Tempo de matar e tempo de curar; tempo de destruir e tempo de construir;

4Tempo de chorar e tempo de rir; tempo de prantear e tempo de dançar;

5 Tempo de espalhar as pedras, e tempo de ajuntar as pedras; tempo para abraçar e tempo para se afastar do abraço;

6Tempo para o arbítrio e tempo para perder; tempo de guardar e tempo de jogar fora;

7 Tempo de quebrar, e tempo de costurar; tempo de calar e tempo de falar;

8 Tempo de amar e tempo de odiar; tempo de guerra e tempo de paz.

Essas palavras, embora escritas há milhares de anos, ressoam com uma verdade atemporal que fala diretamente às nossas experiências humanas. Cada um de nós experimentou momentos de alegria e tristeza, de trabalho e descanso, de amor e perda. Através dessas estações da vida, Salomão nos lembra que tudo tem seu tempo e propósito debaixo do céu.

Mas o que isso realmente significa para nós hoje? Como podemos aplicar essa sabedoria antiga em nossas vidas modernas, cheias de pressa, tecnologia e mudanças constantes? Como podemos encontrar paz e propósito em meio ao caos?

Para compreender plenamente a mensagem de Eclesiastes 3, devemos primeiro reconhecer a soberania de Deus ao longo do tempo. Devemos entender que cada momento de nossa vida está sob Seu controle e direção. Em Isaías 46:10, Deus declara:

10 que anunciaram o que há de vir desde o princípio, e desde a antiguidade o que ainda não havia acontecido; que eu digo: Meu conselho permanecerá, e farei o que me apraz;...

Isso nos mostra que Deus tem um Plano Perfeito para cada um de nós e que cada etapa de nossas vidas é cuidadosamente orquestrada por Sua Mão Sábia e Amorosa.

Imagine por um momento uma sinfonia magistral, onde cada nota e cada pausa é meticulosamente planejada para criar uma obra-prima da música. Da mesma forma, nossas vidas são uma Sinfonia Divina, com momentos de ação e espera, de alegria e dor, todos trabalhando juntos para cumprir o Propósito de Deus.

Exploraremos como podemos entender e aplicar essa sabedoria em nossas vidas diárias. Falaremos sobre a importância do discernimento para reconhecer o momento certo para cada coisa e como viver o presente com o coração agradecido. Refletiremos sobre como nossa compreensão do tempo pode ser transformada lembrando que Deus colocou a Eternidade em nossos corações, chamando-nos a viver com uma Perspectiva Eterna.

Então, queridos irmãos e irmãs, convido-os a abrir seus corações e mentes à Sabedoria de Deus enquanto exploramos juntos a mensagem profunda e bela de que há um tempo para tudo debaixo do céu. Que esse tema nos encha de paz, propósito e confiança no Plano Perfeito do Pai Celestial. Amém.

A Soberania de Deus Sobre o Tempo

Para entender completamente a mensagem de Eclesiastes 3, devemos primeiro reconhecer a soberania de Deus ao longo do tempo. Essa soberania significa que Deus, como o Criador do Universo, tem controle absoluto sobre o tempo e os eventos de nossas vidas. Nada acontece fora de Seu Conhecimento e Vontade. Cada estação e momento que experimentamos está sob Sua Supervisão, e cada um tem um Propósito Divino. Esse entendimento nos proporciona profunda paz e confiança, sabendo que nosso Deus tem um Plano para cada estação de nossa vida.

Deus como o Arquiteto do Tempo: O primeiro ponto que devemos considerar é que Deus é o Arquiteto do tempo. Em Gênesis 1:1, lemos:

1 No princípio Deus criou os céus e a terra.

Desde o início de tudo, Deus estabeleceu o período de tempo em que vivemos. Ele é o Alfa e o Ômega, o Princípio e o Fim. Tudo o que existe no tempo está sob Seu domínio.

Deus não apenas conhece o futuro, mas Ele o projetou. Cada momento de nossas vidas foi planejado com um propósito específico. Isso deve nos inspirar a viver com uma confiança e segurança que só são encontradas na compreensão da soberania de Deus.

O Propósito Divino em Todas as Estações: Cada estação de nossas vidas tem um propósito que Deus determinou. Muitas vezes, lutamos contra a incerteza e a mudança, mas é vital lembrar que nada escapa do controle de Deus. Em Romanos 8:28, Paulo nos diz:

28 E sabemos que todas as coisas contribuem juntamente para o bem daqueles que amam a Deus, isto é, daqueles que são chamados segundo o propósito.

Isso significa que, mesmo em tempos difíceis, Deus está trabalhando para o nosso bem. Podemos nem sempre entender Seus Caminhos, mas podemos confiar que Ele tem um Plano Perfeito para nós.

Confiando em Deus em tempos de incerteza: A vida é cheia de incertezas. Não sabemos o que o futuro reserva, e isso pode ser uma fonte de ansiedade. No entanto, quando entendemos a Soberania de Deus ao longo do tempo, podemos descansar em Sua Paz. Em Filipenses 4:6-7, somos exortados:

6 Não se preocupe com nada; mas que as vossas petições sejam conhecidas diante de Deus em toda oração e súplicas, com ação de graças.

