Repaso:
"Fe Es La Sustancia"
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Introducción
¡La paz de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes, amados oyentes! Bienvenidos una vez más a un nuevo episodio del podcast “La Palabra Hablada de Dios”.
En este episodio, viajaremos nuevamente en el tiempo, un poco más allá del año 1951, precisamente al sábado, 12 de abril de 1947, al Auditorio Municipal de Oakland, California, Estados Unidos de América. Nos sumergiremos en un poderoso sermón predicado por el profeta de Dios, el Hermano William Marrion Branham, titulado: “FE ES LA SUSTANCIA”.
Al iniciar este servicio, el corazón del Hermano Branham estaba cargado y contento a su vez, ya que menciona que estaban consiguiendo nuevos equipos de grabación. Pero, por otro lado, él venía de una agenda agotadora, moviéndose de ciudad en ciudad casi sin descanso. Él mismo lo describe así: “Apenas sabemos cada noche dónde vamos a estar”, y añade: “con este son como seis meses que he estado fuera día y noche, casi”. Este constante movimiento le dificultaba establecer el ambiente apropiado para que la fe de la gente se elevara, pues decía que justo cuando la gente “está llegando a la etapa de avivamiento donde pueden ser sanados... entonces terminan la reunión”. (Citando del párrafo 2 y el párrafo 7)
A pesar de su cansancio y del gran sacrificio personal de estar lejos de su hogar y su familia, su propósito era claro e inquebrantable. Él le dijo a la congregación, cito del párrafo 10: “Así que, deseo hablarles esta noche solo para tomar un poco de tiempo y enseñar la Palabra de fe, y para que Uds. sepan cómo acercarse a Dios.” Su anhelo era que la gente recibiera su sanidad.
Este mensaje, entonces, nace de un profundo deseo pastoral de equipar a los creyentes con el entendimiento correcto de la fe. El Hermano Branham sabía que muchos hablan de fe, pero pocos la entienden verdaderamente. Dijo y cito del párrafo 11: “Hay muchos de estos grandes temas profundos de los cuales la gente dice que sabe mucho, pero cuando se llega a la hora de la verdad, ellos saben muy poco de eso”.
Para establecer un fundamento sólido e inamovible, él se dirige directamente a la Palabra de Dios. Él nos recuerda, y cito del párrafo 32: “...mis palabras solo son las palabras de un mortal, ellas fallarán, pero la Palabra de Dios nunca fallará, Ella siempre es veraz”.
Y con esto, lee el pasaje clave de su mensaje, que se encuentra en el Libro de Hebreos, capítulo 11. Leamos juntos esta poderosa escritura en los versos 1 al 3:
1ES pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.
2Porque por ella alcanzaron testimonio los antiguos.
3Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía.
Este mensaje es un fundamento crucial para todo creyente. El Hermano Branham, con una unción especial, desglosa lo que es la verdadera fe bíblica, diferenciándola de la simple esperanza o la imaginación. Prepárense para que su fe sea edificada y su entendimiento iluminado.
Comencemos.
El Hermano Branham ahora nos lleva al corazón de su enseñanza, estableciendo una definición de fe que es a la vez simple y profundamente poderosa. Él explica que nuestro cuerpo natural es gobernado por cinco sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. Estos sentidos son los que nos dan conocimiento y certeza sobre el mundo material. Pero la fe, nos dice, opera en un plano superior. Es un sexto sentido, un sentido espiritual que es más seguro y más directo que cualquiera de nuestros sentidos naturales.
Escuchemos las propias palabras del Hermano Branham, cito del párrafo 110: “La fe es el sexto sentido, conocido por algunas personas, si Uds. quieren… telepatía mental o como Uds. quieran, o deseen llamarlo, muchos de ellos lo llaman por nombres, pero para mí es fe. Y está allí y ella está por encima de los cinco sentidos del cuerpo humano. ¿Ven lo que quiero decir?”
Para que la congregación captara esta verdad vital, él lo ilustró de una manera muy práctica y memorable. Usó los cinco sentidos para mostrar cuán directos y seguros son, y luego comparó esa certeza con la fe.
Por ejemplo, sobre el sentido de la vista, él mira a una hermana en la audiencia y dice, cito del párrafo 116: “Ahora, miren amigos, quiero mostrarles algo. Yo creo que hay una—una mujer parada frente a mí. ¿Podría Ud. decirme que estoy errado?”
Luego, cierra los ojos y usa su mano, demostrando la certeza del tacto, cito del párrafo 119: “Puedo saber que es una mujer, ella tiene puesto un sombrero de mujer, ella tiene cabello de mujer, es una mano de mujer, yo sé que es una mujer, porque la siento. ¿Piensan que me podrían convencer de lo contrario? ¿Eh? Es algo directo, yo lo sé, que es una mujer. Estoy de espaldas a ella, pero sé que es una mujer. ¿Ven? Porque el sentido del tacto me dice que hay una mujer allí. ¿Ven lo que quiero decir?”
Continuó con el gusto, tomó un vaso de jugo, y dice, cito del párrafo 124: “Eso era jugo de naranja”. Más adelante dice el Hermano Branham, en los párrafos 125-126: “Estoy seguro que ese era jugo de naranja, eso no hubiera sido limón, no hubiera sido uva, no hubiera sido toronja, eso fue jugo de naranja, por el sentido del gusto, yo no lo olí, no lo oí, no lo toqué, no lo vi, sin embargo, el sentido del gusto me dijo que era jugo de naranja. ¿Creen que estoy en lo cierto? Seguro que sí. ¿Por qué? El sentido del gusto probó que era jugo de naranja. Ahora, no importa cuánto me digan que era agua, sé que es jugo de naranja, yo lo probé. ¿Ven? Ud. También pudiera saborearlo, y si Ud. tiene un sentido del gusto, Ud. Lo reconocería de igual manera. Y si Uds. tienen fe, saben de lo que yo estoy hablando.”
Hizo lo mismo con el olfato al oler perfume y con el oído al escuchar la música del piano. En cada caso, la evidencia de los sentidos era absoluta, innegable.
Después de establecer esta base, el profeta trae el punto culminante a casa. Él explica que la fe funciona exactamente de la misma manera en el ámbito espiritual. La fe no necesita la confirmación de los cinco sentidos naturales. De hecho, la fe es la confirmación. Es la evidencia en sí misma.
El profeta lo resume así, cito la primera parte del párrafo 130: “Ahora, allí están los cinco sentidos del cuerpo. Ahora, son algo seguro, ¿verdad? Ud. lo sabe cuándo se manifiestan, Ud. Lo sabe. Ahora Uds. están mirando a una congregación, Uds. Saben que me están mirando a mí. Pues bien, amigos: “Fe” aquí está: ‘fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven’. Es seguro. Ud. lo sabe, no hay necesidad de que alguien les diga nada más al respecto, queda tan declarado como con cualquiera de estos otros cinco sentidos del cuerpo.”
Esta es la razón por la cual la Palabra de Dios nos enseña en 2 Corintios 5:7:
7(Porque por fe andamos, no por vista;)…
Andar por fe es moverse con una certeza tan real como la que nos da la vista, pero basada en una facultad superior: nuestro sexto sentido espiritual que se aferra a la promesa de Dios como un hecho consumado.
Punto 2: La Diferencia Crucial entre Esperanza y Fe
Habiendo establecido que la fe es un sexto sentido de certeza espiritual, el Hermano Branham ahora aborda una de las confusiones más comunes en el mundo cristiano: la diferencia entre la esperanza y la fe. Muchos creyentes confunden la esperanza con la fe. El Hermano Branham aclara esta confusión de manera magistral. La esperanza es un elemento fundamental, pero la fe está a otro nivel muy superior. La fe, como dice la Escritura, es la sustancia—la realidad tangible—de aquello que esperas.
Para ilustrar esto, él relata una historia poderosa de un caso de vida o muerte. Una noche, agotado después de un servicio, un joven lo buscó desesperadamente para que fuera a orar por su hermana de diecisiete años que se estaba muriendo de apendicitis. Al llegar, el profeta encontró a la joven en una condición terrible, con su costado hinchado y enrojecido, a punto de que el apéndice reventara. Él supo que ella no sobreviviría el viaje de casi sesenta y cinco kilómetros (que son alrededor de 40 millas) hasta el hospital más cercano.
La muchacha, en su desesperación, profesaba creer. Ella le dijo al Hermano Branham, y cito del párrafo 70: “‘¡Oh, sí, yo creo!’. Dijo: ‘¡Yo-yo-yo creo!’. Dijo: ‘A mí no me importa lo que diga mi iglesia... yo creo, yo creo’.”
Aquí es donde el profeta de Dios, con el don de discernimiento, pudo mirar más allá de las palabras de ella y ver la verdadera condición de su corazón. Él le respondió con amor, pero con una honestidad que era necesaria para salvarle la vida, cito del párrafo 78: “Hermana, no es mi intención herir sus sentimientos, pero Ud.-Ud. no cree.”
El Hermano Branham explica la situación a la audiencia de Oakland de esta manera, cito del párrafo 77: “Ahora miren, aquí es donde quiero llegar a Uds. con esto: La muchacha pensaba que creía, así como muchos de Uds. vienen por esta línea esta noche, Uds. piensan que creen, pero ella no creía.”
Él aclara el punto crucial, continúo citando en el párrafo 80: “Ahora miren, ella tenía esperanza. Pero la fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de lo que no se ve.” Ella esperaba ser sanada, deseaba ser sanada, pero no tenía la sustancia de la fe, la certeza absoluta de que ya estaba hecho.
Para ayudarla a cruzar ese puente de la esperanza a la fe, el profeta usó una ilustración. Vio un pequeño brazalete que colgaba de una cuerda en el cuarto y le dijo, cito del párrafo 89: “‘Ahora, si Ud. cree con todo su corazón, y me prueba que tiene fe, ahora mire fijamente ese brazalete’, y está allí colgando en el aire, ‘y haga que ese brazalete dé vueltas y vueltas en el cuarto, luego hágalo balancearse de un lado a otro en el cuarto, y luego deténgalo, y yo creeré que Ud. tiene fe.’”
La respuesta de la joven reveló su verdadera posición. Ella dijo, cito del párrafo 91: “Pues, Hermano Branham, nadie podría hacer eso.” Con esa declaración, ella misma admitió que no creía que “todo es posible para el que cree”. El profeta entonces le explicó la base bíblica, recordándole las palabras de nuestro Señor Jesucristo, en Marcos 11:23, que dice:
23Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.
El Hermano Branham le explicó que si la fe del tamaño de una semilla de mostaza—una fe pura y sin mezcla de duda—podía mover una montaña, ciertamente se necesitaba una fe mucho más pequeña para mover ese brazalete. Fue entonces cuando la revelación llegó al corazón de la muchacha. Ella finalmente entendió y dijo, cito del párrafo 106: “‘Hermano Branham, yo verdaderamente sé que hay algo más allá de lo que yo he alcanzado’. Ella dijo: ‘Lo intentaré con todo mi corazón, y que Dios tenga misericordia de mí’. Ella dijo: ‘Me permita creer.’”
En el instante en que ella pasó de la esperanza a la fe genuina, el milagro ocurrió. El Hermano Branham tomó su mano, la vibración de la enfermedad cesó de inmediato, y él le dijo, cito del párrafo 107: “Dios la bendiga, hermana, su fe ahora la ha salvado”. La joven fue sanada tan completamente que se levantó y se tomó medio litro de helado, y nunca necesitó el bisturí de un cirujano.
Esta historia nos enseña que la fe no es un esfuerzo mental, no es tratar de hacerse creer algo. Es una posesión. Es saber que se tiene. El profeta lo recalca, cito del párrafo 44: “‘Fe es la sustancia de lo que se espera, la evidencia de lo que no se ve’. ¿Ven?, es una sustancia, es algo directo, algo que uno realmente tiene, no algo que uno se imagina, algo que Ud. piensa que tiene, pero es un acto directo y con certeza que Ud. tiene.”
