Repaso:
"Demonología, Reino Físico"
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
Por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
INTRODUCCIÓN
Bienvenidos, Amados Hermanos y Hermanas, a este nuevo episodio del podcast “La Palabra Hablada de Dios”. Hoy tenemos un mensaje profundo y transformador, un sermón que puede cambiar radicalmente su perspectiva sobre la enfermedad y la sanidad. Nos basaremos en la predicación del Hermano William Marrion Branham, el cual predicó el 8 de junio de 1953, titulada “Demonología, Reino Físico”.
El propósito de hoy es ir más allá de la superficie. No solo queremos orar por la Sanidad, sino entender su mecánica espiritual. ¿De dónde viene la enfermedad? ¿Qué es realmente? ¿Y cómo funciona el proceso de la Sanidad Divina en nuestro cuerpo físico? Prepárense para recibir una enseñanza que requiere fe, pero que trae una libertad inmensa.
PARTE 1: LA ANALOGÍA DE LA MIEL - UNA INVITACIÓN A PARTICIPAR
Para entrar en materia, el Hermano Branham compartió una historia personal que sirve como una ilustración perfecta de lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Él se encontraba solo en las montañas de New Hampshire, en un pequeño campamento de pesca. Su primera Biblia, decía él, fue la naturaleza, pues allí conoció a Dios.
Un día, después de estar pescando y glorificando al Señor, regresó a su pequeña carpa y se encontró con una escena de caos. Una madre oso y sus dos cachorros se habían metido allí y habían hecho un verdadero estrago. La madre oso, al verlo, llamó a sus cachorros y huyó. Uno la siguió, pero el otro se quedó sentado, dándole la espalda.
El Hermano Branham, con cautela, se acercó para ver qué estaba haciendo ese osito. Y lo que vio fue maravilloso. Él era un amante de los panqueques con mucha miel, ¡no rociados, sino bautizados en miel! Y, en su carpa, tenía un cubo de medio galón de miel. A los osos también les encanta la miel.
Ese pequeño osito había logrado destapar el cubo. Estaba sentado, con el cubo debajo del brazo, metiendo su patita dentro y lamiendo la miel tan rápido como podía. Tenía miel por toda la cara y la barriga; estaba completamente empapado.
El Hermano Branham pensó: “¡Eso me recuerda a una buena reunión antigua del Espíritu Santo, cuando logramos abrir la cubeta, metemos nuestra mano y simplemente lamemos y lamemos sin parar!” Y lo más curioso fue que cuando el osito finalmente se hartó y corrió hacia su madre, ¡la madre y el otro cachorro comenzaron a lamerle la miel a él!
Hermanos, que en esta ocasión en este episodio sea así. Que nos llenemos tanto de la Gloria y la Bondad de Dios que, cuando culminemos este episodio, otros puedan participar de la bendición que hemos recibido.
PARTE 2: LA VERDAD FUNDAMENTAL - EL ORIGEN DE LA ENFERMEDAD
Ahora, con ese espíritu de participar de lo Bueno de Dios, abordemos el tema central. Leamos el Salmo 103, versículos 1 al 3:
1BENDICE, alma mía á Jehová; Y bendigan todas mis entrañas su santo nombre.
2Bendice, alma mía, á Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.
3El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;…
La palabra clave aquí es “TODAS”. No algunas, no las fáciles, sino todas. Y esto nos lleva a una verdad fundamental que debemos grabar en nuestro corazón: Toda enfermedad vino del diablo.
Dios no es el autor de la enfermedad. ¡Es impensable que nuestro Padre Celestial, nuestro Creador, sea el autor de algo tan terrible como el cáncer, la tuberculosis o la muerte! No, Él nunca lo fue y nunca lo será. A veces, en Su Soberanía, Dios permite que Satanás nos aflija, usándolo como un látigo para traernos de vuelta a la obediencia. Pero el origen, la raíz misma de la enfermedad, es demoníaca.
La palabra “demonio” significa “atormentador”. Los demonios son atormentadores que afligen nuestra alma y nuestro cuerpo. Por eso, cuando hablamos de enfermedad, estamos hablando del trabajo del enemigo.
PARTE 3: LA NATURALEZA DE UN CUERPO DEMONÍACO - ¿QUÉ ES EL CÁNCER?
“Pero, hermano”, podría preguntar alguien, “si soy salvo y lleno del Espíritu Santo, ¿cómo puedo enfermarme?” La respuesta es que, aunque nuestra alma ha sido redimida, nuestro cuerpo físico todavía no lo ha sido, estamos en la espera de la Redención de nuestros cuerpos. La Sanidad Divina es, por tanto, las “arras”, el anticipo, la garantía de nuestra futura resurrección y redención corporal.
Ahora, vayamos a lo profundo. Así como tú y yo comenzamos como un pequeño germen de vida, desarrollándonos célula sobre célula para formar nuestro cuerpo, la enfermedad opera de manera similar. Antes de que una enfermedad sea física, es un espíritu.
Usemos el cáncer como un ejemplo claro. Un cáncer es también un conjunto de células que se multiplican. Pero hay una diferencia clave. Un ser humano es formado a imagen de Dios, con una estructura y un propósito. Un cáncer no tiene una forma definida. A veces parece una araña, a veces son hebras rojas, a veces son como panqueques apilados. Crece sin forma porque su origen es un espíritu sin forma.
Piensen en esto: si hoy tienes un cáncer que no tenías hace un año, ¿de dónde vino? La respuesta es que es otra vida viviendo dentro de ti. Es una vida ajena, una vida demoníaca que se alimenta de tu torrente sanguíneo, succionando tu propia vida para cumplir su propósito: matarte antes del tiempo que Dios te ha asignado.
Por eso, lo que el médico llama “cáncer”, Dios lo llama un “diablo”. La misma palabra “cáncer” viene del latín y significa “cangrejo”, por la manera en que se aferra y se esparce con sus garras. Lo que la ciencia moderna llama “epilepsia”, la Biblia lo registra como un muchacho atormentado por un diablo que lo arrojaba al fuego y al agua. Se le ha pulido el nombre, pero sigue siendo un diablo.
PARTE 4: EL PROCESO DE LA SANIDAD Y LA PRUEBA CRÍTICA DE LA FE
Aquí llegamos al punto más práctico e importante de este mensaje. Si no entendemos esto, podemos perder nuestra sanidad.
Hay una diferencia entre la sanidad médica y la Sanidad Divina. Un cirujano puede cortar y remover un tumor, quitando el cuerpo físico de la enfermedad. La Sanidad Divina, a través de la fe en el Nombre de Jesucristo, no corta el cuerpo. Reprende la vida que está en ese cuerpo.
Cuando el espíritu inmundo, la vida del cáncer, es expulsado, el cuerpo físico de esa enfermedad permanece, pero ahora está muerto. Y aquí comienza un proceso natural que es una prueba para nuestra fe.