7 E a paz de Deus, que excede todo o entendimento, guardará os vossos corações e os vossos pensamentos em Cristo Jesus.

Em tempos de incerteza, devemos nos voltar para Deus em oração, confiando que Ele está no controle e que Sua Paz nos sustentará.

O Exemplo de Jesus: O Senhor Jesus, durante Seu tempo na terra, viveu uma vida completamente submetida à Vontade e ao Tempo de Deus. Em João 7:6, o Senhor Jesus diz:

6… Minha hora ainda não chegou; mas seu tempo está sempre pronto.

O Senhor Jesus entendeu perfeitamente que Sua Vida e Ministério estavam alinhados com o Tempo de Deus. Isso nos ensina a importância de viver com um senso de propósito e de acordo com a Vontade Divina.

O Chamado à Paciência e Esperança: Finalmente, a soberania de Deus ao longo do tempo nos chama a ser pacientes e a viver com esperança. Tiago 5:7-8 nos exorta:

7 Sejam pacientes até a vinda do Senhor, irmãos. Eis como o lavrador espera o precioso fruto da terra, esperando pacientemente, até receber a chuva temporã e serôdia.

8Sejam pacientes também; Confirmai os vossos corações, porque a vinda do Senhor está próxima.

A paciência é uma virtude crucial em nossa caminhada com Deus. Mesmo que nem sempre entendamos Seus Tempos, podemos esperar que Ele cumpra Suas Promessas em Seu Tempo Perfeito.

O propósito de cada estação

Em Eclesiastes 3:1, Salomão nos diz que "Há tempo para todas as coisas, e tudo o que se deseja debaixo do céu tem o seu tempo". Esta afirmação é uma afirmação poderosa de que cada momento de nossas vidas tem um propósito específico, seja um momento de alegria ou tristeza, trabalho ou descanso. Vamos explorar mais profundamente o propósito de cada uma dessas estações e como podemos encontrar significado e direção nelas.

Tempo de nascer e tempo de morrer: A vida e a morte estão nas mãos de Deus. Desde o momento de nossa concepção até o momento em que morremos, nossas vidas estão sob Seu controle soberano. Em Jó 14:5 lemos:

5 Certamente os seus dias estão determinados, e o número dos seus meses está perto de ti; estabeleceste-lhe limites, dos quais não passará.

Isso nos lembra de valorizar cada dia que nos é dado e vivê-lo com gratidão e propósito. Nascer é um Dom de Deus, e nossa vida tem um Propósito Divino desde o início. Da mesma forma, a morte é uma transição para a Eternidade com Deus para aqueles que crêem em Cristo. Paulo nos conforta em 1 Tessalonicenses 4:13-14, o seguinte:

13 Nem, irmãos, queremos que ignoreis os que dormem, para que não vos entristeçais como os outros que não têm esperança.

14 Porque, se cremos que Jesus morreu e ressuscitou, assim também Deus trará consigo os que dormem em Jesus.

A certeza da ressurreição e da Vida Eterna nos dá esperança e significado tanto na vida quanto na morte.

Hora de plantar e hora de arrancar o que foi plantado: A agricultura é uma metáfora comum na Bíblia para descrever nossas ações e suas consequências. Gálatas 6:7 nos diz:

7 Não vos enganeis: de Deus não se zomba, porque tudo o que o homem semear, isso também ceifará.

Na vida, há momentos para semear boas sementes por meio de nossas ações, decisões e relacionamentos. Isso requer esforço, paciência e fé. Há também momentos em que devemos arrancar o que não produz bons frutos, eliminando hábitos, comportamentos e associações que nos distanciam de Deus. Jesus expressou isso claramente em João 15:2:

2Todo ramo em mim que não der fruto, tirará, e todo ramo que der fruto, purificará, para que dê mais fruto.

Devemos ser proativos em plantar boas obras e podar o que não é saudável em nossa vida espiritual.

Hora de matar e hora de aquecer: Esta frase pode parecer contraditória, mas reflete a realidade de que há momentos na vida em que decisões difíceis devem ser tomadas para proteger o que é bom e justo. No Antigo Testamento, Deus às vezes ordenava que Seu povo tomasse medidas drásticas para eliminar a maldade (Deuteronômio 20:16-17). No entanto, também vemos o apelo constante por cura e restauração. Jesus, durante Seu ministério, dedicou-se a curar os enfermos e restaurar vidas (Mateus 4:23). Nós, como seguidores de Cristo, somos chamados a ser agentes de cura em um mundo quebrado, oferecendo esperança e amor aos que nos rodeiam.

Hora de Destruir e Hora de Construir: Há momentos em que é necessário destruir o velho e corrupto para construir algo novo e melhor. Isso pode se aplicar tanto à nossa vida pessoal quanto às nossas comunidades. Em Jeremias 1:10, Deus diz:

10 Eis que hoje te constituí sobre nações e reinos, para desarraigar e destruir, e destruir, e edificar e plantar.

Este versículo nos mostra que às vezes é necessário desmantelar o que está errado antes que possamos construir algo bom. Em nossas vidas, isso pode significar livrar-se de velhos hábitos e estruturas que nos impedem de crescer espiritualmente para que possamos construir uma vida baseada nos princípios do Reino de Deus.

