Estudio Bíblico:
"Redimiendo El Tiempo, Porque Los Días Son Malos"
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Introducción
Queridos hermanos y hermanas, hoy vengo a hablarles de un recurso que todos tenemos pero que, una vez perdido, jamás podremos recuperar: y es el tiempo. El tiempo es un Regalo de Dios que se nos da en porciones limitadas cada día, cada hora, cada minuto. Sin embargo, vivimos en una sociedad que constantemente busca robarnos este tesoro con distracciones, preocupaciones y afanes que no nos acercan más a Dios.
El Apóstol Pablo nos advierte con urgencia en Efesios 5:16: “Redimiendo el tiempo, porque los días son malos.” Vivimos en un mundo donde el mal está presente en cada esquina, donde los valores se han corrompido y la oscuridad parece reinar. Y en medio de este caos, ¿cómo estamos usando nuestro tiempo? ¿Estamos invirtiendo nuestras vidas en lo eterno o permitimos que los días se nos escapen entre las manos como arena?
Redimir el tiempo no es simplemente un buen consejo; es una llamada a despertar, a vivir con propósito y a no permitir que nuestros días sean absorbidos por lo trivial o lo pecaminoso. Hoy, Dios nos llama a abrir los ojos y a tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos con el tiempo que se nos ha dado. No podemos darnos el lujo de vivir como si tuviéramos una eternidad en esta tierra, porque la verdad es que nuestra vida es como neblina, que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece (Santiago 4:14).
¿Estás viviendo como un sabio, aprovechando bien tu tiempo, o como un necio, dejando que la vida se te pase sin propósito? Esta es una pregunta que debemos enfrentar hoy. Porque redimir el tiempo no es solo para los ancianos que ven acercarse el fin de sus días; es una urgencia para todos nosotros, jóvenes y adultos, porque ninguno sabe cuándo será llamado a rendir cuentas ante Dios.
Prepárate para examinar tu vida a la luz de la Palabra de Dios, y permite que Su Verdad transforme tu manera de vivir. Hoy es el día para decidir vivir sabiamente, redimiendo el tiempo, porque los días son malos y el reloj de nuestras vidas sigue avanzando sin detenerse. ¿Estás listo para escuchar lo que Dios quiere decirte? ¡No hay tiempo que perder!
Efesios 5:11-21:
11Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas.
12Porque torpe cosa es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto.
13Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la luz; porque lo que manifiesta todo, la luz es.
14Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.
15Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, mas como sabios;
16Redimiendo el tiempo, porque los días son malos.
17Por tanto, no seáis imprudentes, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
18Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu;
19Hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
20Dando gracias siempre de todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo:
21Sujetados los unos á los otros en el temor de Dios.
EL LLAMADO A REDIMIR EL TIEMPO
En Efesios 5:15-16, el apóstol Pablo nos exhorta con una advertencia que resuena a lo largo de los siglos:
15Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, mas como sabios;
16Redimiendo el tiempo, porque los días son malos.
Este versículo no es solo un consejo amistoso; es un mandato urgente y necesario para los tiempos que vivimos.
Caminar con Diligencia y Sabiduría
El llamado a redimir el tiempo comienza con una advertencia clara: “Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, mas como sabios.” La palabra “mirad” implica una introspección cuidadosa, un examen constante de cómo vivimos. Pablo nos invita a no andar a la deriva, sino a caminar con propósito, intencionalidad y enfoque. En un mundo donde la cultura promueve el descuido, la superficialidad y la vida sin propósito, Dios nos llama a vivir de manera opuesta: con inteligencia y sabiduría.
Vivir sabiamente significa tomar decisiones basadas en la Verdad de Dios y no en los impulsos del momento o en las modas del mundo. El sabio, según la Escritura, es aquel que reconoce la brevedad de la vida y la importancia de vivir para lo eterno. Salmo 90:12 dice:
12Enséñanos de tal modo á contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.
No se trata de contar los años, sino de hacer que cada día cuente para la gloria de Dios.
Evitar la Necedad y el Desperdicio del Tiempo
Pablo hace una distinción crucial entre vivir como sabios y vivir como necios. El necio es aquel que malgasta su vida, que invierte su tiempo en lo que no tiene valor eterno. Hoy día, el mundo nos ofrece innumerables maneras de desperdiciar el tiempo: entretenimiento vacío, adicciones a las redes sociales, preocupaciones por lo material y una búsqueda constante de satisfacción temporal. Sin darnos cuenta, podemos estar caminando como necios, atrapados en un ciclo de ociosidad y distracción.
Jesús también nos advierte en Mateo 7:26-27 sobre los necios que construyen su casa sobre la arena. Así como una casa sin fundamento sólido caerá ante la tormenta, una vida sin sabiduría y sin propósito divino se desmoronará ante las pruebas y los desafíos. Ser necio no es solo cuestión de ignorancia; es una decisión activa de no considerar a Dios en nuestros planes y propósitos.
Aprovechando Bien el Tiempo: Un Acto de Fe y Obediencia
“Redimiendo el tiempo” implica una acción deliberada y consciente. La palabra griega utilizada aquí, “exagorazō” (ἐξαγοράζω), significa literalmente “comprar de nuevo” o “rescatar”. Es como si el tiempo fuera un recurso que se nos escapa y que debemos rescatar de las manos del enemigo y de las distracciones del mundo. Redimir el tiempo es entender que cada momento es una oportunidad que Dios nos da para glorificarle, para servirle y para cumplir Su Voluntad.
Pensemos en Noé, quien vivió en tiempos malísimos, rodeado de corrupción y pecado. Sin embargo, Noé aprovechó su tiempo en obediencia, construyendo el arca mientras el mundo seguía en su desobediencia (Génesis 6:9-22). Noé no se dejó llevar por la maldad de su generación; él redimió el tiempo obedeciendo a Dios y, como resultado, fue salvo junto con su familia.
Hoy, tú y yo enfrentamos nuestros propios tiempos malos. Dios nos llama a redimir el tiempo aprovechando cada oportunidad para hacer Su Voluntad. Esto puede significar dedicar más tiempo a la oración, a la Palabra de Dios, al servicio en la iglesia, y a ser un testimonio vivo de Cristo en nuestro trabajo, familia y comunidad.
Porque los Días Son Malos
Pablo no se refiere a los días como “malos” simplemente porque el tiempo en sí mismo sea malo, sino porque vivimos en un mundo caído donde el pecado, la tentación y la maldad están presentes en cada esquina y cada vez empeora. Esta maldad nos bombardea constantemente, tratando de desviar nuestro enfoque y consumir nuestro tiempo en cosas que no edifican. Los días son malos porque el tiempo que se desperdicia en lo vano no puede recuperarse, y cada minuto perdido es una oportunidad que nunca volverá.
El Llamado de Dios es claro: los días son malos, y precisamente por eso debemos redimir el tiempo, aprovecharlo sabiamente y vivir de manera que cada día cuente para el Reino de Dios. No podemos permitirnos vivir con indiferencia; debemos despertar a la urgencia del momento y vivir con un propósito divino.
APROVECHAR LAS OPORTUNIDADES
En Colosenses 4:5, el apóstol Pablo nos instruye:
5Andad en sabiduría para con los extraños, redimiendo el tiempo.
Este versículo resalta la importancia de caminar con sabiduría y discernimiento, especialmente en nuestra relación con aquellos que aún no conocen a Cristo. Aquí, redimir el tiempo se traduce en no dejar pasar las oportunidades divinas que se nos presentan para impactar el mundo con el evangelio y la Luz de Cristo.
La Sabiduría en Nuestras Relaciones
El llamado a “andad en sabiduría para con los extraños” nos recuerda que nuestra conducta debe reflejar a Cristo en todo momento, especialmente frente a quienes no comparten nuestra fe. Nuestras acciones, palabras y actitudes son un testimonio vivo del carácter de Dios. La manera en que manejamos nuestro tiempo y las oportunidades delante de los demás puede ser una puerta abierta para que otros vean el Amor de Dios o, lamentablemente, un obstáculo que los aleje.
Recordemos a Esther, quien aprovechó la oportunidad que Dios le dio para interceder por su pueblo. A pesar de los riesgos, ella actuó con sabiduría y coraje, y por su disposición a redimir el momento crucial, el pueblo judío fue salvado (Esther 4:14). Esther no dejó pasar la oportunidad, y su valentía nos enseña que Dios nos posiciona en lugares estratégicos para Su Propósito.
Dios nos coloca en situaciones y nos rodea de personas específicas para que seamos Su Luz. Cada conversación, cada encuentro y cada situación es una oportunidad para sembrar una semilla del evangelio, demostrar amor, o ser un canal de bendición. No se trata solo de predicar con palabras, sino de vivir de tal manera que nuestra vida misma invite a otros a conocer a Cristo.
Identificar y No Dejar Pasar las Oportunidades
Aprovechar las oportunidades es más que solo verlas; es actuar sobre ellas. A menudo, estamos tan enfocados en nuestros propios planes y agendas que no percibimos las oportunidades divinas que Dios pone frente a nosotros. Dios constantemente abre puertas en nuestras vidas, pero depende de nosotros reconocerlas y actuar en fe.
En Hechos 8:26-40, Felipe es un ejemplo de alguien que no dejó pasar la oportunidad. Guiado por el Espíritu Santo, Felipe se acercó al eunuco etíope y, en el momento oportuno, le explicó las Escrituras y lo llevó a Cristo. Esta historia muestra cómo Dios prepara los corazones y las circunstancias, pero depende de nosotros actuar cuando se presenta la oportunidad.
Puede ser una conversación con un compañero de trabajo, una oportunidad para servir a un vecino necesitado o un momento de oración por un familiar. Dios no solo quiere que observemos estas oportunidades, sino que las aprovechemos para Su Gloria. Preguntémonos: ¿Estamos siendo sensibles a las oportunidades divinas en nuestro entorno? ¿O las estamos dejando pasar por distracción, miedo o falta de disposición?
Redimir el Tiempo en Medio de las Adversidades
Muchas veces, las oportunidades no vienen en momentos convenientes. Dios puede llamar a redimir el tiempo incluso en tiempos de crisis, dolor o adversidad. Pablo mismo, quien escribió estas palabras, aprovechó cada momento incluso mientras estaba encarcelado, predicando a los guardias y escribiendo cartas que aún hoy nos inspiran.
José es un ejemplo perfecto de cómo Dios puede usar las adversidades para crear oportunidades. Vendido como esclavo, encarcelado injustamente, y finalmente elevado a segundo en comando en Egipto, José aprovechó cada oportunidad para glorificar a Dios. No se amargó por sus circunstancias, sino que redimió el tiempo sirviendo con excelencia y sabiduría, lo cual finalmente salvó a su familia y a muchas naciones del hambre (Génesis 50:20).
Las adversidades no son excusas para no redimir el tiempo; son oportunidades disfrazadas. En medio de la pérdida, el fracaso o la dificultad, podemos encontrar maneras de servir a Dios y a otros. Los momentos difíciles son a menudo las plataformas más poderosas que Dios usa para mostrar Su Gloria. Cada prueba es una oportunidad para testificar del poder de Dios en nuestras vidas.
El Tiempo es Ahora: No Posterguemos la Obediencia
Una de las mayores trampas que enfrenta el creyente es la procrastinación espiritual. Decir “lo dejo para mañana” puede ser fatal, porque no sabemos si mañana llegará. El libro de Proverbios 27:1 nos advierte:
1NO te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
Aprovechar las oportunidades es actuar hoy, aquí y ahora.
El joven rico en Marcos 10:17-22 tuvo una oportunidad para seguir a Jesús, pero la dejó pasar porque su corazón estaba atado a sus riquezas. Su indecisión y apego a lo material le impidieron redimir el momento más importante de su vida. No cometamos el mismo error; no dejemos que las cosas temporales nos aparten de las oportunidades eternas.
Dios nos llama a una obediencia inmediata. Si hay algo que Dios te ha estado pidiendo hacer —perdonar a alguien, servir en un ministerio, compartir el evangelio— no lo postergues más. Hoy es el día para redimir el tiempo y aprovechar las oportunidades divinas.
EVITAR LA OCIOSIDAD Y EL PECADO
El libro de Proverbios nos brinda sabiduría práctica para la vida diaria, y uno de los temas que aborda con seriedad es la ociosidad. En Proverbios 6:6-11, se nos da una advertencia clara y contundente:
6Ve á la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio;
7La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor,
8Prepara en el verano su comida y allega en el tiempo de la siega su mantenimiento.
9Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
10Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo:
11Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre de escudo.
Este pasaje no solo nos llama a evitar la pereza, sino que también nos muestra el contraste entre una vida diligente y una vida de ociosidad que conduce al pecado y a la destrucción.
El Ejemplo de la Hormiga: Diligencia y Trabajo Constante
Dios nos invita a observar a una de las criaturas más pequeñas de Su creación: la hormiga. Aunque insignificante en tamaño, la hormiga es un ejemplo poderoso de diligencia, trabajo constante y previsión. La hormiga no necesita que alguien la vigile o la obligue a trabajar; actúa por iniciativa propia, entendiendo la urgencia del tiempo y la necesidad de prepararse para el futuro. Este ejemplo nos enseña que la diligencia no solo es deseable, sino necesaria para vivir una vida fructífera y acorde con los propósitos de Dios.
En nuestra vida, Dios nos llama a ser proactivos, no solo en lo material, sino en lo espiritual. La diligencia no es simplemente trabajar duro en lo físico; también implica trabajar en nuestra relación con Dios, cultivando la oración, la lectura de la Palabra y el servicio a los demás. No podemos esperar que otros nos empujen a buscar a Dios; debemos tomar la iniciativa, como la hormiga, para edificar nuestra vida espiritual y estar preparados para las estaciones difíciles.
La Pereza: Un Camino Hacia el Pecado y la Destrucción
El pasaje continúa advirtiéndonos sobre el peligro de la pereza:
9Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
10Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo:
11Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre de escudo.
[Proverbios 6:9-11]
Este retrato del perezoso es una llamada de atención sobre los peligros de la ociosidad. El perezoso posterga, descuida y se adormece en la comodidad, sin darse cuenta de que cada momento perdido le acerca más a la ruina.