Etapa 1: El Encogimiento (Las primeras 72 horas)
Cualquier carne, cuando la vida se va, comienza a encogerse. Si un cazador pesa un venado recién cazado y lo vuelve a pesar a la mañana siguiente, pesará menos. De la misma manera, cuando la vida del cáncer se va, el tumor o la catarata muerta comienzan a encogerse. Durante estos primeros tres días, el paciente se siente maravillosamente bien. El dolor desaparece, la vista mejora. Es un tiempo de gran gozo donde exclaman: “¡Estoy sano!”
Etapa 2: La Hinchazón (La prueba de fuego)
Pero, ¿qué le pasa a cualquier carne muerta después de unos días? Pensemos en un animal atropellado en la carretera. Después de tres días bajo el sol, se hincha y se hace más grande que antes. Lo mismo sucede con ese crecimiento muerto dentro de ti. Comenzará a hincharse y a corromperse.
En ese momento, te sentirás terriblemente enfermo, a menudo peor que al principio. El dolor regresará. ¿Por qué? Porque tu torrente sanguíneo ahora tiene que trabajar horas extras para purificar y eliminar toda esa masa de tejido muerto y podrido que está en tu cuerpo.
Este es el momento en que el diablo viene a mentirte. Te dirá: “Ves, no funcionó. Perdiste tu sanidad. Solo fue una emoción pasajera.” Y si crees esa mentira, la incredulidad lo trae de vuelta. El Señor Jesús mismo advirtió que cuando un espíritu inmundo sale y encuentra la casa vacía, regresa con otros siete demonios peores, y el estado final del hombre es peor que el primero. ¡Tu fe es el “hombre bueno de la casa” que debe pararse en la puerta y decir: “¡Aléjate de aquí!”
PARTE 5: LA AUTORIDAD DE LA FE - NUESTRO ROL EN LA SANIDAD
Entonces, ¿dónde reside el poder? No está meramente en el ministro, sea pastor, evangelista, apóstol, profeta o maestro que ora. El don de Sanidad Divina opera por fe, y esa fe debe estar en ti, el que recibe. Puedes tener al mejor hombre de Dios orando por ti, pero si no tienes la fe para recibirlo, de nada sirve.
La Biblia nos da ejemplos de esto. En Hechos 19, unos exorcistas ambulantes intentaron usar el nombre de Jesús sin tener una relación ni fe en Él. Le dijeron a un demonio: “Te conjuramos por Jesús, el que predica Pablo.” El demonio les respondió: “A Jesús conozco y sé de Pablo, pero ¿quiénes son ustedes?” Y el hombre los atacó y los dejó heridos. No es repetir un nombre, es tener la fe y la autoridad que lo respalda.
Nuestra fe debe ser como la de Abraham. Esperó 25 años por la promesa de un hijo. En lugar de debilitarse con el tiempo, “se hizo más y más fuerte”. Él “llamó las cosas que no son como si fueran”.
Piensa en Jesús y la higuera. Cuando Él la maldijo, reprendió la vida en sus raíces. El árbol no se desvaneció al instante. Seguía en pie. Pero al día siguiente, los discípulos vieron que “se había secado desde la raíz”. Con el tiempo, se desgastó hasta que no quedó nada. Cuando Cristo reprende un cáncer, este morirá desde la raíz, y tu cuerpo, con el tiempo, lo eliminará.
No camines por lo que sientes o por lo que ves. Camina por fe. Cuando ores, cree que lo recibes en ese momento, y aférrate a eso sin dudar.
CONCLUSIÓN Y ORACIÓN FINAL
Hermanos, hemos aprendido hoy que la enfermedad es un diablo, un atormentador con un cuerpo físico sin forma. La Sanidad Divina expulsa la vida de ese cuerpo. El proceso de malestar posterior no es una derrota, sino la evidencia de que tu cuerpo se está limpiando de la carne muerta.
Tu victoria depende de aferrarte a la Palabra de Dios con una fe inquebrantable, sin importar los síntomas. Cree que en el momento en que se oró, el demonio fue reprendido y la obra fue consumada en el Calvario. Ahora, solo espera la manifestación física.
Inclinemos nuestros rostros para orar: Padre Celestial, te damos gracias por Tu Palabra. Me doy cuenta, Señor, de que el sol de esta civilización se está poniendo y rnecesitamos Tu Luz más que nunca. Oramos, Dios, para que esta enseñanza penetre en los corazones de cada oyente. Que entiendan que cuando oran, el diablo tiene que rendirse a Tu mandato, porque Tú ya lo has dicho.
Te pido que después de oír esto, cada hombre y mujer se levante con una fe renovada, regocijándose y reclamando su sanidad, sin permitir que nada más les estorbe. Que esto produzca un avivamiento en sus vidas y en sus iglesias, y que cientos de almas sean traídas a Tu Reino. Perdona nuestros pecados y ayúdanos a ser Tus siervos. Lo pedimos todo en el poderoso y victorioso Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarde sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. No olviden: por fe, no por vista. Nos encontraremos en nuestro próximo episodio, donde repasaremos el Mensaje “Domonología, Reino Religioso”.
Himno: “La Sanidad que Aguarda la Redención”
Escrita por: Hno. Francisco Velázquez Cruz
(Estrofa 1)
En el fragor de la batalla, mi cuerpo siente el mal,
dardos de angustia y de dolencia, un cerco terrenal.
El enemigo ruge y busca mi espíritu quebrantar,
con la mentira de que en Cristo no hay poder para sanar.
Pero mi fe se ancla en la Roca, mi Escudo y mi Adalid,
Su sangre clama mi victoria, Su llaga es mi raíz.
(Coro)
¡Guerra, oh guerra! contra toda enfermedad,
en el Nombre de Jesucristo, declaramos libertad.
Aunque este cuerpo gime, esperando redención,
la sanidad divina es nuestra provisión.
¡Victoria, oh victoria! Cristo nos la entregó,
y en esa misma autoridad, el yugo se rompió.
(Estrofa 2)
Este vaso de barro sufre, en el mundo que cayó,
esperando el día glorioso que Pablo anunció.
El día en que lo corruptible, se vista de inmortal,
y la creación entera cese ya de su gemir y su clamar.
Mas mientras llega esa alborada, no vivo en la aflicción,
pues el Espíritu que mora en mí, es vida y sanación.
(Coro)
¡Guerra, oh guerra! contra toda enfermedad,
en el Nombre de Jesucristo, declaramos libertad.
Aunque este cuerpo gime, esperando redención,
la sanidad divina es nuestra provisión.
¡Victoria, oh victoria! Cristo nos la entregó,
y en esa misma autoridad, el yugo se rompió.
(Puente)
Anhelamos el sonido de la trompeta final,
cuando en un abrir de ojos, todo cambie, celestial.
