Escrituras

San Juan 17:21-23:

21Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.

22Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa.

23Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á mí me has amado.

Apocalipsis 22:17:

17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde (gratuitamente).

Introducción

En Apocalipsis 22:17, una de las citas bíblicas que hemos leído, ¿han notado que hay un Clamor tanto del Espíritu como de Su Esposa, que Ambos están hablando la misma Palabra? En el libro de Apocalipsis, la Voz del Espíritu (que el Esposo) y la Voz de la Esposa (que es la Iglesia Verdadera), dicen: “Ven”. Esta poderosa invitación en Apocalipsis 22:17 es más que un simple llamado; es una Revelación profunda de la unidad entre el Espíritu de Dios y la Esposa de Cristo. El Espíritu, quien siempre ha sido la Voz de Dios en medio de Su Pueblo, se une con la Esposa, demostrando que Ella no sólo escucha la Voz de Dios, sino que la repite, la proclama, y la vive con autoridad y convicción.

Es crucial entender que la Esposa no es una entidad aislada, sino una Iglesia que ha sido Redimida, Lavada y Transformada por la Palabra de Dios. Ella está llena del Espíritu Santo y, por lo tanto, su Voz es la misma que la del Espíritu. Esto nos enseña que la Verdadera Iglesia (que es Esposa de Cristo) habla la Palabra de Dios, no una versión alterada y corrompida, sino la misma Palabra que sale de la Boca del Espíritu. Esta unidad perfecta refleja que Ella posee al Espíritu de Dios, y por eso puede hacer el llamado que proviene directamente de lo más profundo del Corazón de Dios.

Este llamado, lleno de Gracia y Misericordia, es extendido a todos: “Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” No es un llamado exclusivo, sino una invitación abierta a todo aquel que desee beber del Agua Viva que solo Cristo ofrece. Pero lo más revelador es que esta invitación, aunque es hablada por la Esposa, no nace de Ella misma, sino del Espíritu que habita en Ella. La Esposa está tan llena del Espíritu Santo que sus palabras son las mismas que las del Espíritu. Ella no añade ni quita nada, sino que en perfecta sumisión y unidad, habla lo que Él habla.

Por lo tanto, este sermón nos invita a profundizar en la relación entre la Iglesia y el Espíritu Santo, demostrando que la verdadera Esposa de Cristo, la Iglesia fiel, es la que está completamente alineada con el Espíritu. Ella prueba que lo tiene a Él al proclamar la misma Palabra, llamando a todos a venir y recibir la Vida Eterna que solo se encuentra en Jesucristo. Veremos cómo esta unidad entre el Espíritu y la Esposa no solo es una declaración de fe, sino la mayor evidencia de que la Verdadera Iglesia está habitada y dirigida por el mismo Espíritu que levantó a Cristo de los muertos.

La Unidad del Espíritu y la Esposa

En Apocalipsis 22:17, vemos una unión sobrenatural entre el Espíritu Santo (que es Dios mismo) y la Esposa, y hablan en perfecta armonía. Este versículo resalta la unidad esencial entre el Espíritu de Dios y Su Esposa, una unidad que se establece en la Revelación de la Palabra y en la presencia del Espíritu habitando en los creyentes. No es una simple colaboración; es una Fusión Divina donde la Esposa se convierte en la boca del Espíritu, proclamando el mismo Mensaje con Autoridad Celestial.

La unidad entre el Espíritu Santo y la Esposa (que la Iglesia Verdadera), no es solo una verdad teológica, sino que se refleja en la vida práctica de cada Creyente. Esta unidad se manifiesta cuando los miembros de la Esposa viven de acuerdo con la Palabra y son guiados en cada aspecto de su vida por el Espíritu Santo. Ser una con el Espíritu significa que la Esposa, como Iglesia y como cada Creyente individual, está en completa armonía con la voluntad de Dios.

Consideremos a una madre que enfrenta un día lleno de desafíos, desde el cuidado de sus hijos hasta las responsabilidades laborales. Si está unida al Espíritu, antes de reaccionar ante una situación difícil, ella buscará la guía del Espíritu a través de la oración y la Palabra. La unidad con el Espíritu le permitirá actuar con Paz, Paciencia y Amor, reflejando el carácter de Cristo en su trato con los demás.

Este reflejo de la unidad es similar a lo que enseña Colosenses 3:17:

17Y todo lo que hacéis, sea de palabra, ó de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias á Dios Padre por él.

Este pasaje subraya que cada acción y palabra debe estar en perfecta sintonía con el Señor, reflejando así la unión de la Esposa con el Espíritu.

Juan 17:21-23:

21Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.

22Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa.

23Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á mí me has amado.

Aquí Jesús ora para que los Creyentes, quienes forman Su Iglesia, sean uno con Él, así como Él es uno con el Padre. Esta oración resalta la importancia de la unidad con el Espíritu, ya que solo a través del Espíritu Santo es posible que los Creyentes reflejen la verdadera Naturaleza de Dios. Esta unidad es el testimonio que el mundo necesita para reconocer la Obra de Cristo en la Vida de la Iglesia.

En la vida diaria, esta unidad puede expresarse en cómo los Creyentes se relacionan con otros. En lugar de responder con orgullo o egoísmo, aquellos que están en unidad con el Espíritu responderán con humildad y gracia. Por ejemplo, en un conflicto familiar, un Creyente que busca reflejar esta unidad estará dispuesto a pedir perdón y a perdonar, buscando siempre la paz.

Un Creyente que trabaja en un entorno secular puede enfrentar tentaciones o presiones para comprometer sus valores. La unidad con el Espíritu se muestra cuando decide actuar con integridad, resistiendo la tentación de mentir o manipular para obtener beneficios. Al actuar según la Voluntad de Dios, está demostrando que, como parte de la Esposa, habla y vive de acuerdo con el Espíritu, proclamando en su vida el Mensaje de Cristo.

Como Santiago 1:22 lo instruye:

22Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos.

Esta escritura subraya que la unidad con el Espíritu no solo se refleja en las palabras, sino en las acciones. Aquellos que son parte de la Esposa muestran al mundo quién es Cristo, siendo “hacedores de la Palabra” en cada aspecto de su vida.

Apocalipsis 19:7-9:

7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado.

8Y le fué dado que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino son las justificaciones de los santos.

9Y él me dice: Escribe: Bienaventurados los que son llamados á la cena del Cordero. Y me dijo: Estas palabras de Dios son verdaderas.

Aquí se muestra a la Esposa en el momento culminante de su unión con Cristo. La preparación de la Esposa simboliza su purificación, habiéndose alineado completamente con la Voluntad de Dios. Este versículo ilustra cómo la unidad con el Espíritu permite a la Esposa estar lista para la Venida del Señor. Su pureza es el resultado de una vida vivida en total comunión con el Espíritu, siguiendo Su Dirección en todas las áreas de su vida.

En la vida cotidiana, esta preparación se evidencia en decisiones pequeñas y grandes. Por ejemplo, una persona en una posición de liderazgo en la iglesia, al estar unida al Espíritu, decidirá liderar con Amor y Verdad, rechazando cualquier motivación egoísta. Esto permite que la Esposa se mantenga limpia y preparada, simbolizando su pureza y entrega total a Cristo.

Efesios 5:25-27:

25Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella,

26Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra,

27Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.

La purificación de la Esposa es esencial para que esté unida al Espíritu. El Espíritu Santo trabaja en cada Creyente, purificándolos a través de la Palabra, para que su vida sea un testimonio vivo de la pureza de Cristo. Esta purificación no es un proceso aislado, sino continuo, en que cada Creyente debe estar dispuesto a dejar el pecado y vivir según los Principios de Dios.

En la vida cotidiana, esto se refleja cuando un Creyente renuncia a prácticas que le alejan de Dios, como el chisme, el enojo o el orgullo. En lugar de estas actitudes, busca la santificación a través de la Palabra. Por ejemplo, alguien que ha tenido problemas con la ira permite que el Espíritu lo guíe hacia una actitud de paz, reflejando así que está en unidad con el Espíritu, porque vive la Palabra de Cristo en su vida.

La unidad del Espíritu y la Esposa es una realidad vivida en el día a día. La Esposa (como cada Creyente), alinea su vida, decisiones y palabras con la dirección del Espíritu Santo, mostrando así que Ella es la Manifestación de la Palabra.

La Esposa Habla la Misma Palabra que el Espíritu

La Esposa (la Verdadera Iglesia de Cristo), ha sido llamada a proclamar las mismas Palabras que el Espíritu Santo. Esto significa que Su Mensaje y Su Testimonio deben estar en completa alineación con lo que el Espíritu revela y declara. No se trata de repetir palabras, sino de ser una extensión viva del Mensaje del Espíritu, comunicando la Palabra de Dios en verdad y en poder.

Esta unidad en el Mensaje entre la Esposa y el Espíritu es una prueba de que Ella ha sido Transformada y Guiada completamente por el Espíritu Santo. Cuando la Esposa habla, es el Espíritu hablando a través de ella, demostrando que Ella no tiene palabras propias, sino que proclama la Verdad de Dios.

Apocalipsis 22:17:

17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.

Este versículo es fundamental para entender que la Esposa y el Espíritu hablan con una sola Voz, invitando al mundo a recibir la Salvación. La invitación “Ven” es una expresión de la Gracia y el Amor de Dios, ofreciendo el “Agua de la Vida” de manera gratuita a todos los que desean acercarse a Él.

Aquí, el Espíritu Santo y la Esposa trabajan juntos para proclamar la misma Invitación de Amor. La Esposa no habla por su propia cuenta, sino que se hace eco de las Palabras del Espíritu, reflejando su total sujeción y unidad con Dios. Este llamado es universal e inclusivo, extendido a todos los sedientos espirituales, mostrando que la Esposa está en perfecta alineación con el Propósito de Dios para llevar Su Mensaje al mundo.

Juan 16:13:

13Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir.

El Señor Jesús describe al Espíritu Santo como el “Espíritu de Verdad”, quien guía a los Creyentes hacia toda la Verdad y revela las cosas que han de suceder. Esta función del Espíritu se extiende a la Esposa, ya que es a través de la Obra del Espíritu en la Iglesia que Ella puede hablar con claridad y precisión sobre la Voluntad de Dios.

Para que la Esposa hable la misma Palabra que el Espíritu, debe ser guiada constantemente por Él. La Esposa siendo guiada por el Espíritu Santo no habla por su propia cuenta, no debe hablar palabras humanas, sino proclamar lo que Dios ha revelado. Esta dependencia del Espíritu para conocer y declarar la verdad es esencial, ya que Él es quien Guía a la Iglesia en todo Conocimiento de Dios y la capacita para proclamar Su Palabra.

Juan 14:26:

26Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.

El Señor Jesús prometió que el Espíritu Santo sería el Maestro y recordaría a los Creyentes todo lo que Él enseñó. Esta Obra del Espíritu asegura que la Esposa no dependa de su propia sabiduría o conocimientos, sino que esté fundamentada en la Enseñanza de Cristo, siendo Su Voz en la tierra.

La Esposa, al hablar la misma Palabra que el Espíritu, es el resultado de esta enseñanza y recordatorio constante del Espíritu Santo. Ella es capaz de proclamar el Evangelio de Cristo con Fidelidad y Autoridad, porque el Espíritu la mantiene alineada con las enseñanzas de Jesús, recordándole y guiándola en la Verdad. Así, cada palabra que proclama la Iglesia en el mundo es un eco de lo que el Espíritu le ha enseñado y recordado.

Hechos 1:8:

8Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me sereís testigos en Jerusalem, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Aquí el Señor Jesús promete a los Discípulos que recibirán Poder a través del Espíritu Santo para ser Sus Testigos en todo el mundo. Este versículo muestra que el Espíritu Santo no solo da Palabras, sino también el Poder y la Autoridad para proclamarlas. La Esposa, entonces, no solo habla las mismas palabras que el Espíritu, sino que lo hace con la misma Autoridad, porque el Espíritu le da el Poder para ser un Testigo efectivo de Cristo.

Cuando la Esposa habla la Palabra de Dios, lo hace bajo la Unción del Espíritu Santo, que la capacita para testificar con valentía y sin temor. Al igual que los Discípulos en el libro de los Hechos, la Iglesia de hoy puede hablar con Poder y Claridad porque el Espíritu Santo es quien la impulsa y le da las Palabras que debe decir.

1 Corintios 2:13:

13Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu, acomodando lo espiritual á lo espiritual.

Pablo explica aquí que la Verdadera Proclamación de la Palabra no depende de sabiduría o conocimientos humanos, sino de la Enseñanza del Espíritu Santo. La Esposa de Cristo debe hablar de acuerdo a lo que el Espíritu Santo le enseña, transmitiendo un Mensaje que es Escritural, Espiritual y Profundo, discernido solo por aquellos que también tienen al Espíritu.

La Esposa, entonces, está llamada a evitar las palabras de sabiduría humana y proclamar lo que el Espíritu enseña. Esta dependencia total en el Espíritu es lo que asegura que el Mensaje de la Iglesia no esté contaminado por pensamientos humanos, sino que sea la pura Palabra de Dios, hablada con Poder y Verdad.

2 Pedro 1:21:

21Porque la profecía no fué en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.

La inspiración del Espíritu en los profetas es un claro ejemplo de cómo el Espíritu ha guiado siempre a aquellos que proclaman la Palabra de Dios. De la misma forma, la Esposa no debe hablar por voluntad humana, sino bajo la Inspiración y Dirección del Espíritu Santo.

La Iglesia (como Esposa de Cristo), tiene el mismo mandato que los profetas de la antigüedad: proclamar lo que Dios ha revelado sin alterar ni añadir nada. Esta misma Inspiración y Fidelidad a la Palabra es lo que da Autoridad a Su Mensaje, demostrando que Ella está en completa Sintonía con el Espíritu Santo, quien revela y guía a los Siervos de Dios.

La Esposa habla la misma Palabra que el Espíritu porque está en completa comunión con Él, recibiendo y proclamando la misma Verdad que Él revela. Cada vez que Ella declara la Palabra de Dios, no lo hace por iniciativa propia, sino como un reflejo de la Voluntad del Espíritu, asegurando que el Mensaje de Salvación llegue al mundo en su forma Pura y Poderosa.

La Esposa de Dios

La Iglesia (como Esposa de Cristo), está unida al Espíritu Santo, a Dios, porque se han hecho Uno. Este concepto no solo resalta su posición privilegiada, sino también su llamado a reflejar la Santidad, el Amor y la Pureza de su Esposo. La Esposa pertenece plenamente a Dios y ha sido Redimida y Sellada por el Espíritu Santo para caminar en obediencia, amor y comunión con Él. Al ser la Esposa del Espíritu de Dios, la Iglesia es, por tanto, el instrumento a través del cual el Espíritu opera, guiándola para reflejar el carácter de Dios al mundo.

Efesios 5:25-27:

25Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella,

26Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra,

27Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.

Este pasaje describe el profundo Amor de Cristo por Su Iglesia y Su Deseo de Santificarla. Al entregarse por Ella, Cristo muestra Su Amor Perfecto y la Santifica por medio de Su Palabra, purificándola para presentarla como una Esposa Gloriosa y sin mancha. La Obra del Espíritu en este proceso es clave, ya que Él actúa para limpiar, guiar y transformar a la Iglesia para que refleje la Pureza y Santidad de Dios.

Este proceso de Santificación muestra que la Esposa no es solo una seguidora, sino que tiene una relación íntima y profunda con Cristo, quien la Guía hacia la Plenitud en Dios. La Esposa es, entonces, el Recipiente de este Amor Divino y Eterno, reflejando el Carácter de Dios al vivir de acuerdo con Su Palabra y Su Espíritu.