En Mateo 25:14-30, la parábola de los talentos nos muestra a un siervo perezoso que, por miedo e inacción, enterró su talento en lugar de invertirlo y hacerlo fructificar. Como resultado, fue castigado severamente. Su pereza y falta de diligencia no solo le costaron la oportunidad de agradar a su señor, sino que también lo llevaron a perder lo poco que tenía. Esta parábola ilustra claramente que la ociosidad no solo es improductiva, sino que también es condenable ante los Ojos de Dios.
La ociosidad no es solo una falta de actividad física; es también una falta de actividad espiritual. La inacción en nuestra vida de fe puede llevarnos a un lugar peligroso de estancamiento y pecado. La procrastinación espiritual abre la puerta al desánimo, a la tentación y, finalmente, a la rebelión contra Dios. Debemos ser vigilantes y activos en nuestro andar con Cristo, no dejando que la pereza nos aparte del propósito divino.
La Ociosidad Abre la Puerta al Pecado
La ociosidad es el terreno fértil donde el pecado echa raíces. En lugar de ocupar nuestro tiempo en lo que edifica, la pereza nos lleva a gastar horas en actividades que no glorifican a Dios: la ociosidad mental puede llevarnos a pensamientos impuros, la ociosidad física a caer en adicciones y malos hábitos, y la ociosidad espiritual a la frialdad en nuestra relación con Dios.
En 2 Samuel 11, encontramos al rey David en un momento de ociosidad. En lugar de estar en la batalla con sus hombres, David se quedó en su palacio y, durante un momento de inactividad, vio a Betsabé y cayó en la tentación. La falta de diligencia y ocupación llevó a David a cometer graves pecados que trajeron consecuencias devastadoras no solo para él, sino para toda su familia. Este pasaje nos enseña que la ociosidad no es inofensiva; puede tener consecuencias eternas y desastrosas.
En lugar de ceder al ocio, debemos ocuparnos en las cosas de Dios. Colosenses 3:23 nos dice:
23Y todo lo que hagáis, hacedlo de ánimo, como al Señor, y no á los hombres;…
Esto incluye tanto nuestro trabajo físico como nuestro trabajo espiritual. Al mantenernos ocupados en la Obra de Dios, cerramos la puerta a muchas tentaciones que buscan distraernos y alejarnos de Su Voluntad.
Cultivar una Vida de Diligencia Espiritual
Evitar la ociosidad no significa simplemente estar ocupados; significa estar ocupados en lo correcto. Debemos cultivar una vida de diligencia espiritual que nos mantenga enfocados en lo que realmente importa. Esto incluye establecer disciplinas espirituales, como la oración, la lectura de la Palabra, y el servicio, que fortalecen nuestra fe y nos mantienen firmes contra las tentaciones de la pereza.
Nehemías es un ejemplo de alguien que no solo evitó la ociosidad, sino que lideró una reconstrucción monumental a través de la diligencia y el enfoque en el propósito de Dios (Nehemías 4:6). A pesar de la oposición y las dificultades, Nehemías mantuvo al pueblo trabajando, enfocados en la Obra de Dios y no en las distracciones del enemigo.
Debemos ser como Nehemías, manteniéndonos diligentes en nuestra vida espiritual, sin dejar que las distracciones y la pereza nos aparten del propósito que Dios tiene para nosotros. Cuando ocupamos nuestro tiempo en lo que agrada a Dios, evitamos caer en las trampas del enemigo.
Vivir con Propósito y Prioridades Correctas
En Mateo 6:33, Jesús nos da una instrucción clara y transformadora:
33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Este versículo no solo es un consejo sobre las prioridades de vida, sino una llamada a vivir con un propósito enfocado en Dios. En un mundo que constantemente nos empuja a buscar el éxito personal, la riqueza y la comodidad, Jesús nos recuerda que la verdadera plenitud y propósito se encuentran al poner a Dios en el centro de todo lo que hacemos.
Buscar Primeramente el Reino de Dios: Definir Nuestras Prioridades
Buscar primero el Reino de Dios significa darle la preeminencia a lo eterno sobre lo temporal, a lo espiritual sobre lo material. Este mandato no es una simple sugerencia, sino un principio de vida que redefine nuestras prioridades. Cuando Jesús habla de buscar el Reino de Dios, está llamándonos a un cambio radical de enfoque: de vivir para nosotros mismos, a vivir para Su Gloria. Esto implica que todas nuestras decisiones, desde las más pequeñas hasta las más grandes, deben ser filtradas a través del prisma de lo que agrada a Dios.
Daniel es un claro ejemplo de alguien que vivió con prioridades correctas. A pesar de las presiones de Babilonia, Daniel decidió en su corazón no contaminarse con la comida del rey, y mantuvo su vida de oración a pesar de los peligros (Daniel 1:8; 6:10). Su compromiso de buscar a Dios primero lo mantuvo firme, y Dios lo honró, dándole favor y sabiduría en medio de un entorno pagano.
Vivir buscando el Reino de Dios significa ponerlo en primer lugar en cada área de nuestra vida: en nuestro tiempo, en nuestras finanzas, en nuestras relaciones y en nuestras decisiones diarias. Esto no es fácil en un mundo que constantemente nos invita a buscar primero nuestras propias necesidades y deseos. Sin embargo, cuando decidimos priorizar a Dios, experimentamos Su Provisión, Dirección y Paz en formas que el mundo no puede ofrecer.
Vivir con Propósito: Enfocarnos en lo Eterno
La vida cristiana no es una existencia sin dirección; es una vida con un propósito eterno. Efesios 2:10 nos dice que somos creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Vivir con propósito es entender que Dios nos ha llamado a algo más grande que simplemente existir: nos ha llamado a ser Sus Embajadores, a reflejar Su Luz y a cumplir la Misión de llevar Su Mensaje al mundo.
El apóstol Pablo es un modelo de vida con propósito. En Filipenses 3:13-14, él declara que, olvidando lo que queda atrás, se extiende hacia lo que está adelante, prosiguiendo hacia la meta del supremo llamamiento en Cristo Jesús. Pablo no vivió para sí mismo; vivió para cumplir la misión que Dios le había dado, y su vida es un testimonio del impacto de vivir con un propósito centrado en Dios.
Vivir con propósito significa que nuestras acciones y decisiones no son aleatorias ni impulsivas; están alineadas con el Plan de Dios. Es preguntarnos cada día: ¿Cómo puedo glorificar a Dios con mi vida hoy? ¿Cómo puedo impactar mi entorno para Su Reino? Esta mentalidad nos aleja de la superficialidad y nos impulsa a ser intencionales en todo lo que hacemos.
La Promesa de las Añadiduras: La Fidelidad de Dios en Proveer
Mateo 6:33 concluye con una promesa poderosa: “…y todas estas cosas os serán añadidas.” Jesús no está minimizando nuestras necesidades; más bien, nos asegura que, si priorizamos Su Reino, Él se encargará de todo lo demás. Esta promesa nos libera de la ansiedad y el afán por las cosas materiales, recordándonos que Dios es un Padre fiel que sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos (Mateo 6:8).
Elías y la viuda de Sarepta vivieron esta promesa de una manera muy tangible. Cuando la viuda obedeció la palabra del profeta y puso primero la instrucción de Dios, su provisión fue milagrosa; la harina y el aceite no se acabaron durante la sequía (1 Reyes 17:8-16). Esta historia nos enseña que cuando confiamos en Dios y buscamos Su Reino, Él suple nuestras necesidades de maneras que van más allá de lo natural.
Dios nos invita a confiar en Su Provisión. A veces, nuestras preocupaciones diarias nos hacen perder de vista esta verdad. Pero si mantenemos nuestras prioridades en orden y buscamos Su Reino primero, podemos descansar sabiendo que Dios es fiel para cuidar de cada detalle de nuestra vida.
La Urgencia de Vivir con Prioridades Correctas
Vivir con prioridades correctas no es una opción, es una urgencia. Santiago 4:14 nos recuerda que nuestra vida es como una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. No tenemos el lujo de desperdiciar nuestros días en cosas que no tienen valor eterno. Dios nos llama a vivir sabiamente, redimiendo el tiempo y enfocándonos en lo que realmente importa.
Salomón, a pesar de su sabiduría, terminó su vida lamentando haber desperdiciado muchos años persiguiendo placeres temporales y vanidades (Eclesiastés 1:14). Al final, concluyó que todo es vanidad, y la verdadera sabiduría es temer a Dios y guardar Sus Mandamientos (Eclesiastés 12:13). No cometamos el mismo error; aprovechemos cada momento para vivir con propósito y prioridades centradas en Dios.
Hoy es el día para reevaluar nuestras prioridades. No permitamos que las distracciones, preocupaciones o ambiciones terrenales nos aparten de buscar a Dios primero. Cada día es una nueva oportunidad para alinear nuestra vida con Su propósito, sabiendo que Él cuida de todo lo demás.
Conclusión
En nuestra travesía por la vida, cada instante es un Regalo de Dios, una oportunidad única para vivir de acuerdo a Su Propósito Eterno. Hoy hemos reflexionado sobre el llamado urgente de la Escritura a redimir el tiempo, a aprovechar cada oportunidad, a evitar la ociosidad y el pecado, y a vivir con un propósito claro y con las prioridades correctas. No se trata solo de palabras, sino de un desafío divino que nos invita a cambiar nuestra manera de vivir, a elevar nuestra visión y a comprometernos con una vida que trasciende lo temporal y se enfoca en lo eterno.
El tiempo es irrecuperable. Cada día que pasa es un día que no vuelve, un día más cerca de encontrarnos cara a cara con nuestro Creador. ¿Cómo estamos utilizando ese tiempo que Dios nos ha dado? ¿Estamos viviendo con la urgencia de quienes saben que los días son malos, o estamos permitiendo que la vida nos pase sin sentido, sin dirección, sin impacto eterno?
No podemos darnos el lujo de desperdiciar ni un solo momento. Dios nos ha llamado a ser luz en medio de las tinieblas, a ser la sal de la tierra, a ser embajadores de Su Reino. Pero para hacerlo, debemos estar despiertos, atentos y dispuestos a poner a Dios en primer lugar en todo. El tiempo no espera a nadie, y cada segundo que pasa es una oportunidad para glorificar a Dios o para dejar que el enemigo gane terreno en nuestras vidas.
Hoy, Dios te está llamando a una vida de propósito, de diligencia y de prioridad en Su Reino. No es suficiente ser buenos administradores de nuestros recursos materiales; debemos ser también buenos administradores del tiempo que Él nos ha confiado. Como la hormiga que trabaja incansablemente, como Pablo que corría la carrera con un solo objetivo, como Jesús que vivió cada día con el fin de cumplir la Voluntad del Padre, nosotros también estamos llamados a vivir con intencionalidad, con enfoque, con una determinación que no cede ante las distracciones ni se doblega ante las presiones del mundo.
El Reino de Dios requiere nuestra total dedicación. No podemos servir a dos señores; debemos decidir hoy a quién vamos a servir. ¿Estamos buscando primero el Reino de Dios, confiando en Su Promesa de añadir todo lo que necesitamos, o estamos permitiendo que las preocupaciones, el afán y las distracciones terrenales nos desvíen de nuestro verdadero llamado? Este es el momento de decidir, de tomar una postura firme y decir: “Señor, mi vida es tuya. Quiero redimir cada instante, aprovechar cada oportunidad, evitar la ociosidad y vivir con propósito y prioridad en Ti.”
No sabemos cuántos días más tenemos en esta tierra, pero sí sabemos que cada día es una oportunidad para hacer una diferencia eterna. No permitas que la procrastinación, el miedo o la apatía te roben el llamado divino que Dios ha puesto en tu vida. Levántate hoy con una nueva determinación, una nueva pasión, y un nuevo compromiso de vivir para la Gloria de Dios, redimiendo el tiempo y dejando una huella que perdure por la eternidad.
Oración
Amado Padre Celestial: venimos ante Ti en este momento reconociendo Tu Soberanía y Tu Infinita Gracia. Gracias, Señor, por regalarnos cada día, cada respiro, cada oportunidad de vivir para Ti. Perdónanos, Dios, por los momentos en que hemos desperdiciado el tiempo, por las veces que hemos caído en la ociosidad y en la indiferencia. Perdónanos por las oportunidades perdidas, por las palabras no dichas, por los actos de amor y servicio que dejamos de hacer. Te pedimos que nos limpies y renueves nuestro corazón, Señor.
Padre, hoy queremos responder a Tu Llamado. Queremos redimir el tiempo, queremos aprovechar cada segundo que nos das. Despiértanos, Señor, de cualquier letargo espiritual, despiértanos de cualquier apatía y ociosidad que nos impide cumplir Tu Propósito. Que Tu Espíritu Santo encienda en nosotros una pasión renovada, una urgencia divina, una determinación inquebrantable para vivir cada día con propósito y con las prioridades correctas.
Danos la sabiduría para discernir lo que es realmente importante y la fuerza para apartarnos de todo lo que nos distrae de Ti. Que busquemos primeramente Tu Reino y Tu Justicia, confiando en que Tú, Señor, añadirás todo lo necesario. Enséñanos a vivir como la hormiga, diligentes y proactivos, siempre trabajando para Ti y en Ti, sin necesidad de que nadie nos lo recuerde, porque sabemos que nuestra vida es breve y nuestro llamado es eterno.
Dios, hoy Te entregamos nuestro tiempo, nuestras decisiones, nuestras acciones. Ayúdanos a ser como aquellos héroes de la fe que vivieron para agradarte, que caminaron con propósito y que no se dejaron llevar por las distracciones del mundo. Señor, Te pedimos que uses nuestras vidas para Tu Gloria, que cada momento cuente para la eternidad, que cada palabra y cada acción refleje Tu Amor y Tu Verdad.
No queremos vivir una vida mediocre o sin dirección; queremos vivir vidas que impacten, vidas que cambien nuestro entorno, vidas que sean una luz en medio de las tinieblas. Padre, úsanos como instrumentos en Tus Manos para redimir el tiempo, para ser agentes de cambio, para llevar esperanza a los perdidos y para proclamar Tu Reino a los cuatro vientos.
Danos la Gracia para ser valientes, para no retroceder, para no ceder a las tentaciones del ocio y del pecado. Que cada día que nos des sea vivido con gratitud y con una determinación férrea de seguirte con todo nuestro ser. Y que cuando llegue el día de estar en Tu Presencia, podamos escuchar de Tus Labios las palabras más anheladas: “Bien, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu Señor.”