Hora de chorar e hora de rir: As emoções fazem parte da experiência humana. Não devemos reprimir nossos sentimentos, mas vivê-los no momento certo. Romanos 12:15 nos exorta:

15Alegrai-vos com os que se alegram, chorai com os que choram.

É importante nos permitirmos sentir e expressar nossas emoções nos momentos apropriados. Chorar pode ser uma forma de liberar a dor e encontrar a cura, enquanto o riso traz alegria e conexão com os outros. O próprio Jesus chorou em várias ocasiões (João 11:35), mostrando Sua compaixão e humanidade. Ele também desfrutou de momentos alegres com Seus discípulos e seguidores.

Hora de abraçar e hora de abster-se de abraçar: As relações humanas exigem discernimento. Há momentos para se aproximar e momentos para dar espaço. Provérbios 25:17 diz:

17 Fique quieto da casa do seu próximo, para que ele não o odeie porque está cansado de você.

A sabedoria nos guia em nossas interações com os outros, ajudando-nos a saber quando é o momento certo para abraçar e demonstrar afeto, e quando é melhor dar espaço e respeitar a privacidade e o tempo dos outros.

Tempo para buscar e tempo para perder: Em nossa busca por objetivos e metas, há momentos para nos esforçarmos e buscarmos ativamente o que desejamos, e momentos para aceitar a perda e aprender com ela. Jesus falou sobre buscar o Reino de Deus como a prioridade suprema em nossas vidas (Mateus 6:33). No entanto, ele também nos ensinou a deixar ir e confiar na Provisão de Deus, sabendo que às vezes perder algo pode nos levar a encontrar algo melhor no Plano de Deus.

Hora de guardar e hora de descartar: A vida é cheia de momentos em que devemos decidir o que manter e o que descartar. Isso se aplica tanto ao material quanto ao espiritual. Jesus nos ensinou em Mateus 6:19-21 o seguinte:

19Não ajunteis tesouros na terra, onde a traça e a ferrugem destroem, e onde os ladrões arrombam e roubam;

20 Mas ajuntai tesouros no céu, onde nem a traça nem a ferrugem destroem, e onde os ladrões não arrombam nem roubam.

21 Pois onde estiver o teu tesouro, aí estará o teu coração.

Devemos discernir quais coisas têm valor eterno e descartar o que não contribui para nossa vida espiritual e relacionamento com Deus.

Tempo de Quebra e Tempo de Costura: Em nossas vidas, há momentos para quebrar velhas práticas, relacionamentos ou hábitos que nos afastam de Deus, e momentos para costurar, restaurar e reparar o que foi danificado. Jesus veio para curar e restaurar o que estava quebrado (Isaías 61:1). Também nós somos chamados a ser agentes de reconciliação e restauração na nossa vida e na vida dos outros.

Tempo para ficar quieto e tempo para falar: O discernimento em nossas palavras é crucial. Tiago 1:19 nos aconselha:

19 Portanto, meus amados irmãos, todo homem seja pronto para ouvir, tardio para falar, tardio para se irar;

Devemos saber quando é o momento certo para falar com sabedoria e amor, e quando é melhor ficar em silêncio e simplesmente ouvir.

Tempo de amar e tempo de lebre: O amor é o mandamento central para nós, seguidores de Cristo, mas também há tempo para odiar o que é mau e injusto. Romanos 12:9 nos diz:

9Seja o amor sem fingimento: odiando o mal, vindo a vós bem;

Devemos amar as pessoas, mas abominar o pecado e a injustiça, trabalhando para trazer o Amor e a Verdade de Deus ao mundo.

Tempo de guerra e tempo de paz: Na vida, enfrentamos batalhas e conflitos espirituais, mas também devemos buscar a paz. Efésios 6:12 nos lembra que nossa luta não é contra carne e sangue, mas contra os poderes espirituais do mal. No entanto, também somos chamados a ser pacificadores (Mateus 5:9), buscando reconciliação e paz em nossos relacionamentos e no mundo.

Cada estação da vida tem um propósito específico e está sob a soberania de Deus. Ao entender e aceitar, podemos viver com maior sabedoria e discernimento, aproveitando ao máximo cada momento e buscando cumprir o Propósito de Deus em nossas vidas. Ao fazer isso, encontramos significado e direção, sabendo que cada estágio tem seu valor e contribui para nosso crescimento espiritual e para a glória de Deus. Que o Senhor nos ajude a discernir e viver de acordo com Seu tempo perfeito.

A importância do discernimento

O discernimento é a capacidade de distinguir entre o bem e o mal, o certo e o errado, e de tomar decisões com base na Sabedoria Divina. No contexto do tempo, o discernimento é crucial para reconhecer e entender o propósito de cada estação e viver em harmonia com a Vontade de Deus. O discernimento nos permite navegar pelas complexidades da vida com sabedoria, integridade e fé.