La Escritura en Marcos 11:24 nos dice:
24Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Noten, es en tiempo presente: “todo lo que orando pidieres, creed”, esa es la sustancia, la certeza que trasciende la simple esperanza.
Punto 3: Dios Siempre Testifica de Sus Dones
Amados oyentes, profundicemos aún más en este principio fundamental, porque el Hermano Branham le dedica una parte significativa de su sermón, queriendo asegurarse de que nadie pierda lo que Dios está haciendo. El principio es que Dios siempre da testimonio de Sus Dones, y es crucial entender la naturaleza de ese testimonio y nuestra responsabilidad ante él.
Primero, el profeta insiste en que el testimonio de Dios nunca glorifica al hombre. El Don es Divino, aunque opere a través de un vaso humano. Al hablar de Cristo, el Don Perfecto, el Hermano Branham cita la propia actitud del Señor Jesús: “No soy Yo, es Mi Padre que mora en Mí.” Este es el sello de un verdadero Don de Dios: no atrae la atención hacia el instrumento, sino hacia el Dios que opera a través del instrumento. Es Dios en Jesucristo, Dios en Moisés, Dios en Pedro. La gente en los días de los apóstoles entendió esto. No se acostaban en la sombra de “Simón, el pescador”, sino en la sombra del hombre en quien reconocían el Don de Sanidad enviado por Dios.
Sabiendo esto, el Hermano Branham expresa una carga por cómo la gente moderna, al igual que en el pasado, a menudo no reconoce el mover de Dios. Él dice con tristeza, y cito del párrafo 144: “Ahora miren, guarden silencio amigos, Moisés, el libertador mismo, el regalo de Dios para el pueblo, ellos no lo entendieron.”
Luego, trae esa advertencia directamente a esa congregación en ese tiempo, y a nosotros hoy, cito de los párrafos 164-165: “Y hoy, ciertamente, parece que una persona no tendría que acercarse más de lo que Uds. están ahora mismo para saber de lo que yo estoy hablando. Muy bien, pero se les pasa por alto a la mayoría. Y, amigos, yo los amo, y quiero verlos recuperarse. Ahora, cuando ellos pidieron un libertador, Dios envió al libertador, y ellos fallaron en verlo. Moisés fue el regalo de Dios para Israel. ¿Lo creen?”
La tragedia, explica, es que la gente clama por una intervención Divina, pero cuando Dios responde de la manera que Él ha escogido—a través de un Don en Su Iglesia—muchos lo pasan por alto porque no viene en el empaque que ellos esperaban.
Además, el profeta señala que el testimonio de Dios no está limitado por las barreras denominacionales que los hombres han creado. El Don de Dios no es para un solo grupo; es para todo creyente que tenga fe. Él lamenta la división en el Cuerpo de Cristo, cito del párrafo 158: “Si es en una-una iglesia unitaria, la trinidad no vendrá; si es una iglesia de la trinidad, la unidad no vendrá; si es en una iglesia metodista, los bautistas no vendrán; en la iglesia bautista, los metodistas no vienen.”
Pero el testimonio de Dios rompe esas barreras. El requisito para recibir no es la membresía en una organización, sino la fe en Dios. El Hermano Branham declara enfáticamente, cito del párrafo 160: “Hermano, por un Espíritu todos somos bautizados en un Cuerpo, correcto, no importa quién sea Ud. y dónde esté Ud. Así es. Entonces no importa de qué organización sea Ud... uno tiene que tener fe en Dios.”
Y es por eso que los testimonios que Dios da son tan poderosos, porque a menudo vienen a personas fuera de los círculos establecidos para atraerlos. Pensemos en el detalle de la mujer en Houston. No fue solo un sueño; fue la culminación de una promesa. Su padre había sido “un predicador metodista de antaño” que predicaba que “algún día Dios le devolvería los dones a la Iglesia para los gentiles... como Él lo hizo con los judíos.” ¡El propio testimonio de Dios estaba confirmando la fe de un predicador que ya había partido a la gloria!
O consideremos el contexto del hombre ciego en Camden, Arkansas. En ese tiempo y lugar, existía una fuerte segregación racial. El Hermano Branham explica, cito del párrafo 192: “En Arkansas aún, si Ud. siquiera le da la mano a un hombre de color, lo meterán en la cárcel.” Sin embargo, el testimonio de Dios en un sueño ignoró por completo las leyes de los hombres y las barreras del prejuicio para alcanzar a un alma necesitada. Cuando el profeta escuchó al hombre clamar, y a pesar de que sus acompañantes le instaban a seguir, se detuvo. Porque el testimonio de Dios tiene más autoridad que las costumbres o leyes humanas.
Finalmente, esto nos lleva a nuestra propia responsabilidad. El testimonio de Dios exige una respuesta de nuestra parte. No podemos ser observadores pasivos. Nuestra fe debe activarse para recibir el Don. El Hermano Branham lo resume todo en esta poderosa declaración, cito del párrafo 176: “Si Uds., de la manera en que lo respeten creyéndolo, Dios testificará de Sus Dones. Así es.”
El testimonio de Dios está presente. La pregunta que este sermón nos deja es: ¿Tenemos nosotros el respeto y la fe para creerlo y recibirlo?
Conclusión y Aplicación
Y así, amados oyentes, llegamos al final de nuestro repaso del mensaje “Fe Es La Sustancia”. Este sermón es tan relevante hoy como lo fue en aquel auditorio de Oakland en 1947, porque la Palabra de Dios y los principios de la fe son eternos. ¿Qué nos llevamos a nuestros corazones?
Primero, que la verdadera fe no es una emoción pasajera ni una esperanza vaga. Es una certeza espiritual, un sexto sentido. Es, como dijo el Hermano Branham, más segura que nuestros sentidos naturales. Él exclamó, y cito del párrafo 135: “El hombre natural puede estar errado, pero Dios no puede estar errado. ¡Oh, vaya! Pues, eso nos haría comenzar a gritar.” La fe es tomar a Dios en Su Palabra con una convicción tan absoluta que la promesa se convierte en una realidad en nuestra alma antes de que se manifieste ante nuestros ojos.
Segundo, hemos aprendido a examinar nuestros corazones. ¿Estamos simplemente “esperando” que Dios actúe, o estamos “creyendo” que ya lo hemos recibido según Su Promesa? La historia de la joven con apendicitis nos enseñó que se puede estar muy cerca de un milagro y aun así perderlo si nos quedamos en el reino de la esperanza. La fe no es un esfuerzo mental. El profeta fue claro cuando dijo, y cito del párrafo 132: “No es por lo que Ud. se esfuerza en hacerse creer... La fe es así de cierta. Es un acto de certeza, Ud. lo sabe.”
Y tercero, y quizás lo más urgente para nosotros hoy, es el llamado a tener nuestros ojos espirituales abiertos para reconocer los dones y la visitación de Dios en nuestro día. El Hermano Branham advirtió que a miles de personas se les está pasando su regalo, porque no entienden cómo Dios opera. Él nos recuerda que Dios siempre da testimonio de Sus Verdaderos Siervos y de Sus Dones. Nuestra responsabilidad es creer en ese testimonio. Él dijo, cito del párrafo 151: “Y si yo les hablo acerca de un don de sanidad Divina y Dios no testifica de eso, déjenlo allí, está errado; pero si Dios testifica de eso, crean que es el don de Dios para Uds. Así es.”
El Hermano Branham concluyó su mensaje con una súplica ferviente, una oración que resuena hasta hoy. Él oró pidiendo que la gente dejara a un lado sus dudas y viniera a recibir lo que Dios les había provisto, él dijo: “Que ellos vengan dándose cuenta que este es el tiempo apostólico para ellos. Esta es la hora en que lo que ellos han pedido está presente ya: El Espíritu Santo en forma de sanidad para sus cuerpos.”
Que esta misma Revelación caiga sobre cada uno de nosotros ahora mismo. Que no nos esforcemos más por creer, sino que simplemente entremos en el reposo de la fe, descansando en la certeza de que Su Palabra es la Sustancia, la Evidencia, la Realidad final de todo lo que Él ha prometido.
Oremos: Padre Celestial, en el Nombre de Jesucristo, venimos ante Tu Trono de Gracia con corazones agradecidos. Te damos gracias por Tu Palabra Eterna, que nunca falla. Gracias por este mensaje, “Fe Es La Sustancia”, que aclara nuestras mentes y edifica nuestra alma.
Señor, Te pedimos perdón por las veces que hemos confundido la esperanza con la fe. Perdónanos por dudar de Tus Promesas y caminar por vista, confiando más en nuestros cinco sentidos mortales que en el Sexto Sentido de la fe que Tú nos has dado.
Padre, oramos como oró Tu Siervo, que hagamos a un lado de nosotros todo pensamiento escéptico. Quita los velos de la duda, la tradición y el razonamiento de nuestros ojos. Permítenos reconocer nuestro día y la Visitación de tu Santo Espíritu. Ayúdanos a ver y recibir los Dones que Tú has colocado en el Cuerpo de Cristo para nuestra edificación y sanidad.
En este momento, Señor, tomamos una decisión. Pasamos del reino de la esperanza al Reino de la fe. No esperamos ser sanados, creemos que por Tus Llagas fuimos curados. No esperamos ser libres, creemos que a quien el Hijo liberta es verdaderamente libre. No esperamos tener la victoria, creemos que ya somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó.
Que la Sustancia de Tu Palabra se forme en cada corazón que escucha. Que la evidencia de lo que no se ve se convierta en la mayor realidad de nuestras vidas. Que Tu Poder se manifieste, sanando a los enfermos, libertando a los cautivos y trayendo milagros, no para la gloria de ningún hombre, sino para el testimonio de Tu Gracia y para tu Gloria Eterna. ¡Amén!
Gracias por acompañarnos en “La Palabra Hablada de Dios”. Mediten en estas verdades, y que el Señor los bendiga ricamente. Dios te continúe bendiciendo. ¡Amén!
Himno:
“La Sustancia de la Fe”
Escrita por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
(A)
Mis ojos ven el mundo natural,
Mis manos tocan lo que es material.
Con cinco sentidos puedo percibir,
Mas hay un reino que me hace vivir.
No es por la vista, ni por el sentir,
Es un sexto sentido que viene de Ti.
Más real que el aire, más cierto que el sol,
La fe me conecta con Dios.
(Coro)
¡Oh, fe es la sustancia de lo que esperé!
La evidencia firme en la que me anclé.
No es un anhelo, no es emoción,
Es la certeza en mi corazón.
El sexto sentido que agrada al Señor,
La fe es la victoria, es mi Redentor.
Lo que no se ve, mi alma ya lo tiene,
¡Es la sustancia que me sostiene!
(B)
La esperanza mira y dice: "Tal vez será",
Mas la fe se ancla y dice: "Hecho está".
Como aquella joven al borde de morir,
Que su esperanza no la hizo vivir.
Hasta que creyó la Palabra de Verdad,
Y su fe le trajo completa sanidad.
No es esforzarse para así creer,
Es descansar en Su gran poder.
(Coro)
¡Oh, fe es la sustancia de lo que esperé!
La evidencia firme en la que me anclé.
No es un anhelo, no es emoción,
Es la certeza en mi corazón.
El sexto sentido que agrada al Señor,
La fe es la victoria, es mi Redentor.
Lo que no se ve, mi alma ya lo tiene,
¡Es la sustancia que me sostiene!
(C)
Mandaste a Moisés, Tu don libertador,
Y en Jesucristo, al mundo un Salvador.
Por Pedro obraste con poder y unción,
Y hoy testificas de Tu provisión.