Sin más llanto, ni más muerte, ni dolencia, ni clamor,
seremos como Él es, nuestro Amado Redentor.
¡Esa es nuestra esperanza, nuestro firme galardón!
(Coro)
¡Guerra, oh guerra! contra toda enfermedad,
en el Nombre de Jesucristo, declaramos libertad.
Aunque este cuerpo gime, esperando redención,
la sanidad divina es nuestra provisión.
¡Victoria, oh victoria! Cristo nos la entregó,
y en esa misma autoridad, el yugo se rompió.
(Outro)
¡El yugo se rompió! ¡La enfermedad huyó!
¡En Cristo hay victoria! ¡Amén, amén, amén!
INTRODUCTION
Welcome, Beloved Brothers and Sisters, to this new episode of the podcast "The Spoken Word of God." Today we have a profound and transformative message, a sermon that can radically change your perspective on illness and healing. We will draw on the preaching of Brother William Marrion Branham, who preached on June 8, 1953, entitled "Demonology, Physical Realm."
Today's purpose is to go beyond the surface. We want to not only pray for Healing, but understand its spiritual mechanics. Where does the disease come from? What is it really? And how does the process of Divine Healing work in our physical body? Prepare to receive a teaching that requires faith, but that brings immense freedom.
PART 1: THE HONEY ANALOGY - AN INVITATION TO PARTICIPATE
To get into the matter, Brother Branham shared a personal story that serves as a perfect illustration of what God wants to do in our lives. He was alone in the mountains of New Hampshire, in a small fishing camp. His first Bible, he said, was nature, because there he met God.
One day, after fishing and glorifying the Lord, he returned to his little tent and found a scene of chaos. A mother bear and her two cubs had gotten in there and wreaked real havoc. The mother bear, seeing him, called her cubs and fled. One followed her, but the other sat with his back to her.
Brother Branham cautiously walked over to see what that little bear was doing. And what he saw was wonderful. He was a lover of pancakes with lots of honey, not sprinkled, but baptized in honey! And, in his tent, he had a half-gallon bucket of honey. Bears also love honey.
That little bear had managed to uncover the cube. He was sitting, with the bucket under his arm, sticking his little paw inside and licking the honey as fast as he could. She had honey all over her face and belly; I was completely soaked.
Brother Branham thought, "That reminds me of a good old meeting of the Holy Ghost, when we get the bucket open, we put our hand in and just lick and lick nonstop!" And the funniest thing was that when the teddy bear finally got fed up and ran to his mother, the mother and the other cub started licking the honey at him!
Brethren, may it be so this time in this episode. May we be so filled with the Glory and Goodness of God that, when we culminate this episode, others can participate in the blessing we have received.
PART 2: THE FUNDAMENTAL TRUTH - THE ORIGIN OF DISEASE
Now, in that spirit of partaking of God's Good, let us address the central issue. Let's read Psalm 103, verses 1 to 3:
1Bless the LORD, O my soul; And let all my bowels bless his holy name.
2Bless the Lord, O my soul, and do not forget any of his benefits.
3He is the one who forgives all your iniquities, the one who heals all your diseases.
The key word here is "ALL." Not some, not the easy ones, but all of them. And this brings us to a fundamental truth that we must impress upon our hearts: All sickness came from the devil.
God is not the author of the disease. It is unthinkable that our Heavenly Father, our Creator, would be the author of something as terrible as cancer, tuberculosis, or death! No, He never was and never will be. Sometimes, in His Sovereignty, God allows Satan to afflict us, using him as a whip to bring us back to obedience. But the origin, the very root of the disease, is demonic.
The word "demon" means "tormentor." Demons are tormentors who afflict our soul and body. Therefore, when we talk about disease, we are talking about the work of the enemy.
PART 3: THE NATURE OF A DEMONIC BODY - WHAT IS CANCER?
"But, brother," someone might ask, "if I am saved and filled with the Holy Spirit, how can I get sick?" The answer is that, although our soul has been redeemed, our physical body has not yet been, we are awaiting the Redemption of our bodies. Divine Healing is, therefore, the "earnest money", the anticipation, the guarantee of our future resurrection and bodily redemption.
Now, let's get to the bottom of it. Just as you and I began as a small germ of life, developing cell upon cell to form our body, disease operates in a similar way. Before a disease is physical, it is a spirit.
Let's use cancer as a clear example. A cancer is also a collection of cells that multiply. But there is a key difference. A human being is formed in the image of God, with a structure and a purpose. A cancer does not have a defined shape. Sometimes it looks like a spider, sometimes it's red strands, sometimes it's like stacked pancakes. It grows formless because its origin is a formless spirit.
Think about this: if you have cancer today that you didn't have a year ago, where did it come from? The answer is that it's another life living inside you. It is someone else's life, a demonic life that feeds on your bloodstream, sucking your own life to fulfill its purpose: to kill you before the time God has allotted you.
Therefore, what the doctor calls "cancer," God calls a "devil." The very word "cancer" comes from Latin and means "crab", because of the way it clings and spreads with its claws. What modern science calls "epilepsy," the Bible records as a boy tormented by a devil who threw him into fire and water. His name has been polished, but he is still a devil.
PART 4: THE HEALING PROCESS AND THE CRITICAL TEST OF FAITH
Here we come to the most practical and important point of this message. If we don't understand this, we can lose our sanity.
There is a difference between medical healing and Divine healing. A surgeon can cut and remove a tumor, removing the physical body from the disease. Divine Healing, through faith in the Name of Jesus Christ, does not cut the body. Rebuke the life that is in that body.
When the unclean spirit, the life of cancer, is cast out, the physical body of that disease remains, but is now dead. And here begins a natural process that is a test of our faith.
Stage 1: The Shrinkage (The first 72 hours)
Any flesh, when life is gone, begins to shrink. If a hunter weighs a freshly hunted deer and weighs it again the next morning, it will weigh less. In the same way, when the life of the cancer is gone, the tumor or dead cataract begins to shrink. During these first three days, the patient feels wonderfully well. The pain goes away, the eyesight improves. It is a time of great joy where they exclaim, "I am healthy!"
Stage 2: The Swelling (The Acid Test)
But what happens to any dead flesh after a few days? Let's think of an animal run over on the road. After three days in the sun, it swells and becomes larger than before. The same thing happens with that dead growth inside you. It will begin to swell and become corrupted.
At that point, you'll feel terribly ill, often worse than at first. The pain will return. Why? Because your bloodstream now has to work overtime to purify and remove all that mass of dead and rotting tissue that is in your body.
This is the moment when the devil comes to lie to you. He'll say, "See, it didn't work. You lost your sanity. It was just a passing emotion." And if you believe that lie, unbelief brings it back. The Lord Jesus Himself warned that when an unclean spirit comes out and finds the house empty, it returns with seven other worse demons, and the final state of man is worse than the first. Your faith is the "good man of the house" who must stand at the door and say, "Get away from here!"