O Papel do Espírito Santo no Discernimento: O Espírito Santo desempenha um papel crítico em nossa capacidade de discernir. Jesus prometeu que o Espírito nos guiaria em toda a verdade (João 16:13). O Espírito Santo nos dá a sabedoria e o entendimento necessários para discernir a Vontade de Deus em todas as situações. Em 1 Coríntios 2:14, Paulo explica:

14 Mas o homem animal não percebe as coisas que são do Espírito de Deus, porque lhe parecem loucura; e não pode entendê-las, porque é necessário examiná-las espiritualmente.

É através do Espírito Santo que podemos entender as coisas de Deus e discernir Sua Vontade em nossas vidas. O Espírito nos dá a capacidade de ver além do superficial e entender o Propósito Divino por trás de cada circunstância.

Discernimento através da Palavra de Deus: A Palavra de Deus é uma fonte essencial de discernimento. Em Hebreus 4:12, somos informados:

12 Porque a palavra de Deus é viva e eficaz, e mais penetrante do que qualquer espada de dois gumes, chegando até a dividir a alma, e até o espírito, e as juntas e medulas, e discerne os pensamentos e intenções do coração.

A Bíblia nos fornece a sabedoria e os princípios necessários para tomar decisões corretas e viver de acordo com a vontade de Deus. Ao estudarmos e meditarmos nas escrituras, cultivamos um coração e uma mente capazes de discernir entre o bem e o mal.

Sabedoria como base do discernimento: A sabedoria é a base do discernimento. Em Provérbios 4:7, somos instruídos:

7 Sabedoria acima de tudo: adquira sabedoria, e adquira entendimento antes de toda a sua possessão.

Buscar a Sabedoria de Deus deve ser nossa prioridade. Salomão, conhecido por sua grande sabedoria, pediu discernimento para governar o povo de Israel (1 Reis 3:9). Deus respondeu ao seu pedido e deu-lhe um coração sábio e compreensivo. Nós também devemos buscar a Sabedoria de Deus para discernir corretamente em nossas vidas.

Discernimento nas decisões diárias: O discernimento é crucial em nossas decisões diárias. Das menores decisões às maiores, precisamos da orientação de Deus para escolher com sabedoria. Em Tiago 1:5, nos é prometido:

5 E, se algum de vós tem falta de sabedoria, chame-a a Deus, que a todos dá abundantemente, e não fere; e ser-lhe-á dado.

Deus está disposto a nos dar a sabedoria de que precisamos se pedirmos a Ele com fé. Devemos depender Dele em todas as decisões, buscando Sua Direção e Seu Propósito.

Discernimento nos relacionamentos: O discernimento é vital em nossos relacionamentos. Devemos discernir com quem nos associar e como interagir com os outros. Em 2 Coríntios 6:14, Paulo adverte:

14 Não ponhais jugo com os incrédulos, pois que companhia tem justiça com injustiça? E que comunhão tem a luz com as trevas?

É importante nos cercarmos de pessoas que nos edifiquem e nos aproximem de Deus. O discernimento nos ajuda a identificar relacionamentos saudáveis e aqueles que podem ser prejudiciais ao nosso crescimento espiritual.

Discernimento em tempos difíceis: Em tempos difíceis, o discernimento nos permite ver além da adversidade e reconhecer o Propósito de Deus em meio às provações. Tiago 1:2-4 nos encoraja:

2 Meus irmãos, tende por motivo de grande alegria cair em várias tentações;

3 Sabendo que a prova da vossa fé opera a paciência.

4 Mas a paciência tenha perfeita paciência na sua obra, para que sejais perfeitos e completos, sem faltar em nada.

O discernimento nos ajuda a entender que as provações e dificuldades têm um propósito em nosso crescimento e maturidade espiritual. Isso nos permite ver as mãos de Deus trabalhando em meio a circunstâncias difíceis e confiar em Seu Plano Perfeito.

Discernimento e o temor do Senhor: O discernimento está intimamente relacionado ao temor do Senhor. Provérbios 9:10 diz:

10O temor do Senhor é o princípio da sabedoria; E a ciência dos santos é inteligência.

O temor do Senhor é um profundo respeito e reverência a Deus, que nos leva a viver de acordo com Seus mandamentos. Essa reverência nos guia no discernimento, ajudando-nos a tomar decisões que honrem a Deus e reflitam Seu caráter.

O exemplo de Jesus no discernimento: Jesus é o nosso maior exemplo de discernimento. Em Seu Ministério, Ele mostrou perfeita sabedoria e entendimento em todas as Suas Decisões. Em João 5:19, Jesus disse:

19 Então Jesus, respondendo, disse-lhes: Em verdade, em verdade vos digo que o Filho nada pode fazer de si mesmo, senão o que vê o Pai fazer; porque tudo o que faz, o Filho também o faz por meio dele.

Jesus sempre procurou fazer a Vontade do Pai, discernindo perfeitamente todas as situações. Nós, como Seus seguidores, somos chamados a imitar Seu Exemplo, buscando a Vontade de Deus em todos os momentos e discernindo como devemos viver e agir.

Oração como fonte de discernimento: A oração é uma ferramenta poderosa para obter discernimento. Tínhamos lido anteriormente Filipenses 4:6-7, mas repetimos novamente:

6 Não se preocupe com nada; mas que as vossas petições sejam conhecidas diante de Deus em toda oração e súplicas, com ação de graças.