Apocalipsis 21:2:

2Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalem nueva, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

Esta visión de Juan, la Iglesia es descrita como la “nueva Jerusalén”, adornada y lista para su Esposo, que es Cristo. Este simbolismo muestra a la Iglesia como la Esposa de Dios, preparada para la unión eterna con Él. La imagen de la Esposa ataviada implica Pureza, Santidad y una Belleza que proviene de estar completamente entregada y consagrada a Dios.

Aquí se ve que el propósito de la Esposa es vivir en comunión eterna con Dios, ya que ha sido Purificada y Preparada para estar en Su Presencia. Este versículo nos muestra la culminación de la Obra del Espíritu en la Esposa, quien la ha Santificado y preparado para la Eternidad con Dios. En el Día Final, la Iglesia será presentada como la Esposa Perfecta, sin mancha y totalmente unida a Su Esposo Celestial.

2 Corintios 11:2:

2Pues que os celo con celo de Dios; porque os he desposado á un marido, para presentaros como una virgen pura á Cristo.

Pablo aquí expresa su profundo deseo de presentar a la Iglesia como una Esposa Pura a Cristo, su único Esposo. Este celo de Dios refleja la fidelidad y la entrega total que la Iglesia debe tener hacia Él. La Pureza que menciona Pablo implica una vida sin doblez, dedicada plenamente a Cristo, rechazando cualquier vínculo con el mundo que pueda interferir con su Relación con Él.

El llamado de la Iglesia como la Esposa de Dios implica mantener una vida de Pureza y Santidad. Al vivir bajo la Guía del Espíritu, la Iglesia se consagra cada día más a Dios, reflejando Su Amor y Lealtad a Cristo. Así, cada Creyente es invitado a caminar en fidelidad, siendo separado para Dios y demostrando que su Relación con el Espíritu es un compromiso de Vida y de Amor.

Romanos 7:4:

4Así también vosotros, hermanos míos, estáis muertos á la ley por el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, á saber, del que resucitó de los muertos, á fin de que fructifiquemos á Dios.

Este versículo nos muestra que la Iglesia, habiendo muerto al pecado y a la ley, ahora pertenece a Cristo. La Iglesia ha sido liberada de la ley para ser de “otro”, Cristo, quien resucitó para que los Creyentes puedan dar fruto para Dios. Esta unión no solo representa la pertenencia de la Iglesia a Cristo, sino también su responsabilidad de vivir en obediencia y de llevar fruto que refleje el Carácter de su Esposo.

La Iglesia, como Esposa del Espíritu de Dios, tiene el llamado de producir frutos que sean agradables a Él. Esto solo es posible porque el Espíritu Santo actúa en la Iglesia, ayudándola a vivir de manera santa y fructífera. La Iglesia demuestra así su relación y unión con Dios al llevar fruto que es evidencia de su comunión con el Espíritu.

1 Pedro 2:9-10:

9Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable.

10Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia.

Este pasaje identifica a la Iglesia como un “linaje escogido”, como “real sacerdocio”, una “gente santa” y un “pueblo adquirido”. Esta identidad refuerza su papel como Esposa de Dios, llamada a anunciar Sus Virtudes. La Iglesia, por tanto, es Elegida y apartada por Dios para reflejar Su Gloria y manifestar Su Presencia en el mundo.

Al vivir bajo la guía del Espíritu, la Iglesia cumple su propósito de anunciar las Virtudes de Dios. Ella es Su Posesión, y su vida y testimonio reflejan Su Carácter y Su Misericordia. Así, la Iglesia Verdadera (que es la Esposa de Dios), camina en la Luz de Su Amor y Su Verdad, mostrando al mundo quién es Dios y Su Obra Redentora.

Efesios 1:13-14:

13En el cual esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salud: en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

14Que es las arras de nuestra herencia, para la redención de la posesión adquirida para alabanza de su gloria.

El Espíritu Santo actúa como un “Sello” para la Iglesia, confirmando su identidad y relación con Dios. Este Sello es una Garantía de la Herencia que la Iglesia recibirá en la Redención Final. La Esposa, al ser sellada por el Espíritu, recibe la confirmación de su posición como la posesión de Dios y su unión Eterna con Él.

Este Sello implica una consagración total de la Iglesia a Dios. Al haber sido sellada, la Esposa tiene la certeza de que pertenece a Dios y de que Su Espíritu la preservará hasta el final. Así, la relación entre la Esposa y el Espíritu Santo es una Garantía de su Destino Eterno, un recordatorio constante de que la Iglesia pertenece totalmente a Dios y que su unión con Él es inquebrantable.

La Esposa del Espíritu de Dios, está llamada a vivir en Pureza, Fidelidad y Santidad, reflejando el carácter de su Esposo. Al ser sellada y guiada por el Espíritu, la Esposa es preservada para Dios, demostrando en su vida la relación especial y eterna que tiene con Él. Cada día, Ella anuncia las virtudes de Dios y da fruto para Su Gloria, mostrando así al mundo que es la Esposa de Aquel que la redimió y la hizo Suya para siempre.

El Llamado Final: “Ven”

El llamado final del Espíritu y la Esposa al mundo es una invitación a venir a Cristo, fuente de Vida Eterna. Este llamado no es solo una palabra, sino un eco de la Voz del Espíritu que llama y anhela que toda la Creación venga al Salvador. En Apocalipsis 22:17, tanto el Espíritu como la Esposa dicen “Ven”, uniéndose en un Clamor de invitación y esperanza. Este llamado final resume el Propósito y Misión de la Iglesia en la tierra: invitar a toda persona a acercarse a la Fuente de Agua de Vida, a la Salvación y a la Comunión con Dios.

Apocalipsis 22:17:

17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de gratuitamente (o de balde).

Este pasaje expresa el llamado conjunto del Espíritu y de la Esposa. Ambos están en Perfecta Unidad, emitiendo la invitación a todos los que tienen sed espiritual. El “Agua de la Vida” es un simbolismo de la Salvación y la Vida Eterna que solo Cristo ofrece. La Esposa, en su papel de Iglesia, se une al Espíritu para proclamar la Oferta gratuita de la Vida Eterna, enfatizando que la Salvación es accesible para todos los que oyen Su Voz.

Aquí se muestra la naturaleza gratuita de este llamado. No hay nada que se deba pagar, sino que todos están invitados a recibir. La Esposa comparte el mismo Corazón de Dios al desear que las personas se acerquen, y este llamado se extiende a todos sin distinción. La Iglesia, en unión con el Espíritu, proclama esta Invitación Final y Universal, con la esperanza de que toda alma venga a beber de la Gracia de Dios.

Isaías 55:1:

1A TODOS los sedientos: Venid á las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche.

Isaías, anticipando este mismo llamado, invita a los “sedientos” a venir a las Aguas sin costo alguno. Aquí el agua simboliza la Salvación Gratuita que Dios ofrece. La Esposa, siguiendo el ejemplo de este profeta, llama a todos los que tienen sed espiritual. No se requiere ningún pago ni sacrificio, ya que Cristo ya pagó el Precio.

Este llamado revela el Corazón de Dios y de la Esposa: un Deseo sincero de que nadie perezca. En la medida en que la Iglesia invita, representa a Cristo, llamando a cada persona a experimentar Su Gracia. Este Mensaje es atemporal y refuerza que el Señor desea que todos sean salvos y lleguen al Conocimiento de la Verdad.

Mateo 11:28:

28Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.

El Señor Jesús mismo llama a los cansados y cargados a venir a Él para encontrar Descanso. Este Descanso no es solo físico, sino también espiritual, y representa la Paz y el Alivio que se encuentran en una relación con Cristo. La Esposa, en su Misión, sigue extendiendo este mismo llamado a quienes están cansados y abrumados por el pecado y las preocupaciones de la vida.

La Iglesia, al invitar a otros a “venir”, ofrece una alternativa al peso del mundo y del pecado. Ella invita al Descanso en Cristo, recordando que el yugo de Jesús es fácil y ligero. Así, la Esposa actúa como un Canal de la “Paz y la Misericordia de Dios, llamando a la humanidad a encontrar su Descanso en el Salvador.

Juan 7:37-38

37Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba.

38El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre.

En este versículo, Jesús llama a todo aquel que tenga sed a venir a Él y beber. Aquí, el Agua Viva representa el Espíritu Santo, quien habitará en el Creyente, llenándolo de Vida. La Esposa, al invitar a otros a venir, se hace eco de esta Promesa, anunciando que aquellos que se acerquen a Cristo recibirán el Espíritu Santo y Vida Eterna.

El llamado de la Esposa es así más que una invitación; es una Promesa de Plenitud y de Comunión con Dios. La Iglesia comparte el Mensaje de que en Cristo se encuentra Satisfacción Eterna, y que quienes acepten esta invitación recibirán una Fuente de Vida que nunca se agotará.

Apocalipsis 3:20:

20He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.

Este llamado es una Invitación directa de Cristo, quien toca la puerta del corazón de cada persona. Jesús promete entrar y tener comunión con aquellos que lo reciban. La Esposa, representando a Cristo, invita a otros a abrir sus corazones y permitir que Él entre. Aquí se muestra el Deseo de Dios de tener una relación personal y cercana con cada individuo.

La Iglesia, como Esposa, es llamada a extender esta invitación. Al hacerlo, manifiesta el Amor y la Paciencia de Dios, recordando a las personas que Cristo está esperando para entrar y cenar con ellos. Este versículo refleja el Deseo de Dios de establecer una relación profunda con Su Creación, y la Esposa tiene el privilegio de ser Portavoz de este Llamado Divino.

2 Pedro 3:9:

9El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Este versículo muestra la Paciencia de Dios y Su Deseo de que todos se arrepientan y vengan a Él. El llamado final de la Esposa, en unión con el Espíritu, refleja este mismo Deseo de Dios. La Iglesia entiende que Dios no quiere que nadie se pierda, sino que todos encuentren la Salvación.

El llamado de la Esposa, “Ven”, es un eco de la Paciencia y la Compasión de Dios, que espera que toda alma se acerque a Él. La Iglesia está al servicio de este Propósito Divino, extendiendo una invitación constante a la Salvación, tal como el Señor lo desea.

Hebreos 3:7-8:

7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,

8No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,…

Aquí el Espíritu exhorta a no endurecer el corazón al escuchar Su Voz. Este Llamado resuena con urgencia, pues aquellos que escuchan deben responder. La Esposa, al hacer eco de este Llamado, invita a la humanidad a no ignorar el Mensaje de Salvación. Cada vez que la Iglesia proclama el Evangelio, está invitando a las personas a abrir sus corazones y aceptar la Gracia de Dios.

La Esposa llama al arrepentimiento y a la obediencia, recordando que cada persona debe responder al Llamado de Dios sin demora. Este pasaje también ilustra el riesgo de rechazar la Voz de Dios, recordándonos que el Llamado Final de la Esposa es una invitación que, al mismo tiempo, lleva una advertencia.

El Llamado Final del Espíritu y la Esposa, “Ven”, es un acto de Amor y Obediencia al Propósito de Dios. Este llamado, que comienza con el Espíritu y la Iglesia, es un testimonio de la Unidad entre ambos y del Deseo de Dios de salvar a todos Sus Hijos. La Iglesia, como Esposa, está en misión constante, proclamando las Buenas Nuevas y extendiendo la invitación a todos, sin excepción.

Al unir su voz a la del Espíritu, la Esposa se convierte en el medio por el cual Dios llama a los perdidos, ofreciendo Esperanza, Vida y Redención. Este llamado “Ven” es, entonces, un acto sagrado de la Esposa y el Espíritu, una invitación a todos los sedientos para encontrar en Cristo la Paz y la Vida Eterna.

Conclusión

En conclusión, el llamado final de la Esposa, “Ven”, es una invitación llena de Amor y Misericordia que resuena en Perfecta Armonía con la Voz del Espíritu. A lo largo de las Escrituras, hemos visto cómo este llamado se extiende a toda persona sedienta, a todos los cansados y cargados, y a cada alma que anhela encontrar la Vida Eterna. La Esposa, al hablar la misma Palabra que el Espíritu, refleja la Unidad Divina y el Profundo Amor de Dios por la humanidad, invitando a todos a acercarse y beber de las Aguas de Vida gratuita que Cristo ofrece.

La Esposa no es simplemente un espectador en la Obra Redentora de Dios; es un canal por el cual Su Llamado se manifiesta al mundo. Su voz, en completa alineación con el Espíritu, es la Voz de Cristo extendiendo la mano a todos los que quieran recibir Su Gracia. Como Esposa, la Iglesia no solo es portadora del Mensaje de Salvación, sino que también comparte Su misma Naturaleza y Misión, clamando con fervor a cada corazón: “Ven a Cristo”. Este llamado es el eco de una Esperanza Eterna, una invitación al arrepentimiento y a la reconciliación con Dios.

Así como la Esposa y el Espíritu son uno en este Mensaje Final, se nos recuerda que estamos llamados a ser parte de esta Misión, a unirnos al Clamor de Dios y llevar este Mensaje de Vida a quienes aún no han oído. La invitación permanece abierta, y cada uno de nosotros tiene el privilegio y la responsabilidad de hacer eco de este llamado, llevando el Amor y la Gracia de Dios a quienes nos rodean.

Oración

Oremos: Amado Padre Celestial, en este momento levantamos nuestra voz en unidad con Tu Espíritu, y clamamos a cada alma sedienta que escucha este mensaje: “Ven”. Señor, que este llamado alcance el corazón de aquellos que buscan Paz, de los que sienten un vacío en su interior, y de todos los que anhelan una vida verdadera en Tu Presencia.

Rogamos, Señor, que Tu Espíritu Santo toque y sensibilice cada corazón, abriendo sus ojos para ver la Vida y el Amor que solo Tú puedes dar. Permite, Padre, que cada oyente reciba la invitación a venir y beber del Agua de la Vida que ofreces gratuitamente. Que este llamado resuene en lo profundo de sus corazones, llevándolos a Ti en arrepentimiento, fe y esperanza, sabiendo que en Ti encontrarán Descanso, Plenitud y Salvación Eterna.

Señor, atrae a aquellos que están cansados y cargados, que ellos respondan a Tu invitación y se acerquen a beber de esta Agua Viva, que sacia y nunca se agota. Que cada alma que escuche este Mensaje sea transformada y reciba la Plenitud de Tu Gracia.

En el Nombre precioso del Señor Jesucristo, quien nos invita a beber sin precio, oramos y Te lo pedimos. ¡Amén!

Scriptures

John 17:21-23:

21 That they may all be one, as you, O Father, are in me, and I in you, that they also may be one in us, so that the world may believe that you sent me.

22 And I have given them the glory that you gave me; so that they may be one thing, as we are also one thing.

23 I in them, and you in me, that they may be consummatedly one; that the world may know that you sent me, and that you have loved them, as you have also loved me.

Revelation 22:17:

17 And the Spirit and the Bride say, "Come." And he who hears must say, "Come." And he who thirsts must come, and he who wills may take of the water of life for nothing (freely).

Introduction

In Revelation 22:17, one of the biblical quotes we've read, have you noticed that there's a cry from both the Spirit and His Bride, that they're both speaking the same Word? In the book of Revelation, the Voice of the Spirit (which is the Bridegroom) and the Voice of the Bride (which is the True Church), say, "Come." This powerful invitation in Revelation 22:17 is more than just a call; it is a profound Revelation of the unity between the Spirit of God and the Bride of Christ. The Spirit, who has always been the Voice of God in the midst of His People, unites with the Bride, demonstrating that She not only hears the Voice of God, but repeats it, proclaims it, and lives it with authority and conviction.

It is crucial to understand that the Bride is not an isolated entity, but a Church that has been Redeemed, Washed, and Transformed by God's Word. She is filled with the Holy Spirit and therefore her Voice is the same as the Spirit's. This teaches us that the True Church (which is the Bride of Christ) speaks the Word of God, not an altered and corrupted version, but the same Word that comes out of the Mouth of the Spirit. This perfect unity reflects that She possesses the Spirit of God, and so She can make the call that comes directly from the depths of God's Heart.