Pues cada don que viene de Tu altar,
Tu mismo Espíritu lo ha de vindicar.
No es obra de hombres, es Tu voluntad,
Un don del cielo para la humanidad.
(Coro)
¡Oh, fe es la sustancia de lo que esperé!
La evidencia firme en la que me anclé.
No es un anhelo, no es emoción,
Es la certeza en mi corazón.
El sexto sentido que agrada al Señor,
La fe es la victoria, es mi Redentor.
Lo que no se ve, mi alma ya lo tiene,
¡Es la sustancia que me sostiene!
(Puente)
Reconozco mi día, la hora es aquí,
Lo que he pedido, lo has traído a mí.
Toda duda escéptica se tiene que ir,
Pues Tu Palabra me hace vivir.
Este es el tiempo, la era apostólica,
¡Recibo el don de Tu mano pródiga!
(Final)
¡Es la sustancia que me sostiene!
Amén.
Introduction
The peace of our Lord Jesus Christ be upon you all, beloved hearers! Welcome once again to a new episode of the podcast "The Spoken Word of God".
In this episode, we will travel back in time, a little further than the year 1951, precisely to Saturday, April 12, 1947, to the Municipal Auditorium of Oakland, California, United States of America. We will immerse ourselves in a powerful sermon preached by God's prophet, Brother William Marrion Branham, entitled: "FAITH IS THE SUBSTANCE."
At the beginning of this service, Brother Branham's heart was heavy and happy in turn, as he mentions that they were getting new recording equipment. But, on the other hand, he came from an exhausting schedule, moving from city to city almost without rest. He himself describes it like this: "We hardly know every night where we are going to be", and adds: "with this it is like six months that I have been away day and night, almost". This constant movement made it difficult for him to set the proper environment for people's faith to rise, for he said that just when people "are coming to the stage of revival where they can be healed... then they end the meeting." (Quoting from paragraphs 2 and 7)
Despite his weariness and the great personal sacrifice of being away from his home and family, his purpose was clear and unwavering. He said to the congregation, I quote from paragraph 10, "So, I want to speak to you tonight just to take a little time and teach the Word of faith, and so that you know how to approach God." His longing was for people to receive his healing.
This message, then, is born of a deep pastoral desire to equip believers with the correct understanding of the faith. Brother Branham knew that many talk about faith, but few truly understand it. He said, and I quote from paragraph 11, "There are many of these great deep issues that people say they know a lot about, but when it comes down to it, they know very little about it."
To establish a solid and immovable foundation, he turns directly to God's Word. He reminds us, and I quote from paragraph 32: "... my words are only the words of a mortal, they will fail, but the Word of God will never fail, She is always true."
And with this, read the key passage of his message, which is found in the Book of Hebrews, chapter 11. Let's read together this powerful scripture in verses 1 through 3:
1 Faith is therefore the substance of things hoped for, the demonstration of things not seen.
2 For by it the ancients have obtained a witness.
3 By faith we understand that the centuries were composed by the word of God, being made that which is seen, of that which was not seen.
This message is a crucial foundation for every believer. Brother Branham, with a special anointing, breaks down what true biblical faith is, differentiating it from mere hope or imagination. Prepare for your faith to be built up and your understanding enlightened.
Start.
Brother Branham now takes us to the heart of his teaching, setting forth a definition of faith that is both simple and profoundly powerful. He explains that our natural body is governed by five senses: sight, hearing, taste, smell, and touch. These senses are what give us knowledge and certainty about the material world. But faith, he tells us, operates on a higher plane. It is a sixth sense, a spiritual sense that is safer and more direct than any of our natural senses.
Let's listen to Brother Branham's own words, I quote from paragraph 110: "Faith is the sixth sense, known to some people, if you will... Mental telepathy or whatever you want to call it, or want to call it, many of them call it by names, but to me it's faith. And it is there and it is above the five senses of the human body. See what I mean?"
In order for the congregation to grasp this vital truth, he illustrated it in a very practical and memorable way. He used the five senses to show how straightforward and sure they are, and then compared that assurance to faith.
For example, on the sense of sight, he looks at a sister in the audience and says, I quote from paragraph 116, "Now, look, friends, I want to show you something. I believe there's a--a woman standing in front of me. Could you tell me I'm wrong?"
Then, he closes his eyes and uses his hand, demonstrating the certainty of touch, I quote from paragraph 119: "I can tell that it is a woman, she is wearing a woman's hat, she has a woman's hair, it is a woman's hand, I know it is a woman, because I feel her. Do you think you could convince me otherwise? Hey? It's something direct, I know, that it's a woman. I have my back to her, but I know that she is a woman. Come here? Because the sense of touch tells me that there is a woman there. See what I mean?"
He continued with the taste, took a glass of juice, and says, I quote from paragraph 124: "That was orange juice." Later on Brother Branham says, in paragraphs 125-126: "I'm sure that was orange juice, that wouldn't have been lemon, it wouldn't have been grapefruit, it wouldn't have been grapefruit, that was orange juice, for the sense of taste, I didn't smell it, I didn't hear it, I didn't touch it, I didn't see it, yet I didn't see it. My sense of taste told me it was orange juice. Do you think I'm right? Surely it is. Why? The sense of taste proved that it was orange juice. Now, no matter how much they tell me it was water, I know it's orange juice, I tried it. Come here? You. You might as well taste it, and if you have a sense of taste, you'll be able to taste it. I would recognize it in the same way. And if you have faith, you know what I'm talking about."
He did the same with his sense of smell when smelling perfume and with his ear when listening to the music of the piano. In each case, the evidence of the senses was absolute, undeniable.
After establishing this foundation, the prophet brings the climax home. He explains that faith works in exactly the same way in the spiritual realm. Faith does not need the confirmation of the five natural senses. In fact, faith is confirmation. It is the evidence itself.
The prophet sums it up like this, I quote the first part of paragraph 130: "Now, there are the five senses of the body. Now, they're a sure thing, right? You know when they manifest, you know it. Now you're looking at a congregation, you know you're looking at me. Well, friends, "Faith" here it is: "faith is the substance of things hoped for, the evidence of things not seen." It's safe. You know, there's no need for anyone to tell you anything more about it, it's just as stated as with any of these other five senses of the body."
This is why God's Word teaches us in 2 Corinthians 5:7:
7(For we walk by faith, not by sight;)...
To walk by faith is to move with a certainty as real as that which sight gives us, but based on a higher faculty: our spiritual sixth sense that clings to God's promise as a fait accompli.
Point 2: The Crucial Difference Between Hope and Faith
Having established that faith is a sixth sense of spiritual certainty, Brother Branham now addresses one of the most common confusions in the Christian world: the difference between hope and faith. Many believers confuse hope with faith. Brother Branham clears up this confusion in a masterful way. Hope is a fundamental element, but faith is at a much higher level. Faith, as Scripture says, is the substance—the tangible reality—of that which you hope for.
To illustrate this, he tells a powerful story of a life-or-death case. One night, exhausted after a service, a young man desperately sought him out to go pray for his seventeen-year-old sister who was dying of appendicitis. Upon arrival, the prophet found the young woman in a terrible condition, her side swollen and red, and her appendix burst. He knew that she would not survive the journey of almost sixty-five kilometers (which is about 40 miles) to the nearest hospital.
The girl, in her desperation, professed to believe. She said to Brother Branham, and I quote from paragraph 70, "'Oh, yes, I believe!' He said, 'I-I-I believe!' He said, 'I don't care what my church says... I believe, I believe.'"
This is where God's prophet, with the gift of discernment, was able to look beyond her words and see the true condition of her heart. He answered her with love, but with an honesty that was necessary to save her life, I quote from paragraph 78: "Sister, it is not my intention to hurt your feelings, but you--you. he doesn't believe."
Brother Branham explains the situation to the Oakland audience this way, I quote from paragraph 77: "Now, look, here's where I want to come to you with this: The girl thought she believed, just like many of you come down this line tonight, you think you believe, but she didn't believe."
He clarifies the crucial point, I go on to quote in paragraph 80: "Now look, she had hope. But faith is the substance of things hoped for, the evidence of things not seen." She expected to be healed, she wanted to be healed, but she didn't have the substance of faith, the absolute certainty that it was already done.
To help her cross that bridge from hope to faith, the prophet used an illustration. He saw a little bracelet hanging from a string in the room and he said to him, I quote from paragraph 89: "'Now, if you believe with all your heart, and prove to me that you have faith, now stare at that bracelet,' and it's there hanging in the air, 'and make that bracelet go round and round in the room, then have it swing back and forth in the room, and then stop it, and I'll believe you have faith.'"
The young woman's answer revealed her true position. She said, I quote from paragraph 91, "Well, Brother Branham, nobody could do that." With that statement, she herself admitted that she did not believe that "everything is possible for those who believe." The prophet then explained the biblical basis, reminding him of the words of our Lord Jesus Christ, in Mark 11:23, which says:
23 For verily I say unto you, Whosoever shall say unto this mountain, Be ye withdrawn, and cast thyself into the sea, and shall not doubt in his heart, but shall believe that what he saith shall be done, that which he shall say shall be done unto him.
Brother Branham explained that if faith the size of a mustard seed—a pure faith unmixed with doubt—could move a mountain, it certainly took a much smaller faith to move that bracelet. It was then that the revelation reached the girl's heart. She finally understood and said, I quote from paragraph 106: "'Brother Branham, I truly know that there is something beyond what I have attained.' She said, 'I will try with all my heart, and may God have mercy on me.' She said, 'Let me believe.'"
The instant she went from hope to genuine faith, the miracle occurred. Brother Branham took her hand, the vibration of the disease ceased immediately, and he said to her, I quote from paragraph 107, "God bless you, sister, your faith has now saved you." The young woman was healed so completely that she got up and drank half a liter of ice cream, and never needed a surgeon's scalpel.
This story teaches us that faith is not a mental effort, it is not trying to make yourself believe something. It is a possession. It is knowing that you have. The prophet stresses this, and I quote from paragraph 44: "'Faith is the substance of things hoped for, the evidence of things not seen.' See, it's a substance, it's something direct, something that you really have, not something that you imagine, something that you think you have, but it's a direct, certain act that you have."
Scripture in Mark 11:24 tells us:
24 Therefore I say to you, whatever you ask for in prayer, believe that you will receive it, and it will come to you.
Notice, it is in the present tense: "whatever you ask for in prayer, believe", that is the substance, the certainty that transcends simple hope.
Point 3: God Always Testifies of His Gifts
Dear listeners, let's dig even deeper into this fundamental principle, because Brother Branham devotes a significant portion of his sermon to it, wanting to make sure that no one loses what God is doing. The principle is that God always bears witness of His Gifts, and it is crucial to understand the nature of that testimony and our responsibility to Him.
First, the prophet insists that God's testimony never glorifies man. The Gift is Divine, even though it operates through a human vessel. In speaking of Christ, the Perfect Gift, Brother Branham quotes the Lord Jesus' own attitude: "It is not I, it is My Father who dwells in Me." This is the hallmark of a true Gift of God: it does not draw attention to the instrument, but to the God who operates through the instrument. It is God in Jesus Christ, God in Moses, God in Peter. The people in the days of the apostles understood this. They did not lie in the shadow of "Simon the fisherman," but in the shadow of the man in whom they recognized the Gift of Healing sent by God.
Knowing this, Brother Branham expresses a burden for how modern people, as in the past, often fail to recognize God's move. He says sadly, and I quote from paragraph 144, "Now look, be silent friends, Moses, the deliverer himself, God's gift to the people, they did not understand."
Then he brings that warning directly to that congregation at that time, and to us today, I quote from paragraphs 164-165: "And today, it certainly seems that a person would have to come no nearer than you are right now to know what I'm talking about. Very good, but most overlook. And, friends, I love you, and I want to see you recover. Now, when they asked for a deliverer, God sent the deliverer, and they failed to see him. Moses was God's gift to Israel. Do you believe it?"