7 E a paz de Deus, que excede todo o entendimento, guardará os vossos corações e os vossos pensamentos em Cristo Jesus.

Ao nos aproximarmos de Deus em oração, podemos pedir sabedoria e orientação. A oração nos permite conectar com o coração de Deus e receber Sua orientação em nossas decisões e ações.

Discernimento e comunidade cristã: O discernimento não é apenas uma prática individual; é também uma prática comunitária. Em Provérbios 11:14 lemos:

14 Quando as indústrias falham, o povo cai, mas na multidão de conselheiros há saúde.

A comunidade cristã nos oferece uma rede de apoio e aconselhamento. Compartilhar nossas preocupações e decisões com outros crentes pode nos ajudar a discernir a vontade de Deus. O conselho de irmãos e irmãs na fé, juntamente com a Direção do Espírito Santo, nos ajuda a fazer escolhas sábias e viver de acordo com o Propósito de Deus.

O discernimento é uma habilidade essencial para viver uma vida que honre a Deus e cumpra Seu Propósito. Por meio do Espírito Santo, da Palavra de Deus, da sabedoria, da oração e da comunidade cristã, podemos desenvolver um discernimento que nos permite navegar pelas complexidades da vida com sabedoria e fé. Ao buscarmos discernimento, aprendemos a reconhecer o tempo e o propósito de cada estação em nossa vida, vivendo de acordo com a soberania e a orientação de nosso Pai celestial.

Que Deus nos conceda um espírito de discernimento para compreender e seguir a Sua Vontade em todos os momentos, confiando no Seu Plano Perfeito e no Seu Tempo Divino. Amém.

Vivendo no presente

Viver no presente é uma das maiores habilidades que podemos desenvolver em nossa vida espiritual e cotidiana. Em um mundo cheio de distrações e preocupações com o passado e o futuro, aprender a focar nossa atenção no aqui e agora nos permite experimentar a plenitude da vida que Deus nos deu. Eclesiastes 3:12-13 nos diz:

12 Sei que não há melhor para eles do que se alegrarem e fazerem o bem em suas vidas.

13 E também que é dom de Deus que todo homem coma e beba, e desfrute do bem de todo o seu trabalho.

Esta exortação a aproveitar o presente é um lembrete de que cada momento é um presente de Deus, e devemos aprender a valorizá-lo e aproveitá-lo ao máximo.

Reconhecendo o valor do presente: O primeiro passo para viver no presente é reconhecer seu valor. O tempo presente é o único que realmente temos. O próprio Jesus nos ensinou a não nos preocuparmos com o amanhã. Em Mateus 6:34, diz:

34 Não fiquem ansiosos pelo amanhã; pois o amanhã trará seu cansaço: seu trabalho é suficiente para o dia.

Jesus nos convida a confiar em Deus para nossas necessidades futuras e a nos concentrarmos em viver plenamente hoje. Cada dia tem desafios e bênçãos suficientes, e devemos aprender a lidar com um de cada vez.

Gratidão como chave para viver no presente: A gratidão é uma ferramenta poderosa para ancorar nossa mente e coração no presente. Em 1 Tessalonicenses 5:18, Paulo nos exorta:

18Dê graças em tudo; porque esta é a vontade de Deus para convosco em Cristo Jesus.

Ao praticar a gratidão, nos concentramos nas bênçãos e dons que Deus nos deu no momento presente. Isso nos ajuda a evitar a armadilha da insatisfação e da preocupação e nos permite aproveitar e valorizar o que temos agora. A gratidão transforma nossa perspectiva e abre nossos olhos para a bondade de Deus em todos os momentos.

O Exemplo de Maria e Marta: O relato de Maria e Marta em Lucas 10:38-42 ilustra a importância de viver no presente. Marta estava ocupada com muitas tarefas, preocupada e distraída, enquanto Maria se sentava aos pés de Jesus para ouvir Seus ensinamentos. Jesus disse:

41 Jesus, porém, respondendo, disse-lhe: Marta, Marta, tens cuidado e te preocupa com muitas coisas.

42 Mas uma coisa é necessária; e Maria escolheu a parte boa, que não lhe será tirada.

Esta passagem nos ensina que, embora as responsabilidades sejam importantes, devemos priorizar nosso relacionamento com Jesus e reservar um tempo para estar em Sua Presença. Viver no presente significa estar atento ao que realmente importa e não se deixar levar por preocupações e distrações.

A Prática da Presença de Deus: Quando fazemos tudo em nome de Jesus Cristo, reconhecendo Sua Presença em todas as atividades, santificamos o momento presente e o preenchemos com propósito e significado. Isso nos ajuda a viver com um senso constante de conexão com Deus. Paulo em sua epístola aos Colossenses 3:17 nos diz:

17 E tudo o que fizerem, seja em palavras ou em ações, façam tudo em nome do Senhor Jesus, dando graças a Deus Pai por ele.