This call, full of Grace and Mercy, is extended to all: "And let him who hears say, ' Come. And let him who thirsts come; and whoever will, let him drink of the water of life freely." It is not an exclusive call, but an open invitation to all who wish to drink of the Living Water that Christ alone offers. But what is most revealing is that this invitation, although spoken by the Bride, is not born of Herself but of the Spirit who dwells in Her. The Bride is so filled with the Holy Spirit that her words are the same as the Spirit's. She adds or takes nothing away, but in perfect submission and unity, speaks what He speaks.

Therefore, this sermon invites us to deepen the relationship between the Church and the Holy Spirit, demonstrating that the true Bride of Christ, the faithful Church, is the one who is completely aligned with the Spirit. She proves that she has Him by proclaiming the same Word, calling all to come and receive the Eternal Life that is only found in Jesus Christ. We will see how this unity between the Spirit and the Bride is not only a statement of faith, but the greatest evidence that the True Church is indwelt and directed by the same Spirit who raised Christ from the dead.

The Unity of the Spirit and the Bride

In Revelation 22:17, we see a supernatural union between the Holy Spirit (who is God Himself) and the Bride, and they speak in perfect harmony. This verse highlights the essential unity between the Spirit of God and His Bride, a unity that is established in the Revelation of the Word and in the presence of the Spirit dwelling in believers. It is not a simple collaboration; it is a Divine Fusion where the Bride becomes the mouth of the Spirit, proclaiming the same Message with Heavenly Authority.

The unity between the Holy Spirit and the Bride (which is the True Church), is not only a theological truth, but is reflected in the practical life of every Believer. This unity is manifested when the members of the Bride live according to the Word and are guided in every aspect of their lives by the Holy Ghost. Being one with the Spirit means that the Bride, as a Church and as each individual Believer, is in complete harmony with God's will.

Consider a mother facing a day full of challenges, from caring for her children to work responsibilities. If she is united to the Spirit, before reacting to a difficult situation, she will seek the Spirit's guidance through prayer and the Word. Unity with the Spirit will enable you to act with Peace, Patience, and Love, reflecting the character of Christ in your dealings with others.

This reflection of unity is similar to what Colossians 3:17 teaches:

17 And whatever you do, whether in word or deed, do all in the name of the Lord Jesus, giving thanks to God the Father for him.

This passage emphasizes that every action and word must be in perfect harmony with the Lord, thus reflecting the union of the Bride with the Spirit.

John 17:21-23:

21 That they may all be one, as you, O Father, are in me, and I in you, that they also may be one in us, so that the world may believe that you sent me.

22 And I have given them the glory that you gave me; so that they may be one thing, as we are also one thing.

23 I in them, and you in me, that they may be consummatedly one; that the world may know that you sent me, and that you have loved them, as you have also loved me.

Here Jesus prays that the Believers, who form His Church, will be one with Him, just as He is one with the Father. This prayer highlights the importance of unity with the Spirit, for only through the Holy Spirit is it possible for Believers to reflect the true Nature of God. This unity is the witness that the world needs to recognize the Work of Christ in the Life of the Church.

In daily life, this unity can be expressed in how Believers relate to others. Instead of responding with pride or selfishness, those who are in unity with the Spirit will respond with humility and grace. For example, in a family conflict, a Believer who seeks to reflect this unity will be willing to ask for forgiveness and forgive, always seeking peace.

A Believer who works in a secular environment may face temptations or pressures to compromise his values. Oneness with the Spirit is shown when you choose to act with integrity, resisting the temptation to lie or manipulate for gain. By acting according to God's Will, you are demonstrating that, as part of the Bride, you speak and live according to the Spirit, proclaiming in your life the Message of Christ.

As James 1:22 instructs him:

22 But be doers of the word, and not hearers only, deceiving yourselves.

This scripture emphasizes that unity with the Spirit is not only reflected in words, but in actions. Those who are part of the Bride show the world who Christ is, being "doers of the Word" in every aspect of their lives.

Revelation 19:7-9:

7Let us rejoice and be glad and give glory to him; for the marriage of the Lamb is come, and his bride is ready.

8 And it was given to him that he should put on fine linen, clean and shining: for fine linen is the justifications of the saints.

9 And he said to me, "Write, 'Blessed are those who are called to the supper of the Lamb.' And he said to me, "These words of God are true."

Here the Bride is shown at the climax of her union with Christ. The Bride's preparation symbolizes her purification, having fully aligned herself with the Will of God. This verse illustrates how unity with the Spirit enables the Bride to be ready for the Lord's Coming. Their purity is the result of a life lived in full communion with the Spirit, following His Direction in all areas of their lives.

In everyday life, this preparation is evident in small and large decisions. For example, a person in a leadership position in the church, being united to the Spirit, will decide to lead with Love and Truth, rejecting any selfish motivations. This allows the Bride to remain clean and prepared, symbolizing her purity and total surrender to Christ.

Ephesians 5:25-27:

25 Husbands, love your wives, just as Christ loved the church and gave himself up for her,

26 To sanctify it by cleansing it in the washing of water by the word,

27 To present it to him gloriously, a church that had no spot or wrinkle or anything like that; but that it should be holy and blameless.

The purification of the Bride is essential for her to be united to the Spirit. The Holy Spirit works in every Believer, purifying them through the Word, so that their life may be a living witness to the purity of Christ. This purification is not an isolated process, but an ongoing one, in which every believer must be willing to leave sin and live according to God's Principles.

In everyday life, this is reflected when a Believer renounces practices that distance him from God, such as gossip, anger, or pride. Instead of these attitudes, seek sanctification through the Word. For example, someone who has struggled with anger allows the Spirit to lead them toward an attitude of peace, thus reflecting that they are in unity with the Spirit because they live the Word of Christ in their life.

The unity of the Spirit and the Bride is a reality lived out on a daily basis. The Bride (like every Believer), aligns her life, decisions, and words with the direction of the Holy Spirit, thus showing that She is the Manifestation of the Word.

The Bride Speaks the Same Word as the Spirit

The Bride (the True Church of Christ) has been called to proclaim the same Words as the Holy Spirit. This means that His Message and His Testimony must be in complete alignment with what the Spirit reveals and declares. It is not about repeating words, but about being a living extension of the Spirit's Message, communicating God's Word in truth and power.

This unity in the Message between the Bride and the Spirit is proof that She has been Completely Transformed and Guided by the Holy Spirit. When the Bride speaks, it is the Spirit speaking through her, demonstrating that She has no words of her own, but proclaims the Truth of God.

Revelation 22:17:

17 And the Spirit and the Bride say, "Come." And he who hears must say, "Come." And he who thirsts must come, and he who wills may take of the water of life for nothing.

This verse is fundamental to understanding that the Bride and the Spirit speak with one Voice, inviting the world to receive Salvation. The invitation "Come" is an expression of God's Grace and Love, offering the "Water of Life" free of charge to all who wish to draw near to Him.

Here, the Holy Spirit and the Bride work together to proclaim the same Invitation of Love. The Bride does not speak on her own, but echoes the Words of the Spirit, reflecting her total subjection and oneness with God. This call is universal and inclusive, extended to all spiritually thirsty, showing that the Bride is in perfect alignment with God's Purpose to carry His Message to the world.

John 16:13:

13 But when that Spirit of truth comes, he will guide you into all truth, for he will not speak of himself, but will speak all that he hears, and will make known to you the things that are to come.

The Lord Jesus describes the Holy Spirit as the "Spirit of Truth," who guides Believers into all Truth and reveals the things that are to happen. This function of the Spirit extends to the Bride, for it is through the Spirit's Work in the Church that She can speak clearly and accurately about the Will of God.

In order for the Bride to speak the same Word as the Spirit, she must be constantly guided by Him. The Bride being led by the Holy Spirit does not speak on her own, she is not to speak human words, but to proclaim what God has revealed. This dependence on the Spirit to know and declare the truth is essential, for He is the one who guides the Church in all the Knowledge of God and enables it to proclaim His Word.

John 14:26:

26 But the Comforter, the Holy Spirit, whom the Father will send in my name, he will teach you all things, and will bring to your remembrance all things that I have said to you.

The Lord Jesus promised that the Holy Spirit would be the Teacher and remind the Believers of all that He taught. This Work of the Spirit ensures that the Bride is not dependent on her own wisdom or knowledge, but is grounded in the Teaching of Christ, being His Voice on earth.

The Bride, speaking the same Word as the Spirit, is the result of this constant teaching and reminder of the Holy Spirit. She is able to proclaim the Gospel of Christ with Faithfulness and Authority, because the Spirit keeps her aligned with the teachings of Jesus, reminding Him and guiding her in the Truth. Thus, every word that the Church proclaims in the world is an echo of what the Spirit has taught and reminded her.

Acts 1:8:

8 But you will receive the power of the Holy Spirit who will come upon you, and you will be witnesses to me in Jerusalem, and in all Judea, and Samaria, and to the ends of the earth.

Here the Lord Jesus promises the Disciples that they will receive Power through the Holy Spirit to be His Witnesses throughout the world. This verse shows that the Holy Spirit not only gives Words, but also the Power and Authority to proclaim them. The Bride, then, not only speaks the same words as the Spirit, but she does so with the same Authority, because the Spirit gives her the Power to be an effective Witness of Christ.

When the Bride speaks God's Word, she does so under the Anointing of the Holy Spirit, who enables her to witness boldly and fearlessly. Like the Disciples in the book of Acts, the Church today can speak with Power and Clarity because the Holy Spirit is the one who impels it and gives it the Words it must speak.

1 Corinthians 2:13:

13 Which we also speak, not with learned words of human wisdom, but with the doctrine of the Spirit, accommodating the spiritual to the spiritual.

Paul explains here that the True Proclamation of the Word does not depend on human wisdom or knowledge, but on the Teaching of the Holy Spirit. The Bride of Christ must speak according to what the Holy Spirit teaches her, conveying a Message that is Scriptural, Spiritual, and Profound, discerned only by those who also have the Spirit.

The Bride, then, is called to avoid words of human wisdom and to proclaim what the Spirit teaches. This total dependence on the Spirit is what ensures that the Church's Message is not tainted by human thoughts, but is the pure Word of God, spoken with Power and Truth.

2 Peter 1:21:

21 For prophecy was not brought by the will of man in times past, but holy men of God spoke as they were moved by the Holy Spirit.

The inspiration of the Spirit in the prophets is a clear example of how the Spirit has always guided those who proclaim the Word of God. In the same way, the Bride is not to speak by human will, but under the Inspiration and Direction of the Holy Spirit.

The Church (as the Bride of Christ) has the same mandate as the prophets of old: to proclaim what God has revealed without altering or adding anything. This same Inspiration and Faithfulness to the Word is what gives Authority to His Message, demonstrating that She is in complete harmony with the Holy Spirit, who reveals and guides the Servants of God.

The Bride speaks the same Word as the Spirit because she is in complete communion with Him, receiving and proclaiming the same Truth that He reveals. Every time She declares the Word of God, She does not do so on her own initiative, but as a reflection of the Will of the Spirit, ensuring that the Message of Salvation reaches the world in its Pure and Powerful form.

The Bride of God

The Church (as the Bride of Christ) is united to the Holy Spirit, to God, because they have become One. This concept not only highlights her privileged position, but also her calling to reflect the Holiness, Love, and Purity of her Husband. The Bride belongs fully to God and has been Redeemed and Sealed by the Holy Spirit to walk in obedience, love, and communion with Him. Being the Bride of God's Spirit, the Church is therefore the instrument through which the Spirit operates, guiding her to reflect God's character to the world.

Ephesians 5:25-27:

25 Husbands, love your wives, just as Christ loved the church and gave himself up for her,

26 To sanctify it by cleansing it in the washing of water by the word,

27 To present it to him gloriously, a church that had no spot or wrinkle or anything like that; but that it should be holy and blameless.

This passage describes Christ's deep Love for His Church and His Desire to Sanctify it. By giving Himself for Her, Christ shows His Perfect Love and Sanctifies her through His Word, purifying her to present her as a Glorious and Spotless Bride. The Spirit's Work in this process is key, as He acts to cleanse, guide, and transform the Church to reflect God's Purity and Holiness.

This process of Sanctification shows that the Bride is not just a follower, but has an intimate and deep relationship with Christ, who guides her to Fullness in God. The Bride is, then, the Recipient of this Divine and Eternal Love, reflecting the Character of God by living according to His Word and His Spirit.

Revelation 21:2:

2 And I, John, saw the holy city, the new Jerusalem, coming down from heaven from God, ready as a bride adorned for her husband.

In John's vision, the Church is described as the "new Jerusalem," adorned and ready for her Bridegroom, who is Christ. This symbolism shows the Church as the Bride of God, prepared for eternal union with Him. The image of the adorned Bride implies Purity, Holiness, and a Beauty that comes from being completely surrendered and consecrated to God.

Here it is seen that the purpose of the Bride is to live in eternal communion with God, since she has been Purified and Prepared to be in His Presence. This verse shows us the culmination of the Spirit's Work in the Bride, who has sanctified her and prepared her for Eternity with God. On the Last Day, the Church will be presented as the Perfect Bride, spotless and totally united to Her Heavenly Bridegroom.

2 Corinthians 11:2:

2 For I jealous you with jealousy of God, because I have betrothed you to a husband, that I might present you as a pure virgin to Christ.

Paul here expresses his deep desire to present the Church as a Pure Bride to Christ, her only Bridegroom. This zeal of God reflects the fidelity and total dedication that the Church must have towards Him. The Purity that Paul mentions implies a life without duplicity, fully dedicated to Christ, rejecting any link with the world that might interfere with their Relationship with Him.

The call of the Church as the Bride of God involves maintaining a life of Purity and Holiness. By living under the guidance of the Spirit, the Church consecrates itself more and more to God every day, reflecting His Love and Loyalty to Christ. Thus, each Believer is invited to walk in fidelity, being separated for God and demonstrating that his Relationship with the Spirit is a commitment of Life and Love.

Romans 7:4:

4 So you also, my brethren, are dead to the law through the body of Christ, that you may belong to another, that is, to him who rose from the dead, that we may be fruitful to God.

This verse shows us that the Church, having died to sin and the law, now belongs to Christ. The Church has been freed from the law to be of "another," Christ, who was resurrected so that Believers can bear fruit for God. This union represents not only the Church's belonging to Christ, but also her responsibility to live in obedience and to bear fruit that reflects the Character of her Bridegroom.

The Church, as the Bride of the Spirit of God, is called to produce fruits that are pleasing to Him. This is only possible because the Holy Spirit is at work in the Church, helping her to live in a holy and fruitful way. The Church thus demonstrates its relationship and union with God by bearing fruit that is evidence of its communion with the Spirit.

1 Peter 2:9-10:

9 But you are a chosen race, a royal priesthood, a holy nation, a people for your own sake, to proclaim the virtues of him who has called you out of darkness into his marvelous light.

10 You who were not a people in the past, but now are God's people; that in the past you had not obtained mercy.

This passage identifies the Church as a "chosen race," as  a "royal priesthood," a "holy people," and an "acquired people." This identity reinforces her role as the Bride of God, called to proclaim His Virtues. The Church, therefore, is Chosen and set apart by God to reflect His Glory and manifest His Presence in the world.

By living under the guidance of the Spirit, the Church fulfills her purpose of proclaiming the Virtues of God. She is His Possession, and her life and testimony reflect His Character and His Mercy. Thus, the True Church (who is the Bride of God), walks in the Light of His Love and His Truth, showing the world who God is and His Redemptive Work.