Gracias, Señor, porque confiamos en que, al buscarte a Ti primero, Tú te encargarás de todo lo demás. Gracias por Tu Fidelidad, por Tu Amor inagotable y por darnos un propósito eterno. En el Nombre que es sobre todo nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. ¡Amén!
Introduction
Dear brothers and sisters, today I come to speak to you about a resource that we all have but which, once lost, we will never be able to recover: and that is time. Time is a Gift from God given to us in limited portions every day, every hour, every minute. However, we live in a society that constantly seeks to steal this treasure from us with distractions, worries, and cares that do not bring us closer to God.
The Apostle Paul warns us urgently in Ephesians 5:16: "Redeeming the time, for the days are evil." We live in a world where evil is present around every corner, where values have been corrupted and darkness seems to reign. And in the midst of this chaos, how are we using our time? Are we investing our lives in the eternal or are we allowing the days to slip through our hands like sand?
Redeeming time is not simply good advice; It is a call to wake up, to live with purpose, and not to allow our days to be absorbed by the trivial or the sinful. Today, God calls us to open our eyes and become aware of the responsibility we have for the time we have been given. We cannot afford to live as if we have an eternity on this earth, because the truth is that our life is like fog, appearing for a little while and then fading away (James 4:14).
Are you living like a wise man, making good use of your time, or like a fool, letting life pass you by without purpose? This is a question we must face today. Because redeeming time is not only for the elderly who see the end of their days approaching; it is an urgency for all of us, young and old, because none of us knows when they will be called to account before God.
Be prepared to examine your life in the light of God's Word, and allow His Truth to transform the way you live. Today is the day to decide to live wisely, redeeming time, because the days are bad and the clock of our lives keeps ticking without stopping. Are you ready to listen to what God wants to tell you? There's no time to waste!
Ephesians 5:11-21:
11 And do not communicate with the unfruitful works of darkness; but rather rebuke them.
12 For it is a foolish thing even to speak of what they do in secret.
13 But all things, when they are condemned, are made manifest by light; for that which manifests all, the light is.
14 Wherefore he says, Awake, you who sleep, and rise from the dead, and Christ will give you light.
15 See therefore how you walk wisely; not as fools, but as wise men;
16 Redeeming time, for the days are evil.
17 Therefore do not be unwise, but be aware of what the will of the Lord is.
18 And do not be drunk with wine, in which there is debauchery; but be filled with the Spirit;
19 Speaking among yourselves in psalms, and hymns, and spiritual songs, singing and praising the Lord in your hearts;
20 Always giving thanks to God and the Father in the name of our Lord Jesus Christ,
21 Subject to one another in the fear of God.
THE CALL TO REDEEM TIME
In Ephesians 5:15-16, the apostle Paul exhorts us with a warning that resonates throughout the centuries:
15 See therefore how you walk wisely; not as fools, but as wise men;
16 Redeeming time, for the days are evil.
This verse is not just friendly advice; it is an urgent and necessary mandate for the times we live in.
Walking with Diligence and Wisdom
The call to redeem time begins with a clear warning: "Take heed therefore how you walk wisely; not as fools, but as wise." The word "look" implies careful introspection, a constant examination of how we live. Paul invites us not to drift, but to walk with purpose, intentionality, and focus. In a world where culture promotes carelessness, superficiality, and purposeless living, God calls us to live in the opposite way: with intelligence and wisdom.
Living wisely means making decisions based on God's Truth and not on the impulses of the moment or the fashions of the world. The wise, according to Scripture, is one who recognizes the brevity of life and the importance of living for eternity. Psalm 90:12 says:
12 Teach us so to number our days, that we may bring wisdom to our hearts.
It is not a matter of counting the years, but of making each day count for the glory of God.
Avoiding Foolishness and Wasted Time
Paul makes a crucial distinction between living as wise and living as fools. The fool is the one who wastes his life, who invests his time in what has no eternal value. Today, the world offers us countless ways to waste time: empty entertainment, social media addictions, worries about material things, and a constant search for temporary satisfaction. Without realizing it, we may be walking around like fools, trapped in a cycle of idleness and distraction.
Jesus also warns us in Matthew 7:26-27 about fools who build their house on sand. Just as a house without a solid foundation will fall before the storm, a life without wisdom and without divine purpose will crumble in the face of trials and challenges. Being foolish is not just a matter of ignorance; it is an active decision not to consider God in our plans and purposes.
Making the Most of Your Time: An Act of Faith and Obedience
"Redeeming time" implies deliberate and conscious action. The Greek word used here, "exagorazō" (ἐξαγοράζω), literally means "to buy again" or "to redeem." It is as if time were a resource that escapes us and that we must rescue from the hands of the enemy and the distractions of the world. To redeem time is to understand that every moment is an opportunity that God gives us to glorify Him, to serve Him and to fulfill His Will.
Consider Noah, who lived in very bad times, surrounded by corruption and sin. However, Noah took advantage of his time in obedience, building the ark while the world continued in its disobedience (Genesis 6:9-22). Noah did not let himself be carried away by the wickedness of his generation; he redeemed time by obeying God and, as a result, was saved along with his family.
Today, you and I face our own bad times. God calls us to redeem time by seizing every opportunity to do His Will. This can mean spending more time in prayer, in God's Word, in church service, and in being a living witness of Christ in our work, family, and community.
Because the Days Are Bad
Paul does not refer to the days as "bad" simply because the time itself is bad, but because we live in a fallen world where sin, temptation, and evil are present around every corner and getting worse and worse. This evil constantly bombards us, trying to divert our focus and consume our time on things that don't edify. The days are bad because time wasted in vain cannot be recovered, and every minute wasted is an opportunity that will never return.
God's Call is clear: the days are bad, and precisely for this reason we must redeem time, make wise use of it, and live in a way that makes every day count for the Kingdom of God. We cannot afford to live with indifference; We must awaken to the urgency of the moment and live with a divine purpose.
SEIZING OPPORTUNITIES
In Colossians 4:5, the apostle Paul instructs us:
5 Walk in wisdom toward strangers, redeeming time.
This verse highlights the importance of walking with wisdom and discernment, especially in our relationship with those who do not yet know Christ. Here, redeeming time translates into not missing the divine opportunities that are presented to us to impact the world with the gospel and the Light of Christ.
Wisdom in Our Relationships
The call to "walk in wisdom toward strangers" reminds us that our conduct should reflect Christ at all times, especially in the face of those who do not share our faith. Our actions, words, and attitudes are a living testimony of God's character. The way we manage our time and opportunities in front of others can be an open door for others to see God's Love or, unfortunately, an obstacle that pushes them away.
Let us remember Esther, who took advantage of the opportunity God gave her to intercede for his people. Despite the risks, she acted with wisdom and courage, and by her willingness to redeem the crucial moment, the Jewish people were saved (Esther 4:14). Esther did not miss the opportunity, and her courage teaches us that God positions us in strategic places for His Purpose.
God places us in situations and surrounds us with specific people so that we can be His Light. Every conversation, every encounter, and every situation is an opportunity to sow a seed of the gospel, show love, or be a channel of blessing. It is not just about preaching with words, but about living in such a way that our very lives invite others to know Christ.
Identify and Don't Miss Opportunities
Taking advantage of opportunities is more than just seeing them; it is to act on them. Often, we are so focused on our own plans and agendas that we fail to perceive the divine opportunities God puts in front of us. God constantly opens doors in our lives, but it's up to us to recognize them and act in faith.
In Acts 8:26-40, Philip is an example of someone who did not pass up the opportunity. Guided by the Holy Spirit, Philip approached the Ethiopian eunuch and, at the right time, explained the Scriptures to him and led him to Christ. This story shows how God prepares hearts and circumstances, but it's up to us to act when the opportunity presents itself.
It can be a conversation with a coworker, an opportunity to serve a neighbor in need, or a time of prayer for a family member. God not only wants us to observe these opportunities, but to seize them for His glory. Let us ask ourselves: Are we being sensitive to divine opportunities in our environment? Or are we letting them go because of distraction, fear, or unwillingness?
Redeeming Time in the Midst of Adversity
Many times, opportunities don't come at convenient times. God can call to redeem time even in times of crisis, pain, or adversity. Paul himself, who wrote these words, seized every moment even while he was incarcerated, preaching to the guards and writing letters that still inspire us today.
Joseph is a perfect example of how God can use adversity to create opportunity. Sold into slavery, unjustly imprisoned, and finally elevated to second-in-command in Egypt, Joseph took every opportunity to glorify God. He was not embittered by his circumstances, but redeemed his time by serving with excellence and wisdom, which ultimately saved his family and many nations from famine (Genesis 50:20).
Adversities are not excuses for not redeeming time; they are opportunities in disguise. In the midst of loss, failure, or difficulty, we can find ways to serve God and others. Difficult times are often the most powerful platforms God uses to display His Glory. Every trial is an opportunity to testify of God's power in our lives.
The Time is Now: Don't Put Off Obedience
One of the biggest pitfalls that the believer faces is spiritual procrastination. Saying "I'll leave it for tomorrow" can be fatal, because we don't know if tomorrow will come. The book of Proverbs 27:1 warns us:
1DO NOT boast about tomorrow; Because you don't know what the day will bring.
Seizing opportunities is acting today, here and now.
The rich young ruler in Mark 10:17-22 had an opportunity to follow Jesus, but he passed it up because his heart was bound to his riches. His indecision and attachment to material things prevented him from redeeming the most important moment of his life. Let's not make the same mistake; Let us not let temporal things keep us from eternal opportunities.
God calls us to immediate obedience. If there's something God has been asking you to do—forgive someone, serve in a ministry, share the gospel—don't put it off any longer. Today is the day to redeem time and take advantage of divine opportunities.
AVOIDING IDLENESS AND SIN
The book of Proverbs gives us practical wisdom for daily life, and one of the topics it takes seriously is idleness. In Proverbs 6:6-11, we are given a clear and forceful warning:
6 Go to the ant, O sluggard, Look at its ways, and be wise;
7 Who has no captain, no governor, no lord,
8 He prepares his food in the summer, and gathers his food in the time of harvest.
9 Lazy man, how long will you sleep? When will you get up from your sleep?
10 A little sleep, a little dozing, and folding your hands a little for rest:
11 So will your need come as a wayfarer, and your poverty as a shieldman.
This passage not only calls us to avoid laziness, but it also shows us the contrast between a diligent life and a life of idleness that leads to sin and destruction.
The Ant Example: Diligence and Constant Work
God invites us to observe one of the smallest creatures in His creation: the ant. Although insignificant in size, the ant is a powerful example of diligence, constant work, and foresight. The ant does not need someone to watch it or force it to work; He acts on his own initiative, understanding the urgency of the time and the need to prepare for the future. This example teaches us that diligence is not only desirable but necessary to live a fruitful life in accordance with God's purposes.
In our lives, God calls us to be proactive, not only materially, but spiritually. Diligence is not simply working hard physically; it also involves working on our relationship with God, cultivating prayer, reading the Word, and serving others. We cannot wait for others to push us to seek God; We must take the initiative, like the ant, to build up our spiritual life and be prepared for the difficult seasons.
Laziness: A Path to Sin and Destruction
The passage goes on to warn us about the danger of laziness:
9 Lazy man, how long will you sleep? When will you get up from your sleep?
10 A little sleep, a little dozing, and folding your hands a little for rest:
11 So will your need come as a wayfarer, and your poverty as a shieldman.
[Proverbs 6:9-11]
This portrait of the sloth is a wake-up call about the dangers of idleness. The lazy person procrastinates, neglects and falls asleep in comfort, not realizing that each moment lost brings him closer to ruin.
In Matthew 25:14-30, the parable of the talents shows us a lazy servant who, out of fear and inaction, buried his talent instead of investing it and making it fruitful. As a result, he was severely punished. His laziness and lack of diligence not only cost him the opportunity to please his lord, but also led him to lose what little he had. This parable clearly illustrates that idleness is not only unproductive, but it is also condemnable in God's eyes.
Idleness is not just a lack of physical activity; it is also a lack of spiritual activity. Inaction in our life of faith can lead us into a dangerous place of stagnation and sin. Spiritual procrastination opens the door to discouragement, temptation, and eventually rebellion against God. We must be vigilant and active in our walk with Christ, not letting laziness turn us away from God's purpose.
Idleness Opens the Door to Sin
Idleness is the fertile ground where sin takes root. Instead of occupying our time with what builds up, laziness leads us to spend hours on activities that don't glorify God: mental idleness can lead us to impure thoughts, physical idleness to fall into addictions and bad habits, and spiritual idleness to coldness in our relationship with God.
In 2 Samuel 11, we find King David in a moment of idleness. Instead of being in battle with his men, David stayed in his palace and, during a moment of inactivity, saw Bathsheba and fell into temptation. Lack of diligence and occupation led David to commit grave sins that brought devastating consequences not only for him, but for his entire family. This passage teaches us that idleness is not harmless; it can have eternal and disastrous consequences.
Instead of giving in to idleness, we should occupy ourselves with the things of God. Colossians 3:23 tells us:
23 And whatever you do, do it with a grain of heart, as to the Lord, and not to men.
This includes both our physical labor and our spiritual labor. By keeping ourselves busy in God's Work, we close the door to many temptations that seek to distract us and lead us away from His Will.
Cultivating a Life of Spiritual Diligence
Avoiding idleness does not simply mean being busy; It means to be busy with the right thing. We must cultivate a life of spiritual diligence that keeps us focused on what really matters. This includes establishing spiritual disciplines, such as prayer, reading the Word, and service, that strengthen our faith and keep us steadfast against the temptations of laziness.
Nehemiah is an example of someone who not only avoided idleness, but led a monumental rebuilding through diligence and focus on God's purpose (Nehemiah 4:6). Despite opposition and hardship, Nehemiah kept the people working, focused on God's Work and not on the distractions of the enemy.
We are to be like Nehemiah, staying diligent in our spiritual lives, not letting distractions and laziness keep us from God's purpose for us. When we spend our time in what pleases God, we avoid falling into the traps of the enemy.
Living with the Right Purpose and Priorities
In Matthew 6:33, Jesus gives us a clear and transformative instruction:
33 But seek first the kingdom of God and his righteousness, and all these things will be added to you.
This verse is not only advice about life priorities, but a call to live with a God-focused purpose. In a world that constantly pushes us to pursue personal success, wealth, and comfort, Jesus reminds us that true fulfillment and purpose are found in putting God at the center of everything we do.