Elimine as distrações: As distrações são um dos maiores obstáculos para viver no presente. Vivemos em uma era digital onde é fácil se perder no fluxo constante de informações e entretenimento. O Salmo 46:10 nos chama a:

10 Aquietai-vos, e sabei que eu sou Deus; serei exaltado entre as nações, serei exaltado na terra.

Reservar um tempo para ficar quieto e quieto, desconectando-se das distrações, nos permite focar na Presença de Deus e no que Ele está nos dizendo no momento presente. Praticar momentos de quietude e reflexão nos ajuda a reorientar nossa atenção para o que realmente importa.

A importância dos relacionamentos: Viver no presente também envolve estar verdadeiramente presente em nossos relacionamentos. Isso significa ouvir ativamente, mostrar empatia e compartilhar momentos significativos com outras pessoas. Em Romanos 12:10, somos exortados:

10 Amando-vos uns aos outros com caridade fraternal; advertindo-se mutuamente com honra;

Quando valorizamos e honramos as pessoas em nossas vidas, dedicando tempo e atenção a elas, fortalecemos nossos relacionamentos e criamos laços mais profundos. Estar presente em nossas interações demonstra amor e respeito pelos outros.

Gerenciando o passado e o futuro: Embora seja importante viver no presente, também devemos aprender a administrar nosso passado e futuro de maneira saudável. Filipenses 3:13-14 nos dá uma abordagem equilibrada:

13 Irmãos, eu mesmo não conto que já alcancei; mas uma coisa faço: esquecendo o que fica para trás e estendendo a mão para o que está à frente,

14 Prossigo para o alvo, para o prêmio da soberana vocação de Deus em Cristo Jesus.

Paulo nos ensina a deixar o passado para trás e seguir em frente para o futuro, mas sem deixar de nos concentrar no presente. Devemos aprender com nosso passado, planejar e esperar para o futuro, mas viver plenamente no presente.

Fé e Confiança em Deus: Viver no presente requer fé e confiança constantes em Deus. Provérbios 3:5-6 nos diz:

5Confie no Senhor de todo o seu coração e não refreie o seu entendimento.

6 Reconheça-o em todos os seus caminhos, e ele endireitará as suas veredas.

Confiar em Deus nos liberta da ansiedade sobre o futuro e do remorso pelo passado. Permite-nos viver com a certeza de que Deus está conosco em todos os momentos e que Seu Plano para nós é bom.

Aproveitando as oportunidades do presente: Todos os dias são repletos de oportunidades para servir, amar e crescer. Efésios 5:15-16 nos exorta:

15 Vede, pois, como andais sabiamente; não como tolos, mas como sábios;

16 Tempo de redime, pois os dias são maus.

Devemos ser intencionais na forma como usamos nosso tempo, procurando oportunidades para fazer o bem e glorificar a Deus em todos os momentos. Ao aproveitar as oportunidades do presente, vivemos com propósito e significado.

Contentamento: O contentamento é a chave para viver no presente. Em Filipenses 4:11-12, Paulo diz:

11 Não digo isso por causa da pobreza, pois aprendi a me contentar com o que tenho.

12 Sei ser humilhado e sei ter abundância; em todas as coisas e em todas as coisas sou ensinado a estar farto e a ter fome, tanto a ter fartura como a sofrer necessidade.

O contentamento nos permite aceitar e aproveitar o presente, independentemente de nossas circunstâncias. É uma atitude de gratidão e satisfação pelo que Deus nos deu, reconhecendo que Sua Provisão é suficiente.

Viver no presente é uma disciplina espiritual que nos permite experimentar a plenitude da vida que Deus nos deu. Por meio da gratidão, da presença de Deus, da eliminação de distrações, do valor dos relacionamentos e da confiança em Deus, podemos aprender a nos concentrar no momento presente e viver com propósito e alegria. Que Deus nos ajude a valorizar cada dia como um dom precioso e a viver plenamente em Sua Presença.

A eternidade em nossos corações

O conceito de eternidade é uma ideia profunda e transcendental que Deus colocou no coração de cada ser humano. Em Eclesiastes 3:11, somos informados:

11 Ele fez todas as coisas belas em seu tempo, e até o mundo cedeu em seu coração, para que o homem não alcançasse a obra de Deus do começo ao fim.

Esta verdade nos convida a refletir sobre o Propósito Divino e o significado de nossa existência além das limitações do tempo presente. A eternidade em nossos corações nos chama a viver com uma Perspectiva Celestial e a nos orientar em direção ao Propósito Eterno de Deus.

O sentido da eternidade: O sentido da eternidade nos dá uma perspectiva que transcende o temporal e o imediato. Isso nos lembra que nossa vida na Terra é apenas uma pequena parte de uma realidade muito maior. Esse entendimento nos convida a viver de uma maneira que reflita nosso destino eterno. Colossenses 3:1-2 nos exorta:

1 Se ressuscitastes com Cristo, buscai as coisas do alto, onde Cristo está assentado à direita de Deus.

2 Pense nas coisas do alto, não nas coisas da terra.

Ao nos concentrarmos no eterno, nossas prioridades e decisões se alinham com o Propósito de Deus.