Ephesians 1:13-14:

13 In whom you also waited when you heard the word of truth, the gospel of your salvation: in which also from the beginning of your belief you were sealed with the Holy Spirit of promise,

14 Which is the earnest of our inheritance, for the redemption of the possession acquired to the praise of his glory.

The Holy Spirit acts as a "Seal" for the Church, confirming its identity and relationship with God. This Seal is a Guarantee of the Inheritance that the Church will receive in the Final Redemption. The Bride, being sealed by the Spirit, receives confirmation of her position as God's possession and her Eternal union with Him.

This Seal implies a total consecration of the Church to God. Having been sealed, the Bride has the assurance that she belongs to God and that His Spirit will preserve her to the end. Thus, the relationship between the Bride and the Holy Spirit is a Guarantee of her Eternal Destiny, a constant reminder that the Church belongs totally to God and that her union with Him is unbreakable.

The Bride of the Spirit of God is called to live in Purity, Faithfulness and Holiness, reflecting the character of her Husband. By being sealed and led by the Spirit, the Bride is preserved for God, demonstrating in her life the special and eternal relationship she has with Him. Every day, She announces the virtues of God and bears fruit for His Glory, thus showing the world that She is the Bride of the One who redeemed her and made her His own forever.

The Final Call: "Come"

The final call of the Spirit and the Bride to the world is an invitation to come unto Christ, the source of Eternal Life. This call is not just a word, but an echo of the Voice of the Spirit who calls and longs for all Creation to come to the Savior. In Revelation 22:17, both the Spirit and the Bride say "Come," uniting in a cry of invitation and hope. This final call sums up the Purpose and Mission of the Church on earth: to invite every person to draw near to the Source of the Water of Life, to Salvation and to Communion with God.

Revelation 22:17:

17 And the Spirit and the Bride say, Come, and let him who hears say, Come. And let him who thirsts come: and he who wills let him take of the water of life freely (or for nothing).

This passage expresses the joint call of the Spirit and the Bride. Both are in Perfect Oneness, issuing the invitation to all who are spiritually thirsty. The "Water of Life" is a symbolism of Salvation and Eternal Life that only Christ offers. The Bride, in her role as Church, joins with the Spirit in proclaiming the free Offering of Eternal Life, emphasizing that Salvation is accessible to all who hear His Voice.

The gratuitous nature of this call is shown here. There is nothing that must be paid, but everyone is invited to receive. The Bride shares the same Heart of God in desiring people to draw near, and this call extends to all without distinction. The Church, in union with the Spirit, proclaims this Final and Universal Invitation, in the hope that every soul will come to drink of God's Grace.

Isaiah 55:1:

1To all who thirst: Come to the waters, and you who have no money, come, buy, and eat. Come, buy, without money and without price, wine and milk.

Isaiah, anticipating this same call, invites the "thirsty" to come to the Waters at no cost. Here the water symbolizes the Free Salvation that God offers. The Bride, following the example of this prophet, calls all who thirst spiritually. No payment or sacrifice is required, since Christ has already paid the Price.

This call reveals the Heart of God and of the Bride: a sincere Desire that no one perish. To the extent that the Church invites, it represents Christ, calling each person to experience His Grace. This Message is timeless and reinforces that the Lord desires all to be saved and come to the Knowledge of the Truth.

Matthew 11:28:

28 Come to me, all you who labor and are heavy laden, and I will give you rest.

The Lord Jesus Himself calls the weary and heavy laden to come to Him to find Rest. This Rest is not only physical, but also spiritual, and represents the Peace and Relief found in a relationship with Christ. The Bride, in her Mission, continues to extend this same call to those who are weary and overwhelmed by sin and the worries of life.

The Church, by inviting others to "come," offers an alternative to the weight of the world and sin. She invites us to rest in Christ, remembering that the yoke of Jesus is easy and light. Thus, the Bride acts as a Channel of God's "Peace and Mercy, calling humanity to find its Rest in the Savior.

John 7:37-38

37 But on the last great day of the feast, Jesus stood up and cried, saying, "If anyone is thirsty, let him come to me and drink."

38 Whoever believes in me, as the Scripture says, rivers of living water will flow from his womb.

In this verse, Jesus calls everyone who thirsts to come to Him and drink. Here, the Living Water represents the Holy Spirit, who will dwell in the Believer, filling him with Life. The Bride, in inviting others to come, echoes this Promise, announcing that those who come to Christ will receive the Holy Spirit and Eternal Life.

The Bride's call is thus more than an invitation; it is a Promise of Fullness and Communion with God. The Church shares the Message that in Christ is Eternal Satisfaction, and that those who accept this invitation will receive a Source of Life that will never be exhausted.

Revelation 3:20:

20 Behold, I stand at the door and knock: if anyone hears my voice and opens the door, I will go in to him and sup with him, and he with me.

This call is a direct Invitation from Christ, who knocks on the door of every person's heart. Jesus promises to enter and fellowship with those who receive Him. The Bride, representing Christ, invites others to open their hearts and allow Him to enter. Here God's desire to have a personal and close relationship with each individual is shown.

The Church, as Bride, is called to extend this invitation. In doing so, it manifests God's Love and Patience, reminding people that Christ is waiting to come in and dine with them. This verse reflects God's Desire to establish a deep relationship with His Creation, and the Bride is privileged to be the Spokesperson of this Divine Calling.

2 Peter 3:9:

9 The Lord is not slow about his promise, as some consider it to be slackness. but he is patient toward us, not willing that any should perish, but that all should come to repentance.

This verse shows God's Patience and His Desire for all to repent and come to Him. The final call of the Bride, in union with the Spirit, reflects this same Desire of God. The Church understands that God does not want anyone to be lost, but for everyone to find Salvation.

The Bride's call, "Come," is an echo of God's Patience and Compassion, who expects every soul to draw near to Him. The Church is at the service of this Divine Purpose, extending a constant invitation to Salvation, just as the Lord desires.

Hebrews 3:7-8:

7 Therefore, as the Holy Spirit says, "If you will hear his voice today,

8Do not harden your hearts, as in the day of temptation in the wilderness ,...

Here the Spirit exhorts not to harden the heart when listening to His Voice. This Call resonates with urgency, for those who listen must respond. The Bride, in echoing this Call, invites humanity not to ignore the Message of Salvation. Every time the Church proclaims the Gospel, she is inviting people to open their hearts and accept God's Grace.

The Bride calls for repentance and obedience, remembering that each person must respond to God's Call without delay. This passage also illustrates the risk of rejecting God's Voice, reminding us that the Bride's Final Call is an invitation that, at the same time, carries a warning.

The Final Call of the Spirit and the Bride, "Come," is an act of Love and Obedience to God's Purpose. This call, which begins with the Spirit and the Church, is a testimony of the Unity between the two and of God's Desire to save all His Children. The Church, as Bride, is on constant mission, proclaiming the Good News and extending the invitation to all, without exception.

By joining her voice to that of the Spirit, the Bride becomes the means by which God calls the lost, offering Hope, Life, and Redemption. This "Come" call is, then, a sacred act of the Bride and the Spirit, an invitation to all who thirst to find in Christ Peace and Eternal Life.

Conclusion

In conclusion, the Bride's final call, "Come," is an invitation full of Love and Mercy that resonates in Perfect Harmony with the Voice of the Spirit. Throughout Scripture, we have seen this call extend to every thirsty person, to all the weary and heavy laden, and to every soul who longs to find Eternal Life. The Bride, by speaking the same Word as the Spirit, reflects the Divine Unity and God's Deep Love for humanity, inviting all to come and drink of the free Waters of Life that Christ offers.

The Bride is not simply a spectator in God's Redemptive Work; she is a channel through which His Call is manifested to the world. His voice, in complete alignment with the Spirit, is the Voice of Christ reaching out to all who would receive His Grace. As Bride, the Church is not only a bearer of the Message of Salvation, but also shares His very Nature and Mission, fervently crying out to every heart, "Come unto Christ." This call is the echo of an Eternal Hope, an invitation to repentance and reconciliation with God.

Just as the Bride and the Spirit are one in this Final Message, we are reminded that we are called to be part of this Mission, to join in God's Cry and bring this Message of Life to those who have not yet heard. The invitation remains open, and each of us has the privilege and responsibility to echo this call, bringing God's Love and Grace to those around us.

Prayer

Let us pray: Dear Heavenly Father, at this time we lift up our voices in unity with Your Spirit, and we cry out to every thirsty soul who hears this message, "Come." Lord, may this call reach the hearts of those who seek Peace, of those who feel an emptiness within, and of all who long for a true life in Your Presence.

We pray, Lord, that Your Holy Spirit will touch and sensitize every heart, opening its eyes to see the Life and Love that only You can give. Allow, Father, that each hearer may receive the invitation to come and drink of the Water of Life that You freely offer. May this call resound deep in their hearts, bringing them to You in repentance, faith and hope, knowing that in You they will find Rest, Wholeness and Eternal Salvation.

Lord, draw those who are weary and heavy laden, let them respond to Your invitation and come to drink of this Living Water, which fills and never runs out. May every soul who hears this Message be transformed and receive the Fullness of Your Grace.

In the precious Name of the Lord Jesus Christ, who invites us to drink without price, we pray and ask You. Amen!

Écritures

Jean 17:21-23 :

21 Afin qu'ils soient tous un, comme toi, ô Père, tu es en moi, et moi en toi, afin qu'eux aussi soient un en nous, afin que le monde croie que tu m'as envoyé.

22 Et je leur ai donné la gloire que tu m'as donnée ; afin qu'ils soient une chose, comme nous sommes aussi une chose.

23 Moi en eux, et toi en moi, afin qu'ils soient parfaitement un, afin que le monde sache que tu m'as envoyé, et que tu les as aimés, comme tu m'as aimé aussi.

Révélation 22:17 :

17 Et l'Esprit et l'Epouse disent : Viens. Et celui qui entend doit dire : Viens. Et celui qui a soif doit venir, et celui qui veut peut prendre de l'eau de la vie pour rien.

Introduction

Dans Apocalypse 22.17, l'une des citations bibliques que nous avons lues, avez-vous remarqué qu'il y a un cri de l'Esprit et de Son Épouse, qu'ils prononcent tous les deux la même Parole ? Dans le livre de l'Apocalypse, la Voix de l'Esprit (qui est l'Époux) et la Voix de l'Épouse (qui est la Véritable Église) disent : « Venez. » Cette puissante invitation dans Apocalypse 22:17 est plus qu'un simple appel ; c'est une révélation profonde de l'unité entre l'Esprit de Dieu et l'Épouse du Christ. L'Esprit, qui a toujours été la Voix de Dieu au milieu de son peuple, s'unit à l'Épouse, démontrant que non seulement elle entend la voix de Dieu, mais qu'elle la répète, qu'elle la proclame et qu'elle la vit avec autorité et conviction.

Il est crucial de comprendre que l'Épouse n'est pas une entité isolée, mais une Église qui a été rachetée, lavée et transformée par la Parole de Dieu. Elle est remplie du Saint-Esprit et donc sa voix est la même que celle de l'Esprit. Cela nous enseigne que la Vraie Église (qui est l'Épouse du Christ) prononce la Parole de Dieu, non pas une version altérée et corrompue, mais la même Parole qui sort de la Bouche de l'Esprit. Cette unité parfaite reflète le fait qu'elle possède l'Esprit de Dieu, et qu'elle peut donc faire l'appel qui vient directement des profondeurs du Cœur de Dieu.

Cet appel, plein de grâce et de miséricorde, s'étend à tous : « Et que celui qui entend dise : 'Viens. Et que vienne celui qui a soif ; et que celui qui veut boive gratuitement de l'eau de la vie. Il ne s'agit pas d'un appel exclusif, mais d'une invitation ouverte à tous ceux qui veulent boire de l'eau vive que le Christ seul offre. Mais ce qui est le plus révélateur, c'est que cette invitation, bien que prononcée par l'Épouse, ne naît pas d'elle-même, mais de l'Esprit qui habite en elle. L'Épouse est tellement remplie du Saint-Esprit que ses paroles sont les mêmes que celles de l'Esprit. Elle n'ajoute ni n'enlève rien, mais, dans une soumission et une unité parfaites, elle dit ce qu'il dit.

Par conséquent, ce sermon nous invite à approfondir la relation entre l'Église et l'Esprit Saint, en démontrant que la véritable Épouse du Christ, l'Église fidèle, est celle qui est complètement alignée avec l'Esprit. Elle prouve qu'elle l'a en proclamant la même Parole, appelant tout le monde à venir et à recevoir la Vie Éternelle qui ne se trouve qu'en Jésus-Christ. Nous verrons comment cette unité entre l'Esprit et l'Épouse n'est pas seulement une déclaration de foi, mais la plus grande preuve que la Véritable Église est habitée et dirigée par le même Esprit qui a ressuscité le Christ d'entre les morts.

L'unité de l'Esprit et de l'Épouse

Dans Apocalypse 22:17, nous voyons une union surnaturelle entre le Saint-Esprit (qui est Dieu Lui-même) et l'Épouse, et ils parlent en parfaite harmonie. Ce verset met en évidence l'unité essentielle entre l'Esprit de Dieu et son Épouse, une unité qui s'établit dans la Révélation de la Parole et dans la présence de l'Esprit habitant dans les croyants. Il ne s'agit pas d'une simple collaboration ; c'est une Fusion Divine où l'Épouse devient la bouche de l'Esprit, proclamant le même Message avec l'Autorité Céleste.

L'unité entre l'Esprit Saint et l'Épouse (qui est la Vraie Église) n'est pas seulement une vérité théologique, mais se reflète dans la vie pratique de chaque croyant. Cette unité se manifeste lorsque les membres de l'Épouse vivent selon la Parole et sont guidés dans tous les aspects de leur vie par le Saint-Esprit. Être un avec l'Esprit signifie que l'Épouse, en tant qu'Église et en tant que croyant individuel, est en parfaite harmonie avec la volonté de Dieu.

Prenons l'exemple d'une mère qui fait face à une journée remplie de défis, qu'il s'agisse de s'occuper de ses enfants ou de ses responsabilités professionnelles. Si elle est unie à l'Esprit, avant de réagir à une situation difficile, elle cherchera la direction de l'Esprit par la prière et la Parole. L'unité avec l'Esprit vous permettra d'agir avec Paix, Patience et Amour, en reflétant le caractère du Christ dans vos relations avec les autres.

Ce reflet de l'unité est similaire à ce qu'enseigne Colossiens 3:17 :

17 Et quoi que vous fassiez, en paroles ou en actes, faites tout au nom du Seigneur Jésus, en rendant grâces à Dieu le Père pour lui.

Ce passage souligne que chaque action et chaque parole doivent être en parfaite harmonie avec le Seigneur, reflétant ainsi l'union de l'Épouse avec l'Esprit.

Jean 17:21-23 :

21 Afin qu'ils soient tous un, comme toi, ô Père, tu es en moi, et moi en toi, afin qu'eux aussi soient un en nous, afin que le monde croie que tu m'as envoyé.

22 Et je leur ai donné la gloire que tu m'as donnée ; afin qu'ils soient une chose, comme nous sommes aussi une chose.

23 Moi en eux, et toi en moi, afin qu'ils soient parfaitement un, afin que le monde sache que tu m'as envoyé, et que tu les as aimés, comme tu m'as aimé aussi.

Ici, Jésus prie pour que les croyants, qui forment son Église, soient un avec lui, tout comme il est un avec le Père. Cette prière souligne l'importance de l'unité avec l'Esprit, car ce n'est que par l'Esprit Saint qu'il est possible pour les croyants de refléter la vraie Nature de Dieu. Cette unité est le témoignage dont le monde a besoin pour reconnaître l'Œuvre du Christ dans la vie de l'Église.

Dans la vie quotidienne, cette unité peut s'exprimer dans la façon dont les croyants interagissent avec les autres. Au lieu de répondre par l'orgueil ou l'égoïsme, ceux qui sont unis par l'Esprit répondront par l'humilité et la grâce. Par exemple, dans un conflit familial, un croyant qui cherche à refléter cette unité sera prêt à demander pardon et à pardonner, en recherchant toujours la paix.