PART 5: THE AUTHORITY OF FAITH - OUR ROLE IN HEALING
So where does the power reside? It is not merely in the minister, whether pastor, evangelist, apostle, prophet, or teacher who prays. The gift of Divine Healing operates by faith, and that faith must be in you, the receiver. You can have God's best man praying for you, but if you don't have the faith to receive him, it's of no use.
The Bible gives us examples of this. In Acts 19, traveling exorcists attempted to use the name of Jesus without having a relationship or faith in Him. They said to a demon, "We conjure you by Jesus, the one Paul preaches." The demon answered them, "I know Jesus and I know Paul, but who are you?" And the man attacked them and left them injured. It is not repeating a name, it is having the faith and authority behind it.
Our faith must be like Abraham's. She waited 25 years for the promise of a child. Instead of weakening over time, it "grew stronger and stronger." He "called the things that are not as though they were."
Think of Jesus and the fig tree. When He cursed her, He rebuked life at its roots. The tree did not vanish instantly. It was still standing. But the next day, the disciples saw that it had "withered from the root." Over time, it wore out until there was nothing left. When Christ rebukes a cancer, it will die at the root, and your body will, in time, eliminate it.
Don't walk because of what you feel or what you see. Walk by faith. When you pray, believe that you receive it in that moment, and hold on to that without hesitation.
CONCLUSION AND FINAL PRAYER
Brethren, we have learned today that sickness is a devil, a tormentor with a formless physical body. Divine Healing expels life from that body. The subsequent discomfort process is not a defeat, but evidence that your body is cleansing itself of dead flesh.
Your victory depends on holding fast to God's Word with unwavering faith, no matter the symptoms. He believes that at the moment when the prayer was made, the devil was rebuked and the work was finished at Calvary. Now, just wait for the physical manifestation.
Let us bow our heads to pray: Heavenly Father, we thank You for Your Word. I realize, Lord, that the sun of this civilization is setting and we need Your Light more than ever. We pray, God, that this teaching will penetrate the hearts of every listener. May they understand that when they pray, the devil has to surrender to Your command, because You've already said it.
I pray that after hearing this, every man and woman will rise up with renewed faith, rejoicing and claiming their healing, not allowing anything else to hinder them. May this bring about revival in their lives and in their churches, and may hundreds of souls be brought into Your Kingdom. Forgive our sins and help us to be Your servants. We ask everything in the mighty and victorious Name of the Lord Jesus Christ. Amen.
May the peace of God that passeth all understanding keep your hearts and minds in Christ Jesus. Do not forget: by faith, not by sight. We will meet in our next episode, where we will review the Message "Domonology, Religious Kingdom".
Hymn: "The Healing That Awaits Redemption"
Written by: Bro. Francisco Velázquez Cruz
(Stanza 1)
In the heat of battle, my body senses evil,
darts of anguish and disease, an earthly fence.
The enemy roars and seeks my spirit to break,
with the lie that in Christ there is no power to heal.
But my faith is anchored in the Rock, my Shield and my Champion,
His blood cries out my victory, His wound is my root.
(Chorus)
War, oh war! against every disease,
in the Name of Jesus Christ, we declare freedom.
Though this body groans, waiting for redemption,
Divine healing is our provision.
Victory, oh victory! Christ gave it to us,
and in that same authority, the yoke was broken.
(Stanza 2)
This earthen vessel suffers, in the world that fell,
waiting for the glorious day that Paul announced.
On the day when the corruptible will put on immortality,
and the whole creation ceases from its groaning and crying.
But until that dawn comes, I do not live in affliction,
for the Spirit that dwells in me is life and healing.
(Chorus)
War, oh war! against every disease,
in the Name of Jesus Christ, we declare freedom.
Though this body groans, waiting for redemption,
Divine healing is our provision.
Victory, oh victory! Christ gave it to us,
and in that same authority, the yoke was broken.
(Bridge)
We long for the sound of the final trumpet,
When in the blink of an eye, everything changes, celestial.
No more weeping, no more death, no more sickness, no cry,
we will be as He is, our Beloved Redeemer.
That is our hope, our firm reward!
(Chorus)
War, oh war! against every disease,
in the Name of Jesus Christ, we declare freedom.
Though this body groans, waiting for redemption,
Divine healing is our provision.
Victory, oh victory! Christ gave it to us,
and in that same authority, the yoke was broken.
(Outro)
The yoke was broken! The disease fled!
In Christ there is victory! Amen, amen, amen!
INTRODUCTION
Bienvenue, chers frères et sœurs, à ce nouvel épisode du podcast « La parole parlée de Dieu ». Aujourd'hui, nous avons un message profond et transformateur, un sermon qui peut radicalement changer votre perspective sur la maladie et la guérison. Nous nous appuierons sur la prédication de Frère William Marrion Branham, qui a prêché le 8 juin 1953, intitulé « Démonologie, domaine physique ».
Le but d'aujourd'hui est d'aller au-delà de la surface. Nous voulons non seulement prier pour la guérison, mais aussi comprendre ses mécanismes spirituels. D'où vient la maladie ? Qu'est-ce que c'est vraiment ? Et comment le processus de guérison divine fonctionne-t-il dans notre corps physique ? Préparez-vous à recevoir un enseignement qui exige la foi, mais qui apporte une immense liberté.
PARTIE 1 : L'ANALOGIE DU MIEL - UNE INVITATION À PARTICIPER
Pour entrer dans le vif du sujet, Frère Branham a partagé une histoire personnelle qui illustre parfaitement ce que Dieu veut faire dans nos vies. Il était seul dans les montagnes du New Hampshire, dans un petit camp de pêcheurs. Sa première Bible, a-t-il dit, était la nature, parce qu'il y a rencontré Dieu.
Un jour, après avoir pêché et glorifié le Seigneur, il retourna dans sa petite tente et trouva une scène de chaos. Une mère ourse et ses deux petits s'y étaient introduits et avaient fait de véritables ravages. La mère ourse, le voyant, appela ses petits et s'enfuit. L'un d'eux la suivit, mais l'autre lui tournait le dos.
Frère Branham s'est approché prudemment pour voir ce que faisait ce petit ours. Et ce qu'il a vu était merveilleux. Il était un amateur de crêpes avec beaucoup de miel, non pas saupoudrées, mais baptisées au miel ! Et, dans sa tente, il avait un seau d'un demi-gallon de miel. Les ours aiment aussi le miel.
Ce petit ours avait réussi à découvrir le cube. Il était assis, le seau sous le bras, enfonçant sa petite patte à l'intérieur et léchant le miel aussi vite qu'il le pouvait. Elle avait du miel sur tout le visage et le ventre ; J'étais complètement trempé.