O anseio pela eternidade: Deus criou em cada um de nós um anseio pela eternidade, uma busca inata por significado e propósito que só Ele pode satisfazer. No Salmo 42:1-2, o salmista expressa esse anseio:

1 Como um cervo ruge por causa das correntes de água, assim a minha alma clama por ti, ó Deus.

2A minha alma tem sede de Deus, do Deus vivo; quando irei e me apresentarei diante de Deus?

Este desejo do eterno impele-nos a procurar a Deus e a encontrar n'Ele a satisfação das nossas necessidades mais profundas.

A Promessa da Vida Eterna: A Vida Eterna é a promessa central do evangelho. Em João 3:16, Jesus nos assegura:

16 Porque Deus amou o mundo de tal maneira que deu o seu Filho unigênito, para que todo aquele que nele crê não pereça, mas tenha a vida eterna.

A Vida Eterna não é apenas uma promessa futura, mas uma realidade presente para aqueles que crêem em Cristo. Esta Vida Eterna transforma a maneira como vivemos aqui e agora, dando-nos esperança e segurança que transcendem as circunstâncias temporais.

Viver com uma perspectiva eterna: Viver com uma perspectiva eterna significa avaliar nossas ações e decisões à luz da eternidade. Em 2 Coríntios 4:17-18, Paulo nos lembra:

17 Pois o que agora é momentâneo e leve em nossa tribulação produz para nós um peso de glória muito alto e eterno;

18 Não olhamos para as coisas que se veem, mas para as que se não veem, porque as que se veem são temporárias, mas as que se não veem são eternas.

Essa perspectiva nos ajuda a suportar as dificuldades e a permanecer firmes em nossa fé, sabendo que nossas provações têm um propósito eterno e que nossa recompensa é certa.

A Esperança da Ressurreição: A ressurreição de Jesus é o fundamento de nossa esperança eterna. Em 1 Coríntios 15:20-22, Paulo afirma:

20 Mas agora Cristo ressuscitou dos mortos; As primícias dos que adormeceram são feitas.

21 Porque, quando a morte entrou por um homem, a ressurreição dos mortos também por um homem.

22 Porque, assim como todos morrem em Adão, assim também todos serão vivificados em Cristo.

A ressurreição de Cristo nos assegura que a morte não tem a palavra final e que, por meio dEle, temos a promessa de uma vida nova e eterna.

O impacto da eternidade em nossos relacionamentos: A eternidade também deve influenciar a forma como nos relacionamos com os outros. Em João 13:34-35, Jesus nos dá um novo mandamento:

34 Um novo mandamento vos dou: que vos ameis uns aos outros, como eu vos amei, que também vos ameis uns aos outros.

35Nisto conhecerão todos que sois meus discípulos, se vos amardes uns aos outros.

O amor e a compaixão que demonstramos refletem a Natureza Eterna de Deus e têm um impacto duradouro. Nossas ações de amor e serviço têm implicações eternas e podem influenciar o destino eterno das pessoas ao nosso redor.

O Ministério da Reconciliação: Como crentes, somos chamados a ser embaixadores da reconciliação, compartilhando a mensagem da Vida Eterna com o mundo. Em 2 Coríntios 5:18-20, Paulo nos exorta:

18 E tudo isso vem de Deus, que nos reconciliou consigo mesmo por meio de Cristo; e ele nos deu o ministério da reconciliação.

19 Porque Deus estava em Cristo, reconciliando consigo o mundo, não lhe imputando os seus pecados, e pôs em nós a palavra da reconciliação.

20 Portanto, somos embaixadores em nome de Cristo, como se Deus estivesse orando por nosso intermédio; nós vos suplicamos em nome de Cristo: Reconciliai-vos com Deus.

Nossa missão é levar a mensagem de reconciliação a todos, ajudando os outros a encontrar sua esperança e propósito eternos em Cristo.

Preparação para a eternidade: Viver com a eternidade em nossos corações nos motiva a nos prepararmos para o encontro com Deus. Em Mateus 25:1-13, Jesus conta a parábola das dez virgens, exortando-nos a estarmos sempre preparados. Essa preparação envolve viver em santidade, buscar justiça, cultivar um relacionamento íntimo com Deus. Em 1 Pedro 1:15-16, somos exortados:

15 Mas, como é santo aquele que vos chamou, sede santos também em todas as vossas obras.

16 Pois está escrito: 'Sede santos, porque eu sou santo'.

Nossa vida na Terra é um tempo de preparação para a eternidade. Devemos viver de uma maneira que reflita nossa Cidadania Celestial e nosso destino eterno.

Eternidade e Transformação Pessoal: O senso de eternidade em nossos corações nos leva a buscar a transformação pessoal e a nos conformarmos mais à imagem de Cristo. Em Romanos 12:2, Paulo nos encoraja:

2 E não vos conformeis com este mundo; mas reformai-vos pela renovação da vossa mente, para que experimenteis qual é a boa vontade de Deus, agradável e perfeita.

Nossa perspectiva eterna nos leva a buscar uma vida transformada, vivendo no poder do Espírito Santo e crescendo em santidade e amor.