Un croyant qui travaille dans un environnement laïc peut faire face à des tentations ou à des pressions pour compromettre ses valeurs. L'unité avec l'Esprit se manifeste lorsque vous choisissez d'agir avec intégrité, en résistant à la tentation de mentir ou de manipuler pour le gain. En agissant selon la volonté de Dieu, vous démontrez que, en tant que partie de l'Épouse, vous parlez et vivez selon l'Esprit, en annonçant dans votre vie le Message du Christ.

Comme Jacques 1:22 le lui enseigne :

22 Mais mettez-vous en pratique de la parole, et ne vous contentez pas de l'écouter, en vous trompant vous-mêmes.

Cette écriture souligne que l'unité avec l'Esprit ne se reflète pas seulement dans les paroles, mais aussi dans les actes. Ceux qui font partie de l'Épouse montrent au monde qui est le Christ, en étant des « pratiquants de la Parole » dans tous les aspects de leur vie.

Apocalypse 19:7-9 :

7Réjouissons-nous, soyons dans l'allégresse, et rendons-lui gloire. car les noces de l'Agneau sont venues, et son épouse est prête.

8 Et il lui fut donné de revêtir un lin fin, pur et brillant, car le lin fin est la justification des saints.

9 Et il me dit : Écris : Heureux ceux qui sont appelés au repas de l'Agneau ! Et il m'a dit : « Ces paroles de Dieu sont vraies. »

Ici, l'Épouse est montrée au point culminant de son union avec le Christ. La préparation de l'Épouse symbolise sa purification, s'étant pleinement alignée avec la Volonté de Dieu. Ce verset illustre comment l'unité avec l'Esprit permet à l'Épouse d'être prête pour la venue du Seigneur. Leur pureté est le résultat d'une vie vécue en pleine communion avec l'Esprit, suivant sa direction dans tous les domaines de leur vie.

Dans la vie de tous les jours, cette préparation est évidente dans les petites et grandes décisions. Par exemple, une personne occupant une position de leadership dans l'église, étant unie à l'Esprit, décidera de diriger avec Amour et Vérité, en rejetant toute motivation égoïste. Cela permet à l'Épouse de rester pure et préparée, symbolisant sa pureté et son abandon total au Christ.

Éphésiens 5:25-27 :

25 Maris, aimez vos femmes, comme le Christ a aimé l'Église et s'est livré lui-même pour elle,

26 Pour le sanctifier en le purifiant dans le lavage d'eau par la parole,

27 Pour la lui présenter glorieusement, une église qui n'avait ni tache, ni ride, ni rien de ce genre ; mais qu'elle soit sainte et irréprochable.

La purification de l'Épouse est essentielle pour qu'elle soit unie à l'Esprit. L'Esprit Saint agit en chaque croyant, le purifiant par la Parole, afin que sa vie soit un témoignage vivant de la pureté du Christ. Cette purification n'est pas un processus isolé, mais un processus continu, dans lequel chaque croyant doit être prêt à abandonner le péché et à vivre selon les principes de Dieu.

Dans la vie de tous les jours, cela se reflète lorsqu'un croyant renonce à des pratiques qui l'éloignent de Dieu, comme les commérages, la colère ou l'orgueil. Au lieu de ces attitudes, cherchez la sanctification par la Parole. Par exemple, quelqu'un qui a lutté contre la colère permet à l'Esprit de le conduire vers une attitude de paix, reflétant ainsi qu'il est en unité avec l'Esprit parce qu'il vit la Parole du Christ dans sa vie.

L'unité de l'Esprit et de l'Épouse est une réalité vécue au quotidien. L'Épouse (comme chaque croyant) aligne sa vie, ses décisions et ses paroles sur la direction du Saint-Esprit, montrant ainsi qu'elle est la manifestation de la Parole.

L'épouse prononce la même parole que l'Esprit

L'Épouse (la Vraie Église du Christ) a été appelée à proclamer les mêmes Paroles que le Saint-Esprit. Cela signifie que Son Message et Son témoignage doivent être en parfait alignement avec ce que l'Esprit révèle et déclare. Il ne s'agit pas de répéter des paroles, mais d'être une extension vivante du Message de l'Esprit, en communiquant la Parole de Dieu dans la vérité et la puissance.

Cette unité dans le Message entre l'Épouse et l'Esprit est la preuve qu'Elle a été complètement transformée et guidée par l'Esprit Saint. Lorsque l'Épouse parle, c'est l'Esprit qui parle à travers elle, démontrant qu'Elle n'a pas de paroles à elle, mais qu'Elle proclame la Vérité de Dieu.

Révélation 22:17 :

17 Et l'Esprit et l'Epouse disent : Venez. Et celui qui entend doit dire : Venez. Et celui qui a soif doit venir, et celui qui veut peut prendre de l'eau de la vie pour rien.

Ce verset est fondamental pour comprendre que l'Épouse et l'Esprit parlent d'une seule voix, invitant le monde à recevoir le Salut. L'invitation « Venez » est une expression de la Grâce et de l'Amour de Dieu, offrant gratuitement « l 'Eau de la Vie » à tous ceux qui souhaitent s'approcher de Lui.

Ici, l'Esprit Saint et l'Épouse travaillent ensemble pour proclamer la même Invitation d'Amour. L'Épouse ne parle pas d'elle-même, mais fait écho aux Paroles de l'Esprit, reflétant sa soumission totale et son unité avec Dieu. Cet appel est universel et inclusif, étendu à tous ceux qui ont soif spirituellement, montrant que l'Épouse est en parfait alignement avec le Dessein de Dieu de porter Son Message au monde.

Jean 16:13 :

13 Mais quand cet Esprit de vérité viendra, il vous conduira dans la vérité tout entière, car il ne parlera pas de lui-même, mais il dira tout ce qu'il entendra, et il vous fera connaître les choses qui doivent arriver.

Le Seigneur Jésus décrit le Saint-Esprit comme « l'Esprit de Vérité », qui guide les croyants dans toute la Vérité et révèle les choses qui doivent arriver. Cette fonction de l'Esprit s'étend à l'Épouse, car c'est par l'œuvre de l'Esprit dans l'Église qu'elle peut parler clairement et avec précision de la volonté de Dieu.

Pour que l'Épouse puisse prononcer la même Parole que l'Esprit, elle doit être constamment guidée par Lui. L'Épouse conduite par l'Esprit Saint ne parle pas d'elle-même, elle ne doit pas prononcer de paroles humaines, mais proclamer ce que Dieu a révélé. Cette dépendance de l'Esprit pour connaître et déclarer la vérité est essentielle, car c'est Lui qui guide l'Église dans toute la connaissance de Dieu et lui permet d'annoncer sa Parole.

Jean 14:26 :

26 Mais le Consolateur, le Saint-Esprit, que le Père enverra en mon nom, vous enseignera tout, et vous rappellera tout ce que je vous ai dit.

Le Seigneur Jésus a promis que le Saint-Esprit serait l'Enseignant et rappellerait aux croyants tout ce qu'Il a enseigné. Cette œuvre de l'Esprit garantit que l'Épouse ne dépend pas de sa propre sagesse ou de sa propre connaissance, mais qu'elle est fondée sur l'enseignement du Christ, étant sa voix sur la terre.

L'Épouse, prononçant la même Parole que l'Esprit, est le résultat de cet enseignement constant et de ce rappel de l'Esprit Saint. Elle est capable de proclamer l'Évangile du Christ avec fidélité et autorité, parce que l'Esprit la maintient alignée avec les enseignements de Jésus, le lui rappelant et la guidant dans la vérité. Ainsi, chaque parole que l'Église proclame dans le monde est un écho de ce que l'Esprit lui a enseigné et rappelé.

Actes 1:8 :

8 Mais vous recevrez la puissance de l'Esprit Saint qui viendra sur vous, et vous serez mes témoins à Jérusalem, dans toute la Judée et dans la Samarie, et jusqu'aux extrémités de la terre.

Ici, le Seigneur Jésus promet aux disciples qu'ils recevront la puissance de l'Esprit Saint pour être ses témoins dans le monde entier. Ce verset montre que le Saint-Esprit ne donne pas seulement des paroles, mais aussi la puissance et l'autorité pour les proclamer. L'Épouse ne prononce donc pas seulement les mêmes paroles que l'Esprit, mais elle le fait avec la même autorité, parce que l'Esprit lui donne la puissance d'être un témoin efficace du Christ.

Lorsque l'Épouse prononce la Parole de Dieu, elle le fait sous l'onction du Saint-Esprit, qui lui permet de témoigner avec audace et sans crainte. Comme les disciples dans le livre des Actes, l'Église peut aujourd'hui parler avec puissance et clarté parce que l'Esprit Saint est celui qui la pousse et lui donne les paroles qu'elle doit prononcer.

1 Corinthiens 2:13 :

13 Que nous prononçons aussi, non pas avec des paroles savantes de sagesse humaine, mais avec la doctrine de l'Esprit, en accommodant le spirituel au spirituel.

Paul explique ici que la Vraie Proclamation de la Parole ne dépend pas de la sagesse ou de la connaissance humaines, mais de l'Enseignement de l'Esprit Saint. L'Épouse du Christ doit parler selon ce que l'Esprit Saint lui enseigne, en transmettant un Message qui est scripturaire, spirituel et profond, discerné seulement par ceux qui ont aussi l'Esprit.

L'Épouse est donc appelée à éviter les paroles de la sagesse humaine et à proclamer ce que l'Esprit enseigne. Cette dépendance totale de l'Esprit est ce qui fait que le Message de l'Église n'est pas entaché par les pensées humaines, mais qu'il est la pure Parole de Dieu, prononcée avec Force et Vérité.

2 Pierre 1:21 :

21 Car la prophétie n'a pas été apportée par la volonté de l'homme dans le passé, mais les saints hommes de Dieu ont parlé sous l'impulsion du Saint-Esprit.

L'inspiration de l'Esprit dans les prophètes est un exemple clair de la façon dont l'Esprit a toujours guidé ceux qui proclament la Parole de Dieu. De la même manière, l'Épouse ne doit pas parler par la volonté humaine, mais sous l'inspiration et la direction de l'Esprit Saint.

L'Église (en tant qu'Épouse du Christ) a le même mandat que les prophètes d'autrefois : proclamer ce que Dieu a révélé sans rien modifier ni ajouter. C'est cette même Inspiration et cette Fidélité à la Parole qui donnent autorité à Son Message, démontrant qu'Elle est en parfaite harmonie avec l'Esprit Saint, qui révèle et guide les Serviteurs de Dieu.

L'Épouse prononce la même Parole que l'Esprit parce qu'elle est en pleine communion avec Lui, recevant et proclamant la même Vérité qu'Il révèle. Chaque fois qu'elle proclame la Parole de Dieu, elle ne le fait pas de sa propre initiative, mais comme un reflet de la volonté de l'Esprit, en veillant à ce que le message du salut parvienne au monde sous sa forme pure et puissante.

L'Epouse de Dieu

L'Église (en tant qu'Épouse du Christ) est unie à l'Esprit Saint, à Dieu, parce qu'elle est devenue Un. Ce concept met non seulement en évidence sa position privilégiée, mais aussi son appel à refléter la Sainteté, l'Amour et la Pureté de son Époux. L'Épouse appartient pleinement à Dieu et a été rachetée et scellée par le Saint-Esprit pour marcher dans l'obéissance, l'amour et la communion avec Lui. En tant qu'Épouse de l'Esprit de Dieu, l'Église est donc l'instrument par lequel l'Esprit agit, la guidant pour refléter le caractère de Dieu dans le monde.

Éphésiens 5:25-27 :

25 Maris, aimez vos femmes, comme le Christ a aimé l'Église et s'est livré lui-même pour elle,

26 Pour le sanctifier en le purifiant dans le lavage d'eau par la parole,

27 Pour la lui présenter glorieusement, une église qui n'avait ni tache, ni ride, ni rien de ce genre ; mais qu'elle soit sainte et irréprochable.

Ce passage décrit l'amour profond du Christ pour son Église et son désir de la sanctifier. En se donnant pour elle, le Christ montre son amour parfait et la sanctifie par sa Parole, la purifiant pour la présenter comme une Épouse glorieuse et sans tache. L'œuvre de l'Esprit dans ce processus est essentielle, car Il agit pour purifier, guider et transformer l'Église afin de refléter la pureté et la sainteté de Dieu.

Ce processus de sanctification montre que l'Épouse n'est pas seulement une disciple, mais qu'elle a une relation intime et profonde avec le Christ, qui la guide vers la plénitude en Dieu. L'Épouse est donc la Récipiendaire de cet Amour Divin et Éternel, reflétant le Caractère de Dieu en vivant selon Sa Parole et Son Esprit.

Apocalypse 21:2 :

2 Et moi, Jean, je vis la ville sainte, la nouvelle Jérusalem, descendant du ciel d'auprès de Dieu, prête comme une épouse parée pour son époux.

Dans la vision de Jean, l'Église est décrite comme la « nouvelle Jérusalem », ornée et prête pour son Époux, qui est le Christ. Ce symbolisme montre l'Église comme l'Épouse de Dieu, préparée pour l'union éternelle avec Lui. L'image de l'Épouse parée implique la pureté, la sainteté et une beauté qui vient du fait d'être complètement abandonné et consacré à Dieu.

On voit ici que le but de l'Épouse est de vivre en communion éternelle avec Dieu, puisqu'elle a été purifiée et préparée à être en sa présence. Ce verset nous montre le point culminant de l'œuvre de l'Esprit dans l'Épouse, qui l'a sanctifiée et préparée pour l'éternité avec Dieu. Au dernier jour, l'Église sera présentée comme l'Épouse parfaite, sans tache et totalement unie à son Époux céleste.

2 Corinthiens 11:2 :

2 Car je vous jalouse de jalousie contre Dieu, parce que je vous ai fiancée à un mari, afin de vous présenter à Christ comme une vierge pure.

Paul exprime ici son profond désir de présenter l'Église comme une Pure Épouse au Christ, son unique Époux. Ce zèle de Dieu reflète la fidélité et le dévouement total que l'Église doit avoir envers Lui. La Pureté dont parle Paul implique une vie sans duplicité, entièrement consacrée au Christ, rejetant tout lien avec le monde qui pourrait interférer avec leur relation avec Lui.

L'appel de l'Église en tant qu'Épouse de Dieu implique le maintien d'une vie de pureté et de sainteté. En vivant sous la conduite de l'Esprit, l'Église se consacre chaque jour davantage à Dieu, reflétant son amour et sa fidélité au Christ. Ainsi, chaque croyant est invité à marcher dans la fidélité, en se séparant pour Dieu et en démontrant que sa relation avec l'Esprit est un engagement de vie et d'amour.

Romains 7:4 :

4 C'est pourquoi, vous aussi, mes frères, vous êtes morts à la loi par le corps de Christ, afin que vous apparteniez à un autre, c'est-à-dire à celui qui est ressuscité d'entre les morts, afin que nous soyons féconds pour Dieu.

Ce verset nous montre que l'Église, étant morte au péché et à la loi, appartient maintenant à Christ. L'Église a été libérée de la loi pour être d'un « autre », le Christ, qui est ressuscité afin que les croyants puissent porter du fruit pour Dieu. Cette union représente non seulement l'appartenance de l'Église au Christ, mais aussi sa responsabilité de vivre dans l'obéissance et de porter un fruit qui reflète le caractère de son Époux.

L'Église, en tant qu'Épouse de l'Esprit de Dieu, est appelée à produire des fruits qui lui sont agréables. Cela n'est possible que parce que l'Esprit Saint est à l'œuvre dans l'Église, l'aidant à vivre de manière sainte et féconde. L'Église manifeste ainsi sa relation et son union avec Dieu en portant des fruits qui sont la preuve de sa communion avec l'Esprit.