The tragedy, he explains, is that people cry out for Divine intervention, but when God responds in the way He has chosen—through a Gift in His Church—many overlook it because it doesn't come in the packaging they expected.
Furthermore, the prophet points out that God's witness is not limited by denominational barriers that men have created. God's Gift is not for a single group; It is for every believer who has faith. He laments the division in the Body of Christ, I quote from paragraph 158: "If it be in a--one unitary church, the trinity will not come; If it is a Trinity Church, unity will not come; If it's in a Methodist church, Baptists won't come; In the Baptist Church, the Methodists don't come."
But God's testimony breaks down those barriers. The requirement for receiving is not membership in an organization, but faith in God. Brother Branham states emphatically, I quote from paragraph 160, "Brother, by one Spirit we are all baptized into one Body, right, no matter who you are and where you are. So it doesn't matter what organization you are from... one has to have faith in God."
And that's why the testimonies God gives are so powerful, because they often come to people outside of established circles to attract them. Let's think about the detail of the woman in Houston. It wasn't just a dream; It was the culmination of a promise. His father had been "a Methodist preacher of old" who preached that "someday God would return the gifts to the Church for the Gentiles. as He did the Jews." God's own testimony was confirming the faith of a preacher who had already departed to glory!
Or consider the context of the blind man in Camden, Arkansas. At that time and place, there was strong racial segregation. Brother Branham explains, I quote from paragraph 192: "In Arkansas still, if you even shake hands with a colored man, they'll put you in jail." However, God's testimony in a dream completely ignored the laws of men and the barriers of prejudice to reach a needy soul. When the prophet heard the man cry out, and despite his companions urging him to continue, he stopped. Because the testimony of God has more authority than human customs or laws.
Finally, this brings us to our own responsibility. God's testimony demands a response from us. We cannot be passive observers. Our faith must be activated to receive the Gift. Brother Branham sums it all up in this powerful statement, I quote from paragraph 176: "If you, in the way that you respect Him by believing it, God will testify of His Gifts. That's right."
The testimony of God is present. The question this sermon leaves us with is: Do we have the respect and faith to believe and receive it?
Conclusion and Application
And so, beloved listeners, we come to the end of our review of the message "Faith Is the Substance." This sermon is as relevant today as it was in that Oakland auditorium in 1947, because the Word of God and the principles of faith are eternal. What do we take into our hearts?
First, that true faith is not a passing emotion or a vague hope. It is a spiritual certainty, a sixth sense. It is, as Brother Branham said, safer than our natural senses. He exclaimed, and I quote from paragraph 135: "The natural man may be wrong, but God cannot be wrong. Oh, dear! Well, that would make us start screaming." Faith is taking God into His Word with such absolute conviction that the promise becomes a reality in our soul before it is manifested before our eyes.
Second, we have learned to examine our hearts. Are we simply "waiting" for God to act, or are we "believing" that we have already received Him according to His Promise? The story of the young woman with appendicitis taught us that you can be very close to a miracle and still lose it if you stay in the realm of hope. Faith is not a mental effort. The prophet was clear when he said, and I quote from paragraph 132: "It is not what you strive to make yourself believe ... Faith is that true. It's an act of certainty, you know that."
And third, and perhaps most urgent for us today, is the call to have our spiritual eyes open to recognize God's gifts and visitation in our day. Brother Branham warned that thousands of people are being passed on His gift, because they don't understand how God works. He reminds us that God always bears witness to His True Servants and His Gifts. Our responsibility is to believe that testimony. He said, I quote from paragraph 151, "And if I speak to you about a gift of Divine healing and God does not testify of it, leave it there, it is wrong; but if God testifies to that, believe that it is God's gift to you.
Brother Branham concluded his message with a fervent plea, a prayer that resonates to this day. He prayed that people would put aside their doubts and come to receive what God had provided for them, he said, "May they come to realize that this is the apostolic time for them. This is the hour when what they have asked for is already present: the Holy Spirit in the form of healing for their bodies."
May this same Revelation fall upon each of us right now. May we no longer strive to believe, but simply enter into the rest of faith, resting in the certainty that His Word is the Substance, the Evidence, the final Reality of all that He has promised.
Let us pray: Heavenly Father, in the Name of Jesus Christ, we come before Your Throne of Grace with grateful hearts. We thank You for Your Eternal Word, which never fails. Thank you for this message, "Faith Is the Substance," which clears our minds and builds up our souls.
Lord, we ask Your forgiveness for the times we have confused hope with faith. Forgive us for doubting Your Promises and walking by sight, trusting more in our five mortal senses than in the Sixth Sense of faith You have given us.
Father, we pray as Your Servant prayed, that we would set aside all skeptical thoughts. Remove the veils of doubt, tradition, and reasoning from our eyes. Let us recognize our day and the Visitation of your Holy Spirit. Help us to see and receive the Gifts You have placed in the Body of Christ for our edification and healing.
At this moment, Lord, we made a decision. We move from the kingdom of hope to the kingdom of faith. We do not expect to be healed, we believe that by Your Wounds we were healed. We do not expect to be free, we believe that whom the Son frees is truly free. We don't expect to have the victory, we believe that we are already more than conquerors through the One who loved us.
May the Substance of Your Word be formed in every heart that hears. May the evidence of what is not seen become the greatest reality of our lives. May Your Power be manifested, healing the sick, setting captives free, and bringing miracles, not for the glory of any man, but for the testimony of Your Grace and for Your Eternal Glory. Amen!
Thank you for joining us on "The Spoken Word of God." Meditate on these truths, and may the Lord bless you richly. God continue to bless you. Amen!
Hymn:
"The Substance of Faith"
Written by: Brother Francisco Velázquez Cruz
(A)
My eyes see the natural world,
My hands touch what is material.
With five senses I can perceive,
But there is a kingdom that makes me live.
It is not by sight, nor by feeling,
It is a sixth sense that comes from You.
More real than air, truer than the sun,
Faith connects me to God.
(Chorus)
Oh, faith is the substance of what I hoped for!
The firm evidence in which I anchored myself.
It's not a longing, it's not an emotion,
It's the certainty in my heart.
The sixth sense that pleases the Lord,
Faith is victory, it is my Redeemer.
What is not seen, my soul already has,
It is the substance that sustains me!
(B)
Hope looks and says, "Maybe it will be,"
But faith anchors itself and says, "It is done."
Like that young woman on the verge of death,
That her hope did not make her live.
Until he believed the Word of Truth,
And his faith brought him complete healing.
It's not striving to believe,
It is resting in His great power.
(Chorus)
Oh, faith is the substance of what I hoped for!
The firm evidence in which I anchored myself.
It's not a longing, it's not an emotion,
It's the certainty in my heart.
The sixth sense that pleases the Lord,
Faith is victory, it is my Redeemer.
What is not seen, my soul already has,
It is the substance that sustains me!
(C)
Thou didst send Moses, Thy gift of deliverance,
And in Jesus Christ, to the world a Savior.
By Peter thou didst work with power and anointing,
And today you testify of Your provision.
For every gift that comes from Your altar,
Your own Spirit will vindicate it.
It is not the work of men, it is Your will,
A gift from heaven to humanity.
(Chorus)
Oh, faith is the substance of what I hoped for!
The firm evidence in which I anchored myself.
It's not a longing, it's not an emotion,
It's the certainty in my heart.
The sixth sense that pleases the Lord,
Faith is victory, it is my Redeemer.
What is not seen, my soul already has,
It is the substance that sustains me!
(Bridge)
I recognize my day, the time is here
What I have asked for, you have brought to me.
All skeptical doubt has to go,
For Your Word makes me live.
This is the time, the apostolic age,
I receive the gift of Your prodigal hand!
(Final)
It is the substance that sustains me!
Amen.
Introduction
Que la paix de notre Seigneur Jésus-Christ soit sur vous tous, chers auditeurs ! Bienvenue une fois de plus dans un nouvel épisode du podcast « La parole parlée de Dieu ».
Dans cet épisode, nous voyagerons dans le temps, un peu plus loin que l'année 1951, précisément jusqu'au samedi 12 avril 1947, à l'auditorium municipal d'Oakland, en Californie, aux États-Unis d'Amérique. Nous nous plongerons dans un puissant sermon prêché par le prophète de Dieu, Frère William Marrion Branham, intitulé : « LA FOI EST LA SUBSTANCE ».
Au début de ce service, le cœur de Frère Branham était lourd et heureux à son tour, lorsqu'il mentionna qu'ils recevaient du nouveau matériel d'enregistrement. Mais, d'un autre côté, il venait d'un emploi du temps épuisant, se déplaçant de ville en ville presque sans repos. Il le décrit lui-même ainsi : « Nous savons à peine tous les soirs où nous allons être », et il ajoute : « avec cela, cela fait presque six mois que je suis absent jour et nuit ». Ce mouvement constant l'empêchait de créer l'environnement propice à l'augmentation de la foi des gens, car il disait que juste au moment où les gens « arrivent au stade du réveil où ils peuvent être guéris... Puis ils mettent fin à la réunion. (Citation des paragraphes 2 et 7)
Malgré sa lassitude et le grand sacrifice personnel qu'il avait dû faire loin de sa maison et de sa famille, son but était clair et inébranlable. Il a dit à l'assemblée, je cite le paragraphe 10 : « Alors, je veux vous parler ce soir juste pour prendre un peu de temps et enseigner la Parole de foi, et pour que vous sachiez comment vous approcher de Dieu. » Son désir était que les gens reçoivent sa guérison.
Ce message est donc né d'un profond désir pastoral de doter les croyants d'une compréhension correcte de la foi. Frère Branham savait que beaucoup parlent de la foi, mais peu la comprennent vraiment. Il a dit, et je cite le paragraphe 11 : « Il y a beaucoup de ces grandes questions profondes que les gens disent connaître en grande quantité, mais en fin de compte, ils en savent très peu. »
Pour établir une base solide et inébranlable, il se tourne directement vers la Parole de Dieu. Il nous rappelle, et je cite le paragraphe 32 : « ... mes paroles ne sont que les paroles d'un mortel, elles échoueront, mais la Parole de Dieu ne faillira jamais, Elle est toujours vraie.
Et avec cela, lisez le passage clé de son message, qui se trouve dans le livre des Hébreux, chapitre 11. Lisons ensemble cette puissante écriture dans les versets 1 à 3 :
1 La foi est donc la substance des choses qu'on espère, la démonstration des choses qu'on ne voit pas.
2 Car c'est par elle que les anciens ont obtenu un témoignage.
3 Par la foi, nous comprenons que les siècles ont été composés par la parole de Dieu, faite de ce qui est visible, de ce qui n'a pas été vu.
Ce message est un fondement crucial pour chaque croyant. Frère Branham, avec une onction spéciale, décompose ce qu'est la vraie foi biblique, en la différenciant de la simple espérance ou de l'imagination. Préparez-vous à ce que votre foi soit édifiée et que votre intelligence soit éclairée.
Commencer.
Frère Branham nous emmène maintenant au cœur de son enseignement, en exposant une définition de la foi qui est à la fois simple et profondément puissante. Il explique que notre corps naturel est régi par cinq sens : la vue, l'ouïe, le goût, l'odorat et le toucher. Ces sens sont ce qui nous donne la connaissance et la certitude du monde matériel. Mais la foi, nous dit-il, opère sur un plan supérieur. C'est un sixième sens, un sens spirituel qui est plus sûr et plus direct que n'importe lequel de nos sens naturels.
Écoutons les propres paroles de Frère Branham, je cite le paragraphe 110 : « La foi est le sixième sens, connu de certaines personnes, si vous voulez... La télépathie mentale ou peu importe comment vous voulez l'appeler, ou comment vous voulez l'appeler, beaucoup d'entre eux l'appellent par son nom, mais pour moi, c'est la foi. Et il est là et il est au-dessus des cinq sens du corps humain. Vous voyez ce que je veux dire ?