A Glória de Deus como o Fim Último: Finalmente, o senso de eternidade em nossos corações nos direciona a viver para a Glória de Deus. Em 1 Coríntios 10:31, somos instruídos:

31 Se você comer, beber ou fazer qualquer outra coisa, faça tudo para a glória de Deus.

Nosso propósito final é glorificar a Deus em tudo o que fazemos, refletindo Seu Caráter e estendendo Seu Reino na terra. Ao viver com uma perspectiva eterna, nossa vida se torna um testemunho da grandeza e bondade de Deus.

A eternidade em nossos corações nos chama a viver com uma perspectiva que transcende o temporal. Ao reconhecermos nosso destino eterno e o Propósito de Deus, nossas vidas assumem um significado e uma direção que refletem Sua Glória. Viver com a consciência da eternidade nos impele a buscar a Deus, a amar os outros e a nos preparar para nosso encontro com Ele, e a viver de maneiras que honrem Seu Nome. Que Deus nos ajude a viver com uma visão eterna, refletindo Seu Amor e Propósito em todos os aspectos de nossas vidas. Amém.

Conclusão

Queridos irmãos e irmãs em Cristo, caminhamos juntos pela passagem de Eclesiastes 3, explorando as verdades profundas que Deus revelou sobre o tempo e nossa vida sob Sua soberania. Ao refletir sobre a premissa de que há tempo para tudo, descobrimos múltiplas dimensões de nossa existência que nos chamam a viver com propósito, discernimento e plena confiança em nosso Criador.

Aprendemos que Deus é o Senhor do tempo e que todas as estações e circunstâncias em nossas vidas estão sob Seu controle soberano. Esta verdade nos dá segurança inabalável, sabendo que nada escapa ao Seu Conhecimento e Cuidado. Quando enfrentamos momentos de provação ou celebração, podemos descansar na certeza de que Deus tem um Plano Perfeito e que Ele faz todas as coisas cooperarem para o bem daqueles que O amam e são chamados de acordo com o Seu Propósito (Romanos 8:28).

Cada estação em nossas vidas tem um Propósito Divino. Do nascimento à morte, do riso às lágrimas, Deus usa cada experiência para nos moldar e nos preparar para o Seu Plano Eterno. Em meio às nossas circunstâncias, devemos buscar Seu Propósito e permitir que Sua Obra transformadora opere em nós. Entender que há um tempo para tudo nos ajuda a aceitar e valorizar cada momento, confiando que Deus está trabalhando em nós e através de nós.

Discernir o tempo e a estação em que estamos é crucial para viver de acordo com a vontade de Deus. Ao desenvolver uma vida de oração e meditação em Sua Palavra, podemos ser sensíveis à orientação do Espírito Santo e fazer escolhas sábias. Este discernimento ajuda-nos a agir no momento certo, a falar quando necessário e a permanecer em silêncio quando é prudente. Isso nos dá a capacidade de entender os tempos e responder de acordo com a orientação de Deus.

Aprender a viver no presente é essencial para experimentar a plenitude da vida que Deus nos deu. Ao nos concentrarmos no aqui e agora e valorizarmos cada momento como um Dom Divino, podemos encontrar alegria e propósito em nossas atividades diárias. A gratidão e a Presença de Deus em todos os momentos nos ancoram no presente, permitindo-nos viver com uma perspectiva de esperança e confiança em Sua Provisão e Cuidado.

Finalmente, a eternidade em nossos corações nos chama a viver com uma perspectiva que transcende o temporal. Esse senso de eternidade nos impele a buscar a Deus com fervor, a amar os outros com compaixão e a nos preparar para o encontro com Ele. Isso nos lembra que nossa vida na Terra é apenas uma pequena parte de um Plano Eterno e que nossas ações aqui têm implicações eternas.

Para concluir este tópico, quero convidá-lo a refletir sobre as seguintes questões e ações práticas:

Em que época da vida você está atualmente? Como você pode buscar o Propósito de Deus neste estágio específico?  Dedique tempo diariamente à oração e à leitura da Bíblia, pedindo a Deus sabedoria e discernimento para entender a Sua Vontade para sua vida. Pratique a gratidão diária. Faça uma lista das bênçãos presentes em sua vida e agradeça a Deus por cada uma delas. Tente estar mais presente em suas atividades e relacionamentos diários. Avalie suas metas e prioridades à luz da eternidade. Existe algo que você precisa ajustar para alinhar melhor sua vida com o Propósito Eterno de Deus?

Oremos juntos: Senhor Deus Todo-Poderoso, nós te agradecemos por tua Palavra que nos guia e nos dá entendimento. Reconhecemos sua soberania ao longo do tempo e pedimos que você nos ajude a discernir seu propósito em todas as estações de nossas vidas. Ensina-nos a viver o presente, apreciando cada momento e confiando no teu Propósito. Coloquem em nossos corações um profundo senso de eternidade, para que nossas vidas reflitam seu Amor e Glória. Que tudo o que fizermos seja para honrá-lo e glorificá-lo. Em nome do Senhor Jesus Cristo.

Queridos irmãos e irmãs, que esta mensagem sobre o tempo nos inspire a viver com uma perspectiva renovada, a buscar a Vontade de Deus em todos os momentos e a caminhar com confiança e alegria no caminho que Ele traçou para nós. Que Deus continue a abençoá-lo abundantemente. Amém.