1 Pierre 2:9-10 :

9 Mais tu es une race élue, un sacerdoce royal, une nation sainte, un peuple pour toi-même, pour annoncer les vertus de celui qui t'a appelé des ténèbres à sa merveilleuse lumière.

10 Vous qui n'étiez pas un peuple dans le passé, mais qui êtes maintenant le peuple de Dieu. que dans le passé tu n'avais pas obtenu miséricorde.

Ce passage identifie l'Église comme une « race élue », comme  un « sacerdoce royal », un « peuple saint » et un « peuple acquis ». Cette identité renforce son rôle d'Épouse de Dieu, appelée à proclamer ses vertus. L'Église est donc choisie et mise à part par Dieu pour refléter sa gloire et manifester sa présence dans le monde.

En vivant sous la conduite de l'Esprit, l'Église accomplit son but de proclamer les Vertus de Dieu. Elle est Sa possession, et sa vie et son témoignage reflètent Son caractère et Sa miséricorde. Ainsi, la Vraie Église (qui est l'Épouse de Dieu) marche dans la Lumière de Son Amour et de Sa Vérité, montrant au monde qui est Dieu et Son Œuvre Rédemptrice.

Éphésiens 1:13-14 :

13 En qui vous avez aussi attendu quand vous avez entendu la parole de vérité, l'Évangile de votre salut, dans lequel vous avez été scellés du Saint-Esprit de promesse dès le commencement de votre foi,

14 C'est le gage de notre héritage, pour le rachat de la possession acquise à la louange de sa gloire.

L'Esprit Saint agit comme un « sceau » pour l'Église, confirmant son identité et sa relation avec Dieu. Ce Sceau est une garantie de l'Héritage que l'Église recevra dans la Rédemption Finale. L'Épouse, scellée par l'Esprit, reçoit la confirmation de sa position en tant que possession de Dieu et de son union éternelle avec Lui.

Ce Sceau implique une consécration totale de l'Église à Dieu. Ayant été scellée, l'Épouse a l'assurance qu'elle appartient à Dieu et que Son Esprit la préservera jusqu'à la fin. Ainsi, la relation entre l'Épouse et l'Esprit Saint est une garantie de son destin éternel, un rappel constant que l'Église appartient totalement à Dieu et que son union avec Lui est indissoluble.

L'Épouse de l'Esprit de Dieu est appelée à vivre dans la pureté, la fidélité et la sainteté, en reflétant le caractère de son époux. En étant scellée et conduite par l'Esprit, l'Épouse est préservée pour Dieu, démontrant dans sa vie la relation spéciale et éternelle qu'elle entretient avec Lui. Chaque jour, elle annonce les vertus de Dieu et porte du fruit pour sa gloire, montrant ainsi au monde qu'elle est l'épouse de Celui qui l'a rachetée et l'a faite sienne pour toujours.

L'appel final : « Come »

L'appel final de l'Esprit et de l'Épouse au monde est une invitation à aller au Christ, la source de la vie éternelle. Cet appel n'est pas seulement une parole, mais un écho de la Voix de l'Esprit qui appelle et aspire à ce que toute la Création vienne au Sauveur. Dans Apocalypse 22:17, l'Esprit et l'Épouse disent « Venez », s'unissant dans un cri d'invitation et d'espoir. Cet appel final résume le but et la mission de l'Église sur la terre : inviter chaque personne à s'approcher de la source de l'eau de la vie, du salut et de la communion avec Dieu.

Révélation 22:17 :

17 Et l'Esprit et l'Epouse dirent : Venez, et que celui qui entend dise : Viens, et que celui qui a soif vienne, et que celui qui veut puise de l'eau de la vie gratuitement (ou pour rien).

Ce passage exprime l'appel conjoint de l'Esprit et de l'Épouse. Tous deux sont dans une Unité Parfaite, lançant l'invitation à tous ceux qui ont soif spirituellement. L '« Eau de Vie » est un symbolisme du Salut et de la Vie Éternelle que seul le Christ offre. L'Épouse, dans son rôle d'Église, se joint à l'Esprit pour proclamer l'Offrande gratuite de la Vie Eternelle, en soulignant que le Salut est accessible à tous ceux qui entendent Sa Voix.

Le caractère gratuit de cet appel est montré ici. Il n'y a rien à payer, mais tout le monde est invité à recevoir. L'Épouse partage le même Cœur de Dieu en désirant que les gens s'approchent, et cet appel s'étend à tous sans distinction. L'Église, en union avec l'Esprit, proclame cette Invitation Finale et Universelle, dans l'espérance que chaque âme viendra boire à la Grâce de Dieu.

Ésaïe 55:1 :

1À tous ceux qui ont soif : Venez aux eaux, et vous qui n'avez pas d'argent, venez, achetez et mangez. Venez, achetez, sans argent et sans prix, du vin et du lait.

Isaïe, anticipant ce même appel, invite les « assoiffés » à venir gratuitement aux Eaux. Ici, l'eau symbolise le Salut Gratuit que Dieu offre. L'Epouse, à l'exemple de ce prophète, appelle tous ceux qui ont soif spirituellement. Aucun paiement ou sacrifice n'est requis, puisque le Christ a déjà payé le prix.

Cet appel révèle le Cœur de Dieu et de l'Épouse : un Désir sincère que personne ne périsse. Dans la mesure où l'Église invite, elle représente le Christ, appelant chaque personne à faire l'expérience de sa grâce. Ce Message est intemporel et renforce le fait que le Seigneur désire que tous soient sauvés et parviennent à la Connaissance de la Vérité.

Matthieu 11:28 :

28 Venez à moi, vous tous qui peinez et qui êtes chargés, et je vous donnerai du repos.

Le Seigneur Jésus Lui-même appelle ceux qui sont fatigués et chargés à venir à Lui pour trouver le repos. Ce repos n'est pas seulement physique, mais aussi spirituel, et représente la paix et le soulagement que l'on trouve dans une relation avec le Christ. L'Épouse, dans sa Mission, continue d'étendre ce même appel à ceux qui sont fatigués et accablés par le péché et les soucis de la vie.

L'Église, en invitant les autres à « venir », offre une alternative au poids du monde et du péché. Elle nous invite à nous reposer dans le Christ, en nous souvenant que le joug de Jésus est doux et léger. Ainsi, l'Épouse agit comme un canal de la « paix et de la miséricorde » de Dieu, appelant l'humanité à trouver son repos dans le Sauveur.

Jean 7:37-38

37 Mais le dernier grand jour de la fête, Jésus se leva et cria, en disant : Si quelqu'un a soif, qu'il vienne à moi et qu'il boive.

38 Celui qui croit en moi, comme le dit l'Ecriture, des fleuves d'eau vive couleront de son sein.

Dans ce verset, Jésus appelle tous ceux qui ont soif à venir à Lui et à boire. Ici, l'Eau Vive représente l'Esprit Saint, qui habitera dans le Croyant, le remplissant de Vie. L'Épouse, en invitant les autres à venir, se fait l'écho de cette promesse, annonçant que ceux qui viennent au Christ recevront l'Esprit Saint et la vie éternelle.

L'appel de l'Épouse est donc plus qu'une invitation ; c'est une promesse de plénitude et de communion avec Dieu. L'Église partage le Message qu'en Christ se trouve la satisfaction éternelle, et que ceux qui acceptent cette invitation recevront une Source de Vie qui ne sera jamais épuisée.

Apocalypse 3:20 :

20 Voici, je me tiens à la porte et je frappe ; si quelqu'un entend ma voix et ouvre la porte, j'entrerai chez lui et je souperai avec lui, et lui avec moi.

Cet appel est une invitation directe du Christ, qui frappe à la porte du cœur de chaque personne. Jésus promet d'entrer et de communier avec ceux qui le reçoivent. L'Épouse, représentant le Christ, invite les autres à ouvrir leur cœur et à lui permettre d'entrer. C'est là que se manifeste le désir de Dieu d'avoir une relation personnelle et intime avec chaque individu.

L'Église, en tant qu'Épouse, est appelée à lancer cette invitation. Ce faisant, il manifeste l'Amour et la Patience de Dieu, rappelant aux gens que le Christ attend de venir dîner avec eux. Ce verset reflète le désir de Dieu d'établir une relation profonde avec sa création, et l'Épouse a le privilège d'être la porte-parole de cet appel divin.

2 Pierre 3:9 :

9 Le Seigneur n'est pas lent à tenir sa promesse, car certains considèrent qu'il s'agit d'un relâchement. Mais il est patient envers nous, ne voulant pas qu'aucun périsse, mais que tous viennent à la repentance.

Ce verset montre la patience de Dieu et son désir que tous se repentent et viennent à lui. L'appel final de l'Épouse, en union avec l'Esprit, reflète ce même Désir de Dieu. L'Église comprend que Dieu ne veut pas que quelqu'un se perde, mais que tout le monde trouve le salut.

L'appel de l'Épouse, « Viens », est un écho de la Patience et de la Compassion de Dieu, qui attend de chaque âme qu'elle s'approche de Lui. L'Église est au service de ce dessein divin, en lançant une invitation constante au salut, comme le Seigneur le désire.

Hébreux 3:7-8 :

7 C'est pourquoi, comme le dit l'Esprit Saint : « Si tu entends sa voix aujourd'hui,

8N'endurcis pas ton cœur, comme au jour de la tentation dans le désert ,...

Ici, l'Esprit exhorte à ne pas endurcir le cœur en écoutant sa voix. Cet appel résonne avec urgence, car ceux qui écoutent doivent répondre. L'Épouse, en se faisant l'écho de cet appel, invite l'humanité à ne pas ignorer le Message du Salut. Chaque fois que l'Église annonce l'Évangile, elle invite les gens à ouvrir leur cœur et à accepter la grâce de Dieu.

L'Épouse appelle à la repentance et à l'obéissance, se souvenant que chaque personne doit répondre à l'appel de Dieu sans délai. Ce passage illustre également le risque de rejeter la Voix de Dieu, en nous rappelant que l'Appel Final de l'Épouse est une invitation qui, en même temps, porte un avertissement.

L'appel final de l'Esprit et de l'Épouse, « Viens », est un acte d'amour et d'obéissance au dessein de Dieu. Cet appel, qui commence avec l'Esprit et l'Église, est un témoignage de l'unité entre les deux et du désir de Dieu de sauver tous ses enfants. L'Église, en tant qu'Épouse, est en mission constante, annonçant la Bonne Nouvelle et lançant l'invitation à tous, sans exception.

En unissant sa voix à celle de l'Esprit, l'Épouse devient le moyen par lequel Dieu appelle les perdus, en leur offrant l'Espérance, la Vie et la Rédemption. Cet appel « Viens » est donc un acte sacré de l'Épouse et de l'Esprit, une invitation à tous ceux qui ont soif de trouver dans le Christ la Paix et la Vie Eternelle.

Conclusion

En conclusion, l'appel final de l'Épouse, « Venez », est une invitation pleine d'Amour et de Miséricorde qui résonne en parfaite harmonie avec la Voix de l'Esprit. Tout au long de l'Écriture, nous avons vu cet appel s'étendre à chaque personne assoiffée, à tous ceux qui sont fatigués et lourds, et à chaque âme qui aspire à trouver la vie éternelle. L'Epouse, en prononçant la même Parole que l'Esprit, reflète l'Unité Divine et l'Amour profond de Dieu pour l'humanité, invitant tout le monde à venir boire aux Eaux Gratuites de Vie que le Christ offre.

L'Épouse n'est pas simplement une spectatrice de l'Œuvre Rédemptrice de Dieu, elle est un canal par lequel Son Appel se manifeste au monde. Sa voix, en alignement complet avec l'Esprit, est la Voix du Christ qui s'adresse à tous ceux qui veulent recevoir Sa Grâce. En tant qu'Épouse, l'Église n'est pas seulement porteuse du Message du Salut, mais elle partage aussi sa nature et sa mission mêmes, criant avec ferveur à chaque cœur : « Venez à Christ ». Cet appel est l'écho d'une espérance éternelle, une invitation à la repentance et à la réconciliation avec Dieu.

Tout comme l'Épouse et l'Esprit sont un dans ce Message Final, il nous est rappelé que nous sommes appelés à faire partie de cette Mission, à nous joindre au Cri de Dieu et à apporter ce Message de Vie à ceux qui ne l'ont pas encore entendu. L'invitation reste ouverte, et chacun de nous a le privilège et la responsabilité de faire écho à cet appel, en apportant l'amour et la grâce de Dieu à ceux qui nous entourent.

Prière

Prions : Cher Père céleste, en ce moment, nous élevons nos voix dans l'unité de ton Esprit, et nous crions à toute âme assoiffée qui entend ce message : « Viens. » Seigneur, que cet appel atteigne le cœur de ceux qui cherchent la Paix, de ceux qui ressentent un vide intérieur et de tous ceux qui aspirent à une vraie vie en Ta Présence.

Nous Te prions, Seigneur, que Ton Esprit Saint touche et sensibilise chaque cœur, ouvrant ses yeux pour voir la Vie et l'Amour que Toi seul peux donner. Permets, Père, que chaque auditeur puisse recevoir l'invitation à venir boire de l'Eau de Vie que Tu offres gratuitement. Puisse cet appel résonner profondément dans leurs cœurs, les amenant à Toi dans la repentance, la foi et l'espérance, sachant qu'en Toi ils trouveront le Repos, la Plénitude et le Salut Éternel.

Seigneur, attire ceux qui sont fatigués et chargés, qu'ils répondent à ton invitation et qu'ils viennent boire de cette eau vive qui remplit et ne s'épuise jamais. Que chaque âme qui entend ce Message soit transformée et reçoive la Plénitude de Ta Grâce.

Dans le précieux Nom du Seigneur Jésus-Christ, qui nous invite à boire gratuitement, nous vous prions et vous demandons. Amen!

Escrituras

João 17:21-23:

21 para que todos sejam um, como tu , ó Pai, estás em mim, e eu em ti, para que também eles sejam um em nós, para que o mundo creia que tu me enviaste.

22 E dei-lhes a glória que me deste; para que sejam uma coisa, como nós também somos uma coisa.

23 Eu neles, e vós em mim, para que sejam consumados um; para que o mundo saiba que tu me enviaste, e que os amaste como também a mim me amaste.

Apocalipse 22:17:

17 E o Espírito e a Noiva dizem: Vem; e quem ouve deve dizer: Vem. E quem tem sede deve vir, e quem quiser pode tomar da água da vida de graça (gratuitamente).

Introdução

Em Apocalipse 22:17, uma das citações bíblicas que lemos, você notou que há um clamor do Espírito e de Sua Noiva, de que ambos estão falando a mesma Palavra? No livro de Apocalipse, a Voz do Espírito (que é o Noivo) e a Voz da Noiva (que é a Verdadeira Igreja), dizem: "Vem". Este poderoso convite em Apocalipse 22:17 é mais do que apenas um chamado; é uma profunda Revelação da unidade entre o Espírito de Deus e a Esposa de Cristo. O Espírito, que sempre foi a Voz de Deus no meio de Seu Povo, une-se à Esposa, demonstrando que Ela não apenas ouve a Voz de Deus, mas a repete, proclama e vive com autoridade e convicção.

É crucial entender que a Noiva não é uma entidade isolada, mas uma Igreja que foi redimida, lavada e transformada pela Palavra de Deus. Ela está cheia do Espírito Santo e, portanto, sua Voz é a mesma do Espírito. Isso nos ensina que a Verdadeira Igreja (que é a Noiva de Cristo) fala a Palavra de Deus, não uma versão alterada e corrompida, mas a mesma Palavra que sai da Boca do Espírito. Essa unidade perfeita reflete que Ela possui o Espírito de Deus e, portanto, pode fazer o chamado que vem diretamente das profundezas do Coração de Deus.