Pour que la congrégation puisse saisir cette vérité vitale, il l'a illustrée d'une manière très pratique et mémorable. Il a utilisé les cinq sens pour montrer à quel point ils sont simples et sûrs, puis il a comparé cette assurance à la foi.
Par exemple, en ce qui concerne le sens de la vue, il regarde une sœur dans le public et dit, je cite le paragraphe 116 : « Maintenant, regardez, les amis, je veux vous montrer quelque chose. Je crois qu'il y a une–une femme qui se tient devant moi. Pourriez-vous me dire que j'ai tort ?
Puis, il ferme les yeux et se sert de sa main, démontrant la certitude du toucher, je cite le paragraphe 119 : « Je peux dire que c'est une femme, elle porte un chapeau de femme, elle a des cheveux de femme, c'est une main de femme, je sais que c'est une femme, parce que je la sens. Pensez-vous que vous pourriez me convaincre du contraire ? Hé? C'est quelque chose de direct, je sais, que c'est une femme. Je lui tourne le dos, mais je sais que c'est une femme. Viens ici? Parce que le sens du toucher me dit qu'il y a une femme là-bas. Vous voyez ce que je veux dire ?
Il a continué avec le goût, a pris un verre de jus et a dit, je cite le paragraphe 124 : « C'était du jus d'orange. » Plus loin, Frère Branham dit, aux paragraphes 125-126 : « Je suis sûr que c'était du jus d'orange, ça n'aurait pas été du citron, ça n'aurait pas été du pamplemousse, ça n'aurait pas été du pamplemousse, c'était du jus d'orange, pour le sens du goût, je ne l'ai pas senti, je ne l'ai pas entendu, je ne l'ai pas touché, je ne l'ai pas vu, et pourtant je ne l'ai pas vu. Mon sens du goût m'a dit que c'était du jus d'orange. Pensez-vous que j'ai raison ? Certainement. Pourquoi? Le sens du goût a prouvé qu'il s'agissait de jus d'orange. Maintenant, peu importe combien ils me disent que c'était de l'eau, je sais que c'est du jus d'orange, je l'ai essayé. Viens ici? Vous. Autant le goûter, et si vous avez le sens du goût, vous pourrez le goûter. Je le reconnaîtrais de la même manière. Et si vous avez la foi, vous savez de quoi je parle.
Il faisait de même avec son odorat lorsqu'il sentait le parfum et avec son oreille lorsqu'il écoutait la musique du piano. Dans chaque cas, l'évidence des sens était absolue, indéniable.
Après avoir établi cette fondation, le prophète ramène le point culminant à la maison. Il explique que la foi fonctionne exactement de la même manière dans le domaine spirituel. La foi n'a pas besoin de la confirmation des cinq sens naturels. En fait, la foi est confirmation. C'est la preuve elle-même.
Le prophète le résume ainsi, je cite la première partie du paragraphe 130 : « Or, il y a les cinq sens du corps. Maintenant, c'est une chose sûre, n'est-ce pas ? Vous savez quand ils se manifestent, vous le savez. Maintenant, vous regardez une congrégation, vous savez que vous me regardez. Eh bien, mes amis, « la foi » la voici : « la foi est la substance des choses qu'on espère, l'évidence des choses qu'on ne voit pas ». C'est sûr. Vous savez, il n'y a pas besoin que quelqu'un vous en dise plus, c'est tout aussi dit que pour n'importe lequel de ces cinq autres sens du corps.
C'est pourquoi la Parole de Dieu nous enseigne dans 2 Corinthiens 5:7 :
7(Car nous marchons par la foi, non par la vue)...
Marcher par la foi, c'est se mouvoir avec une certitude aussi réelle que celle que la vue nous donne, mais basée sur une faculté supérieure : notre sixième sens spirituel qui s'accroche à la promesse de Dieu comme à un fait accompli.
Point 2 : La différence cruciale entre l'espérance et la foi
Ayant établi que la foi est un sixième sens de la certitude spirituelle, Frère Branham s'attaque maintenant à l'une des confusions les plus courantes dans le monde chrétien : la différence entre l'espérance et la foi. Beaucoup de croyants confondent l'espérance avec la foi. Frère Branham dissipe cette confusion d'une manière magistrale. L'espérance est un élément fondamental, mais la foi est à un niveau beaucoup plus élevé. La foi, comme le dit l'Écriture, est la substance, la réalité tangible, de ce que vous espérez.
Pour illustrer cela, il raconte une histoire puissante d'une affaire de vie ou de mort. Une nuit, épuisé après un service, un jeune homme le chercha désespérément pour aller prier pour sa sœur de dix-sept ans qui se mourait d'une appendicite. À son arrivée, le prophète trouva la jeune femme dans un état terrible, le côté enflé et rouge, et son appendice éclaté. Il savait qu'elle ne survivrait pas au voyage de près de soixante-cinq kilomètres (soit environ 40 miles) jusqu'à l'hôpital le plus proche.
La jeune fille, dans son désespoir, fit profession d'y croire. Elle a dit à Frère Branham, et je cite le paragraphe 70 : « Oh, oui, je crois ! » Il a dit : « Je-je-je crois ! » Il a dit : « Je me fiche de ce que dit mon église... Je crois, je crois.
C'est là que le prophète de Dieu, avec le don de discernement, a pu regarder au-delà de ses paroles et voir le véritable état de son cœur. Il lui a répondu avec amour, mais avec une honnêteté qui était nécessaire pour sauver sa vie, je cite le paragraphe 78 : « Ma sœur, je n'ai pas l'intention de vous blesser, mais vous... vous. Il n'y croit pas.
Frère Branham explique la situation à l'auditoire d'Oakland de cette façon, je cite le paragraphe 77 : « Maintenant, écoutez, voici où je veux venir à vous avec ceci : La jeune fille pensait qu'elle croyait, tout comme beaucoup d'entre vous qui descendez dans cette ligne ce soir, vous pensez que vous croyez, mais elle n'a pas cru. »
Il éclaire le point crucial, je cite ensuite au paragraphe 80 : « Maintenant, regardez, elle avait de l'espoir. Mais la foi est la substance des choses qu'on espère, l'évidence des choses qu'on ne voit pas. Elle s'attendait à être guérie, elle voulait être guérie, mais elle n'avait pas la substance de la foi, la certitude absolue que c'était déjà fait.
Pour l'aider à traverser ce pont de l'espoir à la foi, le prophète a utilisé une illustration. Il a vu un petit bracelet suspendu à une ficelle dans la chambre et il lui a dit, je cite le paragraphe 89 : « Maintenant, si tu crois de tout ton cœur, et que tu me prouves que tu as la foi, regarde maintenant ce bracelet, et il est là suspendu en l'air, et fais tourner ce bracelet dans la chambre, puis fais-le balancer d'avant en arrière dans la pièce, puis arrête-le, et je croirai que tu as la foi.
La réponse de la jeune femme révéla sa véritable position. Elle a dit, je cite le paragraphe 91 : « Eh bien, Frère Branham, personne ne pouvait faire cela. » Avec cette déclaration, elle a elle-même admis qu'elle ne croyait pas que « tout est possible pour ceux qui croient ». Le prophète a ensuite expliqué le fondement biblique, lui rappelant les paroles de notre Seigneur Jésus-Christ, dans Marc 11:23, qui dit :
23 Car en vérité, je vous le dis, quiconque dira à cette montagne : Retirez-vous, et jetez-vous dans la mer, et vous ne douterez pas dans son cœur, mais vous croirez que ce qu'il a dit sera fait, ce qu'il dira lui sera fait.
Frère Branham a expliqué que si une foi de la taille d'un grain de moutarde – une foi pure non mélangée au doute – pouvait déplacer une montagne, il fallait certainement une foi beaucoup plus petite pour déplacer ce bracelet. C'est alors que la révélation atteignit le cœur de la jeune fille. Elle a finalement compris et a dit, je cite le paragraphe 106 : « Frère Branham, je sais vraiment qu'il y a quelque chose au-delà de ce que j'ai atteint. » Elle a dit : « J'essaierai de tout mon cœur, et que Dieu ait pitié de moi. » Elle a dit : « Laissez-moi croire. »
À l'instant où elle est passée de l'espoir à la foi authentique, le miracle s'est produit. Frère Branham lui a pris la main, la vibration de la maladie a cessé immédiatement, et il lui a dit, je cite le paragraphe 107 : « Que Dieu vous bénisse, soeur, votre foi vous a maintenant sauvée. » La jeune femme a été guérie si complètement qu'elle s'est levée et a bu un demi-litre de crème glacée, et n'a jamais eu besoin du scalpel d'un chirurgien.
Cette histoire nous enseigne que la foi n'est pas un effort mental, ce n'est pas essayer de se faire croire quelque chose. C'est une possession. C'est savoir que vous avez. Le prophète le souligne, et je cite le paragraphe 44 : « La foi est la substance des choses qu'on espère, l'évidence des choses qu'on ne voit pas. Vous voyez, c'est une substance, c'est quelque chose de direct, quelque chose que vous avez vraiment, pas quelque chose que vous imaginez, quelque chose que vous pensez avoir, mais c'est un acte direct, certain que vous avez.
L'Écriture dans Marc 11:24 nous dit :
24 C'est pourquoi je vous dis : Tout ce que vous demanderez dans la prière, croyez que vous le recevrez, et qu'il viendra à vous.
Remarquez, c'est au présent : « Tout ce que vous demandez dans la prière, croyez », c'est la substance, la certitude qui dépasse la simple espérance.
Point 3 : Dieu témoigne toujours de ses dons
Chers auditeurs, approfondissons encore plus ce principe fondamental, car Frère Branham y consacre une partie importante de son sermon, voulant s'assurer que personne ne perd ce que Dieu fait. Le principe est que Dieu rend toujours témoignage de ses dons, et il est crucial de comprendre la nature de ce témoignage et notre responsabilité envers lui.
Tout d'abord, le prophète insiste sur le fait que le témoignage de Dieu ne glorifie jamais l'homme. Le Don est divin, même s'il opère à travers un vaisseau humain. En parlant du Christ, le Don Parfait, Frère Branham cite l'attitude du Seigneur Jésus lui-même : « Ce n'est pas Moi, c'est Mon Père qui habite en Moi. » C'est la marque d'un véritable Don de Dieu : il n'attire pas l'attention sur l'instrument, mais sur le Dieu qui agit à travers l'instrument. C'est Dieu en Jésus-Christ, Dieu en Moïse, Dieu en Pierre. Le peuple du temps des apôtres l'a compris. Ils ne se sont pas couchés dans l'ombre de « Simon le pêcheur », mais dans l'ombre de l'homme en qui ils ont reconnu le Don de Guérison envoyé par Dieu.
Sachant cela, Frère Branham exprime un fardeau sur la façon dont les gens modernes, comme dans le passé, ne parviennent souvent pas à reconnaître le mouvement de Dieu. Il dit tristement, et je cite le paragraphe 144 : « Maintenant, regardez, soyez des amis silencieux, Moïse, le libérateur lui-même, le don de Dieu au peuple, ils ne l'ont pas compris. »
Ensuite, il apporte cet avertissement directement à cette congrégation à ce moment-là, et à nous aujourd'hui, je cite les paragraphes 164-165 : « Et aujourd'hui, il semble certainement qu'une personne n'aurait pas besoin de s'approcher plus près que vous ne l'êtes en ce moment pour savoir de quoi je parle. Très bien, mais la plupart négligent. Et, mes amis, je vous aime et je veux vous voir vous rétablir. Eh bien, quand ils ont demandé un libérateur, Dieu a envoyé le libérateur, et ils ne l'ont pas vu. Moïse était un don de Dieu à Israël. Le croyez-vous ?