Seeking God's Kingdom First: Defining Our Priorities
Seeking first the Kingdom of God means giving preeminence to the eternal over the temporal, to the spiritual over the material. This mandate is not a simple suggestion, but a principle of life that redefines our priorities. When Jesus speaks of seeking the Kingdom of God, He is calling us to a radical shift of focus: from living for ourselves, to living for His Glory. This implies that all our decisions, from the smallest to the largest, must be filtered through the prism of what pleases God.
Daniel is a clear example of someone who lived with the right priorities. Despite the pressures of Babylon, Daniel decided in his heart not to defile himself with the king's food, and he maintained his prayer life despite the dangers (Daniel 1:8; 6:10). His commitment to seek God first kept him steadfast, and God honored him, giving him favor and wisdom in the midst of a pagan environment.
Living in pursuit of the Kingdom of God means putting it first in every area of our lives: in our time, in our finances, in our relationships, and in our daily decisions. This is not easy in a world that constantly invites us to seek our own needs and desires first. However, when we choose to prioritize God, we experience His provision, direction, and Peace in ways that the world cannot offer.
Living with Purpose: Focusing on the Eternal
The Christian life is not an existence without direction; It is a life with an eternal purpose. Ephesians 2:10 tells us that we are created in Christ Jesus for good works, which God prepared beforehand for us to walk in. To live with purpose is to understand that God has called us to something greater than simply existing: He has called us to be His Ambassadors, to reflect His Light, and to fulfill the Mission of taking His Message to the world.
The apostle Paul is a model of purposeful living. In Philippians 3:13-14, he declares that, forgetting what is behind, he reaches out to what is ahead, pressing on toward the goal of the high calling in Christ Jesus. Paul did not live for himself; He lived to fulfill the mission God had given him, and his life is a testament to the impact of living with a God-centered purpose.
Living with purpose means that our actions and decisions are not random or impulsive; they are aligned with God's Plan. It is asking ourselves every day: How can I glorify God with my life today? How can I impact my environment for His Kingdom? This mindset moves us away from superficiality and drives us to be intentional in everything we do.
The Promise of Additions: God's Faithfulness in Providing
Matthew 6:33 concludes with a powerful promise: "... and all these things shall be added unto you." Jesus is not minimizing our needs; rather, He assures us that if we prioritize His Kingdom, He will take care of everything else. This promise frees us from anxiety and craving for material things, reminding us that God is a faithful Father who knows what we need before we ask Him (Matthew 6:8).
Elijah and the widow of Zarephath lived this promise in a very tangible way. When the widow obeyed the prophet's word and put God's instruction first, her provision was miraculous. flour and oil did not run out during the drought (1 Kings 17:8-16). This story teaches us that when we trust God and seek His Kingdom, He meets our needs in ways that go beyond the natural.
God invites us to trust in His provision. Sometimes, our daily worries cause us to lose sight of this truth. But if we keep our priorities in order and seek His Kingdom first, we can rest knowing that God is faithful to care for every detail of our lives.
The Urgency of Living with the Right Priorities
Living with the right priorities is not an option, it is an urgency. James 4:14 reminds us that our life is like a mist that appears for a little while and then fades away. We don't have the luxury of wasting our days on things that have no eternal value. God calls us to live wisely, redeeming time and focusing on what really matters.
Solomon, despite his wisdom, ended his life regretting that he had wasted many years pursuing temporal pleasures and vanities (Ecclesiastes 1:14). In the end, he concluded that everything is vanity, and true wisdom is fearing God and keeping His Commandments (Ecclesiastes 12:13). Let's not make the same mistake; let's take advantage of every moment to live with purpose and God-centered priorities.
Today is the day to reassess our priorities. Let's not let earthly distractions, worries, or ambitions keep us from seeking God first. Each day is a new opportunity to align our lives with His purpose, knowing that He cares for everything else.
Conclusion
In our journey through life, every moment is a Gift from God, a unique opportunity to live according to His Eternal Purpose. Today we have reflected on Scripture's urgent call to redeem time, to seize every opportunity, to avoid idleness and sin, and to live with a clear purpose and with the right priorities. It is not just words, but a divine challenge that invites us to change the way we live, to elevate our vision, and to commit to a life that transcends the temporal and focuses on the eternal.
Time is irrecoverable. Every day that passes is a day that does not return, a day closer to coming face to face with our Creator. How are we using that time that God has given us? Are we living with the urgency of those who know that the days are bad, or are we allowing life to pass us without meaning, without direction, without eternal impact?
We cannot afford to waste a single moment. God has called us to be light in the midst of darkness, to be the salt of the earth, to be ambassadors of His Kingdom. But to do so, we must be awake, attentive, and willing to put God first in everything. Time waits for no one, and every passing second is an opportunity to glorify God or to let the enemy gain ground in our lives.
Today, God is calling you to a life of purpose, diligence, and priority in His Kingdom. It is not enough to be good stewards of our material resources; we must also be good stewards of the time He has entrusted to us. Like the ant who works tirelessly, like Paul who ran the race with a single goal, like Jesus who lived each day in order to fulfill the Father's Will, we too are called to live with intentionality, with focus, with a determination that does not give in to distractions or bow to the pressures of the world.
The Kingdom of God requires our total dedication. We cannot serve two masters; We must decide today who we are going to serve. Are we seeking first the Kingdom of God, trusting in His Promise to add all we need, or are we allowing earthly worries, care, and distractions to divert us from our true calling? This is the time to decide, to take a firm stand and say, "Lord, my life is yours. I want to redeem every moment, seize every opportunity, avoid idleness, and live with purpose and priority in You."
We don't know how many more days we have on this earth, but we do know that every day is an opportunity to make an eternal difference. Don't let procrastination, fear, or apathy rob you of the divine calling God has placed on your life. Rise today with a new determination, a new passion, and a new commitment to live for the Glory of God, redeeming time and leaving a mark that will last for eternity.
Prayer
Dear Heavenly Father, we come before You at this time acknowledging Your Sovereignty and Your Infinite Grace. Thank You, Lord, for giving us every day, every breath, every opportunity to live for You. Forgive us, God, for the times when we have wasted time, for the times we have fallen into idleness and indifference. Forgive us for the missed opportunities, for the unspoken words, for the acts of love and service we fail to do. We ask you to cleanse us and renew our hearts, Lord.
Father, today we want to respond to Your Call. We want to redeem time, we want to make the most of every second you give us. Awaken us, Lord, from any spiritual lethargy, awaken us from any apathy and idleness that prevents us from fulfilling Your Purpose. May Your Holy Spirit ignite in us a renewed passion, a divine urgency, an unwavering determination to live each day with purpose and with the right priorities.
Give us the wisdom to discern what is truly important and the strength to turn away from everything that distracts us from You. May we seek first Your Kingdom and Your Justice, trusting that You, Lord, will add all that is necessary. Teach us to live like the ant, diligent and proactive, always working for You and in You, without needing anyone to remind us, because we know that our life is short and our calling is eternal.
God, today we give You our time, our decisions, our actions. Help us to be like those heroes of faith who lived to please you, who walked with purpose, and who were not swayed by the distractions of the world. Lord, we ask You to use our lives for Your Glory, that every moment counts for eternity, that every word and every action reflects Your Love and Your Truth.
We don't want to live a mediocre or directionless life; We want to live lives that impact, lives that change our environment, lives that are a light in the midst of darkness. Father, use us as instruments in Your Hands to redeem time, to be agents of change, to bring hope to the lost, and to proclaim Your Kingdom to the four winds.
Give us the Grace to be courageous, not to shrink back, not to give in to the temptations of idleness and sin. May every day you give us be lived with gratitude and with an iron determination to follow you with our whole being. And when the day comes to be in Your Presence, may we hear from Your Lips the most longed-for words: "Well done, good and faithful servant; enter into the joy of your Lord."
Thank You, Lord, that we trust that by seeking You first, You will take care of everything else. Thank You for Your Faithfulness, for Your unfailing Love, and for giving us an eternal purpose. In the Name that is above every name, in the Name of the Lord Jesus Christ, our Savior and Redeemer. Amen!
Introduction
Chers frères et sœurs, je viens aujourd'hui vous parler d'une ressource que nous avons tous mais qui, une fois perdue, ne pourra jamais être récupérée : c'est le temps. Le temps est un don de Dieu qui nous est donné en portions limitées chaque jour, chaque heure, chaque minute. Cependant, nous vivons dans une société qui cherche constamment à nous voler ce trésor avec des distractions, des inquiétudes et des soucis qui ne nous rapprochent pas de Dieu.
L'apôtre Paul nous avertit de toute urgence dans Éphésiens 5:16 : « Rachetons le temps, car les jours sont mauvais. » Nous vivons dans un monde où le mal est présent à chaque coin de rue, où les valeurs ont été corrompues et où les ténèbres semblent régner. Et au milieu de ce chaos, comment utilisons-nous notre temps ? Investissons-nous notre vie dans l'éternel ou laissons-nous les jours glisser entre nos mains comme du sable ?
Gagner du temps n'est pas simplement un bon conseil ; C'est un appel à se réveiller, à vivre avec un but, et à ne pas laisser nos journées être absorbées par le trivial ou le pécheur. Aujourd'hui, Dieu nous appelle à ouvrir les yeux et à prendre conscience de la responsabilité que nous avons pour le temps qui nous a été donné. Nous ne pouvons pas nous permettre de vivre comme si nous avions une éternité sur cette terre, car la vérité est que notre vie est comme un brouillard, apparaissant pendant un petit moment puis s'évanouissant (Jacques 4:14).
Vivez-vous comme un sage, faisant bon usage de votre temps, ou comme un imbécile, laissant la vie vous passer sans but ? C'est une question à laquelle nous devons faire face aujourd'hui. Parce que le temps de rachat n'est pas seulement pour les personnes âgées qui voient la fin de leurs jours approcher ; c'est une urgence pour nous tous, jeunes et moins jeunes, parce qu'aucun d'entre nous ne sait quand il sera appelé à rendre des comptes devant Dieu.
Soyez prêt à examiner votre vie à la lumière de la Parole de Dieu, et permettez à Sa Vérité de transformer votre façon de vivre. Aujourd'hui est le jour où nous décidons de vivre sagement, en rachetant le temps, car les jours sont mauvais et l'horloge de nos vies continue de tourner sans s'arrêter. Êtes-vous prêt à écouter ce que Dieu veut vous dire ? Il n'y a pas de temps à perdre !
Éphésiens 5:11-21 :
11 Et ne communique pas avec les œuvres stériles des ténèbres ; mais plutôt les réprimander.
12 Car c'est une folie de parler de ce qu'ils font en secret.
13 Mais toutes choses, lorsqu'elles sont condamnées, sont manifestées par la lumière ; Car ce qui manifeste tout, c'est la Lumière.
14 C'est pourquoi il dit : Réveillez-vous, vous qui dormez, et ressuscitez-vous d'entre les morts, et Christ vous donnera la lumière.
15 Vois donc comment tu marches avec sagesse ; non pas comme des fous, mais comme des sages ;
16 Rédemption du temps, car les jours sont mauvais.
17 Ne soyez donc pas insensés, mais sachez quelle est la volonté du Seigneur.
18 Et ne vous enivrez pas de vin, où il y a de la débauche ; mais soyez remplis de l'Esprit ;
19 Parlant entre vous par des psaumes, des hymnes et des cantiques spirituels, chantant et louant le Seigneur dans vos cœurs,
20 Rendant toujours grâces à Dieu et au Père au nom de notre Seigneur Jésus-Christ,
21 Soumis les uns aux autres dans la crainte de Dieu.
L'APPEL À RACHETER LE TEMPS
Dans Éphésiens 5:15-16, l'apôtre Paul nous exhorte avec un avertissement qui résonne à travers les siècles :
15 Vois donc comment tu marches avec sagesse ; non pas comme des fous, mais comme des sages ;
16 Rédemption du temps, car les jours sont mauvais.
Ce verset n'est pas seulement un conseil amical ; Il s'agit d'un mandat urgent et nécessaire pour l'époque dans laquelle nous vivons.
Marcher avec diligence et sagesse
L'appel à racheter le temps commence par un avertissement clair : « Prenez donc garde à la manière dont vous marchez avec sagesse ; non pas comme des imbéciles, mais comme des sages. Le mot « regarder » implique une introspection attentive, un examen constant de notre façon de vivre. Paul nous invite non pas à dériver, mais à marcher avec détermination, intentionnalité et concentration. Dans un monde où la culture promeut l'insouciance, la superficialité et la vie sans but, Dieu nous appelle à vivre de la manière opposée : avec intelligence et sagesse.
Vivre sagement signifie prendre des décisions basées sur la Vérité de Dieu et non sur les impulsions du moment ou les modes du monde. Le sage, selon les Écritures, est celui qui reconnaît la brièveté de la vie et l'importance de vivre pour l'éternité. Psaume 90:12 dit :
12 Apprends-nous à compter nos jours, afin que nous apportions la sagesse dans nos cœurs.
Il ne s'agit pas de compter les années, mais de faire en sorte que chaque jour compte pour la gloire de Dieu.
Éviter la bêtise et la perte de temps
Paul fait une distinction cruciale entre vivre comme des sages et vivre comme des insensés. L'imbécile est celui qui gâche sa vie, qui investit son temps dans ce qui n'a pas de valeur éternelle. Aujourd'hui, le monde nous offre d'innombrables façons de perdre du temps : des divertissements vides, des dépendances aux médias sociaux, des soucis pour les choses matérielles et une recherche constante de satisfaction temporaire. Sans nous en rendre compte, nous pouvons nous promener comme des imbéciles, piégés dans un cycle d'oisiveté et de distraction.
Jésus nous met également en garde dans Matthieu 7:26-27 contre les insensés qui construisent leur maison sur le sable. Tout comme une maison sans fondations solides s'effondrera devant la tempête, une vie sans sagesse et sans but divin s'effondrera face aux épreuves et aux défis. Être stupide n'est pas seulement une question d'ignorance ; c'est une décision active de ne pas considérer Dieu dans nos plans et nos desseins.