Frère Branham s'est dit : « Cela me rappelle une bonne vieille réunion du Saint-Esprit, quand nous ouvrons le seau, nous mettons notre main dedans et nous léchons et léchons sans arrêt ! » Et le plus drôle, c'est que lorsque l'ours en peluche en a finalement eu marre et a couru vers sa mère, la mère et l'autre petit ont commencé à lui lécher le miel !
Frères, qu'il en soit ainsi cette fois dans cet épisode. Puissions-nous être tellement remplis de la Gloire et de la Bonté de Dieu que, lorsque nous culminerons cet épisode, d'autres pourront participer à la bénédiction que nous avons reçue.
PARTIE 2 : LA VÉRITÉ FONDAMENTALE - L'ORIGINE DE LA MALADIE
Maintenant, dans cet esprit de participation au Bien de Dieu, abordons la question centrale. Lisons le Psaume 103, versets 1 à 3 :
1Bénis l'Éternel, ô mon âme ! Et que tous mes entrailles bénissent son saint nom.
2Bénis le Seigneur, ô mon âme, et n'oublie aucun de ses bienfaits.
3C'est Lui qui pardonne toutes vos iniquités, Celui qui guérit toutes vos maladies.
Le mot clé ici est « TOUS ». Pas certains, pas les plus faciles, mais tous. Et cela nous amène à une vérité fondamentale que nous devons imprimer dans nos cœurs : toute maladie vient du diable.
Dieu n'est pas l'auteur de la maladie. Il est impensable que notre Père céleste, notre Créateur, soit l'auteur de quelque chose d'aussi terrible que le cancer, la tuberculose ou la mort ! Non, Il n'a jamais été et ne le sera jamais. Parfois, dans Sa Souveraineté, Dieu permet à Satan de nous affliger, en l'utilisant comme un fouet pour nous ramener à l'obéissance. Mais l'origine, la racine même de la maladie, est démoniaque.
Le mot « démon » signifie « bourreau ». Les démons sont des bourreaux qui affligent notre âme et notre corps. Par conséquent, lorsque nous parlons de maladie, nous parlons de l'œuvre de l'ennemi.
PARTIE 3 : LA NATURE D'UN CORPS DÉMONIAQUE - QU'EST-CE QUE LE CANCER ?
« Mais, frère, si je suis sauvé et rempli du Saint-Esprit, comment pourrais-je tomber malade ? » La réponse est que, bien que notre âme ait été rachetée, notre corps physique ne l'a pas encore été, nous attendons la Rédemption de nos corps. La guérison divine est donc « l'argent précieux », l'anticipation, la garantie de notre résurrection future et de notre rédemption corporelle.
Maintenant, allons au fond des choses. Tout comme vous et moi avons commencé comme un petit germe de vie, se développant cellule après cellule pour former notre corps, la maladie fonctionne de la même manière. Avant qu'une maladie ne soit physique, elle est un esprit.
Prenons le cancer comme exemple clair. Un cancer, c'est aussi un ensemble de cellules qui se multiplient. Mais il y a une différence essentielle. Un être humain est formé à l'image de Dieu, avec une structure et un but. Un cancer n'a pas de forme définie. Parfois, cela ressemble à une araignée, parfois ce sont des brins rouges, parfois c'est comme des crêpes empilées. Il pousse sans forme parce que son origine est un esprit sans forme.
Pensez-y : si vous avez aujourd'hui un cancer que vous n'aviez pas il y a un an, d'où vient-il ? La réponse est que c'est une autre vie qui vit en vous. C'est la vie de quelqu'un d'autre, une vie démoniaque qui se nourrit de votre circulation sanguine, aspirant votre propre vie pour accomplir son but : vous tuer avant le temps que Dieu vous a alloué.
Par conséquent, ce que le médecin appelle « cancer », Dieu l'appelle un « diable ». Le mot même « cancer » vient du latin et signifie « crabe », en raison de la façon dont il s'accroche et se propage avec ses pinces. Ce que la science moderne appelle « épilepsie », la Bible le rapporte comme un garçon tourmenté par un diable qui l'a jeté dans le feu et l'eau. Son nom a été poli, mais il est toujours un diable.
PARTIE 4 : LE PROCESSUS DE GUÉRISON ET L'ÉPREUVE CRITIQUE DE LA FOI
Nous arrivons ici au point le plus pratique et le plus important de ce message. Si nous ne comprenons pas cela, nous pouvons perdre la raison.
Il y a une différence entre la guérison médicale et la guérison divine. Un chirurgien peut couper et enlever une tumeur, retirant ainsi le corps physique de la maladie. La guérison divine, par la foi au Nom de Jésus-Christ, ne coupe pas le corps. Réprimandez la vie qui est dans ce corps.
Lorsque l'esprit impur, la vie du cancer, est chassé, le corps physique de cette maladie demeure, mais il est maintenant mort. Et c'est là que commence un processus naturel qui est un test de notre foi.
Etape 1 : Le rétrécissement (les premières 72 heures)
Toute chair, quand la vie a disparu, commence à rétrécir. Si un chasseur pèse un cerf fraîchement chassé et le pèse à nouveau le lendemain matin, il pèsera moins. De la même manière, lorsque la vie du cancer a disparu, la tumeur ou la cataracte morte commence à rétrécir. Pendant ces trois premiers jours, le patient se sent merveilleusement bien. La douleur disparaît, la vue s'améliore. C'est un moment de grande joie où ils s'exclament : « Je suis en bonne santé ! »
Étape 2 : L'enflure (l'épreuve de l'acide)
Mais qu'arrive-t-il à la chair morte après quelques jours ? Pensons à un animal écrasé sur la route. Après trois jours au soleil, il gonfle et devient plus gros qu'avant. La même chose se produit avec cette croissance morte à l'intérieur de vous. Il commencera à gonfler et à se corrompre.
À ce moment-là, vous vous sentirez terriblement malade, souvent pire qu'au début. La douleur reviendra. Pourquoi? Parce que votre circulation sanguine doit maintenant faire des heures supplémentaires pour purifier et éliminer toute cette masse de tissus morts et en décomposition qui se trouve dans votre corps.
C'est le moment où le diable vient vous mentir. Il dira : « Vous voyez, ça n'a pas marché. Vous avez perdu la raison. C'était juste une émotion passagère. Et si vous croyez à ce mensonge, l'incrédulité le ramène. Le Seigneur Jésus Lui-même a averti que lorsqu'un esprit impur sort et trouve la maison vide, il revient avec sept autres démons pires, et l'état final de l'homme est pire que le premier. Votre foi est le « bon homme de la maison » qui doit se tenir à la porte et dire : « Éloignez-vous d'ici ! »
PARTIE 5 : L'AUTORITÉ DE LA FOI - NOTRE RÔLE DANS LA GUÉRISON
Alors, où réside le pouvoir ? Ce n'est pas seulement dans le ministre, qu'il s'agisse d'un pasteur, d'un évangéliste, d'un apôtre, d'un prophète ou d'un enseignant qui prie. Le don de la guérison divine opère par la foi, et cette foi doit être en vous, celui qui reçoit. Vous pouvez avoir le meilleur homme de Dieu qui prie pour vous, mais si vous n'avez pas la foi pour le recevoir, cela ne sert à rien.