La tragédie, explique-t-il, c'est que les gens réclament à grands cris l'intervention divine, mais lorsque Dieu répond de la manière qu'il a choisie – par le biais d'un don dans son Église – beaucoup l'ignorent parce qu'il n'est pas livré dans l'emballage qu'ils attendaient.
De plus, le prophète souligne que le témoignage de Dieu n'est pas limité par les barrières confessionnelles que les hommes ont créées. Le don de Dieu n'est pas pour un seul groupe ; C'est pour tout croyant qui a la foi. Il déplore la division dans le Corps du Christ, je cite le paragraphe 158 : « Si c'est dans une... une seule Église unitaire, la trinité ne viendra pas ; S'il s'agit d'une église de la Trinité, l'unité ne viendra pas ; Si c'est dans une église méthodiste, les baptistes ne viendront pas ; Dans l'Église baptiste, les méthodistes ne viennent pas.
Mais le témoignage de Dieu fait tomber ces barrières. La condition pour recevoir n'est pas l'appartenance à une organisation, mais la foi en Dieu. Frère Branham déclare avec insistance, je cite le paragraphe 160 : « Frère, par un seul Esprit, nous sommes tous baptisés dans un seul Corps, c'est vrai, peu importe qui vous êtes et où que vous soyez. Peu importe l'organisation dont vous procédez... il faut avoir foi en Dieu.
Et c'est pourquoi les témoignages que Dieu donne sont si puissants, parce qu'ils viennent souvent à des gens en dehors des cercles établis pour les attirer. Pensons aux détails de la femme à Houston. Ce n'était pas seulement un rêve ; C'était l'aboutissement d'une promesse. Son père avait été « un prédicateur méthodiste de longue date » qui prêchait qu'« un jour, Dieu rendrait les dons à l'Église pour les païens. comme Il l'a fait pour les Juifs. Le témoignage de Dieu lui-même confirmait la foi d'un prédicateur qui était déjà parti pour la gloire !
Ou considérez le contexte de l'homme aveugle à Camden, dans l'Arkansas. À cette époque et à cet endroit, il y avait une forte ségrégation raciale. Frère Branham explique, je cite le paragraphe 192 : « Dans l'Arkansas encore, si vous serrez la main d'un homme de couleur, ils vous mettront en prison. » Cependant, le témoignage de Dieu dans un rêve ignorait complètement les lois des hommes et les barrières des préjugés pour atteindre une âme nécessiteuse. Quand le prophète entendit l'homme crier, et malgré ses compagnons qui l'exhortaient à continuer, il s'arrêta. Parce que le témoignage de Dieu a plus d'autorité que les coutumes ou les lois humaines.
Enfin, cela nous amène à notre propre responsabilité. Le témoignage de Dieu exige une réponse de notre part. Nous ne pouvons pas être des observateurs passifs. Notre foi doit être activée pour recevoir le Don. Frère Branham résume tout cela dans cette déclaration puissante, je cite le paragraphe 176 : « Si vous, de la manière dont vous Le respectez en le croyant, Dieu témoignera de Ses Dons. C'est vrai.
Le témoignage de Dieu est présent. La question que ce sermon nous pose est la suivante : avons-nous le respect et la foi pour le croire et le recevoir ?
Conclusion et application
Et donc, chers auditeurs, nous arrivons à la fin de notre critique du message « La foi est la substance ». Ce sermon est aussi pertinent aujourd'hui qu'il l'était dans cet auditorium d'Oakland en 1947, parce que la Parole de Dieu et les principes de la foi sont éternels. Qu'est-ce que nous prenons dans notre cœur ?
Premièrement, que la vraie foi n'est pas une émotion passagère ou un vague espoir. C'est une certitude spirituelle, un sixième sens. C'est, comme l'a dit Frère Branham, plus sûr que nos sens naturels. Il s'est exclamé, et je cite le paragraphe 135 : « L'homme naturel peut avoir tort, mais Dieu ne peut pas avoir tort. Oh, mon Dieu! Eh bien, cela nous ferait commencer à crier. La foi, c'est prendre Dieu dans sa Parole avec une conviction si absolue que la promesse devient une réalité dans notre âme avant qu'elle ne se manifeste sous nos yeux.
Deuxièmement, nous avons appris à examiner notre cœur : attendons-nous simplement que Dieu agisse, ou croyons-nous que nous l'avons déjà reçu selon sa promesse ? L'histoire de la jeune femme atteinte d'appendicite nous a appris que l'on peut être très proche d'un miracle et le perdre quand même si l'on reste dans le domaine de l'espoir. La foi n'est pas un effort mental. Le prophète a été clair lorsqu'il a dit, et je cite le paragraphe 132 : « Ce n'est pas ce que vous vous efforcez de vous faire croire... La foi est cela vraie. C'est un acte de certitude, vous le savez.
Et troisièmement, et peut-être le plus urgent pour nous aujourd'hui, est l'appel à avoir nos yeux spirituels ouverts pour reconnaître les dons et la visitation de Dieu à notre époque. Frère Branham a averti que des milliers de personnes sont transmises sur Son don, parce qu'elles ne comprennent pas comment Dieu travaille. Il nous rappelle que Dieu rend toujours témoignage à ses vrais serviteurs et à ses dons. Notre responsabilité est de croire ce témoignage. Il a dit, je cite le paragraphe 151 : « Et si je vous parle d'un don de la guérison divine et que Dieu n'en témoigne pas, laissez-le là, c'est mal ; mais si Dieu en témoigne, croyez que c'est un don de Dieu pour vous.
Frère Branham a conclu son message par un plaidoyer fervent, une prière qui résonne encore aujourd'hui. Il a prié pour que les gens mettent de côté leurs doutes et viennent recevoir ce que Dieu leur a fourni, il a dit : « Puissent-ils se rendre compte que c'est le temps apostolique pour eux. C'est l'heure où ce qu'ils ont demandé est déjà présent : l'Esprit Saint sous forme de guérison pour leurs corps.
Que cette même Révélation tombe sur chacun de nous dès maintenant. Puissions-nous ne plus chercher à croire, mais simplement entrer dans le repos de la foi, en nous reposant dans la certitude que Sa Parole est la Substance, l'Évidence, la Réalité finale de tout ce qu'Il a promis.
Prions : Père céleste, au Nom de Jésus-Christ, nous nous présentons devant Ton Trône de Grâce avec des cœurs reconnaissants. Nous Te remercions pour Ta Parole Éternelle, qui ne faillit jamais. Merci pour ce message, « La foi est la substance », qui éclaircit nos esprits et édifie nos âmes.
Seigneur, nous Te demandons pardon pour les fois où nous avons confondu l'espérance avec la foi. Pardonne-nous de douter de tes promesses et de marcher par la vue, en faisant plus confiance à nos cinq sens mortels qu'au sixième sens de la foi que tu nous as donné.
Père, nous prions comme Ton serviteur a prié, que nous mettions de côté toute pensée sceptique. Ôtez de nos yeux le voile du doute, de la tradition et du raisonnement. Célébrons notre journée et la Visitation de ton Esprit Saint. Aide-nous à voir et à recevoir les Dons que Tu as placés dans le Corps du Christ pour notre édification et notre guérison.
À ce moment-là, Seigneur, nous avons pris une décision. Nous passons du royaume de l'espérance au royaume de la foi. Nous ne nous attendons pas à être guéris, nous croyons que par Tes Plaies nous avons été guéris. Nous n'attendons pas d'être libres, nous croyons que celui que le Fils libère est vraiment libre. Nous ne nous attendons pas à avoir la victoire, nous croyons que nous sommes déjà plus que vainqueurs par Celui qui nous a aimés.
Que la substance de ta Parole soit formée dans chaque cœur qui écoute. Que l'évidence de ce qui n'est pas vu devienne la plus grande réalité de nos vies. Que Ta Puissance se manifeste, guérissant les malades, libérant les captifs et accomplissant des miracles, non pour la gloire d'un homme, mais pour le témoignage de Ta Grâce et pour Ta Gloire Éternelle. Amen!
Merci de vous joindre à nous sur « La Parole Parlée de Dieu ». Méditez sur ces vérités et que le Seigneur vous bénisse abondamment. Que Dieu continue de vous bénir. Amen!
Hymne:
« L'essence de la foi »
Écrit par : Frère Francisco Velázquez Cruz
(A)
Mes yeux voient le monde naturel,
Mes mains touchent ce qui est matière.
Avec cinq sens, je peux percevoir,
Mais il y a un royaume qui me fait vivre.
Ce n'est pas par la vue, ni par le sentiment,
C'est un sixième sens qui vient de Toi.
Plus réel que l'air, plus vrai que le soleil,
La foi me relie à Dieu.
(Refrain)
Oh, la foi est la substance de ce que j'espérais !
L'évidence solide dans laquelle je me suis ancré.
Ce n'est pas une envie, ce n'est pas une émotion,
C'est la certitude dans mon cœur.
Le sixième sens qui plaît au Seigneur,
La foi est victoire, elle est mon Rédempteur.
Ce qui n'est pas vu, mon âme l'a déjà,
C'est la substance qui me soutient !
(B)
Hope regarde et dit : « Peut-être que ce sera le cas. »
Mais la foi s'ancre et dit : « C'est fait. »
Comme cette jeune femme à l'article de la mort,
Que son espoir ne l'a pas fait vivre.
Jusqu'à ce qu'il ait cru à la Parole de Vérité,
Et sa foi lui a apporté la guérison complète.
Ce n'est pas s'efforcer de croire,
Il repose dans sa grande puissance.
(Refrain)
Oh, la foi est la substance de ce que j'espérais !
L'évidence solide dans laquelle je me suis ancré.
Ce n'est pas une envie, ce n'est pas une émotion,
C'est la certitude dans mon cœur.
Le sixième sens qui plaît au Seigneur,
La foi est victoire, elle est mon Rédempteur.
Ce qui n'est pas vu, mon âme l'a déjà,
C'est la substance qui me soutient !
(C)
C'est toi qui as envoyé Moïse, ton don de délivrance,
Et en Jésus-Christ, au monde, un Sauveur.
C'est par Pierre que tu as travaillé avec puissance et onction,
Et aujourd'hui, tu témoignes de ta disposition.
Pour chaque don qui vient de ton autel,
Votre propre Esprit le justifiera.
Ce n'est pas l'œuvre des hommes, c'est Ta volonté,
Un cadeau du ciel à l'humanité.
(Refrain)
Oh, la foi est la substance de ce que j'espérais !
L'évidence solide dans laquelle je me suis ancré.
Ce n'est pas une envie, ce n'est pas une émotion,
C'est la certitude dans mon cœur.
Le sixième sens qui plaît au Seigneur,
La foi est victoire, elle est mon Rédempteur.
Ce qui n'est pas vu, mon âme l'a déjà,
C'est la substance qui me soutient !
(Pont)
Je reconnais ma journée, le moment est venu
Ce que j'ai demandé, c'est vous qui me l'avez apporté.
Tout doute sceptique doit disparaître,
Car Ta Parole me fait vivre.
C'est le temps, l'ère apostolique,
Je reçois le don de Ta main prodigue !
(Finale)
C'est la substance qui me soutient !
Amen.
Introdução
A paz de nosso Senhor Jesus Cristo esteja com todos vocês, amados ouvintes! Bem-vindo mais uma vez a um novo episódio do podcast "A Palavra Falada de Deus ".
Neste episódio, vamos viajar no tempo, um pouco mais do que o ano de 1951, precisamente para sábado, 12 de abril de 1947, ao Auditório Municipal de Oakland, Califórnia, Estados Unidos da América. Mergulharemos em um poderoso sermão pregado pelo profeta de Deus, irmão William Marrion Branham, intitulado: "A FÉ É A SUBSTÂNCIA".