Tirer le meilleur parti de votre temps : un acte de foi et d'obéissance
« Racheter le temps » implique une action délibérée et consciente. Le mot grec utilisé ici, « exagorazō » (ἐξαγοράζω), signifie littéralement « acheter à nouveau » ou « racheter ». C'est comme si le temps était une ressource qui nous échappe et que nous devons sauver des mains de l'ennemi et des distractions du monde. Racheter le temps, c'est comprendre que chaque instant est une occasion que Dieu nous donne de le glorifier, de le servir et d'accomplir sa volonté.
Prenons l'exemple de Noé, qui a vécu à une époque très difficile, entouré de corruption et de péché. Cependant, Noé a profité de son temps dans l'obéissance, construisant l'arche tandis que le monde continuait dans sa désobéissance (Genèse 6:9-22). Noé ne s'est pas laissé emporter par la méchanceté de sa génération ; il a racheté le temps en obéissant à Dieu et, par conséquent, a été sauvé avec sa famille.
Aujourd'hui, vous et moi faisons face à nos propres mauvais moments. Dieu nous appelle à racheter le temps en saisissant toutes les occasions de faire sa volonté. Cela peut signifier passer plus de temps dans la prière, dans la Parole de Dieu, dans le service de l'église et être un témoin vivant du Christ dans notre travail, notre famille et notre communauté.
Parce que les jours sont mauvais
Paul ne parle pas des jours comme étant « mauvais » simplement parce que le temps lui-même est mauvais, mais parce que nous vivons dans un monde déchu où le péché, la tentation et le mal sont présents à chaque coin de rue et empirent de plus en plus. Ce mal nous bombarde constamment, essayant de détourner notre attention et de consommer notre temps sur des choses qui n'édifient pas. Les jours sont mauvais parce que le temps perdu en vain ne peut pas être récupéré, et chaque minute perdue est une opportunité qui ne reviendra jamais.
L'appel de Dieu est clair : les jours sont mauvais, et c'est précisément pour cette raison que nous devons racheter le temps, en faire un usage judicieux et vivre de manière à ce que chaque jour compte pour le Royaume de Dieu. Nous ne pouvons pas nous permettre de vivre dans l'indifférence ; Nous devons nous éveiller à l'urgence du moment et vivre avec un but divin.
SAISIR LES OPPORTUNITÉS
Dans Colossiens 4:5, l'apôtre Paul nous instruit :
5 Marchez avec sagesse envers les étrangers, en rachetant le temps.
Ce verset souligne l'importance de marcher avec sagesse et discernement, en particulier dans notre relation avec ceux qui ne connaissent pas encore Christ. Ici, le temps de rédemption se traduit par le fait de ne pas manquer les opportunités divines qui nous sont présentées pour avoir un impact sur le monde avec l'Évangile et la lumière du Christ.
La sagesse dans nos relations
L'appel à « marcher avec sagesse envers les étrangers » nous rappelle que notre conduite doit refléter le Christ en tout temps, en particulier face à ceux qui ne partagent pas notre foi. Nos actions, nos paroles et nos attitudes sont un témoignage vivant du caractère de Dieu. La façon dont nous gérons notre temps et nos opportunités devant les autres peut être une porte ouverte pour que les autres voient l'Amour de Dieu ou, malheureusement, un obstacle qui les repousse.
Souvenons-nous d'Esther, qui a profité de l'occasion que Dieu lui a donnée pour intercéder en faveur de son peuple. Malgré les risques, elle a agi avec sagesse et courage, et par sa volonté de racheter le moment crucial, le peuple juif a été sauvé (Esther 4:14). Esther n'a pas manqué l'occasion, et son courage nous enseigne que Dieu nous positionne à des endroits stratégiques pour Son Dessein.
Dieu nous met dans des situations et nous entoure de personnes spécifiques afin que nous puissions être Sa Lumière. Chaque conversation, chaque rencontre et chaque situation est une occasion de semer une graine de l'Évangile, de montrer de l'amour ou d'être un canal de bénédiction. Il ne s'agit pas seulement de prêcher avec des paroles, mais de vivre de telle sorte que notre vie même invite les autres à connaître le Christ.
Identifiez et ne manquez pas les opportunités
Profiter des opportunités, c'est plus que simplement les voir ; c'est d'agir en conséquence. Souvent, nous sommes tellement concentrés sur nos propres plans et agendas que nous ne percevons pas les opportunités divines que Dieu met devant nous. Dieu ouvre constamment des portes dans nos vies, mais c'est à nous de les reconnaître et d'agir avec foi.
Dans Actes 8:26-40, Philippe est l'exemple de quelqu'un qui n'a pas laissé passer l'occasion. Guidé par l'Esprit Saint, Philippe s'approcha de l'eunuque éthiopien et, au bon moment, lui expliqua les Écritures et le conduisit au Christ. Cette histoire montre comment Dieu prépare les cœurs et les circonstances, mais c'est à nous d'agir lorsque l'occasion se présente.
Il peut s'agir d'une conversation avec un collègue, d'une occasion de servir un voisin dans le besoin ou d'un moment de prière pour un membre de la famille. Dieu ne veut pas seulement que nous observions ces occasions, mais que nous les saisissions pour sa gloire. Demandons-nous : sommes-nous sensibles aux opportunités divines dans notre environnement ? Ou les laissons-nous partir à cause de la distraction, de la peur ou de la réticence ?
Racheter le temps au milieu de l'adversité
Souvent, les opportunités ne se présentent pas au bon moment. Dieu peut appeler à racheter le temps même en temps de crise, de douleur ou d'adversité. Paul lui-même, qui a écrit ces paroles, a saisi chaque instant, même pendant son incarcération, prêchant aux gardiens et écrivant des lettres qui nous inspirent encore aujourd'hui.
Joseph est un exemple parfait de la façon dont Dieu peut utiliser l'adversité pour créer des opportunités. Vendu comme esclave, injustement emprisonné et finalement élevé au rang de commandant en second en Égypte, Joseph a saisi toutes les occasions de glorifier Dieu. Il n'a pas été aigri par sa situation, mais a racheté son temps en servant avec excellence et sagesse, ce qui a finalement sauvé sa famille et de nombreuses nations de la famine (Genèse 50:20).
L'adversité n'est pas une excuse pour ne pas racheter le temps ; Ce sont des opportunités déguisées. Au milieu de la perte, de l'échec ou de la difficulté, nous pouvons trouver des moyens de servir Dieu et les autres. Les moments difficiles sont souvent les plateformes les plus puissantes que Dieu utilise pour afficher Sa Gloire. Chaque épreuve est une occasion de témoigner de la puissance de Dieu dans notre vie.
Le temps est venu : ne remettez pas à plus tard l'obéissance
L'un des plus grands pièges auxquels le croyant est confronté est la procrastination spirituelle. Dire « je vais le laisser pour demain » peut être fatal, car nous ne savons pas si demain viendra. Le livre de Proverbes 27:1 nous avertit :
1NE PAS se vanter de demain ; Parce que vous ne savez pas ce que la journée vous réserve.
Saisir les opportunités, c'est agir aujourd'hui, ici et maintenant.
Le jeune homme riche de Marc 10:17-22 a eu l'occasion de suivre Jésus, mais il l'a laissée passer parce que son cœur était lié à ses richesses. Son indécision et son attachement aux choses matérielles l'ont empêché de racheter le moment le plus important de sa vie. Ne commettons pas la même erreur ; Ne laissons pas les choses temporelles nous empêcher d'avoir des opportunités éternelles.
Dieu nous appelle à l'obéissance immédiate. S'il y a quelque chose que Dieu vous a demandé de faire – pardonner à quelqu'un, servir dans un ministère, partager l'Évangile – ne le remettez pas à plus tard. Aujourd'hui est le jour pour racheter le temps et profiter des opportunités divines.
ÉVITER L'OISIVETÉ ET LE PÉCHÉ
Le livre des Proverbes nous donne une sagesse pratique pour la vie quotidienne, et l'un des sujets qu'il prend au sérieux est l'oisiveté. Dans Proverbes 6:6-11, nous recevons un avertissement clair et puissant :
6 Va vers la fourmi, paresseux, regarde ses voies, et sois sage ;
7 Qui n'a ni chef, ni gouverneur, ni seigneur,
8 Il prépare sa nourriture en été, et il rassemble sa nourriture au temps de la moisson.
9 Homme paresseux, combien de temps allez-vous dormir ? Quand allez-vous vous lever de votre sommeil ?
10 Un peu de sommeil, un peu d'assoupissement, et tu croises un peu les mains pour te reposer.
11 Ainsi viendra ton besoin comme un voyageur, et ta pauvreté comme un bouclier.
Ce passage nous appelle non seulement à éviter la paresse, mais il nous montre aussi le contraste entre une vie diligente et une vie d'oisiveté qui mène au péché et à la destruction.
L'exemple de la fourmi : diligence et travail constant
Dieu nous invite à observer l'une des plus petites créatures de sa création : la fourmi. Bien qu'elle soit de taille insignifiante, la fourmi est un puissant exemple de diligence, de travail constant et de prévoyance. La fourmi n'a pas besoin de quelqu'un pour la surveiller ou la forcer à travailler ; Il agit de sa propre initiative, comprenant l'urgence du moment et la nécessité de préparer l'avenir. Cet exemple nous enseigne que la diligence est non seulement souhaitable, mais nécessaire pour mener une vie fructueuse conformément aux desseins de Dieu.
Dans nos vies, Dieu nous appelle à être proactifs, non seulement matériellement, mais spirituellement. La diligence ne consiste pas simplement à travailler dur physiquement ; cela implique également de travailler sur notre relation avec Dieu, de cultiver la prière, de lire la Parole et de servir les autres. Nous ne pouvons pas attendre que les autres nous poussent à chercher Dieu ; Nous devons prendre l'initiative, comme la fourmi, de construire notre vie spirituelle et d'être prêts pour les saisons difficiles.
La paresse : un chemin vers le péché et la destruction
Le passage poursuit en nous mettant en garde contre le danger de la paresse :
9 Homme paresseux, combien de temps allez-vous dormir ? Quand allez-vous vous lever de votre sommeil ?
10 Un peu de sommeil, un peu d'assoupissement, et tu croises un peu les mains pour te reposer.
11 Ainsi viendra ton besoin comme un voyageur, et ta pauvreté comme un bouclier.
[Proverbes 6:9-11]
Ce portrait de la paresse est un signal d'alarme sur les dangers de l'oisiveté. La personne paresseuse procrastine, néglige et s'endort confortablement, sans se rendre compte que chaque instant perdu la rapproche de la ruine.
Dans Matthieu 25:14-30, la parabole des talents nous montre un serviteur paresseux qui, par peur et par inaction, a enterré son talent au lieu de l'investir et de le rendre fructueux. En conséquence, il a été sévèrement puni. Sa paresse et son manque de diligence lui ont non seulement coûté l'occasion de plaire à son seigneur, mais l'ont également amené à perdre le peu qu'il avait. Cette parabole illustre bien que l'oisiveté n'est pas seulement improductive, mais qu'elle est aussi condamnable aux yeux de Dieu.
L'oisiveté n'est pas seulement un manque d'activité physique ; C'est aussi un manque d'activité spirituelle. L'inaction dans notre vie de foi peut nous conduire dans un lieu dangereux de stagnation et de péché. La procrastination spirituelle ouvre la porte au découragement, à la tentation et finalement à la rébellion contre Dieu. Nous devons être vigilants et actifs dans notre marche avec le Christ, ne laissant pas la paresse nous détourner du dessein de Dieu.
L'oisiveté ouvre la porte au péché
L'oisiveté est le terrain fertile où le péché prend racine. Au lieu d'occuper notre temps avec ce qui s'accumule, la paresse nous conduit à passer des heures sur des activités qui ne glorifient pas Dieu : l'oisiveté mentale peut nous conduire à des pensées impures, l'oisiveté physique à tomber dans des dépendances et de mauvaises habitudes, et l'oisiveté spirituelle à la froideur dans notre relation avec Dieu.
Dans 2 Samuel 11, nous trouvons le roi David dans un moment d'oisiveté. Au lieu d'être en bataille avec ses hommes, David resta dans son palais et, pendant un moment d'inactivité, vit Bethsabée et tomba dans la tentation. Le manque de diligence et d'occupation a conduit David à commettre de graves péchés qui ont eu des conséquences dévastatrices non seulement pour lui, mais pour toute sa famille. Ce passage nous enseigne que l'oisiveté n'est pas anodine ; Elle peut avoir des conséquences éternelles et désastreuses.
Au lieu de céder à l'oisiveté, nous devrions nous occuper des choses de Dieu. Colossiens 3:23 nous dit :
23 Et tout ce que vous faites, faites-le avec un grain de cœur, comme pour le Seigneur, et non pour les hommes.
Cela inclut à la fois notre travail physique et notre travail spirituel. En nous occupant de l'œuvre de Dieu, nous fermons la porte à de nombreuses tentations qui cherchent à nous distraire et à nous éloigner de Sa volonté.
Cultiver une vie de diligence spirituelle
Éviter l'oisiveté ne signifie pas simplement être occupé ; Cela signifie être occupé avec la bonne chose. Nous devons cultiver une vie de diligence spirituelle qui nous permet de rester concentrés sur ce qui compte vraiment. Cela inclut l'établissement de disciplines spirituelles, telles que la prière, la lecture de la Parole et le service, qui fortifient notre foi et nous maintiennent fermes contre les tentations de la paresse.
Néhémie est l'exemple de quelqu'un qui a non seulement évité l'oisiveté, mais qui a mené une reconstruction monumentale grâce à sa diligence et à sa concentration sur le dessein de Dieu (Néhémie 4:6). Malgré l'opposition et les difficultés, Néhémie a continué à travailler avec le peuple, concentré sur l'œuvre de Dieu et non sur les distractions de l'ennemi.
Nous devons être comme Néhémie, rester diligents dans notre vie spirituelle, ne pas laisser les distractions et la paresse nous empêcher d'atteindre le dessein de Dieu pour nous. Lorsque nous passons notre temps dans ce qui plaît à Dieu, nous évitons de tomber dans les pièges de l'ennemi.