La Bible nous en donne des exemples. Dans Actes 19, les exorcistes itinérants ont tenté d'utiliser le nom de Jésus sans avoir de relation ou de foi en lui. Ils dirent à un démon : « Nous te conjurons par Jésus, celui que Paul prêche. » Le démon leur répondit : « Je connais Jésus et je connais Paul, mais qui êtes-vous ? » Et l'homme les attaqua et les laissa blessés. Ce n'est pas répéter un nom, c'est avoir la foi et l'autorité derrière lui.
Notre foi doit être comme celle d'Abraham. Elle a attendu 25 ans la promesse d'un enfant. Au lieu de s'affaiblir avec le temps, il « est devenu de plus en plus fort ». Il « a appelé les choses qui ne sont pas comme si elles étaient ».
Pensez à Jésus et au figuier. Quand il l'a maudite, il a réprimandé la vie jusque dans ses racines. L'arbre n'a pas disparu instantanément. Il était toujours debout. Mais le lendemain, les disciples virent qu'il s'était « desséché à partir de la racine ». Au fil du temps, il s'est usé jusqu'à ce qu'il n'y ait plus rien. Lorsque le Christ réprimande un cancer, il meurt à la racine, et votre corps, avec le temps, l'élimine.
Ne marchez pas à cause de ce que vous ressentez ou de ce que vous voyez. Marchez par la foi. Lorsque vous priez, croyez que vous le recevez à ce moment-là et accrochez-vous à cela sans hésitation.
CONCLUSION ET PRIÈRE FINALE
Frères, nous avons appris aujourd'hui que la maladie est un démon, un bourreau avec un corps physique sans forme. La guérison divine expulse la vie de ce corps. Le processus d'inconfort qui s'ensuit n'est pas une défaite, mais la preuve que votre corps se nettoie de la chair morte.
Votre victoire dépend de votre attachement à la Parole de Dieu avec une foi inébranlable, quels que soient les symptômes. Il croit qu'au moment où la prière a été faite, le diable a été réprimandé et l'œuvre a été achevée au Calvaire. Maintenant, attendez simplement la manifestation physique.
Inclinons la tête pour prier : Père céleste, nous Te remercions pour Ta Parole. Je me rends compte, Seigneur, que le soleil de cette civilisation se couche et que nous avons besoin de Ta Lumière plus que jamais. Nous prions, Dieu, que cet enseignement pénètre le cœur de chaque auditeur. Puissent-ils comprendre que lorsqu'ils prient, le diable doit se soumettre à Ton commandement, parce que Tu l'as déjà dit.
Je prie pour qu'après avoir entendu cela, chaque homme et chaque femme se lève avec une foi renouvelée, se réjouissant et réclamant sa guérison, ne permettant à rien d'autre de l'entraver. Puisse cela apporter un réveil dans leurs vies et dans leurs églises, et que des centaines d'âmes soient amenées dans Ton Royaume. Pardonne nos péchés et aide-nous à être Tes serviteurs. Nous demandons tout au Nom puissant et victorieux du Seigneur Jésus-Christ. Amen.
Que la paix de Dieu qui surpasse toute intelligence garde vos cœurs et vos esprits en Jésus-Christ. N'oubliez pas : par la foi, pas par la vue. Nous nous retrouverons dans notre prochain épisode, où nous passerons en revue le Message « Domonologie, Royaume Religieux ».
Hymne : « La guérison qui attend la rédemption »
Écrit par : Frère Francisco Velázquez Cruz
(Stance 1)
Dans le feu de l'action, mon corps sent le mal,
des flèches d'angoisse et de maladie, une clôture terrestre.
L'ennemi rugit et cherche mon esprit pour le briser,
avec le mensonge qu'en Christ il n'y a pas de pouvoir de guérison.
Mais ma foi est ancrée dans le Rocher, mon Bouclier et mon Champion,
Son sang crie ma victoire, Sa blessure est ma racine.
(Refrain)
La guerre, oh la guerre ! contre toutes les maladies,
au Nom de Jésus-Christ, nous proclamons la liberté.
Bien que ce corps gémisse, dans l'attente de la rédemption,
La guérison divine est notre providence.
Victoire, oh victoire ! Le Christ nous l'a donné,
Et dans cette même autorité, le joug a été brisé.
(Strophe 2)
Ce vase de terre souffre, dans le monde qui est tombé,
dans l'attente du jour glorieux que Paul a annoncé.
Le jour où les corruptibles revêtiront l'immortalité,
et toute la création cesse de gémir et de pleurer.
Mais jusqu'à ce que l'aube vienne, je ne vis pas dans l'affliction,
car l'Esprit qui habite en moi est vie et guérison.
(Refrain)
La guerre, oh la guerre ! contre toutes les maladies,
au Nom de Jésus-Christ, nous proclamons la liberté.
Bien que ce corps gémisse, dans l'attente de la rédemption,
La guérison divine est notre providence.
Victoire, oh victoire ! Le Christ nous l'a donné,
Et dans cette même autorité, le joug a été brisé.
(Pont)
Nous aspirons au son de la trompette finale,
Quand en un clin d'œil, tout change, céleste.
Plus de pleurs, plus de mort, plus de maladie, plus de cri,
nous serons comme Il est, notre Rédempteur bien-aimé.
C'est notre espoir, notre ferme récompense !
(Refrain)
La guerre, oh la guerre ! contre toutes les maladies,
au Nom de Jésus-Christ, nous proclamons la liberté.
Bien que ce corps gémisse, dans l'attente de la rédemption,
La guérison divine est notre providence.
Victoire, oh victoire ! Le Christ nous l'a donné,
Et dans cette même autorité, le joug a été brisé.
(Outro)
Le joug était brisé ! La maladie s'est enfuie !
En Christ, il y a victoire ! Amen, amen, amen !
INTRODUÇÃO
Bem-vindos, amados irmãos e irmãs, a este novo episódio do podcast "A Palavra Falada de Deus". Hoje temos uma mensagem profunda e transformadora, um sermão que pode mudar radicalmente sua perspectiva sobre a doença e a cura. Vamos nos basear na pregação do irmão William Marrion Branham, que pregou em 8 de junho de 1953, intitulada "Demonologia, Reino Físico".
O objetivo de hoje é ir além da superfície. Queremos não apenas orar pela cura, mas entender sua mecânica espiritual. De onde vem a doença? O que é realmente? E como funciona o processo de Cura Divina em nosso corpo físico? Prepare-se para receber um ensinamento que requer fé, mas que traz imensa liberdade.