No início deste culto, o coração do irmão Branham estava pesado e feliz, por sua vez, quando ele mencionou que eles estavam recebendo um novo equipamento de gravação. Mas, por outro lado, ele veio de uma agenda exaustiva, mudando de cidade em cidade quase sem descanso. Ele mesmo o descreve assim: "Quase não sabemos todas as noites onde vamos estar", e acrescenta: "com isso são seis meses que estive fora dia e noite, quase". Esse movimento constante tornou difícil para ele estabelecer o ambiente adequado para a fé das pessoas se elevar, pois ele disse que justamente quando as pessoas "estão chegando ao estágio de reavivamento onde podem ser curadas ... então eles terminam a reunião." (Citando os parágrafos 2 e 7)
Apesar de seu cansaço e do grande sacrifício pessoal de estar longe de sua casa e família, seu propósito era claro e inabalável. Ele disse à congregação, cito o parágrafo 10: "Então, eu quero falar com vocês esta noite apenas para dedicar um pouco de tempo e ensinar a Palavra da fé, e para que vocês saibam como se aproximar de Deus". Seu desejo era que as pessoas recebessem sua cura.
Esta mensagem, portanto, nasce de um profundo desejo pastoral de dotar os crentes da correcta compreensão da fé. O irmão Branham sabia que muitos falam sobre fé, mas poucos realmente a entendem. Ele disse, e cito o parágrafo 11: "Há muitas dessas grandes questões profundas sobre as quais as pessoas dizem que sabem muito, mas quando se trata disso, elas sabem muito pouco sobre isso".
Para estabelecer um alicerce sólido e inabalável, ele se volta diretamente para a Palavra de Deus. Ele nos lembra, e cito o parágrafo 32: "... minhas palavras são apenas as palavras de um mortal, elas falharão, mas a Palavra de Deus nunca falhará, Ela é sempre verdadeira.
E com isso, leia a passagem-chave de sua mensagem, que se encontra no livro de Hebreus, capítulo 11. Vamos ler juntos esta poderosa escritura nos versículos 1 a 3:
1 A fé é, pois, o firme fundamento das coisas que se esperam, e a manifestação das coisas que não se veem.
2 Pois por meio dela os anciãos alcançaram testemunho.
3 Pela fé entendemos que os séculos foram compostos pela palavra de Deus, sendo feito o que se vê, do que não se viu.
Esta mensagem é uma base crucial para todo crente. O irmão Branham, com uma unção especial, detalha o que é a verdadeira fé bíblica, diferenciando-a da mera esperança ou imaginação. Prepare-se para que sua fé seja edificada e seu entendimento iluminado.
Começar.
O irmão Branham agora nos leva ao coração de seu ensinamento, estabelecendo uma definição de fé que é simples e profundamente poderosa. Ele explica que nosso corpo natural é governado por cinco sentidos: visão, audição, paladar, olfato e tato. Esses sentidos são o que nos dão conhecimento e certeza sobre o mundo material. Mas a fé, ele nos diz, opera em um plano superior. É um sexto sentido, um sentido espiritual que é mais seguro e direto do que qualquer um de nossos sentidos naturais.
Vamos ouvir as próprias palavras do irmão Branham, cito o parágrafo 110: "A fé é o sexto sentido, conhecido por algumas pessoas, se você quiser... Telepatia mental ou o que você quiser chamar, ou quiser chamá-lo, muitos deles chamam pelos nomes, mas para mim é fé. E está lá e está acima dos cinco sentidos do corpo humano. Vê o que quero dizer?"
Para que a congregação compreendesse essa verdade vital, ele a ilustrou de modo bem prático e memorável. Ele usou os cinco sentidos para mostrar como eles são diretos e seguros, e então comparou essa certeza com a fé.
Por exemplo, sobre o sentido da visão, ele olha para uma irmã na platéia e diz, cito o parágrafo 116: "Agora, olhe, amigos, quero mostrar uma coisa. Eu creio que há uma – uma mulher de pé na minha frente. Você poderia me dizer que estou errado?"
Em seguida, ele fecha os olhos e usa a mão, demonstrando a certeza do toque, cito o parágrafo 119: "Posso dizer que é uma mulher, ela está usando um chapéu de mulher, ela tem cabelo de mulher, é mão de mulher, eu sei que é uma mulher, porque eu a sinto. Você acha que poderia me convencer do contrário? Ei? É algo direto, eu sei, que é uma mulher. Eu estou de costas para ela, mas sei que ela é uma mulher. Vem cá? Porque o sentido do tato me diz que há uma mulher lá. Vê o que quero dizer?"
Ele continuou com o sabor, pegou um copo de suco e disse, cito o parágrafo 124: "Isso foi suco de laranja". Mais tarde, o irmão Branham diz, nos parágrafos 125-126: "Tenho certeza de que era suco de laranja, não teria sido limão, não teria sido toranja, não teria sido toranja, era suco de laranja, para o sentido do paladar, eu não cheirei, não ouvi, não toquei, não vi, mas não vi. Meu paladar me disse que era suco de laranja. Você acha que eu estou certo? Certamente é. Por que? O paladar provou que era suco de laranja. Agora, não importa o quanto me digam que era água, eu sei que é suco de laranja, eu tentei. Vem cá? Você. Você também pode prová-lo e, se tiver paladar, poderá prová-lo. Eu o reconheceria da mesma maneira. E se você tem fé, sabe do que estou falando."
Ele fez o mesmo com o olfato ao cheirar perfume e com o ouvido ao ouvir a música do piano. Em cada caso, a evidência dos sentidos era absoluta, inegável.
Depois de estabelecer esse fundamento, o profeta traz o clímax para casa. Ele explica que a fé funciona exatamente da mesma maneira no reino espiritual. A fé não precisa da confirmação dos cinco sentidos naturais. Na verdade, a fé é confirmação. É a própria evidência.
O profeta resume assim, cito a primeira parte do parágrafo 130: "Agora, existem os cinco sentidos do corpo. Agora, eles são uma coisa certa, certo? Você sabe quando eles se manifestam, você sabe disso. Agora você está olhando para uma congregação, você sabe que está olhando para mim. Bem, amigos, "Fé" aqui está: "a fé é o firme fundamento das coisas que se esperam, a prova das coisas que não se veem". É seguro. Você sabe, não há necessidade de ninguém lhe dizer mais nada sobre isso, é tão declarado quanto com qualquer um desses outros cinco sentidos do corpo.
É por isso que a Palavra de Deus nos ensina em 2 Coríntios 5:7:
7(Porque andamos por fé, não por vista);...
Caminhar pela fé é mover-se com uma certeza tão real como aquela que a vista nos dá, mas baseada em uma faculdade superior: nosso sexto sentido espiritual que se apega à promessa de Deus como um fato consumado.
Ponto 2: A diferença crucial entre esperança e fé
Tendo estabelecido que a fé é um sexto sentido de certeza espiritual, o irmão Branham agora aborda uma das confusões mais comuns no mundo cristão: a diferença entre esperança e fé. Muitos crentes confundem esperança com fé. O irmão Branham esclarece essa confusão de uma maneira magistral. A esperança é um elemento fundamental, mas a fé está em um nível muito mais alto. A fé, como diz a Escritura, é a substância - a realidade tangível - daquilo que você espera.
Para ilustrar isso, ele conta uma história poderosa de um caso de vida ou morte. Uma noite, exausto após um culto, um jovem o procurou desesperadamente para orar por sua irmã de dezessete anos que estava morrendo de apendicite. Ao chegar, o profeta encontrou a jovem em péssimas condições, com o lado inchado e vermelho, e seu apêndice estourou. Ele sabia que ela não sobreviveria à viagem de quase sessenta e cinco quilômetros (que é cerca de 40 milhas) até o hospital mais próximo.
A garota, em seu desespero, professou acreditar. Ela disse ao irmão Branham, e cito o parágrafo 70: "'Oh, sim, eu creio!' Ele disse: 'Eu-eu-eu acredito!' Ele disse: 'Não me importo com o que minha igreja diz ... Eu acredito, eu acredito.'"
Foi aqui que o profeta de Deus, com o dom do discernimento, foi capaz de olhar além de suas palavras e ver a verdadeira condição de seu coração. Ele respondeu a ela com amor, mas com uma honestidade que era necessária para salvar sua vida, cito o parágrafo 78: "Irmã, não é minha intenção ferir seus sentimentos, mas você - você. ele não acredita."
O irmão Branham explica a situação para a audiência de Oakland desta forma, cito o parágrafo 77: "Agora, olhe, aqui é onde eu quero chegar a vocês com isto: A menina pensou que acreditava, assim como muitos de vocês desceram esta linha esta noite, vocês pensam que acreditam, mas ela não acreditou."
Ele esclarece o ponto crucial, passo a citar no parágrafo 80: "Agora veja, ela tinha esperança. Mas a fé é o firme fundamento das coisas que se esperam, a prova das coisas que não se veem." Ela esperava ser curada, queria ser curada, mas não tinha a substância da fé, a certeza absoluta de que já estava feito.
Para ajudá-la a atravessar essa ponte da esperança para a fé, o profeta usou uma ilustração. Ele viu uma pequena pulseira pendurada em uma corda na sala e disse-lhe, cito o parágrafo 89: "'Agora, se você acredita de todo o coração e me prova que tem fé, agora olhe para essa pulseira', e ela está lá pairando no ar, 'e faça essa pulseira dar voltas e voltas na sala, então faça com que ele balance para frente e para trás na sala, e então pare, e eu acreditarei que você tem fé.
A resposta da jovem revelou sua verdadeira posição. Ela disse, cito o parágrafo 91: "Bem, irmão Branham, ninguém poderia fazer isso". Com essa declaração, ela mesma admitiu que não acreditava que "tudo é possível para aqueles que acreditam". O profeta então explicou a base bíblica, lembrando-o das palavras de nosso Senhor Jesus Cristo, em Marcos 11:23, que diz:
23 Porque em verdade vos digo que qualquer que disser a este monte: Retira-te, e lança-te ao mar, e não duvidares no seu coração, mas creres que se fará o que ele disser, o que disser lhe será feito.
O irmão Branham explicou que se a fé do tamanho de um grão de mostarda – uma fé pura não misturada com dúvida – pudesse mover uma montanha, certamente era necessária uma fé muito menor para mover essa pulseira. Foi então que a revelação atingiu o coração da garota. Ela finalmente entendeu e disse, cito o parágrafo 106: "'Irmão Branham, eu realmente sei que há algo além do que eu alcancei.' Ela disse: 'Vou tentar de todo o coração, e que Deus tenha misericórdia de mim'. Ela disse: 'Deixe-me acreditar.'"
No instante em que ela passou da esperança para a fé genuína, o milagre ocorreu. O irmão Branham pegou a mão dela, a vibração da doença cessou imediatamente, e ele disse a ela, cito o parágrafo 107: "Deus te abençoe, irmã, sua fé agora te salvou". A jovem foi curada tão completamente que se levantou e bebeu meio litro de sorvete e nunca precisou do bisturi de um cirurgião.
Esta história nos ensina que a fé não é um esforço mental, não é tentar se fazer acreditar em algo. É uma posse. É saber que você tem. O profeta enfatiza isso, e cito o parágrafo 44: "'A fé é o firme fundamento das coisas que se esperam, a prova das coisas que não se veem'. Veja, é uma substância, é algo direto, algo que você realmente tem, não algo que você imagina, algo que você acha que tem, mas é um ato direto e certo que você tem.
A Escritura em Marcos 11:24 nos diz:
24 Portanto, eu vos digo: Tudo o que pedirdes em oração, crede que o recebereis, e ele virá a vós.
Observe, é no tempo presente: "tudo o que você pedir na oração, acredite", essa é a substância, a certeza que transcende a simples esperança.