Vivre avec le bon objectif et les bonnes priorités
Dans Matthieu 6:33, Jésus nous donne une instruction claire et transformatrice :
33 Cherchez d'abord le royaume de Dieu et sa justice, et toutes ces choses vous seront données par-surcroît.
Ce verset n'est pas seulement un conseil sur les priorités de la vie, mais un appel à vivre avec un but centré sur Dieu. Dans un monde qui nous pousse constamment à rechercher le succès personnel, la richesse et le confort, Jésus nous rappelle que le véritable épanouissement et le but se trouvent en mettant Dieu au centre de tout ce que nous faisons.
Chercher d'abord le Royaume de Dieu : définir nos priorités
Chercher d'abord le Royaume de Dieu, c'est donner la prééminence à l'éternel sur le temporel, au spirituel sur le matériel. Ce mandat n'est pas une simple suggestion, mais un principe de vie qui redéfinit nos priorités. Lorsque Jésus parle de chercher le Royaume de Dieu, il nous appelle à un changement radical d'orientation : de vivre pour nous-mêmes, à vivre pour sa gloire. Cela implique que toutes nos décisions, des plus petites aux plus grandes, doivent être filtrées à travers le prisme de ce qui plaît à Dieu.
Daniel est un exemple clair de quelqu'un qui vivait avec les bonnes priorités. Malgré les pressions de Babylone, Daniel a décidé dans son cœur de ne pas se souiller avec la nourriture du roi, et il a maintenu sa vie de prière malgré les dangers (Daniel 1:8 ; 6:10). Son engagement à chercher Dieu d'abord l'a maintenu inébranlable, et Dieu l'a honoré, lui accordant faveur et sagesse au milieu d'un environnement païen.
Vivre à la recherche du Royaume de Dieu signifie le mettre en premier dans tous les domaines de notre vie : dans notre temps, dans nos finances, dans nos relations et dans nos décisions quotidiennes. Ce n'est pas facile dans un monde qui nous invite constamment à chercher d'abord nos propres besoins et désirs. Cependant, lorsque nous choisissons de donner la priorité à Dieu, nous faisons l'expérience de sa provision, de sa direction et de sa paix d'une manière que le monde ne peut pas offrir.
Vivre avec un but : se concentrer sur l'éternel
La vie chrétienne n'est pas une existence sans direction ; C'est une vie avec un but éternel. Éphésiens 2:10 nous dit que nous sommes créés en Jésus-Christ pour les bonnes œuvres, que Dieu a préparées à l'avance pour que nous y marchions. Vivre avec un but, c'est comprendre que Dieu nous a appelés à quelque chose de plus grand que le simple fait d'exister : Il nous a appelés à être Ses Ambassadeurs, à refléter Sa Lumière et à accomplir la Mission de porter Son Message dans le monde.
L'apôtre Paul est un modèle de vie utile. Dans Philippiens 3:13-14, il déclare que, oubliant ce qui est derrière, il tend la main vers ce qui est devant, poussant vers le but de l'appel céleste en Jésus-Christ. Paul ne vivait pas pour lui-même ; Il a vécu pour accomplir la mission que Dieu lui avait confiée, et sa vie témoigne de l'impact de vivre avec un but centré sur Dieu.
Vivre avec un but signifie que nos actions et nos décisions ne sont pas aléatoires ou impulsives ; ils sont alignés avec le plan de Dieu. C'est se demander tous les jours : comment puis-je glorifier Dieu par ma vie aujourd'hui ? Comment puis-je avoir un impact sur mon environnement pour Son Royaume ? Cet état d'esprit nous éloigne de la superficialité et nous pousse à être intentionnels dans tout ce que nous faisons.
La promesse des additions : la fidélité de Dieu à pourvoir
Matthieu 6:33 se termine par une promesse puissante : « ... et toutes ces choses vous seront données par-surcroît. Jésus ne minimise pas nos besoins, mais plutôt il nous assure que si nous donnons la priorité à son royaume, il s'occupera de tout le reste. Cette promesse nous libère de l'anxiété et de l'avidité des choses matérielles, nous rappelant que Dieu est un Père fidèle qui sait ce dont nous avons besoin avant que nous ne le lui demandions (Matthieu 6:8).
Élie et la veuve de Sarepta ont vécu cette promesse d'une manière très tangible. Lorsque la veuve a obéi à la parole du prophète et a mis les instructions de Dieu en premier, sa provision a été miraculeuse. la farine et l'huile ne se sont pas épuisées pendant la sécheresse (1 Rois 17:8-16). Cette histoire nous enseigne que lorsque nous faisons confiance à Dieu et recherchons son royaume, il répond à nos besoins d'une manière qui va au-delà de ce qui est naturel.
Dieu nous invite à faire confiance en sa provision. Parfois, nos soucis quotidiens nous font perdre de vue cette vérité. Mais si nous gardons nos priorités en ordre et cherchons d'abord Son Royaume, nous pouvons nous reposer en sachant que Dieu est fidèle à prendre soin de chaque détail de notre vie.
L'urgence de vivre avec les bonnes priorités
Vivre avec les bonnes priorités n'est pas une option, c'est une urgence. Jacques 4:14 nous rappelle que notre vie est comme un brouillard qui apparaît pendant un petit moment puis s'évanouit. Nous n'avons pas le luxe de perdre nos journées sur des choses qui n'ont pas de valeur éternelle. Dieu nous appelle à vivre avec sagesse, à racheter le temps et à nous concentrer sur ce qui compte vraiment.
Salomon, malgré sa sagesse, a terminé sa vie en regrettant d'avoir perdu de nombreuses années à poursuivre les plaisirs temporels et les vanités (Ecclésiaste 1:14). À la fin, il a conclu que tout est vanité, et que la vraie sagesse est de craindre Dieu et de garder ses commandements (Ecclésiaste 12:13). Ne commettons pas la même erreur ; profitons de chaque instant pour vivre avec un but et des priorités centrées sur Dieu.
Aujourd'hui est le jour de réévaluer nos priorités. Ne laissons pas les distractions, les soucis ou les ambitions terrestres nous empêcher de chercher Dieu en premier. Chaque jour est une nouvelle occasion d'aligner nos vies sur son but, sachant qu'il se soucie de tout le reste.
Conclusion
Dans notre voyage dans la vie, chaque instant est un don de Dieu, une occasion unique de vivre selon son dessein éternel. Aujourd'hui, nous avons réfléchi à l'appel pressant de l'Écriture à racheter le temps, à saisir toutes les opportunités, à éviter l'oisiveté et le péché, et à vivre avec un but clair et avec les bonnes priorités. Ce ne sont pas seulement des mots, mais un défi divin qui nous invite à changer notre façon de vivre, à élever notre vision et à nous engager dans une vie qui transcende le temporel et se concentre sur l'éternel.
Le temps est irrécupérable. Chaque jour qui passe est un jour qui ne revient pas, un jour plus proche de la rencontre avec notre Créateur. Comment utilisons-nous ce temps que Dieu nous a donné ? Vivons-nous avec l'urgence de ceux qui savent que les jours sont mauvais, ou laissons-nous la vie nous passer sans sens, sans direction, sans impact éternel ?
Nous ne pouvons pas nous permettre de perdre un seul instant. Dieu nous a appelés à être la lumière au milieu des ténèbres, à être le sel de la terre, à être les ambassadeurs de son royaume. Mais pour ce faire, nous devons être éveillés, attentifs et disposés à mettre Dieu en premier en tout. Le temps n'attend personne, et chaque seconde qui passe est une occasion de glorifier Dieu ou de laisser l'ennemi gagner du terrain dans nos vies.
Aujourd'hui, Dieu vous appelle à une vie de but, de diligence et de priorité dans Son royaume. Il ne suffit pas d'être de bons intendants de nos ressources matérielles ; nous devons aussi être de bons intendants du temps qu'il nous a confié. Comme la fourmi qui travaille sans relâche, comme Paul qui a couru la course avec un seul but, comme Jésus qui a vécu chaque jour afin d'accomplir la volonté du Père, nous aussi sommes appelés à vivre avec intentionnalité, avec concentration, avec une détermination qui ne cède pas aux distractions et ne s'incline pas devant les pressions du monde.
Le Royaume de Dieu exige notre dévouement total. Nous ne pouvons pas servir deux maîtres ; Nous devons décider aujourd'hui qui nous allons servir. Cherchons-nous d'abord le Royaume de Dieu, faisant confiance à Sa promesse d'ajouter tout ce dont nous avons besoin, ou permettons-nous aux soucis, aux soucis et aux distractions terrestres de nous détourner de notre véritable appel ? C'est le moment de décider, de prendre une position ferme et de dire : « Seigneur, ma vie est à toi. Je veux me racheter à chaque instant, saisir chaque opportunité, éviter l'oisiveté et vivre avec un but et une priorité en toi.
Nous ne savons pas combien de jours il nous reste sur cette terre, mais nous savons que chaque jour est une occasion de faire une différence éternelle. Ne laissez pas la procrastination, la peur ou l'apathie vous priver de l'appel divin que Dieu a placé sur votre vie. Levez-vous aujourd'hui avec une nouvelle détermination, une nouvelle passion et un nouvel engagement à vivre pour la gloire de Dieu, en rachetant le temps et en laissant une marque qui durera pour l'éternité.
Prière
Cher Père céleste, nous venons devant Toi en ce moment en reconnaissant Ta Souveraineté et Ta Grâce Infinie. Merci, Seigneur, de nous donner chaque jour, chaque souffle, chaque occasion de vivre pour Toi. Pardonne-nous, Dieu, pour les moments où nous avons perdu du temps, pour les moments où nous sommes tombés dans l'oisiveté et l'indifférence. Pardonnez-nous pour les occasions manquées, pour les non-dits, pour les actes d'amour et de service que nous ne parvenons pas à faire. Nous te demandons de nous purifier et de renouveler nos cœurs, Seigneur.
Père, aujourd'hui nous voulons répondre à Ton Appel. Nous voulons racheter du temps, nous voulons tirer le meilleur parti de chaque seconde que vous nous donnez. Réveille-nous, Seigneur, de toute léthargie spirituelle, réveille-nous de toute apathie et de toute oisiveté qui nous empêchent d'accomplir Ton Dessein. Que ton Esprit Saint allume en nous une passion renouvelée, une urgence divine, une détermination inébranlable à vivre chaque jour avec un but et avec les bonnes priorités.
Donne-nous la sagesse de discerner ce qui est vraiment important et la force de nous détourner de tout ce qui nous détourne de Toi. Puissions-nous chercher d'abord Ton Royaume et Ta Justice, confiants que Toi, Seigneur, Tu ajouteras tout ce qui est nécessaire. Apprends-nous à vivre comme la fourmi, diligente et proactive, travaillant toujours pour toi et en toi, sans avoir besoin de personne pour nous le rappeler, car nous savons que notre vie est courte et que notre appel est éternel.
Dieu, aujourd'hui nous Te donnons notre temps, nos décisions, nos actions. Aide-nous à être comme ces héros de la foi qui ont vécu pour te plaire, qui ont marché avec détermination et qui n'ont pas été influencés par les distractions du monde. Seigneur, nous Te demandons d'utiliser nos vies pour Ta Gloire, que chaque instant compte pour l'éternité, que chaque parole et chaque action reflètent Ton Amour et Ta Vérité.
Nous ne voulons pas vivre une vie médiocre ou sans direction ; Nous voulons vivre des vies qui ont un impact, des vies qui changent notre environnement, des vies qui sont une lumière au milieu des ténèbres. Père, utilise-nous comme des instruments entre tes mains pour racheter le temps, pour être des agents de changement, pour apporter de l'espoir à ceux qui sont perdus et pour proclamer ton royaume aux quatre vents.
Donne-nous la Grâce d'être courageux, de ne pas reculer, de ne pas céder aux tentations de l'oisiveté et du péché. Que chaque jour que tu nous donnes soit vécu avec gratitude et avec une détermination de fer à te suivre de tout notre être. Et quand vient le jour d'être en Ta Présence, puissions-nous entendre de Tes Lèvres les paroles les plus attendues : « C'est bien, bon et fidèle serviteur ; entre dans la joie de ton Seigneur.
Merci, Seigneur, d'avoir confiance qu'en te cherchant d'abord, tu t'occuperas de tout le reste. Merci pour Ta Fidélité, pour Ton Amour indéfectible et pour nous avoir donné un but éternel. Dans le Nom qui est au-dessus de tout nom, dans le Nom du Seigneur Jésus-Christ, notre Sauveur et Rédempteur. Amen!
Introdução
Queridos irmãos e irmãs, hoje venho falar-vos de um recurso que todos nós temos, mas que, uma vez perdido, nunca poderemos recuperar: e este é o tempo. O tempo é um presente de Deus dado a nós em porções limitadas todos os dias, todas as horas, todos os minutos. No entanto, vivemos em uma sociedade que constantemente busca roubar esse tesouro de nós com distrações, preocupações e cuidados que não nos aproximam de Deus.
O apóstolo Paulo nos adverte urgentemente em Efésios 5:16: "Remindo o tempo, porque os dias são maus". Vivemos em um mundo onde o mal está presente em cada esquina, onde os valores foram corrompidos e as trevas parecem reinar. E no meio desse caos, como estamos usando nosso tempo? Estamos investindo nossas vidas no eterno ou estamos permitindo que os dias escapem de nossas mãos como areia?
Redimir o tempo não é simplesmente um bom conselho; É um chamado para acordar, viver com propósito e não permitir que nossos dias sejam absorvidos pelo trivial ou pelo pecaminoso. Hoje, Deus nos chama a abrir os olhos e tomar consciência da responsabilidade que temos pelo tempo que nos foi dado. Não podemos nos dar ao luxo de viver como se tivéssemos uma eternidade nesta terra, porque a verdade é que nossa vida é como neblina, aparecendo por um pouco de tempo e depois desaparecendo (Tiago 4:14).
Você está vivendo como um homem sábio, fazendo bom uso do seu tempo, ou como um tolo, deixando a vida passar sem propósito? Esta é uma questão que temos de enfrentar hoje. Porque o tempo redentor não é apenas para os idosos que veem o fim de seus dias se aproximando; é uma urgência para todos nós, jovens e idosos, porque nenhum de nós sabe quando será chamado a prestar contas diante de Deus.
Esteja preparado para examinar sua vida à luz da Palavra de Deus e permita que Sua Verdade transforme a maneira como você vive. Hoje é o dia de decidir viver com sabedoria, redimindo o tempo, porque os dias são ruins e o relógio de nossas vidas continua correndo sem parar. Você está pronto para ouvir o que Deus quer lhe dizer? Não há tempo a perder!