PARTE 1: A ANALOGIA DO MEL - UM CONVITE PARA PARTICIPAR
Para entrar no assunto, o irmão Branham compartilhou uma história pessoal que serve como uma ilustração perfeita do que Deus quer fazer em nossas vidas. Ele estava sozinho nas montanhas de New Hampshire, em um pequeno acampamento de pesca. Sua primeira Bíblia, disse ele, foi a natureza, porque lá ele encontrou Deus.
Um dia, depois de pescar e glorificar o Senhor, ele voltou para sua pequena tenda e encontrou uma cena de caos. Uma mãe ursa e seus dois filhotes entraram lá e causaram estragos reais. A mãe urso, vendo-o, chamou seus filhotes e fugiu. Um a seguiu, mas o outro sentou-se de costas para ela.
O irmão Branham se aproximou cautelosamente para ver o que aquele ursinho estava fazendo. E o que ele viu foi maravilhoso. Ele era um amante de panquecas com muito mel, não polvilhadas, mas batizadas em mel! E, em sua barraca, ele tinha um balde de meio galão de mel. Os ursos também adoram mel.
Aquele ursinho conseguiu descobrir o cubo. Ele estava sentado, com o balde debaixo do braço, enfiando a patinha dentro e lambendo o mel o mais rápido que podia. Ela tinha mel por todo o rosto e barriga; Eu estava completamente encharcado.
O irmão Branham pensou: "Isso me lembra de uma boa e velha reunião do Espírito Santo, quando abrimos o balde, colocamos a mão e apenas lambemos e lambemos sem parar!" E o mais engraçado foi que quando o ursinho de pelúcia finalmente se cansou e correu para a mãe, a mãe e o outro filhote começaram a lamber o mel nele!
Irmãos, que seja assim desta vez neste episódio. Que estejamos tão cheios da Glória e da Bondade de Deus que, quando culminarmos neste episódio, outros possam participar da bênção que recebemos.
PARTE 2: A VERDADE FUNDAMENTAL - A ORIGEM DA DOENÇA
Agora, nesse espírito de participação no Bem de Deus, vamos abordar a questão central. Vamos ler o Salmo 103, versículos 1 a 3:
1Bendize ao Senhor, ó minha alma; E que todas as minhas entranhas bendigam o seu santo nome.
2Bendize ao Senhor, ó minha alma, e não te esqueças de nenhum dos seus benefícios.
3Ele é quem perdoa todas as suas iniqüidades, quem cura todas as suas doenças.
A palavra-chave aqui é "TODOS". Não alguns, não os fáceis, mas todos eles. E isso nos leva a uma verdade fundamental que devemos imprimir em nossos corações: toda doença veio do diabo.
Deus não é o autor da doença. É inconcebível que nosso Pai Celestial, nosso Criador, seja o autor de algo tão terrível quanto câncer, tuberculose ou morte! Não, Ele nunca foi e nunca será. Às vezes, em Sua soberania, Deus permite que Satanás nos aflija, usando-o como um chicote para nos trazer de volta à obediência. Mas a origem, a própria raiz da doença, é demoníaca.
A palavra "demônio" significa "atormentador". Os demônios são atormentadores que afligem nossa alma e corpo. Portanto, quando falamos de doença, estamos falando do trabalho do inimigo.
PARTE 3: A NATUREZA DE UM CORPO DEMONÍACO - O QUE É CÂNCER?
"Mas, irmão", alguém pode perguntar, "se eu sou salvo e cheio do Espírito Santo, como posso ficar doente?" A resposta é que, embora nossa alma tenha sido redimida, nosso corpo físico ainda não foi, estamos aguardando a Redenção de nossos corpos. A Cura Divina é, portanto, o "dinheiro penhor", a antecipação, a garantia de nossa futura ressurreição e redenção corporal.
Agora, vamos ao fundo disso. Assim como você e eu começamos como um pequeno germe de vida, desenvolvendo célula sobre célula para formar nosso corpo, a doença opera de maneira semelhante. Antes que uma doença seja física, ela é um espírito.
Vamos usar o câncer como um exemplo claro. Um câncer também é uma coleção de células que se multiplicam. Mas há uma diferença fundamental. Um ser humano é formado à imagem de Deus, com uma estrutura e um propósito. Um câncer não tem uma forma definida. Às vezes parece uma aranha, às vezes são fios vermelhos, às vezes é como panquecas empilhadas. Ele cresce sem forma porque sua origem é um espírito sem forma.
Pense nisso: se você tem câncer hoje que não tinha há um ano, de onde veio? A resposta é que é outra vida vivendo dentro de você. É a vida de outra pessoa, uma vida demoníaca que se alimenta de sua corrente sanguínea, sugando sua própria vida para cumprir seu propósito: matá-lo antes do tempo que Deus lhe concedeu.
Portanto, o que o médico chama de "câncer", Deus chama de "diabo". A própria palavra "câncer" vem do latim e significa "caranguejo", por causa da maneira como ele se agarra e se espalha com suas garras. O que a ciência moderna chama de "epilepsia", a Bíblia registra como um menino atormentado por um demônio que o jogou no fogo e na água. Seu nome foi polido, mas ele ainda é um demônio.
PARTE 4: O PROCESSO DE CURA E O TESTE CRÍTICO DA FÉ
Aqui chegamos ao ponto mais prático e importante desta mensagem. Se não entendermos isso, podemos perder nossa sanidade.
Há uma diferença entre cura médica e cura divina. Um cirurgião pode cortar e remover um tumor, removendo o corpo físico da doença. A Cura Divina, pela fé no Nome de Jesus Cristo, não corta o corpo. Repreenda a vida que está nesse corpo.
Quando o espírito imundo, a vida de câncer, é expulso, o corpo físico dessa doença permanece, mas agora está morto. E aqui começa um processo natural que é um teste de nossa fé.
Estágio 1: O Encolhimento (As primeiras 72 horas)
Qualquer carne, quando a vida se vai, começa a encolher. Se um caçador pesar um cervo recém-caçado e pesá-lo novamente na manhã seguinte, ele pesará menos. Da mesma forma, quando a vida do câncer se foi, o tumor ou catarata morta começa a encolher. Durante esses primeiros três dias, o paciente se sente maravilhosamente bem. A dor passa, a visão melhora. É um momento de grande alegria, onde eles exclamam: "Estou saudável!"
Estágio 2: O inchaço (o teste ácido)
Mas o que acontece com qualquer carne morta depois de alguns dias? Vamos pensar em um animal atropelado na estrada. Depois de três dias ao sol, ele incha e se torna maior do que antes. A mesma coisa acontece com esse crescimento morto dentro de você. Ele começará a inchar e se corromper.
Nesse ponto, você se sentirá terrivelmente doente, muitas vezes pior do que no início. A dor vai voltar. Por que? Porque sua corrente sanguínea agora tem que trabalhar horas extras para purificar e remover toda aquela massa de tecido morto e apodrecido que está em seu corpo.