Ponto 3: Deus sempre testifica de Seus dons
Queridos ouvintes, vamos nos aprofundar ainda mais neste princípio fundamental, porque o irmão Branham dedica uma parte significativa de seu sermão a ele, querendo ter certeza de que ninguém perde o que Deus está fazendo. O princípio é que Deus sempre presta testemunho de Seus Dons, e é crucial entender a natureza desse testemunho e nossa responsabilidade para com Ele.
Primeiro, o profeta insiste que o testemunho de Deus nunca glorifica o homem. O Dom é Divino, embora opere através de um vaso humano. Ao falar de Cristo, o Dom Perfeito, o irmão Branham cita a própria atitude do Senhor Jesus: "Não sou eu, é meu Pai que habita em mim". Esta é a característica de um verdadeiro Dom de Deus: não chama a atenção para o instrumento, mas para o Deus que opera através do instrumento. É Deus em Jesus Cristo, Deus em Moisés, Deus em Pedro. As pessoas nos dias dos apóstolos entenderam isso. Eles não se deitaram à sombra de "Simão, o pescador", mas à sombra do homem em quem reconheceram o Dom de Cura enviado por Deus.
Sabendo disso, o irmão Branham expressa um fardo de como as pessoas modernas, como no passado, muitas vezes falham em reconhecer o mover de Deus. Ele diz com tristeza, e cito o parágrafo 144: "Agora olhe, sejam amigos silenciosos, Moisés, o próprio libertador, o presente de Deus para o povo, eles não entenderam".
Então ele traz essa advertência diretamente para aquela congregação naquela época, e para nós hoje, cito os parágrafos 164-165: "E hoje, certamente parece que uma pessoa não teria que chegar mais perto do que você está agora para saber do que estou falando. Muito bom, mas a maioria ignora. E, amigos, eu amo vocês e quero vê-los se recuperar. Agora, quando eles pediram um libertador, Deus enviou o libertador, e eles não conseguiram vê-lo. Moisés foi um presente de Deus para Israel. Você acredita nisso?"
A tragédia, explica ele, é que as pessoas clamam por intervenção divina, mas quando Deus responde da maneira que Ele escolheu - por meio de um presente em Sua Igreja - muitos ignoram porque não vem na embalagem que esperavam.
Além disso, o profeta ressalta que o testemunho de Deus não é limitado por barreiras denominacionais que os homens criaram. O Dom de Deus não é para um único grupo; É para todo crente que tem fé. Ele lamenta a divisão no Corpo de Cristo, cito o parágrafo 158: "Se for em uma - uma igreja unitária, a trindade não virá; Se for uma Igreja da Trindade, a unidade não virá; Se for em uma igreja metodista, os batistas não virão; Na Igreja Batista, os metodistas não vêm.
Mas o testemunho de Deus quebra essas barreiras. O requisito para receber não é ser membro de uma organização, mas fé em Deus. O irmão Branham afirma enfaticamente, cito o parágrafo 160: "Irmão, por um Espírito somos todos batizados em um Corpo, certo, não importa quem você seja e onde você esteja. Portanto, não importa de que organização você é... é preciso ter fé em Deus."
E é por isso que os testemunhos que Deus dá são tão poderosos, porque muitas vezes chegam a pessoas fora dos círculos estabelecidos para atraí-las. Vamos pensar nos detalhes da mulher em Houston. Não foi apenas um sonho; Foi o culminar de uma promessa. Seu pai havia sido "um pregador metodista de antigamente" que pregava que "um dia Deus devolveria os dons à Igreja para os gentios. como Ele fez com os judeus". O próprio testemunho de Deus estava confirmando a fé de um pregador que já havia partido para a glória!
Ou considere o contexto do cego em Camden, Arkansas. Naquela época e lugar, havia forte segregação racial. O irmão Branham explica, cito o parágrafo 192: "Ainda no Arkansas, se você apertar a mão de um homem de cor, eles o colocarão na cadeia". No entanto, o testemunho de Deus em um sonho ignorou completamente as leis dos homens e as barreiras do preconceito para alcançar uma alma necessitada. Quando o profeta ouviu o homem gritar, e apesar de seus companheiros insistirem para que ele continuasse, ele parou. Porque o testemunho de Deus tem mais autoridade do que os costumes ou leis humanas.
Finalmente, isso nos leva à nossa própria responsabilidade. O testemunho de Deus exige uma resposta de nós. Não podemos ser observadores passivos. Nossa fé deve ser ativada para receber o Dom. O irmão Branham resume tudo nesta declaração poderosa, cito o parágrafo 176: "Se você, da maneira que você O respeita crendo, Deus testificará de Seus Dons. Isso mesmo."
O testemunho de Deus está presente. A pergunta que este sermão nos deixa é: Temos o respeito e a fé para acreditar e recebê-lo?
Conclusão e aplicação
E assim, amados ouvintes, chegamos ao fim de nossa revisão da mensagem "A fé é a substância". Este sermão é tão relevante hoje quanto foi naquele auditório de Oakland em 1947, porque a Palavra de Deus e os princípios da fé são eternos. O que levamos em nossos corações?
Primeiro, que a verdadeira fé não é uma emoção passageira ou uma vaga esperança. É uma certeza espiritual, um sexto sentido. É, como disse o irmão Branham, mais seguro do que nossos sentidos naturais. Ele exclamou, e cito o parágrafo 135: "O homem natural pode estar errado, mas Deus não pode estar errado. Oh, céus! Bem, isso nos faria começar a gritar." Fé é levar Deus para dentro de Sua Palavra com tal convicção absoluta que a promessa se torna uma realidade em nossa alma antes de se manifestar diante de nossos olhos.
Em segundo lugar, aprendemos a examinar nossos corações. Estamos simplesmente "esperando" que Deus aja, ou estamos "acreditando" que já O recebemos de acordo com Sua Promessa? A história da jovem com apendicite nos ensinou que você pode estar muito perto de um milagre e ainda perdê-lo se permanecer no reino da esperança. A fé não é um esforço mental. O profeta foi claro quando disse, e cito o parágrafo 132: "Não é o que você se esforça para fazer acreditar ... A fé é verdade. É um ato de certeza, você sabe disso."
E terceiro, e talvez o mais urgente para nós hoje, é o chamado para ter nossos olhos espirituais abertos para reconhecer os dons e a visitação de Deus em nossos dias. O irmão Branham advertiu que milhares de pessoas estão recebendo Seu dom, porque não entendem como Deus trabalha. Ele nos lembra que Deus sempre dá testemunho de Seus Verdadeiros Servos e Seus Dons. Nossa responsabilidade é acreditar nesse testemunho. Ele disse, cito o parágrafo 151: "E se eu falar com você sobre um dom de cura divina e Deus não testificar disso, deixe-o lá, está errado; mas se Deus testifica disso, creia que é um presente de Deus para você.
O irmão Branham concluiu sua mensagem com um apelo fervoroso, uma oração que ressoa até hoje. Ele orou para que as pessoas deixassem de lado suas dúvidas e recebessem o que Deus havia providenciado para elas, ele disse: "Que eles percebam que este é o tempo apostólico para eles. Esta é a hora em que o que eles pediram já está presente: o Espírito Santo na forma de cura para seus corpos.
Que esta mesma Revelação caia sobre cada um de nós agora. Que não nos esforcemos mais para acreditar, mas simplesmente entremos no descanso da fé, descansando na certeza de que Sua Palavra é a Substância, a Evidência, a Realidade final de tudo o que Ele prometeu.
Oremos: Pai Celestial, em Nome de Jesus Cristo, chegamos diante do Seu Trono de Graça com corações agradecidos. Nós Te agradecemos por Tua Palavra Eterna, que nunca falha. Obrigado por esta mensagem, "A fé é a substância", que limpa nossas mentes e edifica nossas almas.
Senhor, pedimos perdão pelas vezes em que confundimos esperança com fé. Perdoe-nos por duvidar de Tuas Promessas e andar pela vista, confiando mais em nossos cinco sentidos mortais do que no Sexto Sentido de fé que Tu nos deste.
Pai, oramos como Seu Servo orou, para que deixemos de lado todos os pensamentos céticos. Remova os véus da dúvida, da tradição e do raciocínio de nossos olhos. Reconheçamos o nosso dia e a Visitação do teu Espírito Santo. Ajude-nos a ver e receber os Dons que você colocou no Corpo de Cristo para nossa edificação e cura.
Neste momento, Senhor, tomamos uma decisão. Passamos do reino da esperança para o reino da fé. Não esperamos ser curados, acreditamos que por Suas Chagas fomos curados. Não esperamos ser livres, cremos que quem o Filho liberta é verdadeiramente livre. Não esperamos ter a vitória, acreditamos que já somos mais do que vencedores por meio d'Aquele que nos amou.
Que a Substância da Tua Palavra se forme em cada coração que ouve. Que a evidência do que não é visto se torne a maior realidade de nossas vidas. Que o Teu Poder se manifeste, curando os enfermos, libertando os cativos e trazendo milagres, não para a glória de qualquer homem, mas para o testemunho da Tua Graça e para a Tua Eterna Glória. Amém!
Obrigado por se juntar a nós em "A Palavra Falada de Deus". Medite nessas verdades e que o Senhor o abençoe ricamente. Deus continue a abençoá-lo. Amém!
Hino:
"A Substância da Fé"
Escrito por: Irmão Francisco Velázquez Cruz
(A)
Meus olhos vêem o mundo natural,
Minhas mãos tocam o que é material.
Com cinco sentidos eu posso perceber,
Mas há um reino que me faz viver.
Não é pela vista, nem pelo sentimento,
É um sexto sentido que vem de Você.
Mais real que o ar, mais verdadeiro que o sol,
A fé me conecta a Deus.
(Refrão)
Oh, a fé é a substância do que eu esperava!
A evidência firme em que me ancorei.
Não é uma saudade, não é uma emoção,
É a certeza em meu coração.
O sexto sentido que agrada ao Senhor,
A fé é vitória, é meu Redentor.
O que não se vê, minha alma já tem,
É a substância que me sustenta!
(B)
Hope olha e diz: "Talvez seja",
Mas a fé se ancora e diz: "Está feito".
Como aquela jovem à beira da morte,
Que sua esperança não a fez viver.
Até que ele creu na Palavra da Verdade,
E sua fé lhe trouxe cura completa.
Não é se esforçar para acreditar,
Está descansando em Seu grande poder.
(Refrão)
Oh, a fé é a substância do que eu esperava!
A evidência firme em que me ancorei.
Não é uma saudade, não é uma emoção,
É a certeza em meu coração.
O sexto sentido que agrada ao Senhor,
A fé é vitória, é meu Redentor.
O que não se vê, minha alma já tem,
É a substância que me sustenta!
(C)
Tu enviaste Moisés, Teu presente de libertação,
E em Jesus Cristo, para o mundo um Salvador.
Por meio de Pedro você trabalhou com poder e unção,
E hoje testificas da tua provisão.
Para cada dádiva que vem do Teu altar,
Seu próprio Espírito o justificará.
Não é obra de homens, é a Tua vontade,
Um presente do céu para a humanidade.
(Refrão)
Oh, a fé é a substância do que eu esperava!
A evidência firme em que me ancorei.
Não é uma saudade, não é uma emoção,
É a certeza em meu coração.
O sexto sentido que agrada ao Senhor,
A fé é vitória, é meu Redentor.
O que não se vê, minha alma já tem,
É a substância que me sustenta!
(Ponte)
Eu reconheço meu dia, a hora está aqui
O que eu pedi, você me trouxe.
Toda dúvida cética tem que ir,
Pois a Tua Palavra me faz viver.
Este é o tempo, a era apostólica,
Recebo o presente da Tua mão pródiga!
(Final)
É a substância que me sustenta!
Amém.
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