Este chamado, cheio de Graça e de Misericórdia, estende-se a todos: "E quem ouve diga: Vem. E venha quem tem sede; e quem quiser, beba livremente da água da vida." Não é um apelo exclusivo, mas um convite aberto a todos os que desejam beber da Água Viva que só Cristo oferece. Mas o que é mais revelador é que este convite, embora feito pela Esposa, não nasce de Si mesma, mas do Espírito que habita nela. A Noiva é tão cheia do Espírito Santo que suas palavras são as mesmas que as do Espírito. Ela não acrescenta ou tira nada, mas em perfeita submissão e unidade, fala o que Ele fala.

Portanto, este sermão nos convida a aprofundar a relação entre a Igreja e o Espírito Santo, demonstrando que a verdadeira Esposa de Cristo, a Igreja fiel, é aquela que está completamente alinhada com o Espírito. Ela prova que O tem proclamando a mesma Palavra, chamando todos para virem e receberem a Vida Eterna que só se encontra em Jesus Cristo. Veremos como essa unidade entre o Espírito e a Noiva não é apenas uma declaração de fé, mas a maior evidência de que a Verdadeira Igreja é habitada e dirigida pelo mesmo Espírito que ressuscitou Cristo dentre os mortos.

A Unidade do Espírito e da Noiva

Em Apocalipse 22:17, vemos uma união sobrenatural entre o Espírito Santo (que é o próprio Deus) e a Noiva, e eles falam em perfeita harmonia. Este versículo destaca a unidade essencial entre o Espírito de Deus e Sua Noiva, uma unidade que é estabelecida na Revelação da Palavra e na presença do Espírito habitando nos crentes. Não é uma simples colaboração; é uma Fusão Divina onde a Noiva se torna a boca do Espírito, proclamando a mesma Mensagem com Autoridade Celestial.

A unidade entre o Espírito Santo e a Noiva (que é a Verdadeira Igreja), não é apenas uma verdade teológica, mas se reflete na vida prática de cada crente. Essa unidade se manifesta quando os membros da Noiva vivem de acordo com a Palavra e são guiados em todos os aspectos de suas vidas pelo Espírito Santo. Ser um com o Espírito significa que a Noiva, como Igreja e como cada crente individual, está em completa harmonia com a vontade de Deus.

Considere uma mãe que enfrenta um dia cheio de desafios, desde cuidar de seus filhos até responsabilidades de trabalho. Se ela estiver unida ao Espírito, antes de reagir a uma situação difícil, ela buscará a orientação do Espírito por meio da oração e da Palavra. A unidade com o Espírito o capacitará a agir com paz, paciência e amor, refletindo o caráter de Cristo em seu trato com os outros.

Esse reflexo da unidade é semelhante ao que Colossenses 3:17 ensina:

17 E tudo o que fizerem, seja em palavras ou em ações, façam tudo em nome do Senhor Jesus, dando graças a Deus Pai por ele.

Esta passagem enfatiza que toda ação e palavra deve estar em perfeita harmonia com o Senhor, refletindo assim a união da Noiva com o Espírito.

João 17:21-23:

21 para que todos sejam um, como tu , ó Pai, estás em mim, e eu em ti, para que também eles sejam um em nós, para que o mundo creia que tu me enviaste.

22 E dei-lhes a glória que me deste; para que sejam uma coisa, como nós também somos uma coisa.

23 Eu neles, e vós em mim, para que sejam consumados um; para que o mundo saiba que tu me enviaste, e que os amaste como também a mim me amaste.

Aqui Jesus ora para que os crentes, que formam Sua Igreja, sejam um com Ele, assim como Ele é um com o Pai. Esta oração destaca a importância da unidade com o Espírito, pois somente através do Espírito Santo é possível aos crentes refletir a verdadeira natureza de Deus. Esta unidade é o testemunho de que o mundo precisa para reconhecer a Obra de Cristo na vida da Igreja.

Na vida cotidiana, essa unidade pode ser expressa em como os crentes se relacionam com os outros. Em vez de responder com orgulho ou egoísmo, aqueles que estão em unidade com o Espírito responderão com humildade e graça. Por exemplo, em um conflito familiar, um crente que busca refletir essa unidade estará disposto a pedir perdão e perdoar, sempre buscando a paz.

Um crente que trabalha em um ambiente secular pode enfrentar tentações ou pressões para comprometer seus valores. A unidade com o Espírito é demonstrada quando você escolhe agir com integridade, resistindo à tentação de mentir ou manipular para obter ganho. Ao agir de acordo com a Vontade de Deus, você está demonstrando que, como parte da Noiva, você fala e vive de acordo com o Espírito, proclamando em sua vida a Mensagem de Cristo.

Como Tiago 1:22 o instrui:

22 Mas sede cumpridores da palavra, e não apenas ouvintes, enganando-vos a vós mesmos.

Esta escritura enfatiza que a unidade com o Espírito não se reflete apenas em palavras, mas em ações. Aqueles que fazem parte da Noiva mostram ao mundo quem é Cristo, sendo "cumpridores da Palavra" em todos os aspectos de suas vidas.

Apocalipse 19:7-9:

7Regozijemo-nos, alegremo-nos e demos-lhe glória; porque são chegadas as bodas do Cordeiro, e a sua noiva está preparada.

8 E foi-lhe dado que se vestisse de linho fino, puro e resplandecente, porque o linho fino é a justificação dos santos.

9 E ele me disse: "Escreva: 'Bem-aventurados os que são chamados à ceia do Cordeiro'. E ele me disse: "Estas palavras de Deus são verdadeiras".

Aqui a Noiva é mostrada no clímax de sua união com Cristo. A preparação da Noiva simboliza sua purificação, tendo-se alinhado totalmente com a Vontade de Deus. Este versículo ilustra como a unidade com o Espírito permite que a Noiva esteja pronta para a Vinda do Senhor. Sua pureza é o resultado de uma vida vivida em plena comunhão com o Espírito, seguindo Sua Direção em todas as áreas de suas vidas.

Na vida cotidiana, essa preparação é evidente em pequenas e grandes decisões. Por exemplo, uma pessoa em posição de liderança na igreja, estando unida ao Espírito, decidirá liderar com Amor e Verdade, rejeitando quaisquer motivações egoístas. Isso permite que a Noiva permaneça limpa e preparada, simbolizando sua pureza e total entrega a Cristo.

Efésios 5:25-27:

25 Maridos, amem suas mulheres, assim como Cristo amou a igreja e se entregou por ela,

26 para santificá-lo, purificando-o na lavagem da água, pela palavra,

27 para apresentá-lo gloriosamente a ele, uma igreja que não tinha mancha nem ruga, nem coisa parecida; mas que deve ser santo e irrepreensível.

A purificação da Esposa é essencial para que ela esteja unida ao Espírito. O Espírito Santo age em cada crente, purificando-o pela Palavra, para que a sua vida seja um testemunho vivo da pureza de Cristo. Esta purificação não é um processo isolado, mas contínuo, no qual todo crente deve estar disposto a deixar o pecado e viver de acordo com os Princípios de Deus.

Na vida cotidiana, isso se reflete quando um crente renuncia a práticas que o distanciam de Deus, como fofoca, raiva ou orgulho. Em vez dessas atitudes, busque a santificação por meio da Palavra. Por exemplo, alguém que lutou contra a raiva permite que o Espírito o conduza a uma atitude de paz, refletindo assim que está em unidade com o Espírito porque vive a Palavra de Cristo em sua vida.

A unidade do Espírito e da Esposa é uma realidade vivida diariamente. A Noiva (como todo crente), alinha sua vida, decisões e palavras com a direção do Espírito Santo, mostrando assim que Ela é a Manifestação da Palavra.

A Noiva Fala a Mesma Palavra que o Espírito

A Noiva (a Verdadeira Igreja de Cristo) foi chamada para proclamar as mesmas Palavras que o Espírito Santo. Isso significa que Sua Mensagem e Seu Testemunho devem estar em completo alinhamento com o que o Espírito revela e declara. Não se trata de repetir palavras, mas de ser uma extensão viva da Mensagem do Espírito, comunicando a Palavra de Deus em verdade e poder.

Essa unidade na Mensagem entre a Noiva e o Espírito é prova de que Ela foi completamente transformada e guiada pelo Espírito Santo. Quando a Noiva fala, é o Espírito falando através dela, demonstrando que Ela não tem palavras próprias, mas proclama a Verdade de Deus.

Apocalipse 22:17:

17 E o Espírito e a Noiva dizem: Vem; e quem ouve deve dizer: Vem. E é necessário que venha quem tem sede, e quem quiser pode tomar da água da vida de graça.

Este versículo é fundamental para entender que a Noiva e o Espírito falam a uma só Voz, convidando o mundo a receber a Salvação. O convite "Vem" é uma expressão da Graça e do Amor de Deus, oferecendo a "Água da Vida" gratuitamente a todos os que desejam aproximar-se d'Ele.

Aqui, o Espírito Santo e a Esposa trabalham juntos para proclamar o mesmo Convite de Amor. A Noiva não fala sozinha, mas ecoa as Palavras do Espírito, refletindo sua total sujeição e unidade com Deus. Este chamado é universal e inclusivo, estendido a todos os sedentos espiritualmente, mostrando que a Noiva está em perfeito alinhamento com o Propósito de Deus de levar Sua Mensagem ao mundo.

João 16:13:

13 Mas, quando vier o Espírito da verdade, ele vos guiará a toda a verdade, porque não falará de si mesmo, mas falará tudo o que ouvir, e vos fará saber as coisas que hão de vir.

O Senhor Jesus descreve o Espírito Santo como o "Espírito da Verdade", que guia os crentes em toda a Verdade e revela as coisas que estão para acontecer. Esta função do Espírito se estende à Noiva, pois é através da Obra do Espírito na Igreja que Ela pode falar clara e precisamente sobre a Vontade de Deus.

Para que a Noiva fale a mesma Palavra que o Espírito, ela deve ser constantemente guiada por Ele. A Noiva sendo guiada pelo Espírito Santo não fala por si mesma, ela não deve falar palavras humanas, mas proclamar o que Deus revelou. Essa dependência do Espírito para conhecer e declarar a verdade é essencial, pois é Ele quem guia a Igreja em todo o Conhecimento de Deus e a capacita a proclamar Sua Palavra.

João 14:26:

26 Mas o Consolador, o Espírito Santo, que o Pai enviará em meu nome, esse vos ensinará todas as coisas, e vos fará lembrar de tudo o que vos tenho dito.

O Senhor Jesus prometeu que o Espírito Santo seria o Mestre e lembraria os crentes de tudo o que Ele ensinou. Esta Obra do Espírito garante que a Noiva não dependa de sua própria sabedoria ou conhecimento, mas esteja fundamentada no Ensinamento de Cristo, sendo Sua Voz na terra.

A Noiva, falando a mesma Palavra que o Espírito, é o resultado desse constante ensino e lembrança do Espírito Santo. Ela é capaz de proclamar o Evangelho de Cristo com Fidelidade e Autoridade, porque o Espírito a mantém alinhada com os ensinamentos de Jesus, lembrando-O e guiando-a na Verdade. Assim, cada palavra que a Igreja proclama no mundo é um eco daquilo que o Espírito lhe ensinou e recordou.

Atos 1:8:

8 Mas recebereis o poder do Espírito Santo, que descerá sobre vós, e ser-me-eis testemunhas em Jerusalém, em toda a Judéia e Samaria, e até os confins da terra.

Aqui o Senhor Jesus promete aos discípulos que eles receberão poder através do Espírito Santo para serem Suas testemunhas em todo o mundo. Este versículo mostra que o Espírito Santo não apenas dá Palavras, mas também o Poder e a Autoridade para proclamá-las. A Esposa, então, não apenas fala as mesmas palavras que o Espírito, mas o faz com a mesma Autoridade, porque o Espírito lhe dá o Poder de ser uma Testemunha eficaz de Cristo.

Quando a Noiva fala a Palavra de Deus, ela o faz sob a Unção do Espírito Santo, que a capacita a testemunhar com ousadia e destemor. Como os discípulos no livro de Atos, a Igreja hoje pode falar com poder e clareza porque o Espírito Santo é quem a impulsiona e lhe dá as palavras que deve falar.

1 Coríntios 2:13:

13 Que também falamos, não com palavras eruditas de sabedoria humana, mas com a doutrina do Espírito, acomodando o espiritual ao espiritual.

Paulo explica aqui que a Verdadeira Proclamação da Palavra não depende da sabedoria ou conhecimento humano, mas do Ensinamento do Espírito Santo. A Noiva de Cristo deve falar de acordo com o que o Espírito Santo lhe ensina, transmitindo uma Mensagem que é Bíblica, Espiritual e Profunda, discernida apenas por aqueles que também têm o Espírito.

A Esposa, então, é chamada a evitar palavras de sabedoria humana e a proclamar o que o Espírito ensina. Esta dependência total do Espírito é o que faz com que a Mensagem da Igreja não seja contaminada por pensamentos humanos, mas seja a pura Palavra de Deus, pronunciada com Poder e Verdade.

2 Pedro 1:21:

21 Pois a profecia não foi produzida pela vontade do homem em tempos passados, mas os homens santos de Deus falaram movidos pelo Espírito Santo.

A inspiração do Espírito nos profetas é um exemplo claro de como o Espírito sempre guiou aqueles que proclamam a Palavra de Deus. Da mesma forma, a Noiva não deve falar por vontade humana, mas sob a Inspiração e Direção do Espírito Santo.

A Igreja (como Esposa de Cristo) tem o mesmo mandato que os profetas da antiguidade: proclamar o que Deus revelou sem alterar ou acrescentar nada. Essa mesma Inspiração e Fidelidade à Palavra é o que dá Autoridade à Sua Mensagem, demonstrando que Ela está em completa sintonia com o Espírito Santo, que revela e guia os Servos de Deus.

A Esposa fala a mesma Palavra que o Espírito porque está em completa comunhão com Ele, recebendo e proclamando a mesma Verdade que Ele revela. Cada vez que Ela declara a Palavra de Deus, não o faz por iniciativa própria, mas como reflexo da Vontade do Espírito, fazendo com que a Mensagem de Salvação chegue ao mundo em sua forma Pura e Poderosa.

A Noiva de Deus

A Igreja (como Esposa de Cristo) está unida ao Espírito Santo, a Deus, porque se tornou Uma. Este conceito não apenas destaca sua posição privilegiada, mas também seu chamado para refletir a Santidade, o Amor e a Pureza de seu Marido. A Noiva pertence totalmente a Deus e foi redimida e selada pelo Espírito Santo para andar em obediência, amor e comunhão com Ele. Sendo a Esposa do Espírito de Deus, a Igreja é, portanto, o instrumento através do qual o Espírito opera, guiando-a para refletir o caráter de Deus para o mundo.

Efésios 5:25-27:

25 Maridos, amem suas mulheres, assim como Cristo amou a igreja e se entregou por ela,

26 para santificá-lo, purificando-o na lavagem da água, pela palavra,

27 para apresentá-lo gloriosamente a ele, uma igreja que não tinha mancha nem ruga, nem coisa parecida; mas que deve ser santo e irrepreensível.

Esta passagem descreve o profundo amor de Cristo por Sua Igreja e Seu desejo de santificá-la. Ao se entregar por ela, Cristo mostra Seu Amor Perfeito e a Santifica por meio de Sua Palavra, purificando-a para apresentá-la como uma Noiva Gloriosa e Imaculada. A Obra do Espírito neste processo é fundamental, pois Ele age para limpar, guiar e transformar a Igreja para refletir a Pureza e Santidade de Deus.

Este processo de santificação mostra que a Noiva não é apenas uma seguidora, mas tem um relacionamento íntimo e profundo com Cristo, que a guia para a Plenitude em Deus. A Esposa é, então, a Receptora deste Amor Divino e Eterno, refletindo o Caráter de Deus vivendo de acordo com Sua Palavra e Seu Espírito.