Este é o momento em que o diabo vem mentir para você. Ele dirá: "Veja, não funcionou. Você perdeu sua sanidade. Foi apenas uma emoção passageira." E se você acredita nessa mentira, a incredulidade a traz de volta. O próprio Senhor Jesus advertiu que quando um espírito imundo sai e encontra a casa vazia, ele retorna com outros sete demônios piores, e o estado final do homem é pior do que o primeiro. Sua fé é o "bom homem da casa" que deve ficar à porta e dizer: "Saia daqui!"
PARTE 5: A AUTORIDADE DA FÉ - NOSSO PAPEL NA CURA
Então, onde reside o poder? Não é apenas no ministro, seja pastor, evangelista, apóstolo, profeta ou mestre que ora. O dom da Cura Divina opera pela fé, e essa fé deve estar em você, o receptor. Você pode ter o padrinho de Deus orando por você, mas se você não tiver fé para recebê-lo, não adianta.
A Bíblia nos dá exemplos disso. Em Atos 19, exorcistas viajantes tentaram usar o nome de Jesus sem ter um relacionamento ou fé Nele. Eles disseram a um demônio: "Nós te conjuramos por Jesus, aquele que Paulo prega". O demônio respondeu-lhes: "Eu conheço Jesus e conheço Paulo, mas quem é você?" E o homem os atacou e os deixou feridos. Não é repetir um nome, é ter fé e autoridade por trás dele.
Nossa fé deve ser como a de Abraão. Ela esperou 25 anos pela promessa de um filho. Em vez de enfraquecer com o tempo, "ficou cada vez mais forte". Ele "chamou as coisas que não são como se fossem".
Pense em Jesus e na figueira. Quando Ele a amaldiçoou, Ele repreendeu a vida em suas raízes. A árvore não desapareceu instantaneamente. Ainda estava de pé. Mas no dia seguinte, os discípulos viram que ela havia "secado desde a raiz". Com o tempo, ele se desgastou até que não sobrasse nada. Quando Cristo repreende um câncer, ele morrerá pela raiz, e seu corpo, com o tempo, o eliminará.
Não ande por causa do que você sente ou do que vê. Ande pela fé. Quando você orar, acredite que você o recebe naquele momento e segure-se a isso sem hesitação.
CONCLUSÃO E ORAÇÃO FINAL
Irmãos, aprendemos hoje que a doença é um demônio, um atormentador com um corpo físico sem forma. A Cura Divina expulsa a vida desse corpo. O processo de desconforto subsequente não é uma derrota, mas uma evidência de que seu corpo está se limpando da carne morta.
Sua vitória depende de se apegar à Palavra de Deus com fé inabalável, não importa os sintomas. Ele acredita que no momento em que a oração foi feita, o diabo foi repreendido e a obra foi concluída no Calvário. Agora, é só esperar pela manifestação física.
Inclinemos nossas cabeças para orar: Pai Celestial, nós Te agradecemos por Tua Palavra. Eu percebo, Senhor, que o sol desta civilização está se pondo e precisamos da Sua Luz mais do que nunca. Oramos, Deus, para que este ensinamento penetre no coração de cada ouvinte. Que eles entendam que, quando oram, o diabo tem que se render ao Seu comando, porque Você já disse isso.
Oro para que, depois de ouvir isso, cada homem e mulher se levante com fé renovada, regozijando-se e reivindicando sua cura, não permitindo que nada mais os impeça. Que isso traga reavivamento em suas vidas e em suas igrejas, e que centenas de almas sejam trazidas para o Seu Reino. Perdoe nossos pecados e ajude-nos a ser Seus servos. Pedimos tudo no poderoso e vitorioso Nome do Senhor Jesus Cristo. Amém.
Que a paz de Deus, que excede todo o entendimento, guarde seus corações e mentes em Cristo Jesus. Não se esqueça: pela fé, não pela vista. Nos encontraremos em nosso próximo episódio, onde revisaremos a Mensagem "Domonologia, Reino Religioso".
Hino: "A cura que aguarda a redenção"
Escrito por: Ir. Francisco Velázquez Cruz
(Estrofe 1)
No calor da batalha, meu corpo sente o mal,
dardos de angústia e doença, uma cerca terrena.
O inimigo ruge e procura que meu espírito se quebre,
com a mentira de que em Cristo não há poder para curar.
Mas minha fé está ancorada na Rocha, meu Escudo e meu Campeão,
Seu sangue clama minha vitória, Sua ferida é minha raiz.
(Refrão)
Guerra, oh guerra! contra todas as doenças,
em Nome de Jesus Cristo, declaramos liberdade.
Embora este corpo gema, esperando pela redenção,
A cura divina é a nossa provisão.
Vitória, oh vitória! Cristo nos deu,
e nessa mesma autoridade, o jugo foi quebrado.
(Estrofe 2)
Este vaso de barro sofre, no mundo que caiu,
esperando o dia glorioso que Paulo anunciou.
No dia em que o corruptível se revestir da imortalidade,
e toda a criação cessa de gemer e chorar.
Mas até que venha esse amanhecer, não vivo em aflição,
pois o Espírito que habita em mim é vida e cura.
(Refrão)
Guerra, oh guerra! contra todas as doenças,
em Nome de Jesus Cristo, declaramos liberdade.
Embora este corpo gema, esperando pela redenção,
A cura divina é a nossa provisão.
Vitória, oh vitória! Cristo nos deu,
e nessa mesma autoridade, o jugo foi quebrado.
(Ponte)
Ansiamos pelo som da trombeta final,
Quando em um piscar de olhos, tudo muda, celestial.
Não há mais choro, não há mais morte, não há mais doença, não choro,
seremos como Ele é, nosso Amado Redentor.
Essa é a nossa esperança, nossa firme recompensa!
(Refrão)
Guerra, oh guerra! contra todas as doenças,
em Nome de Jesus Cristo, declaramos liberdade.
Embora este corpo gema, esperando pela redenção,
A cura divina é a nossa provisão.
Vitória, oh vitória! Cristo nos deu,
e nessa mesma autoridade, o jugo foi quebrado.
(Outro)
O jugo foi quebrado! A doença fugiu!
Em Cristo há vitória! Amém, amém, amém!
NOTA SOBRE LOS DERECHOS DE AUTOR
Este sitio web posee contenido con derechos reservados. Puede ser compartido de forma gratuita para propagar el Evangelio de Jesucristo. Se permite su reproducción en masa, publicarlo en sitios web, redes sociales, traducir a otros idiomas dando el crédito al escritor de este contenido. Se prohíbe la venta o recaudación de fondos de cualquier contenido en este sitio web. Para más información puede escribirnos a:
LA PALABRA HABLADA DE DIOS
PO Box 2017 PMB 345
Las Piedras, PR 00771