Efésios 5:11-21:
11 E não vos comuniqueis com as obras infrutíferas das trevas; mas antes repreendê-los.
12 Pois é tolice até mesmo falar do que fazem em segredo.
13 Mas todas as coisas, quando condenadas, são manifestadas pela luz; pois aquilo que manifesta tudo, a luz é.
14 Por isso diz: Despertai, vós que dormes, e ressuscitai dentre os mortos, e Cristo vos iluminará.
15 Vede, pois, como andais sabiamente; não como tolos, mas como sábios;
16 Tempo de redime, pois os dias são maus.
17 Portanto, não sejais insensatos, mas sabei qual é a vontade do Senhor.
18 E não vos embriagueis com vinho, em que há devassidão; mas enchei-vos do Espírito;
19 Falando entre vós em salmos, hinos e cânticos espirituais, cantando e louvando ao Senhor em vossos corações;
20 dando sempre graças a Deus e Pai em nome de nosso Senhor Jesus Cristo,
21 Sujeitai-vos uns aos outros no temor de Deus.
O CHAMADO PARA REDIMIR O TEMPO
Em Efésios 5:15-16, o apóstolo Paulo nos exorta com uma advertência que ressoa ao longo dos séculos:
15 Vede, pois, como andais sabiamente; não como tolos, mas como sábios;
16 Tempo de redime, pois os dias são maus.
Este versículo não é apenas um conselho amigável; é um mandato urgente e necessário para os tempos em que vivemos.
Andando com diligência e sabedoria
O chamado para redimir o tempo começa com uma advertência clara: "Vede, pois, como andais sabiamente; não como tolos, mas como sábios." A palavra "olhar" implica uma introspecção cuidadosa, um exame constante de como vivemos. Paulo nos convida a não nos desviarmos, mas a caminharmos com propósito, intencionalidade e foco. Em um mundo onde a cultura promove o descuido, a superficialidade e a vida sem propósito, Deus nos chama a viver de maneira oposta: com inteligência e sabedoria.
Viver com sabedoria significa tomar decisões com base na Verdade de Deus e não nos impulsos do momento ou nas modas do mundo. O sábio, de acordo com as Escrituras, é aquele que reconhece a brevidade da vida e a importância de viver para a eternidade. O Salmo 90:12 diz:
12 Ensina-nos a contar os nossos dias, para que possamos trazer sabedoria aos nossos corações.
Não se trata de contar os anos, mas de fazer valer cada dia para a glória de Deus.
Evitando a tolice e o desperdício de tempo
Paulo faz uma distinção crucial entre viver como sábio e viver como tolos. O tolo é aquele que desperdiça sua vida, que investe seu tempo no que não tem valor eterno. Hoje, o mundo nos oferece inúmeras maneiras de perder tempo: entretenimento vazio, vícios em mídias sociais, preocupações com coisas materiais e uma busca constante por satisfação temporária. Sem perceber, podemos estar andando por aí como tolos, presos em um ciclo de ociosidade e distração.
Jesus também nos adverte em Mateus 7:26-27 sobre os tolos que constroem suas casas sobre a areia. Assim como uma casa sem um alicerce sólido cairá diante da tempestade, uma vida sem sabedoria e sem propósito divino desmoronará diante de provações e desafios. Ser tolo não é apenas uma questão de ignorância; é uma decisão ativa não considerar Deus em nossos planos e propósitos.
Aproveitar ao máximo seu tempo: um ato de fé e obediência
"Redimir o tempo" implica ação deliberada e consciente. A palavra grega usada aqui, "exagorazō" (ἐξαγοράζω), significa literalmente "comprar novamente" ou "redimir". É como se o tempo fosse um recurso que nos escapa e que devemos resgatar das mãos do inimigo e das distrações do mundo. Redimir o tempo é compreender que cada momento é uma oportunidade que Deus nos dá para glorificá-Lo, para servi-Lo e para cumprir Sua Vontade.
Considere Noé, que viveu em tempos muito ruins, cercado pela corrupção e pelo pecado. No entanto, Noé aproveitou seu tempo em obediência, construindo a arca enquanto o mundo continuava em sua desobediência (Gênesis 6:9-22). Noé não se deixou levar pela maldade de sua geração; ele redimiu o tempo obedecendo a Deus e, como resultado, foi salvo junto com sua família.
Hoje, você e eu enfrentamos nossos próprios maus momentos. Deus nos chama para redimir o tempo, aproveitando todas as oportunidades para fazer a Sua Vontade. Isso pode significar passar mais tempo em oração, na Palavra de Deus, no serviço da igreja e em ser uma testemunha viva de Cristo em nosso trabalho, família e comunidade.
Porque os dias são ruins
Paulo não se refere aos dias como "ruins" simplesmente porque o tempo em si é ruim, mas porque vivemos em um mundo caído onde o pecado, a tentação e o mal estão presentes em cada esquina e estão ficando cada vez piores. Esse mal nos bombardeia constantemente, tentando desviar nosso foco e consumir nosso tempo em coisas que não edificam. Os dias são ruins porque o tempo desperdiçado em vão não pode ser recuperado, e cada minuto desperdiçado é uma oportunidade que nunca mais voltará.
O chamamento de Deus é claro: os dias são maus, e precisamente por isso devemos redimir o tempo, utilizá-lo com sabedoria e viver de modo a fazer valer cada dia para o Reino de Deus. Não podemos nos dar ao luxo de viver com indiferença; Devemos despertar para a urgência do momento e viver com um propósito divino.
APROVEITANDO AS OPORTUNIDADES
Em Colossenses 4:5, o apóstolo Paulo nos instrui:
5 Andai em sabedoria para com os estranhos, remindo o tempo.
Este versículo destaca a importância de andar com sabedoria e discernimento, especialmente em nosso relacionamento com aqueles que ainda não conhecem a Cristo. Aqui, redimir o tempo se traduz em não perder as oportunidades divinas que nos são apresentadas para impactar o mundo com o evangelho e a Luz de Cristo.
Sabedoria em nossos relacionamentos
O chamado para "andar em sabedoria para com os estranhos" nos lembra que nossa conduta deve refletir Cristo em todos os momentos, especialmente diante daqueles que não compartilham nossa fé. Nossas ações, palavras e atitudes são um testemunho vivo do caráter de Deus. A maneira como administramos nosso tempo e oportunidades diante dos outros pode ser uma porta aberta para que os outros vejam o Amor de Deus ou, infelizmente, um obstáculo que os afasta.
Lembremo-nos de Ester, que aproveitou a oportunidade que Deus lhe deu para interceder por seu povo. Apesar dos riscos, ela agiu com sabedoria e coragem, e por sua disposição de redimir o momento crucial, o povo judeu foi salvo (Ester 4:14). Ester não perdeu a oportunidade, e sua coragem nos ensina que Deus nos posiciona em lugares estratégicos para o Seu Propósito.
Deus nos coloca em situações e nos cerca de pessoas específicas para que possamos ser Sua Luz. Cada conversa, cada encontro e cada situação é uma oportunidade de semear uma semente do evangelho, demonstrar amor ou ser um canal de bênção. Não se trata apenas de pregar com palavras, mas de viver de tal forma que nossas próprias vidas convidem os outros a conhecer a Cristo.
Identifique e não perca oportunidades
Aproveitar as oportunidades é mais do que apenas vê-las; é agir sobre eles. Muitas vezes, estamos tão focados em nossos próprios planos e agendas que deixamos de perceber as oportunidades divinas que Deus coloca à nossa frente. Deus constantemente abre portas em nossas vidas, mas cabe a nós reconhecê-las e agir com fé.
Em Atos 8:26-40, Filipe é um exemplo de alguém que não perdeu a oportunidade. Guiado pelo Espírito Santo, Filipe aproximou-se do eunuco etíope e, no momento certo, explicou-lhe as Escrituras e conduziu-o a Cristo. Esta história mostra como Deus prepara corações e circunstâncias, mas cabe a nós agir quando a oportunidade se apresentar.
Pode ser uma conversa com um colega de trabalho, uma oportunidade de servir um vizinho necessitado ou um momento de oração por um membro da família. Deus não apenas quer que observemos essas oportunidades, mas que as aproveitemos para Sua glória. Perguntemo-nos: estamos sendo sensíveis às oportunidades divinas em nosso ambiente? Ou estamos deixando-os ir por causa de distração, medo ou falta de vontade?
Tempo de redenção em meio à adversidade
Muitas vezes, as oportunidades não surgem em momentos convenientes. Deus pode chamar para redimir o tempo mesmo em tempos de crise, dor ou adversidade. O próprio Paulo, que escreveu essas palavras, aproveitou cada momento, mesmo enquanto estava encarcerado, pregando aos guardas e escrevendo cartas que ainda hoje nos inspiram.
José é um exemplo perfeito de como Deus pode usar a adversidade para criar oportunidades. Vendido como escravo, preso injustamente e finalmente elevado a segundo em comando no Egito, José aproveitou todas as oportunidades para glorificar a Deus. Ele não ficou amargurado com suas circunstâncias, mas redimiu seu tempo servindo com excelência e sabedoria, o que acabou salvando sua família e muitas nações da fome (Gênesis 50:20).
As adversidades não são desculpas para não redimir o tempo; são oportunidades disfarçadas. Em meio à perda, fracasso ou dificuldade, podemos encontrar maneiras de servir a Deus e aos outros. Tempos difíceis costumam ser as plataformas mais poderosas que Deus usa para exibir Sua Glória. Cada provação é uma oportunidade de testificar do poder de Deus em nossa vida.
A hora é agora: não adie a obediência
Uma das maiores armadilhas que o crente enfrenta é a procrastinação espiritual. Dizer "vou deixar para amanhã" pode ser fatal, porque não sabemos se o amanhã chegará. O livro de Provérbios 27:1 nos adverte:
1NÃO se vanglorie do dia de amanhã; Porque você não sabe o que o dia trará.
Aproveitar as oportunidades é agir hoje, aqui e agora.
O jovem rico em Marcos 10:17-22 teve a oportunidade de seguir Jesus, mas ele a deixou passar porque seu coração estava ligado às suas riquezas. Sua indecisão e apego às coisas materiais o impediram de redimir o momento mais importante de sua vida. Não vamos cometer o mesmo erro; Não deixemos que as coisas temporais nos impeçam de oportunidades eternas.
Deus nos chama à obediência imediata. Se há algo que Deus tem pedido para você fazer – perdoar alguém, servir em um ministério, compartilhar o evangelho – não adie mais. Hoje é o dia de redimir o tempo e aproveitar as oportunidades divinas.
EVITANDO A OCIOSIDADE E O PECADO
O livro de Provérbios nos dá sabedoria prática para a vida diária, e um dos tópicos que leva a sério é a ociosidade. Em Provérbios 6:6-11, recebemos uma advertência clara e contundente:
6 Vá até a formiga, ó preguiçoso, olhe para os seus caminhos e seja sábio;
7 Quem não tem capitão, nem governador, nem senhor,
8 Ele prepara a sua comida no verão e ajunta a sua comida no tempo da colheita.
9 Preguiçoso, quanto tempo você vai dormir? Quando você vai se levantar do seu sono?
10 Um pouco de sono, um pouco de cochilo e cruzar um pouco as mãos para descansar;
11 Assim virá a sua necessidade como vidente e a sua pobreza como escudeiro.
Esta passagem não apenas nos chama a evitar a preguiça, mas também nos mostra o contraste entre uma vida diligente e uma vida de ociosidade que leva ao pecado e à destruição.
O exemplo da formiga: diligência e trabalho constante
Deus nos convida a observar uma das menores criaturas de Sua criação: a formiga. Embora insignificante em tamanho, a formiga é um poderoso exemplo de diligência, trabalho constante e previsão. A formiga não precisa de alguém para vigiá-la ou forçá-la a funcionar; Ele age por iniciativa própria, entendendo a urgência do momento e a necessidade de se preparar para o futuro. Este exemplo nos ensina que a diligência não é apenas desejável, mas necessária para viver uma vida frutífera de acordo com os propósitos de Deus.
Em nossas vidas, Deus nos chama para sermos proativos, não apenas materialmente, mas espiritualmente. Diligência não é simplesmente trabalhar duro fisicamente; também envolve trabalhar em nosso relacionamento com Deus, cultivar a oração, ler a Palavra e servir aos outros. Não podemos esperar que os outros nos empurrem para buscar a Deus; Devemos tomar a iniciativa, como a formiga, de edificar nossa vida espiritual e estar preparados para as épocas difíceis.
Preguiça: um caminho para o pecado e a destruição
A passagem continua nos alertando sobre o perigo da preguiça:
9 Preguiçoso, quanto tempo você vai dormir? Quando você vai se levantar do seu sono?
10 Um pouco de sono, um pouco de cochilo e cruzar um pouco as mãos para descansar;
11 Assim virá a sua necessidade como vidente e a sua pobreza como escudeiro.
[Provérbios 6:9-11]
Este retrato da preguiça é um alerta sobre os perigos da ociosidade. O preguiçoso procrastina, negligencia e adormece com conforto, sem perceber que cada momento perdido o aproxima da ruína.
Em Mateus 25:14-30, a parábola dos talentos nos mostra um servo preguiçoso que, por medo e inação, enterrou seu talento em vez de investi-lo e torná-lo frutífero. Como resultado, ele foi severamente punido. Sua preguiça e falta de diligência não apenas lhe custaram a oportunidade de agradar seu senhor, mas também o levaram a perder o pouco que tinha. Esta parábola ilustra claramente que a ociosidade não é apenas improdutiva, mas também condenável aos olhos de Deus.
A ociosidade não é apenas falta de atividade física; é também uma falta de atividade espiritual. A inação em nossa vida de fé pode nos levar a um lugar perigoso de estagnação e pecado. A procrastinação espiritual abre a porta para o desânimo, a tentação e, eventualmente, a rebelião contra Deus. Devemos estar vigilantes e ativos em nossa caminhada com Cristo, não permitindo que a preguiça nos afaste do propósito de Deus.