Apocalipse 21:2:

2 E eu, João, vi a cidade santa, a nova Jerusalém, que descia do céu, da parte de Deus, pronta como uma noiva ataviada para o seu marido.

Na visão de João, a Igreja é descrita como a "nova Jerusalém", adornada e pronta para seu Noivo, que é Cristo. Esse simbolismo mostra a Igreja como a Noiva de Deus, preparada para a união eterna com Ele. A imagem da Noiva adornada implica Pureza, Santidade e uma Beleza que vem de ser completamente entregue e consagrada a Deus.

Aqui se vê que o propósito da Noiva é viver em comunhão eterna com Deus, uma vez que ela foi Purificada e Preparada para estar em Sua Presença. Este versículo nos mostra o ponto culminante da Obra do Espírito na Noiva, que a santificou e a preparou para a Eternidade com Deus. No Último Dia, a Igreja será apresentada como a Noiva Perfeita, imaculada e totalmente unida ao Seu Noivo Celestial.

2 Coríntios 11:2:

2 Pois eu os cioso com ciúmes de Deus, porque os desposei com um marido, para apresentá-los a Cristo como virgem pura.

Paulo aqui expressa seu profundo desejo de apresentar a Igreja como uma Esposa Pura a Cristo, seu único Noivo. Este zelo de Deus reflecte a fidelidade e a dedicação total que a Igreja deve ter para com Ele. A Pureza que Paulo menciona implica uma vida sem duplicidade, totalmente dedicada a Cristo, rejeitando qualquer vínculo com o mundo que possa interferir em seu relacionamento com Ele.

O chamado da Igreja como Esposa de Deus envolve manter uma vida de Pureza e Santidade. Vivendo sob a guia do Espírito, a Igreja consagra-se cada dia mais a Deus, reflectindo o seu amor e a sua fidelidade a Cristo. Assim, cada crente é convidado a caminhar em fidelidade, separando-se para Deus e demonstrando que a sua Relação com o Espírito é um compromisso de Vida e de Amor.

Romanos 7:4:

4 Assim também vós, meus irmãos, estais mortos para a lei, pelo corpo de Cristo, a fim de pertencerdes a outro, isto é, àquele que ressuscitou dentre os mortos, a fim de que sejamos fecundos para Deus.

Este versículo nos mostra que a Igreja, tendo morrido para o pecado e a lei, agora pertence a Cristo. A Igreja foi libertada da lei para ser de "outro", Cristo, que ressuscitou para que os crentes possam dar frutos para Deus. Esta união representa não só a pertença da Igreja a Cristo, mas também a sua responsabilidade de viver em obediência e de dar frutos que reflictam o carácter do seu Esposo.

A Igreja, como Esposa do Espírito de Deus, é chamada a produzir frutos que Lhe sejam agradáveis. Isto só é possível porque o Espírito Santo está a agir na Igreja, ajudando-a a viver de modo santo e fecundo. A Igreja demonstra assim a sua relação e união com Deus, dando frutos que evidenciam a sua comunhão com o Espírito.

1 Pedro 2:9-10:

9 Mas vocês são uma raça eleita, um sacerdócio real, uma nação santa, um povo por amor de vocês, para proclamar as virtudes daquele que os chamou das trevas para a sua maravilhosa luz.

10 Vocês que não eram um povo no passado, mas agora são povo de Deus; que no passado você não havia obtido misericórdia.

Esta passagem identifica a Igreja como uma "raça eleita", como  um "sacerdócio real", um "povo santo" e um "povo adquirido". Essa identidade reforça seu papel como Esposa de Deus, chamada a proclamar Suas Virtudes. A Igreja, portanto, é escolhida e separada por Deus para refletir Sua Glória e manifestar Sua Presença no mundo.

Vivendo sob a guia do Espírito, a Igreja cumpre o seu propósito de proclamar as Virtudes de Deus. Ela é Sua possessão, e sua vida e testemunho refletem Seu caráter e Sua misericórdia. Assim, a Verdadeira Igreja (que é a Noiva de Deus), caminha na Luz do Seu Amor e da Sua Verdade, mostrando ao mundo quem é Deus e a Sua Obra Redentora.

Efésios 1:13-14:

13 no qual também esperastes quando ouvistes a palavra da verdade, o evangelho da vossa salvação, no qual também desde o princípio da vossa fé fostes selados com o Espírito Santo da promessa,

14 que é o penhor da nossa herança, para resgate da possessão adquirida para louvor da sua glória.

O Espírito Santo age como um "Selo" para a Igreja, confirmando sua identidade e relacionamento com Deus. Este Selo é uma Garantia da Herança que a Igreja receberá na Redenção Final. A Noiva, sendo selada pelo Espírito, recebe a confirmação de sua posição como posse de Deus e sua união eterna com Ele.

Este Selo implica uma consagração total da Igreja a Deus. Tendo sido selada, a Noiva tem a certeza de que pertence a Deus e que Seu Espírito a preservará até o fim. Assim, a relação entre a Esposa e o Espírito Santo é uma Garantia do seu Destino Eterno, uma recordação constante de que a Igreja pertence totalmente a Deus e que a sua união com Ele é indissolúvel.

A Esposa do Espírito de Deus é chamada a viver em Pureza, Fidelidade e Santidade, refletindo o caráter de seu Esposo. Ao ser selada e guiada pelo Espírito, a Noiva é preservada para Deus, demonstrando em sua vida o relacionamento especial e eterno que ela tem com Ele. Todos os dias, Ela anuncia as virtudes de Deus e dá frutos para Sua Glória, mostrando assim ao mundo que Ela é a Esposa d'Aquele que a redimiu e a fez Sua para sempre.

A Chamada Final: "Venha"

O chamado final do Espírito e da Noiva para o mundo é um convite para virmos a Cristo, a fonte da Vida Eterna. Este chamado não é apenas uma palavra, mas um eco da Voz do Espírito que chama e anseia que toda a Criação venha ao Salvador. Em Apocalipse 22:17, tanto o Espírito quanto a Noiva dizem "Vem", unindo-se em um grito de convite e esperança. Este último apelo resume a finalidade e a missão da Igreja na terra: convidar cada pessoa a aproximar-se da Fonte da Água da Vida, da Salvação e da Comunhão com Deus.

Apocalipse 22:17:

17 E o Espírito e a Noiva dizem: Vem, e quem ouve diga: Vem; e quem tem sede, e quem quer, tome da água da vida de graça (ou de graça).

Esta passagem expressa o chamado conjunto do Espírito e da Noiva. Ambos estão em perfeita unidade, emitindo o convite a todos os que estão espiritualmente sedentos. A "Água da Vida" é um simbolismo de Salvação e Vida Eterna que só Cristo oferece. A Esposa, em seu papel de Igreja, une-se ao Espírito na proclamação da Oferta gratuita da Vida Eterna, enfatizando que a Salvação é acessível a todos os que ouvem Sua Voz.

A natureza gratuita deste chamado é mostrada aqui. Não há nada que deva ser pago, mas todos estão convidados a receber. A Esposa compartilha o mesmo Coração de Deus ao desejar que as pessoas se aproximem, e esse chamado se estende a todos sem distinção. A Igreja, em união com o Espírito, proclama este Convite Final e Universal, na esperança de que cada alma venha beber da Graça de Deus.

Isaías 55:1:

1A todos os que têm sede: Vinde às águas, e vós que não tendes dinheiro, vinde, comprai e comei. Venha, compre, sem dinheiro e sem preço, vinho e leite.

Isaías, antecipando este mesmo chamado, convida os "sedentos" a virem às Águas sem nenhum custo. Aqui a água simboliza a Salvação Gratuita que Deus oferece. A Esposa, seguindo o exemplo deste profeta, chama todos os que têm sede espiritual. Nenhum pagamento ou sacrifício é exigido, uma vez que Cristo já pagou o Preço.

Este apelo revela o Coração de Deus e da Esposa: um desejo sincero de que ninguém pereça. Na medida em que a Igreja convida, ela representa Cristo, chamando cada pessoa a experimentar Sua Graça. Esta Mensagem é atemporal e reforça que o Senhor deseja que todos sejam salvos e cheguem ao Conhecimento da Verdade.

Mateus 11:28:

28 Vinde a mim, todos os que estais cansados e oprimidos, e eu vos aliviarei.

O próprio Senhor Jesus chama os cansados e oprimidos para virem a Ele para encontrar descanso. Este descanso não é apenas físico, mas também espiritual, e representa a paz e o alívio encontrados em um relacionamento com Cristo. A Esposa, na sua missão, continua a estender este mesmo apelo a quantos estão cansados e oprimidos pelo pecado e pelas preocupações da vida.

A Igreja, ao convidar outros a "vir", oferece uma alternativa ao peso do mundo e do pecado. Ela nos convida a descansar em Cristo, lembrando que o jugo de Jesus é suave e leve. Assim, a Noiva atua como um Canal da "Paz e Misericórdia" de Deus, chamando a humanidade a encontrar seu descanso no Salvador.

João 7:37-38

37 Mas, no último grande dia da festa, Jesus se levantou e clamou, dizendo: "Se alguém tem sede, venha a mim e beba".

38 Quem crê em mim, como diz a Escritura, rios de água viva fluirão do seu ventre.

Neste versículo, Jesus chama todos os que têm sede a vir a Ele e beber. Aqui, a Água Viva representa o Espírito Santo, que habitará no Crente, enchendo-o de Vida. A Noiva, ao convidar outros a virem, ecoa esta Promessa, anunciando que aqueles que vêm a Cristo receberão o Espírito Santo e a Vida Eterna.

O chamado da Noiva é, portanto, mais do que um convite; é uma Promessa de Plenitude e Comunhão com Deus. A Igreja compartilha a Mensagem de que em Cristo está a Eterna Satisfação, e que aqueles que aceitarem este convite receberão uma Fonte de Vida que nunca se esgotará.

Apocalipse 3:20:

20 Eis que estou à porta e bato; se alguém ouvir a minha voz e abrir a porta, entrarei em sua casa, e cearei com ele, e ele comigo.

Este apelo é um convite directo de Cristo, que bate à porta do coração de cada homem. Jesus promete entrar e ter comunhão com aqueles que O recebem. A Noiva, representando Cristo, convida os outros a abrir seus corações e permitir que Ele entre. Aqui se mostra o desejo de Deus de ter um relacionamento pessoal e íntimo com cada indivíduo.

A Igreja, como Esposa, é chamada a fazer este convite. Ao fazer isso, manifesta o Amor e a Paciência de Deus, lembrando às pessoas que Cristo está esperando para entrar e jantar com elas. Este versículo reflete o desejo de Deus de estabelecer um relacionamento profundo com Sua Criação, e a Noiva tem o privilégio de ser a porta-voz desse Chamado Divino.

2 Pedro 3:9:

9 O Senhor não demora em cumprir a sua promessa, pois alguns a consideram negligência. mas ele é paciente para conosco, não querendo que ninguém pereça, mas que todos cheguem ao arrependimento.

Este versículo mostra a paciência de Deus e seu desejo de que todos se arrependam e venham a Ele. O chamado final da Esposa, em união com o Espírito, reflete esse mesmo Desejo de Deus. A Igreja entende que Deus não quer que ninguém se perca, mas que todos encontrem a Salvação.

O chamado da Noiva, "Vem", é um eco da Paciência e Compaixão de Deus, que espera que todas as almas se aproximem Dele. A Igreja está a serviço deste Propósito Divino, estendendo um convite constante à Salvação, assim como o Senhor deseja.

Hebreus 3:7-8:

7 Portanto, como diz o Espírito Santo: "Se vocês ouvirem a sua voz hoje,

8Não endureçam os vossos corações, como no dia da tentação no deserto ,...

Aqui o Espírito exorta a não endurecer o coração ao ouvir Sua Voz. Este Chamado ressoa com urgência, pois aqueles que ouvem devem responder. A Noiva, ao ecoar este Chamado, convida a humanidade a não ignorar a Mensagem de Salvação. Cada vez que a Igreja anuncia o Evangelho, convida a abrir o coração e a acolher a graça de Deus.

A Noiva pede arrependimento e obediência, lembrando que cada pessoa deve responder ao Chamado de Deus sem demora. Esta passagem também ilustra o risco de rejeitar a Voz de Deus, lembrando-nos que o Chamado Final da Noiva é um convite que, ao mesmo tempo, traz uma advertência.

O Chamado Final do Espírito e da Noiva, "Vem", é um ato de Amor e Obediência ao Propósito de Deus. Este chamado, que começa com o Espírito e a Igreja, é um testemunho da Unidade entre os dois e do Desejo de Deus de salvar todos os Seus Filhos. A Igreja, como Esposa, está em missão constante, anunciando a Boa Nova e estendendo o convite a todos, sem exceção.

Unindo sua voz à do Espírito, a Noiva se torna o meio pelo qual Deus chama os perdidos, oferecendo Esperança, Vida e Redenção. Este apelo «Vinde» é, portanto, um acto sagrado da Esposa e do Espírito, um convite a todos os que têm sede de encontrar em Cristo a Paz e a Vida Eterna.

Conclusão

Em conclusão, o chamado final da Noiva, "Vem", é um convite cheio de Amor e Misericórdia que ressoa em Perfeita Harmonia com a Voz do Espírito. Ao longo das Escrituras, vimos esse chamado se estender a todas as pessoas sedentas, a todos os cansados e sobrecarregados e a todas as almas que anseiam por encontrar a Vida Eterna. A Esposa, ao falar a mesma Palavra que o Espírito, reflete a Unidade Divina e o Profundo Amor de Deus pela humanidade, convidando todos a virem e beberem das Águas da Vida gratuitas que Cristo oferece.

A Noiva não é simplesmente uma espectadora da Obra Redentora de Deus; ela é um canal através do qual Seu Chamado se manifesta ao mundo. Sua voz, em completo alinhamento com o Espírito, é a Voz de Cristo alcançando todos os que desejam receber Sua Graça. Como Noiva, a Igreja não é apenas portadora da Mensagem de Salvação, mas também compartilha Sua própria Natureza e Missão, clamando fervorosamente a todos os corações: "Vinde a Cristo". Este chamado é o eco de uma Esperança Eterna, um convite ao arrependimento e à reconciliação com Deus.

Assim como a Noiva e o Espírito são um nesta Mensagem Final, somos lembrados de que somos chamados a fazer parte desta Missão, a nos unirmos ao Clamor de Deus e levar esta Mensagem de Vida àqueles que ainda não ouviram. O convite permanece aberto, e cada um de nós tem o privilégio e a responsabilidade de ecoar esse chamado, levando o Amor e a Graça de Deus aos que nos rodeiam.

Oração

Oremos: Querido Pai Celestial, neste momento levantamos nossas vozes em unidade com o Seu Espírito e clamamos a toda alma sedenta que ouve esta mensagem: "Vem". Senhor, que este chamado chegue aos corações dos que buscam a Paz, dos que sentem um vazio interior e de todos os que anseiam por uma vida verdadeira em Tua Presença.

Oramos, Senhor, para que o Teu Espírito Santo toque e sensibilize cada coração, abrindo os seus olhos para ver a Vida e o Amor que só Tu podes dar. Permite, Pai, que cada ouvinte receba o convite para vir e beber da Água da Vida que Tu ofereces gratuitamente. Que este chamado ressoe profundamente em seus corações, levando-os a Ti em arrependimento, fé e esperança, sabendo que em Ti eles encontrarão Descanso, Plenitude e Salvação Eterna.

Senhor, atrai os que estão cansados e oprimidos, que respondam ao Teu convite e venham beber desta Água Viva, que enche e nunca se esgota. Que cada alma que escutar esta Mensagem seja transformada e receba a Plenitude de Tua Graça.

No precioso Nome do Senhor Jesus Cristo, que nos convida a beber sem preço, oramos e pedimos-Te. Amém!