A ociosidade abre a porta para o pecado
A ociosidade é o terreno fértil onde o pecado se enraíza. Em vez de ocupar nosso tempo com o que se acumula, a preguiça nos leva a gastar horas em atividades que não glorificam a Deus: a ociosidade mental pode nos levar a pensamentos impuros, a ociosidade física a cair em vícios e maus hábitos, e a ociosidade espiritual à frieza em nosso relacionamento com Deus.
Em 2 Samuel 11, encontramos o rei Davi em um momento de ociosidade. Em vez de estar em batalha com seus homens, Davi ficou em seu palácio e, durante um momento de inatividade, viu Bate-Seba e caiu em tentação. A falta de diligência e ocupação levou Davi a cometer pecados graves que trouxeram consequências devastadoras não apenas para ele, mas para toda a sua família. Esta passagem nos ensina que a ociosidade não é inofensiva; pode ter consequências eternas e desastrosas.
Em vez de ceder à ociosidade, devemos nos ocupar com as coisas de Deus. Colossenses 3:23 nos diz:
23 E tudo o que fizerem, façam-no com um grão de coração, como para o Senhor, e não para os homens.
Isso inclui nosso trabalho físico e espiritual. Ao nos mantermos ocupados na Obra de Deus, fechamos a porta para muitas tentações que procuram nos distrair e nos afastar de Sua Vontade.
Cultivando uma Vida de Diligência Espiritual
Evitar a ociosidade não significa simplesmente estar ocupado; Significa estar ocupado com a coisa certa. Devemos cultivar uma vida de diligência espiritual que nos mantenha focados no que realmente importa. Isso inclui estabelecer disciplinas espirituais, como oração, leitura da Palavra e serviço, que fortalecem nossa fé e nos mantêm firmes contra as tentações da preguiça.
Neemias é um exemplo de alguém que não apenas evitou a ociosidade, mas liderou uma reconstrução monumental por meio da diligência e do foco no propósito de Deus (Neemias 4:6). Apesar da oposição e das dificuldades, Neemias manteve o povo trabalhando, focado na Obra de Deus e não nas distrações do inimigo.
Devemos ser como Neemias, permanecendo diligentes em nossa vida espiritual, não permitindo que distrações e preguiça nos afastem do propósito de Deus para nós. Quando gastamos nosso tempo no que agrada a Deus, evitamos cair nas armadilhas do inimigo.
Viver com o propósito e as prioridades corretos
Em Mateus 6:33, Jesus nos dá uma instrução clara e transformadora:
33 Mas buscai primeiro o reino de Deus e a sua justiça, e todas estas coisas vos serão acrescentadas.
Este versículo não é apenas um conselho sobre as prioridades da vida, mas um chamado para viver com um propósito focado em Deus. Em um mundo que constantemente nos leva a buscar sucesso pessoal, riqueza e conforto, Jesus nos lembra que a verdadeira realização e propósito são encontrados em colocar Deus no centro de tudo o que fazemos.
Buscar o Reino de Deus em primeiro lugar: definir nossas prioridades
Buscar primeiro o Reino de Deus significa dar preeminência ao eterno sobre o temporal, ao espiritual sobre o material. Este mandato não é uma simples sugestão, mas um princípio de vida que redefine as nossas prioridades. Quando Jesus fala em buscar o Reino de Deus, Ele está nos chamando para uma mudança radical de foco: de viver para nós mesmos para viver para Sua Glória. Isso implica que todas as nossas decisões, das menores às maiores, devem ser filtradas pelo prisma do que agrada a Deus.
Daniel é um exemplo claro de alguém que viveu com as prioridades certas. Apesar das pressões da Babilônia, Daniel decidiu em seu coração não se contaminar com a comida do rei e manteve sua vida de oração apesar dos perigos (Daniel 1:8; 6:10). Seu compromisso de buscar a Deus primeiro o manteve firme, e Deus o honrou, dando-lhe favor e sabedoria em meio a um ambiente pagão.
Viver em busca do Reino de Deus significa colocá-lo em primeiro lugar em todas as áreas de nossas vidas: em nosso tempo, em nossas finanças, em nossos relacionamentos e em nossas decisões diárias. Isso não é fácil em um mundo que constantemente nos convida a buscar nossas próprias necessidades e desejos primeiro. No entanto, quando escolhemos priorizar Deus, experimentamos Sua provisão, direção e paz de maneiras que o mundo não pode oferecer.
Viver com Propósito: Concentrar-se no Eterno
A vida cristã não é uma existência sem direção; É uma vida com um propósito eterno. Efésios 2:10 nos diz que fomos criados em Cristo Jesus para boas obras, as quais Deus preparou de antemão para que andássemos. Viver com propósito é compreender que Deus nos chamou para algo maior do que simplesmente existir: Ele nos chamou para sermos Seus Embaixadores, para refletir Sua Luz e para cumprir a Missão de levar Sua Mensagem ao mundo.
O apóstolo Paulo é um modelo de vida com propósito. Em Filipenses 3:13-14, ele declara que, esquecendo-se do que fica para trás, estende a mão para o que está adiante, avançando em direção ao alvo da soberana vocação em Cristo Jesus. Paulo não viveu para si mesmo; Ele viveu para cumprir a missão que Deus lhe deu, e sua vida é uma prova do impacto de viver com um propósito centrado em Deus.
Viver com propósito significa que nossas ações e decisões não são aleatórias ou impulsivas; eles estão alinhados com o Plano de Deus. É nos perguntarmos todos os dias: Como posso glorificar a Deus com minha vida hoje? Como posso impactar meu ambiente para o Seu Reino? Essa mentalidade nos afasta da superficialidade e nos leva a ser intencionais em tudo o que fazemos.
A promessa de acréscimos: a fidelidade de Deus em prover
Mateus 6:33 conclui com uma promessa poderosa: "... e todas essas coisas serão acrescentadas a você." Jesus não está minimizando nossas necessidades; em vez disso, Ele nos garante que, se priorizarmos o Seu Reino, Ele cuidará de todo o resto. Essa promessa nos liberta da ansiedade e do desejo por coisas materiais, lembrando-nos de que Deus é um Pai fiel que sabe o que precisamos antes de pedirmos a Ele (Mateus 6:8).
Elias e a viúva de Sarepta viveram essa promessa de uma maneira muito tangível. Quando a viúva obedeceu à palavra do profeta e colocou a instrução de Deus em primeiro lugar, sua provisão foi milagrosa. farinha e óleo não acabaram durante a seca (1 Reis 17:8-16). Esta história nos ensina que quando confiamos em Deus e buscamos Seu Reino, Ele atende às nossas necessidades de maneiras que vão além do natural.
Deus nos convida a confiar em Sua provisão. Às vezes, nossas preocupações diárias nos fazem perder de vista essa verdade. Mas se mantivermos nossas prioridades em ordem e buscarmos Seu Reino em primeiro lugar, podemos descansar sabendo que Deus é fiel em cuidar de cada detalhe de nossas vidas.
A urgência de viver com as prioridades certas
Viver com as prioridades certas não é uma opção, é uma urgência. Tiago 4:14 nos lembra que nossa vida é como uma névoa que aparece por um pouco de tempo e depois desaparece. Não podemos nos dar ao luxo de desperdiçar nossos dias em coisas que não têm valor eterno. Deus nos chama a viver com sabedoria, redimindo o tempo e focando no que realmente importa.
Salomão, apesar de sua sabedoria, terminou sua vida lamentando ter perdido muitos anos perseguindo prazeres e vaidades temporais (Eclesiastes 1:14). No final, ele concluiu que tudo é vaidade, e a verdadeira sabedoria é temer a Deus e guardar os Seus mandamentos (Eclesiastes 12:13). Não vamos cometer o mesmo erro; vamos aproveitar cada momento para viver com propósito e prioridades centradas em Deus.
Hoje é o dia de reavaliar nossas prioridades. Não deixemos que distrações, preocupações ou ambições terrenas nos impeçam de buscar a Deus primeiro. Cada dia é uma nova oportunidade de alinhar nossas vidas com Seu propósito, sabendo que Ele cuida de todo o resto.
Conclusão
Em nossa jornada pela vida, cada momento é um Dom de Deus, uma oportunidade única de viver de acordo com Seu Propósito Eterno. Hoje refletimos sobre o chamado urgente da Escritura para redimir o tempo, aproveitar todas as oportunidades, evitar a ociosidade e o pecado e viver com um propósito claro e com as prioridades certas. Não são apenas palavras, mas um desafio divino que nos convida a mudar a maneira como vivemos, a elevar nossa visão e a nos comprometer com uma vida que transcende o temporal e se concentra no eterno.
O tempo é irrecuperável. Cada dia que passa é um dia que não volta, um dia mais perto de ficar cara a cara com nosso Criador. Como estamos usando esse tempo que Deus nos deu? Estamos vivendo com a urgência de quem sabe que os dias são ruins, ou estamos permitindo que a vida passe sem sentido, sem direção, sem impacto eterno?
Não podemos nos dar ao luxo de perder um único momento. Deus nos chamou para sermos luz no meio das trevas, para sermos o sal da terra, para sermos embaixadores de Seu Reino. Mas, para isso, devemos estar despertos, atentos e dispostos a colocar Deus em primeiro lugar em tudo. O tempo não espera por ninguém, e cada segundo que passa é uma oportunidade para glorificar a Deus ou deixar o inimigo ganhar terreno em nossas vidas.
Hoje, Deus está chamando você para uma vida de propósito, diligência e prioridade em Seu Reino. Não basta ser bons administradores de nossos recursos materiais; devemos também ser bons mordomos do tempo que Ele nos confiou. Como a formiga que trabalha incansavelmente, como Paulo que correu a corrida com um único objetivo, como Jesus que viveu cada dia para cumprir a Vontade do Pai, também nós somos chamados a viver com intencionalidade, com foco, com uma determinação que não ceda às distrações nem se curve às pressões do mundo.
O Reino de Deus exige nossa dedicação total. Não podemos servir a dois senhores; Devemos decidir hoje a quem vamos servir. Estamos buscando primeiro o Reino de Deus, confiando em Sua Promessa de acrescentar tudo o que precisamos, ou estamos permitindo que preocupações, cuidados e distrações terrenas nos desviem de nosso verdadeiro chamado? Este é o momento de decidir, de tomar uma posição firme e dizer: "Senhor, minha vida é sua. Quero redimir cada momento, aproveitar todas as oportunidades, evitar a ociosidade e viver com propósito e prioridade em Ti."
Não sabemos quantos dias mais temos nesta terra, mas sabemos que cada dia é uma oportunidade de fazer uma diferença eterna. Não deixe que a procrastinação, o medo ou a apatia roubem de você o chamado divino que Deus colocou em sua vida. Levantem-se hoje com uma nova determinação, uma nova paixão e um novo compromisso de viver para a Glória de Deus, redimindo o tempo e deixando uma marca que durará por toda a eternidade.
Oração
Querido Pai Celestial, viemos diante de Ti neste momento reconhecendo a Tua Soberania e a Tua Infinita Graça. Obrigado, Senhor, por nos dar todos os dias, cada respiração, cada oportunidade de viver para Ti. Perdoe-nos, Deus, pelas vezes em que perdemos tempo, pelas vezes em que caímos na ociosidade e na indiferença. Perdoe-nos pelas oportunidades perdidas, pelas palavras não ditas, pelos atos de amor e serviço que deixamos de fazer. Pedimos que nos purifique e renove nossos corações, Senhor.
Pai, hoje queremos responder ao Teu Chamado. Queremos resgatar o tempo, queremos aproveitar ao máximo cada segundo que você nos dá. Desperta-nos, Senhor, de qualquer letargia espiritual, desperta-nos de qualquer apatia e ociosidade que nos impeça de cumprir o Teu Propósito. Que o Teu Espírito Santo acenda em nós uma paixão renovada, uma urgência divina, uma determinação inabalável de viver cada dia com propósito e com as prioridades certas.
Dê-nos a sabedoria para discernir o que é realmente importante e a força para nos afastarmos de tudo o que nos distrai de Ti. Que possamos buscar primeiro o Teu Reino e a Tua Justiça, confiando que Tu, Senhor, acrescentarás tudo o que for necessário. Ensina-nos a viver como a formiga, diligentes e proativos, trabalhando sempre para Ti e em Ti, sem precisar de ninguém para nos lembrar, pois sabemos que a nossa vida é curta e a nossa vocação é eterna.
Deus, hoje Te damos o nosso tempo, as nossas decisões, as nossas ações. Ajude-nos a ser como aqueles heróis da fé que viveram para agradá-lo, que andaram com propósito e que não foram influenciados pelas distrações do mundo. Senhor, nós Vos pedimos que useis nossas vidas para a Vossa Glória, para que cada momento conte para a eternidade, para que cada palavra e cada ação reflitam o Vosso Amor e a Vossa Verdade.
Não queremos viver uma vida medíocre ou sem direção; Queremos viver vidas que impactam, vidas que mudam nosso ambiente, vidas que são uma luz no meio da escuridão. Pai, usa-nos como instrumentos em Tuas Mãos para redimir o tempo, para sermos agentes de mudança, para trazer esperança aos perdidos e para proclamar o Teu Reino aos quatro ventos.
Dai-nos a Graça de sermos corajosos, de não recuarmos, de não cedermos às tentações da ociosidade e do pecado. Que todos os dias que nos dás sejam vividos com gratidão e com férrea determinação de te seguires com todo o nosso ser. E quando chegar o dia de estar em Tua Presença, que possamos ouvir de Teus Lábios as palavras mais esperadas: "Muito bem, servo bom e fiel; entra no gozo do teu Senhor."
Obrigado, Senhor, por confiarmos que, buscando-Te primeiro, Tu cuidarás de todo o resto. Obrigado por Sua Fidelidade, por Seu Amor infalível e por nos dar um propósito eterno. No Nome que está acima de todo nome, no Nome do Senhor Jesus Cristo, nosso Salvador e Redentor. Amém!
NOTA SOBRE LOS DERECHOS DE AUTOR
Este sitio web posee contenido con derechos reservados. Puede ser compartido de forma gratuita para propagar el Evangelio de Jesucristo. Se permite su reproducción en masa, publicarlo en sitios web, redes sociales, traducir a otros idiomas dando el crédito al escritor de este contenido. Se prohíbe la venta o recaudación de fondos de cualquier contenido en este sitio web. Para más información puede escribirnos a:
LA PALABRA HABLADA DE DIOS
PO Box 2017 PMB 345
Las Piedras, PR 00771